Pedro I: Fiesta en casa de Victor
Pedro cuenta experiencias de su juventud.
Hola, mi nombre es....digamos Pedro. No es muy importante saber como me llamo, cualquier nombre basta. Lo que importa es compartir estas historias que sucedieron hace....bueno, algunas hace muchos años, otras...ayer mismo...
Espero que os gusten tanto como a mi recordarlas...o imaginarlas...jajajaa...
El nexo común de las siguientes historias, es un amigo al que llamare Víctor. Pertenece a un conjunto de chicos que se unió al grupo de amigos de toda la vida cuando entramos en el instituto, aumentando la pandilla.
Víctor era un pijo con padres muy bien situados (sobre todo el padre, que era un alto cargo en la administración local). Era el más pequeño de la familia y estaba acostumbrado a tener de todo y a que no estuviesen muy pendientes de él, por lo que había desarrollado un gran afán de protagonismo junto con un deseo de predominar y quedar siempre por encima de los demás.
A Víctor le chiflaban dos cosas sobre todo: las chicas y la bebida. Cuando bebíamos en pandilla, el equivalente al actual botellón, era siempre el que primero se emborrachaba y perdía los papeles con cierta frecuencia. Sus bromas y ocurrencias eran las peores y más pesadas.
En cuanto a las chicas, no perdía ni una sola oportunidad de meter mano a todo lo que se le acercara. Su mayor afán era coleccionar “presas” como él decía. Para el contaba la cantidad antes que la calidad. Sabía bien usar sus armas, ya que manejaba mucho dinero, tenía la mejor moto del mercado, vestía siempre de marca, impresionaba a las chicas invitándolas a su chalet con piscina, etc…
Además no era mal parecido y tenía un buen físico, con lo cual se convertía a los ojos de las adolescentes más impresionables en un “buen partido”.
Lo cierto es que no acababa de caernos bien, pero con esas edades, no podíamos evitar sentirnos también impresionados, porque para unos chicos normales y adolescentes, era todo un sueño tener la moto que el tenia, darse las vacaciones que se pegaba, ir a todos sitios sin problemas de pasta, montarse las fiestas que se montaba en casa y sobre todo, ver el éxito que tenía con las chicas.
Con las chavalas iba a saco, sabía que la mayoría le daban de lado en cuanto lo veían venir, pero como les entraba a todas, también sabía que alguna estaba siempre disponible a ir más lejos con él. No dejo de asombrarme de como a pesar de tener la caradura que tenía y de no esconder en absoluto sus intenciones, conseguía siempre que como mínimo hubiese en todo momento una tía dispuesta a probar suerte con él.
El resto de amigos, que no estábamos en esa época para muchas profundidades morales ni conflictos existenciales, (aunque con frecuencia discutíamos con él por su carácter y sus formas) nos beneficiábamos de tener un lugar donde hacer fiestas o ir a bañarnos en verano, de sus contactos, ya que era el que más chicas aportaba siempre a los eventos o quedadas, y de todo lo que implicaba poder asomarnos a un mundo, aunque solo fuera de prestado, muy lejos de nuestro poder adquisitivo habitual.
Lo que más nos gustaba sin embargo, eran las fiestas que organizaba en su casa en cuanto sus padres no estaban. Viajaban con frecuencia, dejando al cargo a su hermana mayor y al servicio.
Aquí Víctor jugaba con ventaja, ya que hacia lo que le daba la gana con el servicio, que conociendo su carácter preferían hacer la vista gorda antes que enemistarse con él. Por otro lado, su hermana que nos sacaba 10 años de ventaja, en esa época estaba poco menos que metida en una movida entre Hippy y progre, que la hacía ver las cosas de una forma muy liberal. Ella se montaba también sus moviditas con los amigos y nos veían a nosotros como poco más que chicos traviesos, dejando a Víctor hacer a su antojo, siempre que no les complicara a ellos la vida. Sobre su hermana ya os adelanto que va a ir la experiencia que os voy a contar, ya que merece un relato especial, pero antes, os cuento otra para que os situéis acerca de cómo era Víctor y el ambiente que se movía en torno a él.
