Pasión adolescente Parte 5
La mente calenturienta de la profesora no tiene fin, por eso decide escapar de sus problemas como mejor sabe follando en los despachos del instituto.
Habían pasado ya unos días desde que dieron el escarmiento a Carmen, ella aun estaba atormentada por haber caído en la trampa de sus alumnos, incluso había pedido la baja, no soportaba la idea de que las fotos que los chicos tomaron de ella atada de pies y manos, desnuda en la habitación de David salieran a la luz, no se lo podía permitir, si eso ocurría sería una tragedia, perdería todo, su posición, sus caprichos, puede que incluso no volviera a ejercer, la sola idea conseguía que le temblasen las piernas, pero como podía hacerse con las pruebas de su depravación, como podía convencer a los chicos de que la dejasen marchar, de que destruyeran las fotos o se las entregasen, a el chico le podía convencer con hablar en el claustro del centro en las evaluaciones, pero con la chica se complicaba pues no era profesora suya, aparte tampoco podía permanecer por siempre de baja, más tarde o temprano debería de volver a la normalidad.
Mientras tanto los chicos, seguían con normalidad, las fotos estaban bien guardadas, no tenían la necesidad de que salieran a la luz, pues solo las tomaron para acabar con el chantaje de la maestra, siempre que no volviera a la carga, jamás verían la luz, no era su intención arruinar su carrera, al fin y al cabo no era mal profesora, simplemente era una mujer despechada, divorciada de un marido que no la miraba como mujer e intentaba saciar sus instintos más bajos, salvo por el pequeño detalle que esta vez simplemente perdió la jugada.
El teléfono sonaba en casa de la profesora
- Si dígame – dijo la profesora al descolgar –
- Hola, ¿Bueno enfermita cuando regresas? –le pregunto el nuevo director del instituto –
- Pues no se, cuando el médico me de el alta
- Aaaa de acuerdo, pues espero que sea pronto, se te hecha de menos por aquí
- ¿Así?
- Si, preguntan por ti compañeros y alumnos, bueno te dejo ya me dirás cuando te reincorporas, cuando tengas un rato pásate por mi despacho para que nos conozcamos.
Al colgar sonrió, no la había dicho nada preocupante, eso quería decir que los chicos no movían ficha, además con nuevo director allí, lo tenía fácil solo tenia que asegurarse de que los chicos no se la adelantaban.
Cuando la jornada de trabajo acabo, Carmen queda con otra profesora para que la cuente que tal es él director nuevo, su antecesor se había jubilado y este llevaba unos días y esta al encontrarse de baja no lo conocía.
Sentadas en la terraza de un bar, mientras tomaban un refresco comenzó el interrogatorio.
- Bueno dime ¿Cómo es el nuevo?
- Pues es un hombre joven de unos cuarenta años como mucho, es bastante agradable, aunque no es de la ciudad
- ¿Y de donde es? – pregunto intrigada –
- Es de Cáceres creo, se divorcio hace poco y al enterarse del puesto aquí, se traslado, lleva pocos días aquí y esta muy perdido el pobre
Al oír las palabras divorcio y nuevo en la ciudad el interés de la profesora aumento por el nuevo.
- ¿Y como es? –sabia que con lo ingenua que era su compañera le daría toda la información que deseaba sin hacer preguntas concretas –
- Pues, ya te digo es más o menos joven, bastante agradable y entre tu y yo esta muy bien, la verdad
- Jejeje – riendo sonoramente, sonrió –
- Que lástima no ser más joven, pero tu puede que le caigas en gracia
- Pero que tarde se a hecho –comento mientras miraba el reloj – te tengo que dejar, ya nos vemos en clase, que me incorporare en poco
A la mañana siguiente, fue al médico y pido el alta voluntaria, una vez con el parte en la mano se dirigió hacia el instituto, para entregárselo al nuevo director, si todo salía como ella pensaba, su pequeño problemilla estaría resuelto por un largo tiempo.
Para la ocasión se vistió muy sugerente, llevaba medias, con una falda negra por encima de la rodilla y una blusa malva, un poco entreabierta dejando abierta la imaginación, si no hacia que aquel hombre la mirase el escote su plan se marchaba al traste.
Al recorrer los pasillos, vio como las miradas se tornaban hacia ella, no solo de algún profesor se fijaba en su pecho, sino también alumnos, seguía conservando su toque.
