Paula 1
Las deudas bancarias se multiplicaban y Paula necesitaba urgentemente un trabajo con el que afrontar los pagos, ya que con la nómina de su marido apenas les alcanzaba para los gastos imprescindibles del hogar.
De pie, con las manos en los bolsillos, dentro de la oficina inmobiliaria de la que era dueño, David se entretenía viendo las chicas pasar por la calle.
En la oficina sólo trabajaban él, atendiendo al público y Martín, que normalmente se encargaba de realizar las visitas de los clientes a las propiedades o de pasar a hacer fotografías a las viviendas que acababan de captar.
Para David, un soltero y mujeriego incorregible que disfrutaba proponiendo los juegos más morbosos a sus frecuentes conquistas, éste era el trabajo perfecto. Le daba para llevar una vida bastante cómoda y, además, lo que era más importante para él: ligaba casi a diario.
De repente vio acercarse desde el fondo de la calle a una chica que parecía sacada de una película de Tinto Brass. El contoneo de sus caderas realzaba las curvas de la mujer. Un vestido cortado por encima de las rodillas, mucho más allá de lo que una mujer decente debería permitirse dejaba al descubierto el elástico negro en que quedaban rematadas las medias y la cinta de lo que adivinó David era un liguero. Unas sandalias azules de tirillas y altísimo tacón que dejaban al descubierto unos dedos perfectamente arreglados remataban el cuadro por debajo. La parte de arriba tampoco tenía desperdicio. El vestido era cortado hasta más abajo del ombligo por un escote en V que no daba opción a que su portadora usase sujetador, pues éste rompería la armonía del conjunto. A cada paso que la chica daba los ojos de David se abrían cada vez más. Esa forma de mover el trasero al andar, esas tetas que se adivinaban grandes y turgentes moviéndose libres dentro de los dos trocitos de tela que, a duras penas las ocultaban dentro de su escondrijo.......parecía todo un sueño erótico.
Pero la sorpresa fue mayor aún si cabe cuando la chica se detuvo delante de la puerta de la oficina y empujando con decisión entró al interior
-Buenos días, ¿El señor David Carrillo?
-Buenos días, Sí, soy yo - contestó David casi tartamudeando
-¿Podría hablar con usted un momento?-inquirió ella al tiempo que pasaba disimuladamente sus dedos por una de las tiras del vestido que cubrían sus tetas para cubrir un poco lo que, por lógica, dadas las dimensiones de las tetas y lo reducido de la tela, era imposible de cubrir
-Por supuesto, tome usted asiento, dígame en qué puedo ayudarle - había algo en lo que sin dudarlo ya estaba maquinando David que podría ayudar a esta dama
-Mi nombre es Paula - aclaró, al tiempo que ofrecía la mano derecha a David antes de tomar asiento. Ese simple movimiento hizo que la rosada aureola del pezón izquierdo asomase deliciosa entre las sombras de la tela del vestido. David cogió con delicadeza la mano que se le ofrecía y, en vez de apretarla, la acercó lentamente a sus labios mientras miraba descaradamente el escote de la señora. Después, ella tomó asiento al otro lado de la mesa para, de manera inmediata, cruzar las piernas de manera que, a poco que se moviese, ofrecería un magnífico espectáculo a nuestro protagonista.
-Verá, una amiga común me ha dicho que necesitaba usted ayuda en la Inmobiliaria y que estaba buscando a una chica. La verdad es que ahora mismo estoy en una situación económica bastante delicada y me vendría bien un trabajo como éste. Yo tengo don de gentes. Suelo ser bastante convincente -aclaró ella, al tiempo que separaba las piernas para volver a cruzarlas mientras se pasaba el dedo índice por los labios. - y creo que podría serle de gran utilidad en su trabajo - lo que Paula no contó a David fue que su amiga también le había hablado de los atributos y las cualidades de David en la cama.
-Mmmmmm, verá Paula, por lo que puedo observar es usted casada apuntó David señalando la alianza que brillaba en el dedo anular de la mano derecha de la mujer. No sé si este trabajo será lo más adecuado para una mujer casada. No tenemos horarios fijos, estamos en manos de lo que dicten los clientes y, a veces, tendría que regresar tarde a casa. Si su marido es celoso eso seguramente sería un problema. ¿Tiene usted hijos?
......CONTINUARÁ