Penetrada en mi auto por un mocoso chantajista (1)
...con la verga al aire,se puso en posición para metérmela, sentí cómo sus manos nerviosas bajaban por el elástico de mi clazón y lo bajaban...
Penetrada en mi auto por un mocoso chantajista (1 era Parte)
Mi vida no ha sido muy feliz durante el matrimonio, a excepción de los primeros meses cuando todo era felicidad, pero bueno, yo juré estar en las buenas y en las malas y eso es lo que importa.
A mis años me considero una mujer que ha logrado realizar varias cosas que quería alcanzar en la vida. Hoy en día me dedico a realizar las labores del hogar, me siento tranquila haciéndolo, aunque hace tiempo me he dado cuenta que el matrimonio no es la gran cosa, eso no quiere decir que no ame a mi esposo.
Antes de comenzar a relatarles todo lo que me pasó quisiera darle las gracias al dueño del correo que creó la conexión entre todorelatos y EL CIRCULO, gracias a esa persona podemos contar nuestras historias sin que nadie sospeche de nuestras identidades.
Quiero aclarar que todo esto es una historia real, todo esto sucedió y lo estoy contando como una forma de quitar este peso que llevo encima, nada es inventado, todo es real.
Resulta que mi esposo y yo vivimos en una casa de su madre, desde que nos casamos. A mí nunca me ha disgustado que vivamos ahí, porque nunca he tenido problemas con ella, siempre nos hemos llevado bien. Un día mi esposo me dijo que iban a llegar de visita a casa su hermana con su pequeño. Me llené de alegría al saber que los volvería a ver después de tanto tiempo.
Lo que pasa es que ella era de esas mujeres madres solteras que me caen bien por el empuje que tienen para salir a delante. Desde hace 4 años que había sido la última vez que los había visto, que fue la vez que le me dediqué a mimar al niño con regalos y toda la cosa. Me gusta recibir a las visitas de la manera más amable posible.
El día que llegaron fuimos de compras, me dediqué a hacerle pequeños regalos a la madre y a su hijo, me agradaban tanto que los traté de una manera muy cordial.
Lo que ocurrió ese día fue que me encontré con un ex pretendiente de mis años de universidad, Sebastián, aquel con el que mi esposo había tenido que competir para ganarse mi amor. Pero ahí no acabó todo, ocurrió que cuando lo vi fue en un momento en el que Carla, la madre, estaba en el baño y yo estaba con el pequeño Gabriel escogiendo unos zapatos.
Él me miró y me dijo que desde hace tiempo deseaba encontrarse conmigo, y que hoy era su día de la buena suerte. También me dijo que desde hace años había regresado a Lima y que nadie le había querido dar mi dirección.
La conversación prosiguió durante unos minutos, lástima que yo ya tenía que irme porque tenía una cita con el doctor, él no perdió la oportunidad de pedirme el teléfono pero yo no se lo di, por lo que él me dio el suyo y me dijo que lo llamara para conversar un poco. Finalmente yo le di el teléfono y cuando Carla Salió del baño yo ya me había despedido de él. Fue un susto cuando veía que Carla iba a regresar de un momento a otro pensar que nos iba a ver juntos.
l día siguiente lo llamé para quedar en conversar uno de esos días, para recordar tantas cosas que habíamos pasado juntos en la época en la que habíamos sido enamorados. Aunque primero lo pensé muy bien, porque no se vería bien que una mujer casada como yo se estuviera citando con un hombre a escondidas de su esposo, luego pensé que era normal que dos amigos se tomaran un tiempo para conversar, y para despejar cualquier duda lo invité a ir a casa.
Ese día olvidé decirle a mi esposo que él vendría a cenar, y cuando se lo iba a decir me llamó desde su trabajo para decirme que se iba a tardar porque tenia bastante trabajo y que mejor no lo esperara a cenar, porque no podía llegar temprano. Carla salió como a las 5 de la tarde y me encargó que le cuide a Gabriel. No era tarea difícil, así que decidí no decirle nada a nadie de la visita que tenía esa noche.
Convencí a Gabrielito para que se vaya al cuarto de huéspedes y una vez que Sebastián llegó y tocó la puerta sentí que era incorrecto haberlo invitado y era peor no haberle dicho nada a mi esposo, pero mejor me dediqué a pasar el momento y a disfrutar de la velada con, mi ahora amigo, Sebastián. Lo recibí, y él al verme puso una cara de sensualidad que me hizo recordar muchas cosas, recordé nuestras citas de años atrás, en las que la habíamos pasado tan bien.
Luego de un rato de haber empezado la cena él comenzó a mandarme piropos como que bella estas esta noche, y cosas que me gustaban y poco a poco me fue recordando esas tardes que pasábamos juntos estudiando. Me llené de erotismo al ver que estaba en la casa en la que vivía con mi esposo, que era una mujer casada y que no debería dejar que se acercara tanto a mí, en eso sentí sus labios rozar los míos.
Sin darme cuenta él ya me estaba besando y yo no oponía resistencia, sin darme cuenta su mano estaba en mi pierna derecha, acariciando mis muslos, me sentí excitada y muy avergonzada de la escena que estaba viviendo. Mis manos no respondían a las órdenes de mi cabeza y pronto me dejé llevar por lo que sentía y lo dejé seguir, aunque la culpa me estaba matando, estaba excitada como no lo había estado en mucho tiempo.
Sebastián estaba siendo muy listo al aprovecharse de la situación y subió su mano a la parte superior de mis muslos, casi llegando a la parte de mi prenda íntima, pasaba su mano por todo mi muslo y luego subía y bajaba. Era excitante sentir esa mano, me volvía loca. En una de esas subió su otra mano a mis pechos y los comenzó a acariciar muy suave por encima del vestido. Después de un rato yo ya no hacía ningún esfuerzo por rechazarlo y comencé a sentirme más a gusto.
Siempre con el miedo que implica estar haciendo algo prohibido, sentía que estaba disfrutando al máximo de lo que estaba pasando, recordé a mi esposo, que estaría trabajando a esas horas, pero luego de un rato ya ni me acordaba, estaba recordando buenos momentos al lado de Sebastián y el miedo me hacía sentir la angustia de estar traicionando a mi esposo, debería haberlo rechazado y darle una bofetada, pero no lo hice y me estaba gustando lo que me hacía.
Me siguió besando y ahora apretaba mis pechos con sus manos, después metió sus manos por debajo de mi blusa para acariciarlos por encima del sostén que traía ese día, fue lo más rico que me habían hecho en los pechos en mucho tiempo, y cuando comenzó a llevar sus manos al broche de mi sostén sentí que ya era demasiado, no podía permitir que se aprovechara tanto y me quitara el sostén.
-No, eso no
-No tengas miedo ¿no me dijiste tú misma que no hay nadie en casa?
-No te olvides de mi sobrinito Gabriel.
-Pero él está arriba durmiendo, no te preocupes.
-Espera yo soy una mujer casada
-Solo vivamos el momento .
-Pero nos puede ver.
Luego de ese intercambio de frases no pude seguir resistiendo sus embates y su persistencia, me entregué completamente al diluvio de caricias que en ese momento él me ofrecía. No supe cómo reaccionar y eso terminó entregándome en los brazos de él, ya en ese momento estaba súper excitada y con ganas de más, mi gran debilidad se había puesto de manifiesto, yo me recosté un poco hacia atrás para recibir sus caricias y besos mientras él me comía los pechos y con una mano se las ingeniaba para masturbarme por encima del calzón, con toques sutiles.
Estaba sudando y él comenzó a subirme el vestido, no sé cómo llegamos a tanto, lo que en ese momento importaba era que me sentía tan excitada que era capaz de todo, incluso de tener sexo ahí, pero la idea de ser vista por el pequeño me asustaba tremendamente.
