Pasiones prohibidas con mi ginecologo
Esperas, mientras tras del biombo despojo de mi cuerpo sus más íntimas prendas, la cita médica así lo requiere; sin embargo, vibro al sentirme cubierta tan solo por la ligera bata que me entregas...sin imaginar que este sería el inicio del mejor examen ginecologico de mi vida...
Esperas, mientras tras del biombo despojo de mi cuerpo sus más íntimas prendas, la cita médica así lo requiere; sin embargo, vibro al sentirme cubierta tan solo por la ligera bata que me entregas.
Vacilante me acerco a la camilla, tomas mi mano en un gesto de ayuda y me pides recostarme.
Enciendes el equipo médico y al notarte distraído no resisto la tentación de examinar tus rasgos masculinos, sin duda tus casi cuarenta años no te quitan lo atractivo; me detengo unos segundos en tus manos, las imagino suaves, cálidas…. mi atrevimiento pareciera ser premiado pues volteas inesperadamente y como si descubrieras mis pensamientos sonríes y ligeramente rozas mi mejilla.
_Todo está preparado voy hacerte el examen
Posas tu mano en mi pierna, y preguntas:
_Estas nerviosa?
Respondo que no, pretendiendo ser fuerte ante la debilidad de sentir tu mirada; pero no, no solo es tu mirada, es la cercanía, el ambiente, el momento y ese deseo escondido que desde hace meses tratamos de disimular.
Me prometo salir airosa como otras veces que te he tenido algo cerca, solo eres mi médico y aunque me tratas de forma especial, no pretendo cruzar los límites…
Abres un poco la bata, y suavemente pasas tus manos por mi vientre, sí, están tibias como las imaginé, oprimes ligeramente investigando algún dolor, pero todo parece normal.
Mantengo las piernas dobladas, suavemente deslizas tu mano por la parte interna de mi muslo y ejerces algo de presión para separarlas, tu otra mano repite la misma acción, pero tus ojos me trasmiten una leve intención de acariciarlas, tal vez solo deliro, sin embargo estoy ahí al descubierto mostrándote el secreto de mi intimidad.
Me explicas el procedimiento médico que vendrá, por experiencia propia sé que eres confiable, así que procuro estar relajada mientras das inicio a la exploración. Tus dedos pulgar e índice llegan a mi vagina, buscan espacio, abriéndola delicadamente, el roce me hace estremecer involuntariamente.
_Tranquila, me dices
Con suavidad introduces el instrumento hasta mis profundidades, moviéndolo ligeramente una y otra vez en busca de imágenes de mi matriz, pero aquello me transmite un calorcito que hace que mi sensibilidad despierte, aflore, crezca, en una oleada de sensaciones que intento disimular, es mi primera ecografía vaginal y no imaginaba que me pudiera causar placer.
_Abre un poco más…
A estas alturas es excitante lo que me pides, y a pesar de estar algo avergonzada, separo las piernas aun más… totalmente; al hacerlo por instinto de mujer expulso mis pechos hacia el frente, mientras mis pezones se levantan traicioneros como si estuvieran ansiosos de tus manos,…claro solo eres mi sueño prohibido porque con todas mis fuerzas trato de ocultar que alteras hasta mis propias entrañas.
El placer hace que a momentos mi pelvis se estremezca y mi rostro denote algún gesto que podría interpretarse como dolor, pero no, no es dolor y lo intuyes, sin embargo me miras profundamente y me preguntas:
Duele, linda?
Respondo que no, pero un nuevo movimiento mío hace que insistas y ahora con voz suave añades:
“Me avisas si duele mija, para hacerlo más despacio”
Solo bajo la mirada, “mija” es una expresión que me resulta sugestivamente erótica, pero rehuir tu mirada y tus preguntas es lo más sensato pues temo tu cercanía, me asusta lo que estoy sintiendo, porque de pronto me doy cuenta de que me atraes más de lo que quiero admitir. Ojala no percibas mis reacciones…
Que ingenuidad, claro que a estas alturas ya te has dado cuenta de lo que me está sucediendo, mis pliegues sonrosados están hinchaditos, mi vulva totalmente húmeda y mis líquidos femeninos se desbordan resbalando entre mis ingles, producto de mi silenciosa excitación…quien sabe que pensamiento erótico cruza por tu mente, haciendo que quedes absorto, seguramente seducido por el paisaje sensual, de una hembra que parece dispuesta para el apareamiento, pero no te atreves a más que tomar mi mano tiernamente mientras continuas con el examen.
