Pedro

Cuento la historia de mi tío Pedro. Que me enseñó muchas cosas entre otras lo que era follar

★ ★ ★

[Reproches]

Desde el mismo momento en que sus padres hubieran aprobado la boda, él personalmente se había encargado de llevar a cabo todos los preparativos.

“Si algo salía mal todas las culpas recaerían sobre su persona”

Había trasladado el ajuar de la que sería su futura esposa hasta la casilla de labriegos. En esa choza convivía con su hermano seis meses al año mientras ambos  cuidaban del ganado.

Después de la boda esa sería la primera casa en la que viviría el feliz matrimonio. Por eso se había esmerado en barrer el suelo y adecentarla un poco.

“No quería que Lucia, su futura esposa, se llevara una impresión de él que no era”

También sacrificó un par de corderos con los que agasajar a los pocos invitados al banquete y por supuesto había tenido que “ausentarse” de sus obligaciones diarias en el pastoreo, para ir a confesar y formalizar todos los trámites en el registro civil.

Quería asegurarse de que le permitieran al día siguiente poder decir con rotundidad que acababa de contraer matrimonio.

Cualquier imprevisto o detalle insignificante terminaría avergonzando a sus padres, aun más de lo que ya estaban.

Eran  tantos  los disgustos que había acarreado a su familia por esa mala cabeza, que no tenía claro hasta qué punto su padre sería capaz de soportar alguno más

Cuando llegó a la cama lo hizo completamente agotado.

“Esa iba a ser su última noche de soltería y hubiera preferido celebrarla de alguna forma un poco más especial”. Pensó durante unos segundos mientras se sentaba

El giro inesperado de las circunstancias lo habían obligado a no poder ni desear una despedida de soltero en condiciones.

Se encontraba demasiado lejos del pueblo como para irse de cena con sus amigotes y tampoco podría festejar bebiendo vino y licores hasta al amanecer, porque su hermano pequeño se había acostado unas horas antes que él.

Mientras se desvestía, miró durante unos segundos hacía el cuerpo semidesnudo de su hermano Pedro. Su respiración era rítmica y algún leve ronquido se escapaba de su boca. Resignado se sentó sobre la cama certificando con cierta tristeza que Pedro, su querido hermano, estaba profundamente dormido.

Pensó de nuevo en su familia y en todo lo que estaba a punto de pasar. Después de la boda nada podría ser igual, todo iba a cambiar de forma brusca y no se atrevía ni a imaginar las consecuencias que todos esos cambios tendrían en sus vidas.

Todavía dudando sobre si lo que estaba a punto de hacer era lo mejor o no, empezó a descalzarse haciendo que un fuerte olor a pies sudados le diera en la nariz.

Miró, de nuevo, hacía su hermano y este seguía durmiendo en la cama.

No dejaba de pensar en el enorme  sacrificio que iba a hacer toda su familia por él, permitiéndole alejarse de allí durante toda una semana.

A cientos de kilómetros de la aldea, podría disfrutar de lo lindo con su nueva esposa,  en lo que iba a ser una más que merecida luna de miel.

Era por tanto más que normal que su hermano pequeño, estuviera también molesto. Pedro llevaba casi cuatro días sin recibir la mas mínima ayuda en un trabajo más que agotador.

Cuidar de las ovejas era duro pero llevadero si lo hacían dos personas. Por ello los dos hermanos vivían en el monte, en una pequeña casa labriega durante unos siete meses al año. Debían permanecer allí prácticamente aislados de la civilización,  cuidando el ganado, esquilándolo y ordeñando a diario, pero sobretodo saliendo a pastar con las ovejas.

Cuando el invierno llegaba bajaban hasta la aldea donde pasaban los otros cinco meses, llevando a cabo las mismas labores pero disfrutando ya de “las comodidades” que les ofrecía el tener a una madre cerca que como mínimo les hacía la comida y les lavaba la ropa.

Entre los lujos de la aldea estaban también, el de poder asearse de vez en cuando, cenar algo caliente y sobretodo el no tener que compartir cama.

En esa pequeña agrupación de casas y almacenes vivía también su novia y futura esposa, a la que podía ver un par de veces al mes. Los caprichos del destino quisieron que esta se quedara en cinta durante una de las furtivas escapadas con ella hasta la rivera del rio.

