Paula y Mario. Capítulo 1: Entre fogones

Vive la historia de Paula una malagueña de 26 años que va a descubrir el sexo más intenso y apasionante gracias a un maduro de 40 años, juntos vivirán sensaciones y situacione únicas

PAULA Y MARIO

Mario es madrileño aunque de padres andaluces, tiene 40 años y es publicista. Vive sólo en un apartamento en el centro de Madrid, tiene una mentalidad muy abierta en general y sobre todo en el sexo, así que siempre está dispuesto a probar situaciones nuevas que le motiven, le aporten diversión y mucho morbo.

Paula es malagueña, tiene 26 años y lleva dos años en Madrid, ciudad a la que vino para poder trabajar como fisioterapeuta después de sacar su carrera en Málaga. Comparte piso con otras dos chicas en el centro y le vuelve loca el sexo aunque siente que todavía tiene mucho que descubrir y experimentar, debido a su edad y a que no ha encontrado chicos muy compatibles. Le encanta jugar, las situaciones límite y se considera muy morbosa en la cama.

A los dos les encanta la cocina creativa y deciden hacer un curso los fines de semana en Madrid para aprender y conocer gente nueva a la que le guste este tema. Y es aquí donde empieza su historia de sexo incontrolable, un juego constante que los hace perder la cabeza y que nunca podrán olvidar.

Primer capítulo.-  “Entre fogones”

En su primer día de curso, Mario muy observador, miraba con atención a las diez personas que se habían apuntado al curso. De entre todas le llamó mucho la atención Paula que, aunque evidentemente le parecía mucho más joven ( algo que nunca le había importado ), tenía un magnetismo especial, su mirada era tierna, su expresión era de timidez pero a la vez llena de pasión y erotismo, su cara era muy expresiva e irradiaba sensualidad. Llevaba un vestido corto y zapatillas, piel morena, ojos color miel, pelo largo y ondulado, no era muy alta y sus proporciones eran perfectas, unas tetas firmes sin ser muy grandes y unos pezones que se dejaban notar de forma sutil a través de su vestido, su culo respingón se hacía notar aún más por un tanga negro que se intuía debajo del vestido y tenía unas piernas marcadas que indicaban que Paula solía hacer deporte. Mario se quedó embelesado, no paraba de mirarla y no pudo evitar que su mente saliera de aquel curso y se viera follando con Paula sobre la mesa de su apartamento lo que hizo que su capullo empezara a humedecerse y su polla se pusiera dura al instante. Cuando el profesor del curso se dirigió a él, salió de su fantasía y notó que estaba empalmado, no entendía qué le había pasado con Paula, llevaba mucho tiempo sin que le sucediera algo parecido así tan de repente.

Por su parte, Paula estaba un poco tímida en su primer día de curso, algo que le pasaba a menudo cuando conocía gente nueva y que era consciente que se le notaría ya que su cara era muy expresiva y no podía disimular casi nada  por mucho que lo intentara. La verdad es que nunca se había fijado en un chico mayor que ella, pero ese día sin saber por qué su mirada se lanzó de repente hacia Mario, que era sin duda el chico de más edad que había en el curso. Mario le resultó muy atractivo e interesante a la vez, su mirada era sincera y alegre, su sonrisa era pícara, cautivadora y llena de erotismo. Su pelo castaño y desenfadado, sus ojos verdes le encandilaron y su barba de tres días bien cuidada era perfecta, sus facciones no muy marcadas y sus pómulos le resultaron muy atractivos. Su piel era clara, lo que hacía contraste con la piel color canela de Paula. Llevaba una camiseta negra ajustada, un pantalón vaquero que marcaba su culo prieto y unas zapatillas casual. Se notaba que practicaba deporte ya que su pectoral se marcaba bien definido haciendo relieve en su camiseta y sus piernas eran anchas y fuertes, dos aspectos que a Paula le volvían loca en un hombre. Su paquete le hacía pensar que estaba bien dotado y, sin darse cuenta, su mente entró de repente en una fantasía en la que se vio poniéndose de rodillas debajo de aquella mesa de cocina con varios fogones, bajando su bragueta muy despacio, sacando su polla y chupando suavemente con la lengua su capullo húmedo mientras agarraba su miembro con la mano derecha haciéndole una buena paja, algo que no tardó en hacer efecto en su tanga que al momento empezó a mojarse sin remedio. Paula estaba súper cachonda y no entendía cómo le estaba pasando eso con un hombre mucho mayor que ella y con el que ni siquiera había cruzado una sola palabra.