Patricia, mi primera infidelidad cielo e infierno
Patricia es infiel por primera vez tras diecisiete años de matrimonio, lo que empieza como un maravilloso escarceo amatorio termina de una forma que jamas pensó podría pasar.
Patricia no sabía bien como había comenzado todo, su marido le había llevado la computadora a casa para que se modernizara, varias veces bromeando le había dicho que conocería a mucha gente y que hasta pretendientes tendría, tras diecisiete años de casados eso no le causaba mucha ilusión, sin embargo reconocía que debía actualizarse para no quedarse atrás de sus hijas, y del resto de las amigas de su círculo.
En un principio no pasó nada fuera de lo común, comenzó a utilizar la aplicación del mensajero, y añadió solo a amigos y conocidos, Patricia puso una foto donde ella se veía guapa, y se sentía satisfecha del aspecto que el trabajo diario en el gimnasio le había ofrecido, a sus treinta y siete años lucia esbelta, y estilizada, sus caderas afiladas, largas piernas de muslos y pantorrillas torneadas, así como sus pechos aun erguidos a pesar de tres embarazos, destacaban en la fotografía donde portaba una pequeña minifalda negra, con una blusa de seda, y unos tacones altos que a su marido le gustaban mucho.
En cuanto la foto estuvo abierta al dominio público, noto como varios desconocidos que hurgaban en la red empezaron a enviarle solicitudes de amistad, en un principio, declino todas, pero la curiosidad de la mujer la llevo a verificar cada solicitud y el perfil de aquellos que deseaban establecer contacto con ella, y su naturaleza hizo que algunos de los perfiles de aquellos aspirantes le llamaran la atención irremediablemente.
Durante toda su adolescencia Patricia había sido muy socorrida por pretendientes que la frecuentaban, se había besado con varios de ellos, pero jamás había tenido relaciones sexuales hasta que conoció a Daniel, a quien le entrego su virginidad a los 16 años, y quien, a la postre se convertiría en su marido, ahora, a través de un medio tan impersonal como la red, se sentía como cuando era una jovencita recibiendo mensajes para que aceptara a gente que no conocía, algunos solo con la solicitud oficial del proveedor del servicio de mensajero, otros con notas más personalizadas, unos muy galantes y correctos, otros totalmente guarros y faltos de la más mínima educación.
Algunos de ellos eran verdaderamente descarados y hasta groseros, especialmente cuando Patricia había dejado bien claro en su perfil de presentación que era una mujer casada que solo buscaba amistad y nada más.
Leyendo algunos de ellos la mujer reía, y en otras ocasiones se escandalizaba, mensajes que oscilaban entre la devoción y el respeto, hasta aquellos que eran francamente ofensivos, uno de ellos decía cosas como: Puta, se nota que quieres verga, yo tengo una de 30 centímetros para romperte el culo y quitarte lo urgida.
Otro más era algo así: Paty, me llamo --------- y me encantaría conocerte para entablar una bella amistad, se nota que eres una mujer elegante y sofisticada con quien me gustaría platicar acerca de nuestros gustos en común, espero me aceptes para ser amigos y pasar horas de excelente charla y diversión.
Fue precisamente ese mensaje al cual Patricia dio el sí por primera vez a un desconocido, y como ella y José Luis iniciaron su amistad, él era un ingeniero en sistemas de veintiocho años de edad y se desvivía en elogios para ella, casi siempre los temas de conversación eran relacionados a música, moda, y muy de vez en cuando sobre las relaciones personales que ellos sostenían con sus respectivas parejas, todo siempre con un lenguaje propio y aseado, sin connotaciones sexuales y totalmente inicuos.
Al paso de tres meses ininterrumpidos de charla cibernética, él se animó a pedirle su teléfono y le ofreció el suyo, ella no reparo en dárselo, eran ya muchos días consecutivos de charlas que se alargaban por más de dos horas, en sesiones que hacían que las tardes de Patricia fueran más llevaderas, Daniel se la pasaba en su trabajo, y sus hijas crecían y se relacionaban más y más con los hijos de sus vecinos pasando poco tiempo acompañando a la joven señora de treinta y siete años que admitía cada vez más una especie de adicción a sus chats de la tarde, donde se divertía conversando con sus primas que radicaban en otras ciudades amigas de su círculo personal y esos desconocidos donde José Luis ocupaba un lugar especial por su corrección y amable platica.
Tras esos primeros tres meses, y darle el teléfono al joven al cual le llevaba nueve años de edad, Patricia noto como se emocionaba inusualmente cuando el teléfono sonó por primera vez y escucho la voz de su amigo cibernético, su voz era varonil, con cierto acento norteño, y a pesar de que él le había mandado ya varias fotografías de el en algún viaje de vacaciones, o en su oficina de trabajo, el escuchar su voz reporto una extraña sensación en la mujer que animada sustituyo la charla del chat por escuchar la voz de aquel joven amable e interesado en todas las cosas que a ella le parecían interesantes.
En esta segunda fase de su amistad, las conversaciones del mensajero terminaban irremediablemente con una charla telefónica al final del día, él le había pedido que si por favor le enviaba algunas fotos más para poder conocerla aún mejor, ella no había reparado en hacerlo, algunas de las fotos mostraban a la atractiva señora en una fiesta formal con un vestido entallado y tacones altos, unas más, en minifalda de mezclilla y zapatillas bajas, con una blusa en cuello en V que dejaba entrever el escote y el canalillo perfecto que se formaba en su bronceada piel color canela, en otra, Patricia aparecía en la escalinata de un conocido centro social de la ciudad con una blusa de seda moteada en blanco y negro, semitransparente, una minifalda negra muy corta y unos enormes tacones de estilete que hacían que sus piernas lucieran tremendamente, ella se sentía halagada de cada uno de los respetuosos piropos de su interlocutor y agradecida internamente por que el joven la hacía sentir atractiva e interesante, reforzando su autoestima y haciéndola pasar ratos sensacionales.
En un día cualquiera, José Luis le pidió a Patricia poder conocerla en persona, ella se sintió turbada, ¿y si en persona la relación derivaba en una falta de respeto? Ella era una mujer casada, y mucha gente la conocía en la ciudad ¿y si alguien la veía con el chico y le decía a Daniel? El le dijo que le diera esa oportunidad, que moría de ganas de poder estrechar su mano y tomarse un café con ella, tras varios días de insistencia, y persistencia del varón, ella finalmente accedió, seria en un restaurante de comida rápida el lunes por la tarde, con lo cual cerraron su plática vespertina de viernes.
Todo el fin de semana Patricia se sintió alegre, dentro de ella se sentía atractiva, y aun cuando Daniel le hizo el amor furiosamente dos veces ese fin de semana, su mente estaba en otro lado, no porque no disfrutara a su marido o por que el no fuera un buen amante, sino porque sentía esa curiosidad y mariposas en el estómago que no sentía desde los días de la secundaria, ¿Por qué estoy así? Pensaba, será solo una charla de café, no va a pasar de ahí, no tengo por qué sentirme de esta manera, pero las sensaciones en su vientre no se detenían e inclusive su imaginación le jugo varias malas pasadas imaginando cosas plenamente sexuales con su interlocutor vespertino, pensamientos que ella reprimió tratando de distraer a su mente que le jugaba estas bromas inconscientes.
Finalmente el día llego, Patricia llevo a sus hijas a casa de su suegra, y manejo rumbo al punto de encuentro, pantalón de mezclilla de diseñador ceñido impecablemente a su curvilínea figura, destacando sus solidas caderas y breve cintura, blusa roja pegada al cuerpo, sin mangas, y una pañoleta a manera de bufanda rematando su cuello y zapatillas de tacón, elegante, actual y finamente sexy, se sentía bien consigo misma y esperaba proyectar eso con su amigo de ya más de cuatro meses de charla diaria, y al que había visto diversas fotografías, y a quien finalmente vería en vivo.
Estaciono su auto, y camino rumbo a la entrada del establecimiento, ahí, un grupo de varias personas hacia antesala esperando mesa, entro al lobby del lugar y oteo hacia las salas del restaurante, no reconoció a nadie ¿se habrá arrepentido? Pensó, al tiempo de que una mano toco levemente su hombro y escucho: ¿Paty? Volteo y ahí estaba el, más alto que ella, de pecho amplio y fuerte, de rasgos medianamente orientales, con una camisa de vestir blanca perfectamente planchada, jeans que mostraban unos muslos fuertes de futbolista, y zapatos de vestir negros lustrosos que denotaban pulcritud.
Patricia: Hola, que gusto verte, encantada
José Luis: Al contrario, gracias por aceptar venir a conocernos, estas más bella en persona que en las fotografías, y créeme, eso es realmente difícil, te felicito eres una mujer espectacular.
Patricia: Me halagas José Luis, tú eres más alto de lo que pensaba.
El tomo la iniciativa, tomando suavemente la mano de la mujer halo de ella y dijo que ya tenía una mesa pero que había preferido esperarla en la entrada para no fallar y que por un error no hubieran coincidido, especialmente cuando no se conocían personalmente.
