Paula (4ª y ultima parte)

Para un servidor, hoy en día, no hay nada más excitante y morboso que pescar en corral ajeno... por suerte, hay infinidad de preciosas mujeres en donde la monotonía entro un día en sus matrimonios por la puerta y el amor junto con el deseo salieron por la ventana.

Aquella semana paso muy despacio y por los tórridos emails que me enviaba a diario, me quedo claro que aquella preciosa zorrita se había acostumbrado tanto a recibir un par de raciones de polla al día que la obligada abstinencia, la llevaba francamente mal.

Por el email que me envió el viernes, tuvo una buena movida con su marido cuando le comento que ella también saldría aquel sábado y al parecer “le amenazo” con salir todos los sábados igual que el hacia todos los viernes.

Pase a recogerla en mi coche en el sitio de costumbre en la medianoche del sábado. Estaba realmente espectacular con una cortísima minifalda blanca y un top negro.

-¿Me quito la ropa interior?- me pregunto nada mas subirse a mi coche y besarme.

-¡Hoy déjate puesto solo el tanga!- la conteste deslizando ya mi mano derecha entre sus bonitas y separadas piernas.

Que estaba ya muy cachonda fue más que evidente por dos razones. La primera, porque sin tocarla, ya tenia el tanga completamente empapado. Y la segunda, porque apenas habíamos avanzado cuando me bajo la cremallera, me saco la polla y empezó a comérmela, siéndola completamente indiferente que estaríamos circulando por el centro de la ciudad.

El trayecto hasta un polígono industrial fue bastante breve y tuve que insistirla un par de veces para que dejara de comerme la polla y alzara la cabeza para poderla colocar un opaco antifaz cubriéndole los ojos.

-¿Nerviosa?- la pregunte.

-¡Si… un poco! ¡Pero no tanto como el otro día!- me contesto sonriendo mientras tomaba aire.

Atravesando todo el polígono industrial llegue hasta mi destino, una abandonada y destartalada nave en cuyo interior pude distinguir varios vehículos aparcados y las figuras de sus dueños en el interior.

Todos ellos habían respondido a uno de mis anuncios buscando hombres heterosexuales entre 25 y 35 años para tirarse a la zorra de “mi mujer”. Todos ellos eran de otras provincias y a todos les había pedido lo mismo, unos análisis recientes sobre el VIH y otras enfermedades sexuales.

Dos días atrás había estado en la nave. Sabía exactamente donde y como aparcar mi coche de tal manera que tuviera a Paula a menos de un par de metros de donde yo observaría y escucharía que todo marchaba como había previamente acordado con aquellos cinco desconocidos.

Tras hacerla bajar del coche, la guie hasta el lugar elegido, una destartalada maquina con un extremo similar a una pequeña cinta transportadora donde hice recostarse a Paula de cintura para arriba, para seguidamente cogerla de ambos brazos y extendérselos hacia adelante, cerrando sobre sus muñecas dos acolchadas esposas para sujetárselas a una barra de hierro.

-¡Ahora vas a hacer realidad una de las fantasías que me contaste… esa que desde siempre has tenido de tirarte a varios tíos diferentes y desconocidos la misma noche!- la susurre al oído mientras la acariciaba con rudeza todo el culo por encima de la minifalda.

-¿Cuántos? ¿Cuántos tíos son?- me pregunto.

-¡Contándome a mi, media docena… pero seguro que mas de uno querrá repetir!- la conteste mientras la levantaba el top para desnudar sus pechos.

-¿Media docena? ¡Joder! ¿Son muchos, no?- me dijo entonces.

-¡Tranquila putita… con lo cachonda que estas, en cuanto empiecen a joderte, te parecerán pocos!- la conteste mientras me alejaba, subiendo a mi coche para dar un destello de las luces largas, la señal convenida para que comenzaran.

Para ser sincero, tenía mis dudas sobre la reacción de Paula. Es cierto que estaba muy cachonda y que según me comento tenia la fantasía desde hacia años de tirarse a varios desconocidos la misma noche, pero una cosa era la fantasía y otra muy diferente la realidad.

El primer tío se acerco a Paula. Girando la cabeza me miro, me sonrió y me saludo con un gesto de su cabeza. Se paro justo detrás de ella para lentamente levantarla la minifalda, quedándose unos segundos contemplando aquel espectacular trasero antes de bajarla lentamente el tanga.

-¡Tu marido dice que eres una puta ninfómana y que nunca te cansas de recibir polla!... ¿Es cierto?- le escuche como la preguntaba mientras se sacaba la polla, seguramente para asegurarse de que mi historia era cierta.

-¡Si! ¡Un poco puta, si que soy!- la escuche contestar a Paula mientras para mi sorpresa, separaba las piernas.