La lista de fiestas, saraos y movidas que llegamos a hacer en su chalet era interminable, con las consiguientes anécdotas e historias (muchas de carácter sexual), pero os voy a contar una de las pocas en las que yo pude participar como protagonista.
Ocurrió un verano estando de vacaciones. La mayoría de mis amigos estaba fuera del pueblo y yo me aburría mortalmente. Llame a Víctor a ver si con un poco de suerte me invitaba a ir a su casa a bañarme. No pudo ser, ya que tenía otros compromisos esa tarde, pero nos citamos para tomarnos una cerveza por la noche, en el pub de moda donde últimamente solía acudir la pandilla.
Allí me lo encontré con dos chicas que yo no conocía pero que eran habituales del pub. Se ve que le tenían ya echado el ojo de otras ocasiones, ya que habían tomado ellas la iniciativa de entablar conversación. Víctor me hizo señas para que me acercara y me presentó.
Las chicas, a quienes llamaré Pepa y Bea, no estaban nada mal. Pepa era la más lanzada y la que más llamaba la atención. Buenas curvas, sobrada de tetas y con una minifalda que con dificultad encajonaba unos muslos rotundos. Con las cosas claras, muy descarada y lanzada.
Bea era más delgada, con dos pechos más pequeñitos, y con las piernas más largas aunque no tan bonitas. Algo más prudente y reservada aunque me dio la impresión de que era de las que no se cortaban cuando querían hacer algo. De cara me pareció mucho más guapa que Pepa.
El caso es que Víctor hizo las presentaciones y en la primera ocasión (cuando ellas fueron al servicio), me hizo un rápido resumen de la situación.
Como siempre se había paseado con su pedazo de moto por la puerta antes de aparcar, había lucido palmito de bronceado y ropa de marca y se había tomado ya un par de copas de las caras, permitiéndose el lujo de invitar a un par de conocidos. Estas ya le habían echado el ojo de otras veces y fueron ellas las que le entraron diciéndole ¿Y a nosotras no nos invitas?
Fue suficiente para Víctor que vio claro dos presas a la vista. Como intuyo de lo que iban empezó a desplegar toda su parafernalia pija para impresionar. Que si mi familia, que si tengo esto, que si vivo aquí, que si mis vacaciones, etc…
Que si acabo de romper con mi novia, que tenía previsto llevármela una semana a la playa por todo lo alto ahora que mis padres ya se vuelven del apartamento, etc…
Bueno, os ahorro los detalles. El caso es que eran dos y él ya había elegido a Pepa, así que Bea le estorbaba ya que no estaba por un trio.
Yo le caí llovido del cielo. Me asigno la misión de entretener a Bea.
Lo cierto es que a mí la chica me gusto y no me importo en absoluto tratar con ella. Bea puso al principio algún reparo, no lo acababa de tener claro, pero Pepa ya estaba lanzada a ver si podía dar el pelotazo con Víctor, o al menos ganarse unas vacaciones en la playa gratis. Así que le lanzo una mirada a su amiga del estilo “como me jodas el plan dejo de hablarte”.
La previsión mía era que íbamos acabar en el chalet de Víctor, el follando y yo como mucho tomándome una copa con Beatriz, pero sorprendentemente la cosa fue a mejor.
Conforme las copas y el alcohol ayudaban a desinhibirnos la cosa mejoro notablemente. Víctor soltó algo así como que si él tenía pasta, yo más aún. El hijoputa mentía como bebía y aunque yo le importaba una mierda, sabía que mi éxito también sería el suyo.
