Pasión adolescente

Éste relato trata de cómo descubrí el amor y la ternura por primera.

Éste relato trata de cómo descubrí el amor y la ternura por primera. Primero querría decir que me llamo Mateo y tengo 15 años. Tengo el pelo castaño oscuro y ojos verdes. Mido 1,78m y peso unos 71kg. Soy algo tímido de naturaleza y me considero bisexual, aunque prefiero a los varones de mi edad.

Todo empezó cuando me tuve que cambiar de liceo. Era nuevo y tenía pocos amigos. Cuando lo vi por primera me enamoré en seguida de él. Antes no creía en amor por primera vista, pero ahora no estoy tan seguro. Él se llama Daniel y tiene mi misma edad. Es algo bajo, unos 1,72m y pesará unos 62kg. Tiene la piel algo morena y siempre lleva y es sumamente hermoso. Tiene una nariz para morirse, algo gordita, pero comestible. Pero lo que más llama la atención es su sonrisa. Es una de aquellas que hace derretir a cualquiera. Es muy gracioso y amable y cuando hace caras raras me derrito. En las clases de gimnasia siempre me quedaba para observarlo cuando se desvestía. Tiene un cuerpo bastante bueno, con un abdomen bien definido. No es muy peludo en el cuerpo, pero tiene unas piernas perfectas, bien definidas y con bastante pelo. Lamentablemente él estaba en otra clase y solo compartíamos una. En ésta siempre me intentaba acercar a él y me senté delante de él. Nos hicimos amigos rápidamente y me enamoré aún más de él. Constantemente tenía sueños de él, en los que compartíamos momentos de gran felicidad. Una vez casi me vuelvo loco, porque Daniel faltó y no lo vi durante un día. Cuando decía mi nombre lo decía de una forma tan maravillosa que pensé que no iba a aguantar más, pero yo evitaba a decir su nombre. Siempre me masturbaba pensando en él y mis ansias de confesarle mi amor crecían y crecían. También me alejaba constantemente de él, para amortiguar las ansias. Nunca lo fui a visitar ni él vino a mi casa. El me invitó varias veces, pero siempre inventaba una excusa para no ir. Pero el destino no lo quiso así. En nuestro colegio hay un programa para ayudar a los alumnos a mejorar sus calificaciones. Consiste en que un alumno bueno es una materia le ayude a estudiar a uno que no es tan bueno. Como yo no era muy bueno en matemáticas, me asignaron a uno… a Daniel. Cuando llegó el día en el que tenía que ir a su casa casi enloquecí. En el colegio no me podía concentrar y cuando Daniel fue a hablarme me quedé callado.

¿Que te pasa, Teo? Estás algo raro hoy. ¿Estás bien?

–Sí, eso creo.- respondí, para decir algo. –

Bueno, entonces nos vemos más tarde-

Y se alejó. Todo el día no me podía concentrar. Cuando llegué a casa me encerré en mi cuarto y empecé a llorar. No sé porque. Cuando llegó la hora para irme a lo de él mi madre me ofreció llevarme, pero decidí ir en bus. Cuando llegué a la dirección que él me había dado me quedé como paralizado en frente de su puerta. Tomé todo mi coraje y toqué el timbre. Él apareció y me invitó a subir a su cuarto. Vestía pantalones jeen y una camisa celeste. Estaba súper sexy.

No están tus padres- pregunté

No, se fueron al cine- respondió, con lo que yo creía algo de agrado.

Ante la idea de quedarme a solas con él mi bulto creció un poco. Él pareció no notarlo. Él se acostó en su cama y me invitó a hacer lo mismo. Pude notar que se le subió un poco la camisa y pude apreciar los pelitos que le crecían en la zona bajo el ombligo. Tuve que tapar disimuladamente mi erección para que no lo notara.

A ver. ¿Cual sería tu primera duda?- dijo él para romper el silencio.

No se, podemos empezar con lo que tú quieras- dijo yo tímidamente.

Voy a buscar mi cuaderno- dijo Daniel y se levantó.

En ese instante pude ver su hermoso culito perfecto, como todo en él (para mí). Se sentó otra vez en la cama y me preguntó:

Estás algo raro últimamente. ¿Te pasa algo?-

Se acercó a mi cara y me miró a los ojos. Nunca había estado tan cerca de él. Pude verle directamente a los ojos. Puede notar el poco bigote que se había afeitado y sus pelitos que tenía en la barbilla. Ante eso no pude más. Mis ojos se llenaron de lágrimas y lo besé en los labios. En esos hermosos y varoniles labios. Él se quedó quieto, como petrificado. Después me di vuelta y me tiré al suelo llorando. Lloré y lloré, ante la idea de que no me volvería a hablar. Cuando sentí su mano en mi brazo dejé de llorar. Él me levantó suavemente y acercó nuevamente su cara a la mía.

