Pecaminoso y tentador.
Fantasías secretas.
Mordí mi lápiz con nerviosismo, mientras miraba la espalda de el hombre que tenía en frente, David.
Este era mi último año en la universidad y me traía loca desde el comienzo, solo ver ese cuerpo alto y fornido y esa boca exuberante acompañada de esos ojos color miel hacía que mi mente se descontrolara y pensara cosas para nada apropiadas en una clase sobre la biología humana.
En eso pasé todo el día hasta que por fin llegué a mi casa, dejé las llaves sobre la mesa, y fui directo hacia la habitación, donde abrí el primer cajón de la cajonera, y me mordí los labios al encontrar lo que más ansiaba y necesitaba.
Me movia de arriba a abajo sobre mi vibrador rosado, estaba a punto de llegar a la cúspide de mis emociones cuando el sonido del timbre me espabiló. Gruñendo, me puse mi bata color melocotón con encaje y salí a abrir la puerta.
Al abrirla casi se me salen los ojos de las órbitas al encontrarme con David, me apresure a cerrarme la bata, aunque mis pezones se tensaron sintiendo el suave roce de la tela, acompañado del olor afrodisiaco del perfume de ese hombre que me traía loca.
Da aa vid, que estás haciendo aquí ahora, te ha quedado algo pendiente de la uni?- Dije aun jadeando por lo que estaba haciendo tan solo un minuto antes de abrirle la puerta. El calor me subió a la cara mientras que me mordía el labio inferior.
Te interrumpí en algo pequeña?- El era siempre tan bueno y tierno, era una lástima que inspirara pecados con su imagen y que su novia no le hiciera justicia, por lo que nos había contado.
Él bajó la mirada hacia mis pechos que subían y bajaban con rapidez y la volvió hacia mis ojos dejándome atónita.
Para nada, tan solo estaba haciendo un poco de ejercicio- Le dije mientras mi voz era cada vez más grave debido a la excitación.
Puedo pasar?- Y antes de que pudiera contestar, se abalanzó con rapidez sobre mi, haciendo que la bata se abriera y me dejara completamente expuesta a él, me recorrió con la mirada, gimió y me agarró del pelo, fundiendo nuestras bocas en una guerra de pasión, joder, este hombre sí que sabía besar, me estaba haciendo el amor con la boca de una manera tan deliciosa que me temblaban las rodillas y no conseguía respirar con facilidad, sentí que despegaba su boca de la mía y pegaba su frente a la mía, gemí de disgusto.
Me traes loco desde hace ya 3 años pequeña, es hora de que te hagas cargo del deseo que despiertan las miradas que me das en clase, me comes con la mirada- Me dijo a la vez que veía la llama de la excitación ardiendo en sus pupilas doradas.
Lo haré con gusto mi amor, no sabes todas las veces que soñé con joderte duro- Le dije mientras me mordía el labio y lo miraba con picardía.
Corrí antes de que me alcanzara y busque 2 pañoletas, volví a la sala
Siéntate en esa silla, quítate la remera y pone las manos atrás- Le ordené, desafiandolo con la mirada mientras estiraba en las manos las pañoletas.
El se sentó en la silla de madera caoba, quitándose la remera lentamente, dejándome ver su pecho musculoso y como se tensaban sus brazos al ponerlos detrás, me deleité con la imagen, y me fui acercando poco a poco, le até las muñecas detrás del respaldo de la silla dejándolo inmóvil y expuesto a mi, y la imagen que tuve ante mis ojos hizo que un suspiro de deleite se escapara de mis labios hinchados por los besos.
Ver a ese hombre tan grande y fornido, mirándome con deseo atado a la silla de mi casa, completamente dispuesto a cumplir todos mis deseos hizo que me mojara tan solo con el pensamiento.
Por favor, Amber, te necesito- Dijo con voz ronca mirando todo mi cuerpo desnudo con la bata colgando sobre mis hombros.
Le lancé una sonrisita maliciosa y fui hasta el stereo con pasos lentos y largos, puse la música y me dediqué a caminar hacia él.
Al estar frente a él, mirándolo fijamente a los ojos, dejé caer la bata de seda color durazno, y me empecé a mover a su alrededor lentamente bailando al ritmo de la música que sonaba, era tan jodidamente excitante ver como trancaba los dientes aguantando el deseo y como se iba abultando en sus pantalones color verde militar el deseo.
