Pasión de Verano

En una tarde de calor la conozco. Ella es una diosa del sexo y yo... bueno, yo soy un cabrón muy afortunado.

Era un sábado por la tarde. Una de esas incansables tardes de verano en las que las horas parecen no pasar nunca, y en las que el calor resulta tan insufrible como ver a la Esteban intentar bailar un tango.

Estaba aburrido en mi casa, tan aburrido, tan embotado por el agobiante calor que, cerveza en mano me puse a contemplar la ciudad desde el balcón de mi casa.

Pero nada se movía, incluso los mismo edificios parecían dormir, los tejados, que podía divisar desde la cuarta planta en la que tenia mi hogar en aquella hermosa Barcelona, parecían tan desiertos como la nevera de mi apartamento, víctima paciente de mi sed insaciable.

Pero, espera! algo se mueve. En el bloque de enfrente, una cortina que se descorre, una persiana que se abre. Un angel que se me aparece.

Me quedo embobado ante la inesperada aparición, una diosa de pelo moreno y cuerpo de ensueño tapada con apenas una camiseta que con dificultad llega hasta mas abajo de su culo. Tan aturdido me quedo que ni me molesto en intentar ocultar mi vena voyeurista, y allí me quedo, con una cerveza compitiendo conmigo por ver cual de los dos se calienta antes.

Yo gano.

La diosa morena sale al balcón, no corre ni una brisa. Se estira cual gata y la camiseta se le sube permitiéndome admirar sus muslos en toda su plenitud y un minúsculo tanguita negro que enseña mas de lo que oculta.  Es tan hermosa que me quedo sin aliento, se gira y me ve. Yo la sonrio como a una vieja amiga y le hago un brindis con mi cerveza. Ella me sonríe, dientes perfectos que intuyo mas que veo, labios carnosos y ojos negros brillantes que acompañan su sonrisa.

Apuro la cerveza, ella se acomoda en la tumbona de su propia terraza, movimientos felinos, sugerentes. Se tumba con las piernas hacia a  mi. La camiseta se le ha subido por encima de la cintura, puedo verle el tanga de nuevo, y para ser sinceros, hasta le puedo contar los pelos del coño, pocos, muy pocos.

A estas alturas tengo ya la polla como un cañón, marcándose sin disimulo en el bañador que llevo puesto. No intento ocultarlo. Quiero que sepa que estoy así por ella, quiero que sepa que me ha puesto cachondo, que me gusta, que la adoro, y, por supuesto, quiero que sepa que me la follaria hasta morir a un mero gesto suyo.

Hecho una ojeada apenada a mi cerveza evaporada, el calor sigue siendo terrible, y tengo una sed espantosa, pero me niego a irme, no quiero ni parpadear no sea que la diosa se desvanezca.

Con un spray se refresca, pasa sus manos por sus pechos, por sus piernas. Las abre un poco mas. Yo noto la boca llena de saliva a pesar de la sed. Sólo puedo imaginar que se siente al estar entre esas piernas, imagino como sería hundir mi cara en su coño y paladearlo, saborearlo...Inspiro profundamente, casi puedo olerlo.

Se incorpora a medias y me sonríe, me señala el vaso vacío, yo lo miro. Me noto algo mareado por el sol, cuando vuelvo la vista hacia su terraza... ya no está.

No se si llorar o gritar, así que corro hacia la nevera. Me quedan dos cervezas. Bueno, ya iré a comprar luego. Me bebo una casi sin respirar y vuelvo al balcón.

Sí, allí está ella, tiene una copa en la mano y se acaricia suavemente por encima del tanga.

Vaya! Creo que me he enamorado.

O eso o estoy tan cachondo que mi cerebro no riega.

Sea lo que sea... Me gusta.

Habían pasado dos días desde la aparición de la diosa, dos días en los que había paseado por la que creía que era su calle a cada minuto que tenía libre. Dos días de pajas, de fantasías, de búsqueda incesante de aquel objeto de deseo.

Decidí controlarme, no queria parecer un chiflado, ni que cuando la conociera (pues no dudaba que lo haría) tener la polla desgastada e inútil de tanto cascarmela. Así que me lo tomé con calma y fui al super a hacer la compra semanal y algún otro recadillo que se hacia necesario.

He de confesar que a pesar de ser un joven soltero a mil kilómetros de la casa materna no dedicaba mucho tiempo a las labores del hogar, tales como limpiar, cocinar, lavar, planchar... Por suerte años de practica me habían enseñado que los vaqueros quedan bien sin planchar, que las camisas basta con sacudirlas un par de veces después de lavarlas, y que a veces sale mas barato comprar unos cuantos calcetines y calzoncillos nuevos que molestarse en lavarlos.

