Pasión bajo fuego

“Un viaje a lo desconocido pone a un hombre y una mujer bajo el fuego de la guerra en Colombia, ¿que podrá pasar entre ellos en una situación extrema que los ponga cara a cara con la muerte?”

PASIÓN BAJO FUEGO

Por: Horny & Navegante

ÉL

I

Salió del hall de entrada del edificio donde había pasado la noche, cargado con una valija y un bolso, lo esperaba el automóvil que había enviado el diario para llevarlo al aeropuerto, atravesaron la ciudad, y subieron a la autopista, hacia frío, se palpó los bolsillos para comprobar que estaba todo lo necesario, pasaporte, pasaje, cheques de viajero, dólares en efectivo, tenia puesto una campera gris, que siempre usaba en los viajes al exterior, le gustaba porque tenia una gran cantidad de bolsillos externos e internos, todos asegurados con cierres relámpago y broches de presión, le daba mas seguridad.

Sonó el celular, era el director del diario, que le daba las ultimas recomendaciones, y le decía que tenga cuidado, que no haga cosas imprudentes, y le comunicó que ya habían contratado a un fotógrafo para cubrir el reportaje, y que lo esperaría al llegar a Bogota, en el aeropuerto, y que estaba todo dispuesto, que el fotógrafo se encargaría de los medios de locomoción y el hospedaje en el destino.

Volvió a sonar el celular, y era Laura, que le deseaba buen viaje, y también le recomendó que no corriera riesgos y que volviera pronto, y le dijo que todavía seguía desnuda en la cama, en el departamento de ella, donde habían pasado juntos la noche, y que todavía estaba caliente su lado de la cama, y tenia el semen de él en su interior, se resistía de ir a lavarse, porque era una manera de tenerlo con ella...

Laura era su última conquista, era una bonita modelo, que había conocido cuando le habían hecho a él una nota por TV, a su regreso de Irak, donde había cubierto toda la guerra acompañando al Gran Uno Rojo (División del ejercito de los EEUU), toda la batalla en el desierto y en las ciudades que conquistaba, y tenia un cuerpo y un rostro precioso, y sabia hacer el amor, pero él aún estaba vacío, incapaz de tener sentimientos, y tenia esa pesadumbre, ese dolor que arrastraba donde quiera vaya, conociera o viera, eso que hacia que todo le fuera indiferente, incluso vivir o morir.

Subió al avión, el diario no había sido tacaño, y viajaba en clase especial (pensó que a lo mejor, era intercambio por publicidad o algo así con la Aerolínea, porque los periódicos no se destacan justamente por su prodigalidad), las butacas eran muy cómodas, muy anchas y reclinada formaba una cama, las filas de pasajeros de primera del gran Jumbo, eran de 4 pasajeros, contra los diez o doce de clase común.

Los carteles luminosos indicaron abrocharse los cinturones, y el gran pájaro plateado y blanco, se elevó, volvió a prender un cartel y pudo desprender el cinturón, cuando la azafata preguntó que quería tomar, él pidió un wisky en las rocas, miró por la ventanilla y muy abajo vio al mar, reclinó un poco el asiento, y apoyo su cabeza, y comenzó a hacer lo que mas temía, pensar, recordar.....

II

Había conocido a Carol, en Liberia, cuando estaba cubriendo la guerra civil y la intervención de EEUU y la ONU en ese país, él tenia en ese momento 34 años, y ya era un conocido periodista, no solo en el País sino en todo el mundo, era famoso por sus reportajes de alto riesgo, en zonas en que la gente normal no va, y si está trataría de salir, así había estado en Uganda, la franja de Gaza, la Cisjordania, en la guerra de Iran/ Irak, y en muchos otros lugares candentes y peligrosos.