De pronto sentí una de sus manos posarse a escasos centímetros de mi entrepierna y acariciar como nuca nadie me había acariciado antes, la excitación se convirtió en arrechura y quería que él siga tocándome, llegó al borde de mi calzón, la parte que cubre mi vagina y yo ya estaba humedeciéndome de tanto placer, me tocó con los dedos por encima del calzón y comenzó a sobarme, en ese momento quería explotar de tanto placer, me estaba masturbando sin siquiera tocarme la piel, se sentía riquísimo tener sus dedos encima de mi intimidad, yo estaba sudando y él me estaba manoseando a sus antojo.
Por suerte, y dejándome con las ganas y una gran excitación, llegó mi cuñada, tocó la puerta y de inmediato nos separamos, yo me subí y me volvía a abrochar el sostén, me acomodé la ropa y abrí la puerta. Los presenté y a los pocos minutos él dijo que ya se tenía que ir. Por supuesto que Carla nunca sospechó nada pues siempre me había conocido con una moral intachable de mujer de un solo hombre y de su casa.
El susto me lo llevé unos minutos después, cuando al quedarme sola en la sala se abrió la puerta del closet y vi salir de ahí a Gabriel, la sangre se me heló y pensé rápidamente que él lo sabía y lo había visto todo, pero no me desesperé.
l pasar los días Gabriel no dijo nada acerca del tema, creí que era probable que no hubiera visto nada, pero la duda me estaba matando, en esos días su mamá tuvo que viajar a provincia y yo me quedé cuidando de él, así que decidí esperar a que me dijera él mismo qué es lo que había visto.
Pasaban los días y nada de nada, pero un día de esos tantos, casi a las dos de la mañana escuché que se abría la puerta del cuarto en donde dormía Gabriel pensé que quizá había tenido una pesadilla o algo así. Me desperté y esperé que viniera a mi cuarto, eso era lo que él hacía siempre, hace años cuando me quedaba cuidándolo y él estaba más pequeño siempre venía a mí cuando tenía pesadillas en la noche.
Esta vez él abrió despacio la puerta de mi cuarto y al verme despierta me dijo": ¿Puedo quedarme a dormir contigo tía?". Por supuesto que le dije que sí, pues siempre se había quedado a dormir en mi cuarto cuando tenía pesadillas o no podía dormir. Recuerdo que al despertar al día siguiente me quedé sorprendida al ver que su mano estaba un poco más arriba de mis rodillas, hasta ese entonces él no se había atrevido a poner sus manos ahí en las noches anteriores que había dormido en mi cuarto.
Pero no le di la mayor importancia al asunto, creí que de repente lo había hecho entre sueños y sin darse cuenta de lo que hacía. Ese día por la mañana estábamos viendo televisión y de pronto apareció el anuncio de la nueva película que estrenaban ese día, él se quedó viendo y luego me dijo que lo llevara. Le dije que ese día no iba a poder, pero que si esperaba a mañana lo podía llevar. Quedó todo listo para que sea un día de semana, en el que no iba tanta gente al cine y él estaba de acuerdo.
Llegó el día tan esperado para él y lo llevé al cine, de pronto me di cuenta en la entrada del cine que la película no era tan inocente como parecía, había carteles de escenas de la película que contenían escenas bastante fuertes y por un momento creí que no lo iban a dejar pasar. Al entrar me di cuenta por qué es que los cines bajan los precios de la entrada esos días, la gente no iba al cine esos días y parecía casi vacío, a excepción de algunos señores que estaban ahí.
a oscuridad y la comodidad del ambiente me hicieron sentir en confianza y sentirme como en casa, había atrás de nosotros un grupo de señores de edad avanzada y nada más. Llegamos con gaseosas y canchita para comer mientras veíamos la película.
Ese día yo llevaba puesta una minifalda que me hacía lucir las piernas, cosa que no hacía desde hace tiempo. Gabriel se quedó viéndome las piernas cuando llegamos al cine, pero no era cosa de mucha importancia.
Al correr lo minutos y avanzar la película llegó una escena en la que un hombre le tocaba las piernas a una chica, no supe que pensar cuando sentí la mano Gabriel subiendo por mi rodilla y palpando con la yema de sus dedos mis piernas. Cogí su mano y la llevé a su asiento. Pasó un rato más y volví a sentir su mano sobre mis piernas, esta vez le sentí el gusto a las caricias, pero al mismo tiempo separé su mano de mis piernas pues no era correcto que él me estuviera tocando ahí.
La película duraba más de dos horas y al parecer Gabriel iba a seguir insistiendo, en una de esas yo lo miro de reojo, sin voltear la cara y veo que me esta mirando las piernas. Me sentí contrariada, no supe que decirle y a los pocos minutos volvió a poner su mano sobre mí. Esta vez le dejé que lo haga un rato más, después de sentirme excitada recordé que no estaba bien y de nuevo me saqué su mano de encima.
Gabriel se fue al baño un rato, quien sabrá a hacer qué y después regreso con una sonrisa inocente que hizo que me olvidara de lo anterior.
Pero Gabriel iba a seguir con su manoseo sobre mí, al rato probó y fue más audaz y llevó su mano más arriba que las otras veces, sentí miedo al pensar que nos estaban viendo y volteé con mucho nerviosismo para atrás, felizmente no nos estaban viendo y Gabriel seguía subiendo.
-Gabriel, saca tu mano de ahí. Parece que no me entiendes.
-Pero a ti te gusta.
-No, y no está bien.
-Si mi esposo te ve así se molestaría.
-¿Y cómo el señor de la otra vez te las tocaba y no le dijiste nada?
-Es que era
-¿Ya ves?, déjame que te toque.
Me sentí nerviosa y descubierta por él, un chiquito que me tenía en sus manos, no tuve otra opción que quedarme callada por un buen rato, no sabía que decirle para que me entienda que estaba mal lo que estaba haciendo. Volvió a la carga y esta vez llegó a límites insospechados, llevó su mano a mi entrepierna y yo me quería morir del placer, por última vez le dije que sacara sus manos y él me dijo que entonces le iba a decir a mi esposo lo que había visto.
-No, como sé te ocurre-Le dije con voz entrecortada
-Entonces déjame tocarte.
-No, ya para.
-Entonces le digo.
-No...
Poco a poco la expresión de desaprobación en mi rostro fue desapareciendo, no tenía otra salida y no se me ocurría nada en ese momento, agaché mi cabeza un poco y no supe que decir, un silencio obligado se apoderó de mí.
Sin decirle una sola palabra le dije que sí (el que calla otorga), él me acarició la concha por encima del calzón, jamás creí que podría recibir tanto placer en un cine, y con ese pequeño, estaba mojada, completamente mojada, y ya no me importaba nada, volteé para ver si no nos miraban y luego me incliné en mi asiento, estaba temblando, me daba un miedo inmenso el saber que en cualquier momento nos podían ver.
Ya quería tener esa manito entrando en mi ropa interior, pero la idea me parecía aberrante, ¿qué me estaba pasando?, en ese momento no sabía por qué deseaba tanto esas cosas, pero el hecho es que las estaba deseando. Me avergüenza admitirlo, pero por unos momentos perdí la vergüenza y no opuse ninguna resistencia a sus caricias.
En la parte de atrás del cine no se veía que alguien notara algo, pero me paré y me fui al baño, solo eso me pudo salvar de seguir siendo manoseada al antojo de ese niño. Al llegar al baño no supe que hacer con la calentura que éste me había provocado y di rienda suelta a mi imaginación y me puse a pensar que sería si yo le permitía seguir con esas caricias. No supe que pensar, lo cierto era que cuando volviera me iba a seguir tocando, eso era lo que iba a pasar.
Luego salí a seguir viendo la película y como de costumbre el pequeño siguió con sus metidas de mano a mis piernas. Luego de un rato me volvía a excitar, pero esta vez la película estaba por acabar, terminé súper excitada y con ganas de más, pero claro está que no le iba a decir que me gustaba.
Salimos del cine, yo con la vagina húmeda, y me pidió ir a un restaurante que quedaba cerca, uno donde siempre íbamos con toda la familia. Llegamos y pedimos lo que se nos antojó.
-¿Te gustó la película tía?
-Mas o menos, tengo que decirte algo.
-¿Cuándo venimos otra vez?
