Patricia

Años después

Las vistas eran perfectas. Allí estaba Patricia, en medio de mi salón, moviéndose al ritmo de la música. Su cabello rubio se movía al son de su cuerpo. Estaba completamente metida en la canción, contoneando su cuerpo para mí. Sentado en el sofá observaba los sensuales movimientos de mi compañera de trabajo, que después de haber tomado algo en el bar del trabajo, finalmente habíamos decidido continuar en casa viendo una película. Al final, viendo Youtube, nos quedamos embobados viendo a pianistas y guitarristas de diferentes estilos hacer virguerías que los dos soñábamos con hacer.

Patricia envuelta en un vestido muy corto de color negro estaba espectacular. Pocas mujeres no sentían envidia de sus sinuosas curvas. Sus pechos bien formados, su vientre plano, sus piernas largas y tonificadas, y un precioso y respingón culo, trabajados durante horas en Crossfit. Así bailaba para mí al son de Sensualidad de Bad Bunny y alguno más. Sus movimientos cada vez eran más calientes, de espaldas a mí ofreciéndome su precioso culo arriba y abajo, a los lados. Moviéndose con gracilidad, mientras se acariciaba con sus manos por los costados, el vientre y los pechos. Jugaba con el pelo en una mano, mientras con la otra la pasaba por sus labios entreabiertos por la respiración y el esfuerzo.

Yo observaba sin poder quitar la vista de esa maravillosa mujer que, sin que yo pudiera remediarlo estaba despertando en mí mis más primarios instintos. Mi bulto en la entrepierna se hacía cada vez más evidente y ella sabía yo que se había dado cuenta.

-          Estás tan buena…  dije mientras me levantaba y me acercaba a la chica por la que llevaba suspirando tres años.

Sin parar pegó su culo a mi bulto y apretó haciendo movimientos arriba y abajo. Yo por supuesto la abracé por la cintura, mientras con una mano la acariciaba el vientre y entre los pechos. Su cabeza apoyada en mi hombro, buscaba estar lo más cerca de mi cara. Sus ojos cerrados me indicaban que disfrutaba sin parangón de sus movimientos y de que la acompañara por fin en ese baile. La verdad que sin darme cuenta, me encontré besándola en el cuello con total tranquilidad, mientras ella no dejaba de moverse lentamente, frotándose contra mí. Su mano izquierda, agarraba mi nuca, y me apretaba levemente dándome permiso para continuar. Su mano derecha, acariciaba mi brazo que la acariciaba lentamente pero sin pausa.

Finalmente se dio la vuelta y sin darme tiempo a reaccionar, me besó. Fue un beso intenso. Un beso largo, sensual y duro a partes iguales. Por momentos parecía que luchábamos por quién sería el poseedor de la boca del otro y en otros, nuestros labios y lenguas jugaban entre ellos blanditos y suaves, acariciando los del otro, dándonos placer. Mientras una de mis manos, agarraban su culo mientras la otra la acariciaba la espalda. Ella por su parte, había metido una debajo de mi camiseta y recorría mis abdominales y pectorales haciendo que mi piel se encendiera sensible a sus caricias más que deseadas. La otra mano en cambio, había soltado el botón de mi pantalón ágilmente y se había metido dentro de él agarrando mi nalga firmemente.

Seguimos varios minutos disfrutando de los besos que llevábamos tanto tiempo aplazando. Nuestras manos no paraban quietas y no dejaban que ningún ápice del cuerpo del otro quedara sin caricia aunque fuera por un segundo.

Finalmente no pude más y me decidí a subirle el vestido mientras la besaba, dejando a la vista un espectacular tanga negro y un sujetador a juego del mismo color. Ella por su parte me sacó la camiseta y durante un segundo se quedó parada mirando mi cuerpo. Aunque no lo parecía, ya que con las camisas del trabajo, poco se veía, tenía un cuerpo curtido a base de la calistenia. Todos mis músculos se marcaban a cada movimiento, mis abdominales se marcaban sin necesidad de hacer ningún esfuerzo. Sin poder evitarlo tocó cada músculo ahora con más detenimiento que antes, pasando por todas las hendiduras de mi cuerpo, disfrutando maravillada del cuerpo de un hombre. Durante esos segundos, estuvimos separados por unos centímetros, dándonos unos segundos para poder respirar y recuperarnos levemente de la lucha anterior. Yo por mi parte la observaba como fascinada no paraba de tocar primero con un dedo y luego con toda la mano mis abdominales y pectorales.