Esto aumento el interés de Bea hacia mí y además resulto que una vez comenzamos a hablar empecé a caerle bien. Ella era más lucida y veía en Víctor un gilipollas que solo quería follarse a su amiga dejándola a ella además tirada, pero ya no le pareció tan mal estar conmigo cuando comprobó que yo no la vacilaba y que le prestaba sincera atención.
El alcohol hizo el resto y la noche acabo como era de esperar en la casa de Víctor. Como la hermana y sus amigos estaban en la parte superior, nos escabullimos a la zona de piscina.
Víctor iba bastante colocado y ya en el pasillo no se cortó un pelo, morreando directamente a Pepa y subiéndole la minifalda para tocarle el culo a dos manos. En aquella época aun no eran muy habituales los tangas y Pepa llevaba unas braguitas muy ajustadas y finas que le cubrían todo su trasero. Cuando la acaricio pude ver como concentraba la tela por la parte de la raja de su culo para meter las manos por los lados. La verdad es que Pepa estaba muy potente y tenía un trasero firme y duro como una piedra.
Víctor propuso un baño nocturno en pelotas, y para dar ejemplo, se quitó toda la ropa y se lanzó al agua. Pepa se quedó en braguitas y sujetador y se metió igualmente en el agua. Mi amigo no tardo en arrinconarla contra una esquina de la piscina y en apenas un segundo ya el sujetador había volado hasta el césped. Vi cómo le magreaba las tetas y como sus manos se metían por debajo del agua buscando su coño.
Yo era mucho más cortado y solo me atreví a besar en el cuello a Bea, que no tenía intención alguna de meterse en el agua, pero al final me salió bien la cosa ya que ella no quería escenitas en la piscina. No acababa de sentirse cómoda en esa casa sin saber quién podía aparecer, así que solo se relajó cuando entramos en la habitación que hacía de salón, junto a la piscina.
Como no sabía hasta donde iba a querer llegar, empecé por besarla por el cuello pasando mi boca poco a poco desde ahí a la suya. El aliento le olía a ginebra (habíamos estado dándole al gin-tonic) y no solo no rechazo mi lengua, sino que además la sentí pegar su cuerpo al mío, notando su vientre y sus pechos pegados a mí.
Mis manos se escurrieron por entre su pantalón y el culo, agarrándoselo por debajo de las braguitas y atrayéndola hacia mí, de forma que sintiera mi pene contra su vientre. A ella le gusto pero como era muy incómodo no tardo en separarse un poco y quitarse el pantalón, dejándome ver unas braguitas a rallas, que se ajustaban perfectamente a su monte de venus.
Lo siguiente en salir fue su camiseta y sujetador, dejándome ver unas tetitas más bien pequeñas y un poco alargadas, pero rematando con unos pezones con una gran aureola y muy oscuros. Eran muy parecidos a los de las mujeres que daban de mamar a un niño y me llamaron mucho la atención. Como Bea era muy joven, la apariencia de tetas un poco caídas era engañosa, así que a pesar de ser un poco alargadas, cuando se las agarre pude comprobar que estaban duras y los pezones se le ponían de punta.
A esas alturas estaba ya con la polla a punto de reventar. Yo me quite la ropa completamente y me senté a su lado totalmente empalmado. Ella aun no me había tocado, pero me cogió la mano y la llevo a su sexo. Primero metí los dedos entre su braguita y el pubis y toque solo pelo, pero ahondando un poco más hasta el sitio exacto, ya pude llegar a su rajita.
Entonces aun no tenía mucha experiencia, así que más bien de forma torpe empecé a pasarle mis dedos por sus labios vaginales, frotándolos e introduciendo un poco uno de ellos. Bea se ve que sabía perfectamente como darse placer y pajearse, así que ante mi torpeza me cogió la mano y dirigió mis dedos al punto exacto donde ella recibía todo el placer. Ella me marco también la cadencia y el movimiento preciso sobre su clítoris. Cuando note que se mojaba y empezaba a respirar más entrecortadamente, le pase el brazo por detrás con la mano libre y le agarre uno de sus pechos, pellizcándole el pezón, lo que hizo que pusiera los ojos en blanco y aumento aún más su calentura. Estaba disfrutando y se notaba.