La sensación de la mano del hombre en la suya hizo que Patricia sintiera un torbellino de sensaciones a través de sus terminales nerviosas ¿Cómo era eso posible? Solo la había tomado brevemente para orientarla hacia el lugar donde estaba la mesa y su cuerpo le jugaba rudo, ¡verdaderamente se sentía como colegiala! Caminaron, ella delante de él, y ella vio como la mirada de él se fijaba en sus redondeces establecidas claramente en el pantalón de mezclilla, y contrario a sentirse incomoda, esbozo una pequeña sonrisa, la selección de atuendo había sido la correcta.
Tras sentarse y ordenar café, la charla transcurrió fluida y sin contratiempos, con muchas risas y tocando muchos de los puntos que se daban durante sus pláticas cibernéticas, trabajo, estudios, gustos musicales, películas, parecía que el tiempo se había detenido, ella estaba feliz y el encantado, hasta que el reloj les recordó que era tiempo de marcharse, eran pasadas las siete y media de la noche, cuando la platicaba y el encuentro había comenzado a las cinco de la tarde.
José Luis: El tiempo vuela cuando uno la pasa bien ¿no crees?
Patricia: Si, vaya que ha sido rápido y tenemos más de dos horas charlando y parece que han sido cinco minutos.
José Luis: Si, tantas cosas que pueden pasar en dos horas, y aquí estamos, tranquilos y disfrutando juntos, ha sido algo sensacional que espero podamos repetir seguido amiga, ¡nada se compara a tener la compañía de una mujer hermosa e inteligente como tu durante este tiempo.
Patricia: SI, tienes razón, tantas cosas que se pueden hacer y esto ha sido algo muy bello, lo valoro muchísimo.
El tomo la mano de Patricia y la beso, ella se ruborizo, el sonrió abiertamente y le dijo, ¡me encanta como tus mejillas tomaron color con el rubor! Ella sonrió coqueta, pero después bajo la mirada ligeramente, si afirmo, parezco niña, no me hagas caso al tiempo que dentro de ella esa sensación eléctrica la recorría completa, desde el dorso de la mano donde él había plantado el inocente ósculo, hasta el botón en medio de sus piernas donde la descarga la hizo sentir inquieta.
Pidieron la cuenta y se levantaron, el caballerosamente le ofreció acompañarla a su carro, y caminaron ella delante de el rumbo al amplio estacionamiento donde el vehículo de ella estaba aparcado en uno de los rincones distantes, ya que, cuando llego, el sitio estaba lleno de gente, dejando poco lugar para estacionarse cerca de la puerta, el volvió a estirar la mano y rozando suavemente la mano de ella, se apodero de la llave del auto, apretó el botón del seguro de la puerta y la abrió para ella, el gesto de caballerosidad fue apreciado por Patricia quien agradeció, y procedió a subir al auto, él le entrego las llaves y cerro la portezuela.
Patricia: Todavía tengo media hora para recoger a los niños, ¿Dónde dejaste tu auto?
José Luis: Del otro lado del centro comercial, no había lugar y tuve que caminar para llegar hasta acá.
Patricia: ¿te llevo para que no camines?
José Luis: Es una oferta tentadora, ¡claro!
Dio la vuelta, abrió la puerta del lado del pasajero y se encaramo en el auto, Patricia no encendió el auto inmediatamente, fijo su mirada en el joven, sus anchos hombros, la cara algo tosca, y el aroma de su loción que en la sala del restaurante pasaba desapercibida ante la mezcla de aromas, pero que aquí, en el cerrado ambiente del automóvil se percibía con enorme claridad, restablecieron la plática, y conforme esta avanzaba, el recorría un poco su humanidad hacia donde ella estaba sentada, lucia muy bella, sus pechos apuntaban hacia él, su cadera afilada y sus muslos poderosos, la boca carnosa pintada del mismo rojo de la blusa, era sin duda una tentadora imagen para el que no sabía cómo acercarse más a la mujer.
Patricia comenzó a contarle acerca de cómo muchos de sus ex novios habían tratado de contactarla a través del mensajero pero que no había querido meterse en problemas aceptándolos ya que si Daniel se enteraba podría tener problemas, José Luis le pregunto si había alguno de ellos que todavía “le moviera el tapete” ella sonrió y dijo que si: Hay uno, que se llama Francisco, a quien quise mucho y con quien andaba antes de conocer a mi marido, y con quien estuve a punto de meterme, pero no paso. ¿Y cuál fue la razón por la cual no consumaste ese amor de juventud?, si es que no te incomoda contármelo dijo el, Patricia le dijo, era una atracción física natural, el me encantaba, besaba deliciosamente, olía rico, me gustaba mucho, incluso llegamos a tener algo más que besos, pero no me anime a dar el paso y acostarme con él.
José Luis: ¿te gustan mucho los besos verdad?
Patricia: Si, mucho, y es que hay muchas clases distintas de besos, hay unos que saben más ricos que otros afirmo entre risas.
José Luis: a ver, ¿Cómo está eso de diferentes clases de besos? Yo pensaba que solo había beso francés y beso “de piquito”
Y estallo en una carcajada, ella rio al parejo de su interlocutor y le explico:
Patricia: Hay besos consentidos, donde los dos se lo dan de común acuerdo, hay besos de lastima, que se dan a alguien solo por hacerlo sentir bien, también hay besos robados que son un arrebato de picardía cuando uno de los dos lo toma sin….
José Luis no perdió tiempo, se inclinó sobre su costado y le planto un beso a Patricia, que fue silenciada por sus labios, abrió ligeramente la boca y mordisqueo las carnes de los gruesos labios de ella, y aventuro su lengua al interior de la cavidad bucal de la mujer casada que se sentía estremecida por la caricia e impactada por la velocidad con la cual el joven había dado el paso para besarla sin su consentimiento en perfecta sincronía con la descripción que ella hacía de ese tipo particular de beso, ella aflojo cualquier tipo de resistencia, y respondió al besos, su lengua jugueteo con las del varón que no cesaba de introducirse en su boca ávida, el movió su cuerpo y estrecho a Patricia con sus fuertes brazos, ella gimió ligeramente, en aprobación al abrazo, la apretó contra su pecho, y los besos siguieron uno tras otro, ninguno acertaba a decir nada y continuaron con la rutina amatoria de los besos, el bajo sus labios al cuello de ella, y con sus amplias manos acaricio la espalda de Patricia que ronroneo al contacto dentro de su cabeza resonaba fuertemente la pregunta ¿Qué estoy haciendo? Pero el resto de su cuerpo no desestimaba la oportunidad de que el hombre nueve años menor que ella la acariciara y la hiciera sentir deseada y atractiva, José Luis continuo acariciándola, bajando sus manos hasta la cintura de ella, uno de sus largos dedos se trabo en la presilla del pantalón y jugueteo con la blusa levantándola un poco con lo cual la caricia fue ya, en forma directa a la piel de Patricia, una vez más las descargas eléctricas, y esa sensación recorriendo la punta de sus pechos, y alertando la zona sur de su cuerpo que comenzó a segregar fluidos lubricando las partes íntimas de ella, y provocando una notable erección en él, misma que Patricia notaba por lo abultado que el paquete del hombre joven se veía desde esa posición atrás del volante, retorcida e inclinada hacia el asiento del pasajero, con el besando su cuello y acariciando su cintura y metiéndole la lengua en la boca.
De pronto, ella ceso, aparto a José Luis del beso y le dijo: ¡No, esto está mal ¿Qué estamos haciendo? Él sonrió y contesto quedamente con una voz ronca, No sabes cuánto quería hacer esto desde que te vi entrar al restaurante.
Patricia le dijo que era algo imposible, que ella era una mujer casada y que amaba a su marido, que todo era una amistad y que era un error hacer que degenerara en otra cosa, el asintió y escolio con presteza, no hicimos nada malo, simplemente tu boca es una invitación al beso, y no me pude resistir.
Ella encendió el auto y manejo rumbo al otro lado del estacionamiento para llevar a José Luis a su automóvil, él le pregunto con cierto dejo de timidez, ¿te gusto? Ella sonrió y asintió, si, besas muy rico, te felicito, debes hacer muy feliz a tu novia.
Patricia llego al lugar en donde José Luis le indico que estaba su carro, ella detuvo el auto, y él se inclinó para besarla suavemente en la mejilla, Patricia quedo muda ante el acto tierno del hombre, y no se retiró, él se percató inmediatamente de la actitud de ella y regreso rápidamente para plantarle otra beso apasionado con una batalla lingual intensa a la que la ama de casa casada no opuso la menor resistencia.
El separo sus labios de los de ella y le dijo suavemente, espero que esto que paso no afecta nuestras conversaciones diarias, y que por el contrario haga que podamos vernos personalmente más seguido, lo digo de todo corazón. Ella solo sonrió, asintió con la mirada y acoto, buenas noches José Luis ha sido un placer conocerte, él se apeó, cerró la puerta y ella acelero alejándose de el en medio de la noche.
