Pat, mi vecina, mi puta (final)

Final de la saga con mi vecina

Tras este primer polvo matutino, nos duchamos y nos vestimos de forma deportiva. Pat con unas mallas negras y un top del mismo color y muy ajustado, remataba su imagen las zapatillas deportivas.

Yo con pantalón muy corto, camiseta y zapatillas deportivas.

De esta guisa salimos a dar una vuelta por las instalaciones del hotel. La imagen de Pat en ropa deportiva siempre es un estímulo para mí y quería que me vieran al lado de este pedazo de mujer, de esta hembra deseable, de mi vecina.

Tomamos unas bicicletas y dimos pedaleadas por un sendero que se adentraba en los parajes que rodeaban el hotel. Un campo de golf, un pequeño lago, arboledas bien tupidas y nadie en los alrededores.

Tras un rato en las bicis, paramos para hacer un descanso, el lugar era idílico, la cima de una ladera desde donde contemplábamos parte del campo de golf y del hotel.

Sentados en la hierba comenzamos a charlar de varios temas mientras yo la analizaba y en mi análisis dirigía mis preguntas

“¿No te molesta lo que estamos haciendo, Pat?”

Ella me miro, apartó la vista, se lo pensó y respondió “no”

Eso me dio pie a pensar que no era la primera vez y que a ella esto le gustaba tanto o más que a mí.

“Nunca he sido una mojigata” continuó diciendo, “siempre me he considerado una mujer ardiente y he disfrutado libremente del sexo. He tenido novios, amantes y no me he privado de nada de lo que me pudiera dar placer. Esta vida alocada la continué hasta entrar a trabajar en la empresa donde conocí a Paco, del cual me enamoré y decidí dejar el pasado atrás para formar familia con él.”

“Tras la boda lo pasábamos genial los dos, disfrutábamos el uno con el otro y vino nuestra hija para terminar de sellar nuestra relación. Pero el tiempo pasa y Paco ya no parece el mismo. Su falta de trabajo lo ha sumido en una media depresión. Salimos adelante gracias a la ayuda de mi madre pues, sólo con mi trabajo, no podríamos pagar las letras de la hipoteca de la casa”

“Creo que esto lo ha hundido más y cada vez se aleja más de mí. No le recrimino nada, pero en las noches que he pasado sola en la cama mientras él ve la televisión, me he dado cuenta de que sigo siendo una mujer, sigo teniendo necesidades”

“Es por eso y porque ya estaba harta de tantas masturbaciones que cuando te lanzaste la primera vez, no objeté nada, todo lo contrario, lo necesitaba y necesito”

Dicho esto y tomándola del cuello me aproximé hasta besarla con el beso más húmedo e intenso que, hasta ahora, le había dado.

Ella me miró a los ojos nuevamente y continuó “no sé si hacemos bien o mal, pero quiero seguir con esto mientras disfrutemos los dos”

La miré intensamente y le dije “Lo seguiremos disfrutando, pero esto tiene sus reglas”

“¿Si? ¿Cuáles?” me soltó rápidamente mientras su mano bajaba a mi entrepierna.

“Las condiciones son muy sencillas. Hacemos esto por y para disfrutar los dos y ninguno busca dañar la relación del otro, por tanto hemos de tener cuidado y no querer más de lo que se puede dar ¿de acuerdo hasta ahora?”

Asintió

“Además el juego es básico. Yo te busqué y tienes tu papel, eres mi vecina y serás mi puta personal, mi hembra caliente dispuesta a todo lo que yo te pida”

“Aceptado y con agrado” dijo

“No he terminado” dije “has de tener tu cuerpo y tu mente dispuesta para mí. Quiero que nuestro placer sea parte del eje de tu vida y cuando uno de los dos ya no esté dispuesto a seguir, lo hablamos y podemos retirarnos sin daños colaterales”

“¿Es que aún no te he demostrado que soy tu puta? ¿Tu hembra caliente para todo?” me dijo sonriendo y sin más, se arrodilló para bajarme los pantalones y sacar mi pene al aire, lamerlo con su lengua, besarlo mientras me miraba a los ojos y, abriendo la boca, tragárselo glotonamente.

La tomé de los cabellos y empecé a mover mis caderas, quería que sintiera que mandaba yo, que en aquel momento yo follaba su boca.