Esa humillante  noticia para la familia, había terminado precipitándolo todo.

-¡Eres una vergüenza para esta casa!-Le había reprochado su padre la noche en la que se lo comunicó recibiendo un sonoro sopapo en la cara.

La inercia del golpe hizo que su rostro se girara hasta quedar de frente al de su hermano menor.

Pedro con lágrimas en los ojos se sentía casi tanto o más traicionado que su propio padre.

Pensó que podría llegar a explicarle que todo había sido un desliz, que esa mujer no significaba nada para él. Creyó también que Pedro lo terminaría entendiendo y acabaría perdonando el doble juego de seducción y engaño al que había sometido a su novia y a su hermano pequeño.

Pedro calentaba su cama y lo distraía en  sus horas de aburrimiento durante el pastoreo y Lucía lo llenaba de sueños en los que se iban a montar su propia granja con la que se terminarían haciendo tan ricos como lo era el dueño de esa aldea.

Finalmente el joven pastor también había terminado llenando de polla el prieto coño de Lucía y su espesa leche lo había condenado para siempre a un matrimonio para el que nunca estuvo preparado.

[...]

Cuando su cuerpo desnudo se acurrucó junto al de su hermano pequeño, todo en su cabeza era un mar de dudas.

-Pedro… ¿Estas dormido?-Le preguntó

Su hermano no le contestó, pero no lo oía roncar sonoramente por lo que empezó a zarandearlo.

-Hermano, … despierta anda, que quiero hablar contigo.

Su hermano disgustado le soltó un codazo mientras se encogía aun más en la reducida cama en la que dormían.

-Déjame, en paz y guarda tus fuerzas para mañana, seguro que las necesitaras para satisfacer a tu querida mujercita.

-Es por eso por lo que estas molesto,… ¿verdad?... ¡Piensas que cuando me case con ella no volveré a estar contigo más!

-¿Y acaso no va a suceder de esa forma?...-Le reprochó su hermano mientras se incorporaba para decirle lleno de furia lo mucho que lo odiaba en esos momentos.

-¿Acaso no va a ser ahora esa mujer la que cada noche duerma contigo? ¿Se te ha olvidado que va a ser ahora ella la que vendrá a vivir aquí, y que yo me tendré que ir a dormir al corral, donde me comerán las pulgas o las ratas, para poder dejar al feliz matrimonio retozar a solas en esta cama?

-Podemos hablar con ella. Puede que puedas dormir en algún rincón de esta casa. Seguro que no le importara.

-¿Olvidas que con la que has liado la gente no verá bien que los dos durmamos con la moza bajo el mismo techo? …¿Qué clase de familia de depravados seríamos ante los ojos de la gente?

-¿Desde cuándo te ha importado a ti lo que piense la gente? Mi esposa tendrá que entenderlo y dormirás aquí con nosotros. ¡Faltaría más!

-Ah sí,… ¿y entenderá también cuando le digas que esta cama la solíamos usar para otras cosas que no eran precisamente dormir. O eso prefieres seguir guardándolo en secreto?

-Vamos, Pedro,… no me jodas con eso ahora. Lo que hemos hecho todos estos años ha sido desfogarnos. ¡Somos hombres joder, necesitabamos follar!

-¡Te habrás desfogado tú!... ¡A mí sí me gustaba! …¿lo entiendes?

-Joder Pedro,… ¡Que hacer eso por gusto solo lo hacen los maricones!

-¿Y qué somos?... ¿Dos angelitos que obligados a dormir en el bosque se abrazaron el uno al otro durante las frías noches de invierno? ...

-¡Estaba mal y lo sabes! …

Pedro miró a su hermano mayor durante unos segundos antes de levantarse de la cama.

-Entonces no te importara si esta noche te dejo meditando y reflexionando sobre los pecados que hemos cometido durante todos estos años.

Pedro comenzó a vestirse apresuradamente mientras su hermano mayor seguía mirándolo extrañado desde la cama.

Desde que se aprobó la boda no había cruzado más de dos  o tres palabras con él. Pensaba, eso sí,  que estaría algo molesto pero no tanto

-¡Venga hombre Pedro,… metete conmigo en la cama!

-Has confesado hoy,… ¿verdad?

-Si… ¿por?

-¿Le has contado al cura algo de lo nuestro?

