Paula 5 (cambio de vestuario)

Nuestra protagonista decide usar una ropa menos llamativa

Eran las siete de la mañana. Mientras su marido preparaba el desayuno de los chicos, Paula ya se había levantado y duchado, preparándose para su primer día de trabajo. Lo tenía bien adiestrado y la atención de los chicos era un trabajo que correspondía a él. Abrió el armario y empezó a elegir la ropa que se pondría. Había decidido ir un poco menos provocativa, para así no tener demasiados problemas al recoger los niños en casa de su suegra. Su marido estaba controlado; sabía perfectamente cómo ocuparse de él.

Una blusa negra semitransparente y una minifalda a juego estarían bien. Zapatos siempre de tacón muy alto. ¿Ropa interior? Nunca solía usarla. No iba a cambiar sus costumbres. Quizás una chaqueta ligera para disimular lo escandaloso de sus preciosas tetas perfectamente visibles tras la delicada seda de la blusa.

Ya estaba vestida y maquillándose frente al espejo cuando su marido entró y, una vez más apreció lo escandaloso de la vestimente de su esposa.

-Cariño, ¿no pensarás ir así al trabajo? Se te ven los pechos perfectamente. Esa camisa se transparenta mucho.

-Mira que eres pesado con la forma en que visto. Lo que llevo puesto es elegante. Tengo que trabajar de cara al público y no puedo vestirme como una monja. Pero si te quedas más tranquilo me pondré un sujetador debajo.

-Eso será mucho más apropiado.

La rubia abrió el armario y sacó un sujetador negro semitransparente que solía ponerse en ocasiones muy determinadas. Se quitó la blusa y se puso el sujetador al tiempo que su marido se despedía porque ya llegaba tarde al trabajo. Luego se puso la camisa.

-Mmmmm….- pensó – el sujetador debajo queda fatal. Le quita toda la gracia a esta preciosa blusa.

-Tengo que irme. Llego tarde para dejar los chicos en el cole – aclaró el marido acercándose a Paula para darle un tierno beso en la mejilla. Sabía que la enfadaría si pretendía besar sus labios recién pintados.

Una vez que él abandonó la habitación, a la escultural mujer se le ocurrió que no daría completamente su brazo a torcer sólo por contentar a su marido y su suegra. Se despojó de su blusa y abrió el cajón del mueble del lavabo para buscar unas tijeras. Recortó la parte del sujetador que ocultaba sus preciosos pezones rosados y, a continuación volvió a colocarse la blusa negra.

-Ahora sí – Volvía a sentirse sexy y provocadora como a ella le gustaba salir a la calle. El sujetador impedía que sus pechos se moviesen libres, pero sus hermosos pezones marcados claramente en la seda hacían su atuendo más escandaloso aún.

-Vaya, no me queda tan mal la ropa interior – rió para sus adentros – me pondré braguitas también.

Entonces hizo la misma operación. Eligió un culotte estilo brasileño de encajes que dejaba la mitad de su culo al descubierto, se lo puso y recortó la parte frontal para que así su coñito pudiese respirar libre y fresco como a ella le gustaba.

Decidió no ponerse liguero para evitar al menos por este día nuevas discusiones familiares, pero esa  minifalda y esos zapatos sin medias no realzarían lo suficiente sus preciosas y torneadas piernas. Sí, unas medias negras eran fundamentales. Se las colocó y, tras calzarse sus zapatos volvió a mirarse al espejo. Le encató lo que vio. Estaba realmente espectacular. Al menos no habría cliente masculino que se le resistiese. Cogió la chaquetilla y el bolso y salió en dirección a la parada de autobús que la llevaría a la oficina.

-Buenos días – saludó Paula a David y Martín que ya se encontraban en la oficina organizando el trabajo.

-Holaaaaaaa, yo soy Martín – se presentó su compañero risueño al tiempo que se acercó a la preciosa rubia para darle dos besos mientras la sujetaba por la cintura – ya me ha dicho David que teníamos nueva chica en la oficina, pero el cabrón no me había hablado de lo guapa que eres – y lo buena que estás pensó el muchacho al observar la forma en que había entrado la casada moviendo el culo al andar subida en esos taconazos y con esa minifalda cortita que realzaba sus preciosas piernas.

Si David era todo un Don Juan, Martín no le quedaba a la zaga. 1,85 m de altura, de piel y pelo moreno, ojos claros y cuerpo modelado en gimnasio. En cuanto a su miembro viril no tenía nada que envidiar a su jefe, 24 cm de polla gorda y bien entrenada que hacía las delicias de sus conquistas.

-Vaya, tú tampoco estás nada mal, pero como ves estoy casada – aclaró Paula al tiempo que señalaba la alianza que lucía – así es que poco tienes que hacer conmigo – dijo volviendo la cara hacia David para guiñarle disimuladamente. David le correspondió con una media sonrisa picarona. Por ahora no tenía ninguna intención de compartir a su nueva putita con nadie.