-Escúchame: podemos venir las veces que podamos, pero no le debes decir a nadie lo que viste ese día.
-Que bien, ¿y yo que gano con no decir nada?
Era obvio que el chiquillo sabía algo del arte de negociar, me sorprendió con esa frase y no tuve otra salida que decirle que podíamos repetir más jornadas como la de ese día. Puso una sonrisa y se quedó callado un momento. Parecía que todo estaba arreglado y disfrutamos de la comida tranquilamente.
Pasaron unas pocas semanas y la visita se hizo más larga que de costumbre, mi cuñada acordó con nosotros quedarse un tiempo más en nuestra casa y yo estaba de acuerdo.
No habíamos vuelto a hablar de lo que había pasado ese día en el cine y el día se acercaba, esa tarde mi cuñada y mi esposo había salido y me volví quedar a solas con el pequeño. Estábamos viendo televisión y de pronto tuve la necesidad de ir al baño, por coincidencia él también quiso ir al mismo tiempo que yo y salió como una flecha para llegar antes que yo y así lo hizo.
Esperando afuera recordé que ese día en la televisión no había nada interesante que me llamara la atención, pensé que sería bueno ir al cine pero recordé que quizá mi sobrino iba a querer manosearme otra vez. Luego de un rato llegué a la conclusión de que no era tan mala idea dejar que me explorara un rato, todo en forma de pago por su silencio. Esa tarde la pasé de maravilla, toda esa excitación fue lo máximo, en el cine nadie se dio cuenta de lo que pasaba y al final le di en premio un beso muy cerca de la boca. Se quedó contento.
Para mi mala suerte, al llegar a la casa estaba Sebastián con su carro estacionado afuera. Nos saludamos y me convenció de recibirlo en la casa. Gabriel sabía que esa noche iba a poder ver algo más, pero yo lo olvidé por desgracia. Lo mandé al desvío y le dije que fuera con sus nuevos amigos a divertirse, incluso le di una propina para que se quedara contento.
-Gabriel, anda a jugar, vienes en una hora-Le dije mientras le daba una jugosa propina.
-Gracias por la propina tía.
-Ya te dije que si te portas bien te va a ir bien.
-Ahora sí te creo.
Una vez que creí que estábamos solos comencé a conversar con Sebastián, en la conversación salió a relucir lo de la otra noche, cuando me besó por casi todo el cuerpo. Rápidamente se puso caliente la conversación y ya estaba excitada de nuevo. Él, no desaprovechó la oportunidad y me calentó con palabras que más parecían de una pareja con una inmensa actividad sexual, ya no sabía que hacer y en una de esas me comenzó a abrazar.
Sentí su cuerpo apretar el mío y no supe poner un alto, los recuerdos de mi vida antes de casada me volvían a la mente y me dejé llevara por el momento, cuando me di cuenta nos estábamos besando y el ya tenía sus manos en mi cuerpo, acariciándolo y haciéndome sentir cada cosa.
Para terminar de empeorarla nuevamente me dieron ganas de tener sexo, y eso era lo peor que le puede pasar a una mujer casada cuando su marido no está en casa y se encuentra acompañada de un hombre tan atractivo, estaba perdida y ya no había nada que me pueda salvar, salvo mis últimos intentos de resistirme.
-Sebastián, no esta bien lo que estamos haciendo.
-Vamos, déjame seguir, yo sé que te gusta.
-No esta bien, mejor vete-Le dije con una voz que ya reflejaba mi lucha interna entre el si y el no.
-No te preocupes.
-No, para ya, aquí no
-Entonces vamos a tu cuarto, ahí nadie nos verá.
e convenció de ir a la recámara donde duermo con mi esposo, me llevo dándome una serie de besos que me ponían a un grado de excitación cada vez más elevado, ya no pude resistirme y me dejé llevar por mis deseos.
En unos instantes estuvimos en la recámara y no demoró en quitarme la ropa, aprovechando para ir manoseándome todo lo que quería, era imposible resistirme a sus caricias, las estaba disfrutando al máximo.
En pocos instantes yo estaba solamente en calzón y sostén y sentada en la cama, él se bajó el pantalón, dejando a mi vista y a escasos centímetros una verga de aproximadamente 20 centímetros y bastante gruesa, pasé saliva y me quedé viéndola, me parecía increíble estar ahí, en la cama de mi esposo, en ropa interior y nerviosísima por lo que estaba haciendo.
-Ahora me toca a mí
-¿Crees que puedas hacer algo?-Me dijo, invitándome a probar su miembro.
-Ay, no sé, nunca lo he hecho
-Siempre hay una primera vez-Me dijo, haciéndome recordar que esa era la frase que yo siempre repetía.
Era más que obvio que me tocaba usar mi boca para seguir con esa sesión de lujuria, me ponía muy nerviosa estar haciéndolo en el cuarto de mi casa, pero a la vez le daba ese toque picante que nunca me hubiera imaginado que tendría. Llevé mi mano hacia la cabeza de su verga, era bastante gruesa y larga, al principio me dio miedo, pero luego le agarré más confianza, acerqué mi boca y comencé a oler lo que tenía enfrente de mí.
Luego de un rato que estuve masturbándolo y viendo cómo se moría de placer pensé seriamente en llevármelo a la boca, momento exacto en el que se oyó el sonido de un carro estacionándose afuera, escuché cómo la puerta del cuarto se movió un poco ¿Qué habría pasado ahí?, me pregunté, pero ese no era momento para preguntarse nada, con mucha osadía, se la lamí, la probé y la masturbé con la mano.
Luego de escasos segundos de hacer esto me la llevé a la boca y la estuve chupando como una loca, creo que nunca en mi vida había estado con esa calentura. La llevaba de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro de mi boca y con la lengua la lamía dentro de mí. Se sentía su sabor, si mi marido hubiese sabido que se la estaba chupando a otro, yo, que siempre me había negado a hacérselo a él, se hubiera muerto de la envidia.
Seguidamente comencé a masturbarlo al mismo tiempo que se la chupaba, con mi mano derecha se la corría primero despacio, después rápido, cambiando de ritmo según se me antojaba. En esos momentos experimenté por primera vez que se siente cuando una mujer tiene en la boca una verga, lo había visto tantas veces en los videos que trae mi esposo a la casa y recién ahora lo estaba practicando, era una cosa de locos.
Al pasar unos pocos minutos Sebastián un pudo seguir conteniendo la eyaculación que le provocaba mi boca, mi lengua y mis manos.
-Ahhhhhh Hummm
-Tiene buen sabor-Dije con una sonrisa al levantar la cabeza y verlo a la cara.
-Que rico lo haces
-¿Quieres más?-Le dije viéndolo lascivamente al levantar otra vez la cara por un instante.
-Ah claro tú sigue
-Hum que rica esta tu pinga, me gusta, y está bien grande
-Ya era hora de que la probaras sin miedo.
-Que rico sabe tu pinga Sebastián- Le dije son una sonrisa cómplice que fue correspondida por él, fueron palabras que se me salieron sin pensar, quizá fue el subconsciente que me traicionó y sacó a relucir mis más bajos instintos.
Bajé a los huevos y también los probé, era una verdadera perra en ese momento, ni yo me reconocía. Como nada es eterno, y menos el placer, se vino en mi boca, nunca había tenido leche en mi boca, pero esa fue la primera vez, como dato anecdótico puedo decir que un pequeño chorrito de semen resbalaba por mi labio inferior. Sebastián se quedó viéndome y yo lo miré también, un mutuo acuerdo se veía en nuestras caras, el deseo de que esto no se acabe ahí.
-Ay, yo quiero mas lechita-Le dije, en un tono muy sensual, como ya dije, no yo misma me reconocía en esos momentos. Sebastián me miró con una cara de deseo y lujuria que jamás había visto en mi marido.
-Yo te puedo dar más lechita, solo tienes que hacer lo que yo te diga
-Si, si quiero que me des más lechita -En esos momentos ya había perdido la vergüenza.
-Te voy a dar lechita por todos lados.