-¡Como le voy a contar eso! …Le he dicho lo normal que pienso en el sexo a diario, que me toco mucho y … luego eso que hice con Lucia.

-Pero te ha absuelto de todos tus pecados.

-Si, claro después de rezar con él un padrenuestro.

-Entonces no creo que sea normal que la víspera de tu noche de bodas cometas el infernal pecado de clavarle a tu hermano pequeño la polla hasta los huevos

-¡Venga, … vamos,…Pedro … no me jodas!

-No has sido tú el que me ha jodido, no sé cuántas veces en esta casa y en el monte otras tantas más.

-Era solo un juego, … queríamos probar como era- Le reprochó el pastor mientras apartaba las mantas y se hacía a un lado mostrándole a su hermano pequeño el hueco que le esperaba en la cama.

Pedro no flaqueo, pese a ver en el apetecible cuerpo de su hermano mayor un tremendo bulto bajo el calzón. Armándose de valor empezó a decirle:

-Puesto que a partir de mañana tendré que dormir en el corral, no creo que pase nada si empiezo ya haciéndolo esta noche.

-¡Joder Pedro, no te vayas, vuelve a la cama, te prometo  que hablaremos con Lucia después de la boda!... ¡Ella terminará entendiéndolo!

Pedro no lo escuchó y con lágrimas en los ojos abandonó la casa dejando que la oscuridad de la noche lo alejara para siempre de ese pasado que tanto ansiaba no llegar a perder.

El novio se quedó en la cama meditando durante unos segundos, llevaba todavía puesto el enorme calzón raido y amarillento que usaba como única prenda para dormir.

Bajo este su rabo se había vuelto a poner duro como cada noche. La mano fue al encuentro de ese duro mástil de carne y fue tirando de la fina piel hasta descubrir el glande de un color rojo, casi granate.

Empezó a pajearse con lentitud, todavía tenía la esperanza de que su hermano Pedro pudiera volver en cualquier momento.

Pensaba verlo llegar de nuevo hasta esa cama que durante tanto tiempo habían compartido.

Deseaba que le agarrara la polla para masturbarlo con gran maestría.

-Que duro trae el cipote hoy mi hermano favorito- Le decía Pedro mientras le sacaba el raido y amarillento calzón por los tobillos hasta dejarlo totalmente en pelotas sobre la cama

Poco después notaría el caliente aliento de una boca acercándose. Al engullirse esa dura asta de carne, empezaría a gemir de placer.

-Ahhhhhmmmmmmm, …siiiiiiii, … joder Pedrooooo …como la mamaaaaaaaasssss

Después comenzaría a notar como las babas de su hermano y las suaves succiones lo irían arrastrando poco a poco por unos caminos de los que jamás querría apartarse

Ese era un placer prohibido al que se había entregado durante años.

-Además de tocarte en el campo, …¿has hecho alguna otra cochinada más?-Le había preguntado el cura esa misma tarde mientras se confesaba. Pero el novio no le contó nada más. De haber empezado el pobre cura habría tenido que dejar el oficio que estaba a punto de comenzar sin atender.

“Eran tantas las cochinadas que hacía con su hermano pequeño que no sabía por cual empezar.”

Mientras se pajeaba cada vez mas frenéticamente pensaba en Pedro y en ese culo que se había abierto ante la rotundidad de sus embistes sin queja alguna.

Su sumiso hermano había aceptado el rol sin pedirle nada a cambio. Poco a poco había ido dando de si ese ojete rosado y caliente, coronado por una hilera de vellos negros que se enredaban con los de su polla, hasta quedar fusionados en una unión perfecta y sincronizada.

Cuando sus rudas y callosas manos se clavaban en la cintura de Pedro notaba como este se echaba ligeramente hacía adelante para apoyarse contra el suelo,… en un tronco o…en lo que hubiera más cerca. El caso era evitar la pérdida de equilibrio que lo alejara durante unos instantes de la placentera penetración.

Pedro se corría sin tocarse siquiera y lo hacía dejando que un filo hilo de semen saliera de una polla endurecida y vibrante.

La naturaleza había querido que el vicioso pastor la tuviera gorda y muy larga mientras el pequeño Pedrito se tuvo que conformar con esa polla gordita y venosa.

