Paula y Alfredo (5)
Es aconsejable haber leído los anteriores... Continúa el adiestramiento de Paula.
Paula se incorporó y se dirigió al baño, todavía notaba su coño abierto y húmedo. Se duchó con rapidez para poder preparar la comida de su amo, no quería hacerle esperar. Y una vez lista fue hacia la cocina.
Oyó como Alfredo hablaba por teléfono y decía: "Trae a Sandra, os espero a los dos a las seis en mi casa"
Paula, aún no lo sabía pero Sandra era una de las perras que Alfredo tenía trabajado en uno de sus locales. Mientras preparaba la comida se preguntó quién sería la tal Sandra y con quién habría estado hablando su amo, pero no se atrevió a preguntar.
Alfredo observaba a Paula mientras ésta preparaba y servía la comida. Observaba sus movimientos, su cuerpo, que en realidad le parecía precioso. Pensó que su pecho no era demasiado grande aunque tenía unas tetas muy bien plantadas con grandes pezones, su culo era redondito, más bien respingón y las piernas bien contorneadas. Su coño que antes había albergado a su polla, le parecía el mejor lugar del mundo para perderse.
Paula notaba la mirada de Alfredo sobre su cuerpo, se sentía indefensa, desnuda delante de él, pero a la vez notaba como esa mirada también la excitaba. Le sirvió la comida a Alfredo y éste le dijo:
-Tú, perra, comerás después, cuando yo acabe. Mientras, siéntate en esta silla y abre bien las piernas, quiero deleitarme mirando ese coño de zorra
Paula obedeció, separó bien sus piernas dejando a la vista todo su coño abierto.
-Cuando acabes de comer, quiero que friegues el suelo de rodillas.- Añadió Alfredo
-Si amo
Cuando Alfredo acabó de comer, se levantó y se sentó en un sillón del salón desde donde se veía la cocina. Entonces Paula se dispuso a comer, estaba hambrienta, hacía más de un día que casi no comía y le estaba sabiendo a gloria. Levantó la vista y su mirada se cruzó con la del amo, que la miraba divertido. Sintió vergüenza, debía de estar dando una imagen patética, totalmente desnuda y comiendo como si llevara meses sin hacerlo. Pero el hambre pudo a la vergüenza y siguió con la tarea.
Cuando acabó de comer, recogió la mesa y fregó los platos. Después preparó un cubo con agua caliente y se dispuso a fregar el suelo de rodillas.
La postura que ofrecía Paula era digna de admirar y a Alfredo le estaba excitando mucho, observaba como el culo y las tetas de Paula se movían con cada movimiento de su brazo al fregar. Tenía deseos de correrse dentro de ese culito y pensó que, más tarde, la pondría otra vez el tapón anal para que fuera dilatando. Pero los planes que tenía para ella esa tarde era lo que más le rondaba por la cabeza. Debían de estar al llegar Sandra y su socio Ramón, en esas estaba cuando sonó el timbre de la puerta. Alfredo supuso que serían ellos y ordenó a Paula que fuera a abrir.
-Amo, estoy desnuda, ¿puedo ponerme algo por encima?.- dijo Paula
-No, abre así
Paula obedeció, aunque hubiera salido corriendo. Abrió la puerta y vio a una mujer muy guapa con uno de los hombres de la noche anterior. Se sintió morir al volver a ver a Ramón. Sin embargo, cumplió con su papel.
-Pasen, Alfredo les espera en el salón.- dijo con una voz casi inaudible
Sandra entró directamente al salón donde se encontraba Alfredo pero Ramón se entretuvo pellizcando los pezones de Paula y sobándola el culo, ella buscó la mirada de su amo que la observaba sin mediar palabra con mirada divertida y socarrona. Paula se estremeció, aquel sujeto le producía nauseas pero no podía hacer otra cosa más que dejarse sobar. Recordaba la noche anterior, las mamadas que tuvo que hacer a aquellos hombres, entre ellos Ramón, recordaba la polla de éste y como se corrió en su cara. Se le revolvía el estómago sólo de pensarlo, pero ahí estaba Ramón otra vez, dispuesto a sobar cada centímetro de su piel. Hizo que Paula separara las piernas y la introdujo dos dedos en su coño
-Por favor Alfredo le espera.- dijo tímidamente Paula, deseando que aquel sujeto dejara de sobarla
-Calla zorra, nadie te ha ordenado que hables.- dijo Ramón.- Además eres una buena perra, tu coño se está poniendo muy caliente umm y me encantan los coños calientes.
