Pasión por el Fútbol (3) - Descubriendo

Me quitó los calzoncillos y agarró mi polla, mientras con su boca empezó a lamer mis pezones. No sé en qué momento me excitó tanto estar así con un hombre, pero estaba cachondísimo.

Anteriormente...

Nos fuimos a su habitación y nos acostamos juntos en su cama, desnudos, sudados y con muchas ganas de seguir con esto que sólo acaba de empezar. Ahí me di cuenta de que de verdad quería a David.

JAVI

Tras el increíble fin de semana con David, no me apetecía nada volver a clase. Pero la vida sigue, y además tenía un examen importante ese lunes. Me levanté temprano para repasar y me duché antes de irme a clase. Tenía que aprobar como fuese, si no iba a suspender historia por segundo trimestre consecutivo y mis posibilidades de aprobar el curso iban a menguar aún más. Este segundo trimestre estaba siendo duro, entre el fútbol, los incesantes exámenes, trabajos y mis rayaeras por David me habían dejado sin tiempo y se veía reflejado en mis notas. Y más en historia, que se me daba fatal y no conseguía aprobarla. Al menos lo concerniente a David ya había pasado, y ahora que habíamos empezado una relación sólo faltaba el cómo contárselo a nuestros amigos. Habíamos quedado en que lo haríamos el sábado en la fiesta que organizaba Gonzalo por haber terminado los exámenes de este trimestre y la llegada de la primavera. Sería la última fiesta antes del último tirón del curso y selectividad y, aprovechando que sus padres no estaban y tenía una casa grande en el campo para el verano, nos había invitado a todo el curso. Y ahí, antes de que llegasen todos sería el momento perfecto de contarlo oficialmente a Gonzalo y Mario. Con esta idea me fui a clase y transcurrió una mañana normal con los correspondientes nervios del examen.

Al salir de clase había quedado para comer con David. Teníamos entrenamiento temprano y así no teníamos que volver a nuestras casas y podíamos pasar algo de tiempo juntos. Pero soy muy fogoso y solo de pensar en estar a solas con él me llevó a recordar el fin de semana y me puse muy cachondo. Salimos de clase y le dije que me acompañase un momento que tenía que mirar una cosa. Aceptó encantado. Lo llevé a los vestuarios y allí fingí que buscaba una cosa que se me había olvidado la semana pasada.

  • ¿No podías esperar a esta tarde? - dijo poniéndome una mirada que me derretía - Tengo mucha haaambre.

  • Es que si me esperaba a esta tarde - respondí cerrando la puerta con llave (las ventajas de ser el capitán) - no iba a poder hacer esto.

Me acerqué y le besé. Lo pillé desprevenido así que tomé la iniciativa. Le cogí el culo con las dos manos y presioné mi paquete que comenzaba a crecer contra el suyo. Por fin reaccionó y me agarró él también el culo. Y estuvimos así un rato hasta que di el siguiente paso y comencé a quitarle la sudadera y la camiseta.

  • ¿Qué haces Javi? ¡Qué nos pueden pillar! - dijo David apartando mis manos.

  • ¿Y qué? Eso le da más morbo a la situación, ¿no crees? - dije sonriendo y volviendo a besarle.

Mis manos volvieron a intentar quitar su ropa, por lo que me deshice de su sudadera y comencé a subir su camiseta y esta vez no opuso resistencia alguna y me dejó desnudarlo de cintura para arriba. Empecé a besar su cuello e inmediatamente comenzó a gemir de placer. Notaba su bulto ya bien crecido en sus pantalones. Llevó su mano derecha a mi paquete y comenzó a masajearlo por encima del pantalón. Ya no había vuelta atrás, tenía que follármelo allí mismo. Lo empujé contra la pared y empecé a lamer sus pezones. Sus gemidos cada vez eran más fuertes. Separé mi boca de su pecho y aprovechó para quitar mi jersey y camiseta, yo hice lo propio con nuestros pantalones. Estábamos muy cachondos.