La fimosis había impedido que el hermano pequeño, también pudiera probar lo que era eso de follar y hubo de esperar hasta que se fuera a hacer la mili para que lo prepararan para poder cumplir con sus deberes como macho.

Ya sería tarde, Pedro llegaría al servicio militar, sin ningún interés de fecundar a las hembras. Su hermano mayor se había  encargado de mostrarle otros caminos de obtener un placer supremo

El prieto culo apretaba con fuerza la polla del vicioso pastor y este aceleraba las embestidas mientras las ovejas balaban inquietas alrededor de ellos.

-¿te gusta verdadddddd?

-¡Que si me gusta esto es la hostia!-Le gritaba Pedro mientras tiraba de su hermano hacía él para pedirle que se quedara dentro mucho más tiempo.

-Pedrroooooo, … me voy a correrrrr, …. No puedo más.

Vale sigueeeee, … No dejes de meterla, … a mí también me gustaaaahhhhh

Entre berridos y balidos los dos pastores se corrían haciendo que todo lo que les rodeara pasara a un segundo plano.

No era necesario hacerse más pajas a escondidas del otro. Tampoco necesitaban que ninguna mujer les ayudara en la búsqueda del placer que de esa forma tan exitosamente obtenían.

“¿Por qué entonces, había tenido que joderlo todo de esa forma el hermano mayor?...”

“El novio mientras notaba como el estallido de la paja estaba a punto de llegar, no dejaba de darle vueltas al tremendo error que había cometido al irse a solas al rio con una de las sirvientas del señorito. Hubiera preferido hacerlo con Pedro, como tantas otras veces había pasado”

“Como debería estar haciendo también esa misma noche previa a la noche de bodas”

Pero esa noche su enorme y gordo pollón descargó muy lejos de ese culo jugoso y goloso que con tanto gusto se entregaba.

Se maldijo durante unos segundos por haber terminado derramando toda su leche sobre su velludo abdomen pensando en lo mucho que tendría que madrugar al día siguiente para darse un baño en el rio que retirara todo esa lefa ahora blanquecina y viscosa.

Esa noche se había vuelto a pajear en solitario sin saber que desde ese fatídico día tendría que volver a hacerlo muchas más veces, y que pasaría mucho, muchísimo tiempo hasta que pudiera volver a notar el cálido tacto de una lengua acariciando su grueso y apetitoso capullo.

El destino y su mala cabeza lo había condenado a pajearse en solitario y solo sería liberado de semejante castigo cuando fuera capaz de asumir con agrado su propia condición.

★ ★ ★

[Sin salir del armario]

Pedro no duro mucho conviviendo con la feliz pareja.

Después de la boda no tuvo que enfrentarse a verlos felices el uno junto al otro, porque se fueron de viaje de novios a la casa de una tía de Valencia.

Cuando volvieron, una semana más tarde,  aguantó con ellos un par de meses hasta que se vio con fuerzas para abandonar a su hermano y a toda su familia.

El autoritario padre hubo de admitir que su hijo se marchara a buscar una vida mejor. Con todas sus fuerzas le deseo que le fuera mal en su empresa y volviera cuanto antes con el rabo entre las piernas.

Sabía que lo haría para suplicarle por su error y pedirle que le diera de nuevo cobijo en la casa.

Pero el joven no volvió con la celeridad que el padre esperaba. Aprendió con rapidez en el floreciente oficio de la construcción y en la ciudad pudo disfrutar de una cierta liberación sexual.

La complicidad y el anonimato de la enorme ciudad en la que se encontraba, le permitió que fueran muchos los rabos que se le terminaran metiendo entre las piernas.

En aquellos años de dictadura no era fácil follar o ser follados pero los maricas podían cazar casi al vuelo las señales que se lanzaban los unos a otros.

Su paso por el servicio militar no hizo más que reafirmarlo en sus “inquietudes”.

Con ayuda de algún compañero de garita y de algún que otro militar de más alto rango llego a convertirse por meritos propios en la más puta del cuartel.

Durante esos dieciocho meses en los que hubo de estar secuestrado por los caprichos del militarismo, aprendió a no hacer el vago y llegó hasta sacarse el graduado escolar.

Después de la mili volvió a su anterior oficio empeñado inútilmente en seguir construyendo muros contra esa España intolerante que aborrecía a los homosexuales pero entre la que se movían cada vez más maricas encubiertos, deseosos de sacar a pasear su pluma, cuando el “Regente” estirara por fin la pata.