-¡Pues esta noche, con cinco pollas para ti sola, seguro que te iras a la cama bien contenta!- le contesto el desconocido mientras se colocaba un preservativo.

Esa era una de las normas para joderla, usar preservativo. Las demás, las habituales. Higiene. No hacerla daño. Y por supuesto, aceptar dejarla tranquila en el mismo momento en el que ella decidiera parar.

En cuanto al como y por donde, eran libres de elegir. Todos ya estaban informados que la gustaba mucho que la sodomizaran y que disfrutaba si empleaban un lenguaje soez, pero lo mejor y que Paula también desconocía que ellos sabían, era sobre su manifiesto placer en tragarse el semen, por ese motivo había pedido los análisis.

Aquel primer tío se la metió por el culo, cerrando sus manos sobre sus caderas para empezar a joderla violentamente, escuchando sentado plácidamente en mi coche los placenteros gritos de Paula mientras entrecortadamente le “invitaba” a que la jodiera cada vez mas fuerte y mas rápido.

Otra de las premisas para mis contactos en internet fue que tuvieran bastante aguante. Todos ellos me aseguraron que aguantaban “bastante” tiempo sin correrse, pero al contrario que sobre el resto de premisas, no era algo que me pudieran demostrar.

El primero no cumplió. Apenas tardo un par de minutos en dejar de joderla para quitarse precipitadamente el preservativo, girando alrededor de la maquina para encajarla su polla en la boca y correrse.

El segundo, el mas joven de todos, fue incluso mas rápido y ni tan siquiera le dio tiempo a descargar en la boca de Paula, corriéndose en el preservativo.

-¡Se ha hecho casi 300 km para un polvo de 30 segundos!- pensé para mi, asombrado tras verle regresar a su vehículo y marcharse.

El tercero fue todo lo contrario y Paula disfruto como con ningún otro de aquellos desconocidos mientras se la follaba, escuchando como se corría al menos tres veces antes de que girara alrededor de la maquina para correrse sobre su rostro.

-¿Qué tal putita?- me acerque a preguntarla mientras el cuarto bajaba de su coche.

-¡De miedo!- me contesto sonriente mientras sacaba cómicamente la lengua para relamer varios chorretes de lefa que corrían por su rostro cerca de su boca.

-¡Ahora vas a hacer realidad otra de tus fantasías!- la comente mientras la acariciaba uno de sus sensibles pechos.

-¿Cuál?- me pregunto con evidente interés.

-¡La de follar con un hombre de color!- la conteste mientras me alejaba.

No me resulto fácil encontrar un hombre de color con posibilidades reales de desplazarse. Aquel que se la estaba acercando, me había comentado que ya se había tirado a varias mujeres blancas, pero que Paula seria su primera rubia natural.

Al contrario que los tres anteriores, primero se desplazo hasta colocarse delante del rostro de Paula, sacándose la polla para restregársela por toda la cara antes de hacer que se la tragara para follarse a placer su garganta durante un par de minutos.

Tras colocarse el preservativo, la levanto la minifalda y la ladeo el tanga antes de separarla las nalgas para metérsela sin ningún miramiento hasta los cojones por el culo, cerrando sus manos sobre las caderas para empezar a joderla.

Los placenteros alaridos de Paula mientras el joven negro la rompía el culo indicaban claramente que hacia honor a la fama de su raza en cuanto al tamaño de su polla, demostrando también un buen aguante al joderla durante casi diez minutos, llevando una de sus manos hasta el sexo de Paula, para provocarla el inmediato orgasmo antes de correrse el mismo.

Del quinto apenas puedo comentar nada. Fue tan rápido como el segundo y se marcho en su coche deportivo con la misma rapidez.

-¡Dos quieren repetir!- la dije volviéndome a acercar.

¿Cuáles?- me pregunto.

-¡El tercero y el cuarto!- la conteste mientras la metía en la boca dos de mis dedos y veía con satisfacción como me los chupaba con evidentes y ruidosas ganas.

-¡Por mi vale… pero al cuarto me gustaría verle la cara!- me dijo después de que la sacara mis dedos de la boca.

-¿No será mas bien la polla lo que le quieres ver?- la pregunte riéndome.

-¡Pues la verdad es que si!- me contesto también riéndose.

-¡Cuando la tenia en la boca la he sentido muy gruesa… pero cuando me la ha metido por el culo, pensaba que me partía por la mitad!- añadió con evidente placer.

-¡Se lo comentare haber que me dice!- la conteste antes de alejarme para entrar en mi vehículo y volver a dar un destello de las luces, señal de que podrían empezar con la segunda ronda.

El tercero salió de su vehículo, pero por la dirección que tomo, supe que quería hablar conmigo.