Patricia no se metió al internet por tres días seguidos, y en el segundo día no contesto una llamada de su amigo cibernético, se sentía extraña, no podía dejar de reconocer cuanto se había excitado con los besos de él, al llegar a casa sus pantaletas estaban completamente empapadas y sus pezones le dolían al retirarse el sujetador, y a pesar de no querer admitirlo conscientemente se había masturbado furiosamente en la regadera al llegar a casa presa de un deseo inédito en ella que la consumía a la par de la culpa por haber caído en ese juego de amantes de internet del cual había leído en repetidas ocasiones y del cual jamás pensó podría haber sido la protagonista.
No había pasado nada realmente, unos besos no significan nada pensaba, no me acosté con él, no me metió mano, ¡fueron solo unos besos! Pero esa vocecilla diabólica que resonaba dentro de su conciencia no cesaba de repetirle ¡que rico seria acostarte con el! Imagínate un joven como el deportista y con esas piernas de futbolista haciéndote el amor, ¡nadie se daría cuenta!
La cordura obraba en dirección distinta a esa vocecilla malévola que aumentaba sus tentaciones, era casada, era feliz, era madre de familia, nunca se había acostado con nadie que no fuera su esposo, ¿sería una puta por haber hecho lo que hizo? Finalmente, cuatro días después cuando todos en su hogar se habían ido, Daniel a trabajar, y sus hijas a casa de algún amiguito de la cuadra, Patricia se sentó frente al ordenador, lo encendió, y abrió las ventanas de sus redes sociales y el mensajero, ahí estaba José Luis, esperándola, y su ventana popeo instantáneamente en cuanto se percató de su presencia.
José Luis: Hola espero estés muy bien, me encanto nuestra charla y haber tenido oportunidad de conocerte.
Patricia: Muchas gracias, a mí también me gustó mucho nuestro encuentro.
José Luis: Espero que pronto repitamos y que podamos hacerlo muchas veces, eres una dama encantadora.
Patricia: Gracias por lo de dama, realmente no sé si merezca ese título después de lo que paso.
José Luis: ¿pues qué paso? Por favor Patricia, eres una dama en toda la extensión de la palabra, ¡no pasó nada! Olvídalo, créeme que nos dejamos llevar como niños, solo fue algo para recordar y reír después, para mí no ha cambiado nada, y espero que para ti tampoco.
Patricia: ¿Entonces para ti no pasó nada, no te gustaron mis besos, fue algo tan insignificante? Porque para mí no lo fue, no sabes lo intranquila que me ha tenido lo que paso, me has hecho pecar, he tenido muchos malos pensamientos desde ese día.
José Luis: ¿Deveras? Por favor ¡cuéntame! Me encantaría conocer tus “malos pensamientos” que, no creas, también han pasado por mi cabeza, pero prefiero tu amistad a perderte por una tontería. No me malentiendas, es algo muy especial besarse con una mujer como tú, ¡claro que fue algo delicioso! Pero sé también que no me dejaras repetirlo a menos que tú también quieras hacerlo ¿te gustaría?
Patricia: Ya me había hecho pensar en que verdaderamente no habías sentido nada besándome, me sentí herida en mi orgullo de mujer, cuando aquel día note que estaban tan excitado como yo…
José Luis: ¡a caray! ¿Pues que viste? Ja, ja,ja.
Patricia: No me preguntes…
José Luis: ¡Dime!
Patricia: Vi que tenías una erección cuando me besabas, se te notaba en el pantalón.
José Luis: Pues claro, ¡si no soy de madera! Me excite y mucho, me hubiera encantado tocarte y hasta hacerte el amor, pero sé que es algo que muy difícilmente sucederá.
Patricia: Me halaga saber eso.
Después de ese punto la conversación regreso a los tópicos usuales entre ambos, y así siguió en los siete días siguientes, ni siquiera una mención de un potencial nuevo encuentro entre ambos, películas, series de televisión, los juegos de futbol de él, y las rutinas de ejercicio de ella.
Tras dos semanas el volvió a invitarla a verse, y aunque con ciertos remilgos, ella accedió, y se vieron en un pequeño café escondido en un centro comercial, una vez más el ritual fue similar a la primera vez, caballerosidad y galanura ante la gente, ella ataviada con un pantalón de vestir color marrón que acentuaba su figura perfectamente, una blusa de seda con un botón abierto que dejaba ver su escote, y un sujetador de color carne rematado con bellos ornamentos de encaje, por abajo del apretado pantalón, una tanga en juego con el bra, y unas zapatillas muy monas de una marca italiana que levantaban las pantorrillas fuertes de la mujer, el igualmente a la primera vez, camisa de vestir, jeans ajustados, mocasines y un sweater.
Y al igual que en la primera cita, después de dos horas de charla, flirteos, risas y más, se dirigieron al auto de ella donde la rutina de los besos se repitió irremediablemente.
Una vez más, Patricia se abstuvo de entrar a la red por tres días, y al igual que en la primera cita, al llegar a casa se metió a darse un regaderazo buscando aplacar esa calentura que la atosigaba totalmente, sus dedos jugaron con la punta de sus enjabonados senos, acaricio y pellizco sus pezones, bajo sus manos hasta tocar la entrepierna húmeda y pegajosa, y masajeo su clítoris con desesperación, introdujo un par de dedos en su vagina para apaciguar el fuego que la abrasaba masturbándose con fervor.
No le fue suficiente, Patricia espero a su marido Daniel con un coqueto baby doll, y le hizo el amor ardientemente, Patricia era multiorgasmica, y Daniel era un buen amante con un miembro de tamaño promedio y grueso, siempre había conseguido hacerla gozar, y sus venidas eran espectaculares, en esta ocasión con la yesca encendida por su casi amante cibernético, el alcanzar el nirvana fue aún más fácil.
Al regresar a la red, Patricia trato de parecer más seria que la vez anterior, sentía que el juego estaba llegando demasiado lejos y que la próxima vez le sería aún más difícil controlar sus instintos y su ardiente temperamento, ahí estaba la ventana de José Luis, abierta, y esperando, un hola en letras mayúsculas recibió a Patricia que todavía no sabía cómo reaccionar, y que pensaba con seriedad en una forma de encontrar una salida al galimatías que se le presentaba con su cibernético amigo.
José Luis: Quiero decirte que aprecio en lo que vale lo que hicimos el otro día, realmente me hace sentir muy orgulloso el poder estar con una mujer tan elegante y bella, y que además, me prodigue sus atenciones personales, tal vez sin merecerlas, eres algo que no esperaba encontrar en mi vida Patricia, muchas gracias.
Se sintió desarmada, la trababa como a cualquier mujer le gusta que la traten, sabia también que como reza el viejo refrán: el amo acaricia al caballo para poder montarlo. Y quería ser precavida y no dejarse llevar por la pasión y el deseo, cayendo en una aventura que podría destruir su matrimonio y su familia por solamente una calentura.
Patricia: A ti, por tratarme como una dama, y hacerme sentir bonita y especial, estoy muy confundida, y si te soy sincera estoy pensando en que tal vez debamos dar por concluidas nuestras charlas y nuestros contactos, no sé a dónde podría llevarnos esto José Luis, y tengo miedo.
José Luis: No te preocupes Paty, llegara hasta donde tú quieras llegar, yo te valoro mucho, y no puedo ocultar que me excitas y me provocas, pero antepongo tu amistad a cualquier cosa, y sería una lástima dejar de hablarnos solo por ese temor infundado que tienes.
Patricia: Es que no es un temor infundado José Luis, no me puedo engañar a mí misma y he llegado a desearte mucho, y eso no es posible, soy una mujer casada y con responsabilidades.
Del otro lado del ordenador, el hombre esbozo una sonrisa, ese deseo de parte de la atractiva treintañera, reconocido ahora ante él, podría llevarlo a conseguir meterla en su cama, y en su espíritu de conquistador, sabía que había tocado los botones correctos.
José Luis: Yo también te deseo Paty, no sabes cuánto, pero respetare cada decisión que tomes, aun y cuando esta sea dejar de charlar o vernos.
La plática entre los aspirantes a amantes continuo por otros derroteros, una vez más temas triviales, motivados más por ella que por él, y así siguió una hora más, al terminar la sesión José Luis acoto que era una lástima que al término de la charla no pudiera haber besos a través de la computadora.
Así siguieron durante tres semanas, ni una mención de una posible cita, cero temas sexuales, muy parecido a la forma en la que había iniciado la relación, y fue en un viernes por la tarde cuando fue Patricia la que le pregunto a José Luis que si no tenía ganas de verla.
José Luis: ¡Claro que quiero verte!, pero la verdad es que después de aquella vez que me dijiste que tal vez ya no charlarías conmigo si las cosas seguían igual entendí que tú eras la que ya no querría verme personalmente otra vez.
