Peleas de pareja
Una curiosa anéctoda.
De semáforo en semáforo no puedo evitar sacar mi libretilla, para escribir lo que me acaba de ocurrir.
Me levanta la mano una joven pareja, se suben a mi nuevo taxi, automático. Él delante y ella en la parte trasera. Tienen cara de haber discutido, la chica con lágrimas en los ojos no deja de mirar por la ventanilla, evitándome así analizarla, sollozando disimuladamente e intentando parecer resfriada. Él me sonríe indicándome el destino.
-Es lo que hay Me escuchaste? Si no te gusta Ya sabes, y no se hable más, me has entendido? -Le dijo a su novia elevándole la voz.-
-Si. Respondió ella, todavía más angustiada.-
Odio éste tipo de situaciones, sobretodo no me gustan las faltas de respeto en mi taxi.
El joven y yo, entablamos conversación, resultaba ser simpático pero en menos de dos minutos comenzó a flirtearme, a ligar conmigo descaradamente, insinuando que era muy atractiva, que le gustaba ver chicas taxistas, entre otras cosas.
Observé a su novia, escuchaba la conversación sin dejar de mirar por la ventanilla, los comentarios no parecían molestarla, a pesar de la frescura que abarcaban. Más bien, parecía estar acostumbrada, pero para mí que había algo mucho más importante rondando en su cabeza.
Noté una mano deslizarse bajo mi amplia y fina falda, volví rápidamente la vista y contemplé como aquel chico se relamía toda la boca, (a eso lo llamo yo una insinuación en toda regla). Asombrada, sentí una mano descarada alcanzar mi entrepierna, inconscientemente las separé y me dejé tocar por aquel desconocido que me acariciaba ansiosamente la parte interior del muslo, llegando por fin hasta mi húmedo sexo. Sus dedos iban apartando mi fino tanga, tirando de él, haciendo que la tela rellenara mi rajita, avanzaron libremente, bajando, colándose en mi ropa interior, haciéndose un hueco próximo a mi calor y muy despacio comenzó a frotar mi dulce coño, húmedo y sediento al mismo tiempo.
Conducía por instinto, mi coche parecía andar solo por una carretera desierta, únicamente veía luces de colores y a través del espejo, a esa chica que parecía no enterarse de nada, o no quería. Me introdujo un dedo, hábilmente con el otro, estimulaba mi clítoris y sin mediar palabra, me condujo a un placentero e intenso orgasmo, haciéndome sentir un calor severo, obligándome a cerrar los ojos durante segundos, vino acompañado luego, por una sensación profundamente mojada, expulsé mi dulce y cálido flujo, empapando la tapicería de mi coche nuevo.
Volviéndome hacia el, observé el bulto que sobresalía de su apretado pantalón. Extrajo la mano de mi sexo para luego olérsela y con ella frotarse el paquetón.
Llegamos al destino, me pagó la carrera, se bajaron y cuando arranqué, se volvieron, él abrazando a su novia mientras con la zurda le acariciaba la cara y los labios. Me saludaron.