Pasión descontrolada 02
Madre e hijo se entregan a la pasión
Pasión descontrolada
Capítulo 2
Carmen mira sorprendida a su hijo. Matías, su hijo adorado, la está follando.
Mientras Carmen se repone de su orgasmo, creyendo que su hijo estaba dormido, se encuentra con el rostro de Matías que la mira en tanto su cuerpo se mueve bajo ella, metiendo y sacando su instrumento de la vulva ardiente de su madre, que hasta ese momento creyó que se lo estaba follando sin que el se diera cuenta. Para ella, el muchacho dormía plácidamente mientras, desnuda sobre el, tomaba su verga y se la metía en la vagina, cabalgándolo con suavidad para no despertarlo. Y así había logrado un orgasmo increíble, en el cual tuvo sumo cuidado de no delatarse, evitando movimientos y cualquier gesto que pudiera despertar al joven. Pero al normalizarse su respiración, cuando recuperó el aire, se dio cuenta que su hijo la estaba follando y se notaba que estaba muy a gusto.
En un gesto instintivo, aunque a estas alturas completamente absurdo, llevó sus manos a sus senos, para taparlos a la vista de su hijo, que continuaba moviéndose bajo ella.
Matías. . .
El la miraba sin que en su rostro se reflejara ningún gesto que a ella le ayudara a interpretar la situación.
Matías, pero. . .
Aun cuando los movimientos de su hijo la habían sorprendido al punto de no saber cómo reaccionar, nada hacía por salir de la situación en que se encontraba, completamente desnuda sentada sobre su hijo, con su instrumento metido en su vulva. Y es que inconscientemente sabía que al bajarse de donde estaba tendría que dar explicaciones y no se atrevía a confesar a su hijo la pasión que la llevó a montarlo y follárselo. La reacción del muchacho le parecía en ese momento como una reacción natural al despertar y sentir su sexo dentro de la caliente y húmeda cavidad de su madre, que en su cara reflejaba unos gestos de placer que demostraban lo bien que lo estaba pasando.
La calma llegó a ella poco a poco y muy pronto se sintió completamente satisfecha con lo que estaba sucediendo, empezando a mover su cuerpo lentamente, para evitar que el trozo de carne de su hijo saliera de su vulva. Y la pasión se adueñó nuevamente de ella.
Se inclinó sobre su hijo, poniendo las manos a los costados y fijando su mirada en el joven, empezó a mover su vulva con mayor intensidad, mientras sus senos golpeaban el pecho de Matías.
¿Te gusta?
Es rico, mami.
¿Sigo?
Si
¿Así?
Si, mami, así.
Tomate de mis nalgas para que te afirmes
¿Así?
Si, mijito. Así mismo
Carmen no pudo resistirse y bajó su rostro y besó con pasión al muchacho, que abrió su boca, donde la lengua de su madre se metió y empezó a recorrer su garganta por todos los rincones. Era un beso de amante, apasionada y a punto de tener un nuevo orgasmo.
Mijito, muévete más
¿Así, mamita?
Si, mijitooooooo
¿Te gusta, mami?
Es tan rico, amorrrrrrrrrrr
Mamita, ¿te gusta?
Siiiiiiiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhhhhhh
Con su lengua metida en la boca de su hijo, Carmen tuvo finalmente el orgasmo con que tanto soñaba. Su cuerpo se estremeció y sintió que una pequeña explosión se formaba dentro suyo, para salir en forma de un pequeño torrente que formó un pequeño charco alrededor del instrumento de su hijo.
Agotada, se acostó al lado de Matías, sin dejar de besarlo.
Gracias, mi cielo
Me gustó mucho, mamita
¿En serio?
Si, pero me asustaste porque creí que te pasaba algo.
Para nada, amor. Al contrario. Fue algo exquisito.
A mi también me gustó mucho, mamita.
Tu cosa se portó muy bien, amor
Y mira, sigue igual de parada
¡Cómo! ¿No acabaste?
No, mamita.
¿Y quieres seguir haciéndolo?