Al llegar a la puerta, se paro, llamo y tras escuchar “adelante”, abrió y entro.
- Siéntese
- Buenos días, soy Carmen , traigo el parte del alta
- Encantado, ¿entonces cuando te incorporas entre nosotros?
- Pues mañana mismo
- Entonces genial, por mi encantado – dijo, mientras echaba un vistazo rápido al escote de la cuarentona –
- Me han dicho que eres nuevo en la ciudad –se había dado cuenta y quería aprovechar al máximo sus opciones –
- Si, la verdad que llevo días y aun no conozco nada ni a nadie, me gustaría encontrar algún sitio donde salir a tomar algo y conocer gente –realmente solo quería conocer compañía femenina, tras su divorcio no había vuelto a estar con una mujer y miraba a la profesora de forma lasciva –
- Yo te enseño la ciudad y lo que tu quieras –mientras se levantaba y se acercaba más a él –
El director notaba que la profesora tampoco perdía el tiempo, mientras sonaba el teléfono, ella se acerco a la puerta, cerro con el pestillo y se acerco de nuevo a la mesa, mientras Carlos, el director no se percataba de nada, pues atendía la llamada, ella se arrodillo frente a él, y desabrocho los pantalones, la cara de asombro fue mayúscula cuando al volver la mirada se encontró con la mujer de rodillas y acariciando su miembro que ya se erguía hacia el techo, mientras ella se relamía ya de gusto tan solo de imaginarse con tenerlo dentro de ella.
Mientras lamía y succionaba todo el miembro de aquel desconocido, empezó a sentir cada vez más calor, notaba como se empezaba a mojar toda ella, sus pezones se empezaban a marcar en la blusa y solo deseaba que ocupase otro lugar y no su boca.
Los gemidos de Carlos, cada vez eran más sonoros, ella no paraba de chupar con fuerza, mientras con su mano, jugaba en su clítoris, ambos estaban muy excitados.
Él se incorporo y ella se pregunto el motivo de que no la dejase continuar, pero pronto lo entendió, la cogio y la empujo contra la mesa del despacho, levanto la falda y observo que el tanga de la mujer tenia una mancha, señal de lo excitada que estaba, aparto la prenda y apunto su miembro hasta la abertura, ambos gimieron de gusto al notar el contacto de sus cuerpos.
- Ummm – dijeron al unísono –
Mientras él agarraba con fuerza las caderas de ella y comenzaba a darle fuerte, sacando y metiendo una y otra vez su miembro, casi hasta el final y volviendo a insertárselo por completo una y otra vez, la profesora ya estaba desbocada de placer, sus gemidos iban en aumento, y movía su trasero para acelerar el ritmo de las embestidas, lo estaba disfrutando y sumándole el morbo del lugar, era una mezcla genial.
- Carmen, estoy a punto de correrme
- Hazlo, – bramo ella – la quiero dentro de mi, lléname toda de ti, ummm
Él acelero la fuerza e intensidad de sus embestidas, mientras Carmen ponía cara de satisfacción comenzaba a notar las contracciones del miembro que tenia en su interior, sabia que lo soltaría todo en segundos, lo cual la excitaba aun más, hasta que noto como un liquido la mojaba por dentro, se había corrido ya. Un sonoro gemido por parte de él, lo confirmo.
Mientras Carlos se sentaba en su silla, el no contento con que ella no hubiera acabado, la tumbo en la cama y con sus dedos comenzó a jugar en su sexo y su ano, mientras ella gemía y movía sus caderas, primero insistió en su clítoris, el semen salía de ella y manchaba sus piernas, noto que su fin estaba cerca, si el continuaba, entonces con la ayuda de su lengua, comenzó a lamer su clítoris hinchado, mientras con sus dedos jugaba en sus agujeros, a la vez, como si sus manos fueran dos penes, a la mujer eso la excito el doble aun, se imagino, siendo tomada por dos hombres a la vez, asta que no pudo contenerse más y tras un largo y sonoro gemido culmino, aun con sus manos en la cabeza de él que seria su amante, el se incorporo limpiándose la cara de los flujos de su compañera.
En la cabeza de la profesora solo había un pensamiento; mientras siga acostándome con él nada pasara, aunque los chicos decidan sacar a la luz las fotos.
Con una sonrisa de oreja a oreja, no la importaba aun estar medio desnuda en aquella mesa, el fin siempre justifica los medios.