En el super hace fresco, bendición de aire acondicionado del cual yo carezco por convicción propia. La lista comprende un número razonable de productos de limpieza que recuerdo haber visto alguna vez cuando era pequeño en casa de mis padres. Comida precocinada (otro de los grandes inventos de la historia) y cantidades ingentes de todo tipo de alcohol.

La veo, camiseta blanca, micro pantalones vaqueros de esos de sordomudos, es mucho mas hermosa en las distancias cortas. Miro mi carro, cerveza, ballantines, havana, pizzas, pollos asados, patatas fritas, desengrasantes e insecticidas varios. Miro el suyo, piña colada, tampones, martini, ron blanco, pavo, zanahorias. Se aprende mucho observando las compras de la gente.

Estamos en el mismo pasillo, frente a frente. Me mira con algo se sorpresa primero, reconocimiento después. Me sonríe, yo sonrio. No soy tímido, ni nunca lo he sido, bueno, si... pero lo supere a base de tener mas cara que espalda, como decía mi querida madre. Me acerco a ella, le doy dos besos, muy cerca de los labios.

  • Vaya! cuanto tiempo!

  • Ni tu que lo digas - la voz preciosa, un leve acento canario -

  • Me alegra volver a verte, ya me preguntaba cuando podría invitarte a un café, a una cerveza o a una noche de sexo desenfrenado.

Su carcajada es limpia, sincera, incrédula.

  • No pierdes el tiempo....

  • Carlos, y el tiempo que se pierde, es algo que jamás se recupera, podemos tontear un poco si quieres, y lo haremos. Pero para que engañarnos, aunque nos fuéramos a tomar un café, al cine, a cenar... estarías sola en la cena, pues todo el rato yo estaría follandote en mi imaginación.

  • Entonces, quizás, no estaríamos tan solos como puedas creer... ninguno de los dos. - Sonrisa picara, acaba de matarme, derrotado antes de empezar. - Que tal si nos damos un par de horas para descargar las compras y nos vemos... - mirada especulativa hacia mi carro - en mi casa. Informal, no hace falta que traigas nada. - Ve el atisbo de mi sonrisa y corta mis palabras antes de que puedan salir - Aparte de la ropa, claro. No queremos escandalizar a los vecinos antes de tiempo.

Me doy por vencido momentaneamente y la veo marcharse hacia la linea de cajas. Le miro el culo, rotundo, ni pequeño ni grande. Duro y turgente. Ella se vuelve, sabe que le estoy mirado el culo. Vuelve a sonreír y entonces caigo, me ha dado su dirección en un papel, pero no le he preguntado su nombre. Las diosas tienen nombre? y cuando están follando que gritan? - Yo, hay YO???. en fin, creo que pronto lo averiguaré.

Pago y llevo las compras a casa, no me apetece hacer nada, así que me ducho y me visto. Por un momento pienso en planchar la camisa, pero no tengo plancha, opto por sacar una cerveza del congelador y me la bebo para hacer tiempo. De pronto un pensamiento llena de pánico mi cuerpo y corro hacia mi habitación. Abro los cajones y allí están, los últimos calcetines nuevos junto con unos boxers de American Dad. Bueno, tendrán que servir.

A la hora convenida llamo a su puerta.

  • Que puntual - está sencillamente hermosa, una falda corta blanca y una camiseta de tirantes. Huele a chocolate.

  • Si, y además de la ropa, como puedes observar he traído algo mas, una botella de mi mejor vino, un autentico Muga del 84, debe de ser bueno, por que cuando me lo regalaron fui a abrirlo para echarle coca cola y me pegaron una paliza.

Se gira y se dirige a la cocina, cosa que le lleva poco tiempo pues es una de esas cocina americanas que tanto me gustan. El apartamento es pequeño, moderno y está muy limpio.

  • Buen vino, si. No tenias que molestarte. Pero ya que lo has hecho, seria una pena desaprovecharlo.

La diosa vuelve de la cocina con dos copas, tiene arte abriendo la botella, y escancia el contenido en ellas. Lo saborea, lo olfatea, lo disfruta. Yo le doy un buche.

Nos sentamos en el sofá de tres plazas. La diosa se sienta con naturalidad, casi con descuido y puedo verle las bragas, blancas. Ella sigue la dirección de mi mirada, no hace intento de cambiar de postura.

  • Veo que no pierdes el tiempo... estoy sola o todavía no has empezado a follarme?