Cuando ya estaba a punto, llevo uno de mis dedos a su rajita, presionando hacia dentro. Quería correrse con mis dedos dentro, así que le introduje mi dedo corazón y empecé a masajearle la vagina, totalmente lubricada. Bea pego su boca a mi cuello y aumento el ritmo de sus jadeos, cada vez más desacompasados.
Cuando ya le llego el orgasmo, presiono con su mano libre la mía para sentir mi dedo hasta lo más hondo que podía llegar dentro de su coño. Con la otra se masturbo hasta que juntando las piernas y estirándolas empezó a temblar mientras daba unos pequeños grititos y me llenaba de babas el cuello. Yo sentía a través de mi dedo perfectamente sus espasmos en el coño. Se corrió como lo hace una chica adolescente en plena efervescencia de hormonas.
Se queso tendida sobre el sofá recuperando el aliento. Como podéis imaginar, yo estaba empalmado y desesperado por disfrutar también, así que lleve su mano a mi polla, que ella cogió con suavidad. Hizo como un intento de masturbarme pero se quedó rendida sin pasar de ahí. Notando mi impaciencia, me dijo:
Espera un poco.
Yo temía que entre el orgasmo y el alcohol se me quedara durmiendo, pero no quise forzar la situación y simplemente me pegue a Bea, dejando que mi pene tomara contacto con su muslo sin más. Ella me echo la mano por encima del pecho y apoyo su cabeza sobre él, acurrucándose contra mí.
En esto estábamos cuando aparecieron Víctor y Pepa. El chapuzón parece que no les había ni bajado la calentura, ni despejado la borrachera. Víctor soltó su toalla y abriendo la de Pepa, la estrecho contra el compartiéndola. Fugazmente vi un coñito mojado entro dos muslos rotundos.
Pepa nos miro y me sonrio con picardía. Ella pensaba que los dos nos habíamos quedado ya a gusto. Yo no podía ver qué pasaba debajo de la toalla, pero vi como Víctor movía las caderas, seguramente intentando apuntar con su polla al coño de Pepa, o al menos de restregársela.
Lo siguiente fue que nos ignoraron por completo y se acomodaron en el otro sofá que había, con mi amigo sentado y la chica encima de él. No pude sino envidiar la comida de tetas que le hizo mientras le pasaba el pene por su raja. Yo veía el inicio de la raja del culo de Pepa, moviéndose sobre Víctor, hasta que la toalla cayó al suelo y ya nada se ocultó a mi vista.
Tenía un culo tremendo, y en un momento dado, ella misma le cogió la polla y aupándose un poco, se la metió completamente en su vagina. A partir de ahí puede ver cómo era ella la que cabalgaba a Víctor, mientras este cerraba los ojos y giraba la cabeza, poniendo una expresión que yo no sé si realmente estaba disfrutando, o con el movimiento lo que iba era a vomitar todo lo que se había bebido.
Al final resulto lo primero, ya que tras unas cuantas embestidas, empezó a correrse, pegándole un susto de muerte a Pepa, que se sacó inmediatamente la polla de su coñito. No podía ver bien lo que pasaba pero supongo que con el pene agarrado por la mano de Pepa, termino de soltar todo su semen y se quedó exhausto, ya que retiro las manos del culo de la chica.
Pepa estaba como yo, a dos velas pero ella lo soluciono más rápido. Se sentó sobre la polla morcillona y supongo que entre lo que había caído en su coño y el semen esparcido por el vientre y el pene de Víctor, se pondría toda pringosa. El caso es que pareció excitarla y empezó a hacerse un dedo, masturbándose casi con furia hasta que al rato también se corrió.