-Ay que rico
Me estaba comportando como una verdadera puta, y eso no era todo sino que quería probar de una vez lo que era el sexo extramatrimonial en todas sus formas.
Me sentía muy cachonda, me saqué el sostén delante de él y me dijo que tenía unos lindos pechos que se veían más bonitos cada vez que los veía, yo ya no aguantaba y me eché en la cama, levantando los pies, al mismo tiempo que me quitaba el calzón con las dos manos delante de él, que se quedó viendo impresionado todo mi cuerpo y en especial mi parte íntima que estaba cubierta de mis pelos pélvicos, era muy erótica la escena que estaba viviendo.
Me quedó viendo y al verlo así le dije:
-¿Qué esperas? ¿A que viniste? ¿Solamente a ver?-Me dijo que no, moviendo la cabeza.
-Ahora vas a sentir lo que es una verga de verdad.
-Huy que miedo-Le dije en un tono algo gracioso.
-Mira que grande es.
-Ay amor clávamela hasta el fondo antes de que venga mi marido-Le dije poniendo una cara de mañosa que nunca en mi vida me imaginé poner.
Ya estaba hecha, no había marcha atrás y ahora me tocaba recibir algo a cambio por tanta chupada, él estaba con el arma durísima otra vez y me estaba mirando con unos fuertes deseos que se reflejaban claramente en su cara.
En su cara se veían unas ganas tremendas de meterme su miembro, eso era muy excitante, se podía ver su cosa grandota y dura que acababa de tener en mi boca con unas gotas de semen cayendo, ahora tendría que soportarla en mi interior. Me sentí abrumada por un momento y con muchas ganas de tenerla dentro ya.
-Ahora me vas a decir que quieres.
-Quiero tu pene, de una vez
-Siempre supe que eras una tigresa
-Vamos, dame lo que quiero, ¿o tengo que mandarte una carta de invitación?
-Abre las piernas y comienza a rezar-Me dijo medio en broma y yo sonreí con lascivia.
Ahora el se estaba quitando toda la ropa, quedó completamente desnudo en cuestión de segundos, se veía con muchas ganas de hacérmelo. Se echó encima de mí y yo lo recibí en lo que hasta ese entonces había sido un lecho de amor y fidelidad, creí que nunca lo haría, pero ahí estaba yo, dispuesta a todo con tal de satisfacer mis deseos de sexo. Era increíble pero era cierto.
Nos besamos y me separó las piernas que en un acto inconsciente yo mantenía aún cerradas, en mi última muestra de fidelidad a mi marido, que era una extraña manera de seguir siendo fiel. Entonces fue que sentí como acomodaba la cabeza de su cosota en la entrada de mi vagina, con solo hacer contacto hacía que me moje más de lo que ya estaba.
Luego de unos instantes seguimos besándonos y dándonos piquitos, ya para ese entonces estaba empujando su cosota adentro de mí, sentí su cabeza empujando entre mis labios para abrirse paso, a lo que yo reaccionaba abriendo más las piernas para mayor comodidad, mi cuerpo estaba sudando y la cama comenzaba a moverse, finalmente logró meterme la cabeza y ahí fue cuando empezó mi tortura y placer extremo.
Comenzó a meter y sacar la mitad de su miembro con una lentitud que me enloquecía, sentí como se estremecía mi cuerpo cuando mi concha recibía un nuevo inquilino que no era el mismo de siempre, no era el pene de mi marido, y se me humedecía la zorra cada vez más.
Sentí la necesidad de abrazarlo y lo hice, llevando mis manos a su espalda y apegándome más a el, sentí el contacto de nuestras pieles completamente desnudas y calientes, con el sudor que se sentía al contacto.
-Papito dame más
-Ah ah ah
-Si quieres métemela toda, te doy permiso
-Si si
-Anda de una vez, cáchame bien, déjame bien cachada
Lo dije en broma, no pensaba que eso me iba a caber dentro.
Parecía incansable, seguía taladrando mi concha y me di cuenta que lo que pretendía era metérmela toda, que horror si me la mete toda, pensé. Pero luego de experimentar las primeras sensaciones de placer ocasionadas por esa cosota estuve decidida a soportarlo, ya no importaba si me dejaba la zorra más abierta, el placer que me estaba dando era difícil de explicar con solo palabras, me dolía muchísimo pero a la vez quería más y me gustaba más que cuando me lo hacía mi esposo.
Luego de los primeros dos minutos logró colocar toda su verga en lo más profundo de mi ser, me dolía harto y empecé a gritar y a gemir del dolor y placer, mis gemidos se escuchaban por todo el cuarto y estoy segura que por toda la casa, y es que con ese tamaño cualquiera se pone así, comencé a arañarle la espalda y a besarlo con todo y lengua, nos besamos con la lengua y nos acomodamos apretándonos más.
Todo el olor a sudor y a sexo se sentía en todo el cuarto y yo seguía recibiendo más y más.
-Más más más
-Ah ah que apretada eres -Me decía con una voz jadeante que me ponía más caliente.
Mientras él me la metía y sacaba a su ritmo, yo tuve que seguirle el paso y moverme al compás de él. Era lo máximo en placer que había experimentado hasta ese entonces y era la primera vez que lo hacía sin mi esposo. Sentía su respiración en todo mi cuello y mi cara, era excitante y me estaba cachando de una forma increíble, cada vez más fuerte.
Hasta ese entonces yo no sabía qué era tener sexo de verdad, gozar al máximo y ser penetrada tan rico. En esos momentos Sebastián empezó a metérmela con más fuerza y a hacérmelo más rápido. Lo besé, al mismo tiempo que jadeaba inconteniblemente, que placer me estaba dando, que rico se sentía, y que dolor también.
-Ah ahhh .
-Hasta el fondo hasta el fondo-Le decía con voz jadeante y entrecortada.
Miré para abajo por un momento y miré como entraba y salía su pene en mi concha, salía y de nuevo empujaba y se abría paso entre mis labios vaginales y volvía a salir y luego a entrar, que rico era todo eso.
Se veía en su cara el esfuerzo que hacía por seguir el ritmo de la penetración fuerte y rápida que me estaba haciendo, yo quería explotar de tanto placer y por momentos no sabía como responder a tanto placer que me estaba dando.
-Ya
-Hum
-Así no pares.
-Uf ah ah
Era cierto que las grandes duelen más y si no me creen pueden comprobarlo algún día. A mí me gustaba bastante esta nueva forma de tener sexo y no iba a dejar que solo fuera una vez. De pronto Sebastián comenzó a dar indicios de una inminente eyaculación, y contrario a lo que haría la mayoría de las mujeres yo quería sentir algo nuevo.
-Vacíate adentro
-Si
-Adentro, no la saques
-Muévete más
Nuestros cuerpos empezaron a temblar y justo en el momento que sentí humedecerse mi vagina con su semen dejé que se me vinieran los líquidos que estaba aguantando desde hace rato.
-Ahhhhhhhhh
-Hummmmm
-Que rico .hum .
Por fin se mojó dentro de mí, nos mojamos los dos y fue increíble, las sábanas estaban húmedas y nos echamos, estábamos muy cansados por el esfuerzo y nos abrazamos, él me besó y yo le correspondí, solo sentíamos que estábamos juntos y descansamos un rato. Pero la cosa no iba a acabar ahí, de un momento experimenté un sentimiento de culpa, pero felizmente se me dio por pensar solo en el presente, la jornada estaba empezando y él y yo queríamos más.
-Por qué no viniste a Lima cuando me dijiste.
-Hace años te llamaba, pero tu madre me decía que no querías saber de mí.
-Eso es mentira, yo te esperaba.
-Entonces todo fue una farsa.
-Me quedé con el que ahora es mi esposo porque nunca regresaste.
-Ya veo, y siempre lo sospeché, yo tampoco nunca te olvidé.
-¿De verdad?
-Si, lo que pasa es que
La conversación prosiguió y por supuesto que yo no quería que se volviera aburrida, de un momento pasé mi mano por su entrepierna que estaba cubierta por la sábana y constaté que se le estaba endureciendo de nuevo la verga. Le dije que por ahora los dos ya teníamos vidas diferentes y que ni pensara en la posibilidad de que yo me separe de mi esposo, él estuvo de acuerdo nos besamos de nuevo.