  • Bromeas? no he parado de follarte desde el día que te vi. Pero no, no estas sola, hoy creo que mi neurona es capaz de hacer dos cosas al mismo tiempo.

Ella se ríe y toma otro trago, yo también.

  • Aún no se tu nombre.

  • Carlos, Carlos... - mi nombre en sus labios suena delicioso, tan suave como una caricia intima - Me llamo Mar... a no ser que prefieras otro nombre. Se me acerca un poco mas. Puedo notar el calor que desprende su cuerpo, mi polla dura contra los vaqueros, mi camiseta sudada. Le miro los muslos, las bragas...

  • No tienes idea de cuanto te deseo.

  • Vaya... deseo... que caballeroso - detecto una leve nota de sarcasmo en su voz

Mi voz no tiembla. - Que pasa? que tu no quieres follarme? Vas a decirme que tu coño no está mojado pensando en mi polla? - mientras hablo introduzco mi mano en su entrepierna, le acaricio el coño sobre las bragas y despues las aparto. Le meto un dedo. Está caliente, mojado.

Mar gime, entrecierra los ojos - seras cabrón... - sólo has venido aquí a echarme un polvo, es todo lo que quieres no? - Abre los ojos, veo el desafio en ellos -.

  • Claro que no, no solo quiero echarte un polvo, una zorra como tu necesita mucho mas, necesita comer polla, que se corran en su boca. Eso es lo que quieres no?

Mientras hablo le sigo metiendo los dedos en el coño, uno, despues dos. Vuelve a gemir. Me desabrocha los vaqueros y sonríe al ver la cara de Stan en mi polla, Me la saca sin decir mas y empieza a pajearme, lentamente.

  • Que hijo puta, vienes a mi casa y me llamas zorra en mi cara, no te da vergüenza?

  • Vergüenza? pero si es que eres una zorra... mira  - saco el dedo de su coño y se lo doy a probar. Lo saborea y me mira, casi me corro en ese momento. - Lo ves... eres una putilla viciosa que necesita un buen polvo, eso es todo.

Le toco las tetas, son duras, grandes. Potentes. Y entonces la beso. Sus labios saben a fresa y vino, nuestras lenguas se encuentran. Me sigue tocando la polla. La aparto y la tiendo en el sofá, le subo la falda y me deleito en la visión que tengo ante mis ojos. Le bajo las bragas despacito... un olor indescritible llena mis sentidos, el olor de coño siempre me ha perdido, me vuelve loco. Y este huele a pura hembra.

  • Por dios... - me dice - comeme ya, quiero tu lengua en mi coño, vamos! -

Paso mi lengua por su clítoris, hinchado, carnoso. Lentamente y con suavidad. Mar se estremece.

  • Joder, cabrón! vamos ya, a que esperas?

  • Que quieres que haga?

  • Ya lo sabes!, hazlo, venga.

  • El que?

  • Quiero que me comas el coño, quiero correrme en tu boca, quiero sentir su lengua dentro de mi.

  • Por?

  • Por que soy una zorra, soy una guarra que quiere que te la folles, pero hazlo ya.

Y yo, que soy muy obediente, lo hice. Introduje mi lengua en aquel chocho desbordante, aquel coño casi depilado por completo que me volvía loco. Dios, como la amaba mientras se corría en mi boca y aullaba una y otra vez. Mi lengua no se cansaba y su coño pedía mas y mas. La saliva se escurría por entre sus muslos, al sofá, al suelo. No nos importaba. Yo la lamia, la tocaba, le lamia el culo y le metía un dedo mientras le comía el coño. Era una locura sin fin, mi diosa hacia honor a su nombre en un mar de orgasmos que solo acabó cuando su cuerpo dejó de responder, agotado, a mis caricias.

Me incorporé del sofá y la miré. Tumbada son las piernas abiertas, chorreando de sudor, oliendo a sexo, a coño. Falda subida, la camiseta dejaba ver uno de sus perfectos pechos. Nunca había visto nada mas hermoso.

  • Te toca - me dice con una sonrisa -

Yo sonrío a mi vez, la polla aun asomándome por los pantalones, mas dura que nunca. Apuro el vino de un trago. Me inclino y la beso en los labios, en mi boca el sabor de sus propias corridas. Parece gustarle.

  • Descansa amor, que aún nos queda mucho por delante.

Mar cierra los ojos, agotada, agradecida, feliz.

Y yo... Yo estoy mas caliente que un mono, la polla me duele horrores. Pero soy feliz.

Mucho. Y por cierto, gritan mi nombre.