Paula y Mario. Capítulo 3: De cañas por Madrid

Vive la historia de Paula una malagueña de 26 años que va a descubrir el sexo más intenso y apasionante gracias a un maduro de 40 años, juntos vivirán sensaciones y situaciones únicas

CAPITULO 3.- “DE CAÑAS POR MADRID”

Después de masturbarse juntos en el baño las sensaciones de aquella primera vez fueron increíbles para Paula y Mario, sus orgasmos fueron muy intensos y la atracción entre ellos era muy fuerte así que decidieron darse los teléfonos. Aquel día empezaron un juego prohibido y morboso que no sabían cuánto duraría ni cómo terminaría pero que sin duda querían averiguar lo antes posible.

Paula no contó nada a sus amigas ni a sus compañeras de piso, estaba intentando procesar lo que supuso para ella aquel subidón que sintió en el baño, sin duda nunca había sentido nada parecido con otro chico. Mario conseguía que se desatara por completo, despertaba en ella un morbo desmedido y su lado más salvaje pero nunca había estado con un hombre mayor que ella y eso le provocaba cierta inseguridad. Paula no estaba preparada para dar el primer paso pero tenía claro que si él lo daba le costaría mucho resistirse y terminaría aceptando para ver si aquello que sintió fue producto de aquel juego prohibido o era algo más.

Por su parte Mario no podía dejar de pensar en aquella chica de 26 años que le volvía loco, pocas mujeres le habían hecho estremecerse de esa manera y no quería que aquello se quedara en un sólo encuentro, quería mucho más pero también tenía claro que ella no sería quién daría el primer paso y aunque tampoco estaba seguro de que Paula quisiera seguir adelante con aquella aventura tenía que intentarlo. A la mañana siguiente le escribió un mensaje.

  • Hola Paula soy Mario, ¿Qué tal todo? Me preguntaba si te apetecería tomar unas cañas por Malasaña cuando terminemos el curso este sábado, ¿podría estar bien, no? Espero tu respuesta, besos.

Paula ya estaba despierta pero se hacía la remolona para salir de la cama. Empezó a frotar su cuerpo contra las sábanas mientras recreaba en su cabeza una y otra vez la escena con Mario y su coño empezó a mojarse. Bajó el pantalón del pijama,  sus braguitas estaban empapadas, metió la mano por debajo deslizándola suavemente y acariciando su pubis hasta que llegó a  tocar sus labios y su clítoris imaginando la polla de Mario llena de leche entre sus manos. Metió dos dedos en su interior mojándolos abundantemente con su flujo y se puso mucho más cachonda todavía así que empezó a moverlos muy fuerte en su interior mientras con la otra mano seguía tocándose por fuera, no pudo evitar correrse enseguida. Paula seguía tumbada en aquella cama, inundada de placer, con los pezones erizados todavía y disfrutando de su maravilloso orgasmo cuando escuchó que llegaba un mensaje a su móvil, era Mario invitándola a tomar unas cañas el sábado.

  • ¡¡Joder!! ¡¡Joder!! Lo sabía ¿y ahora qué hago? En el fondo me muero de ganas de quedar otra vez con él pero es mucho mayor que yo y no sé si estaré a la altura aunque si no pruebo nunca lo sabré. Venga Paulita tienes que ser valiente, total si no te gusta no vuelves a quedar con él y punto, ¿no?

  • Hola Mario, ¿qué tal? Yo bien gracias, eh sí podría estar bien lo de tomar unas cañas el sábado cuando salgamos del curso, conozco algunos sitios por Malasaña que están bien aunque imagino que tú también jeje. Bueno te veo el sábado en el curso, besos.

Mario sonrió al ver el mensaje de Paula y se alegró mucho de que ella aceptara la invitación.