-Ay, la tienes bien grande
-Si, mira lo que te perdiste.
-Ay, no seas malo.
-Pero el tiempo perdido a veces se puede recuperar.
-Creo que sí
-Veo que se te está haciendo agua la boca.
-Creo que tienes buena vista -le dije sonriendo.
A los pocos minutos ya estaba de nuevo con su verga entre mis manos y acariciándosela ya no me daba miedo que iba a pensar de mí, acababa de ser su mujer y por eso ya había tomado más confianza. Acerqué mi cara a su miembro y me percaté de que estaba rojo, seguramente por lo que habíamos estado haciendo con tanta pasión.
-¿Alguna vez lo has hecho por atrás?
-No, nunca Le dije mientras comenzaba a lamer el glande.
-Pero siempre hay una primera vez.-Al instante sonreí.
-Así que quieres hacérmelo por el culo, eres bien mañoso.
-¿Solo yo?-Me dijo mientras le seguía lamiendo la cabeza.
-Ja ja ja
Mientras me decía cosas así como que es normal el sexo oral y otras cosas me fue calentando de nuevo, y me acariciaba de una forma que me excitaba.
-¿Ya?-Me dijo.
-¿De verdad quieres meterme esa cosota por ahí?
-Si, no te preocupes te va a gustar
-Ay, si, como no
La conversación proseguía y se me vino a la mente la idea de cumplir una de las fantasías que muchas tienen, cabalgar, me pareció que era hora de que yo tome la iniciativa y que fuera yo quien manejara y tuviera el control. Pero para eso debería quedar como una mujer que tiene mucha experiencia en eso, y para mí no era fácil hacerlo.
Poco a poco la lujuria se fue apoderando de mí al ver que su sábana se levantaba en la parte de su entrepierna y que cada vez se hacía más grande. Lo miré a la cara y me dijo que no me avergonzara, que si ya la había tenido bien adentro no había por qué avergonzarse. Le di la razón y me dediqué a verlo sin ningún reparo.
Luego de unos pocos minutos la acaricié por encima de la sábana y me decidí a probarla de nuevo, ante su mirada de complacencia. La tomé entre mis manos, todavía no sabía cómo esa cosa tan grande había podido caber dentro de mí, pero la lamí y otra vez se la estuve chupando. Al final no se vino porque paré antes e inicié mi travesura de montarme encima, me descubrí de la sábana que tenía encima y quedé otra vez desnuda delante de él. Me quedó mirando.
-Que bella eres.
-¿Así te parece?
-Así nos parecía a todos los chicos de la universidad.
-Ay, ahora que me lo recuerdas, había muchos chicos que me invitaban a salir.
-Lo que pasa es que eres atractiva, me gustas toda.
-Y imaginaste verme así cuando regresaste a Lima?
-La verdad es que lo he deseado desde que te conocí. Siempre fuiste la más bonita.
-Imaginaste tirar conmigo en la cama de mi esposo?
-Ja, ja ja ja-Sonrió de una manera extraña, que me hizo recordar lo lejos que habíamos llegado. En uno de los espejos del cuarto se veía la escena que ocurría en ese momento.
Yo estaba calatita, se veían mis pechos bien redonditos y el comienzo de mi zona púbica, se veían mis bellos vaginales y mis caderas, toda yo, sin nada encima.
-Te voy a dar un regalito.
Dicho esto, me subí sobre sus muslos, abriendo bien las piernas que estaban próximas a recibir de nuevo esa pinga tan dura y gruesa. Me acomodé bien y luego de unos instantes tenía esa cosa tan enorme en mis manos, acomodando su punta en la entrada de mi zorra. Para ese momento mi intimidad ya estaba húmeda otra vez y la calentura se había apoderado de mí por haberme imaginando esa escena tan erótica.
Sin más alargue, comencé a montar como si fuera una experta en esas artes y ya sentía la mitad de ese monstruo entrar y salir de mí como pedro en su casa. La arrechura se había apoderado de mí y otra vez no era yo la que hacía eso, sino mis impulsos sexuales.
Miré en el espejo y se vio la escena que tanto me había imaginado por tanto tiempo, cuando veía esas películas a solas después que mi marido se había ido a trabajar, era increíble estar viviéndola, y de ahí en adelante solo me dediqué a disfrutar lo rico que era eso.
-Ahhh
-Hummm
-Toda, cómetela toda
-Eso quiero, pero es muy grande .
-Ahhh .
-Solo baja todo lo que puedas
Así lo hice y volvía asentir que la concha se me partía en dos cuando me incrusté toda esa pinga hasta la base.
-Ahhh .ayyyy ..que rico .
-Hummm .
Mis gemidos y nuestras respiraciones se escuchaban por toda la casa, ya que eran muy fuertes.
Seguía gimiendo y después de unos minutos sentí cómo mi cuerpo comenzaba a experimentar un temblor que se apoderaba de mí y de él, sin más preámbulo nos mojamos juntos, el con mi líquido y yo con su leche, que llegó muy adentro de mis entrañas.
Estuvimos un rato acostados y le dije que ya debía irse, que en cualquier momento llegaba mi esposo, nos metimos a la ducha donde me pedía como loco que se la chupara calatita y le di el gusto, ya cuando estaba saliendo de la casa me dio un beso antes de cruzar la puerta y me acarició la concha por encima de la ropa.
No podía creer lo que acaba de hacer, me había acostado con otro hombre, y en mi lecho de matrimonio, no sabía cómo iba a poder mirar a los ojos al hombre que me prometió fidelidad para toda la vida.
Ese día me quedé en la cama metiéndome el dedo de tan solo recordar todo lo que había hecho, descubrí un nuevo mundo de recuerdos vividos otra vez con tan solo querer recordar. Estaba segura que desde ese día las cosas ya no serían iguales y que a la larga iba a perder mucho, pero en ese momento no sabía qué.
La mujer que se creía perfecta hasta hace poco, había caído, presa de la lujuria y el deseo de experimentar sensaciones nuevas. Sin duda ya no era la esposa fiel de antes, y no tenía cómo justificar lo que había hecho, pero nadie me iba a quitar lo bailado, todo el placer de esa tarde no se borra así nomás. A veces me sentía sucia, pero con ganas de seguir con esa locura.
Con el pasar de los días Sebastián me fue llamando seguido y yo no le contestaba, pero un día si lo hice y nos citamos para un jueves, todo debía ser ultra secreto y ya estábamos lunes. Me ponía nerviosa cuando tenía que hablar con mi esposo de temas de fidelidad cosas relacionadas.
Al día siguiente, ya casi cuando iba a amanecer, escuché la puerta de mi cuarto abrirse poco a poco, se veía una imagen algo así como sigilosa, era Gabrielito que estaba entrando. Ese día mi esposo se había quedado dormido en la sala, viendo televisión, como otras noches, y no subía al cuarto hasta que amanecía, yo no lo despertaba porque quizá se podía molestar.
-Tía, para dormir aquí.
Como por mí no había habido problema nunca, años antes dormía con él cuando tenía pesadillas, acepté de lo más normal.
-Lo que pasa es que he tenido una pesadilla.
-No te preocupes, duerme aquí.
Eran como las tres de la mañana y en verdad estaba con un sueño que no me dejaba pensar, ahora recuerdo que si en ese momento hubiera tenido la lucidez de una persona sin sueño le hubiera dicho que no.
Era obvio que él iba a tratar de tocarme las piernas y manosearme todo lo que pudiera, ya no era el niño inocente de tiempo atrás y yo lo recordaba porque ese día había tomado pastillas para el sueño, por lo que no podía pensar en otra cosa que no fuera dormir
.
Es por que es ahora que recién lo pienso bien que no pude evitar mucho de lo que pasó esa madrugada. Pasaron pocos minutos y comenzó a acariciarme las piernas. Recordé ya lo había hecho antes y que seguro que lo iba a hacer de nuevo. No tardó en acariciar con más confianza al ver que yo no ponía ninguna resistencia. Me quedé helada la ver que quizá esa iba a ser la constante de toda la noche.
