Paula y el Butanero

Paula se queda en casa una mañana para no ir al instituto, a media mañana llegará el butanero para darle un poco de compañia.

Tengo 18 años y una vida sexual activa, me llamo Paula, mido 1,58, soy de pelo castaño y dicen que soy bastante guapa de cara, uso una 90 de sujetador y peso alrededor de unos 50 kilos, por lo que tengo un cuerpo bonito, tengo novio desde hace unos meses, y este relato es a escondidas de él, porque no quiero que se entere.

Desde hace ya tiempo que mantengo relaciones con varios de mis amigos, sobretodo los del instituto, con mi novio mantengo pocas debido a que no le quiero dejar para que no piense que soy fácil, el sin embargo se cree que soy virgen. Pero desde hace ya un tiempo que en mi instituto me como los rabos de algunos de mis compañeros y hasta de algún profesor, por eso de que soy mala estudiante... Alguna vez también he sido follada en el propio instituto.

La historia que ahora os cuento, es una que yo solía utilizar como fantasía al masturbarme, y que sucedió hace poco: Estaba yo por la mañana en mi casa, un día de diario, que la dije a mi madre que no me encontraba bien, para no ir al instituto, y ella se lo creyó, sólo me dijo que cogiera el gas, se fue y me dejó sola en casa. Cuando llegó el butanero, llamó a la puerta y subió la bombona, era un tío que rondaría los 50 y medio calvo, de estos que se peinan con los pocos pelos que les quedan para el lado, era feo y estaba notablemente gordo subió muy manchado y sudado por el esfuerzo, le abrí la puerta, y nada más abrir, me miró de arriba abajo, con cara de pervertido, eso me gustó, pero la verdad que el tío daba asco, me miro de esa manera porque yo le recibí en bata, desabrochada, y solo llevaba unas bragas blancas y una camiseta de tirantes, pues creí que tal vez sería una vecina, me tapé un poco y le dije que espera, que iba a ir por el dinero, y al volver vi la puerta cerrada, salí y no le vi, así que entré para dentro creyendo que se abría ido, cuando entré alguien me agarró por detrás, era él.

Suéltame. Le dije

Calla, puta. Me tapó la boca con su sucia y maloliente mano.

Ahora vas a ver lo que me vas a pagar tú a mí.

Se desató el cinturón, se bajó los pantalones y se sacó la polla del calzoncillo y me agachó tirándome de los pelos, diciéndome que se la chupara, yo negaba con la cabeza y sin abrir la boca, el me dio una ostia y me gritó que se la chupara o me daría más, yo no lo dudé, ante tal amenaza y abrí la boca, el no titubeó un instante y me la metió entera, me dijo algo que no olvidaré: "Saboréala bien", no lo olvidaré porque me dejó impresionada lo sucia que tenia la polla, se podía apreciar el olor a orín desde lejos, y tenia restos de semen, me daba nauseas mientras permanecía en mi boca. Le empecé a mamar su asquerosa polla, me agarraba de la cabeza, marcándome el ritmo, y yo poco a poco empecé a mojarme, me la saqué de la boca un momento para decirle que por favor me dejara en paz, y que no se corriera (cuando en realidad lo estaba deseando), y él la volvió a meter dentro de mi boca empujando con mas fuerza, creía que me ahogaba, pero me di cuenta de que la deseaba, deseaba que me echase su caliente leche en mi garganta.

Siguió haciendo que se la chupara, durante un buen rato, y a mí cada vez me gustaba más aquello, he de reconocer, que aquel día me sentí muy puta, y eso me gustaba, las bragas estaban ya bastante mojadas de mis propios flujos. Mientras tanto él, estaba con la cabeza hacia arriba, extasiado en el goce que lo que yo le estaba haciendo le producía, era un gesto humillante, pues ni siquiera me miraba, sólo miraba al techo y resoplaba, diciéndome de vez en cuando: "Así puta, así".

Yo seguía "atareada" con el vaivén de mi cabeza, ya estaba empezando a cansarme, pero aún así, seguía ansiando su leche, por eso mismo mi ritmo había ido aumentando, ahora ya estaba haciéndolo muy deprisa, tanto que noté como empezó a tener pequeños espasmos y se descargó entero en mi boca, él mientras se corría, cogió sus manos y apretó mi cabeza contra su polla, hundiéndola aún más en mi boca, no tenia escapatoria así que no me quedó otra que tragarme su "licor" al completo, la verdad es que no deje una sola gota. Al sacar su polla de mi boca observé el notable cambio que había dado, de la suciedad de antes, ahora había pasado a una limpieza que relucía ¡Le acaba de limpiar la polla al butanero! me sentí muy usada y muy puta, pero extrañamente satisfecha, con la satisfacción que da el haber acabado bien un trabajo.

Como si nada, se guardó la polla, se subió los pantalones y se ató el cinturón, mientras yo le miraba arrodillada, perpleja, sin saber muy bien qué hacer. Lo único que dijo fue:

Bien, niña, ¿me pagas la bombona?, ¡qué no tengo todo el día¡

No fui capaz de decir nada, fui a buscar el dinero, le pagué, el me dijo "hasta otra" y se fue.