  • No sabes las ganas que te tenías - dije suspirando en su oreja mientras juntaba mi polla contra la suya.

  • Si no hace ni dos días que lo hicimos, eres un salido - respondió sonriente mientras buscaba mi cuello para besarlo.

  • Mucho tiempo que es - respondí bajando sus calzoncillos y dejando al aire su polla.

  • Pues que no pase más del necesario - me dijo quitando mi ropa interior y quedando así los dos desnudos.

Como estábamos en los vestuarios y cualquiera podía venir, aunque estuviese cerrado con llave, no había mucho tiempo así que fuimos directamente al grano. Lo agarré de la polla y lo lleve hasta un banco y me senté y le hice sentarse encima mía. Comenzamos a morrearnos mientras nuestros pechos rozaban, notando mi abundante vello sobre su cuerpo apenas sin nada de pelo. Sudábamos cada vez más y yo no podía contener mis ganas. Sin dejar de besarnos levanté su culo y apuntando mi polla hacia el mismo le hice sentarse, clavándosela poco a poco mientras no podía contener gemidos de placer.

  • Oh, sí, sí, así, no pares de follarme - dijo entre suspiros David.

  • No quiero parar nunca, uffff - respondí soltando un gemido de placer.

Y así estuvimos por un rato entre gemidos y gritos de placer mientras David cabalgaba sobre mi polla. David no aguantó mucho más y entre mi polla en su culo y el roce de su polla sobre mi abdomen terminó corriéndose con un gran grito que ahogué con un beso. A mí no me faltaba mucho, estaba a punto de correrme cuando escuché un portazo. Era el despacho del entrenador. Carlos, entrenador de nuestro equipo de fútbol y profesor de educación física del instituto, estaba de pie junto a la puerta de su despacho, que da a los vestuarios, mirándonos con cara atónita. Fue todo muy rápido y nos pilló en muy mal momento, pues justo no pude evitarlo y me corrí inevitablemente en el culo de David, soltando varios chorros de semen en su interior y dejando escapar un gran gemido del placer que me había causado ese gran orgasmo. Tras varios segundos de silencio que se hicieron eternos, aún con David sobre mi polla, sólo pude decir:

  • Car...Carlos, no...no es lo que parece

  • ¿No? A mí lo que me parece es que acabo de pillar a dos de mis jugadores estrella disfrutando de sus cuerpos como hace cualquier joven - dijo mostrando una amplia sonrisa - No tenéis de que preocuparos, es normal disfrutar del sexo a vuestra edad, pero tenéis que tener cuidado con el lugar. Ahora os he pillado yo, pero con cualquier otro os podríais meter en un buen lío.

No daba crédito. Carlos siempre me había caído muy bien. Era joven, acababa de terminar sus estudios así que tendría sobre veinticinco años, bastante deportista y le encantaba el fútbol. Pero ya esto era demasiado, nos había pillado follando y prácticamente nos había animado a seguir tan sólo con un consejo de discreción. Era el mejor entrenador del mundo.

ÁLVARO

Estaba muy nervioso. Esa misma tarde iban a ser mis pruebas para entrar en el equipo de fútbol del instituto. Había llegado nuevo este año tras mudarme a la ciudad y el primer trimestre apenas había conocido a un par de compañeros con los que tenía una cierta relación, pero no demasiada. Soy un chico bastante tímido para conocer gente nueva, por lo que me estaba costando adaptarme. Pero había decidido que en este segundo trimestre iba a hacer nuevos amigos y para ello me apuntaría al equipo de fútbol, que es mi gran pasión. Así que al volver de Navidad hablé con el profesor de educación física, que es también el entrenador del equipo, y le comenté mi intención y me citó para este día, pues acababan de terminar un torneo de la ciudad, el cual habían ganado.