Mi esposo estaba en el primer piso de la casa y yo estaba siendo manoseada por un pequeño que se estaba aprovechando de mi agradecimiento por su silencio. Procuré hacerme la dormida para que no pensara que yo estaba de acuerdo con sus caricias, pero él seguía subiendo su mano hacia mi entrepierna.
Ese día estaba durmiendo con un camisón muy transparente, ese fue otro de mis errores, tenía puesto un calzón chiquito que se notaba a leguas por la transparencia del camisón y un sostén que resaltaba mis redondos pechos. Mi culo estaba como para toda una noche de sexo sin parar, por algo me había comprado esa ropa interior especialmente para lucirla para mi esposo, que estaba dormido en el primer piso de la casa.
Quiera o no, Gabriel ya me había visto con esa ropa tan sugestiva y era seguro que me estaba deseando, yo no tenía otra escapatoria que seguir dejando que me tocara las piernas, pero ya estaba acercándose demasiado a mi zona íntima y eso me ponía nerviosa y me estaba excitando la situación en la que me encontraba.
-Gabriel, deja de tocarme.
-Es que te ves tan bonita
-Si, pero deja de tocarme.
-¿Y cómo le dejas a ese señor que te toque?
-Solo fue una vez, así que ya no molestes
-Yo sé que no fue solo una vez
-¿Qué?
-Yo los miré hace días en el cuarto.
-Pero, que dices, eso no es verdad.
-Sí es verdad, tengo fotos, les tomé fotos y se las voy a dar a mi tío.
Me quedé helada en ese momento, había sido descubierta, y todo por confiarme demasiado, me había visto y ahora sí que estaba perdida. Mi matrimonio estaba condenado al rompimiento y no había nada que yo pudiera hacer.
-Pero si me dejas tocarte puede que no le de las fotos.
-¿Cómo sé que existen tales fotos?
-Si quieres te enseño una.
Fue a su cuarto muy rápidamente y me trajo un sobre, rápidamente se acostó a mi lado y se tapó con la sábana, lo que traía eran fotos que había escaneado por la computadora y ahora me las enseñaba sin ningún pudor. La luz que yo acababa de prender de la meza de noche iluminaba las fotos que me delataban. En ellas aparecía mi cuerpo desnudo y con otro hombre que no era mi esposo.
Pensé que quizá se apiadaría de mí si le decía que le iba a dar una buena propina, pero luego me di cuenta que quizá querría algo más.
Ya no había nada que hacer, estaba en sus manos y en ese momento tomé la decisión de convencerlo de cualquier forma de que no le diera esas fotos a mi esposo. Estaba en las manos de un mocoso.
-Tú sabes que eso esta mal
-Gabriel, no le enseñes esas fotos, por favor.
-Por favor te pedí cosas que tú no me quieres dejar hacer.
-¿Qué cosas? Pídeme lo que quieras, no te voy a negar nada.
Su cara expresó una satisfacción que se me hizo extraña, como que había ganado algo que yo no me imaginaba. Después me miró a los ojos y me dijo:
-Quiero cacharte.
-¡¿Quéeeee ?¡¡¡
-Quiero meterte mi pene...
-Pero estas loco, soy tu tía.
-Mira que le doy las fotos a mi tío.
-Yo soy tu tía, como vas a querer hacerme eso.
-Pero si no lo haces le digo a mi tío, y de verdad lo voy a hacer.
No tenía otra escapatoria que ofrecerle un regalo que le gustara un montón, la bicicleta que tanto quería se la podía dar yo. Me dijo que su mamá se la había comprado esa tarde.
-Por favor Gabriel, mi vida se destruye si mi esposo se entera.
-Solo te estoy pidiendo una cosa muy fácil para ti-Me dijo mientras acariciaba mis muslos, muy cerca de mi entrepierna.
-Anda, dime que sí. Muchos hombres afuera quieren estar contigo, pero yo voy a ser el único.
-Pero Gabriel, no esta bien que me pidas eso.
-Entonces le voy a decir ahorita mismo a mi tío que vea esto-Me dijo mientras se levantaba.
-¡Nooo ¡
-Sueltame, mi tío va a saber.
-Espera.
En un momento de desesperación lo tomé de la mano y le dije:
-Primero anda a ver si tu tío sigue dormido
Esas fueron las palabras que cerraron mi entrega total a cambio de un silencio del que dependía mi vida. Me dijo que venía enseguida, como cuando se iba a comprar algo a la tienda. Sentí un gran alivio cuando se fue a ver si su tío estaba bien dormido. No sé como explicarlo pero al mismo tiempo sentí que se me cargaba otra cruz que tenía que padecer.
En esos escasos momentos mientras esperaba que regresara no sabía cómo era que había aceptado dejar que se acueste conmigo. Escuché sus pasos de regreso, sigilosos y casi imperceptibles, se abrió la puerta de nuevo y yo estaba en la cama esperando.
-Ya lo ví, esta durmiendo, no se va a dar cuenta
-Gabriel no sé
Ya estaba embarcada en eso y no había marcha atrás, me sentí muy angustiada por lo que iba a hacer y lo cierto es que quería que pase rápido. Llegó y se echó en cama como si nada hubiera pasado, como si no me estuviera chantajeando.
Desde hace tiempo me miraba el trasero y yo ni le daba importancia, debí haber recordado con anterioridad que mis amigos hombres me contaban que desde niños habían deseado a las mujeres de su familia, de repente así me hubiera dado cuenta que ese chico me había echado el ojo desde que llegó.
-¿Ya tía?
-Espera.
Se metió por debajo de la sábana y me comenzó a tocar la intimidad por encima del camisón.
-Bájate el calzón-Nunca me voy a olvidar de esas palabras.
-Espera, no te apures.
-De una vez.
Hasta ese momento no había notado que en su familia los hombres la tienen grande desde pequeños, así me lo había contado mi esposo, claro que mi esposo no la tenía tan grande.
-Espera, primero unos besitos.
-Ya, siempre he querido besarte en la boca.
-No te la creas que solo es para que no me sienta tan mal.
-De todas maneras siempre me has gustado tía.
Me decía cosas así y se acercó a mi boca, juntamos las nuestras y nos dimos piquitos, como estaba encima de mí noté que su bulto estaba bien hinchado y que se sentía su dureza en mi vientre. Nos seguíamos besando y le dije que lo que íbamos a hacer era cosa de mayores y que solo porque se trataba de él yo iba a dejar que pase lo que iba a pasar.
-Tía estoy enamorado de ti.
-¿En serio?
-Sí, desde hace años, solo que no sabía cómo decírtelo.
-Pero me lo hubieras dicho, de repente lo hacíamos-Le dije un poco en burla para relajarme.
-Ya tía, quítate la ropa.
-Primero sal un ratito-Le dije apartándolo suavemente.
Me llevé las manos a los bordes de mi ropa interior y me la bajé hasta los muslos, se quedó viéndome como si estuviera soñando, en un segundo pudo ver toda mi zona púbica llena de pelos y no dejaba de ver. Se bajó el pantalón y me confirmo lo que hasta ese momento sospechaba; la tenía bien grande, demasiado para un chico de su edad.
-Ay, sí que me has dado una sorpresa.
-Te ves bien bonita.
-Gracias. Tú no te quedas atrás, la tienes grande-Dije en volumen bajo.
Me tapé con la sábana y le dije que si quería hacérmelo de una vez viniera encima de mí, no me dijo nada, solo se acercó, por debajo de las sábanas.
Estaba casi consumado el acto sexual.No era tiempo para hablar mucho, así que él mismo se me subió encima y se acomodó como si supiera todo lo que hay que hacer.
La verdad era que se sentía extraño estar con el calzón abajo y teniendo a mi sobrinito encima de mí, con el pene al aire. Estaba sintiéndome muy abusada y a la vez cómplice de lo que estaba pasando e iba a pasar. La tía joven y buena se iba a dejar penetrar por un sobrino mocoso
Yo ya no me asusté y abrí un poco más las piernas para que pueda acomodarse bien. Se subió hasta mi cara y nos besamos de nuevo.
