Peli y manta.
Domingo por la tarde de un día de invierno. Uno de esos días en que estando con la persona que deseas prefieres no salir de casa y ver una peli... O más bien la peli es una excusa para aprovechar el tiempo en dejarse llevar por las fantasias. ¿Todos hemos usado esa excusa, no?
Era domingo por la tarde de un día de invierno. Hacia un frío difícil de soportar y Laura y yo caminábamos por la calle camino hacia su casa. Era complicado mantener una conversación mientras nuestros dientes castañeaban por aquella temperatura tan baja, y además, andábamos “encogidos” y deprisa, deseando llegar. Cuando estuvimos frente a la puerta a mi amiga le costó meter la llave en la cerradura por como tiritaba y cuando lo consiguió, entramos rápidamente hacia el salón en busca de algo de calor.
Mientras yo metía la película que acabábamos de alquilar en el DVD y encendía la televisión ella puso en marcha la calefacción, aunque como aun tardaría en calentar la casa fue también en busca de una manta que la ayudara a entrar en calor. No se por que en ese momento me fijé en un curioso reloj que había en la pared, le dije que me gustaba y, desde su cuarto mientras traía la manta, me contestó que era bastante antiguo y que era algo sorprendente que aun funcionara bien.
Nos sentamos y me puse a toquetear los botones del mando de la tele, al que ya parecía quedarle pocas pilas. Laura se arropó con la manta y pudo por fin relajarse tranquila y entrar en calor. En mi caso me dejé el abrigo puesto para calentarme. Para mi era suficiente, así que me quede sentado a su lado mientras veía empezar la película. No parecía ser muy buen film. Apareció Ben Affleck caminando por la ciudad mientras salían los créditos de inicio y pronto la escena cambió a una oficinista que trabajaba contestando el teléfono. Con un montón de papeles en la mano y estresada, acabó derramando un vaso de plástico que contenía algo parecido a un café sobre unos documentos de su escritorio. Era fácil deducir que esos dos acabarían liados en algún momento de la película y de todas formas por muy buena que hubiese sido el guión todo mi interés lo atraía la persona que se sentaba a mi izquierda en el sofá.
Mire el reloj de pared que llamó mi atención al llegar a la casa y vi que eran las 12 y media de la noche, luego la mire a ella y me maldije por haberme sentado tan lejos y no haber aprovechado el frío y la manta para acercarme. Justo ahí llego uno de esos terribles momentos en los que me da por pensar: “¿Si le pido que me deje un poco de manta ahora se me notaran las intenciones?” “¿Y si empiezo a decir que tengo frío?” “¿me mandara a por otra manta o me dejara la suya?”. Pensaba y pensaba… Volví a mirar el reloj. La 1 menos cuarto. 15 minutos dándole vueltas a la cabeza solo para decirle que quería sentarme más cerca... Si, así soy yo a veces.
Me quité el abrigo y me frote las manos para calentarlas un poco. Laura lo vio.
- ¿Tienes las manos heladas como yo? – Me dijo.
- Pues la verdad que un poco - Respondí pensando que a lo mejor se apiadaba de mí y me cedía amablemente un hueco bajo la manta.
- Lo mío es que es exagerado, mira. – Dijo Laura mientras se incorporaba en el sofá y me cogía la muñeca con su mano derecha. (Ciertamente tenía la mano muy fría, pero me gustó notarla.)
Como no sabia de que forma decirlo, simplemente actué. Un poco nervioso me descalcé, subí los pies al sofá y cogí un pico de la manta con la que mi amiga se tapaba tirando de ella para cubrirme. Ella se quejó, se levanto y se sentó a mi lado, descalzándose y colocando los pies en alto como también, luego se acomodó conmigo.
- Perdona, es que tenía un poco de frío – dije.
- Ja ja, te estaba dejando a ver cuanto aguantabas. - Contestó mientras se reía.
Aquel momento me gustaba y me frustraba en partes iguales. Por fin podía sentirla a mi lado, refugiados bajo la misma manta, pero con la necesidad de tenerla un poco más cerca, así que mientras Ben affleck repartía justicia entre un grupo de tipos malos me acerqué un poco más a Laura fingiendo que me colocaba en el asiento, y en el momento en que el antagonista de la peli entraba en escena, yo en la vida real, me acercaba un poco más a mi amiga y empezaba a sentir un cosquilleo que parecía salir de mi estomago y recorrer mi cuerpo proporcionándome una increíble sensación de serenidad.
