Paula (3ª Parte)

Para un servidor, hoy en día, no hay nada más excitante y morboso que pescar en corral ajeno... por suerte, hay infinidad de preciosas mujeres en donde la monotonía entro un día en sus matrimonios por la puerta y el amor junto con el deseo salieron por la ventana.

El primer correo de Paula me llego aquella misma noche. Prefiero no reproducirlo, pero menos “guapo” me llamaba de todo y nada agradable.

Naturalmente, no la conteste.

El segundo correo dos días mas tarde en un tono bastante más conciliador y con una despedida claramente prometedora… -¡Mi culito te echa mucho de menos!- decía al final.

Tampoco la conteste.

El tercero llego casi una semana después. Se disculpaba por su actitud y me pedía volver a verme.

-¡Ya sabes lo que quiero!- fue mi escueta respuesta.

Aquel mismo día, por la noche, me mando el email que estaba esperando, relatándome algunas de sus fantasías, tanto de las antiguas como otras mas recientes, concretamente las que tenia desde que nos habíamos conocido.

-¿Te atreverías a hacerlas realidad en mi compañía?- fue mi siguiente pregunta.

-¡Contigo si!- fue la escueta respuesta que me encontré en mi buzón al día siguiente.

Antes de conocer a Paula, había tenido ya unas cuantas parejas y otras cuantas “amigas” con derecho a roce. Curiosamente, sobre el tema de las fantasías, había varias que eran comunes prácticamente a todas ellas, aunque una cosa es fantasear y otra muy distinta es conseguir que las lleven a cabo. Paula estaba dispuesta y yo, desde luego, también.

Con la casi absoluta certeza de que mas tarde o mas temprano Paula cedería a mis pretensiones, ya había iniciado, incluso antes de romperla el culo, algunos contactos mediante anuncios en diferentes paginas de internet con diferentes personas y diferentes objetivos, bastando una simple foto de Paula, que la hice ya vestida en su casa la segunda cita y a la que naturalmente recorte el rostro, para que literalmente llovieran las respuestas.

Mi único temor era que la mañana en la que volvimos a vernos, su actitud fuera diferente a la del ultimo día, pero fue como si nada habría cambiado en aquellas dos semanas, salvo que en los dos polvos prefirió que se la metiera por el culo, pues según ella misma, el placer que sentía era mas intenso que por el coño.

-¿Qué tal lo tienes para salir un sábado por la noche?- la pregunte mientras relamía mi polla después del segundo polvo.

-¡No tengo ningún problema, mi marido sale todos los viernes con sus amigos y yo salgo de vez en cuando algún sábado con un par de amigas!- me contesto sin dejar de lamerme.

-¿Qué tienes pensado?- me pregunto.

-¡Es una sorpresa, pero digamos que podrás prescindir de la ropa interior!- la conteste acariciándola el culo.

No me volvió a preguntar durante el resto de la semana.

Quede con ella en el parking de un centro comercial en la medianoche de aquel sábado. Se presento a la cita embutida en un ajustadísimo vestidito blanco y lo primero que hizo, aun antes de darme un beso al entrar en mi coche, fue quitarse las bragas y el sujetador.

Del trayecto en mi coche  hasta el apartamento que había alquilado en una población cercana, apenas se entero. Primero, porque enseguida empezó a comerme la polla y después, porque literalmente se espatarro sobre su asiento para acariciarse los pechos mientras un servidor la metía mano.

Para cuando bajo del coche, estaba incluso más nerviosa que cachonda. Un intenso masaje de mi lengua entre sus piernas  y de mis manos en sus pechos fue suficiente para que entrara al apartamento bastante más tranquila y relajada después de correrse.

Una vez dentro del apartamento, la entregue el opaco y necesario antifaz que ella misma se coloco antes de guiarla por el corto y estrecho pasillo hasta la única habitación, sentándome sobre la cama para guiar su preciosa boca hasta mi polla.

