Paula y Mario. Capítulo 4: Ahora me toca a mi
Vive la historia de Paula una malagueña de 26 años que va a descubrir el sexo más intenso y apasionante gracias a un maduro de 40 años, juntos vivirán sensaciones y situacione únicas
"AHORA ME TOCA A MI"
Pues sí, ya que Mario dio el primer paso para quedar, ahora me toca a mí. Sé que quiero seguir experimentando el sexo a su lado porque lo que me hace sentir y lo que saca de mí, me vuelve loca. Cada sensación de mi cuerpo se multiplica por tres cuando estoy a su lado. En cada juego que me propone Mario me pongo más y más cachonda, no puedo reprimir que salga mi lado más salvaje y morboso. Sin duda, esa parte de mí es algo que siempre ha estado ahí, pero con otros chicos no era capaz de sacarlo. Sin embargo, con él me siento libre para poder expresar con mi cuerpo el sexo que realmente me apasiona. Su cuerpo es como un imán al que no puedo ni quiero resistirme y cuando llego a él, su olor me invade y pierdo completamente la cabeza. Cuando me habla, me quedo fijamente mirando sus labios y me atrapan. Los imagino húmedos, recorriendo mi boca y mi cuerpo una y otra vez. Es entonces cuando me erizo por completo, mis pezones quieren ser mordidos por su boca y todo mi cuerpo lo llama a gritos. Mi flujo se desborda rápidamente dentro de mí, resbalando desde mi interior hasta mis muslos. Noto como todo mi cuerpo se deshace en sus manos sin poder hacer nada, sólo deseo entregarme al placer y que no pare nunca de tocarme. Mi boca empieza a salivar y sólo puedo pensar en saborear su polla, notarla dura rozando mis labios. Cuando entra en mí, noto como su capullo toca mis paredes y arrastra lentamente mi flujo hasta llegar a lo más profundo. Cuando llega a ese punto exacto en el que exploto de placer sólo quiero que lo golpee con su polla una y otra vez, cada vez con más fuerza. Mientras noto como mis pechos se humedecen en su boca, miro su cara de placer al ver que no puede parar de morderlos y lamerlos sin control. Porque sí, Mario también se vuelve loco con mi cuerpo. No sé si otras chicas lo han conseguido pero estoy segura de que su cuerpo también se desata por completo conmigo. Es un juego de morbo y pasión desmedida en el que nos retro-alimentamos el uno al otro. Si uno de los dos sube el nivel del juego y del morbo el otro lo continúa subiendo y es un bucle que no tiene fin.
Este finde se van mis compañeras de piso, así que pienso mandarle un mensaje para invitarle a cenar a casa. Me da mucho morbo ese juego que tenemos de hacer cosas en la calle sin que nadie pueda vernos y seguro que nos quedan muchos juegos pendientes. Pero ahora lo necesito sólo para mí y quiero que podamos disfrutarlo juntos. Los dos solos, con cada rincón de la casa para nosotros, sin límites.
- ¡¡Hola Mario!! Espero que te hayas recuperado bien de nuestra última cita porque quiero invitarte a cenar este sábado en mi piso. Mis compis salen de viaje y se queda la casa solita para nosotros mmm. ¿Qué me dices? A ver, no soy muy buena cocinera, por eso estoy en el curso, pero algo se me ocurrirá jeje. Además no creo que lo que más te interese de mí sea mi cocina ¿o sí?
Pasaron un par de días y Mario no contestaba al mensaje de Paula. La verdad es que le resultó extraño, pero imaginó que estaba enfermo o algo parecido. Paula se quedó preocupada, pero pensó que aunque no recibiera respuesta, podría verlo y hablar con él en el curso.
¡¡Hola Paula!! Pues no creo que pueda ir a tu casa, de hecho, tampoco creo que vaya al curso. Tengo mucho curro atrasado, voy a aprovechar este fin de semana para quitarme un poco y así no ir tan pillado entre semana. Gracias por la invitación, nos vemos.
Mario, la comida ya está, ¿vienes? - Dijo una voz femenina desde el salón de la casa de Mario.
Eh, sí Carla, termino de mandar un mail y voy enseguida. – Dijo Mario mientras terminaba de mandar el mensaje a Paula.
Paula notó muy frio a Mario en su mensaje. Aunque tuviera mucho trabajo, le extrañaba que no pudiera sacar un hueco el sábado por la noche para despejarse. Entendía que no pudiera, pero ahora que se había decidido a dar un paso adelante con Mario, se quedó bastante tocada al percibir la frialdad de Mario.