- No te ves quieto, ¿eh? – Dijo Laura
Solo supe pedir perdón y torturarme 15 minutos más pensando en si seria buena idea rodearla con el brazo para que se echara un poco sobre mi. Al final sabía que el único modo de actuar era no pensar, así que pase mi brazo por detrás de su cuello, esperando no quedar demasiado mal. Por suerte ella me miro y se acurrucó sobre mi pecho. Tenía ahora su pelo a escasos centímetros de mi nariz y respiraba su aroma. Por supuesto ya no tenía frío y para que mi acompañante tampoco lo tuviera me ocupe de cubrirla lo suficiente con la manta.
Seguimos viendo la película, abrazados, sin decir nada de nada y después de un rato empecé a acariciar el pelo de mi amiga. Me sonrió y me dijo que estaba muy a gusto, incluso tanto que podía quedarse dormida fácilmente. La verdad que no me importaba si se dormía echada sobre mí, así que continué acariciando su pelo un poco más, buscando su mirada cada cierto tiempo y luego quise coger su mano y rozar la palma con mi pulgar. Se giró para mirarme mientras seguía tumbada sobre mí y fue ahí cuando empecé a sentirme caprichoso de besarla. Acaricie sus labios, sus mejillas… y luego aunque empezaba a resultarme una postura algo incomoda me doble y agache como pude para besarla en la boca. Fue increíble sentir sus labios durante un instante muy corto, cerrando los ojos en el momento en el que se encontraron nuestras bocas, apurando hasta el máximo el contacto entre nosotros. Cuando vio que tenía que doblarme mucho se levanto y se sentó en el sofá de forma que pudiéramos besarnos más cómodamente. Esta nueva postura nos permitió mantenernos unidos mucho más tiempo. Hubo una serie de besos largos gracias a los cuales pude acariciar su cintura, sus costados, o sus mejillas mientras literalmente tomaba uno de sus labios y lo dejaba deslizar entre los míos, volviendo luego a por el otro. Evidentemente todo esto me acaloraba. Los labios de Laura excitaban al primer contacto y la forma en que besaba me hacia pensar que ella había estado deseando que pasara casi tanto como yo.
Después de un rato me di cuenta de que la que no tenía ahora una buena postura era ella que tenia que girarse e inclinarse un poco echándose hacia delante y lo hizo tanto que acabo “acorralándome”en el respaldo del sofá. Le propuse que se sentara sin miedo sobre mí. Pasó una pierna por encima de mis muslos y se sentó sobre ellos. Quedando así por fin los dos cara a cara, el uno contra el otro. Pudimos esta vez volver a juntar nuestros labios, solo que ahora buscaba con mi lengua el contacto de la suya.
La cosa se empezó a calentar aun más, ya que al tenerla sentada sobre mi no podía esconder lo mucho que ponía sentir como nuestras lenguas se acariciaban y frotaban en cada beso. Era obvio que Laura notaba el calor y el endurecimiento de mi sexo por como me besaba, aunque al mismo tiempo me dejaba jugar con sus labios, dándoles mordisquitos, chupándolos o lamiéndolos un poco, lo que me hacia pensar que no era el único que empezaba a acalorarse. Las pausas entre besos dejaban que se escuchara como nuestra respiración se había convertido ya casi en jadeos y suspiros, y mis manos se iban solas recorriendo cada milímetro de su cuerpo. Primero por su espalda, bajo su ropa, subiendo desde su cintura. Metí después una mano hacia su pecho para acariciarlo, masajeándolo con cuidado y disfrutando de su tacto, dándome cuenta que cuando mis dedos rozaban en puntos sensibles como en su pezón, ella empezaba a moverse sobre mí, rozando su sexo contra el mío, aunque aun por encima de la ropa, solo insinuando, mientras prácticamente me comía de forma mas apasionada y buscaba las caricias de mi lengua en el interior de su boca o incluso me cogía la otra mano para llevarla hasta su pecho y que no dejara de acariciárselo. Aquella parte de su cuerpo era sensible, además ella estaba bastante orgullosa de su delantera y me permitía masajearla por debajo de su camiseta sabiendo que cuanto más tiempo lo hiciera más iba a desearla.