Carol era una joven periodista gráfica, norteamericana, enviada por un importante diario de Nueva York junto a otro periodista de nota, de 27 años, era rubia, delgada, con un cuerpo espectacular que apenas podía disimular la ropa holgada de combate camuflada, provista por el Ejercito Americano a los corresponsales de guerra acreditados, lo primero que le llamó la atención a él al conocerla en el hotel de Monrovia donde se alojaban los periodistas, fueron sus ojos, de un color verde esmeralda, lógico que su vista luego bajo al busto de ella, mirando entre la cazadora desbotonada en sus primeros botones, la hondonada que separaban unos pechos si bien no grandes, si erguidos y altaneros, continuando para abajo la inspección vio que no era nada para despreciar.

Si bien al principio ella se mostró indiferente, y no obstante estar mucho tiempo juntos cuando por peligro los periodistas fueron prácticamente circunscriptos al hotel, y comían junto a todos, y estuvieron en varias oportunidades, hablando toda la noche, y luego cuando el peligro aumentó trasladados a un estadio deportivo donde estaban las fuerzas de la ONU, incluso durmieron con todos en una sola habitación, y no pasaba de allí.

Fue cuando él y otros periodistas fueron embarcados en un helicóptero, para ir a una zona de distribución de comida controlada por la ONU, en la que aparentemente no existía peligro, cuando el personal de la organización mundial y los soldados que los cuidaban, resultaron atacados por guerrilleros de una de las facciones en conflicto, y vieron la masacre que en ese lugar sucedió, y sus vidas corrieron verdadero riesgo, ya que estuvieron a un paso de ser asesinados, sino fuera por la oportuna intervención de helicópteros de combate americanos, que apareciendo de la nada, disparando, dispersaron a los atacantes.

El panorama que había quedado era desolador, muertos por todos lados, civiles hambrientos asesinados por absurdas cuestiones tribales, y no solo liberianos, voluntarios de todas partes del mundo para la ayuda humanitaria, que habían ido a Liberia para ayudar.

Carol sacó las fotos, que mas adelante le llevaron a ganar el mayor premio al periodismo grafico, por su realismo que reflejaba el horror de esa lucha fraticida, y él una nota que recorrió el mundo y mereció el Pulizer

Ambos habían quedado muy shoqueados por lo que habían visto y sufrido, y esa noche en el hotel, Carol golpeó la puerta de la habitación de Alberto, y cuando él abrió ella se arrojó a sus brazos llorando, y estuvo así un largo tiempo, luego ya mas calmada, ella lo tomo de una mano, y lo condujo a la cama.

Existen muchas maneras de hacer el amor, y muchas causas que llevan a ello, pero lo que experimentaron Carol y Alberto, juntos por miedo y dolor, por impotencia, cuerpos que se buscaron el uno al otro desesperadamente, buscando en el amor físico algún paliativo al horror que sentían, fue una experiencia única para ambos, y se hicieron el amor toda la noche, y no quedaban saciados, hasta que por fin pudieron conciliar el sueño y la mañana los despertó abrazados.

Y ya no se separaron, quedaron juntos, fueron la pareja más famosa en el periodismo de la época, el un periodista de escritura insuperable y ella una fotógrafa que sabia plasmar en sus placas la realidad en forma única e irrepetible, y ellos contrajeron matrimonio en Nueva York, donde vivía la familia de Carol y tuvieron su luna de miel en el Caribe, y durante mas de un mes se disfrutaron el uno del otro en forma incansable.

El sexo con Carol, era increíble, ella era una maquina del mismo, el sexo con ella era una sorpresa a cada instante, gozaba como nunca lo había hecho con ninguna mujer que había estado con él (que habían sido muchas y muy hermosas), pero ella era distinta, ella era de él, como Alberto era para ella, Ella era a la vez fuego y agua fresca.

Hacer el Amor con Carol, era el mutuo descubrirse, su cuerpo era de miel, sus senos odres en donde saciar la sed que da la pasión, y su vagina..., el acceder a ella era como entrar en el paraíso, entrelazarse con ella, era el supremo placer, habían descubierto el amor, la máxima plenitud que pueden alcanzar un hombre y una mujer.

Y cubrieron todas las zonas donde hubo conflicto, las fotografías y las notas eran espectaculares, excitantes, únicas, y llegaban al lector, que esperaba ávidamente las mismas, y ganaron mucho dinero y fama, eran el tope de la profesión.