Estaba en plena mamada cuando entro silenciosamente en la habitación, Ana, la única lesbiana que había contestado a mi contacto solicitando una chica bisexual o lesbiana para un trio.

Una de las antiguas fantasías de Paula hacia referencia a una compañera de universidad, al parecer lesbiana, con la que mantuvo una corta “relación” que no fue mas allá de unos pocos furtivos besos y unas mutuas caricias.

Tras hacer que Paula se incorporara, la hice girarse dándome la espalda para seguidamente y no sin ciertas dificultades, conseguir que prácticamente quedara empalada por el culo sobre mi polla, separándola exageradamente las piernas antes de acariciarla sus sensibles pechos y arrancarla así sus primeros gemidos de placer.

Ana se desnudo lentamente ignorándome por completo y con la mirada clavada sobre el precioso cuerpo que tenia delante, acercándose furtivamente para arrodillarse entre las abiertas piernas de Paula y quedarse unos segundos observando su sexo, moviéndose repentinamente con rapidez para encajar su rostro en la húmeda y palpitante entrepierna.

La reacción de Paula, fue inmediata. Primero y durante unos pocos segundos, muda y quieta claramente sorprendida, pero inmediatamente después, sus piernas se abrieron aun mas, su cuerpo se puso claramente rígido, cerro sus manos con fuerza sobre la cabeza que se agitaba entre sus muslos y echando la cabeza hacia atrás encima de uno de mis hombros, se corrió gritando y babeando de placer.

-¡Ana, Paula… Paula, Ana!- fue mi escueta presentación después de quitarla el antifaz y de que se corriera por segunda vez.

Fue Ana la que entonces tomo la iniciativa, acercándose a Paula para pasarla un brazo alrededor de la cintura antes de darse los dos besos de rigor, algo que me pareció bastante “cómico” teniendo en cuenta lo que había pasado apenas un par de minutos antes.

Con Paula claramente cortada y Ana claramente excitada, decidí volver a tomar las riendas de la situación, acercándome a Paula por detrás para comerla el cuello y acariciarla los pechos mientras la empujaba con firmeza hacia la cama.

Tras recostarla boca abajo, volví a metérsela por el culo, bastando unos pocos violentos pollazos para que de nuevo estaría gimiendo de placer… Ana mientras tanto tampoco se quedo precisamente quieta, subiéndose sobre la cama para tumbarse boca arriba bien abierta de piernas justo delante de la cabeza de Paula.

-¡Ya va siendo hora de que te comas un coñito!- la susurre al oído al tiempo que cogiéndola del pelo la obligaba a alzar la cabeza.

Ana dejo inmediatamente de acariciarse el coño para acercar su entrepierna justo debajo del rostro de Paula, bastándome ejercer una ligera presión sobre su cabeza para que descendiera directamente sobre el sexo de Ana, que apenas tardo unos segundos en cerrar sus manos sobre aquella cabeza, apretándola contra su sexo.

No puedo saber en que momento Paula empezó realmente a comerse el coño que tenia delante. Por mi parte, baje claramente el ritmo de los pollazos. Pasaron unos cinco minutos antes de que Ana diera claras muestras de estar disfrutando, tardando otros cinco minutos más en correrse casi en completo silencio.

Para cuando finalmente llegue al orgasmo y me quite el preservativo, Paula ya estaba completamente entregada, comiéndose el coñito que tenia delante, con la misma pasión que ponía cuando me comía la polla.

Aparentemente, ninguna de las dos se dio cuenta de que me marche, dejándolas abrazadas sobre la cama en un casi perfecto y sincronizado 69, disfrutando ambas claramente de la lengua y las caricias de la otra.

Regrese al apartamento dos horas mas tarde. Sobre la cama solo estaba Paula.

-¡Ana se acaba de marchar hace diez minutos, justo después de ducharnos juntas!- me dijo con una amplia sonrisa.

-¿Qué tal? ¿Ha sido como te imaginabas?- la pregunte mientras me sentaba en la cama.