La glotonería con la que lo aceptaba, el ruido en su garganta, las babas que colgaban desde su barbilla, eran la muestra de su total entrega.

A m i corrida chupó con más fuerza hasta tragárselo todo y continuar lamiendo y chupando hasta dejármela limpia y semi erecta de nuevo. La acomodó nuevamente en mis bóxer y se quedó allí, arrodillada y mirándome a los ojos.

“Eres toda una delicia” le dije

“Y quiero ser tu puta más caliente, complaciente y usada” me respondió.

Tomamos las bicicletas y regresamos al hotel. Nos fuimos a tomar una sauna y tras esto al jacuzzi donde, al estar solos y en sus cálidas aguas, procedí a masturbarla varias veces consiguiendo que se corriera en mis dedos no menos de en cuatro ocasiones.

Para recuperar fuerzas nos fuimos al bufet y comimos unas ensaladas y filetes de pollo a la plancha, sano y ligero para continuar con el esfuerzo.

Regresamos a la habitación y mientras nos acariciábamos, nos despojamos de la ropa y nos colocamos en la cama en un 69 perfecto.

Pat no dejaba de mover sus caderas al ritmo de las caricias de mi lengua en su coño. De su boca se escapaban gemidos que se intensificaban hasta el grado de gritos en cada corrida abandonando su habilidosa mamada en mi pene.

Con un giro de su cuerpo se incorporó y se colocó a cuatro hundiendo la cara en las sábanas, separando sus nalgas con sus manos y diciéndome “Rómpele el culo a tu puta, lo estoy deseando”

No tuvo que repetírmelo, acomodé en su ano mi pene y de un solo golpe de cadera se la introduje hasta el fondo.

Nuestros orgasmos coincidieron y nos quedamos tendidos en la cama, relajados hasta dormirnos.

Al rato desperté y vi a Pat en los brazos de Morfeo, estuve a punto de violarla así, pero la dejé descansar. Salté de la cama, me vestí y salí a dar un paseo.

Estaba caminando por los jardines del hotel cuando mis ojos vieron algo que me hizo detenerme en seco, era Paco.

Dios ¡ ¿se habría enterado y estaba allí para pillarnos?

NO ¡

Este no sonó rotundo en mi mente al ver como Paco se giraba y una morena lo abrazaba para morrearlo.

Paco tiene una amante, ahora entiendo varias cosas. Pero de todos los hoteles de esta zona, tuvo que elegir el mismo que yo. Que perra suerte… ¿o no?

En mi mente bullían muchas maldades y tomé el móvil para ponerme a hacer fotos. Paco y su amante besándose, los dos metiéndose mano, en el jacuzzi (donde yo había masturbado a su mujer) recibiendo una mamada de su amante…

Todo plasmado en fotos que pretendía usar.

Eran ya como las 19:30 y regresé a la habitación encontrándome a Pat despierta y dispuesta a un nuevo lance.

La besé y le dije que tenía que esperarse, que estaba preparándole una sorpresa, y tiré de ella hacia la ducha donde, mientras caía el agua en nuestros cuerpos, calmé sus necesidades de hembra con una nueva masturbación.

Me vestí rápidamente y le dije “No bajes a cenar hasta las 21h, búscame en el bar y prepárate para la más grande de las sorpresas.” Le dije mientras ella me miraba extrañada.

“Ponte la minifalda negra con las zapatillas de tacón y la camiseta de tirantes color salmón, ya sabes, sin sujetador” terminé de ordenarle mientras la besaba y salía de la habitación cerrando la puerta tras de mí.

En el bar del hotel busqué hasta encontrar a Paco sentado de espaldas a donde yo estaba. Imaginé que pararía por aquí.

Mi saludo lo tomó de sorpresa, puso cara de pánico y se atragantó, no respondía más que balbuceando.

Tras el susto inicial (ni me preguntó que hacía yo allí) le dije…

“Mira Paco, conozco tu secreto” y le di mi móvil para que viera las fotos que les tomé en la tarde.

“Se de tu situación con la familia de Pat, de tu situación personal y familiar…esto rompería la ayuda que ellos os dan, además son las pruebas para que Pat de exija el divorcio y lo perderás todo”

Paco no sabía qué hacer, qué decir, solo tragaba saliva y me miraba.

