Pasión de Mundial (3)

Comienzan de verdad las complicaciones. El sexo hace su entrada en escena.

Capítulo 3

El viernes apenas estuve en el despacho media hora, ya que tuve que acompañar a mi abuelo a una reunión en Segovia. En esa media hora, Javi se encargó de recordarme que "le debía una" otra vez. Ya estaba empezando a ponerme nervioso y las cosas que habían abandonado mi cabeza en el día anterior desde la paja en la ducha, volvían a aparecer. Lo veía distinto. Me incomodaba el tenerlo tan cerca, como si el supiera lo que me pasaba por la cabeza.

El sábado y el domingo estuve con Sofía en casa hasta la hora del partido. Para la gran final, habíamos decidido verlo en mi casa, en el porche semicubierto, con el proyector de cine que había instalado a principios de primavera, y que debido al mal tiempo, apenas habíamos podido usar. Cuando llegaron todos nuestros amigos, me sorprendió que Javi acompañara a Miguel, aunque tampoco le di mayor importancia, ya que éramos muchos los que allí estábamos.

El partido pasó rápido y agonizante, como los anteriores, con España jugando a un gran nivel, y los holandeses reventándonos a patadas, a cada cual más bestia. Finalmente, y con el gol de Iniesta, saltamos todos desde donde estábamos, para hacer una gran melé, y comenzar a celebrar la, ya sí, tan ansiada copa del mundo. En esos instantes de abrazos y besos, Javi se me acercó por detrás y me pegó un gran achuchón, pegando mucho su zona genital a mi trasero. No sabía si darle mayor importancia, pero me mosqueaba el hecho de que ese encuentro causal, fuera nuevamente entre su polla y mi culo, bañadores de por medio.

La noche trascurrió entre baños en la piscina, carreras por mi jardín, y finalmente el alcohol corriendo de nuestras copas a nuestras venas. En ese estado, decidimos salir a la calle a celebrarlo, y nos fuimos a la fuente de turno de nuestra urbanización para festejar con el resto de los vecinos.

El lunes me tomé la mañana libre para, además de superar la resaca, acompañar a todas las mujeres de mi familia al aereopuerto, y despedirme de mi mujer por 11 días, ya que habíamos decidido que el cuarto fin de semana de julio me iría a Venecia con ellos, ya que el crucero haría una escala de dos días en tan pintoresca ciudad.

A la vuelta del aeropuerto, me pasé por la oficina para ver a mi abuelo, y ver cómo se había desarrollado la mañana, y me sorprendió ver a Javi, que se había quedado con los de recursos humanos aprendiendo a organizar mi agenda. Le pregunté por su hermano, y me dijo que Miguel ya se había ido (en verano en el departamento jurídico hay horario reducido, y se trabaja sólo por las mañanas), y que él se cogería en un rato un autobús hasta la urbanización. Le dije que no era necesario, ya que yo sólo iba a estar un momento, y que luego me iría a casa.

Vi a mi abuelo y le pregunté que si quería venirse a casa conmigo para no estar solo, pero me dijo que estaba mejor en su casa, con sus cosas, y que tenía al servicio que le hacía compañía. Me dijo que si yo quería venirme, pero le dije que estaba mejor en mi casa con mis perros.

  • Javi, nos vamos.- le dije cuando baje de casa de mi abuelo.
  • Vale, voy.- dijo dirigiéndose a su mesa y cogiendo su móvil y su cartera.

Llegamos al garaje, y montamos en el coche, hasta el que habíamos llegado en silencio. Silencio en el que permanecimos hasta casi llegar a la M40.

  • Qué vas a hacer ahora. – me preguntó.
  • Pues ir a casa, pegarme un baño en la piscina y limpiar de cacas de los perros el jardín, que el jardinero me ha dicho qué no entra en su "contrato". – le contesté.
  • Si quieres te ayudo.- me dijo con voz inocente.
  • Bueno, si no tienes nada mejor que hacer. – le contesté sin darme cuenta de la situación, ya que no acababa de apreciar que estaríamos los dos solos.
  • Llamo a mi madre para avisarla. – dijo sacando el móvil y poniendo un mensaje.