-¡Que va! ¡Mejor! ¡Mucho mejor! ¡Si llego a saberlo antes!- me contesto riéndose mientras se incorporaba y se me acercaba para comerme la boca.

-¡Pero aun así, si tengo que elegir, prefiero una polla!- añadió mientras me bajaba la cremallera.

-¿Y porque no una polla y un coñito a la vez?- la pregunte mientras empezaba ya a lamerme la polla.

-¡Joder! ¡No me lo recuerdes! ¡Los dos primeros orgasmos, con tu polla en mi culo y la lengua de Ana en mi coñito fueron bestiales… sobre todo el primero!- me contesto sonriendo antes de inclinarse para comérmela.

Además de para llevarla hasta donde tenia su coche aparcado, había regresado al apartamento con la sana idea de volver a tirármela, pero Paula me comento que estaba realmente agotada, pues había perdido la cuenta de los orgasmos que la ágil lengua de Ana la había provocado.

En vez de culminar la noche en el apartamento, me pareció mejor idea terminar durante el trayecto en coche, dejando que Paula me hiciera una lenta y espectacular mamada que termino al regarla las encías con mi corrida mientras conducía.

-¿Todas nuestras citas van a ser así de excitantes?- me pregunto mientras se ponía las bragas ya al lado de su coche.

-¡Mejores preciosa, mucho mejores!- la conteste justo antes de arrancar y de marcharme.

Durante la siguiente semana nos encontramos en su casa cuatro de los cinco días posibles y en todos aquellos encuentros fue más que evidente su absoluta disponibilidad para todo lo que la pidiera, aun cuando en ocasiones, no entendía mis motivos o peticiones.

Como la siguiente semana el turno de su marido cambiaba en la fábrica donde trabajaba y no podríamos quedar, pensé en hacer algo un poco diferente el último día de aquella semana.

Su cara de sorpresa cuando la pedí que se pusiera unas medias fue evidente, pero se las puso sobre su piel desnuda sin protestar.

Tampoco protesto cuando a cuatro patas sobre su cama la cerré las piernas a la altura de sus muslos ayudándome de un cinturón de su marido.

Y tampoco dijo nada, cuando finalmente la hice inclinarse hasta que su rostro casi tocaba la toalla extendida sobre las sabanas, para sujetarla ambas manos a sus piernas con un par de corbatas de su marido.

Así, como empaquetada para mandarla por correo certificado, la encaje mi polla en la boca para follarme a placer su garganta durante unos pocos minutos.

Colocándome detrás de ella, la separe las nalgas lo justo para empezar a empujar con mi polla y empezar a metérsela junto con la elástica y fina tela de las medias, escuchando como empezaba prácticamente a gritar de placer desde el primer segundo, pues como imaginaba, con las piernas tan cerradas, notaba mi polla al máximo.

Sin bajar la presión, seguí metiéndosela poco a poco mientras esperaba lo inevitable, que de un momento a otro la fina pero resistente tela de las medias cediera.

La tela aguanto mucho más de lo que me imaginaba, pero en el momento que cedió, el resto de mi polla la penetro brutalmente, escuchando sus placenteros aullidos mientras por primera vez la sodomizaba sin la ayuda de un lubrificado preservativo.

El resultado fue más que satisfactorio para cualquier tío, al ver como Paula, en pleno orgasmo, literalmente se orinaba encima sin remedio, siendo aquello tan morboso que prácticamente eyacule de inmediato directamente en sus entrañas.

-¡Joder! ¡Ha sido el orgasmo mas fuerte que he tenido en mi vida!- me decía sonriendo poco después respirando todavía con dificultad.

Tras darme una ducha rápida regrese a su lado, sentándome sobre la cama para poner al alcance de su boca mi entrepierna, dejando que me comiera la polla y los huevos hasta volver a ponérmela dura, cerrando mis manos sobre su cabeza para follarme a placer su garganta para terminar corriéndome sobre su bonito rostro mientras mantenía su boca abierta.