Patricia y Sergio

Una chica de barrio se cansa de chicos sin futuro y decide intentar seducir a su primo ingeniero

Las pasadas vacaciones de Navidad vi a muchas personas a las que solo veo una vez al año, incluido mi primo Sergio. Normalmente cada año nos vemos, intercambiamos cuatro frases por quedar bien y nada más. A mí la verdad es que me cae bastante bien, pero nunca tuvimos mucha confianza. Me saca 9 años (tiene ya 31) y tiene otro rollo en la vida, otro estilo y otra clase social.

Y es que a pesar de ser familia cercana, en la de él siempre se ha insistido mucho en que los hijos estudiaran, son tres y los tres de carrera, concretamente Sergio es ingeniero. Mientras que en la mía a mí por ejemplo nunca me pusieron pegas para dejar de estudiar  y ponerme a trabajar. Todas mis amigas lo hacían y yo llevaba muy mal no tener dinero para salir, ropa y demás, así que acabé haciendo lo mismo.

Otra diferencia entre nosotros es que yo soy muy de barrio, hay gente que me etiqueta de choni, aunque yo no me considero eso. Soy un poco más baja que la estatura típica para una chica y muy delgada. Pelo liso a la altura de los hombros y ojos claros, muy blanca con algunos lunares por el cuerpo y un piercing sencillo en la nariz. Me encanta la moda, probarme mil trapitos y comprar cuando puedo, cambiar de look, sacarme mil fotos y subirlas a insta y ver como me dan un montón de likes, y todo eso.

Tras terminar una relación de pareja, por primera vez no me apetecía sacar un clavo con otro clavo, y decidí seguir un tiempo soltera. No veía viable a ninguno de los chicos del grupo de amigos, o del barrio, como pareja, porque ya estaba harta de infidelidades, de catetos y de chicos con trabajos de mierda sin futuro. Yo quería vivir la vida, tener una buena casa, un buen coche, toda la ropa que quiero, y incluso con suerte no tener que trabajar.

Probé en las típicas aplicaciones para ligar, pero entre que todos iban solo a buscar sexo, y que muchos mentían sobre su empleo y posición económica, se me quitaron las ganas bastante rápido. Además de que podía ser incluso peligroso para mí quedar con alguien si resultaba ser un loco. Incluso probé en un famoso programa de televisión de citas, donde me tocó un auténtico gilipollas así que eso no funcionó tampoco.

Pero en esa reunión familiar vi a Sergio de otra manera. Otros años no, pero como esta vez llevaba unos meses buscando a un hombre así, por primera vez le vi de esa manera. Era como yo buscaba, y además ya le conocía y él a mí, y todo sería seguro. Pero claro, estaba el pequeño problema de ser primos carnales. Nunca se fijaría en mí de esa manera y aunque lo hiciera sería una relación prohibida


El caso es que aunque no pudiera estar con él, nadie me podía evitar fantasear. Cuando me sentía mal en casa o en el trabajo o con los amigos, me gustaba evadirme pensando en una vida con Sergio, sintiéndome cuidada y con estabilidad y tranquilidad económica. No era el chico más atractivo físicamente pero eso no me importa demasiado, y al menos era más alto y grande que yo, cosa que sí es importante para mí. Poco a poco y con la tontería de fantasear me fui encaprichando un poco, tanto de él como de la idea de cambiar de vida

Si bien no podía intentar ligar con él, sí que podíamos hablar sin problema, así que empecé a escribirle más. Respondía muy educado y teníamos una conversación fluida y divertida. Estuvimos así varias semanas. Lo malo es que pronto me volví un poco pesada y creo que me vio las intenciones y se empezó a alejar. Evidentemente él no quería perder tiempo en hablar con su prima pudiendo estar hablando con chicas con las que podía ligar. Y además seguro que me consideraba una niñata y una choni. Me sentí muy mal, ya me había encaprichado de él y pensaba que sería más receptivo, y no suelo tener problemas para seducir a ningún chico gracias a mi físico, así que no estaba acostumbrada a esto y me deprimí un poco.