Finalmente se acercó de nuevo a mí y sin que me diera tiempo a reaccionar, metió la mano en mi entrepierna, cogiendo mi duro pene mientras con su boca, lengua y dientes, hacía sus labores con mis pezones. Toda mi piel se puso de gallina, mi vello se erizó y pene palpitó en su mano…

No me pude mover ya que el placer que estaba recibiendo con sus movimientos de la boca y de su mano me tenían paralizado. Sin embargo, ella no tenía esos planes. Me empujó hacia el sofá, obligándome a sentarme en el suelo, pero apoyando la nuca en sofá, de forma que me quedaba mirando hacia arriba.

-          Cierra los ojos  - me dijo. ¿Quién era yo para negarme?

Los cerré como ella me dijo y al cabo de un segundo noté como me vendaba los ojos con lo que parecía ser mi corbata por el tacto. Noté que se hundía el sofá a ambos lados de mi cabeza y me encontré con su clítoris en mi boca de repente. El olor fue lo primero que me llamó la atención. Olía diferente a otros, este olor me llenaba directamente la mente calentándome más si cabe. Su sabor… en cuanto lo toqué, supe que siempre querría jugar con su clítoris en mi boca. Saqué la lengua, y jugando con ella y con mis labios, lamí, chupé, succioné y besé su órgano femenino, dándole el placer que ella merecía. Mientras ella gemía y se movía hacia delante y hacia atrás, follándome la boca al principio despacio, pero poco a poco con más urgencia hasta que sin poder aguantar, terminó corriéndose en mi boca. Se quedó ahí unos segundos con algunos que otros espasmos que también provocaba yo lamiéndola de vez en cuando.

-          Oh dios mío… Me encanta hacer esto -  me dijo mientras se levantaba.

Me hizo levantarme y me quitó los pantalones a la que lo hacía. También el bóxer voló liberando así por fin mi pene. Me hizo sentarme en el sofá, ya más cómodo y besándome se sentó sobre mí.  Cogió mi pene con su mano y se lo introdujo lentamente en su apretada vagina. Ella gemía mientras se lo introducía pero yo tampoco me quedaba nada atrás. Con habilidad la solté el sujetador, liberando sus pechos que pude tocar y besar pero no ver por la corbata que aún me cegaba.

Lamí sus pezones lentamente mientras poco a poco se movía sobre mí cogiendo cada vez un ritmo más vertiginoso. Su sudor empezaba a bañarla poco a poco haciéndola brillar a la luz de las lámparas. Cuando noté que estaba a punto de correrse, me quité la venda de los ojos por fin viendo a aquella diosa moverse sobre mí. No la dejé seguir. Me levanté con ella en brazos y la moví rápidamente mientras ella se agarraba a mí con sus piernas y brazos. La apoyé contra la ventana y la follé rápido y duro, sin descanso. De repente y con un gran gemido se corrió. Tan fuerte era el orgasmo que estaba teniendo que me clavó las uñas en la espalda, haciéndome pequeñas heridas. Por mi parte seguí follándola contra la ventana, lo que provocó que Patricia tuviera un orgasmo tras otro hasta seis. Ahí fue cuando yo ya no pude aguantar más y me corrí. Mi orgasmo vino acompañado de un gemido gutural desde mi interior, liberando toda la tensión que había padecido por verla con otros novios durante tanto tiempo.

Me quedé dentro de ella un rato abrazados contra el cristal, hasta que noté que la fallaban las fuerzas y la tumbé sobre el sofá.

La tapé con una manta y me tumbé junto a ella.

La canción de Youtube hacía rato que había terminado y otras seguían sonando. Apagué la televisión y dándola un beso en los labios nos dormimos abrazados en el sofá.