Y allí estaba, en la puerta de los vestuarios al salir de clase. La prueba no sería hasta la tarde, pero mi casa queda algo lejos así que tendría que comer por allí así que decidí dar un paseo por el patio y acabé en los mismos vestuarios que se usaban tanto para las clases del instituto como para los entrenamientos del equipo. Me sorprendió ver que la puerta estaba cerrada, pues había visto a Carlos, el entrenador, por la puerta de su despacho. Y más atónito me quedé cuando escuché claramente a un chico gritando " Oh, sí, sí, así, no pares de follarme" y la respuesta, también de otro chico " No quiero parar nunca, uffff". ¿Estaban follando en los vestuarios? Joder, que salidos, aunque a decir verdad, se me había puesto dura. He de decir que soy gay, con una vida sexual antes de venir a esta ciudad bastante activa desde los catorce, pero al no conocer a gente aquí, mis aventuras sexuales pararon por lo que estaba todo el día con las ganas de follar, y escuchar a dos tíos en esa situación me puso muy cachondo. Caminando sin rumbo fijo intentando pensar en otra cosa para bajar mi erección acabé entre los árboles al otro lado del campo de fútbol. De repente sentí un fuerte golpe y caí al suelo, sintiendo un gran peso sobre mí.

  • Lo siento mucho - susurró alguien en mi oído - estaba huyendo y no te vi aparecer jajaja.

  • Ayy - atiné a decir pues me había hecho daño de verdad - ¿qué coño pasa?

  • Es que mi novia no me dejaba tranquilo y he terminado huyendo de ella y decidí esconderme aquí y como no te había visto pues choqué contigo - esta vez su voz sonó algo más fuerte - perdona, en serio.

  • Auch, no pasa nada, pero ten más cuidado por donde corres jajajaja - respondí abriendo los ojos. Era un chico bastante guapo, la verdad

  • Me llamo Gonzalo, ¿y tú? - dijo poniéndose de pie y tendiéndome la mano.

  • Yo soy Álvaro - dije poniéndome de pie junto a él - encantado.

  • ¿Tú no eres el chico nuevo del equipo que hace hoy las pruebas? - dijo Gonzalo con una gran sonrisa.

  • Sí, soy yo. ¿Cómo lo has sabido? - pregunté con curiosidad.

  • Me acuerdo de verte hablar con Carlos al principio del trimestre - dijo con esa adorable sonrisa - ¿y qué te ha hecho querer entrar al equipo?

Estuvimos charlando un rato, le conté que había llegado nuevo a primero de bachillerato y mi nueva situación, él me dijo que estaba en segundo y que aunque algo agobiado por los exámenes bastante contento con el curso y sobre todo en el equipo. Me animó y me dijo que seguro que iba a ir todo bien. Justo cuando nos íbamos a ir me acordé de una cosa.

  • Oye, Gonzalo, no es por ser cotilla, pero, ¿por qué huías de tu novia?

  • Jajajajaja, pues porque es muy pesada. Si te soy sincero voy a dejarla, pero no veo el momento.

  • Vaya, ¿y eso? ¿No estáis bien?

  • Pues no, empezamos a salir por el sexo, para que mentirte. Nos enrollamos en una fiesta, acabamos follando y empezamos a salir. Pero ya aburre siempre lo mismo, ni ella me quiere, ni yo a ella, nos tenemos aprecio, pero eso no va a ningún lado. Y si encima se pone pesada, apaga y vámonos - dijo con toda la naturalidad - ¿y tú tienes novia?

  • Que va, ni novio - dije riéndome.

  • Jajaajajajja ¿que eres gay? - preguntó.

  • Sí, me encantan los rabos - nunca había tenido problemas en ocultarme, pero tampoco sabía de dónde salía esta naturalidad. Supongo que Gonzalo me inspiraba confianza.

  • Pues mira que bien, me gusta - y sin esperármelo me besó. Fue un beso corto y con lengua, no supe reaccionar así que él llevo la iniciativa.

  • Ehhmm, ¿Gonzalo? - dije al separar nuestros labios.

  • Te veo luego Álvaro - respondió guiñándome un ojo y yéndose hacia la salida del instituto.