★ ★ ★

[Los avances de la ciencia]

Pedro siguió en contacto con su familia, pero solo en los eventos que señalaba el calendario de su triste y vacía vida.

Enterró a su padre, pero fueron pocas las lágrimas.

Con más dolor perdió también a un hermano en un accidente de tráfico.

Del resto de los avatares del destino, sufridos por su familia se enteraba siempre cuando volvía al pueblo para celebrar algún evento. Así fue como fue viendo crecer a sus sobrinos y sobrinas. Era el padrino de algunos de ellos por lo que los acompañó siempre en las fiestas de su primera comunión, y posteriormente en alguna que otra boda.

Aguantó siempre estoicamente cuando le pedían que sentara la cabeza para empezar a darle nietos a su madre, pero Pedro procuraba callar.

A veces su culo boqueaba escupiendo leche mientras su madre le requería un nieto. En el baño durante el banquete había podido probar como una dura polla lo atravesaba hasta descargar dentro de él. Miraba entonces al responsable, a ese padre de familia follarín furtivo de culos,  que en esos momentos se volvía a reunir con su querida esposa que lo esperaba cotilleando sin darse apenas cuenta de lo que tenía por marido.

Sus miradas cruzaban una sonrisa cómplice antes de volver cada uno de ellos a su propia realidad y pensaba con una sonrisa maliciosa en el rostro, en que mientras la ciencia no descubriera algún avance que permitiera el preñado de los tíos...

Los deseos de su madre se quedarían para siempre en eso, meros deseos de tener descendencia.

★ ★ ★

[El escándalo de la comunión]

-Ve donde está tu tío Pedro y dile que saque la sandia que hemos puesto en el rio para que se refresque.

El padre, acaba de lanzar,  al joven vestido de comunión a la carrera. No tenía ni idea de que el muchacho terminaría descubriendo algo del tío Pedro, para lo que no estaba preparado.

El chico corrió con sigilo entre las arboledas mientras notaba como alguna de las zarzas del rio arañaban su piel. Había escogido durante su avance un camino más corto pero intransitado. Esta senda lo acercaba más rápidamente, hasta esa enseñada oculta donde el agua del rio se remansaba.

En ese lugar el padre había atado hábilmente con cuerdas una sandía de cinco kilos antes de  lanzarla al agua. La corriente del río, haría el resto hasta lograr que esa fruta se encontrara fría y apetitosa justo en el momento de su consumo.

El joven oyó las risas y los cuchicheos y por eso aminoro algo en su presurosa carrera. El tío Pedro andaba con alguien al otro lado de las zarzas.

A la comunión había venido solo, por eso tenía cierta curiosidad por ver con quién hablaba y se reía de esa forma con el tío Pedro.

Toda la familia había decidido celebrar la fiesta de su primera comunión con una comida junto al rio.

No había dinero para restaurantes y boatos pero si para llenar un bidón con cerveza y botellas de refrescos, la comida para los comensales se solucionaba comprando un jamón y un buen queso curado.

A continuación un  arroz de pollo campero hecho en la leña.

De postre,… pasteles o  fruta.

Así se acostumbraba a celebrar en esos lejanos tiempos.

Al banquete solo acudieron los más allegados. Solo la familia, unos vecinos y la abuela que en esos momentos se abanicaba a la sombra de unos árboles lamentándose de su edad.

-¡Joder, ahora no pares, cabrón!...-Oyó el muchacho como gritaba esa voz desconocida.

“Debe de ser alguien de la otra comunión”. Pensó el crio mientras seguía pisando con delicadeza la hojarasca.

Esa comunión que se estaba celebrando en esa misma arboleda, pero con la que se guardaba  una prudencial distancia de separación.

Al asomarse entre las zarzas, encontró al tío Pedro demasiado cerca de ese hombre.

Él al parecer no había tenido problemas en acercarse más de la cuenta a esos casi desconocidos que reían y gritaban casi con la misma intensidad que ellos dentro de esa explanada llena de árboles que había junto al río.

Su tío mantenía a ese padre de familia sentado en un tocón de madera y estaba chupando con unos más que sonoros chupetones el rabo de ese hombre que no paraba de gemir.