Patricia: Lo he pensado mucho, y si en persona, nos comportamos como lo hacemos aquí, y dejamos atrás otras cosas seguiría siendo muy bueno sentarnos juntos a disfrutar de un buen café.
José Luis: ¡Ya está! Yo soy materia dispuesta y como quieras, quiero, tú dime cuando nos vemos y será un placer estar en tu compañía, donde tú digas.
La mujer suspiro, no podía entender cuanto había cambiado la sensación de conversar con su amigo a través de la fría pantalla de la computadora después de haber estado besándose apasionadamente en su carro dos ocasiones, aun recordaba la sensación de su mano jugando con el borde de su pantalón, el roce de esa mancho ancha de hombre tocando su espalda, y los escalofríos que la recorrieron, igualmente no podía dejar de pensar en cómo su urgencia la había llevado a masturbarse tras las dos primeras citas, y cuanto desearía tener esa protuberante erección que denotaban los ajustados vaqueros que José Luis había usado en ambas citas enterrada profundamente en su ser.
Patricia: ¿podría ser el martes próximo en la cafetería de costumbre querido José Luis?
José Luis: Desde luego, donde tú digas, pero quisiera pedirte un favor especial en esta ocasión, ¿puedo?
Patricia: SI claro, ¿dime?
José Luis: ¿Te acuerdas unas fotos tuyas que me mostraste hace unos meses con una minifalda de color rojo? Me encantaría verte con ella en persona, sé que sería algo sensacional y que yo disfrutaría muchísimo, ¡te ves hermosísima con ella puesta! (Y sin ella sería aún mejor… pensó)
Patricia: Ok, pero prométeme una cosa, no trataras de sobrepasarte si la llevo puesta ¿verdad?
José Luis: ¿Cómo crees Paty? El hombre llega hasta donde la mujer quiera ¿o no?
Patricia: Y si, podríamos vernos una hora antes de los acostumbrado, ¿podrías a las cuatro de la tarde? Me gustaría estar más tiempos juntos.
José Luis: Desde luego, ¡ansió profundamente que sea martes para verte en esa hermosa minifalda!
El chat se cerró, Patricia comenzó un fin de semana de inquietud con una enorme cachonderia y enormes deseos, mismos que fueron controlados por su marido que le hizo el amor repetidas veces en días consecutivos, pero, aun así, con varios orgasmos por sesión, Patricia sentía algo que aun la quemaba en medio de las piernas, era un deseo distinto, era algo que ella sabía, la llevaría a finalmente ceder y acostarse con el joven, así lo pensó, y lo acepto, el martes próximo se entregaría a él, a quien convertiría en el primer hombre después de su marido en acostarse con ella y tener relaciones sexuales en treinta y siete años de vida en esta tierra y diecisiete años de casada.
José Luis mientras tanto, y tras cerrar la ventana del chat, abrió la herramienta de fotografía de su ordenador y desplego algunas de las fotos de las que había hablado con Patricia en el chat, en ellas, Paty salía de un vehículo llegando a una fiesta con una minifalda roja que dejaba muy poco a la imaginación y donde se alcanzaba a distinguir un poco el negro de su tanga al descender del automóvil, en otra, estaba ella de pie, sosteniendo una copa de vino, con esas largas piernas torneadas, con unos enormes tacones altos, la minifalda en cuestión sin medias, una blusa negra algo traslucida que dejaba ver un bello sujetador negro con encaje en las copas, llenas, plenas de la carne de la morena, los labios de Patricia rojos carmesí, y una actitud muy sexy que la distinguía, en una foto más, la mujer que estaba por llegar a los cuarenta años se apreciaba bailando, y desde atrás sus espectaculares piernas lucían deliciosas, así como su trasero amplio y levantado, sus amplias caderas y hermosa espalda.
José Luis extrajo su pene del pantalón deportivo, y viendo a Patricia en las fotos, y recordando sus tórridas sesiones de besos se masturbo lentamente pensando en ella, su pene estaba listo, el también, ¿estaría Patricia lista para él? Si paso quince minutos acelerando y disminuyendo la intensidad de la sesión de auto caricias hasta que termino profusamente sin poder controlar que un chorro de semen caliente fuera a parar a la pantalla de la computadora donde la cara de Patricia aparecía en toda la pantalla, el líquido blanco y espeso termino su viaje en los labios rojo encendido y rostro de la mujer a la que el martes siguiente trataría de meter en su cama a como diera lugar.
El martes llego finalmente, patricia se esmeró en su arreglo personal ese día, le pidió a su suegra que si por favor pasaba por sus hijos ya que ella tendría una reunión con un cliente de la casa de joyería en la que ella entregaba diseños como parte de un trabajo adicional que todos en la familia sabían qué hacía para ganar un dinero extra de vez en cuando, se metió a bañar y noto que desde la una de la tarde su sexo estaba húmedo y caliente, se lavó a conciencia, recorto un poco el matojo de pelo que portaba en medio de las piernas dejándolo casi al ras, curiosamente ella y Daniel su marido gustaban de dejarlo largo y profuso, al natural, pero asumió que en esta época, donde muchos varones prefieren a mujeres con el sexo depilado a la brasileña, no quería provocar una mala impresión en su muy pronto nuevo amante, se puso una loción y crema para el cuerpo con un delicioso aroma a chabacano, tomo su fragancia francesa más cara y puso un poco en todos los puntos importantes y viéndose al espejo totalmente desnuda sonrió con picardía.
Tomo una juego de sujetador y tanga hermoso, nuevo el cual extrajo de la envoltura de la marca Victoria Secret, bellamente decorado en el encaje que tanto le gustaba, cuando se puso ambas prendas sintió como si ellas le acariciaran el cuerpo, siendo prendas totalmente de estreno, la sensación era diferente a las que ya había usado con antelación, tomo la minifalda roja y se la puso, después la blusa en color negro, algunas pulseras, un par de aretes diminutos, y procedió a arreglar su hermosa melena leonada de color café claro con algunas mechas en rubio que daban luz a su cara, maquillaje minucioso, sombras para resaltar el efecto dramático, pero sin excederse, no quería lucir como una buscona (¿pero lo era?) y finalmente, el toque definitivo, su boca jugosa de labios carnosos y tiernos en el lipstick rojo que tanto agradaba a su amigo, volteo al espejo de cuerpo entero al lado de su lecho, y aprobó su apariencia, estaba lista, y segura de que si todo marchaba bien, esa tarde sería sensacional y especial en su vida al conocer finalmente la sensación de otro hombre teniendo sexo con ella, y no solamente su marido.
José Luis salió de la oficina temprano, era jefe de sistemas en una compañía de exportación de tecnología para discos compactos, y no tenía un horario fijo, la mayor parte de las veces podía entrar y salir del complejo industrial donde está ubicada su fuente de empleo cada vez que lo requiriera.
Un pantalón nuevo, de mezclilla como le gustaba a Patricia, pegado, resaltando sus genitales, una camisa de vestir blanca y vaporosa, una cadena de oro discretamente colgada al cuello, calcetines de vestir, y zapatos negros formales brillosos y listos para atraer a la mujer que esperaba profundamente poder hacer suya esa tarde.
Estaba nervioso, ansioso, algo desesperado, el reloj transcurría con mucha lentitud y a las tres de la tarde ya había pasado por el café donde sería el encuentro un par de veces, decidió ir a la farmacia de un centro comercial cercano a comprar preservativos y una botella de lubricante, por si llegara a necesitarse, en su mente ya había penetrado a Patricia por todos sus orificios, la había deseado de todas las formas posibles, era una incógnita como seria aquella hembra morena en el terreno sexual, si bien, ya sabía que ella decía tener una vida una vida sexual plena dentro de su relación matrimonial, le calentaba saber que también aparte de acostarse con su marido ella se tocaba íntimamente con el como objeto de sus deseos más ocultos.
Compro los preservativos y bobeo un poco en la farmacia tratando de matar el tiempo, el estante de revistas fue un buen pretexto para tardar diez minutos más, y después pidió una bebida refrescante que pago al mismo tiempo que un par de revistas y los condones, se dirigió a la salida con el reloj indicando 20 minutos para la cita.
Patricia manejo rumbo al café, lucia esplendorosa, era un manjar para la vista, la señora resaltaba notablemente, al salir de su casa y subir al carro un camión de construcción atestado de obreros se habían encargado de recordarle que tan bien se veía, cualquier cantidad de guarradas, y piropos populacheros invadieron el aire, cosas tales como ¡mamacita, en esa cola si me formo! o vulgaridades detestables como: ¡Culito, me como tu caca! o un estentóreo ¡te bajo la regla a chupetones! Mas silbidos y otros signos de admiración la hicieron sonrojarse profundamente ¿luciría como una puta? Se preguntó a sí misma, cavilando si debió haber escogido tal vez algo más conservador y apropiado para el horario, sin embargo, siendo diseñadora sabía que siempre había tenido buen gusto y que la elección del vestuario si bien era atrevido, no caía en la vulgaridad.