Me quedé allí plantado porque no sabía cómo reaccionar. Desde luego estaba encantado, pero había sido una situación extraña, aunque tampoco quería darle mucha importancia. Así que fui a comer con cierta normalidad, me preparé y fui al entrenamiento de la tarde, dónde realicé las pruebas y logré entrar en el equipo. No pasó desapercibido para mí que Gonzalo no paró de mirarme en todo el entrenamiento y luego en los vestuarios. La verdad que al verlo desnudo me gustó aún más, sobre todo lo peludo que era, que me ponía a mil. Sentía que algo más iba a pasar entre los dos y estaba deseando que llegase ese momento.

MARIO

Acababa de terminar el entrenamiento. Estaba en los vestuarios con todos los demás. Sudando y bastante cansado, acababa de felicitar al chico nuevo por su puesto en el equipo. Se llamaba Álvaro y pude notar que Gonzalo ya lo conocía, ya le preguntaría de qué. En ese momento me preocupaba más el creciente dolor en mi cuello. Llevaba varios días durmiendo mal. El estrés de los exámenes, los trabajos, el último partido del torneo, no estaba descansando bien y parece que había terminado por lesionarse levemente. Así que decidí ir a hablar con Carlos mientras el resto se duchaba. Llamé a la puerta de su despacho. "Adelante" pude oír desde dentro.

  • Ah, hola Mario, ¿qué pasa? - respondió apartando unos papeles del escritorio.

  • Hola Carlos, perdona por molestarte, pero me he acordado que nos comentaste que estudiaste fisio y que para cualquier cosa te consultásemos.

  • Sí, claro, pasa. Cierra la puerta - así lo hice - Y bien, ¿qué te ocurre?

  • Pues verás, entre el agobio de los exámenes y el fútbol, creo que no descanso bien y me noto muy tensionado el cuello, que me está llegando a doler bastante.

  • A ver, déjame ver - se puso de pie detrás mía y empezó a masajear mi cuello y mis hombros -Sí, aquí, se te nota bastante cargado. ¿Quieres que te dé un masaje?

  • ¿De verdad? ¿No te importa?

  • ¡Claro que no! Para algo soy tu entrenador. Túmbate en la camilla, pero quítate la ropa, será más cómodo.

  • Esto, mmm, aún no me he duchado después de entrenar - dije algo avergonzado.

  • No te preocupes, voy a darte con algunos aceites, por lo que así podrás ducharte luego y relajarte mejor cuando te limpies - dijo sacando un botecito de su armario.

Me sentía algo incómodo. Notaba como mi olor corporal era algo intenso pues había sudado bastante. Y aunque no me importaba para nada lucir mi cuerpo en público, quedarme desnudo ante Carlos que, aunque sabía que no habría problemas, era gay, nos lo confesó una vez antes de un partido, en una de sus muchas charlas. Pero bueno, ya no podía decir que no y me iba a llevar un masaje gratis, así que me quité la camiseta y las calzonas, quedándome con un bóxer azul bastante apretado, que resaltaba mi culo y mi paquete. Me tumbé y enseguida sentí las manos de Carlos por toda mi espalda. Empezamos a hablar sobre la depilación, pues enseguida notó que no tenía ni un pelo en mi cuerpo, tan sólo en mis axilas y en sobre la polla, aunque esto último no podía verlo. No me gustaba nada el vello corporal y desde siempre me lo quitaba todo, generalmente con cera, me daba igual pasar el dolor con tal de verme bien. Además, me encanta presumir de mi musculatura, bastante marcada por el deporte diario, fútbol y gimnasio, y que se perdía con tanto pelo, pues la verdad que soy bastante peludo.  Carlos me confesó que él también se depilaba desde chico, y que él no dejaba ni una sola zona de su cuerpo sin depilar. Entendí el mensaje. ¿Me estaba tirando la caña? Y comprobé que sí, que enseguida su masaje comenzó a bajar por mis piernas, y a subir de nuevo hasta pararse en mi culo, el cual masajeó con ganas. Y la verdad es que me encantaba. ¿Qué me estaba pasando? ¡Si yo no era gay!