Fueron enviados a cubrir el conflicto en los Balcanes, Bosnia-Herzegovina, país destruido por el odio de integrantes de una misma raza pero distinta religión, como si Dios o Alá, fueran cosas distintas, como si no fueran cultos de amor y esperanza, sino de intolerancia y rencor, donde vecinos que habían vivido pacíficamente durante muchos años, se enfrentaron en una lucha feroz, sin cuartel, donde la humanidad se había olvidado, donde las masacres indiscriminadas, torturas, asesinatos y violaciones étnicas eran cosas de todos los días.

Cuando llegaron a Sarajevo, la primera noche fueron alojados en un hotel custodiado por la ONU, donde estaban todos los corresponsales, y en la habitación ya solos, luego de cenar con un montón de amigos periodistas (se conocían entre todos de distintas zonas de conflicto), Luego de hacer el amor, ella le dijo susurrándolo en su oído que sería padre, que estaba embarazada algo así de mes y medio, y él por primera vez en su vida tuvo miedo, no por la responsabilidad de ser papá, sino por ella, y ahora por su hijo, las profesiones que ambos amaban eran peligrosas, y así se lo dijo, quiso que esa noche misma tomara el avión para Nueva York , pero ella solo se rió y le dijo que no temiera, que por ahora no pensaba morirse.

A la mañana siguiente, tomaron un autobús donde todos los pasajeros eran corresponsales, custodiados por tropas de la ONU, para dirigirse a una zona donde se había conseguido un alto el fuego.

Cuando escuchó la explosión, y el bus, saltó en el aire, lo único que pensó fue en Carol, y en su hijo sin nacer, El vehículo volvió a caer sobre la carretera, y quedó inclinado sobre la acequia, él quiso moverse para tratar de proteger a Carol, que aliviado vio que estaba bien, solo había recibido unos golpes leves, pero el no podía moverse, estaba atascado entre los asientos que deformados oprimían su cuerpo, sin dejarlo mover. Ella trató de ayudarlo a salir de la situación, pero fue imposible, había demasiado caño retorcido oprimiéndolo.

Por la ventanilla, vio con horror como la guardia de soldados era masacrado por milicianos bosnios, que salían de todas partes disparando.

Vio cuando los milicianos entraban el bus caído, y con ráfagas de sus AK47, sacaban del mismo y luego mataban indiscriminadamente a los periodistas pasajeros del Bus, (el se salvo porque la acumulación de asientos sobre él formó una muralla protectora y no fue notado) y sin poder moverse vio como Carol era violentamente arrastrada al exterior, como le eran arrancadas sus ropas, y como era violada salvajemente, por los milicianos, y escuchó como ella suplicaba, y lloraba, diciendo

Voy a ser madre. Soy americana. No me hagan daño POR DIOS!!!!

Y se debatía, hasta que un hombre, con el pañuelo en la cabeza del color, como usan los palestinos, y cuyo rostro nunca olvidaría, (alto, joven morocho con una cicatriz en la cara en el lado derecho, junto al ojo, le puso la pistola en la cabeza y disparó, salpicando de sangre y sesos a los otros que estaban abusando de ella, lo cual motivo un jolgorio entre los mismos, la habían asesinado para hacer una broma....

Desesperado trató de gritar, querían que lo maten a él también, pero no salió voz, los asientos que habían salvado su vida lo oprimían, no lo dejaban respirar, trató de moverse, era imposible, y se desmayo...

Cuando recuperó el conocimiento estaba en un hospital de campaña del ejército del Canadá, comisionado por las Naciones Unidas, al abrir sus ojos, vio a su lado un amigo corresponsal de un diario inglés.

Tuvo una rápida recuperación, no tenía ninguna herida de importancia, salvo un raspón en un costado del pecho, todo lo que le había ocurrido era producto de la presión de los asientos sobre él que casi lo habían asfixiado.

Cuando salió del hospital, lo quisieron evacuar, incluso el periódico del cual era corresponsal, le ordenó que volviera, pero no quiso y continuó en Sarajevo.