Con la mano agitaba la endurecida y rojiza polla. La boca succionaba el pito y el hombre le pedía que no dejara de hacerlo.

-Sigue no paresssss. Me voy,… me voy, …a corr…..eerrrrrrr

Empezó a decir ese tipo, antes de empezar a soltar un líquido blanquecino sobre la cara del tito Pedro.

Una gran sonrisa apareció casi a la vez en ambos rostros. La mano del hombre acariciaba la cabeza del tío Pedro como se le hace a un perro después de que haya hecho algo bien.

Por eso el inocente muchacho, no entendió como pudo verlos tan nerviosos cuando se hizo visible desde su escondite y se acercó hasta ellos para preguntarles qué era lo que estaban haciendo.

El tipo se subió los pantalones con torpeza.

Ni siquiera podía abrocharse el cinturón acertando en el agujero correcto.

-¡Papa dice que ya podemos sacar la sandía del agua!.- Le contestó el pequeño a su tío mientras señalaba la cuerda que tensada por el efecto de la corriente del agua intentaba escapar de esa bochornosa situación.

-¿Por qué le chupabas el pito?- Le Preguntó ya, cuando empezaron a caminar dejando a ese desconocido en esa ensenada dudando en si debía volver o no a su fiesta de comunión.

-Le había picado una avispa y estaba intentando calmarle todo el dolor.

-¿por eso gemía de esa forma?

-Claro, …eso duele un montón

-¿y por eso lo tenía tan hinchado y gordo?

-Si, … si. Pero no debes contárselo a nadie.

El joven afirmó unos segundos con la cabeza sin saber muy bien porque le pedían algo tan raro.

“¿Por qué no podía contar algo tan gracioso como que al padre de familia de la otra comunión le había picado una avispa en el pito mientras se la sacaba para mear y el tío Pedro le había tenido que sacar toda la pus para que no se le  hinchara ni se le infectara?”

-¿a qué sabe?. Le terminó preguntando, cuando empezaron a llegar al grupo donde todos se empezaron a arremolinar ante la llegada del hombre cargado con el melón.

-¿El qué?-Le preguntó el tío Pedro al joven que corría alrededor de él dando vueltas

-¡Pues el que va a ser …. la pus!. He visto que le ha salido mucha y parte de ella hasta te la has tragado.

-No sé. Igual que siempre, … sabe a eso, … a pus.

★ ★ ★

[La enfermedad]

“El adolescente no lograba entender porque todo el mundo sabía que eso era algo que tenía que pasar… ¿y si lo sabían por que lloraban ahora que había pasado por fin?”

Su madre llevaba casi un año convaleciente en la cama y finalmente terminó falleciendo.

Todos los que llegaban al funeral decían eso mismo, … que aquello tenía que pasarle tarde o temprano.

A su lado estaba su hermano pequeño que no paraba de llorar y al otro la cara de su padre que era todo un poema.

Cuando llegó su tío Pedro y empezó a dar y recibir el pésame de los allí reunidos miró hacía donde estaban los críos para ver a uno llorando desconsoladamente y al otro con una sonrisa pícara en su todavía juvenil rostro.

El chico había vuelto a recordar el incidente del picotazo de la avispa y terminó riéndose entre dientes.

De pronto alguien cayó en la cuenta de que ese velatorio no era el lugar más adecuado para que estuvieran unos críos y empezaron a decidir sobre cuál sería el mejor lugar al que podrían llevarlos.

La casa de la abuela era el mejor sitio pero la suegra de la difunta se negaba a abandonar la habitación.

Por eso fue el Tío Pedro el que se ofreció llevarlos a la casa y a quedarse con ellos hasta que la abuela entrara en razón y fuera a ocuparse de ellos.

-¿Por qué no te has quedado tu también?-Le preguntó el chico mientras miraba como  el Tío Pedro dejaba a su hermano durmiendo sobre una de las camas.

Se acaba de dormir entre los fuertes brazos del tio Pedro mientras iban hacia la casa y ninguno de los dos quería despertarlo, por temor a que empezara a llorar de nuevo.

El tío Pedro se sentó con él en la salita de estar y mientras  se encendía un cigarro le contestó.

-Tu madre era una persona excelente pero ella y yo no nos llevábamos muy bien.-Hablaba con convicción pero sin levantar mucho la voz para evitar que el hermano pequeño se despertara.