  • Que buen culo tienes, chaval - dijo soltando mis nalgas y volviendo a mi cuello - las chicas deben estar locas por ti.

  • Pues no te creas - respondí, entre divertido y preocupado - no ligo tanto como quisiera, y nunca puedo llegar a mayores.

  • ¿Ah, no? ¿Eres virgen? - noté un deje de felicidad en su voz, que enseguida se tornó en disculpa - Lo siento, Mario, a veces tomo demasiada confianza, no debería haberte preguntado eso.

  • No, por favor, no te preocupes jajajaja - dije entre risas - Nadie se va a asustar por hablar de sexo a mi edad. Y sí, la verdad es que soy virgen.

  • Pues las chicas no saben lo que se pierden - dijo y continuó su masaje.

De vez en cuando notaba como sus manos rozaban mis nalgas, aunque no llegó al punto descarado de antes. La verdad que con tanto toqueteo y la conversación del sexo me había empezado a empalmar, lo cual me preocupaba un poco. Y más cuando me pidió que me diese la vuelta para continuar por mi torso el masaje. Por un lado, quería parar ahí, pero por otro, sentía curiosidad hasta donde podía llegar. Así que me di la vuelta.

  • ¿Te veo contento, no? - insinuó Carlos con una sonrisa.

  • Joe, Carlos, tengo diecisiete años y no paras de sobarme, uno no es de piedra por mucho que me gusten las tías.

  • Pues si te digo la verdad, no te arrepentirías de pasar una noche conmigo - dijo guiñándome un ojo. En ese momento llevó la mano a mi paquete y empezó a sobarme.

  • Eh, espera, Carlos, uffff, ¿qué haces? - dije como pude, pues me estaba encantando, para mi propia sorpresa, y empecé a soltar suspiros de placer.

  • Te propongo un trato - respondió soltando mi polla - Déjame enseñarte lo maravillosa que puede ser una noche conmigo dándote una pequeña muestra, si te gusta, me das una oportunidad de enseñártelo todo, si no, hacemos como si nada hubiera pasado.

¿Me estaba proponiendo tener sexo con él? Bueno, había entendido que al menos una paja, para demostrarme de qué era capaz. La verdad que estaba muy cachondo, y una paja no le iba a hacer daño a nadie. Luego podría decirle que no le interesaba y quedar como si nada. "Vale, de acuerdo" le respondí. Se quitó la camiseta y pude ver su torso perfecto con una impresionante tableta de chocolate y unos pectorales muy marcados. Se tiró sobre mí y empezó a besarme. Eso no me lo esperaba, pero lo hizo con tanta pasión que consiguió encenderme. Así que le correspondí. Me quitó los calzoncillos y agarró mi polla, mientras con su boca empezó a lamer mis pezones. No sé en qué momento me excitó tanto estar así con un hombre, pero estaba cachondísimo. Siguió bajando su boca hasta que se encontró con mi polla. Eso tampoco lo esperaba, por lo que gemí muy fuerte al sentir el placer de su boca cerrándose sobre mi polla. No iba a aguantar mucho, y así se lo hice saber. No le importó y así siguió hasta que entre gritos de placer me corrí en su boca y él se lo tragó todo. Me dio un último beso y me dijo:

  • ¿Qué te ha parecido? ¿Me dejarás enseñarte de que soy capaz?

Estaba confuso. A mí me gustaban las tías, pero esto me había encantado. No me lo esperaba para nada, y ahí estaba, todo sudado y no sólo por el fútbol, si no por la breve pero intensa acción que acababa de tener con el entrenador. Sería la falta de sexo en mi vida o no sé, pero era innegable que me había puesto muy cachondo, más que nunca ninguna tía.

  • Te dejaré enseñarme, Carlos. Me ha encantado - respondí entre jadeos. Él sólo sonrió con picardía.