De una rápida investigación utilizando sus contactos con corresponsales de guerra y en el ejercito de los EEUU, y de milicianos servios a los que sobornó, supo que el ataque al Bus había sido efectuado por una milicia bosnia con asiento en un pequeño pueblo musulmán ubicado al sur de la ciudad, en las montañas.

Y cuando se sintió un poco mejor físicamente, volvió a comunicarse con los servios, y utilizando dinero (que no le faltaba), logró que lo llevaran a ese pueblo acompañando a una expedición punitiva.

Y cuando cayeron sobre el poblado, era la madrugada, los musulmanes, habían dejado solo a un pequeño retén de guardia, que fueron rápidamente asesinados con arma blanca, sin ruido ni alarma.

Alberto acompaño a las primera oleada del comando servio, y corriendo ingresó en las primeras casas del poblado, escuchaba a ambos lados de el cortas ráfagas de los fusiles de asalto, vio como a su lado morían los milicianos bosnios sorprendidos, pero también los ancianos, las mujeres y sus hijos, en un torbellino de violencia, y continuó casa por casa,

Cuando entró en la última casa, encontró a uno de los milicianos bosnios que había estado en la matanza de los periodistas, estaba herido, no entendía bien lo que estaba sucediendo, , entonces vio a Alberto mirándolo fijamente, junto a la puerta, y alzó sus manos en señal de rendición, invocando a Alá, y a Mahoma, pidiendo por su Dios piedad.

Alberto hizo una seña al miliciano servio que lo acompañaba, y el mismo bajo su arma. Y lo interrogó, y supo que el que había asesinado a Carol, era un palestino, enviado por una organización terrorista musulmana para entrenar a la milicia bosnia.

Y después vio como el servio que estaba a su lado, apretó del gatillo, y disparó. Pero contrariamente a lo que había supuesto, ver morir a los violadores de Carol, no aplacó el dolor que sentía. Dolor que estaba presente a cada momento a cada instante.

Cuando volvió a Buenos Aires, el diario quiso que tomara un descanso, que guardara luto por su perdida, pero el no consintió, prácticamente obligó al Director a asignarle inmediatamente un nuevo destino.

Su vida cambió, él cambió, siguió siendo un periodista insuperable, pero había perdido el humor, los sentimiento no lo alcanzaban, adoptó una actitud cínica, era frío y distante, logró notas y reportajes increíbles por lo arriesgados, porque ya no le interesaba la vida, y la muerte también le era indiferente.

Al año se atrevió nuevamente a salir con mujeres, pero todo era sexo, no le interesaban como personas, relaciones de varios días, una semana, como mucho un mes, luego las dejaba, cortésmente, pero se alejaba.

Y fue una sucesión de estrellitas, modelos, actrices jóvenes, periodistas novatas, por su fama y prestigio nunca le faltaron, pero nunca sintió lo que sentía con Carol.

Y Carol, estaba permanentemente con él, se hablaban, la veía, pero al anochecer era bruma, y la soledad infinita.

El diario le encomendó una nota en Colombia, en la zona de guerrilla, en San Vicente del Caguán, municipio epicentro de los diálogos de paz entre la guerrilla de la FARC, zona que estaba en control de la guerrilla.

III

El avión, inicio los aprestos para el aterrizaje, el cartel de abrocharse los cinturones y no fumar, y él volvió al mundo de la conciencia, volvía al lugar donde se estaba sin Carol.

El gran hall del aeropuerto, las puertas donde salen los pasajeros luego de pasar por inmigración y la aduana, y la vio, portando un cartel que indicaba que lo estaba esperando a él, era sin duda la fotógrafa que el diario había contratado, para la nota encomendada.

Se acercó a ella, y se presentó, era una hermosa muchacha, joven, muy joven, que media aproximadamente 1.60/63, de tez blanca, muy blanca, con unos ojos redondos castaños claros tirando a miel con reflejos verdes, pestañas largas, rostro redondeado, el cabello corto (típico de la profesión), ni gorda ni flaca, poca teta, (como a él le gustaba) pero paradas y firmes, caderas que prometían, y nalgas que invitaban, pies pequeños, manos bonitas, de dedos largos y uñas cuidadas. Estaba vestida con un jean, zapatos planos y un suéter de cuello alto color melocotón. Le llamó la atención había algo en ella...