Me volví incluso un poco acosadora y obsesiva hasta que me acabó bloqueando en whatsapp. Entonces ya entendí que estaba siendo molesta. Le escribí un SMS ya que por ahí no me había bloqueado, disculpándome, confesandole mis sentimientos y reconociendo que esto era imposible. Entonces me desbloqueó, aceptó mis disculpas y se disculpó también él por haberme bloqueado y haber sido tan seco conmigo, que éramos familia y que la familia es lo primero. Me alegré porque así al menos no estaríamos de mal rollo.


Estuvimos bien así un tiempo hasta que llegó un día donde el alcohol hizo que pasaran cosas. Estando de fiesta con dos amigas, estuvimos primero cenando, donde cayeron dos copas de vino, y luego de copas y bailando y ligando en una discoteca, donde estaba ya un poco pedo. En una de las veces que fui al baño con mi amiga nos sacamos unas fotos bastante sexys frente al espejo. Yo me veía rompedora y la cantidad de tíos que me habían entrado ya, lo confirmaba.

Volviendo a casa en el autobús nocturno tras hartarnos a bailar y habiéndome enrollado (solo besos y magreos) con dos tíos, estaba pasando el rato con el whatsapp cuando vi en la lista de chats mi última conversación con Sergio. La conversación estaba un poco fría y poco frecuente, y no sé como me dio por mandarle dos de las fotos sexys que me había hecho en el baño. Vi que estaba despierto porque se veía que había leído los mensajes, y me puse super nerviosa. Me contestó de una forma algo neutral, me dijo que estaba muy guapa pero en plan por educación. Al menos no le molestó, y es que nunca está de más alegrarse la vista.

Lo volví a hacer más veces, y algunas de esas fotos eran bastante picantes, pero no se enfadaba. Yo me preguntaba hasta qué punto lo disfrutaba y si quizá llegaba a tocarse viendo mis fotos. Solo de pensar que pudiera hacerlo me volvía loca.

De nuevo volví a pasarme y a tensar demasiado el hilo. Algunas fotos eran ya en bikini o una vez estando en casa le llegué a mandar una en sujetador. Estas fotos además estaba claro que me las estaba haciendo para él y solo para él, a diferencia de las que pudiera hacerme por ahí de fiesta. Ahí ya si que me dijo que parara, pero casi me hacía gracia, porque no lo decía muy convencido y ya estaba claro que le gustaba lo que veía. Le contesté "estás en tu derecho de bloquearme otra vez, pero si lo haces no podré enviarte más fotos ;)"

Y efectivamente no me bloqueó y me siguió permitiendo continuar con este juego. Rezaba para que esto surtiera su efecto. Pensé en enviarle fotos aún más picantes pero entonces ya no quedaría nada de mi físico por enseñarle y perdería ese arma.

Lo que no dudé ni un momento es, la siguiente vez que estuviera un poco animada por el alcohol, a pasarme por su casa. Después de otra noche de copas, super cachonda después de sentir las miradas y comentarios de los chicos, todos los cuales rechacé, me despedí de mis amigas y me fui un poco antes, de hecho era pronto, y en vez de a casa fui a la suya.

En cuanto estuve abajo le escribí y le dije que pasaba por allí y que si le apetecía que nos viéramos. Cuando le vi un poco reticente, volví a mentir al prometerle que solo sería para hablar y tomar algo. Me abrió para que pasara, y es que tanta foto sexy seguramente había surtido su efecto. Me arreglé un poco en el espejo del portal.

Al entrar por la puerta su cara lo decía todo, y al entrar pasando por su lado seguro que le encantó el perfume que emanaba de mi pelo. De ropa llevaba un jersey blanco ajustado y una mini de cuadros blancos y negros, y botas de cuero. Si no le seducía hoy así, estaba claro que nunca lo conseguiría. Era la primera vez en persona desde la reunión familiar, todo lo demás habían sido mensajes o llamadas, o mis fotos sexys.

