Pecado venial… casi mortal (carta de amor)

Una carta de amor... simplemente.

PECADO VENIAL… CASI MORTAL (carta de amor)

Todo esto no tiene el más mínimo sentido. Siempre me he tenido por una persona medianamente racional aunque todos vosotros (en un tremendo ejercicio de generosidad y miopía) siempre me habéis juzgado como el más racional de todos. El estandarte de la racionalidad. Aquel al que la gente acude cuando necesita un consejo como el aire que respiran, el mejor de los consejos.

El consejo perfecto que todos quieren escuchar. Es precisamente por eso que perder mi racionalidad por una persona como tú... carece de explicación. ¿Tienes tú una? Aunque sea la peor de las explicaciones, aunque sea la más ilógica, a pesar de ello dámela. Necesito una explicación. Eres joven, pero no es por eso. Eres un prodigio de inteligencia y capacidades, pero tampoco es por eso. Eres la mujer más bella que haya visto jamás, pero tampoco es esa la razón. Tú no sabes que veo en ti de la misma manera que yo no acierto a comprender que ves en mí.

Pero tarde o temprano te miraré a los ojos y te comeré la boca. Tarde o temprano abriré tus piernas y hundiré mi nariz en tu sexo. Tarde o temprano te asiré de la cintura mientras te sientas encima de mi polla y me cabalgas. Tarde o temprano compartiremos orgasmos y risas. Salivas y sudores. Pero a pesar de todo eso… sigo sin encontrar una explicación razonable. Podrían pasar semanas antes de que nos veamos, podrían pasar meses, incluso años. Y nunca dejaría de desearte como ahora. Sino más aun. Más es menos. Menos es más. ¿Recuerdas nuestras frases lapidarias? "Carpe diem". "Tempos fugit"… ¿Te acuerdas cuando veíamos películas antiguas en mi sofá completamente desnudos, riendo y sin dejar de meternos mano? ¿Recuerdas cuando te estiraba en la cama y no dejaba ni un solo centímetro de tu piel sin besar? ¿Recuerdas cuando nuestras lenguas eran solo una? No. Claro que no. No puedes recordarlo porque eso nunca ha sucedido. Tan solo en nuestra imaginación.

Sabes que todos esos kilómetros que nos separan cada vez son menos. Los meses se convierten en semanas y los kilómetros en metros. Cualquier obstáculo es ahora tan solo una anécdota, una minúscula anotación a pie de página. Soy capaz de levantar la cabeza y casi puedo oler tu perfume, un perfume que nunca he olido antes, fresco y dulzón. Te veo sonreír y me descubro emocionado, como un adolescente. Pero resulta que no se como hueles, no se como sonríes. Tengo miedo. Miedo de mi mismo.

Miedo de esta irracionalidad que carece de todo sentido lógico. Hoy tengo treinta y siete años y si miro hacia detrás me doy cuenta de que solo había escuchado una canción de Janis. O al menos únicamente me había sentado a escuchar con detenimiento una sola canción y una única vez. Nunca prestamos atención suficiente a lo que nos rodea. Hoy sigo teniendo treinta y siete años y tu me has descubierto a alguien que murió cuando aun no habías abandonado los pañales.

¿Sabes lo que me gustaría ahora mismo? Desnudarte lentamente, untarte de miel y convertirte en el postre más delicioso que ningún cocinero pudiese imaginar. Observaría el viscoso elemento deslizándose por la superficie tostada de tu piel y aun más, por todas las superficies donde nunca te ha tocado el Sol. Entonces cogería una cucharilla de postre y después la lanzaría al suelo con esa expresión de locura que tanto te gusta. ¿Quién necesita una herramienta para llegar al cielo? Muchas culturas más antiguas que la nuestra comen con las manos.

Con la mano derecha, para ser mas exactos. De acuerdo, entonces lameré toda la miel que baña tu sexo y con mi mano derecha abriré ese mismo sexo para hundir mi lengua en el. Cuanto más dulce… más empalagoso… mas prohibido… mucho mejor. Dicen que todo lo que es bueno en este mundo o es inmoral, o es ilegal o engorda. Seguramente quien dijo eso fue la misma persona que también se pronunció sobre el sexo de los ángeles o quien dijo que todos los demonios eran malignos. Seguramente esa persona no te conocía.

Releo esta carta y me doy cuenta de lo irracional del planteamiento. ¿Cómo amar a un desconocido? Dame tiempo. Necesito argumentos o me volveré loco. Bien… las madres aman a sus hijos antes de nacer. Los ciegos aman a quienes nunca han visto ni verán. Los enamorados se aman en silencio y en la oscuridad. ¿Son argumentos suficientes? No se que hago preguntándotelo a ti. Porque tú no necesitas argumentos. Tu solo necesitas un beso. No importa que esté a tu lado (piel contra piel) o en la otra punta del mundo.

Tu solo necesitas saber que este donde este siempre te estaré besando. Siempre te estaré haciendo el amor lentamente. Pero debes saber ahora que yo necesito aprenderme de memoria cada milímetro de tu piel. Argumentos para seguir recordándote. Para seguir ascendiendo esta montaña que no tiene cima. Mañana mismo saldré a comprarme unas botas de montaña, pondré gasolina al coche y estaré esperando que silbes. Ahora mismo soy capaz de escuchar un silbido en la otra punta del mundo pero solamente si ese silbido sale de tus maravillosos labios.

Eres un pecado venial, casi mortal. Pero estaría dispuesto a convertirme en el más pecador de los mortales solamente por una de tus sonrisas.

--

Quien quiera saber mas que lea el cuento "El ruiseñor y la rosa" de Oscar Wilde mientras escucha "Me and Bobby McGee" cantada por Manis Joplin. Como dicen… lo mejor de cada mundo. Un mundo separado por unos kilómetros que cada vez son menos.