-¡Antes me la he follado pero los culos no me van… así que, ahora, me gustaría que solo me la mamara!- me dijo dubitativo el trajeado cuarentón con la mirada baja.

-¡Tu mismo… pero si quieres que “mi mujer” te haga una mamada espectacular, acaríciala las tetas… ya veras como babea de gusto la muy puta!- le conteste viendo como alzaba la mirada y me sonreía.

La mamada se alargo durante algo más de media hora. Por supuesto que me resulto imposible saber si Paula se había llegado a correr mientras el cuarentón la magreaba las tetas intensamente, pero por los comentarios que le escuche a el durante todo aquel tiempo y justo antes de correrse en su garganta, me quedo claro que la boca de Paula no le había decepcionado.

Aborde al cuarto mientras se acercaba a Paula para hacerle una propuesta que acepto con una radiante sonrisa de complicidad. Me dijo llamarse Víctor y que era de origen nigeriano.

-¡Lo siento, pero “tu amigo” no ha aceptado y se a marchado!- la dije a Paula mientras la liberaba soltando las esposas.

-¡Joder! ¡Menuda mierda! ¡Me estaba poniendo ya mala solo de imaginarme su polla delante de mi cara!- me contesto visiblemente decepcionada.

-¿Me puedo quitar ya la mascara?- me pregunto.

-¡No! ¡Déjatela mientras te rompo el culo!- la conteste acariciándola soezmente todo el trasero mientras la guiaba hacia una especie de fichero de metal tirado en el suelo.

Antes de tomar asiento sobre el fichero, la desnude por completo a excepción de las botas que llevaba. Normalmente la hubiera pedido que me comiera un poco la polla, pero ya estaba muy excitado pensando en lo que estaba a punto de ocurrir.

Haciendo que se girara para darme la espalda, la guie pacientemente para que se empalara por el culo sobre mi polla, acariciándola un pecho con rudeza al tiempo que la quitaba con rapidez el opaco antifaz.

Me habría gustado ver su cara cuando abrió los ojos y se encontró con la negra polla de Víctor a pocos cm de su boca. Si Paula quiso decir algo, Víctor no la dio ninguna opción, haciendo que se tragara de inmediato su polla para posar sus manos sobre su cabeza y empezar a follarla literalmente la garganta.

Con mi polla en el culo, mis manos magreando sus tetas y la polla de Víctor entrando y saliendo de su boca, note claramente el instante en el que Paula se corría, más que por sus sofocados gemidos, por la repentina rigidez de su cuerpo y la increíble dureza de sus sensibles pezones.

-¡Cómesela bien puta! ¡Por que en cuanto la tenga a punto, te la va a meter por el coño y vamos a compartir tu vientre hasta que te orines de gusto!- la susurre al oído justo después de que mis manos abandonaran sus pechos para cerrarse sobre sus piernas y abrírselas aun mas.

Ciertamente Víctor, estaba muy bien dotado. Me fije en su polla cuando la saco de la boca de Paula completamente brillante por las babas. Su polla no era excesivamente larga, pero en compensación era muy gruesa, de hecho note claramente como ocupaba el poco espacio que quedaba dentro del vientre de Paula al metérsela, notando el movimiento de su polla a través de las finas y elásticas paredes de su vagina.

El silencio en la nave quedo inmediatamente roto por los placenteros alaridos de Paula, viendo como apenas tardaba unos pocos segundos en correrse con todo el cuerpo temblando mientras literalmente se abrazaba con brazos y piernas al cuerpo de Víctor.

Uno… Dos… Tres… Cuatro… Y hasta cinco orgasmos prácticamente seguidos tuvo Paula antes de que Víctor se la sacara para metérsela en la boca y descargar en su garganta. Como yo apenas me había podido mover, me falto tiempo para ponerla a cuatro patas y darla de pollazos antes de sacársela para quitarme el preservativo, viendo como literalmente se lanzaba sobre mi polla para rodearla entre sus labios y cabecear con rapidez mientras me vaciaba los cojones.

Solo dos semanas después Paula le pidió a su marido el divorcio y se marcho con su hija a vivir a un turístico pueblo de la zona del levante. Las tres o cuatro veces que regreso a la ciudad por el tema del divorcio, me llamaba y quedábamos para follar.

En su ultimo email me hablo de alguien “especial” en su nueva vida, un joven dominicano de color que la ponía “mirando pa Cuenca” tres o cuatro veces al día. Un año mas tarde puso una pequeña tienda y tengo entendido que la va todo muy bien. Ahora con un cubano, también de color. O quizás era con el colombiano. No se, porque la muy zorra cambia de amante casi al mismo ritmo que de bragas.