Me preguntó qué quería tomar, supongo que por educación, y claro no le iba a pedir agua. Pedí una copa de vino y nos puso una a cada uno. Charlamos y lo pasamos bien, aunque parecíamos solo amigos, no salía ningún tema sobre lo de "nosotros". Se hacía un poco tarde y no se lanzaba así que tras haberlo pasado bien un rato ya me estaba yendo. En la puerta, antes de abrirla, le di dos besos, con mis brazos alrededor de sus hombros era un medio-abrazo mientras nos dábamos los besos de despedida. En esa postura, tan cerca de él y ya con tantas ganas acumuladas de estar con él, no me resistí y le planté un beso en la boca, ni un beso de tornillo ni un pico, una cosa intermedia, que duró unos tres segundos. Separé mis labios de los suyos pero no mi cuerpo, le miré a los ojos sonriendo, y nos volvimos a besar. Esta vez él estaba poniendo de su parte y eso me llenó de esperanzas.

Sus labios eran cálidos y suaves. Yo pegaba mi cuerpo al suyo todo lo que podía para que lo sintiera. Yo ahí abajo ya empezaba a sentir algo, y es que me estaba dando un morbo tremendo estar haciendo eso con mi propio primo. Por suerte esta vez tomó algo la iniciativa y me llevó de la mano de nuevo al salón. Menos mal, no quería que solo fuera un beso y que tuviéramos que esperar a nuestra siguiente cita para que pasara algo.

Nos recostamos en el sofá y nos dedicamos a seguir disfrutando de nuestros labios y cuerpos, ya con alguna mano por ahí explorando el cuerpo del otro. Y de los labios se pasó a lengua, saliva y sonidos lascivos que era todo lo que se oía en el salón. Yo abrí un poco las piernas y, aunque estábamos los dos vestidos, me sentía super expuesta al tener las piernas abiertas y llevar minifalda. De todas las vivencias que había tenido en la vida con Sergio desde que éramos pequeños, nunca hubiera imaginado encontrarme así delante de él.

Sergio estaba ya fuera de sí, comiéndome la boca como un poseso y amasándome las tetas con las manos. Yo también hice una exploración manual de su paquete y aparte de notarse ya a media erección, pude notar que no estaba mal dotado. Él a veces se aventuraba bajo mi falda y ponía su mano entre mis muslos cerca de mi sexo, o directamente me acariciaba por encima de la braguita. Nuestras lenguas ya parecían estar luchando una contra la otra, y nuestras caras estaban ya húmedas con la saliva del otro.

Le desabroché el pantalón con una mano y ya directamente la metí dentro del calzoncillo. Fue un alivio para él cuando agarré su polla y la liberé de esa tensión y ya pudo ponerse totalmente tiesa. Le masturbé cuidadosamente, aprovechando su lubricación para embadurnarla y facilitar mi estimulación manual. Era de tamaño normal tirando a grande, aunque con las manitas que yo tengo parecía bastante grande.

Le masturbé durante un buen rato mientras nos seguíamos danto el lote. Creo que noté que estaba cerca de correrse, así que reduje un poco el ritmo, y al rato me incliné sobre su pubis para hacerle una buena mamada. Me encantó la sensación en mi boca, esa polla caliente, suave pero dura, me gustaba su sabor, todo. Me dediqué a hacerle mi mejor mamada mientras él seguía dándose un buen festín de tocamientos por todo mi cuerpo. Unos minutos después el pobre ya no aguantó más y me avisó de que se iba a correr. Yo seguí mamando como si nada hasta que estalló en mi boca, una corrida caliente, densa y copiosa, me daba la sensación de que hacía mucho que no descargaba. Entre la potencia de su chorro y lo cachonda que yo estaba, decidí tragármelo sin más. Y es que quería dar una imagen de chica atenta y entregada, quería que esto saliera bien y que él estuviera encantado.

Fui al baño a limpiarme y a la vuelta se le veía feliz y satisfecho, y a mí me encantaba verle así. Sabía que esto iba a salir bien. Ya a otro día iríamos a más, no quería ir con prisas. Nos despedimos con un pico y pillé un taxi para casa, y en cuanto llegué me encerré en mi habitación a masturbarme. Estaba cachonda como nunca, tras lo que había pasado y no poder desahogarme. Me imaginé a Sergio empotrándome bien empotrada y soltando esa tremenda corrida dentro de mí. Y ya tras eso y tras todo lo que había pasado pronto ya me quedé dormida, soñando con un posible futuro con mi querido primo.