El sábado antes de salir, los dos empezaron a prepararse en sus respectivas casas para ir al curso y sobre todo para la cita que tendrían después. Mario optó por ir cómodo pero ceñido, que por otra parte era el estilo que más utilizaba. Se puso un jersey ajustado de color verde a juego con sus zapatillas y un pantalón vaquero bien ceñido que marcaba poderosamente su paquete. Su pelo desenfadado y su barba de tres días bien recortada le daban un aire muy atractivo y le hacían aparentar algunos años menos. Paula también eligió un conjunto cómodo y se puso un vestido rojo con lunares blancos que llegaba hasta sus rodillas, una chaqueta vaquera de color claro y unas zapatillas blancas a juego con el conjunto. Llevaba el pelo recogido y un maquillaje muy suave, iba sencilla y cómoda pero increíblemente guapa.

Habían acordado que al terminar, quedarían en un bar de la calle Pez que conocía Mario para no levantar las sospechas ni los comentarios de sus compis de curso, además les provocaba mucho morbo mantener aquel juego entre ellos sin que nadie más lo supiera. Llegó primero Mario, el bar estaba medio lleno y pidió una cerveza mientras esperaba de pie apoyado en la barra. Estaba algo nervioso pero deseando que Paula entrara en aquel bar, iba guapísima y no pudo dejar de mirarla durante toda la mañana.

A eso de las dos y cuarto llegó Paula al bar y entre la gente pudo ver a Mario apoyado en la barra dando un trago a su cerveza, él la miró y le hizo un gesto para que se acercara – Madre mía que mirada tiene y que jodidamente guapo viene hoy, pero como me puede poner tan cachonda este hombre.

La verdad es que durante las horas que compartieron en el curso apenas habían cruzado alguna palabra y todavía no se habían presentado ni mantenido una charla ya que el día que se encontraron en el baño fue terminar, darse los teléfonos y salir corriendo de allí para que nadie los viera.

  • ¿Qué tal Paula? Vaya tardona estás hecha eh jeje. La verdad es que tenía muchas ganas de que pudiéramos pasar un rato juntos sin tener que preocuparme por si me pillan en el curso mirándote jeje. Por cierto vienes guapísima hoy, espectacular.

  • ¡¡Gracias Mario!! Me vas a poner roja que yo hasta que no me bebo un par de cerves no me suelto eh jeje y perdona por tardar pero justo me encontré a una amiga cuando venía y me entretuvo. Yo también tenía muchas ganas de que pudiéramos charlar y pasar un rato solos y, por cierto, tú también vienes espectacular, eso te lo puedo decir hasta sin esas dos cervezas jeje.

Los dos continuaron charlando entre risas y cervezas, la verdad es que a pesar de la diferencia de edad y de que Paula estaba algo más callada que Mario había mucha complicidad entre ellos y la tensión sexual iba subiendo por momentos. Mario estaba muy cachondo y quería poner a prueba a Paula proponiéndole algún juego de los suyos para comprobar hasta dónde sería capaz de llegar ella y cómo era de morbosa. Aunque la acababa de conocer le daba la sensación que era de esas chicas a las que les gustaba mucho el morbo, jugar y que le pusieran retos, su mirada le indicaba que quería un poco de acción. Mario se acercó al oído de Paula y le dijo.

  • Paula si te soy sincero y suelo serlo, me estás poniendo muy cachondo con ese vestido y  con tus miradas así que voy a proponerte un juego. Soy bastante imprevisible y no sé si eso puede gustarte o no.

Paula se quedó mirándolo fijamente y le dijo. – ¡¡Dispara Mario!! Estoy deseando jugar contigo y me encanta que seas imprevisible, de hecho acabas de mojar mucho más mis bragas.

  • ¡¡Ufff vale!! Quiero que vayas al baño, te quites esas bragas empapadas y que cuando vuelvas las metas en alguno de mis bolsillos. En el momento que sean mías yo decidiré en qué momento te las devuelvo. ¿Estás de acuerdo?