-Oye, solo porque se trata de ti me voy a dejar.
-Entonces me quieres.
-Si pero solo como a un sobrino, no le debes decir a nadie que le metiste la pinga a tu tía ¿me entiendes?
-Sí tía.
-Okey, solo porque eres tú voy a dejar que me metas tu pinga.
-Que bien, ¿sientes? Esta dura, así se pone siempre que pienso en ti.
Esas palabras me derritieron, porque yo he sentido lo que es estar queriendo con una persona en secreto. Ahora sí le iba a dejar que me la metiera sin ponerme con quejas.
-En serio?
-Sí, desde hace años, pero no te lo podía decir.
-Entonces no te preocupes ya estamos solos.
Me acerqué a su oído y le dije con voz suave y agitada: "Cachame". Desde luego que sentí como se le puso más dura y tomé su pene y lo puse en la entrada de mi vagina. Pasó un rato y me estuve acomodando su cabeza en la entrada de mi zorra, era tan excitante estar haciéndolo en la cama de mi esposo y con él durmiendo en la sala.
-Ya está. Ahí es empuja le dije con voz suave al oído.
-Ya ahh .que apretado se siente
-Así así que bien
-Tía te amo .
-Así que bien ya me estas cachando, que rico
-Uf humm .siempre he querido cacharte tía.
-Sí, sigue que vas bien .
-Que rico se siente, que caliente
-Así es humm
Se sentía el calor de su pene entrando en mi vagina, era increíble que la ama de casa perfecta ya estuviera teniendo tres maridos en menos de una semana, y peor aún que fuera con su sobrino con quien estaba teniendo relaciones. Pero sentí muy rico para parar y dejé que me la siguiera metiendo, se sentía todo el calor de su pene y el de mi cuerpo.
Por fin tomó ritmo y empezó entrar toda entera. Que bien se sentía, estaba transpirando y jadeando del placer y jamás se me había ocurrido que un pequeño me la pudiera meter tan rico. Era excelente y no estaba dispuesta a parar por nada.
La cama se movía por el coito que estaba ocurriendo en ella y empezaba a sonar con más fuerza.
-Toda Gabriel toda
-Sí
-Métemela toda
Lo que estaba ocurriendo era que la supuesta víctima estaba gozando tanto o más que el chantajista, nos habíamos vuelto cómplices de una pendejada tremenda, estábamos cachando en la cama donde dormía con mi esposo. Pero eso no me importó mucho y seguía recibiendo en mi vagina ese pene grueso que me estaba haciendo delirar por el miedo a que se de cuenta mi esposo.
-Ay Gabriel, que rico lo haces humm .
-Te gusta la pinga tía.
-Si Gabriel, me gusta hummm no pares
El acto era increíble y jamás en mi vida hubiera imaginado que alguna vez me podría encontrar en tremenda situación, con el calzoncito abajo y siendo penetrada por Gabrielito, que la tenía bien grande, con el peligro de ser descubierta por mi esposo que estaba en el primer piso de la casa.
Pero bueno, estas cosas no se planean y como era una emergencia tuve que ceder ante los requerimientos de mi pequeño sobrino, que se estaba gozando bien a su tía, su pene entraba y salía de mi concha y subía el ritmo, cada vez me la metía con más fuerza y eso me hacía disfrutar más de su pinga dentro de mi zorra. La fricción era exquisita y estaba a punto de mojarme todita.
Siempre me voy a acordar de esa noche, fue muy excitante, hasta ahora me da que pensar el hecho de fui yo quien disfrutó al extremo.
Al día siguiente salimos mi esposo, Gabrielito y yo al Parque Recreacional, pero recuerdo muy bien que mi esposo recibió una llamada de su trabajo y disculpandose con nosotros, se despidió para ir a atender una emergencia a su trabajo, cosas que pasan, Gabriel y yo nos quedamos solos en el auto, mientras mi esposo tomaba un taxi.
Ya estábamos llegando a la cuadra del parque, entonces Gabrielito me dijo que se me veía muy bien la minifalda que tenía puesta esa mañana, los recuerdos de nuestro encuentro anterior se hicieron presentes y ahora que estábamos solos se me insinuó acariciándome las piernas, muy despacio y excitándome por el hecho de estar en la vía pública.
-Y ahora que quieres.
-No sé, una repetición
Giré mi rostro hacia él, con las manos puestas en el volante, y le dije que dejara de hacer eso, pero fue en vano, me tenía bajo su dominio y era poco lo que yo podía hacer. Tenía el poder de las fotos y era obvio que me iba a usar cuantas veces quisiera.
-¿Quieres ir a la casa?
-No, quiero ir al parque.
-Entonces no me molestes con eso-Le dije un poco asustada.
Él olió mi miedo y ahora era dueño de la situación, me estacioné en unos arbustos que eran parte de un bosque que quedaba muy cerca del Parque. Me acarició las piernas y me dijo que no podía olvidarse de lo que había pasado ayer. Que quería repetirlo ahora.
Por supuesto que le dije que no, pues estábamos en la vía pública y que si quería acariciarme tenía que esperar a llegar a casa. Me dijo que no y me subía la minifalda hasta el punto que estaba muy cerca de verse mi ropa interior. Me puse nerviosa, pero después de un momento pensé en ir al bosque, era un sitio donde los autos no pasaban y desde ahí no se nos podía ver. Aceptó encantado y casi llevando sus manos a la parte de mi ropa interior que cubre mi vagina.
No estaba de acuerdo, pero era un medio para que nadie nos viera, conduje hasta llegar a una parte del bosque donde hay varios árboles y era difícil que nos vieran. Una vez ahí me dijo al oído:
- ¿Tía, sabes hacer la pose del perrito?
-¿Qué?...No me preguntes eso
-La otra vez la vi en internet y quiero hacerla contigo-Me dijo mientras acercaba sus manos a mi calzón, ahora estaba excitada y enojada con él, pero no podía hacer nada. Ya estaba llegando a la parte de mi ropa interior y casi me mojó con sus deditos. No sabía qué hacer y le contesté rápido:
-No sé, si quieres me enseñas
Me dejó idiota cuando sacó de su bolsillo una revista porno doblada. Otra vez no supe que hacer mientras veía cómo mi sobrinito me miraba como a su juguete sexual, al fin y al cabo eso iba a ser para él, su juguete sexual.
-De donde sacaste eso malcriado.
-De las propinas que me das, tengo más.
-¿Qué? ¿Con mi plata?
-Si pero ponte amable conmigo, sino mi tío se puede enterar de lo de las fotos.
Me tapó la boca y con eso recordé que no tenía otra opción mas que callar.
Era excitante pensar que me lo iba a hacer ahí, veía los carros pasar por entre las ramas de los árboles y me excité mucho.
-Tía ¿Me la chupas?
-Quedé callada y solo bajé la cabeza para dirigirme hacia su pinga, mientras él bajaba su cierre y la sacaba a mi vista. Se veía dura y estaba bien caliente, como se notaba que ese mocoso me quería cachar.
-Eres bien pendejo, pero te vas a joder porque de aquí vas a salir moribundo-Le dije en tono desafiante.
Me dediqué a pajearlo con la mano mientras volteaba a cada momento al costado para cerciorarme que ningún carro o persona se acerque por donde estábamos nosotros. Sentía en mis manos aquella verga que la noche anterior había invadido mi vagina a costa de un vil chantaje, observaba su cara de placer y me dije a mí misma que le iba a dar sexo, pero que se iba a ir bien satisfecho para que no me molestara en mucho tiempo.
-¿Quieres verme sin ropa?
--Si, quiero que me la chupes en calzón.
Rápidamente me quité la blusa y me subí la minifalda para darle la vista que él tanto deseaba y hacer lo que él quería.
Se quedó viéndome como si estuviera impresionado de ver por primera vez mi cuerpo sin ropa a la luz del día, me propuse hacerlo bien y pasarla al extremo.