Me gustaría mucho
Si quieres me pongo de espalda y ahora tu te pones encima de mí
Siiiiii
Carmen abrió sus piernas y ayudó a su hijo a ponerse encima, tomando su instrumento y llevándolo a su vulva, que lo esperaba con ansiedad. Finalmente iba a culiar con su hijo como tantas veces había soñado, con el encima suyo y ella como una hembra sometida al deseo de su amo. El ahora sería su macho y la follaría como ella anhelaba.
Y el pedazo de carne de Matías se introdujo sin ninguna dificultad en la vulva de su madre, que por la humedad de la anterior acabada hacía más fácil la penetración. Ella tenía sus piernas recogidas y apretaba el cuerpo de su hijo, que empezó a moverse con energía, metiendo y sacando su verga, mientras se apoderaba de los senos Carmen, que empezó a masajear con fuerza mientras la follaba.
¿Te gusta, amor?
Siiii, mamitaaaa
¿Te gustan las tetitas de mami?
Son ricas, mamita
Chúpalas si quieres.
Mmmm, mmmmmm
Sigue así, mijito. Asiiiiiii
Y Carmen empezó a mover su cuerpo con energía, logrando que los dos se acoplaran perfectamente, con el muchacho metiendo y sacando su verga de la vulva materna, la que se movía en sentido inverso, de manera que cuando el pico de su hijo entraba, ella adelantaba su cuerpo de manera que el trozo de carne penetrara todo lo que podía dentro de ella. Y cuando sacaba su verga, ella se movía de manera que esta no saliera a completamente, con lo que el roce de la cabeza del instrumento de su hijo le producía una sensación indescriptible en sus labios vaginales.
Mientras guiaba el cuerpo de su hijo sobre ella, Carmen le tenía agarrado de las nalgas para moverlo adelante y atrás.
Mijitooooooo
Mamitaaaaa, ricooooooooo
Asiiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ricoooooooooooo
Papito, voy a acabar otra vez
Mamita, ricooooooooooo
Aghhhhhhhhhhhhh
Toma, tomaaaaaaaaaaaa
Mijitooooooooo, aghhhhhhhhhhhhh
Rica, ricaaaaaaaaaaaaa
Siiiiiiiiiiiii, ricooooooooooooooooo
Mamita, tomaaaaaaaaaa
Dame más, culeame mijitooooooooooooo
Tomaaaaaaaa, tomaaaaaaaaaaaa
Asiiiiiiii, dale fuerte a tu mamiiiiiiiiiii
Es ricooooooo, mamitaaaaaaaaaaaa
Te estás culiando a tu mami, mijitoooooooooo
Si, mamitaaaaa, te estoy culiandoooooo
Aghhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Carmen no pudo continuar. Las palabras soeces habían terminado por completar el cuadro de lujuria que estaba experimentando y su cuerpo se estremeció nuevamente, apretando con sus piernas a su hijo y soltándole toda la calentura que su cuerpo abrigaba, en un orgasmo de proporciones.
Las sensaciones recibidas con la verga de su hijo dentro suyo eran muchísimo mayores de lo que Carmen había soñado en sus visiones incestuosas. La realidad había superado a sus sueños morbosos y esa sensación terminó por derrumbar cualquier resto de culpa que hubiera abrigado hasta entonces. Las últimas barreras morales habían sido destruidas cuando sintió la inmensidad del orgasmo al que la había llevado su hijo montado sobre ella.
Su hijo, su amante. El segundo hombre de su vida pero el único que le había hecho conocer los placeres del sexo, pero no cualquier sexo, ya que la morbosidad del incesto le había otorgado una cuota extraordinaria de placer que Carmen esperaba seguir experimentando.
Mami. . .
¿Sí, cariño?
Todavía tengo parada mi cosa.
¿Aún no acabas?
No, mami.
Tenía como amante al único hombre que deseaba y, como si eso fuera poco, su hijo tenía una resistencia extraordinaria para follar, lo que le auguraba un futuro esplendoroso en la cama.
Sus sueños se habían cumplido de una manera que le parecía increíble.