Paula (2ª Parte)

Para un servidor, hoy en día, no hay nada más excitante y morboso que pescar en corral ajeno... por suerte, hay infinidad de preciosas mujeres en donde la monotonía entro un día en sus matrimonios por la puerta y el amor junto con el deseo salieron por la ventana.

Si tenía alguna duda sobre el comportamiento de Paula al día siguiente, estas se aclararon nada mas verla en el colegio dejando a su hija. El intercambio de miradas fue más que suficiente para saber que seguía interesada en mantener nuestra clandestina relación.

-¡Ayer te marchaste sin instalarme la impresora!- me dijo mientras pasaba a mi lado con rapidez.

Para no levantar ninguna sospecha entre el resto de padres, caminamos en aceras paralelas con dirección a su casa sin ni tan siquiera mirarnos y para hacer un poco de tiempo me quede en la cercana cafetería un cuarto de hora antes de tocar al timbre de su portal.

-¡Muy buenos días, soy el instalador de impresoras!- dije al interfono, escuchando su sonora carcajada mientras me abría la puerta del portal.

Me abrió la puerta vestida con la bata mas horrible y menos sexi que he visto en mi vida, pero al menos tuvo la decencia de quitársela nada mas cerrar la puerta para quedarse completamente desnuda a excepción de un minúsculo tanga negro.

-¿Su carnet de instalador?- me pregunto sonriendo de oreja a oreja.

-¡Aquí mismo señora!- la conteste bajándome la cremallera.

Un minuto mas tarde, arrodillada en el mismo pasillo de la entrada, me levantaba la polla con una mano para empezar a comerme los cojones, viendo poco después como nada mas empezar a comerme la polla, llevaba su otra mano hasta su entrepierna para acariciarse el coño por encima del diminuto tanga.

Me la tire allí mismo, en el pasillo, justo delante del espejo del recibidor.

Sujetándola del pelo con firmeza para obligarla a mantener la cabeza erguida y ver su bonito rostro por el reflejo del espejo mientras me la follaba y se corría sin prestar atención a las dos fotos de su boda que colgaban a cada lado del recibidor. ¡¡Puro morbo!!.

-¿Por qué te gusta tanto comérmela?- la pregunte ya en su habitación mientras me relamía toda la polla.

-¡No se… quizás porque mi marido nunca me a dejado comérsela y contigo a sido “mi primera vez”!- me contesto con aquella preciosa sonrisa.

-¿Qué tu marido no te deja? ¿Por qué?- la pregunte entre extrañado y exceptico.

-¡Piensa que no es “decente” mezclar las bocas con los genitales!- me contesto claramente resignada.

-¡Entonces, si nunca te a dejado que se la comas, hay algo que no entiendo!- la dije.

-¿El que?- me pregunto extrañada.

-¿Cómo es que haces unas mamadas tan espectaculares?- la pregunte sonriendo, viendo como se ponía colorada como un tomate sin dejar de reírse.

-¡Todo tiene su explicación!- me contesto levantándose de la cama de un salto.

-¡Pero prométeme que no te vas a reír!- añadió poniéndose seria.

-¡Ok… vale… lo prometo!- la conteste simplemente para saber el motivo de que una mujer que nunca se había comido una polla, la mamara de aquella manera tan “profesional”.

-¡Llevo años practicando con “esto”!- me contesto tras rebuscar detrás de varias cajas de zapatos en el armario para sacar y entregarme un reluciente consolador negro de un tamaño bastante similar a mi polla.

-¡Me lo regalaron hace años en plan de broma en el trabajo y te puedo asegurar que le he dado muy buen uso!- me comento colorada como una adolescente.

-¡Abre la boca!- la dije sonriendo tras ver como se recostaba sobre mi torso.

Se resistió un poco a la hora de hacerme una demostración, pero me basto empezar a acariciarla un pecho con la otra mano para que abriera su preciosa boca y se tragara sin ningún problema todo el consolador, metiéndoselo y sacándoselo varias veces a medida que claramente se excitaba.

-¡Joder tío, me pones cachondisima!- me dijo riéndose apenas deje su boca libre.

-¡En ese caso, habrá que buscarle solución!- la conteste apartándola un poco para recostarme entre sus abiertas piernas.

Pocas veces he encontrado una mujer casada tan predispuesta a experimentar nuevas sensaciones como Paula. Con todo el consolador dentro de su coño y mi lengua lamiéndoselo sin cesar, encadeno hasta media docena de rápidos orgasmos.

Tras retirar el consolador, cerré mis manos sobre sus pechos para seguir comiéndola lentamente el coño, esperando hasta que estaba a punto de correrse para meterla hasta el fondo uno de mis dedos por su estrecho culito, viendo y escuchando con satisfacción como aun así, se corría retorciéndose de placer.

-¿Me vas a romper el culo ahora?- me pregunto para mi sorpresa cuando ya a cuatro patas sobre su cama sintió mis manos acariciando sus perfectas nalgas.

-¡No, quizás mañana!- la conteste para ver su reacción.