No puedes engañarme, estás inquieto, pareces algo nervioso, tal vez ardiente, mis ojos disimuladamente te recorren, te investigan tratando de hallar indicios de ello, como un incremento de transpiración, tal vez un gesto de vacilación quizá más volumen en tu bragueta pero tu mandil no me permite notar ningún cambio y afortunadamente mantienes la compostura, lo cual me alegra no sabes cuánto, porque solo quiero disfrutarte en mis sueños.
Es innegable que este placer clandestino me resulta delicioso, así que a instantes cierro los ojos, y solo disfruto, imaginando que no es el instrumento el que resbala por mi interior sino que eres tu quien entra y sale, quien golpea contra mi entrada, chocando en mi interior, gozándome…una y otra vez.
Sin duda este es uno de los momentos más excitantes de mi vida, estar allí frente a ti a solas, en una camilla que invita al placer, con mi piel desnuda, con mis labios deseosos, mis muslos separados, inquietos, ansiosos…
Percibo tu descontrol, continúas con la revisión pero te delatas, siento claramente como con tu mirada abres mi bata y contemplas mis pechos, recorres mi abdomen…mi vientre…mis caderas y noto tu esfuerzo por mantenerte sereno, por concentrarte, pero te distraigo lo sé, esta mujer de 29 años llama tu atención intensamente. El ambiente se vuelve más fogoso, puesto que estamos en una exploración usual pero los dos sabemos que detrás de nuestra aparente fortaleza, detrás de nuestra charla formal, nos consumimos de deseo.
_Disculpa me dices, no puedo continuar con el examen, la verdad es que me enloqueces y no resisto más el impulso de tenerte cerca.
Tus palabras me asustan y trato de huir, en el intento nos miramos, me detienes, acercándome a ti con fuerza, dejándome sentir toda tu fortaleza… no resistimos más, nos besamos como si en ello se nos fuera la vida, recorres mi cuello, mis hombros, mi espalda. Me arrinconas contra la pared, desatando mi bata, también tu mandil blanco rueda por el piso; viajas por mis espacios, descubriendo, palpando, apropiándote de todo lo que viste frente a ti sin poder tocar, de aquello que miraste con deseo, y te escudaste tras un examen para ligeramente rozar, teniendo que conformarte con sentirme a través de un guante, con humedecer tus labios al disimulo, ahora todo está a tu disposición.
Me alzas en brazos y me llevas a la camilla, me besas apasionadamente mientras me guías para acomodarme con las piernas separadas en el estribo, besas mis pies, subes hacia mis muslos, te detienes, y yo ansío mas, siiii mucho maas tus dedos se introducen sinuosamente uno…dos….moviéndose, ampliando mi estrecho canal, mi clítoris reclama tus besos y tú despiadadamente lo complaces, sabes dónde y cómo tocar, fácilmente llegas a mi punto de mayor sensibilidad, eres ginecólogo y sabes muy bien qué hacer; deliro, gimo, siento como deliciosas pulsaciones me saturan, como latidos acompasados hacen que quiera morirme de felicidad, ya no podemos detener nada…
Nos besamos nuevamente nos enloquecemos, camino con mis labios desde tu cuello hasta tu vientre dejando rastros de humedad, mis manos te acarician, juguetonas abren tu pantalón, la camilla es testigo de que ahora eres mi paciente y exploro cada centímetro de tu piel, hasta llegar a la gran cumbre que deseo trepar. Contemplo tu masculinidad con ojos pervertidos aumentando tu deseo, me adueño de ella, acaricio, beso, succiono tus nueces endurecidas, lamo tu tronco empinado, lengüeteo la cima de tu pene ahora cubierta por gotas de semen. Se tensan tus muslos al contacto de mis labios, levantas tu pelvis queriendo llenarme toda la boca de tu falo y desencajas tu rostro en un rictus de placer mientras dejo que apercolles mi garganta a tu antojo. Con furia