-Ramón, ya que te has servido con Paula, colócale el plung anal, lo tienes en la habitación de tu derecha.- dijo Alfredo
-Enseguida jefe, no hay nada que me guste más que una buena zorra con el culo lleno.- dijo Ramón
Paula sentía deseos de llorar, no entendía por qué su amo no iba a rescatarla de aquella situación y encima se divertía con la escena. ¿Por qué había llamado su amo a esos dos? ¿Qué iba a ocurrirle a ella? Temblaba de miedo y vergüenza, sin embargo, no se movió de su sitio. Para colmo, su amo se divertía bebiendo y riendo con la tal Sandra que parecía estar a sus anchas.
Ramón volvió de la habitación con el plung en la mano, se le notaba excitado, el bulto en su pantalón lo delataba.
-¡Ey! Vosotros dos, pasad al salón.- dijo Alfredo- quiero ver bien como le metes eso en el culito a Paula
Pasaron ambos al salón, Alfredo ordenó a Paula que doblara el cuerpo hacia delante, dejando su culito en pompa. Ramón se acercó por detrás y sin ninguna delicadeza y sin lubricarlo debidamente, empujó el plung en el ano de Paula, que no pudo reprimir un grito de dolor.
-Ponte recta y sirve una copa a Ramón.- dijo Alfredo
Paula apenas podía andar, aquel objeto en su culo todavía no se había acoplado lo suficiente, pero hizo lo que su amo indicó. Sentía deseos de salir huyendo, de abandonarlo todo, sin embargo algo la detenía allí. Le dio la bebida a Ramón y se disponía a salir del salón cuando oyó:
-Perra, ¿dónde vas? Nadie te ha dado permiso para abandonar el salón.- dijo Alfredo- y ponte de rodillas
Paula obedeció y se quedó en una esquina, de rodillas, viendo como Sandra y los dos hombres se divertían. Así pasó algo más de media hora, a Paula le dolían las rodillas de estar en esa postura y no le gustaba nada lo que estaba viendo. Alfredo, de vez en cuando, no dejaba de meter mano a Sandra que llevaba un vestido muy corto y ajustado y por lo que pudo ver no tenía puesta ropa interior.
-Vamos a la habitación. Paula, síguenos a cuatro patas.- dijo Alfredo
Los tres se dirigieron a la habitación de invitados con Paula siguiéndoles a cuatro patas. Una vez allí, Alfredo puso a Paula de rodillas y le ató con unas esposas las manos a la espalda. Ramón y Alfredo se dispusieron a desnudar a Sandra que tenía un cuerpo perfecto, se veía que Sandra estaba gozando de lo lindo, siendo sobada por los dos hombres, de vez en cuando soltaba suaves gemidos que hacían gala de la excitación que sentía.
Los hombres también se desnudaron y se notaba que la situación les excitaba mucho, al menos eso daban a entender sus miembros erectos. Tumbaron a Sandra boca arriba en la cama con las piernas muy separadas, por lo que pudo observar Paula, el coño de Sandra también estaba totalmente depilado. Alfredo se colocó entre sus piernas lamiéndola el coño, desde donde Paula estaba podía ver perfectamente como su amo chupaba el coño de aquella perra. Una punzada de celos recorrió su cuerpo y deseo con todas sus fuerzas estar en el lugar de Sandra, ser lamida de esa manera por su amo que iba introduciendo a su vez varios dedos en la vagina de Sandra. A pesar de los celos que sentía, Paula sintió deseos de acariciarse, estaba tremendamente excitada por la escena que estaba presenciando. Ramón por su parte mordisqueaba los pezones de Sandra con deleite haciendo que se le pusieran muy duros. Esta, se retorcía de placer, gemía sin parar, se notaba que estaba a punto de tener un orgasmo. Los hombres seguían en su tarea y Paula oyó como Alfredo dijo:
-Córrete, preciosa. Quiero sentir como te corres en mi boca.
Paula sintió deseos de gritarle a su amo que se lo hiciera a ella, que ella estaba allí deseando ser usada por él, pero se contuvo y un par de lágrimas asomaron por sus mejillas. Se sentía totalmente humillada, ¿por qué su amo le hacía presenciar el que se acostara con otra? ¿Acaso no sabía lo que sentía por él? Sus brazos se estaban entumeciendo y las rodillas le molestaban mucho, sin hablar del plung que iba dilatando su ano por momentos, sin embargo lo que más le dolía a Paula era la humillación, el dolor que sentía en su alma.
Sandra había tenido ya su primer orgasmo y se notaba que aún quería más, se comportaba como una verdadera perra en celo. Alfredo se dispuso a penetrarla por el coño, se veía que estaba tremendamente excitado y de vez en cuando miraba a Paula observando su reacción. Antes de introducirse en el coño de Sandra, dijo:
-Ramón, ocúpate de Paula. Pero ya conoces las normas
-Con mucho gusto.- dijo Ramón- Tu perra es encantadora
Si Paula pensó que lo que estaba presenciando era lo peor que le podía pasar estaba equivocada. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando Ramón se acercó. Por nada del mundo quería que ese hombre volviera a tocarla, pero no tenía alternativa.