-¡Como tu quieras, se que lo estas deseando desde el primer día!- me dijo visiblemente mas relajada mientras se inclinaba hacia adelante, alzaba el trasero y separaba las piernas.

-¿Y tu no lo deseas?- la pregunte restregándola mi polla por toda su húmeda entrepierna.

-¡Si. Tengo el morbo de saber que se siente, pero mi marido nunca ha querido….!- me empezó a decir, pero se callo nada mas metérsela y empezar a follarmela.

Me la tire pensando en su marido. Como se puede ser tan gilipollas. Tienes una mujer guapa, dispuesta a complacerte y sin miedo a practicar cosas nuevas, ¿y tu se lo niegas todo por unas ideas tan absurdas como anticuadas?... en fin… seguro que su marido era de los que se pasaban por algún puti-club en busca de nuevas emociones sin entender que la mejor guarrilla, era la que tenia “muerta de risa” en casa.

Se la saque después del segundo orgasmo, no porque estaría ya a punto de correrme, si no porque quería que me hiciera una buena mamada con aquella boquita tan sensual.

Me encanto correrme dentro de su garganta y ver como se tragaba hasta la última gota de mi lefa, lamiéndola incansablemente hasta mucho tiempo después de que perdiera toda su fuerza y vigor.

-¡Te vuelves a marchar sin instalarme la impresora!- me dijo riéndose ya en la puerta.

-¡Si, pero al menos te he desatascado “las cañerías”!- la conteste antes de comerla la boca y salir de su casa escuchando sus carcajadas.

Fue después de aquel encuentro cuando me plantee muy seriamente empezar a “usar” a mi antojo las virtudes y las ganas de hacer cosas nuevas de aquella preciosa zorrita.

Aquel mismo día ya empecé a planear mis siguientes pasos, pero antes tenia que romperla el culo y lograr que disfrutara con ello.

Al día siguiente, mientras dejábamos a los críos, me hizo gracia un comentario de otra madre a Paula sobre la “buena cara” que tenia últimamente… -¡Ahora tiene cara de “bien follada”!- pensé para mi mismo mientras intercambiábamos una cómplice mirada.

Habíamos quedado como siempre, aproximadamente media hora después de dejar a los críos en el colegio, pero aquel día llegue casi un cuarto de hora tarde a propósito.

-¿Dónde coño estabas? ¿No estarás follando con otra verdad?- me pregunto nada mas dejarme entrar…

-¡Me encontré a un amigo y no era cuestión de dejarle con la palabra en la boca!- la conteste abrazándola por detrás.

-¿Me has echado de menos?- la pregunte ladeándola la horrible bata para desnudar y empezar a acariciar sus sensibles pechos.

No me contesto “de palabra”. Girando la cabeza empezó a comerme la boca al mismo tiempo que echaba sus manos hacia atrás para acariciarme el paquete.

-¿Sigues queriendo que te rompa el culo?- la pregunte ya desnudo y sentado sobre su cama mientras me comía apasionadamente la polla.

-¡Si! ¡De echo, anoche me masturbe mientras me lo imaginaba!- me confeso para mi sorpresa alzando la vista y poniéndose claramente colorada.

-¿Me dolerá?- me pregunto mientras deslizaba su lengua por toda mi polla.

-¡Al metértela, seguro que un poco… pero he venido “preparado”!- la conteste levantándome de la cama para acercarme hasta donde tenia mi ropa.

-¡Lubricante para “jugar” un poquito antes y preservativos lubrificados para después!- añadí mientras echaba sobre la cama ambos envases.

Su reacción me volvió a sorprender. No se quejo. No intento dejarlo para otro día. Simplemente se subió sobre la cama y se puso a cuatro patas ofreciéndome su prieto culito en bandeja de plata.

Quizás la hubiera roto el culo en aquel momento, de echo, solo con notar su absoluta predisposición, se me puso la polla dura como el cemento.

Pero me basto posar mis manos sobre sus nalgas para sentir su tensión, así que pensé en ceñirme al plan que ya tenia establecido, metiéndosela hasta los cojones por el coño para empezar a follarmela con rudeza, tardando apenas unos pocos segundos en escuchar como se corría pese a no acariciarla sus sensibles tetas…

Tras volver a correrse poco después, deje de follarmela, aunque podría haber aguantado un poco mas, para girar alrededor de su cuerpo y encajarla mi polla en su preciosa boca, cerrando mis manos sobre su cabeza para literalmente follarme su garganta hasta correrme.

-¡Me encanta joder… me encanta!- susurraba poco después lamiendo y relamiendo mi polla una y otra vez.

Mas tarde, mientras se fumaba el cigarro de costumbre, me acerque hasta el baño para regresar minutos mas tarde a su lado con una toalla muy grande y un bote de aceite para la piel.

Tras lograr que se levantara y se volviera a acostar sobre la amplia toalla, me acerque hasta el vestidor para coger “prestada” a su marido una corbata con la que la ate las manos al somier de la cama antes de acercarme de nuevo hasta donde estaba mi ropa para sacar de un bolsillo un opaco antifaz de esos que mucha gente usa para dormir, viendo como sonriente, me dejaba que se lo pusiera sin protestar.