El teléfono celular sonó en el auto de Patricia, pensó que tal vez sería José Luis, pero era Carmen, la hermana de la mujer que le pregunto qué planes tenia para el resto de la tarde, ella contesto que tenía una cita de trabajo relacionado con la joyería siguiendo con el mismo cuento que le había contado a su suegra, Carmen noto algo en su voz, por que inmediatamente le dijo: Hermanita, no se te olvide usar condón, y espero que te la pases muy rico…
¿Cómo sabia Carmen que estaba a punto de consumar su infidelidad? ¿Se notaría mucho? ¿y si su marido o su suegra notaron lo mismo que Carmen y sabían que iba a entregar su cuerpo a otro hombre que no era su esposo? Patricia le dijo: Pendeja ¿de dónde sacas eso? A lo que su hermana le contesto con total descaro: Hay mija, ¿le quieres enseñar el padre nuestro al papa?, si alguien sabe de putear soy yo, y lo sabes bien (Carmen se había divorciado ya un par de veces y había tenido una incontable cantidad de amantes a lo largo de su vida que entre matrimonio y matrimonio era totalmente promiscua) Patricia se rio fuerte disimulando en lo posible su preocupación: Si no soy tu pendeja, afirmo, Carmen le dijo, hace rato pase por tu casa pero no me viste, vi como estas vestida, y estoy seguro que esa ropa no es la que te pones para las citas de trabajo, siempre usas trajes sastre y ropa mucho más formal, es claro que vas con un hombre y que vas a ir a coger ¿para qué te haces la mosca muerta? Soy tu hermana y apoyo lo que quieras hacer, pero ten precaución, usa condón y cógete a este o a los que quieras pero siendo inteligente, acuérdate hermanita que el que se enamora pierde y tú tienes una familia muy bien hecha y un buen cornudo, ¡upps! Perdón, marido, disfruta y coge riquísimo, pero se inteligente, me voy, que disfrutes mucho tu verga nueva.
Patricia no pudo contestar, se quedó callada ante la asertiva declaración de su hermana menor, estaba impactada de que la gran experiencia sexual fuera del matrimonio de Carmen, así como el ver la ropa que traía puesta habían sido suficientes para que ella dedujera al pie de la letra a donde iba, que haría e inclusive darse el lujo de darle consejos ante esta situación inusual en su vida.
Llego al café, estaciono el vehículo, descendió de él y camino rumbo a la recepción del establecimiento, ahí, José Luis la esperaba, ella noto que él se había ataviado exactamente como alguna vez le había dicho que le encantaba verlo, camino hacia el con ese contoneo de caderas tan natural en ella, varios de los hombres de la recepción y aquellos que caminaban en el estacionamiento voltearon y la devoraron con la mirada, se sabía atractiva, lo que le daba enorme seguridad en sí misma y ese día lucia despampanante.
José Luis extrajo una rosa de castilla de atrás de su espalda y la extendió hacia ella, quien la recibió mostrando sus perlados dientes con una sonrisa que podía derretir un tempano de hielo, le agradeció el gesto dándole un beso en la mejilla, caricia que el regreso de forma inmediata rematando con una afirmación sobre lo bien que el perfume se fijaba en su piel ¡hueles divinamente!
Entraron al café y al caminar por entre las mesas una vez más Patricia fue objeto de atención y miradas tanto de hombres como de mujeres, José Luis caminaba orgulloso detrás de la casi cuarentona que en ese momento lucia más espectacular que cualquier jovencita en sus veintes, al llegar a la mesa él le retiro la silla y la invito a ocuparla, el gesto de caballerosidad volvió a cautivar a la fémina que procedió a sentarse, el aroma de su piel era intoxicante y estando así, detrás de ella, se percibía aún más, el varón dio la vuelta a la mesa y se sentó a un lado de ella, y le pregunto que si deseaba algo de tomar, ella asintió y pidió una copa de vino rosado, mientras que el opto por una cerveza, la conversación fue rápidamente en dirección hacia lo que pasaría más adelante.
José Luis: ¿No quieres ir a un lugar donde estemos más cómodos y sin tantas personas alrededor?
Patricia: La verdad sí, pero no sé a dónde, ¡tú dime!
José Luis: Me han dicho de un bello motel con vista al mar que está a 25 minutos de aquí, espero que no te moleste que te sugiera ir a ese sitio, pero muero de ganas de estar contigo, y más después de ver como luces el día de hoy, ¡tengo muchas ganas de ti!
Patricia: Sé que quieres hacerme el amor, y que sabes que yo también muero de deseo de tenerte dentro de mí, no me molesta, al contrario, me ilusiona muchísimo, que te parece si tomamos esta copa de vino y nos marchamos a donde tú digas.
El arreglo estaba hecho, finalmente los dos consumarían con un acto sexual lo que había comenzado como una amistad a través de la computadora, Patricia recordó las palabras de su marido cuando llevo la computadora a casa por primera vez – hasta pretendientes tendrás – y tenía razón…
Apuraron el vino, el pago la cuenta, se levantaron y se dirigieron al vehículo de ella, el volvió a retirar las llaves de su mano y tomo a la mujer del brazo encaminándola hacia el lado del pasajero, el tomaría el volante en esta ocasión.
José Luis dirigió el vehículo rumbo a la carretera que llevaba al poblado costero cercano a su ciudad, un lugar bello, y muy discreto donde la mayoría de las parejas “prohibidas” terminaban haciendo sus sesiones amatorias, en el trayecto, la charla seguía siendo animada, ella hablaba más que de costumbre, Patricia era tradicionalmente reservada, pero ante el nerviosismo de la situación y hacia donde iban, no paraba de parlotear, el extendió la mano que le quedaba libre al ser el vehículo de ella de transmisión automática, para tocar su rodilla desnuda, siguiendo con la plática pero acariciando largamente la suave y aromática piel de la morena, quien en medio de la plática ronroneaba al sentir el contacto de las grandes manos del hombre sobre su piel desnuda.
Al llegar a un crucero, detuvieron el auto con el semáforo en rojo, el volteo y la beso fuertemente, su mano se aventuró directamente de la rodilla pasando por el muslo hasta introducirse debajo de la minifalda roja, tocando la parte interna y la cara externa de sus muslos , la piel de ella era una delicia, suave, aromática, tibia, y la respiración de José Luis se descompuso, su erección era casi dolorosa, el semáforo se puso en verde y muy a su pesar detuvo momentáneamente las caricias para arrancar y doblar en dirección a la carretera que lo llevaría al motel que ya tenía en mente para tener sexo con la mujer a la que había trabajado por tanto tiempo.
Patricia se veía menos descompuesta que él, quien seguía respirando profundamente, y que evidenciaba la excitación sexual con un enorme bulto en su entrepierna, bulto que no pasaba desapercibido para la fémina quien extendió su mano y toco la protuberancia pulsante que permanecía envuelta en el pantalón y que amenazaba con reventar en su prisión de tela, era la primera vez que ella tocaba su miembro, las largas unas, y dedos de pianista de ella se posaron en su pene, ronroneo juguetonamente, parecía que el ama de casa se había quedado en algún otro lado, y en ese momento solo existía una mujer que estaba húmeda y caliente en su sexo, y que no repararía en nada para buscar y encontrar el placer de un miembro diferente al que había conocido toda su vida, las caricias de ella, y su atrevimiento tomaron por sorpresa a José Luis, quien emitió un sonido de aprobación al sentir la mano en su parte más íntima, ella siguió apretando, y acariciando, el solo sintiendo y disfrutando, al frente de ellos apareció un puente vehicular grande y un desfogue de la carretera principal que conducía a uno de los suburbios, y José Luis no lo pensó dos veces, se salió de la ruta principal, tomo el brazo de la derecha, dio vuelta rápidamente y estaciono el auto abajo del puente, detrás de un gran pilar que hacía difícil que quienes circularan por la vía alterna pudieran de primera mano ver al vehículo que estaba estacionado detrás de la mole de concreto que sostenía el puente.
Al detenerse, noto como Patricia no cesaba de acariciar y apretar, parecía estar hipnotizada ante su dureza, y su mano subía incesantemente frotando con denuedo, de hecho, parecía que la mujer ni siquiera se percató de que el automóvil se había detenido, sus ojos tenían una mirada vidriosa, fija en los ojos de él, con ligeros desvíos para contemplar lo que su mano derecha acariciaba ambiciosamente.
José Luis: ¿Quieres verla, quieres ver tu chocolate?
Patricia: Sí, hummm, quiero verla, ¡quiero chuparla! Se ve riquísima, me encanta mi chocolate.
El varón procedió a desabrochar el cinturón, ella lo ayudaba, presta, dispuesta, hasta con cierta prisa, sin duda parecía que era una mujer totalmente diferente a la que él había conocido en el café, presa totalmente del deseo y la lujuria.