“Esto lo podemos arreglar como personas adultas que somos Paco. Tú podrás seguir con tu amante y nadie se enterará de esto, nada pondrá en peligro tu imagen, tu vida ni tu familia, pero has de actuar inteligentemente” le dije

Tras unos segundos de silencio preguntó “¿Qué me estás proponiendo?”

Me acomodé en el asiento del otro lado de la mesita que ahora compartíamos y le dije...

“De la misma forma que tú tienes tus secretos tengo yo los míos. Dentro de esos secretos hay algo que tú tienes y que yo quiero, ya ´verás a qué me refiero, pero valora tu situación y ten en cuenta que puedo amargarte la vida con lo que tengo”

No decía nada y, por encima de su hombro vi llegar a Pat vestida tal y como le pedí, espléndida. Me incorporé y caminé hacia ella para besarla y abrazarla

“Prepárate para tu sorpresa” le dije “Déjame hacer a mí y confía en todo”

Ella me miró y me dijo “Sabes que estoy en tus manos”

Rodeándola por la cintura la atraje hasta la mesita, al ver que mi compañero era Paco casi se cae, menos mal que la mantenía sujeta en mis brazos.

La cara de Paco otro poema, balbuceando y sin decir nada.

Le di el móvil a Pat mientras le decía “Mira Pat, ese es el motivo de muchas cosas, ahora lo sabes” mientras ella pasaba las fotos y miraba concentrada las imágenes.

“Como adultos que somos estamos aquí para poner soluciones a las cosas” sentencié.

“Ya he hablado con Paco y sabe que él es el que más pierde en todo esto, pero si hace caso podemos salir todos ganando” Pat me miró. Paco seguía mirando la mesita.

“Paco, ahora sabes que tu mujer es mi querida, es más, es mi hembra y mi puta personal” puse énfasis en todo esto para analizar su reacción.

“Todo lo que tú puedas decir no tiene validez, será tu palabra contra la de Pat y la mía y queda claro que perderías mucho más que nosotros”

Dejé que los dos analizaran la situación

“Lo que propongo es lo siguiente y ha de ser aceptado por los dos”

Dejé otro momento de silencio

“Paco, Pat es mi hembra y ella ahora sabe de tu relación, todo quedará entre nosotros, pero has de aceptar que ella es mía, mi hembra, mi puta. Yo la follaré cuando me venga en gana y tú no pondrás impedimento. Nos ayudarás en nuestras escapadas y cuando no podamos tenerlas, la follaré en tu casa, en vuestra habitación, en tu cama sin que te niegues. A cambio tendrás el silencio por nuestra parte y podrás seguir manteniendo tu relación con esa morena que nos presentarás ahora, cuando baje a cenar”

“Pat, ahora conoces la relación de Paco, él es tu marido y todo seguirá como hasta ahora, pero con las condiciones que he puesto. Si quieres mantener relaciones con él, será vuestro problema pero yo tengo prioridad sobre ti ¿está claro para los dos?”

Paco no decía nada, solo miraba la mesilla. Pat me miró y me besó en la boca aceptándolo todo. Tras esto miró a Paco y dijo “Paco también acepta tus condiciones, las aceptamos los dos ¿verdad Paco?”

Paco seguía mirando la mesita

Le dije “Paco, no te queda más que aceptarlo todo. Está a punto de bajar tu pareja y quiero que nos presentes y cenemos los cuatro juntos, después cada pareja a su nido”

Tras esto escuché una voz femenina que saludaba a Paco, ella le besó y mirándonos dijo “¿No me los presentas?”

Ante su falta de rapidez salté yo y le dije “Hola, soy Carlos y ella es Pat, amigos de Paco”

“Qué casualidad” soltó “si” dije yo “Mira qué coincidir en el mismo hotel en nuestras respectivas escapadas…” Tras un breve silencio nos reímos los tres, Pat, Silvia y yo, mientras Paco seguía taciturno y callado.

Tras una breve charla quedó claro que cenaríamos los cuatro juntos, pues yo les invitaba. Era lo mínimo tras este grato encuentro.

Nos sentamos muy estratégicamente, parejas enfrentadas y mientras miraban la carta para pedir la cena, me encargué de pedir un par de botellas de buen vino.