  • ¡¡Joder Mario que cachonda me pones!! Estoy de acuerdo con tu juego pero quiero añadir una condición, si quieres que me quite las bragas y te las traiga tú tienes que hacer lo mismo con tu bóxer o lo que lleves. Al igual que yo, tienes que meterlo en mi bolso y cuando tú me des mis bragas yo te devuelvo tu bóxer, estoy deseando saber que tu polla está ahí justo detrás de la cremallera esperándome.

Paula se sorprendió a si misma de lo que Mario provocaba en ella, era un deseo incontrolable que le hacía perder de golpe toda su timidez y sacaba su lado más prohibido y salvaje.

  • Acepto encantado y me encanta que seas igual de morbosa que yo así que a divertirse.

La primera en dirigirse al baño fue Paula y como habían acordado cuando volvió llevaba sus bragas apretadas en la mano, al llegar dónde estaba Mario las metió en su bolsillo.

  • Tendrás que lavar el pantalón están empapadas, es por tu culpa.

El siguiente fue Mario que hizo lo mismo con su bóxer, al quitarlos vio que su capullo estaba muy mojado y eso le excitó aún más. Al llegar hasta dónde estaba Paula lo metió en su bolso.

  • Todo tuyo guapísima, ahora quiero que cuando se quede una mesa libre te sientes tú primero y cuando me llames para que vaya, mientras me voy acercando hasta la mesa, abras las piernas y me enseñes el coño, ¿lo harás?

  • Por supuesto que sí y además tocaré mis labios mojados, será sólo un segundo así que tendrás que estar muy atento. ¡¡Joder me vuelves loca!!

Paula cumplió su parte sin dar crédito a lo que estaba siendo capaz de hacer y de cómo Mario le hacía perder la cabeza y olvidarse de todas las normas sociales y la vergüenza, para ella en ese momento sólo existían ellos dos jugando a algo prohibido en medio de un montón de gente que no se daba cuenta de lo cachondos que estaban. Mientras Mario se dirigía hacia la mesa Paula pudo comprobar el enorme bulto que se marcaba en su pantalón el cual estaba humedecido de contener tanto el deseo.

  • Mario, conozco un parque con unos arbustos increíbles donde no nos puede ver nadie y quiero que me folles allí a plena luz del día. - Mario se quedó sorprendido y al momento su cara mostró una sonrisa muy picarona.

  • Eso está hecho Paula, no hay nada que desee más que follarte ahora mismo.

Terminaron con lo que estaban tomando y se dirigieron en metro hasta aquel parque, durante el trayecto se sentaron uno enfrente del otro y Paula aprovechaba de vez en cuando para abrir sus piernas y repetir la escena del bar. Una vez llegaron al sitio que ella conocía Mario se sentó primero, luego Paula se sentó a horcajadas encima de él y empezaron a fundir sus lenguas y a morder sus labios mientras ella notaba como la polla de Mario se frotaba con su clítoris a través del pantalón. Mario sacó las tetas del sujetador y empezó a morder los pezones de Paula con sus labios a lo que ella respondía con pequeños gemidos de placer. Paula se levantó un segundo para mirar que no había nadie y bajó un poco los pantalones de Mario, su polla salió disparada, estaba muy dura y húmeda. Sacó un condón de su bolso, se lo puso con una buena mamada y volvió a sentarse encima de él hundiendo lentamente su polla hasta lo más profundo de su coño. Paula empezó a moverse encima de su polla y a frotar con mucha fuerza su clítoris contra aquel rabo que tanto le gustaba mientras Mario agarraba con fuerza su culo y seguía penetrándola, sus gemidos y  sus respiraciones empezaron a acelerarse y a subir de intensidad.

  • ¡¡Estoy muy cachonda Mario!! No creo que tarde mucho en correrme, me encanta tu polla, dame más fuerte.

  • ¡¡Joder Paula eres una puta locura!! Yo también me voy a correr ya, creo que no aguanto más.

Sus cuerpos explotaron de placer y tuvieron que taparse la boca el uno al otro para que no los pillaran reprimiendo así todo el deseo contenido en un día que jamás podrían olvidar.