Me arrodillé a su asiento y tomé con mis manos ese pene grueso y duro que exigía ser aliviado de sus urgencias que mi cuerpo mismo había provocado. Se me veía la ropa interior y me puse diligente, como si fuera un examen del que quisiera obtener la nota máxima.
Lo lamí y luego de un rato lo comencé a chupar como si fuera un caramelo, a él le gustaba y era la primera vez que una mujer le hacia tales cosas, la primera vez que una mujer se la mamaba y esa mujer era su tía, era yo, que estaba bien buena, como me lo han dicho siempre los hombres.
-Ahhh . Ahhh
-Glup glup glup
-Así tía así
-Te encanta pendejo te encanta
Una vez que tenía toda su verga en mi boca la acariciaba con mi lengua y la volvía a sacar, una y otra vez, al fin y al cabo, si había estado en lo más profundo de mi ser, ya no me importaba tenerla en mi boca y mamarla desesperadamente.
Pero como todo no era solo eso, una vez que miré que estaba bien dura me levanté y le dije si quería hacer el perrito de una vez, por supuesto que me dijo que sí.
-Ya tía, siempre he soñado hacer el perrito contigo.
-Ya se te cumplió tu sueño mañoso-Le dije
Como si fuera una experta en el arte del sexo me incliné en mi asiento pero viendo para el lado que cubrían las ramas y le dije que cuando quisiera podía bajarme el calzón para hacerlo en perrito. Su pinga estaba bien dura y me incliné para que se le hiciera fácil metérmela. Mi culo estaba su merced y cuando menos lo pensé él estaba viendo su revista porno.
Estaba viendo cómo penetraban a la chica de la revista y miró mi potito, esperándolo para cumplir su deseo.
- Por fin se me hizo
-Apúrate que alguien puede venir
Él me acarició y con la verga al aire, se puso en posición para metérmela, sentí como sus manos nerviosas bajaban por el elástico de mi calzón y lo bajaban
, me tocaba el culo y se notaba que estaba aguantado por mí.
-Que bonita eres, que bonito culo tienes
Sus manos recorrieron mis nalgas y se acercaron al elástico de mi ropa interior, era la primera vez que dejaba que me lo bajaran en la calle y me daba una sensación de excitación y angustia mientras sus manos llevaban el elástico hacia abajo. Ya podía ver mi vagina húmeda y llena de pelos al aire libre, era la primera vez que la veía así.
Sentí cómo sus manos terminaron por bajarme el calzón a la altura de mis rodillas, que estaban dobladas en el asiento, su pichula acercándose por mis dos nalgas y mi zorra bien peluda ya sentía otra vez la humedad de su pene rozando mis labios vaginales y haciendo contacto, me incliné más para darle mi concha y él puso sus manos en mis caderas, con mi mano alargada hasta mi entrepierna tomé su pichula y la acomodé en la entrada de mi intimidad
-Ya, ahí es
-Si tía
-Empuja Gabriel, empuja .
-Que bonita eres te voy a cachar todos los días
-Apúrate, no desperdicies tiempo.
Lo sentía, estaba duro y otra vez en la entrada, con esa cabezota roja ya dentro de mí y temblando por la situación.
-Vamos, cacha a esta perrita... cáchame cáchame
No tardó en introducirme toda su hombría y hacer el esfuerzo de meterla y sacarla, yo ya estaba disfrutando de ello y apretaba bien su miembro para disfrutar más .
Veía en dirección a la autopista para estar segura que nadie llegara de improvisto y a la vez experimentaba un placer desconocido.
-Hummmmmm
-Así así
-Que rico tía
-Que pendejo habías salido
-Sí, que lindo culo tienes .
Me friccionaba la concha y me daba el placer que quería sentir desde hace tiempo, pasaba sus manos por mis nalgas.
"Que pensaría mi esposo si algún día se enterase que estoy aquí, en el auto de la familia, con el calzón abajo, en posición perrito, dejándome penetrar por éste tremendo diablito"-Me decía una voz en mi interior.
Pero ya no podía hacer nada y Gabriel estaba con la pinga dentro de la zorra de su tía, que estaba disfrutando más de la cuenta.
-Ahhh
-Ahhh
Luego de unos pocos minutos se cansó y me pidió un beso en la boca. Me limpié la zona íntima y le di un beso. Me miró, parecía enamorado y me dijo:
-Desde hace tiempo quería hacerlo. Eres la más bonita.
-Sabes, de chica participaba en concursos de belleza.
-¿De verdad?
-Sí, y he ganado varios.
Seguimos conversando y yo no terminaba de asimilar la idea de que lo había hecho en posición perrito con él, estaba un poco confundida, por tapar un pecado estaba cometiendo muchos más y la verdad por momentos me sentía incómoda, aunque muy satisfecha.
Me volví a poner la ropa en su lugar y le dije que íbamos a la casa, me dijo que ya y que le gustaba la idea, teniendo en cuenta que íbamos a estar solos, y me iba a tener para él solo.
Me resigné a la idea de que me iba a pedir sexo otra vez. Manejé por la carretera y le dije que nada de tocarme por el camino por que la gente podía ver.
Como era de suponer, al llegar a la casa y cerrar la puerta me acarició el culo y me dijo para ir a la cuarto. Me negué a ir, entonces subió a su cuarto y bajó con todas las fotos que tenía de aquella vez que había estado con Sebastián, me hizo recordar mi condición.
-Pero si ya te di lo que querías, ya me tuviste mañoso.
-Yo nunca dije que iba a ser solo una vez.
-Ya no me jodas.
-Acuérdate, no me obligues a dárselas a mi tío.
-Bueno, y ahora qué quieres.
-Solo quiero que subamos a tu cuarto.
Subimos, yo ya sabía que iba a pasar, aunque nerviosa y un poco molesta lo llevé de la mano. Al parecer se le había puesto dura en el camino y quería cacharme otra vez, no sé si era un martirio o un gusto pero cuando subía sentí que me empezaba a gustar ser usada. Me libraba de culpa y podía gozar de lo lindo.
Como era de suponerse, me quería tener en la cama, era un demonio ese mocoso, y yo debía ceder porque sino me delataba. Me tocaba el culo con la mano derecha, me lo acariciaba y me hacía sentir deseada.
Cerramos la puerta y otra vez estábamos ahí, en menos de 24 horas me encontraba en la misma situación.
-Quiero que te quedes calata.
-Pero que me estas pidiendo.
-Anda, quítate toda la ropa.
-Pero es que no puedo.
Luego de un rato me di cuenta que debía acceder, pero primero cerré todas las ventanas y me aseguré que nadie pueda darse cuenta. Entonces le hablé.
-Qué se siente estar tirándote a tu tía -Le dije con voz temblorosa.
-Se siente bien, porque tú eres mi tía.
-Bien pendejo eras, ¿como tenías esa revista?
-Si quieres te la enseño
-Encima me quieres hacer ver esas cosas
-Vamos a verla, te la enseño
-No.
-Es que quiero que veas cómo te la voy a meter.
Estaba atrapada y sin salida, solo podía mostrarme en contra de lo que me estaba pidiendo pero no negarme. Me preguntaba ya hora que quería hacer, acaso una nueva pose i algo así.
Abrió la revista y en la página central me mostró cómo una chica que era penetrada analmente por un hombre bien proporcionado, me asusté al pensar que eso era lo que estaba pensando él, no sé cómo intuí que me lo quería hacer por ahí.
-Tía, quiero cacharte por atrás
-Estas loco, eso nunca
-Ya pues, no te hagas la santa, bien que te gusta quiero penetrar ese culazo.
-No me pidas eso
-No por atrás, eso no .
-Pero si te gusta por adelante, es bien rico, siempre he querido hacértelo por atrás
-Por favor, nunca lo he hecho por atrás-le dije un poco nerviosa, mientras me agarraba el culo el muy pendejo.
-Vas a ver que no pasa nada- Me dijo
Si quieren que les escriba que siguió pasando, ese y los días siguientes, escríbanme sus comentarios y valoren el relato relato.
ATTE La esposa