Víctor se recostó de lado y Pepa se echó hacia atrás apoyando su espalda sobre la esquina del sofá, con las piernas abiertas completamente. Pude ver su raja brillante de jugos y gotitas blancas en su vello púbico. La cara interna de sus muslos también estaba mojada.
Eso ya me acabo de poner enfermo y me recordó que era yo el único que allí aun no se había corrido, así que volví mi atención a Bea, que continuaba abrazada a mí.
Al echarla sobre el sofá e inclinarme sobre ella para besar sus pezones, ella automáticamente se llevó la mano al sexo. Empezó otra vez a acariciárselo como si de repente le hubiesen vuelto las ganas. Yo fui bajando por su vientre hasta casi llegar con mi boca y mis besos a su pubis.
Ella en ese momento se abrió de piernas mostrándome todo su coño. Tenía los ojos cerrados y en la cara una mueca como de deseo. Seguramente tenía previsto que continuara con mi lengua o mis dedos dándole placer, pero yo ya reclamaba el mío, así que me sitúe entre sus piernas y empecé a frotar la punta de mi pene contra sus labios vaginales.
Bea abrió los ojos y me miro con una mezcla de reprobación por un lado, pero de deseo por otro. Como no hizo ningún intento de pararme, introduje con cuidado mi polla en su coño, con mucho cuidado, esperando que en algún momento ese gesto que había visto en su rostro se transformara en una negativa, pero no sucedió. Simplemente empezó a gemir cuando yo complete el recorrido de mi pene por su vagina, llegando al final. La saque despacio y vuelta a metérsela lentamente pero hasta el fondo.
Solo cuando acelere el ritmo, inclinándome sobre ella para besarle el cuello, Bea me susurro al oído:
“no te corras dentro por favor”.
Así que ya vi que tenía vía libre y continué solo un minuto más hasta que ya no pude contenerme.
La saque en el último segundo, corriéndome por impulsos. La puse perdida de semen. Desde unas pequeñas gotas que le llegaron a la barbilla y el cuello, hasta su vientre y canal entre los pechos, que quedaron también mojados. Yo apretaba mi pene contra su pubis, mientras veía el chorreón gordo del final de mi corrida, resbalando por la base de mi polla hasta su monte de venus, donde se mezcló con su vello púbico.
Así, tal y como estaba, me cogió la mano y la llevo a su sexo. Me recosté a su lado como pude y le introduje dos dedos en su rajita, mientras ella empezaba a masturbarse. Creo que la situación debió ponerla muy cachonda, ya que el ver mi polla todavía tiesa y con restos de semen, el olerlo de cerca ya que no se había siquiera limpiado la corrida de encima, la puso de nuevo caliente.
No tardo en correrse mojándome completamente los dedos y volviendo a quedarse jadeante y rendida. Cuando se recompuso un poco se fue al cuarto de baño a limpiarse como pudo. Todos nos quedamos agotados sobre todo por el alcohol que habíamos tomado. Pepa fue la primera en despertarse y tiro de nosotros hasta que aceptamos llevarlas corriendo a su casa, dado la hora que era (ya de madrugada). Podían llegar tarde pero pasar toda la noche fuera era otro tema mucho más delicado.
Desgraciadamente la historia con Bea y Pepa no continuo, ya que el imbécil de Víctor nos la echo a perder. Se le cruzo una chica que tenía a tiro desde hacía tiempo y paso olímpicamente de Pepa. Con su forma de ser además, quedo como el culo porque la trato fatal, sin ni siquiera intentar disculparse o ponerle alguna excusa, después de haberle creado expectativas. Lógicamente Pepa tiro de Bea y a mí me fastidió la aventura. Bea me metió en el mismo saco que a Víctor sin darme la oportunidad de intentarlo nosotros. A mí me había gustado la chica pero la actitud de Víctor me dejo sin opción.
En fin, ya conocéis a Víctor y más adelante, cuando tenga un rato, os contare como dije una experiencia que también tiene a Víctor como nexo común.