Tras retirar el cinturón, el bóxer era ya el único obstáculo para extraer y mostrar su miembro viril, levanto un poco sus nalgas del asiento, y halo hacia abajo, lo que hizo que el órgano fuera liberado de su última frontera, el resorte que ceñía la prenda interior a la cintura del portador, el pene de José Luis quedo expuesto a Patricia, de un bote salió, y quedo expuesto, de aproximadamente dieciséis centímetros, y largo, mas no ancho, a pesar de que ella sabía que no había que hacer comparaciones pensó en el pene de toda su vida, el de Daniel su marido que era aproximadamente igual de largo, pero al parecer bastante más grueso que el de su nuevo amante.
Patricia: ¡Que rico y bonito se ve m chocolate! ¿Me lo puedo comer?
Patricia apretó y halo de arriba abajo el miembro erecto y duro como una roca, noto que sus testículos estaban levantados y plenos, al parecer repletos de semen de la enorme calentura que el magreo acucioso y preciso de ella habían provocado, además desde luego del a tremenda excitación visual que representaba el aspecto de ella vestida para matar esa tarde, y la excitación psicológica de tener a esa mujer casi de cuarenta años, casada y hasta ese momento respetable escurriendo jugos vaginales de excitación por tener su herramienta en mano y al parecer su boca y vagina muy pronto.
José Luis: Claro Paty, es tuyo ¡mámamelo!
La palabra salió como natural, la orden fue directa, las buenas maneras se estaban quedando en la memoria, y el deseo controlaba su actitud, esa insoportable necesidad de poseerla.
José Luis: Chúpamelo todo, mámame la verga Paty, cómetela toda….
Ella fue obediente, ni una palabra, inclino su cuerpo del asiento del pasajero hacia el del conductor, al hacerlo, la blusa dejo entrever aún más su senos, el canalillo en el escote era una bella visión para él, y así, inclinada, la parte baja de su espalda y sus anchas caderas, quedaban expuestas para el que extendiendo su mano toco por primera vez de manera total las bellas nalgas de la casada que sujetaba con poderoso agarre su miembro, la mano de el apretó sobre la falda roja, se sentía caliente, Patricia emanaba un enorme calor desde su entrepierna, sobo, apretó, provocando gemiditos de gusto en ella quien a su vez procedió a posar sus labios en el capullo del miembro enrojecido, lo puso completo en su boca, uso su lengua para lamer alrededor del frenillo del glande, saco coqueta la lengua y procedió a limpiar con ella el orificio del pene que brillaba y producía abundante líquido seminal, ella no reparo en el sabor o el olor, quería tenerlo en la boca y nada más, movió su cabeza hacia abajo y trato de introducir lo que más podía e su boca, la realidad es que para ella, mamar no era una de sus especialidades, lo había hecho ya varias veces con su marido pero jamás había sido su parte favorita en el sexo, inclusive y en algo que era un secreto hasta para su marido, se la había chupado a uno de sus ex novios, pero igualmente la experiencia no había sido del todo placentera.
La lengua de Patricia serpenteaba por la cabeza y el tallo de José Luis, quien resoplaba y no dejaba de tocar el trasero de su amante, por momentos Paty engullía lo más que podía del sexo de él, sin dejar que la lengua cesara en moverse, lamer y acariciar, la mano derecha de la mujer jugaba también con el escroto del hombre que se sentía en el séptimo cielo, ella parecía toda una experta, y el sin saber que realmente era la tremenda lujuria del momento y no la experiencia la que hacían que ella le prodigara una felación de campeonato del mundo.
José Luis aprovecho la posición desde la que estaba, para bajar la mano izquierda sin que ella dejara de chupársela, y echo el respaldo del asiento hacia atrás, parecía increíble que estuvieran debajo de un puente en plena vía pública y que el mundo hubiera parecido detenerse para los amantes, ni siquiera un auto pasaba a su lado, y el pilar ofrecía un cobijo único e infranqueable para obstruir la vista si alguien hubiera transitado por ahí, ya reclinado, la mano derecha de el se aventuró a levantar la minifalda, dejando por primera vez al descubierto el hilo negro de la tanga que Patricia llevaba puesta, la visión de sus glúteos morenos, perfectamente bronceados y con la blanquecina piel del bikini marcada en la redonda superficie de su trasero eran una vista encantadora, metió un dedo por en medio de la delgada tira, y halo un poco, eso hizo que el hilo de la prenda se metiera entre los labios externos completamente empapados de ella, el ligero tirón apretó de igual forma la telita transparente posicionada sobre su monte de venus ofreciendo a su clítoris una inesperada caricia que la hizo ronronear aún más, el ya no podía aguantar, Patricia mamaba y mamaba, la succión era sistemática, pulcra, perfecta, la conjunción de la lengua, los gruesos labios, y las manos de ella recorriendo sus bolas y abdomen eran casi insoportables, no llevaban más de cinco minutos en el acto y el estaba al borde de un poderoso orgasmo, quiso retirarla un poco, pero ella se empecino en la postura, siguió chupándole el miembro como poseída, y si más, el no pudo contenerse, un grueso chorro de semen se impacto contra la garganta y paladar de Paty quien no esperaba que esto sucediera asi de rápido, y, que para ser sinceros, no deseaba, ella pensó que la caricia serviría solo como preámbulo para que el se pusiera aún más duro y deseoso pero jamás pensó que se tragaría varios chorros de hirviente esperma, algo que ni siquiera a su marido le hacía con regularidad, recordó un poco y fugazmente aquella primera felación que le había hecho a su ex novio, quien también había llenado de semen su boca haciéndola vomitar, y dándole una primera impresión de la venida de un hombre en su boca como algo asqueroso y poco deseable.
En esta ocasión, Paty aguanto a pie firme la inundación seminal en su boca, trago lo más que pudo, el sabor salado del proteínico líquido del amante resbalo por su garganta, pero al ser abundante, una buena porción se vacío de sus labios en el regazo de su amante, quien gritaba y gruñía como loco, la mujer no se retiró inmediatamente, tenía esperma en las comisuras de los labios, en la nariz, y a pesar de haberse tragado casi todo, aun había más para limpiar, lo que procedió a hacer con su lengua venciendo el asco que esto le producía, el repetía incesantemente en inglés: Oh my God!, Oh my God!, y ya en castellano: ¡que rico mamas la verga, eres una experta, que rica puta, que rica puta, eres una Diosa mamadora, te comes la leche, mmmmmm, puta, puta que rico!!!!!
El epíteto de puta entro en el cerebro de la mujer, no lo proceso mal en un principio, el trato caballeroso del joven amante ahora la llevaba a ser nombrada como puta, dentro de su cabeza pensó: A final de cuentas es lo que soy, aquí estoy en plena calle, con un hombre que no es mi marido mamándole la verga y comiéndome su leche.
José Luis se repuso, su respiración seguía siendo agitada, sus ojos estaban semi cerrados, lo que aunado a sus rasgos orientales lo hacían parecer estar a punto de quedarse dormido, ella rio de buena gana al ver la expresión de su rostro, el sonrió de igual forma, y tomo unos pañuelos faciales que estaban en la guantera tras haber regresado el asiento del conductor a su posición original, limpio las gotas de mecos que aún estaban en parte de su pantalón, y la barbilla de la fémina que había conservado el esperma al no tener a la mano con que limpiar lo que no había podido retirar con su lengua.
José Luis: ¡quiero metértela!
Patricia: Pues métemela, ¿me vas a coger aquí en el carro?
La pregunta de la mujer fue legitima, se la había mamado en la calle, expuesta, ¿sería que una puta como ella no merecía algo más, como un cuarto de hotel privado donde pudiera dar rienda suelta a sus instintos?
José Luis: Como crees (¡Increíble!, la tierna y educada Paty había dicho la palabra coger) vámonos al motel, me muero de ganas de tenerte bien ensartada, Paty, ¡jamás me habría imaginado cuanto te gusta la verga!
El comentario de él, no le cayó en gracia a Patricia, primero la había llamado puta, después ahora los modales y buen uso del lenguaje del joven había cambiado totalmente tras haber tenido su miembro encajado en su boca, y llenarle el intestino de semen, ¡cuánto cambia la gente después de algo así!
Patricia: Claro que me gusta, a todas las mujeres nos gusta, como a ti te gusta la vagina o los pechos.
El rio a carcajadas, ya había terminado de acicalarse y guardar su flácida herramienta bajo la ropa interior y el pantalón de mezclilla, encendió el automóvil, y dio una vuelta en U para retomar el camino rumbo al motel que estaba ubicado a aproximadamente tres kilómetros de ahí, casi frente a un cuartel militar y donde ya anteriormente había llevado a un par de amantes ocasionales, jovencitas inexpertas que, a su gusto, no estaban ni cerca de la apariencia felina y sensual de esta mujer casada, de edad madura y sobre todo de la forma arrebatada y ardiente de realizar el sexo oral de la que en ese momento era ya su amante.