Hola - le dijo -. Soy Alberto del diario de Buenos Aires.

Hola, mucho gusto, soy Marina, la fotógrafa que te acompañara en la nota.

Marina tenía todo arreglado, y su vehículo esperaba en el parking del aeropuerto. Y por la autopista que llevaba a la ciudad, comenzó la historia....


ELLA

I

Marina es fotógrafa pero no solo de profesión sino de nacimiento, desde sus entrañas. Toda su vida gira en torno al "clic" de su cámara fotográfica. Podría y debería tener la última cámara de fotos, pero se quedó con su cámara vieja, con la que la acompañó en su adolescencia, durante sus estudios, durante toda su vida. Su casa es un pequeño museo fotográfico, cada espacio está primorosamente cuidado, cada fotografía especialmente ubicada de tal o cual manera tiene una historia, las de los desplazados por la violencia, las de los campesinos sonrientes regresando a sus parcelas, las de los deportistas, los niños de la calle, un mendigo, un paisaje, una sonrisa. Marina sabe captar el momento, el sentimiento, parece estar siempre en el lugar indicado y en el momento justo para robarle un segundo a la vida e inmortalizarlo.

Marina trabajaba para una revista aunque su sueño era trabajar para uno de los periódicos más importante del país pero fue lo único que pudo conseguir inicialmente recién graduada. Sin embargo vivía pendiente por si una plaza o vacante era desocupada en el periódico de sus sueños. Y ese momento llegó, no de la manera que hubiera esperado pero llegó. Uno de los fotógrafos que trabajaba casi de planta cubriendo los requerimientos en una de las zonas rojas del país (llámese a aquellas dominadas por algún grupo al margen de la ley) había sido asesinado por persona o personas desconocidas mientras cumplía con su deber. Marina entraría a reemplazarlo en un par de días, prácticamente tendría que trasladarse a vivir a otra ciudad lejos de la capital y desde allí viajar diariamente a los municipios que le fueran asignados, esto último por cuestiones de seguridad, pues bajo ningún concepto podía quedarse a dormir en un municipio de esos, solo debía transitar de día.

Ella por un lado se alegraba de poder entrar a trabajar en el periódico pero por el otro varias cosas la mortificaban, la muerte de su antecesor y el temor al peligro y a lo desconocido. Pese a esto renunció a la revista, pagó el preaviso y aceptó el trabajo en el periódico en el cual no le dieron inicialmente mayor información sobre el trabajo que iba a desempeñar. Debía ir al día siguiente al periódico a entrevistarse con uno de los editores, no sabía más.

Al día siguiente, contrario a su costumbre se maquilló y se vistió como toda una ejecutiva. Sabedora que todo entra por los ojos se puso una falda no muy corta eso sí pues ante todo era una profesional, chaqueta a juego y unos zapatos de tacón que la mortificaban.

En la reunión-entrevista no le preguntaron mayor cosa pues su hoja de vida era impecable y venía muy bien recomendada. Más bien se limitaron a informarle lo urgente de la situación, que no podía estar durante más días la noticia del proceso de paz cubierta a medias y que trabajaría conjuntamente con un reconocido periodista argentino el cual debía ir a recoger ella misma esa noche al aeropuerto, a eso de las 11:00 p.m. No le hizo mucha gracia pero necesitaba a toda costa quedar bien con los directivos del periódico mostrándose colaboradora. Firmó el contrato de trabajo al igual que un seguro de vida. Le entregaron un maletín con documentos y otras cosas para el periodista y para ella pues partirían al día siguiente de inmediato para la zona a cubrir. Confiaban plenamente en ella.

II

Marina vive sola desde los quince años, un año después que su madre se volvió a casar. Su padre las había abandonado a su madre y a ella diez años atrás.