-Voy un momento al baño – se disculpó la casada.

-Guaaauuuuu – murmuró Martín en voz baja a David – pedazo de pibón te has buscado. Esta la tenemos que pasar por la piedra como sea.

-No seas golfo, ya te ha dicho que está casada, y no quiero problemas en la oficina.

A la vuelta del baño Paula ya no portaba la alianza que ponía en evidencia su estado civil. Ese detalle no pasó desapercibido para David, que lo interpretó como una invitación a seguir con el jueguecito del escondite del anillo.

-A ver, os cuento como quiero que nos organicemos: yo estaré en la oficina, tú, Martín te ocuparás de la captación de propiedades y reportajes de fotos a las viviendas y Paula será la encargada de hacer las visitas con los clientes – explicó el jefe.

-Entendido Señor David, como le dije yo estoy dispuesta para lo que haga falta hacer. Ya verá como pongo mi mejor voluntad en todo. ¿No hace aquí un poco de calor? – apuntó la tremenda rubia, se despojó de la chaquetilla que vestía y fue a colgarla a la percha.

Al darse la vuelta los dos hombres no podían creer lo que estaban viendo ¿era real o una alucinación? Si la camisa negra semitransparente era todo un escándalo, los pezones erectos completamente marcados tras la tela se veían con perfecta nitidez. Gracias al sujetador apuntaban directamente hacia arriba, amenazando con rasgar la fina seda.

-Joder con la casada – pensó David – me da a mí que esto va a ser un escándalo permanente. Espero que al menos no se me escapen los clientes masculinos.

-Vamos Martín, a trabajar, tienes cita a las 9:30, y tú, Paula, encima de la mesa tienes la lista de los clientes. Coge el teléfono y ve concertando citas para visitas.

-Naturalmente Don David, lo que usted mande – asintió la rubia.

Martín se dirigió a la puerta de mala gana, no sin antes echar un último vistazo a la rubia que, sentada tras la mesa, le ofreció para rematar el momento una espectacular visión al separar las piernas distraidamente, como si no supiese que el chico la observaba. El jefe estaba bien para conseguir el trabajo, pero Martín le daba un morbo especial. Ya tenía decidido cuál sería su próximo trofeo.

  • “VUELVO EN DIEZ MINUTOS” – La indicación llevaba colgada en la puerta de la oficina más de una hora y media. Las persianas aparecían bajadas. Nada hacía intuir lo que en esos momentos ocurría en el interior del local.

-Así Señora de Ramos, siga usted cabalgando como una buena amazona….mmmmmm – la aleccionaba David mientras acercaba su boca para lamer los sonrosados y tiesos pezones de la casada que sobresalían orgullosos por los agujeros del sujetador. Paula no se cansaba de montar cuando tenía una polla así bajo ella. Sentía como el glande de la hermosa herramienta de su jefe le llegaba al rincón más íntimo de su coño. Le había quitado sólo la falda y la camisa, dejándola con el sujetador, el culotte, las medias y los zapatos de tacón, con lo que la visión de ella montándolo era todo un espectáculo digno de la mejor actriz porno.

-Síiii Jefeeeeee!!! Don Davidddd!!! No me canso de cabalgar encima de este potro salvaje….Máaaassss!!!! Deme másssss!!!!! – gritaba al recibir las nalgadas que le daba su jefe para acrecentar el ritmo de la monta.

-PLASSSS!! PLASSS!!! PLASSS!! – La casada tenía un trasero para dar nalgadas que era lo mejor que David había probado en su vida. Ya había descargado su simiente dos veces esa mañana en la rubia: una vez follándole su rico culito y una vez más se había corrido en su coño, así que iba a por la tercera y podía sentir su misma leche chorrear sobre sus huevos mientras la penetraba desde abajo.

-Putaaaaa!!! Señora de Ramoossss!!! Señora del Cornudo de Ramoooosss!!! Eres muy pero que muy putaaaaaa!!!

-Síiiiii!!!! Me encanta ser muy puta. Y mi marido es un grandísimo cornudo!!! – gritó la casada en su enésimo orgasmo – Fólleme Jefe!!! Fólleme como sólo se folla a las muy putaaaaasssss!!!! AAAHHHHH, me corroooooooo!!!!! Lléneme otra vez de leche jefeeeeee!!!! Quiero ir a mi casa bien follada y con mis agujeros bien abiertos para que mi marido se entere de lo cornudo que eeesssss!!!!!

-AAARRRGGGGG….ahí la llevaaaasssssss!!! Toma mi leche putonaaaaaaa!!!!!! – gritó en éxtasis el jefe al tiempo que se vaciaba una vez más en el coño de Paula.

CONTINUARÁ……

*Nota del autor: en anteriores relatos he escrito “aureola” refiriéndome al círculo que rodea los pezones, cuando la palabra correcta es “areola” o “aréola”. Muchas gracias al lector que ha realizado la aclaración. Todas las críticas constructivas son bienvenidas.