Cuando llegamos, aparqué y desconecté la alarma, mientras Javi se dirigía hacia la zona de la piscina. Me acerqué a la cocina a por un par de refrescos, y cuando llegué a la piscina, mis ojos no daban crédito. Javi ya estaba dentro del agua, y un reguero de ropa recién quitada llegaba hasta el mismo borde de la piscina. En concreto, sus calzoncillos eran la pieza que más cerca de ésta estaba.

  • Metete, está muy buena el agua.- me dijo con desparpajo.
  • Estooooo, Javi, si quieres te dejo un bañador…- dije dudoso.
  • No hace falta, si ya nos hemos visto el otro día en pelotas – me dijo con segundas – o vas a decirme ahora que te da vergüenza
  • Bueno va – me quité de espaldas a él la ropa y me lancé a la piscina de inmediato, tratando de disimular una incipiente erección.
  • Estoy pensando en que ya me vas a pagar la que me debes por ser más débil que yo – me dijo de pronto, una vez que estaba a una distancia prudencial, y que él ya no pudiera apreciar mi erección.
  • Oye, que yo no soy más débil que tú, sólo me pillaste desprevenido – le contesté sin darme cuenta de que estaba entrando en su juego. Era increíble, a mis 25 años me estaba dejando embaucar por un crío de apenas 16.
  • Ah sí…demuéstralo, venga, te doy la oportunidad de doble o nada – dijo muy sonriente.
  • Mmmmm – no sabía por donde podría salir, pero no me apetecía meterme en líos.
  • Venga, voy yo para allá – dijo y se sumergió hasta llegar a donde yo estaba inmóvil.

Todo fue muy rápido. Comenzó con un movimiento que me pilló de sorpresa, ya que esta vez emergió justo delante de donde yo estaba, y al salir, puso sus manos directamente en mi entrepierna, y al yo doblarme, acercó su cara a la mía de manera hábil.

El resultado, me estaba besando. Y vaya como me estaba besando. Su lengua se abrió paso dentro de mi atónita boca, y sus manos comenzaron a acariciar mi polla con suavidad bajo el agua. Tras unos instantes sin reacción por mi parte, decidí continuar con el beso hasta ver donde íbamos a llegar, y mis manos bajaron lentamente por su espalda hasta llegar a su culo de semidios. No tenía ni un pelo en todo el cuerpo. Después de un rato besándonos, decidí separarme de él para mirarle.

  • Te crees que no sé que significan las miradas que me dedicaste el otro día en la piscina – me dijo mordiéndose el labio inferior, en una de las visiones más sexys que jamás haya visto.
  • Javi… qué me pasa, yo no soy gay.- fue la única tontería que acerté a decir.
  • Te pasa que te gusto, y que quieres saber hasta donde te puedo gustar…- seguía él con su juego de seducción, mientras me acariciaba mi ya a reventar polla.
  • Pero tío, esto no está bien…yo…- no sabía como continuar.
  • Shhh. Calla, aquí estamos los dos solos…- me cortó rápidamente, para luego sumergirse lentamente hasta llegar su cara a la altura de mi sumergida polla. Sacó su lengua y la pasó por el capullo, que estaba en su máximo esplendor, describiendo leves círculos sobre él durante unos breves segundos, dejando escapar unos para él inaudibles gemidos por mi parte.