Su padrastro abusaba de ella, lo hizo durante un año, al principio solo fueron caricias subidas de tono y besos robados y ella por miedo nunca le dijo nada a su mamá, no le hubiera creído, nunca tuvo con ella una buena relación pues Marina siempre fue muy rebelde e independiente y su madre una pusilánime.

Perdió su virginidad con ese asqueroso hombre en su propia habitación, rodeada de sus muñecas de trapo, con una mano en su boca, con su ropita de adolescente abierta por un lado y los calzones en las rodillas, llorando y muerta de miedo, sin atreverse a gritar. Cuando el hombre se hubo derramado la dejó allí, con las piernas abiertas, su pequeña rajita antes virgen brutalmente desgarrada, chorreando semen del infame. Ella no sabía que un simple examen médico habría bastado para poner a ese infeliz bajo rejas. No lo sabía, tenía solo quince años recién cumplidos…. Y pensar que en su fiesta de quince solo unos días antes había tenido que bailar el vals con ese hombre que ahora se subía la bragueta como si nada al lado de su cama….

Sin pensarlo siquiera Marina empacó unas cosas en una maleta, solo lo necesario y se fue un tiempo a casa de su abuela, luego estuvo de casa en casa, durante meses, donde un familiar, donde otro hasta que, mintiendo sobre su edad (siempre aparentó más años) logró conseguir un trabajo, pagarse una humilde pieza y terminar sus estudios de bachillerato. A los dieciocho años de edad y sin volver a saber nada de su madre y su padrastro salvo que había tenido otra niña (pobre…) consiguió un trabajo mejor y su vida comenzó a florecer, a cambiar para bien. Se dedicó a la fotografía periodística que era su pasión y como tenía talento pronto le llovieron trabajitos pequeños y más adelante el trabajo en la revista. Llevaba cinco años en la revista cuando la llamaron del periódico.

III

Marina tiene una relación hace 2 meses con Esteban, es el "noviazgo" que mas tiempo ha durado. Con el se la pasa en un círculo vicioso, es una relación en blanco y negro. No los une el amor, a lo mejor el mal sexo una vez por semana cuando suelen revolcarse cuando no tienen nada mejor que hacer. Ahora con todo eso del nuevo trabajo fuera de la ciudad lo mejor sería terminar, se lo diría esa misma tarde cuando pasara a visitarla como ya era costumbre.

Por obvias razones su relación con los hombres no es la mejor, primero el abandono de su padre, el hecho de criarse con una madre a la que quería pero que nunca fue un buen ejemplo, la violación por parte de su padrastro y un ejército de novios y amantes que solo la habían dejado más y mas vacía. Nunca había amado a nadie. Siempre se culpó por el desastre que había sido su vida, se volvió promiscua, buscando algo de amor en relaciones cortas y vagas, como si con algo de placer compensara todo lo demás que le falta a su vida.

A sus 26 años es una mujer liberada, con pocas inhibiciones, un pasado tormentoso, una mujer que a su edad ya está curtida por el dolor, una mujer prevenida, desconfiada y medianamente feliz, o al menos eso cree. Se refugia en el trabajo pues es lo único que tiene.

Esteban llegó a su casa a eso de las 4:00 p.m. Ella lo había llamado y literalmente le había dicho que fuera para "el polvo de despedida". Sin mayores preámbulos se desnudaron en la sala y sin apenas besos y caricias previas el la penetró con un miembro grande eso si pero que no sabía manejar. Cuando se hubo derramado lo sacó y comenzó a masturbarla con una mano para que ella acabara. Cuando se cercioró que así era se vistió, le deseo suerte en su trabajo y se marchó.

Marina se quedó llorando, no por ese nuevo hombre que se iba sino por ella misma. Se metió al baño y bajo la ducha acarició su cuerpo como le gustaría que un hombre imaginario lo hiciera. Bajo ese cuerpo de mujer aún se escondía una niña romántica que soñaba con un amor ideal. Muy temprano había perdido su virginidad y su inocencia pero no le habían podido arrancar sus sueños e ilusiones. Era como un cofrecito cerrado con un tesoro invaluable y con una capacidad infinita de amar y entregarse, pero ni ella lo sabía ni nadie se había tomado la molestia de descubrirlo.