¡¡¡Joder!!! Sé que ninguna de las dos se merece esto. Mentir es algo que odio, pero yo no busqué esta situación. Llevo unos meses saliendo con Carla y siento que la relación va muy bien. Es una mujer que me equilibra en muchos aspectos, pone orden en mi vida y hemos encajado a la perfección. Pero de repente llegó Paula y puso mi mundo patas arriba. Me ha descolocado por completo. Cuando estoy a su lado se me olvida el mundo, porque sólo existe ella. El sexo con Carla es muy bueno, pero con Paula es de otro planeta. Sé que no es justo comparar, que cada persona te da unas cosas y no son comparables. No entiendo cómo una chica de 26 años me vuelve así de loco. Pero tengo una relación estupenda y no sé si puedo o si quiero sacrificarla por algo así. Porque siendo realista, lo más probable es que lo de Paula sea algo pasajero por la diferencia de edad. Que se quede sólo en una aventura sexual o que llegue a algo más, pero no dure mucho. Pero más allá de las suposiciones, tengo que ser honesto conmigo mismo y con ellas. Y siendo sincero, no debería seguir con Carla mientras otra chica me provoca algo tan fuerte. La otra opción que tengo, es no hacer caso a lo que siento por Paula y seguir mi relación con Carla, como si nada hubiese pasado. Pero lo cierto, es que sí ha pasado y, mucho. Quiero pensar con claridad, pero no puedo dejar de recordar la última cita con Paula. El morbo y la pasión nos desbordaron. Yo no conseguía controlar mi cuerpo, el suyo mandaba sobre mí todo el tiempo. Tengo grabada la imagen de sus bragas mojadas en mi bolsillo, de sus piernas abiertas con los labios mojados, mientras me acercaba hasta la mesa donde estaba sentada. De esa sonrisa, que consigue derretirme en un sólo asalto. De sus pezones erectos y húmedos, entre mis dedos y mis dientes. De mi polla a punto de reventar dentro de ella. ¡¡Uff!! Necesito estar solo y poder pensar con calma.
Llegó el sábado y Paula llegó al curso, pero no estaba Mario. Tenía la esperanza de verlo allí y poder hablar con él. De poder comprobar, si esa frialdad que sintió en su mensaje, se mantenía delante de ella. Pero al ver que no estaba y que no había escrito ningún mensaje, dio por cancelada la cena.
Eran las ocho de la tarde y Mario estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida. Evidentemente, lo del trabajo, era una excusa absurda que le puso a Paula. La realidad, es que había quedado esa noche para cenar con unos amigos de Carla. Pero lo cierto, es que lo más le apetecía, era pasar la noche con Paula y cenar en su casa. Estuvo mucho rato pensando qué hacer. Debatiéndose entre lo correcto y lo que le pedía su cuerpo. Al final, lo vio claro. Tenía que comprobar una vez más, si después de ese dilema interno, se podría sentir bien con Paula y consigo mismo. Después de esa noche, tenía claro que tendría que sincerarse con las dos.
- Carla, lo siento pero no puedo ir a la cena. Llevo toda la tarde con el estómago fatal, ha debido sentarme mal la comida. No te preocupes, estoy bien. Pásalo genial con tus colegas, ya me cuentas cómo ha ido.
Carla respondió de forma muy escueta al mensaje de Mario. Llevaba unas semanas viéndolo raro y pensó que necesitaría espacio. Acto seguido, Mario escribió a Paula.
- Hola Paula, me preguntaba si todavía sigue en pie esa cena. Sé que es muy precipitado y que seguramente hayas hecho planes. Pensé que no tendría tiempo, pero al final me he descargado bastante con el curro. Bueno, si lees el mensaje, ya me dices algo. Besos.
Cuando leyó el mensaje, Paula se quedó bastante confusa. Pero lo cierto, es que necesitaba ver a Mario para ver cómo se comportaba después de aquel mensaje tan frío. Intuía que algo pasaba y quería ver si se sinceraba con ella.
¡¡Hola Mario!! Pues la verdad es que no había hecho ningún plan. Pensaba quedarme en casa viendo una peli. No tengo nada preparado, pero bueno, pedimos algo para la cena y listo. Te espero sobre las diez, ¿te parece?
Me parece genial Paula. Pásame la dirección y sobre esa hora estoy por tu casa.
Paula se metió en la ducha y empezó a prepararse para la cena. Optó por un conjunto cómodo. Se puso unos vaqueros desgastados, una camiseta negra de tirantes con algo de escote y sus zapatillas Converse. El pelo recogido y un maquillaje suave. El conjunto de Mario era muy parecido. Pantalón vaquero, camiseta y zapatillas casual. Una chaqueta de cuero negra, completaba su conjunto.
A eso de las diez, Mario llegó a casa de Paula. Su contradicción iba creciendo según iba llegando. Pero cuando Paula abrió la puerta y le sonrió, se volvió a olvidar del mundo.
¡¡Hombre Mario!! Qué sorpresa verte aquí en mi casa, no te esperaba jeje. Pasa, no te quedes ahí en la puerta que no muerdo.
Perdona por avisarte tan tarde, pensé que no podría venir. Pero me alegro de haber venido al final y de que no tuvieras planes jeje
Bueno, no pasa nada, lo importante es que has venido al final. He pensado que podemos pedir comida china para cenar, ¿te apetece? ¿Quieres una cerveza?
¡¡Vale, genial!! Me gusta mucho la comida china. Por supuesto que me apetece una cerveza jeje
Las risas y los nervios estaban contenidos. Los dos sabían que quedaba por delante una larga noche, una cena y una conversación pendiente. Pero sus miradas, seguían diciendo muchas cosas. ¿Qué sucedería? ¿Sería una noche llena de pasión o el final de algo maravilloso? En el sofá, sólo estaban dos cuerpos llamándose a gritos. Dos cuerpos que no sabían, si la realidad acabaría con ellos o los acercaría mucho más.