Paso de ser una desconocida a ser mi puta (1)
Corrección del relato enviado. Mil disculpas.
Paso de ser una desconocida a ser mi puta (1)
Basada en hechos reales (excepto los nombres).
Me llamo Carlos, tengo 45 años, mido 1,87cm, ojos verdes, algo canoso, 85K y según me han dicho siempre (incluso hoy en día), soy muy guapo.
Todo empezó un sábado noche, en la presentación de una murga.
Era la presentación de una murga femenina, la primera del año y había bastante gente por allí.
Todo transcurría como siempre, estaba rodeado de mis compis de murga esperando nuestra actuación en el evento, charlando con mucha gente pues además de ser una ciudad pequeña y conocernos casi todos los del mundillo, soy muy conocido.
Llegó la hora de la actuación y todo salió como esperábamos, sin contratiempos, por lo que los conocidos se acercaban a saludarnos y felicitarnos cuando se acerca una buena conocida a felicitarme acompañada de una amiga. Me saludó muy efusivamente, como siempre y me presenta a su amiga Vanesa. Una chica guapetona, muy resuelta y simpática y mira por donde tenía un cuerpito de los que me llamaban la atención ( Rubia, média melena, 1,68m y 100-75-100), además de tener solo 30 años.
Me dio dos besos muy normalitos y empezamos a charlar los tres. Me enteré de que estaba casada y de que tenía tres hijas. Estábamos muy a gusto y como ocurre en todos éstos actos, la gente se mueve mucho y saluda a todo el mundo por lo que la conversación no era fluida pero sí que tenía la sensación de que Vanesa buscaba el más mínimo momento para hacerme algún comentario banal o incluso meterse conmigo o con mi murga pero de forma simpática.
En un momento dado nos alejamos y cada uno seguía purulando por allí saludando y demás pero desde la distancia la miraba de vez en cuando y varias veces coincidimos con una mirada cómplice.
Pasadas unas horas decidí irme a casa. Cuando llegué la busque en el Face para ver fotos suyas. Tenía la seguridad de que le había causado muy buena impresión a Vanesa y algo me decía que más pronto que tarde me enviaría una solicitud de amistad (no quería ser yo quien tomara la iniciativa por si me estaba haciendo ideas raras).
Al siguiente día ví que publicó unas fotos del evento y en una de ellas aparecíamos los dos. Le puse Me Gusta y seguí con lo mío. Al final del domingo recibí su solicitud de amistad, jejejeje. Para hacerme el interesante la acepté a media mañana del lunes y le envié un mensajito diciéndole que era imposible no aceptar una solicitud de amistad de una chica tan guapa como ella y como suponía me respondió inmediatamente y estuvimos charlando de cosas sin importancia (pero dejándole claro que me gustaba, cosa que me dijo le parecía muy bien) hasta la hora de comer en la que llegaba mi pareja a casa a comer.
El martes me desperté decidido a atacarla y dejarme de chorradas y pérdidas de tiempo, total, si no me correspondía como yo creía no me importaba perder su amistad, pero no fue así.
Le dije que quería verla para tomarme un café con ella y me dijo que estaba muy liada que por la tarde saldría con su amiga y que podíamos quedar los tres y le dije que no, que quería verla a solas. Me dijo que era muy complicado porque su marido era muy celoso y no podíamos vernos en público y ahí quedo la cosa pero viendo que la razón de no quedar no era por ella sino por su marido decidí entrar a saco y empecé a decirle que si su marido pensaba mal de mi lo haría con razón porque mis intenciones no eran buenas para sus intereses pero que para los míos eran perfectas.
Me pregunto que cuales eran esos planes y sin cortarme le dije que mis planes pasaban por disfrutar de ella y su respuesta me abrió los ojos como platos.
Su respuesta fue: Mmmmm . Buenos planes.
Desde ese momento pase a describirle lo que quería hacer con ella y le hice mil preguntas sexuales, a las que ella me respondía abiertamente. Se había convertido en mi puta virtual.
Yo estaba como en una nube porque nunca me había pasado nada parecido y porque a pesar de que siempre me hubiesen dicho que valía mucho como hombre nunca había triunfado con las mujeres. Por mi educación siempre fui muy tradicional y conservador, cosa que cambió a raíz de un grave accidente que me hizo plantearme la vida de otra manera.
El martes y miércoles lo pasamos chateando todo el rato con conversaciones muy subidas de tono. Los dos teníamos claro que queríamos hacer realidad lo que teníamos en el mundo virtual. El jueves le propuse vernos en uno de los baños de un Centro Comercial, uno de discapacitados (puesto que lo soy desde mi accidente) donde tendríamos espacio y donde no nos molestarían. Aceptó y a la hora convenida ya estaba yo en el baño esperándola. Era un sueño hecho realidad.
No se hizo de rogar y pasados dos minutos llego. Según entró se sentó en mis piernas. Nos dimos un beso de esos de campeonato, muy caliente y dejando ver las ganas que nos teníamos. A los pocos segundos ya tenía mis manos en sus tetas, por encima de la camiseta. Las apretaba con fuerza puesto que ya sabía que le gustaba y no tardo en empezar a gemir. Le dije, quítate la camiseta y al quitársela se levantó también el sujetador y al darse cuenta dijo: Bueno, da igual, también me lo pensaba quitar.
Inmediatamente se las cogí. Eran blanquitas y muy grandes. Le decía que me encantaban mientras se las apretujaba y la miraba a los ojos. Acto seguido bajé mi cabeza y empecé a lamerle los pezones y a mordisqueárselos. Le estaba encantando porque gemía como loca y me decía que la tenía muy cachonda. Que estaba así desde el sábado en que nos presentaron.
Bajé una de mis manos a su coñito y pude notarlo perfectamente puesto que llevaba unos legguins ajustados a petición mía porque no quería que un vaquero me impidiese palparlo y sentirlo tal cual. Pasados unos minutos metí la mano por dentro y estaba totalmente empapada. Sin más, le metí un dedo hasta lo más profundo de su coño y solo acertó a decirme: me estoy corriendo, cabrón
Seguí moviendo mi dedo sin darle tregua y al poco rato le metí un segundo dedo y de nuevo se corrió.
Se corrió varias veces mientras le mordía los pezones y le acariciaba las tetas y el culo. Resultó ser multiorgásmica.
Se acabó el poco tiempo que teníamos, volvió a ponerse la camiseta y se marchó como si nada, no sin antes dejar claro que volveríamos a vernos.
Se había convertido en mi puta.
Continuará