Duraron poco tiempo bajo el agua sus caricias con la lengua sobre mi miembro, ya que la necesidad de respiración por su parte impedía que se demorara mucho en atenciones a mi polla. Cuando emergió, le cogió de ambas manos y me remolcó hacia las escaleras de entrada, donde había mucha menos profundidad, y el agua llegaba sólo hasta los tobillos en el primer escalón. Sin decir ninguna palabra, me colocó el una de las camas acuáticas que había construidas en la piscina, y que hacían las veces de jacuzzi. Una vez allí, se subió encima de mis piernas, y se dobló de manera que quedara mi hinchada polla a merced de su boca. Subió los brazos de manera suave por mi lampiño pecho, y comenzó una suave pero exquisita mamada a lo largo de mis 19 cm de miembro. Yo sólo alcanzaba a suspirar y gemir con los ojos cerrados por el placer que me estaba proporcionando. O Javi había nacido con el don de chupar pollas como nadie, o esa no era la primera que se comía.

Tras un rato que no se muy bien determinar estando en esa posición, noté como sus manos empezaban a bajar hasta mis huevos, y trataban a la vez de abrir mis piernas. Un poco tenso, le dejé que me manejara, al parecer el pequeño mucho más experto que yo en estos terrenos. Suavemente, comenzó a acariciarme con sus dedos índice y corazón mi perineo. Jamás me habían tocado por allí otras manos que no fueran las mías en la ducha, y un cosquilleo muy especial comenzó a invadirme, electrificando toda mi zona genital.

Javi seguía dedicado en su labor, como un auténtico maestro en las artes felatorias, alternando el tronco con la cabeza, y dedicándose de tanto en tanto a los huevos.

  • ¿Te gusta? – me preguntó en un momento en que paró para descansar su boca un poco.
  • Demasiado…¿no es tu primera, verdad? – contesté con falta de aire por las sensaciones.

Pero la única respuesta que obtuve por su parte fue el amarrarme de las manos para levantarme, y hacer que le siguiera al exterior de la piscina, a una cama con dosel que teníamos en la zona chill out del jardín, y que estaba muy cerca de la piscina. Desnudos como estábamos, me empujó de espaldas a la cama, y se tiró literalmente sobre mí. Comenzó nuevamente a comerme de manera salvaje la boca, y desplazaba sus manos por mis costados, electrificando nuevamente la zona que tocaba. Era como un hechizo lo que me había hecho, ya que cada cosa nueva que me hacía, me hacía estar más pendiente de lo que vendría…estaba anhelante.

En ese instante, me di cuenta que yo no había prestado mayor atención a su persona, y bajé mi cabeza para observar su miembro. Creo que sacudí la cabeza ante la sorpresa de lo que allí me encontré. Si en el agua ya me habían sorprendido sus medidas en reposo, unos 15 o 16 cm, ahora que estaba en su máximo de dureza, debía medir unos 21 o 22 cm, demasiado para un muchacho tan bajito. Decidí que hacerle una paja, sería una justa recompensa al placer que me estaba proporcionando, y mis manos se encaminaron hacia su polla, que estaba aún mojada por el baño en la piscina.

Javi decidió cambiar de postura, y se tumbó boca arriba en la cama, permitiéndome una mayor facilidad de maniobra con las manos, que se dirigieron a su inmensa polla, para deleitarle con unas caricias que jamás antes había ni imaginado hacer en otro hombre…y menos en un niño, que era lo que consideraba a Javi.

  • ¿Te acuerdas de que me debes una? – dijo de pronto, interrumpiendo por mi parte la masturbación.
  • Creo que se por donde vas – le respondí bajando mi cabeza hacia su miembro. Lo que esta por hacer era algo impensable en mi hace sólo unos días, pero ahora que estaba a escasos centímetros de mi boca, su polla me parecía el manjar más exquisito.

Torpemente comencé a hacerle lo que me parecía lo más aproximado a una mamada, pero a medida que pasaban los minutos, creo que fui cogiendo mayor soltura en la felación, ya que de su boca comenzaron a salir exclamaciones de gusto, y frases alentadoras a mi acción, acompañadas de pequeñas correcciones con sus manos sobre mi cabeza, para marcar el ritmo correcto de la mamada.