Patricia se acomodó y arrellano su hermoso trasero en el vehículo, no volteo a ver al joven, un torbellino de pensamientos asaltaban su mente, ¿Era una puta? Si era una infiel, de eso no cabía duda, lo que había comenzado inocentemente como un juego de chat, ya había dado por consecuencia que se bebiera una cantidad importante de esperma de este hombre al que veía en persona apenas por tercera vez en su vida, ¿y mi marido? ¿Qué pensaría de esto? ¿Mis hijos? El sabor salado del líquido de su amante aun persistía en su paladar y lengua, sentía su vagina húmeda y receptiva, sus pezones estaban endurecidos, y sentía un deseo total de ser penetrada, eso aminoro los reclamos bajos de su conciencia y los reproches sobre su actividad como amante de internet.
Llegaron al pórtico del motel, no hubo una sola palabra entre los amantes desde la felación hasta su arribo, el saco la cartera, extendió el dinero del costo de la habitación hacia el empleado que estaba en la ventanilla de acceso, quien desde su posición podía checar perfectamente la anatomía de la mujer que estaba en el auto, pero no así su cara por el ángulo desde el que se encontraba, ¡qué piernonas tiene esta puta! Pensó sin perder detalle de las extremidades inferiores de Patricia dentro del auto y que resaltaban desde su mini falda, y regreso el cambio al conductor, señalando que la habitación 117 era la que les correspondía y acotando que el costo cubría dos horas y media de estancia, así como servicio de bar y restaurante a la habitación llamando a recepción desde el cuarto, así como servicio de televisión por cable y películas de las que les gustan para ponerse en ambiente completamente gratis (¡vaya comentario!)
José Luis agradeció la información secamente, guardo el cambio, y manejo hacia el interior del reducto amoroso de muchas parejas que, como ellos buscaban el anonimato para sesiones de sexo prohibido.
El incómodo silencio siguió hasta entrar al estacionamiento del cuarto, ¡Listo Paty, llegamos, te voy a coger delicioso!
Ella sonrió, para ese momento ya se sentía como un objeto, parecía que la galanura se había escurrido junto al semen de José Luis dentro de su boca y desaparecido en algún lugar….
Bajaron del automóvil, el procedió a cerrar la cortina plástica que impedía ver hacia el interior del garaje donde estaba el auto, Patricia lo esperaba recargada en la parte posterior del vehículo, el llego, la abrazo, fuertemente, y la beso apasionadamente, ella respondió en forma automática, a pesar de sus pensamientos y de sentirse sucia y usada, la humedad de su sexo y el dolor en sus pezones le recordaban que estaba ahí para algo, que era abrirle las piernas al joven amante y estrenarse en la modalidad de las esposas infieles de una ve y en forma completa.
Las anchas manos de José Luis se posaron alrededor de las redondas nalgas de ella, uno de sus largos dedos estaba en contacto con la piel de sus piernas, y ese dedo se metió debajo de la prenda levantándola y hurgando hacia abajo, toco primero el ano de ella que respingo y gimió involuntariamente, y el dedo siguió el recorrido hacia abajo tocando su humedad que resbalaba profusamente por la parte interna de los muslos de ella quien en parte se sentía un poco avergonzada de la cantidad evidente de líquido transparente y brillante que iluminaba la cara interna de sus muslos, el dedo encontró su objetivo y entro en la cavidad, hurgo en el sexo de Patricia que gimió deliciosamente, el beso y el dedeo borraron de tajo cualquier duda, abrió un poco las piernas aun recargada en el caro, y se dejó llevar, beso furiosamente a José Luis quien continuo con el faje bajando a besar su cuello y a extraer la blusa de ella de debajo de la falda, desfajándola y metiéndose por abajo hasta llegar a sus pechos, aun cubiertos por el fino sujetador negro, apretó fuerte, sus manos eran como ya había mencionado muy grandes, un detalle que a Patricia el encantaba del joven amante, el dedo de él estaba metido ya hasta más adelante de la segunda falange y ella sentía la caricia abrasadora pujando y meneando su trasero, el beso siguió, el dedo se movía ahora más rápido, y ella rompió el contacto diciendo, ¿vamos arriba? O me quieres coger en el garaje cuando arriba hay una cama cómoda donde me desnudare para ti, sonriendo maliciosamente y dando un paso lejos del alcance del macho.
Caminaron rumbo a la escalera, ella delante de él que se devoraba con la mirada las nalgas y cintura de la casi cuarentona, estaba sorprendido de la sensualidad de ella al momento de emprender actos sexuales, parecía natural en ella, no existía al menos por el momento inhibición alguna, ella se dejaría hacer ¡todo lo que él quisiera! Es una vieja caliente y cabrona pensó, le encanta la verga, y continuo detrás de ella que ya había superado la entrada de la habitación.
Patricia camino hacia un costado de la cama donde puso su bolsa, y se sentó a la orilla del lecho, cruzando una pierna sobre la otra ofreciéndole una vista sensual a su amante, el, lejos de hacer algo consecuente, solo oteo brevemente las piernas de ella, y camino al lado opuesto del lecho, se sentó y se quitó bruscamente el calzado, se levantó y retiro el pantalón con celeridad, retiro la camisa de vestir, y finalmente el bóxer, estaba totalmente en pelotas sin siquiera haber volteado a ver a su amante, parecía que llevaba prisa, un detalle más que fastidio a la mujer que esperaba algo más cargado de sensualidad, él se acostó rápidamente en el lecho, y halo su enhiesto miembro para prepararlo para ponerse el condón que ya tenía en la mano, lo hizo, puso el látex alrededor y lo coloco con propiedad, volteo a ver a Patricia y le dijo bruscamente:
José Luis: Estoy listo putita encuérate y siéntate en mi verga.
Ordinario, falto de tacto, poco romántico, demasiado apresurado, todo eso cruzo la menta de Patricia quien procedió a levantarse, tomo la blusa por los ribetes que colgaban después del faje al que Jose Luis la había sometido en el estacionamiento, y la retiro lentamente por encima de su cabeza donde su melena leonada se movió sensualmente al pasar la prenda por su cuello, ahí estaba, en la roja mini falda y en brasiere delante del hombre desnudo tendido en la cama masturbándose burdamente contemplando el strip tease de la mujer.
Patricia dio un paso hacia atrás, aun provocando a su amante, deseaba vehementemente que este burdo mocetón regresara a ser el romántico galán que había conseguido hacerla cometer adulterio, paso sus largos y elegantes brazos detrás de la espalda, y con esa habilidad única que tienen las mujeres desabrocho el sujetador lentamente, sus pechos de copa C quedaron por fin totalmente al descubierto para el macho que seguía acariciando su miembro viéndola quitarse la ropa, los duros pezones de ella eran una invitación permanente al pecado, las aureolas no eran grandes, sino delicadas, los senos algo caídos por su edad, pero aun atractivos y de forma ligeramente alargada ¡que ricas tetas, me muero de ganas de mamarte los pezones! Acoto bruscamente José Luis que estaba totalmente transformado, apresurando el movimiento de su mano derecha sobre su miembro erecto y enrojecido, Patricia arrojo la prenda a la cama al alcance de la mano izquierda de él, quien tomo la prenda y la aspiro profundamente, el delicioso perfume de ella completamente impregnado en la íntima pieza de vestir.
Ella retomo el ritmo de su improvisado espectáculo, se volteo dándole la espalda al hombre, volvió a poner sus manos detrás de su cuerpo y retiro el broche de la falda a la altura de la cintura, bajo el cierre de la prenda, y tomando la falda por ambos lados se inclinó hacia adelante retirándola lentamente, la delgada tela de la tanga en el nacimiento de su enorme y bien formado trasero y el hilo en medio de sus poderosas nalgas hicieron que José Luis silbara, y gritara ¡que ricas nalgotas mami! Ella de espaldas a el sonrió, pero volvió a pensar ¿y este corriente quien es, donde está MI José Luis? La prenda termino su viaje hacia abajo con Patricia completamente inclinada ofreciendo todo el panorama de su trasero a él devorando el hilo de la tanga brasileña, el seguía masturbándose lenta y constantemente, pero ahora lo hacía con su verga envuelta en el brasiere de ella, un gesto que tampoco agrado a la mujer quien se abstuvo de decirle algo al respecto.
Volteo hacia el macho, en portando solamente la tanga y los zapatos de tacón alto, se sentía bella, deseada, atractiva, sensual, y sexual, pero también pensaba en que él estaba haciendo muy poco de su parte para que la ocasión fuera aún más especial desde el punto de vista femenino, su poco tacto, la poca interacción física, su lenguaje ahora vulgar y poco ingenioso eran puntos a demeritar en la labor del amante joven y fogoso, pero descuidado y burdo.