Tuvimos que parar un momento para detener la película. Nos pareció lo mejor para olvidarnos de distracciones y disfrutar de hablarnos entre susurros o escuchar nuestra ropa caer al suelo cuando nos deshiciéramos de ella. Por mi parte, inesperadamente encontré un aliado en esta situación, la pantalla apagada del televisor. Laura y yo nos veíamos reflejados mientras continuaban nuestros besos y caricias, así que se me ocurrió una pequeña idea que sabía que a ella podía gustarle y que yo sin duda iba a disfrutar. Me senté detrás para empezar a recorrer su cuello y su nuca con mis labios mientras levantaba su camiseta y apartaba su sujetador para rodear sus pechos con mis manos. Contemplaba su boca entreabierta y su cara de morbo reflejada mientras frotaba sus pezones con mis dedos, como pellizcándolos, intentando que se endurecieran un poco, mimándolos, rozándolos… Recuerdo perfectamente como arqueaba su cintura y se revolvía, poniendo sus manos sobre las mías para invitarme a seguir. Después de un rato decidí ir trasladando mis caricias cada vez más abajo. Me fijé en la pantalla en como mi mano bajaba, deslizándose por su escote y su vientre, tratando más tarde de colarse por dentro de su pantalón. Parecía que iba a dejarme y, de hecho, pude llegar a sentir la humedad de su sexo en mis dedos, tapado por un tanga que apenas le cubría y cuyo tejido tenía un tacto que me resultó muy excitante; sin embargo pronto cerró sus piernas y apretó sus muslos, apartándome luego de aquel placer y pidiéndome que parara un momento. Me pregunté si había ido demasiado rápido.
Mi amiga se sentó de nuevo a mi lado en el sofá. Como ya no hacía frió donde estábamos no nos preocupaba demasiado que la manta acabara en el suelo o que nuestra vestimenta se descolocara (sobretodo su camiseta), pero cuando pensaba que aquello se iba a acabar allí, Laura se acerco a mi oído y empezó a explicarme en voz muy baja y erótica a que venía aquello.
Ella sabía que me encantaba su pecho (entre otras muchas cosas) por que a veces habíamos hablado en confianza y había salido el tema. Me dijo que estaba sorprendida de que aun sabiendo lo sensible que lo tenía y conociendo lo caprichoso que era a veces no le hubiera pedido cosas como que me dejara comérmelo durante un largo rato, o algo tan morboso como que me dejara sentir mi sexo deslizándose por su escote. (Está claro que lo había pensado una y mil veces, pero Laura es tímida y casi siempre intento ir despacio y ver como reacciona antes de ir a más.) Empezó casi a regañarme por llevar siempre la iniciativa y no haber dejado nunca que ella mandara, así que para reivindicar su posición me empujó hasta que estuve tumbado en el sofá, con ella encima quitándose la camiseta y el sujetador mientras se mordía el labio. Sin darme tiempo a reaccionar se inclinó sobre mí y empezó a provocarme acercando sus pezones a mis labios pero sin dejar que alcanzara a probarlos, sujetándome a la vez las manos para que no pudiera moverme. Contemplaba sus senos mecerse delante de mi y como aquella persona que yo consideré siempre tan tímida me levantaba la camiseta para dejarme sentir sus pechos apretarse y rozarse sobre mi piel. Me los acercó a la boca y me pidió que los comiera con calma. Mentiría si dijera que no disfrutaba de aquello a pesar de que me dominara de esa forma. Me acariciaba el pelo y jadeaba mientras me miraba pasar mi lengua por su aureola en círculos y darle también lametones húmedos y largos. Su escote atraía mis labios y era todo un placer perderme en él para después seguir besando prácticamente cada milímetro de la parte superior de su cuerpo.
Ya no quedaba en mi cuerpo ningún el recuerdo del frió de la calle, cuando mi amiga se había incorporado para desabrochar mi pantalón y desnudarme parcialmente de cintura hacia abajo. Sostuvo mi sexo entre sus dedos mientras me miraba y rozaba la punta contra uno de sus pezones dejándome paralizado de placer. Creo que Laura disfrutaba de controlar la situación y a la vez la zona de su cuerpo que usaba para estimularme era también sensible a las caricias para ella. Dejó caer un poco de saliva sobre su escote y lo extendió dejándome ver que estaba dispuesta a dejarme sin ganas de resistirme a lo que venía a continuación y pronto pude sentir como sus pechos apretaban y dejaban deslizarse entre ellos a mi miembro, que notaba más caliente y sensible que nunca. Mi amante no dejaba de mover su cuerpo para que pudiera sentir aquel excitante roce sin parar de mirarme ni de sonreír en ningún momento.
- ¿Te gusta? – Me dijo con la respiración entrecortada.
- Ufff, ¿tu que crees? – contesté casi sin poder responder.
- No lo se… te pregunto ahora por que después no podré hablar.
- ¿por qué? – pregunte extrañado.