Silvia destacó como mujer ingeniosa, alegre, simpática y con un elevado sentido de la picardía y la curiosidad, pues nos sometía a Pat y a mí a todo tipo de preguntas para entender nuestra relación.

“Digamos que amigos con derecho a mucho roce, Silvia” le dije

“Hablemos claro, soy su hembra” soltó Pat y los tres estallamos en una carcajada general.

Mi mano descansaba en los muslos de Pat, acariciándola. Mi boca mordía suavemente a ratos su cuello, quería mantener sus pezones bien duros y que fueran vistos por nuestros compañeros.

Antes de la llegada del primer plato, tomé a Pat de la mano “Ahora regresamos” dije y me la llevé hasta los lavabos.

La besé furiosamente mientras entrábamos en el de señoras y la obligue a arrodillarse para que me la chupara.

“Ahora todo está en su sitio Pat, serás libremente mi puta y tu marido lo sabe. Sólo de ti dependerá vuestra relación, pero está clara la nuestra” le dije mientras seguía chupando como posesa y no paró hasta mi descarga en su boca.

Tras guardármela nuevamente regresamos a la mesa donde era manifiesto nuestro acaloramiento al sentarnos.

Silvia le hizo un gesto a Pat para que limpiara la comisura de sus labios, lo hizo rápidamente y las dos se miraron y rieron.

Cenamos con toda tranquilidad, entre comentarios y chistes mientras Silvia no dejaba de ver cómo metía mano a Pat por debajo de la mesa. La realidad es que la estaba masturbando. Allí, delante de todos, mientras comíamos, delante de su marido dejaba claro que era mía, mi puta y ella aceptaba a serlo.

En un momento determinado decidí que se corriera. Intensifiqué mis caricias y Pat se aferró al mantel dejando escapar un leve gemido mientras se corría ante los ojos de Silvia y de Paco.

A los postres ya mi calentura no podía más, la entrega de Pat era total, la envidia de Silvia era manifiesta y Paco no dejaba de mirarnos en silencio.

“Señores, la compañía es muy grata pero esta señorita tiene mucho que hacer ahora” les dije tomando a Pat de la mano y tirando de ella. Nos despedimos rápidamente y nos dirigimos al ascensor donde entramos y, al cerrase la puerta, despojé a Pat de la minifalda.

“Voy a follarte toda la noche y tu marido lo sabe. La meteré en tu cuerpo las veces que guste y te haré cosas que él nunca te hizo” le decía mientras la abrazaba, besaba y acariciaba en el ascensor.

Llegamos a la planta y ella caminaba solo con las zapatillas, la tanga y el top, su minifalda en mis manos. Llegamos a la puerta de la habitación que abrí para entrar. Pat se lanzó a despojarme de toda la ropa, a besar y lamer mi cuerpo, a acariciarme y chuparme el pene mientras me miraba y decía...

“Soy tu vecina, tu amante, tu esclava y tu puta, disfruta de mi todo lo que quieras”

Esa noche Pat fue enculada por mi polla las veces que quise, gritó en cada acometida. Su coño fue follado por mis dedos, por mi lengua, por mi pene, tragó todo lo que pudo y la coloqué en todas las posturas que quise

Esa noche Pat me mostró ser la más grande de las putas para mí.

En la mañana coincidimos desayunando con Paco y Silvia.

“Vaya carita que tenéis los dos, parece que la noche fue muy buena” dijo Silvia “Y lo mejor viene ahora, tras el desayuno” dije yo mientras mordí los labios de Pat.

Después de desayunar Pat y yo regresamos a la habitación con la imagen de dos caras, la de Silvia muerta de envidia y la de Paco aceptando todo lo que estaba pasando.

Llevo ya en la nueva urbanización dos años de los cuales, el último año y medio lo comparto con tres personas en mi vida.

Mi pareja, la mujer que amo y con la que convivo

Paco, el vecino amable y consentidor, cómplice en mis relaciones con su mujer. Facilitador de todo encuentro que yo quiera tener con su esposa.

Pat, mi vecina, mi hembra, mi puta personal a la que me llevo cada vez que puedo a mis viajes, o cuando no se puede, me follo en su casa, en su habitación con su marido en la sala cuidando de la niña que ambos tienen.