Estuvo bajo el agua tibia un buen rato, hasta que la piel casi se le arrugó y con la mente en otro lado hasta que recordó que debía ir al aeropuerto y asustada cerró la llave. Ya era tarde y con eso de los atascos de tráfico debía darse prisa. Se vistió con lo primero que encontró, peinó su corto cabello con los dedos y puso algo de brillo en sus labios. Se miró brevemente en el espejo y tenía los ojos aún un poco hinchados pero ya se le pasaría en el largo trayecto hacia el aeropuerto… y es que la ciudad era enorme….

Llegó justo a tiempo, le gustaba ser cumplida. Se sentó con su cartelito con el nombre del periodista argentino "Alberto Biagi". Conocía su trabajo, incluso lo admiraba, aunque no sabía como era el físicamente; trataba de imaginarlo pero no podía….

Cuando un hombre comenzó a acercarse a ella supo que era el, simplemente lo supo. Era un hombre maduro y atractivo, bronceado, con su cabello oscuro adornado por unas canas deliciosas que solo lo hacían más interesante y misterioso. De estatura media, cuerpo delgado, se veía cuidado, pero lo que mas le impactó fueron sus ojos imperturbables.

Hola - le dijo -. Soy Alberto del diario de Buenos Aires.

Hola, mucho gusto, soy Marina, la fotógrafa que te acompañara en la nota.

Y a ella su voz le sonó como un coro de ángeles. Se enamoró a primera vista pero como ya era su costumbre, se mostró indiferente aunque cordial. Sabía que esa era la mejor manera para protegerse de los hombres, no mostrar debilidad.

Lo condujo hacia el parking mientras hablaban un poco de cosas de trabajo.

La idea es partir mañana a primera hora – le dijo ella –. A eso de las 7 de la mañana hay una avioneta que parte con destino a la ciudad de Florencia. Allí descansaremos un par de horas antes del viaje por tierra hasta San Vicente del Caguán que es muy pesado. Allí nos tendremos que defender solos, solo nos acompañará el conductor que está contratado en Florencia con el vehículo.

En ese momento de descanso en el hotel – le dijo él - si le parece bien podemos prepararlo todo y sincronizarnos.

Me parece muy bien – contestó ella. Me imagino que usted está al tanto de la situación de la zona, bien se que ha trabajado en lugares similares e incluso peores, he leído mucho su trabajo.

Ella por los nervios a lo mejor hablaba más de la cuenta.

Si – dijo él – algo me han dicho y me he informado. Se que es una zona peligrosa y que el fotógrafo anterior fue asesinado.

Ella se estremeció al recordarlo y lo miró de reojo dándose cuenta que él la miraba como estudiándola. Se puso muy nerviosa e incluso se sonrojó un poco amparada bajo la oscuridad de la noche.

Marina en el trayecto estuvo enseñándole un poco la ciudad aunque ya era tarde. Ella conducía muy rápido y a esa hora la autopista estaba más descongestionada así que antes de la media noche llegaron al hotel de cinco estrellas al norte de la ciudad donde estaba la reservada la habitación de Alberto.

Ella lo acompañó hasta la recepción donde se despidieron con un cálido apretón de manos. Le dijo que al día siguiente a las 6:00 a.m. un conductor del periódico los recogería para llevarlos al aeropuerto, que ella llevaría los documentos y las credenciales de ambos.

Dando media vuelta Marina se dirigió a su automóvil, llegó rápidamente a su apartamento que era a unas pocas cuadras. Se desnudó y se acostó después de poner el despertador un poco más temprano. Junto a su cama estaba una pequeña maleta de viaje, su ropa para el día siguiente y el maletín que le habían dado en el periódico. Se durmió pensando en Alberto y sin siquiera imaginar lo que les esperaba a ambos en esa aventura en la cual se embarcarían al tomar esa avioneta a las 7:00 a.m.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

Horny&Navegante