Después de un rato en aquella postura, comencé a acompañar la mi trabajo de la lengua en su miembro, con movimientos de mis manos sobre la base de su polla, y tras unos instantes así, noté como empezaba a convulsionar sobre su espalda, y me avisó de que se corría. Aparté mi cabeza instantes antes de que lo hiciera, pero sin detener el ritmo que marcaba mi mano sobre su miembro, logrando que escupiera tres trallazos sobre su propio pecho, y un par de ellos de menor cantidad sobre mi mano.

  • Uff, Dani, lo has hecho de puta madre – me halagó recuperando la respiración.
  • ¿De verdad te ha gustado? – le pregunté para animarme a mi mismo.
  • Sí, yo creo que te mereces un premio por haberte portado tan bien – la voz le fallaba aún, pues no había terminado de cambiarla, y los esfuerzos a los que le había sometido hacían que esta muestra de su inmadurez saliera a relucir.
  • ¿Y qué será? – pregunté aún excitado.
  • Ahora verás.

Me volvió a recostar boca arriba en la cama, mientras que él untó sus dedos con su propio esperma, y se los acercó al culo, restregando la zona, y posteriormente mi polla. Creo que yo no estaba totalmente preparado para lo que iba a hacer, pero no me apetecía cortar con el placer, y le dejé que llevara el mando. Le vi que se introdujo un dedo o dos por el ano, y en unos instantes puso cara de estar preparado, pasó una pierna sobre mi cuerpo, y se colocó con su ano en la punta de mi nabo. Abriendo la boca un poco, para luego cerrarla lentamente mordiendo con sus perfectos incisivos su labio inferior, fue bajando lentamente tratando de introducir mi polla en su culo. Tras varios intentos, y la consecuente y adorable cara de dolor por su parte, noté como si estuviera rompiendo una barrera con la punta de mi polla, le miré, y vi su cara de ángel con la mirada perdida en el techo del dosel y la boca entreabierta dejando ver parte de sus dientes superiores desde mi posición. En ese instante de ruptura, volvió a morder su labios, y se bajó de un solo tirón.

He de reconocer que no fue del todo grata esta sensación, ya que se notaba demasiado apretado, y me hizo un poco de daño al bajar, pero peor lo tenía que estar pasando él, aunque su cara no se había inmutado. Bajó la cabeza para besarme, pero sin sacar ni apenas mover el trasero de donde lo tenía, que era ensartado en mi polla. Tras un par de minutos de adaptación en los que nos comíamos la boca como locos, comenzó a subir y bajar de mi miembro con bastante soltura. Poco a poco fuimos cogiendo ritmo, hasta que éste fue realmente increíble.

Yo ayudaba desde abajo en lo que podía, pero quien realmente llevaba la batuta era él, quien no era tan inocente como yo me había pensado, y tras cerca de un cuarto de hora de bombeo, finalmente le avisé de que me corría, lo que no modificó en nada su conducta, y siguió complaciéndose con mi polla a su antojo, hasta que finalmente estallé como hacía mucho tiempo que no hacía. Cuatro o cinco espasmos de placer producidos por un orgasmo sensacionalmente largo, hicieron que le llenara el culo con mi lefa, para posteriormente, desplomarme sobre la cama.

Javi se quedó con mi polla en el culo durante unos momentos, y tras unos instantes de duda, finalmente se levantó y se fue corriendo hacia la ducha de la piscina, donde se abrió de piernas, y empezó a expulsar el semen del interior de su cuerpo. Allí fue cuando noté que estaba nuevamente empalmado, y me di cuenta que realmente él lo había disfrutado tanto o más que yo, con lo que los remordimientos que estaban empezando a hacer aparición en mi cabeza desde los segundos de relax posteriores al orgasmo, fueron remitiendo.

Verlo allí, en la ducha limpiándose los restos del semen de ambos, hizo que algo en mí se me revolviera. Se dio la vuelta sobre sus talones, y sacando la cabeza del chorro me miró y me dedicó una gran sonrisa. Mierda, me estaba enamorando.