Pasión en la piscina

Tres chicas y tres chicos se encuentran en una discoteca y despues de tontear se van a la casa de uno de ellos...

PASION EN LA PISCINA

Había quedado con Cristina y Laura para ir esa noche a la zona de discotecas. Ese fin de semana pasármelo lo mejor posible, ya que a la siguiente semana empezada con los exámenes y estaría encerrada en mi cuarto estudiando durante unas 5 ó 6 semanas, hasta que fuera la evaluación. Laura y Cristina estaban en mi mismo curso y estábamos las tres iguales. A Cristina la conocía desde hacia 5 años, cuando llegue a la ciudad para empezar el bachillerato y luego ir a la Universidad; a Laura la conocí un año después, cuando la nueva esta vez era ella.

Ninguna de las tres éramos feas, teníamos un buen cuerpo y todo lo que los hombres podían desear de nosotras: éramos guapas, inteligentes, con unos buenos pechos y unos culos redondos y éramos calientes. No teníamos ningún tabú respecto al sexo e intentábamos disfrutar de el lo mayor posible, ya que a nuestros 22 años éramos muy jóvenes. Así pues, como hacia ya algún tiempo que ninguna de nosotras había ligado, esa noche íbamos a comernos al mundo, esa noche acabaríamos durmiendo con algún chico.

Me disponía a coger un taxi para que me llevara a la calle Tomas Hernández, donde quedaba la discoteca y donde había quedado con mis dos amigas inseparables. Iba rompedora: botas altas negras, unos shorts vaqueros y una camiseta blanca corta. Laura y Cristina irían muy parecidas, habíamos quedado en ir lo más provocativas que pudiéramos.

Ellas ya me estaban esperando, como siempre llegaba cinco minutos tarde. Después de darnos dos besos y decirnos lo guapas que estábamos, entramos a la discoteca dispuestas a acaparar todas las miradas de allí dentro.

La discoteca tenia cuatro plantas (era la discoteca mas grande de la capital), una de salsa, otra de house, otra de techno y la ultima de lentas. Fuimos recorriendo una planta tras otra, empezando por la de salsa. Primero nos tomamos un martín con limón para ir calentando motores; observamos a un grupo de chicos y nos acercamos a ellos para bailarles. En seguida nos vieron, y se fijaron que bailábamos exclusivamente para ellos, ya que nuestras miradas no se apartaban de sus ojos. Quisieron entrar en el juego y se pusieron ellos también a bailar con nosotras, rozando primero disimuladamente nuestros cuerpos con los suyos y más tarde sin ningún miramiento. Les habíamos dado una de cal y ahora tocaba una de arena: sin decirles nada nos fuimos a la barra y nos tomamos nuestra segunda copa. Si estaban interesados en nosotros... nos seguirían. Y así fue, cuando nos volvimos allí estaban, al lado nuestro, sonriéndonos, y entablamos una conversación. Las debidas presentaciones, nuestros gustos, a lo que nos dedicábamos,... Y cada una de nosotras le echo el ojo a uno de ellos. Aunque mientras estábamos bailando en la pista ellos eran mas, cuando vinieron a la barra eran justo 3, uno para cada una. Quizás los demás se dieron cuenta de que sus amigos querían ligar y les dejaron solo, aunque solo eran suposiciones.

Después de mucho tiempo de conversación y risas, cuando íbamos por la cuarta copa nos fuimos otra vez a bailar, diciendo que la noche era joven. Esta vez los roces iban mas allá y las manos de los muchachos rozaban ya nuestras pieles, y poco a poco el calor iba subiendo y subiendo. Nuestras bocas se juntaron y nuestras lenguas jugaron dentro de la boca. Todas y todos estábamos excitadísimos, así que ellos nos invitaron a ir a la casa de uno de ellos, para estar más cómodos y en mayor intimidad, allí la fiesta podía continuar.

Salimos todos de allí sonriendo y contando anécdotas de cada uno de nosotros. Ellos nos contaron que también estaban estudiando, pero en la universidad que estaba a las afueras de la capital, y que se conocían desde siempre. Nos contaron sus travesuras de adolescentes y sus primeras experiencias sexuales,... Todos estábamos muy calientes, deseando llegar a esa casa para comerlos a besos, para hacer el amor como locos.

Y por fin llegamos allí, casi todos con alguna prenda menos en nuestros cuerpos; las chicas todas sin sujetador, los chicos con la camiseta. Aquella casa era enorme, tenía dos pisos, garaje y jardín. Nos condujeron a una habitación que parecía el dormitorio de alguien, y mientras el que me gustaba a mi sacaba un Strip-póquer, el que estaba liado con Laura iba a la cocina a por algo de beber para todos. Nada mas ver la caja del juego, todas nos echamos a reír imaginando lo que nos esperaba y en lo que podía desembocar.

Cuando llego Juan (el que había ido a por las bebidas) empezamos todos a jugar. Poco a poco, las prendas iban desapareciendo y aunque la vergüenza en un principio era grande, poco a poco dejo de haberla. Cuando nosotras estuvimos ya sin la parte superior, los toqueteos en nuestros pechos se hicieron mas frecuentes, y despacio, esos toqueteos pasaron a ser lametones o mordiscos. En algo más de una hora estábamos ya todos desnudos, tocándonos y besándonos. Ya daba igual quien le gusta a quien, todos manoseábamos a todos.

El deseo estaba presente en el aire, y antes de que la tentación de tumbarnos cada uno donde pudiéramos y empezáramos a hacer el amor como inconscientes, uno de ellos nos dijo que le siguiéramos. Salio al jardín por una puerta corrediza que había en el salón (que era tres veces mayor que el mío) y vimos una piscina enorme. Tenía algunas luces en ella, así que se podía observar bien. Ellos se metieron dentro, y después de decir que el agua estaba buenísima, calentita, nos invitaron a entrar con ellos.

Fuimos descendiendo las escaleras poco a poco, una detrás de otra, mientras sus ojos recorrían nuestros cuerpos desnudos, con ojos lujuriosos. Nada mas entrar, se acercaron a nosotras y cada uno nos cogió para llevarnos a una parte de la piscina y dejarse llevar por la pasión. Los besos nos recorrían de arriba abajo, sin dejar un solo poro de nuestra piel sin ser besada. Y de pronto, acallando ya nuestro deseo, por fin pudimos sentir sus miembros calientes, duros y palpitantes en nuestro interior. Era muy excitante ver a mis dos amigas follando con aquellos dos "desconocidos". Cuando todos conseguimos corrernos, cambiamos de pareja y volvió a repetirse el ritual: besos, caricias, gemidos,... Yo y mi pareja (por ese rato) nos pusimos en el borde de la piscina, esta vez fuera, para poder tener más libertad de movimiento y poder ser "espiados" más fácilmente. Yo estaba de espaldas encima de el, viendo aquella orgía. Todos conseguimos corrernos de nuevo, quedando exhaustos. Salimos, nos secamos y vestimos, y nos tumbamos cada pareja en una habitación para poder dormir aunque fueran 4 horas escasas.