- Por esto…
Y por sorpresa dejó esperando su lengua húmeda para que mi glande la encontrara cuando saliera desde su escote. Sus labios y su boca estaban ahí cada vez que dejaba deslizar sus pechos desde la punta hasta la base de mi sexo, y yo que me sentía apunto de estallar de placer quise pelear un poco por tener algo de iniciativa. Fingí que estaba incomodo con la ropa a medio quitar para que parara un momento y ya de paso poder desnudarla a ella por completo, así que hubo una pequeña pausa que pude usar para respirar tranquilamente y recuperarme un poco.
Me desnudé por completo y luego fui a quitar la ropa a mi compañera, entre caricias y besos. Como solo le quedaba la parte de abajo podía aprovechar para tomar la iniciativa.
Desabroché su pantalón y se lo quite lentamente acercándome luego a su boca para empezar a besarla, mientras trataba de rozar su sexo por encima de su ropa interior, pero de nuevo cerró las piernas mientras sonreía. Recorrí su cuello con mis labios, lentamente, mientras acariciaba su cintura y sus muslos, provocándola, con paciencia, viendo como poquito a poco se retorcía en el sofá e iba aflojando la presión de sus muslos y dejándome acceso a su zona íntima. Al final conseguí llegar a deslizar un dedo sobre su tanga notando esa humedad que tanto me ponía y moviéndolo un poco sobre su clítoris o los labios de su sexo. Laura se estaba rindiendo y me dejaba acariciarla con la mano, presionando lo justo y moviéndola arriba y abajo, dejando que sus labios se separaran un poco.
- Eres malo – me dijo entre jadeos y suspiros.
Sonreí después de volver a tener el control y mientras empujaba su tanga hacia abajo escuchando el sutil sonido del tejido rozarse con la piel de sus muslos, pero sin llegar a quitárselo del todo, podía por fin sentir su humedad en mis dedos y tratar de excitarla cada vez más con los mimos que daba con mis yemas a su clítoris.
- Veo que quieres convertir esto en una competición… Espero que no pienses que el primero que se corra pierde, por que entonces vas a perder. – me susurro al oído antes de proceder a su contraataque.
Se sentó mejor en el sofá y se quitó la ropa interior empujándome después para volver a tumbarme. De nuevo sostenía el tronco de mi miembro entre sus dedos, solo que esta vez acercaba peligrosamente su boca y jugaba a sacar la lengua y mirarme para que volviera a quedarme paralizado. No se si en algún momento notó que su ropa interior me excitaba o fue un truco que pensó que iba a gustarme, pero de pronto usó aquel minúsculo tanga para rodear con el la base de mi sexo y así, tirando del tejido, acercarse mi glande a la boca sin tocarlo con sus manos. Me dejó inmóvil mientras me dejaba sentir las caricias de sus labios rodeando esa parte tan sensible de mi anatomía.
Esta claro que iba a perder nuestra pequeña competición por que sentía que no tardaría mucho en correrme. Intentaba aguantar un poco pero mirar hacia abajo y ver su lengua trepando por la zona del frenillo me ponía hasta el extremo. Desvié la mirada hacia la pantalla del televisor y vi a Laura reflejada, moviendo su cabeza abajo y arriba, absorbiéndome, llenando su boca con mi sexo y acompañando ahora el gesto con las caricias de sus manos… No podía más. Empezaba a sentir espasmos tan fuertes que me lo notó.
- ¿A que voy a ganar? Venga, no te resistas y córrete. – decía con una sonrisa pícara.
Usó su ropa interior para hacer que el masaje final con su mano fuera más estimulante, recorriendo con sus dedos todo el tronco hasta hacerme tener un orgasmo que goteó sobre aquella prenda íntima y sus manos, dejándome completamente extasiado y medio mareado.
Definitivamente perdí…
- Uff, ahora podías dejarte ganar un poquito. – le dije después de recuperarme.
- Ya veremos. – contestó
Y caminó desnuda hasta su habitación para esperarme en su cama. Quizás por que era mi turno o quizás por que no tenía ahora ropa interior para ponerse.
Fui tras ella y los dos disfrutamos de un buen rato de caricias, de besos, de reírnos… y volví a “perder”.
A la tercera por fin me dejó ganar.
Ya me tomaría la revancha cuando descubriera alguna fantasía de Laura que pudiera darme ventaja…
Fue una noche fantástica salvo que el reloj en el que me había fijado al llegar a la casa hacía demasiado ruido con su tic tac para que pudiera dormir. Menos mal que dormir, no dormimos mucho ninguno de los dos.
Escrito por: Mathew Kapsize
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