Camino hacia el lecho, se subió en el y se posó al lado del hombre quien volteo hacia ella y la beso toscamente, el suspiraba y jadeaba como una locomotora, parecía que el corazón se le saldría por el pecho, estaba descompuesto y sudaba, el beso más que una caricia era un recordatorio de que ella estaba ahí para su placer y nada más, Patricia respondió al beso y trato de dejarse llevar, las manos de el ya habían soltado su irritado miembro y ahora manoseaban toda la humanidad de ella, los muslos, el abdomen marcado por el ejercicio y que tanto trabajo le costaba a ella en interminables horas de gimnasio, y que le dada enorme orgullo tener a pesar de tres embarazos, magreaba sus tetas con descaro y cierta violencia, pellizco sus pezones, los lamio, los mordió haciendo que la mujer soltara un gritito de dolor, y que con su mano lo retirara de la rústica lisonja, él se dio cuenta del rechazo, pero poco le importo y volvió a meterse entre sus pechos lamiéndolos como un gatito a su plato de leche, una de sus manos se metió en medio de sus piernas donde, todavía por encima de la ropa interior masajeaba el monte de venus de la hembra que seguía respondiendo a pesar de la torpeza de su amante, el advirtió de cuan mojada estaba la prenda íntima, y el brillo de sus muslos en la parte interna le hacían sentir que estaba haciendo las cosas correctamente, la hembra estaba empapada y deseándolo.
Tras solo cinco minutos de juegos sexuales previos, el tomo la tanga de Paty y la bajo rudamente, metió el dedo índice en la raja lubricada de ella, quien prorrumpió una vez más en un gemido, mas como queja que como muestra de placer, una vez más, el actuaba torpemente, ella pensó que tal vez era el hecho de que fuera un amante joven y vigoroso, y ante su total falta de experiencia cometía errores de estas características al momento de los juegos preliminares.
La tanga de Patricia paso por sus delgados tobillos, y abrió las piernas completamente para dejar que su amante la tocara sin ningún obstáculo, tal vez si ella cooperaba aún más, el aminoraría el ritmo frenético que llevaba y podía dedicarse a darle más placer con caricias más sensuales y estudiadas, y no solamente rudezas que lejos de estimularla la le estaban bajando el deseo.
La visión del hermoso cuerpo de Patricia, ahí, en el lecho, completamente abierta de piernas, con el mullido matojo de pelo púbico cortado minuciosamente, sus senos expuestos y sus pezones relucientes, era algo como para fotografiarlo, metió dos dedos en el sexo de la mujer, quien gimió otra vez, el comenzó un mete y saca a un ritmo desenfrenado como lo había visto hacían los protagonistas de las películas porno, pensó que eso le daría un placer único a la mujer, quien sin embargo y a pesar de su jadeos mostraba una mueca incomoda en su hermoso rostro, una vez más, era más dolor que placer.
Sin reparar en ello, José Luis procedió a subirse en el cuerpo de Patricia en la posición del misionero tradicional, y sin avisarle, la penetro de un solo golpe, ella estaba tan lubricada que el delgado miembro de el no hizo que la penetración fuera sentida y gozada, fue solamente el quien gozo, y aulló al sentir su miembro dentro de ella, iniciando un frenético ritmo entrando y saliendo de la mujer sin miramiento alguno, acelero sus caderas y cintura, jalaba aire por la boca y gritaba en inglés: Oh my God!!! Oh my God, tras solo cinco minutos, el hombre arqueo la espalda, profirió una maldición, y se vacío nuevamente en el condón que aprisionaba su falo dentro de la vagina de la morena que no había sentido nada, y que expectante contemplaba al que ella asumía sería su amante perfecto desfalleciendo y terminando en un poderoso orgasmo dejándola a ella con un palmo de narices, él se recostó todavía encima de ella torpemente, quitándole la respiración, y después se hizo a un lado con la cara desencajada y ella con un rostro de estupor y sorpresa muy difícil de ocultar.
Los profusos fluidos vaginales de Paty habían hecho que la delgada virilidad de José Luis no fuera suficiente para llenarla, y esa misma lubricación había hecho que la fricción del condón y su excitación contribuyeran a que el varón tremendamente excitado hubiera terminado con una rapidez pasmosa, él estaba terriblemente avergonzado, ella, sorprendida y decepcionada, tras un leve respiro, ella de dirigió a él comprensivamente:
Patricia: No te preocupes, es normal, estábamos muy excitados, te entiendo y no te reprocho nada.
José Luis: La verdad no sé qué me paso, esto NUNCA ME HABIA SUCEDIDO.
Patricia recordó muchas de las anécdotas de sus amigas y sus primas, en donde habían contado entre risas de casos similares a este, donde para seducir, muchos hombres eran unos verdaderos expertos, pero al momento del acto, terminaban siendo unos verdaderos chascos, hasta el momento, aquellas anécdotas se estaban haciendo una desafortunada realidad para ella, curiosamente, las palabras finales de la frase de José Luis eran exactas a las que todas la otras mujeres habían citado entre burlas “esto NUNCA me había pasado”.
Patricia dejo pasar un tiempo, diez minutos aproximadamente donde se dedicó a calmar y a consolar a su amante con esperanza de que se recuperara y cumpliera con lo que ambos habían pensado sería una tarde de deliciosa actividad sexual, ella inclusive retomo sus caricias en el miembro flácido de él, lo tomo una vez más en su boca y tras estar así, dándole una mamada dedicada y minuciosa, el miembro viril de el seguía colgando completamente muerto, y sin reacción alguna.
Patricia mantuvo su caricia, peor tras un par de minutos más, el la retiro suavemente y se incorporó del lecho, si decir una palabra se metió al baño donde se abrió la regadera y se metió a darse un baño dejando a Patricia húmeda, deseosa y cada vez más decepcionada de haber elegido tener esta aventura que estaba terminando en una forma tan decepcionante y pesarosa.
El salió de la ducha, camino a la habitación y en silencio sepulcral procedió a vestirse alejando la mirada del cuerpo tentadoramente desnudo de la more casada e insatisfecha que yacía frente a él en el lecho, termino de vestirse, recogió las prendas de Patricia del suelo, la minifalda, la blusa, la tanga, y las arrojo a su lado diciendo, debes vestirte, me tengo que ir, su tono era seco, amargo, impersonal, y triste.
La mujer se levantó y obedeció la seca orden, se vistió, poniéndose toda la ropa con excepción del brasiere que estaba completamente manchado e impregnado de los olores del líquido seminal del hombre que había utilizado el sujetador para masturbarse durante el improvisado strip tease de Patricia, en cuanto ella estuvo totalmente cubierta, y después de retocar un poco su maquillaje y su pelo revuelto por los escarceos amatorios y la breve acción, bajaron al garaje, subieron al auto, y salieron a la calle para dirigirse al café donde se habían visto en sus citas furtivas y donde le auto de el seguía estacionado.
Durante el trayecto ni una palabra, ni una disculpa, ella quiso hacer conversación alejándose del tema y tratando otros tópicos diferentes pero el respondía solo con monosílabos, al llegar al estacionamiento, silencio, y un adiós parco y sin el menor contacto físico, ella se apeó del automóvil al igual que él, quien con solo un adiós lejano camino rumbo a su carro dejándola confusa, dolida, y sin respuestas a la actitud de él, quien era quien había fallado y no ella.
Llego a casa, se metió a bañar directamente y 20 minutos después su suegra llego a la casa con sus hijos, Patricia se entretuvo atendiendo a los niños y alejo de si los pensamientos de la decepcionante tarde que había pasado mamando a un casi desconocido hasta el orgasmo, y llevándose una decepcionante cogida en un motel barato.
Por la noche, tres horas después, Daniel llego de trabajar, Patricia lo esperaba, él se metió a la cama y le platico de su día, ella los beso, y el respondió acariciándola deliciosamente y después haciéndole el amor con furor salvaje y haciendo que toda la tensión de la tarde con su fallido amante quedara en el total olvido, Daniel la follo como un toro en brama, y le provoco varios orgasmos, uno con la boca, y dos más con ella cabalgándolo y una haciéndolo de perrito para finalmente venirse encima de sus nalgas y espalda, la abrazo cariñosamente y le dijo, nada como hacerle el amor con toda la pasión del mundo a i querida y fiel esposa.
La palabra fiel le revolvió e estomago a Patricia, quien beso cariñosamente a su esposo y le dio la espalda para ocultar una lagrima que rodaba cuesta debajo de uno de sus ojos y empapando su mejilla, se secó con la sabana y quedo dormida totalmente agotada.
José Luis borro a Patricia de sus contactos de mensajero instantáneo, y jamás se comunicó con ella, lo que había empezado de manera espontánea, divertida, y sensual término de la forma más abrupta y decepcionante de todas, lo que Patricia sabia, era que esta tal vez no fuera la única vez que tuviera una aventura, muy dentro de ella, y a pesar del amor, devoción y respeto que sentía por su marido había encontrado un lado dentro de ella que le agradaba, era una mujer aun joven, bella, y que tenía mucha curiosidad por sentir el sexo con un hombre diferente a su marido que la follara de verdad en una sesión de sexo sin amor como el que ella se había imaginado al lado de José Luis quien fue desapareciendo de sus pensamientos con una rapidez asombrosa.