me lleno de ti, chupando incansable, endureciéndola aun mas hasta darme cuenta que quieres estallar para alimentarme con todo tu néctar, pero te detienes, me acomodas de espaldas contra la camilla, besas mi espalda bajas por mis glúteos separo mis piernas, te inclinas lamiendo mi vagina, bebiendo mi esencia, pero nuestros cuerpos piden más, así que te adhieres a mí dejándome sentir tu máxima potencia, oscilando tus caderas restregándome tu vara, provocándome incitándome, no resisto más, me pongo en cuatro mostrándote cuan dispuesta estoy, al fin te decides a darme lo que exijo, siento como tu pene se coloca en mi entrada mmmmm pero malvadamente se niega a entrar más, juega sin querer comerme completamente, haciéndome gemir pidiendo más, mucho más…mis movimientos suplican y te deleitas en hacerlo despacio mmmmm sigues… avanzas….uffffff ahora si estoy toda llena de ti, entras ….sales…entras…sales…arremetes con furor una y otra vez, matándome, inyectándome y volviéndome a la vida, gozando sin piedad de tu paciente preferida…
Varios instantes de placer prohibido, quema mi rostro y mi piel quiero que estos momentos no terminen, solo un poquitico más… estoy al borde de lanzarme al precipicio, de explotar, de volar…… pero, tu voz me vuelve a la realidad…
_Listo, dices
Y suavemente retiras el instrumento médico, acabando con mi más deliciosa fantasía…..sí, porque solo fue eso una FANTASIA que viví al cerrar mis ojos mientras me examinabas nunca me besaste, nunca me tocaste, pero fui tuya en mis pensamientos…
Me cubro rápidamente y trato de incorporarme, pero me interrumpes diciendo: espera un momento revisaremos algo más.
Vuelvo a reclinarme, mientras ordenas tu instrumental logro recuperar el aliento, pero la escena da un giro inesperado, te aproximas y con voz baja dices:
¡Cómo me provoca besarla!…desde hace tanto tiempo….puedo?
No respondo, mi mente ha recibido demasiadas emociones y ahora simplemente no reacciono, estoy indefensa; esta no es otra de mis fantasías, es real, nos miramos unos segundos, te acercas despacio como dudando, como temiendo mi reacción, quizá presintiendo una cachetada pero estoy tan confundida que no se si parar o dejarme avasallar por lo que queremos…
Te arriesgas, te acercas aún mas hasta sentirnos el aliento, me rozas y siento tus labios por primera vez, deseosos, voluptuosos, atrapando los míos, descubriendo, succionando; Tu lengua fluye hasta encontrarse con la mía, revolcándose en caricias, pretendiendo apagar aquel fuego contenido.
Respiramos agitados, nos falta el aire, aún así enloquecidos volvemos a besarnos una y otra vez con más intensidad, desatando en un beso todas las ansias reprimidas, todas las veces en que mirándonos nos dijimos tanto, todas las noches en que soñamos devorarnos entre sábanas.
Sigues… bajas por mi cuello, por mis hombros; tus manos surcan mi cintura se atreven a cruzar la frontera de mis caderas, y en ese instante mi conciencia recrimina, no debo avanzar mas...
Deseo tanto seguir, olvidar mis principios, mi integridad, mas ¡no puedo!! no sé de donde saco fuerzas, malditas fuerzas, que quisiera no tenerlas, pero en contra de mis deseos te detengo, me incorporo agitadamente poniendo fin a tantas sensaciones prohibidas….
No te vayas susurras no insistiré mas, solo déjame abrazarte…
Fue mágico quedarnos en silencio mientras el huracán de nuestro deseos vuelve a ser brisa…sintiendo tu rostro sobre mi pecho… …tus brazos rodeándome…tus manos enredando mi cabello y percibiendo la suavidad de un aroma que siempre me hará recordarte….
No sé si esta noche es el final de la historia, lo que si tengo claro es que a pesar de que nunca va a repetirse, no deja de ser el mejor examen médico de mi vida….
CONTINUARA....