Me agaché inocentemente a recoger mi bata frente a su cara, dejándome totalmente expuesta a tu mirada. Lo sentí gemir por lo alto mientras cerraba los ojos. Ya no aguantaba más, debía tocarlo, el deseo me hervía por la sangre y burbujeaba bajo mi piel.
Me subí sobre él, y agarrándolo por la nuca uní nuestras bocas en un beso desesperado y hambriento, mientras me movía sobre su paquete, que estaba duro como piedra. Gemí al sentirlo rozar contra mí, se sentía tan jodidamente bien, lo deseaba tanto.
Llevé uno de mis pechos a su boca y dejé que el jugara con él por un minuto, David se removía en la silla con frustración, quería tocarme, y era excitante ver cuanto le frustraba no poder hacerlo.
Cariño, eres tan jodidamente buena, me he puesto como piedra al tan solo verte, necesito follarte- Me dijo mientras me miraba con un hambre que nunca había visto en la mirada de un hombre.
Te haces una idea de todas las veces que fantasee con esto, con tenerte debajo de mí y poder moverme arriba de tí, con sentirte todo mío- Le dije y le chupé una tetilla.
David gimió y echó la cabeza hacia atrás.
Todas esas noches soñando contigo y todo lo que te haría, ahora te toca sufrir a ti ese deseo- le susurré al oído para luego morderlo.
Ahhh, nena- gimió.
Me arrodillé frente a él, siempre manteniendo el contacto visual y lo despojé de sus pantalones, liberando la tremenda erección que amenazaba con romperlos.
Un gemido se me escapó al verla, y me mordí los labios, lo que hizo que David se removiera ardiendo en la silla.
Empecé por el pecho, lamí las tetillas y bajé una y otra vez hasta su pubis, pero sin tomarlo por completo, siempre salteando el miembro hinchado que esperaba ansioso mis caricias, David gemía cada vez más.
No me aguanto, cariño, por favor, te deseo tanto tanto, quiero que me folles- Me dijo con la voz más grave y excitante que he escuchado.
Me metí su miembro a la boca y los dos soltamos a la vez un gemido de satisfacción, lo deseaba tanto, no quería que esto terminara nunca, este hombre, en este momento era todo mío y estaba a mi merced, subiendo y bajando, ayudandome con mis manos lo llevé hasta el borde del placer, y como ya no aguantaba más yo tampoco me levanté y me senté en su regazo guiando su miembro a mi entrada, y cuando entró los dos gritamos de placer al sentir lo que tanto anhelabamos.
Le solté el nudo de las manos, y me pegó una nalgada que me hizo jadear fuertemente, se sentía tan delicioso.
David me cargó en sus brazos y me llevó al sillón dejándome esta vez a mi completamente inmovilizada, me besó con pasión y ardor y me tentó con su miembro hasta llevarme a la cúspide del placer, embistiendo una, dos, tres, cuatro veces profundamente en mi interior, haciendome perder el hilo de mis pensamientos.
Nuestras respiraciones se hicieron una, y me miró a los ojos, con ellos brillando por el deseo y la frente perlada por el sudor.
Te deseo tanto y hace tanto tiempo nena, me traes loco- Me dijo con dificultad mientras me cogía como ninguno.
Le respondí con un beso furioso y lo hice girar quedándome yo arriba. Me moví sobre el y el echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos con fuerza y le mordisquee la mandíbula tupida por una leve barba hasta hartarme.
Sos el pecado hecho hombre- Le dije mientras lo cabalgaba con rapidez.
David me dio vuelta y me embistió hasta hacerme enloquecer.
Por favor, así- gemí.
Cariño, por dios- Me dijo en un gemido.
Los dos terminamos casi al mismo tiempo, y se dejó caer sobre mi, mirándome a los ojos y acariciando mi rostro.
Me vas a volver loco- me dijo sonriendome.
Joder, cariño, es lo que quiero- Le dije mirándolo con picardía- con esas nalgas de infarto que tienes te voy a cojer hasta que no puedas caminar- le dije.
David soltó un gruñido de excitación y me pegó una nalgada.
- Nena, me toca a mi esta vez- Me dijo con picardía mientras me mostraba las pañoletas.