Primero fue el aceite. Esparciéndoselo por todo el cuerpo desde el cuello hasta los pies. Lentamente, sin ninguna prisa. Mientras me fumaba el cigarro que no me había fumado antes, mi única mano se concentro en sus pechos. Para cuando termine el cigarro, ya jadeaba con los pezones duros como piedras y las piernas completamente abiertas.

Mi siguiente movimiento la sorprendió, dejando escapar los primeros gemidos al sentir como la penetraba por el coño con su consolador, moviéndolo lentamente de afuera hacia adentro hasta metérselo entero, empezando a lamer toda su entrepierna al tiempo que la metía por el culo un dedo lleno de lubricante, moviéndolo lentamente durante un par de minutos antes de meterla el segundo dedo, escuchando como se corría apenas un par de minutos mas tarde.

Por norma, mi postura favorita para tirarme a una tía es a cuatro patas y quizás sea también la mejor para una buena sodomizacion, sobre todo si la pones delante un espejo para poder verla la cara mientras te la tiras… pero para la primera vez de Paula, pensé en algo especial.

Para cuando la quite la mascara y la solté las manos, ya me había colocado el lubrificado preservativo y la había colocado una almohada doblada debajo de sus riñones, limitándome a separarla las piernas antes de echárselas hacia atrás haciendo que ella misma se las sujetase, de tal manera que sus rodillas quedaban casi a la altura de sus hombros y su ano justo delante de mi polla.

Me llevo un par de eternos minutos meterla poco mas que la punta y después, fue solo cuestión de hacer fuerza para que mi polla empezara lentamente a deslizarse dentro de su prieto culito a medida que las paredes de su ano se dilataban.

Pendiente en todo momento de las expresiones del rostro de Paula, pude ver como apretaba los labios en el momento que conseguí penetrarla y como cerraba los ojos mientras se la metía sin que aparentemente sufriera ningún tipo de dolor.

-¿Qué tal estas?- la pregunte sudoroso y con toda mi polla dentro ya de su culo.

-¡Bien!... ¡Solo me dolió un poco al principio!- me contesto abriendo los ojos.

-¡Es una sensación extraña!... ¡Placentera… pero muy diferente!- añadió sonriéndome.

-¿Pero te gusta o no?- la pregunte mirándola directamente a los ojos.

-¡No lo se… hasta que no empieces a joderme…!- me contesto con una expresión claramente decidida dibujada en su precioso rostro.

Alargando mis manos hasta sus tetas, empecé a jugar con sus pezones hasta ponérselos bien duros antes de empezar a mover mi polla muy lentamente, sonriendo de satisfacción al ver la expresión de sorpresa en su rostro justo antes de dejar escapar un largo y prolongado gemido claramente placentero…

-¡Mas fuerte… mas fuerte joder…!- me decía poco después con su boca y sus ojos abiertos de par en par.

Tras su petición y sabiendo con seguridad que contra todos los pronósticos de su primera vez, estaba disfrutando, pase de sus sensibles tetas para posar una de mis manos en su entrepierna para acariciarla su encharcada raja al tiempo que cerraba la otra mano con fuerza sobre su pelo para “obligarla” a mantenerla erguida y que pudiera ver como mi polla entraba y salía de su culo cada vez mas violentamente.

He visto a algunas mujeres disfrutando con una polla dentro del culo, pero nunca había visto a ninguna disfrutar de una manera tan exagerada y menos aun su primera vez.

Nada mas empezar a joderla sin ningún miramiento, Paula empezó literalmente a aullar y babear de placer completamente descontrolada, bastando con que la penetrara con un par de dedos en su inundado sexo para que se corriera mostrando en su bonito y congestionado rostro una expresión de felicidad y de sorpresa al mismo tiempo difícil de explicar.

Ante aquel espectáculo, no tarde nada en correrme verdaderamente excitado, viendo para mi sorpresa, como Paula se incorporaba y tras comerme la boca, me retiraba el preservativo y se inclinaba para literalmente chuparme ruidosamente mi ya mustia polla.

-¡Dios! ¡Ha sido brutal! ¡Un poco mas y me meo de gusto!- fueron algunas de sus expresiones mientras nos acariciábamos mutuamente claramente relajados.

-¿Te sueles masturbar?- la pregunte poco después mientras nos vestíamos…

-¡La verdad es que ya no!... ¡Hace años, casi a diario!- me contesto sonriendo y ruborizándose.

-¿Y cuando te masturbabas, que te imaginabas?- la pregunte de nuevo.

-¡No se… no me acuerdo!- me contesto eludiendo claramente el tema.

-¡Pues piénsatelo y recuerda!... ¡No pienso volver a verte hasta que no me cuentes algunas de tus fantasías!- la dije ya cerca de la puerta.

-¿Estas bromeando verdad?- me pregunto poniéndose a la defensiva.

-¡En absoluto!... ¡Quiero saber que fantasías tenias y como creo que te da corte contármelas cara a cara, te voy a dar mi dirección de correo para que me las cuentes!- la conteste antes de darla un beso, entregarla mi dirección de correo y marcharme.