Ramón tenía la polla muy dura, a punto de reventar. Le tapó la nariz a Paula, lo que hizo que abriera la boca y se la metió de un golpe. Estuvo así un rato, notando como Paula luchaba por respirar y no ahogarse con sus arcadas, le soltó los dedos de la nariz y sacó su polla de la boca que salió totalmente mojada por la saliva de Paula que babeaba como la perra que era. Pero no le dio mucha tregua y al momento ya la estaba follando por la boca. Para colmo, Paula tenía metidos en la cabeza los gemidos que Sandra daba por las embestidas de Alfredo y veía como éste estaba disfrutando al máximo. Mientras, Ramón sujetaba su cabeza y hacía que le tragara la polla entera, pensó que iba a vomitar y se arrepintió de haber comido tanto se le estaba revolviendo el estómago, sobre todo de ver a Alfredo disfrutar con otra.
Alfredo se incorporó y se dirigió hasta ella. Apartó a Ramón y dijo:
-Todavía no me he corrido perra, pero quiero que me limpies bien la polla, está mojada de los flujos de Sandra, vamos perra, saboréala
Paula se metió la polla de su amo en la boca, la limpiaba con fruición. Hubiera deseado que no supiera a Sandra, pero menos era nada. Su amo la guiaba ya que ella no podía por tener las manos atadas a la espalda. Le encantaría sentir esa polla dentro de ella, mojarla con su humedad, que su amo se corriera con ella. Alfredo se retiró y le dijo:
-Observa perra, observa como le taladro el culo a Sandra. Ella es una de mis favoritas a ver si aprendes para que llegues a ser como ella
Sandra se colocó a cuatro patas, separando con sus manos su culo, se notaba que no era la primera vez que alguien la penetraba por detrás ya que su ano se veía bastante dilatado. Alfredo se colocó detrás de ella y de un empujón la metió dentro, ambos gimieron por el roce y el amo continuo con las embestidas que al principio eran lentas para luego hacerse más rápidas. Paula observaba sin perder detalle, en ese momento envidiaba a Sandra viéndola gozar con su amo, de repente sintió un pellizco en el pezón derecho que la hizo gritar de dolor. Ramón le había colocado una pinza e iba camino de colocarle otra en el otro pezón, tenían una cadena que unía ambas pinzas con un pequeño peso en el centro lo que hacía que el dolor aumentara. Le colocó otras iguales en cada uno de los labios vaginales, con la diferencia que en esas el peso era mayor lo que hacía que sus labios se estiraran sintiendo un dolor agobiante.
Ramón volvió a meterle la polla en la boca a la vez que tiraba de la cadena que sujetaba las pinzas de los pezones lo que hacía que el dolor de estos aumentara, deseaba que Ramón se corriera cuanto antes para que aquella situación acabara, así que se concentró en intentar darle el máximo placer aunque no era fácil con las manos a la espalda. Estando así podía ver de reojo la escena que estaban dando su amo y aquella mujer, se notaba que gozaban de lo lindo y observó cómo su amo se corría en el culo de Sandra. A su vez Ramón estaba a punto de correrse y apartándose un poco apuntó a las tetas de Paula y mientras tiraba de la cadenita y arrancando las pinzas de un tirón, las embadurnó con su semen.
Paula no pudo reprimir un grito de dolor por el tirón aunque sintió alivio porque Ramón había acabado. Alfredo se volvió a dirigir a ella:
-Límpiala otra vez, quiero que quede bien limpia
Paula se metió la polla de su amo en la boca que la dejó reluciente. Después, Alfredo la puso de pie con las piernas un poco separadas lo que hacía que la cadena de las pinzas de su sexo quedara oscilando. Le acarició el sexo, una oleada de placer recorrió el cuerpo de Paula
-Veo zorra, que te has excitado, tienes el coño mojado.- dijo Alfredo
-Si amo, estoy excitada
-Te estas convirtiendo en una verdadera perra.- y diciendo eso tiro de la cadera hasta que soltó las pinzas lo que produjo que Paula cerrara las piernas por el dolor. Los dos hombres rieron mientras comenzaron a vestirse, también lo hizo Sandra.
-Lávate y recoge todo, después te puedes retirar a descansar, por hoy ya es suficiente.- dijo Alfredo
-Gracias amo.- dijo Paula
Los dos hombres con la mujer salieron de la habitación y Paula oyó como su amo despedía a Ramón y a Sandra.
Una vez se aseó y recogió la casa, Paula se acostó quedando sumida en un profundo sueño
Espero que me deis vuestra opinión y si queréis que continúe. Gracias