Le dio  una fuerte  calada al pitillo, parecía estar rememorando alguna discusión que en su día hubo de haber entre ellos, pero de pronto giró la cabeza para volver a mirarlo

-Tal vez tú también deberías echarte un rato a dormir,  te esperan unos días muy duros

-¡No tengo sueño!-Le reprochó el joven

-Pues entonces ya me dirás a ver qué hacemos, aquí los dos mirándonos como tontos hasta que venga la abuela.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Vamos, … hazlo. ¡Se que tarde o temprano lo harás!

-¿Porque nunca has venido a vernos a casa?

No era la pregunta que esperaba y volvió a darle una nueva calada al pitillo

-He ido muchísimas veces,  pero eras muy pequeño como para recordarlo. Un día deje de ser invitado… Pero siempre he cumplido como el Padrino vuestro que soy y nunca os han faltado los regalos que debía de  haceros

El joven callo durante unos instante mientras rememoraba los muchos regalos que había recibido por parte del Tío Pedro.

-¿Qué quieres que te regale este año para tu cumpleaños?.- Estaba nervioso y quería cambiar de tema de conversación a toda costa

El chico le contestó cuando empezó a apagar la primera colilla sobre la placa de la estufa.

-No, te molestes en comprarme nada. Creo que yo también me voy a morir y puede que no llegue ni a mi cumpleaños.

-¿Por qué dices eso?

-Porque yo también estoy muy enfermo. Lo llevo notando desde hace un tiempo.

Se levantó de la silla y se acercó hasta el joven para tocarle la frente. Después miró las pupilas y dándole un cariñoso empujón en el hombro le dijo.

-¡No te preocupes que tú no te vas a morir! …¡Estas hecho un toro!

-¿Entonces porque me sale toda esa pus blanca por mi pito,… es igual que la que le salía a ese hombre del rio?

El tito Pedro se dio la vuelta y lo miró durante unos segundos antes de agarrar la silla y colocarse frente a el muchacho.

Al sentarse lo hizo en plan chulesco apoyando los velludos brazos sobre el respaldo.

-¡Quiero que me cuentes todo ese rollo de la pus y si le has contado a alguien alguna vez algo de lo que viste en el rio!

★ ★ ★

[Inevitable]

La mano le agarraba la polla y se movía lentamente por ella. Notaba un gustillo especial y no se atrevía a pedirle que parara porque el cosquilleo iba en aumento

Su mirada se cruzaba con la del otro de vez en cuando y las dos lanzaban una sonrisita cómplice como si estuvieran haciendo algo malo pero que no podían parar.

Bajo sus pies estaban todas las ropas tiradas por suelo del palomar y bajo este estaba la casa de la abuela en la que su hermano y sobrino dormía en la habitación plácidamente.

La abuela cuidaba de su sueño mientras los dos marranos salidos se habían escabullido hasta ese lugar elevado de la casa. Sabían de sobra que las cansadas piernas de la anciana no podrían subir hasta allí

-¿Que miras?

-Te miro a ti, tienes muchos pelos por todo el cuerpo.

Era la primera vez que veía desnudo a alguien de cuerpo entero.  Antes de a él había visto a su padre sin camisa. Los dos tenían el pecho súper poblado, pero su tío al ser más joven no lo tenía con tantos pelillos blancos. Estos eran negros y se retorcían alrededor de los dos gordos pezones. En la zona del pubis  el pelo le crecía a base de bien y en el centro se erguía una polla gordita y bastante dura.

-¿Te gusta mi cuerpo?

-Sí, es como el de mi padre,  pero ahí abajo no lo he visto desnudo nunca

Pedro siguió con la paja que le estaba haciendo  a su caliente sobrino notando como esa polla se ponía más y mas dura. Se había echado algo de saliva en la mano y gracias a ello estaba dandole un placer al sobrinito hasta ahora desconocido.

-¿Mi hermano y yo seremos así de peludos cuando nos hagamos mayores?-Le preguntó al ver como estaba más interesado en hacerle esa paja que enseñarme todo lo que necesitaba saber sobre el sexo.

-Sí, … supongo que lo de ser asi de peludetes nos vendrá de familia

-A mí no me gusta mucho el pelo,  ¿pica un poco no?-Le preguntó mientras se rascaba los huevos. Esa era la única parte de su cuerpo que el tío todavía no había sobado

-Eso es por estas de bolas que tienes aquí-Le dijo mientras lo agarraba de los huevos y empezaba a acariciarlos. Con su otra mano no paraba de pajearle el durísimo pito que se le había puesto al contacto con sus caricias.

-Además de leche producen otra cosas que hace que nos vaya creciendo el pelo por todo el cuerpo a los hombres.

-¿Me la lames otra vez?-Le preguntó al ver como no se decidía a hacerle de nuevo lo que unos minutos antes de que llegara la abuela estaba haciendo sobre el sillón

-¿De verdad quieres hacerlo?

-¡Si, si me ha gustado mucho!. Me hacías muchas cosquillas con la lengua y casi me meo

-Tienes una polla preciosa y pronto se te hará todavía mas grande y gorda aún

-¿Todavía más?. ¡En mi clase de Fp soy el que mas grande la tiene y eso que en ella hay algunos repetidores!-Le dijo todavía más orgulloso de su hombría

-¡Si claro que lo sé!... Esta polla también te viene de herencia

Al decír esto se la engulló de nuevo. El joven tuvo que apoyar las manos en el frio suelo para evitar caerse de espaldas por el tremendo gustazo que le estaba dando

Al hacerlo levantó un poco el culo y el tío Pedro aprovechó para meter una de sus manos bajo los cachetes de ese prieto culo

Entendió pronto el movimiento de bombeo que pretendía y comenzó a follarse esa boca sin parar de gemir.

-Ahhhhh, .... siiiii... tito Pedroooooo que gustooooooooo

Mientras tanto su tío se iba haciendo camino y con la mano que le quedaba libre se untó dos dedos con  saliva y empezó a hurgar con insistencia en su culo

Quisó preguntarle por qué se rascaba en ese lugar, pero antes de que abriera la boca para algo que no fuera gemir de gusto le dijo:

-Ahora, … me la vas a meter por detrás

Tuvo algo de miedo al ver como se tragaba la polla esa hambrienta cavidad pero el tío le pidió que estuviera tranquilo y empezara a meterla y sacarla despacio

-Sigue, sigue, vamos campeón. ¡Dale al, tito, asiiiii ... cuanto mas te muevas mejor!

El sobrino a  esa temprana edad jamás sospechó que pudiera llegar a dar tanto placer un tío y su hambriento ojete

Ya no pensaba solo follaba y follaba

El tío Pedro gemía y gemía

Sobre el frio suelo de esa palomar se follaba el cuerpo desnudo de su tío por primera vez.

Sin más enseñanzas ni explicaciones estaba comprobando lo que era follar.

Su tío no era mujer,… ¿pero acaso importaba eso?

-Me voy me voyyyyy.- Le dijo de pronto

-No no ... Me gusta muchooooooo... Espera un poco.-Le gritó el joven totalmente salido

No se iba el embustero,  lo que sí hizo fue empezar a apretar su polla con fuerza, ...era como si quisiera quedársela

¡Si no llega a estar enganchada a los dos huevos se la habría llevado de cuajo!

Entonces pasó… empezó a mearse dentro de ese prieto culo y a soltar toda la pus.

Al caer rendido sobre la sudorosa y ancha espalda iba notando como el culo seguía contrayéndose y apretando esa dura polla. Dentro de este su polla se retorcía lanzando una descarga, luego otra , de nuevo dos más

El tío Pedro se dejó caer en el terroso suelo manchando su sudado cuerpo con el polvo acumulado mientras el joven seguía enganchado a él revolcándose también de la misma forma.

Las manos agarraban su sudoroso cuerpo por esos pectorales velludos y lo abrazaban por la espalda notando como su tío también estaba sudando como un gorrino

La polla seguía incrustada dentro de sus entrañas y el tito Pedro aprovecho la cercanía para darle unos golpecitos en el desnudo culete.

-¿Te ha gustado, campeón?

-¡Muuuuuuchoooooo!

-Pues eso que has echado ahí dentro no es pus sino leche y con ella se quedan preñadas las mujeres

-¿Entonces no estoy enfermo como lo estaba mi madre?

-¡No, no estas enfermo ni te morirás por hacer mas veces esto conmigo!