¿Que es lo que me querrías decir? – dijo suavemente-

Los ojos se me llenaron otra vez de lágrimas y dije:

Te amo Daniel. Te adoro, te quiero… no sé que voy a hacer- y nuevamente quise darme vuelta, pero él agarró mi cabeza.

Yo también te amo, mi extranjerito.- dijo y me besó en los labios.

Yo no podía creer lo que estaba pasando. Me quedé quieto mientras él exploraba mi boca con su lengua. Entonces yo también lo agarré la cabeza y lo empecé a besar. Nos besamos como si el mundo se estuviera pronto a acabar. Él también estaba llorando. Nos abrazamos y juntos caímos a la cama. Yo me puse arriba de él y le empecé a besar toda la cabeza. Le besé la barbilla, las orejas, las cejas y sobre todo la nariz. Él hacía lo mismo con migo pero mordía tiernamente mis orejas y nariz. Mi pene estaba a mil. Me apoyé completamente sobre él, y nuestros bultos se tocaron.

Entonces él me sacó la camiseta y me pasó las manos por los pechos. Empezó a lamerme mis tetillas y morderlas suavemente. Pararía como si tuviese ya práctica, porque sabía perfectamente lo que le excitaba a un hombre. Que rico se sentía. Levanté mis brazos y él pasó sus manos por mis axilas. Las acarició, lamió y tiró de mis pelos. Entonces empezó a acariciarme la espalda y me presionó aún más a él. Nuestras erecciones eran tremendas. Lentamente le fui desabrochando su camisa mientras seguíamos besándonos. Se la saqué y fui haciéndole lo mismo que me hizo a mí. Le lamía esos pequeños pezones y me pasé mucho tiempo oliendo y lamiendo sus axilas. ¡Que delicioso olor tenía todo en él! Me incorporé un poco y presioné mi boca en los pocos pelitos que tenía debajo del ombligo. Era una fina raya de vello, pero me excitaba de sobremanera.

Como no sabía como seguir él me dijo:

Levántate un poco, por favor. –

Yo le hice caso y él se tiró sobre mí. Nos Comenzamos a besar de nuevo como verdaderos amantes (lo que en verdad éramos). Entonces él fue sacándose lentamente el pantalón. Con sus perfectas piernitas me envolvió y me comenzó a besar. Yo le indeqié que parara y me saqué yo también mi pantalón. Mi verga estaba a punto de salirse del bóxer y pude ver su verga que abultaba enormemente el suyo. Su verga debía de ser de unos 14 cm mientras que la mía era de 17. Nos quedamos un rato así, solo mirándonos todo el cuerpo. Él era tan hermoso. Su verga me atraía completamente y me abalancé sobre ella. Le bajé el bóxer de un solo tirón y pude contemplar su verga. Era marrón con la punta rosadita. Los huevos eran lampiños y rosaditos. Su pelo púbico era negro, fino y rizado. Quise metérmela en la boca, pero él me detuvo.

Deja que yo empiece.-

Está bien.- dije yo-

Se me acercó y me fue lamiendo el abdomen. Entonces agarró firmemente las nalgas y me bajó el boxer. Mi verga estaba a su máximo tamaño, 17 cm.

¡Que grande que la tienes!, Teo- exclamó.

Empezó con darme un beso en la punta de mi glande y una sensación de extremo placer me inundó. Siguió besándola hasta metérsela completamente en la boca. La chupada como loco y yo movía mi cadera rítmicamente, como si fuese a cogerme su boca. Soltó mis nalgas y comenzó a tocarme mis huevos. Yo gemía como loco.

Ahhhh. Siiiii. Danieeeeel. Te amo. Seguí. No pares. Ahhhhhhhh. Que placeeeer. No puedo maaaaaaaaaaas. Me corrro. Me corrro. Ahhhhhhh.

Mi verga estalló en una explosión de semen. Es intentaba tragarse toda mi leche, pero gran parte se le salió de la boca y le ensopó la cara y cuello. Cuando por fin seso mi eyaculación yo me caí exhausto y sudando en la cama.

Te gustó, ¿verdad? – dijo Daniel pícaramente.

Yo me levanté y nos volvimos a besar. Yo le lamía el semen que tenía en la cara. Nunca había probado semen antes y no me gustó demasiado el sabor. Pero como era su cara, así que la lamí hasta que quedó limpia.

Tú ya tuviste tu mamada, ahora me toca a mí. Estoy a mil y casi me corro por tus gemidos. –

Nos miramos y nos empezamos a reír. Entonces yo me le acerqué y comencé lamerle y succionarle los huevos. El comenzaba a gemir lentamente y cuando le besé el glande se le escapó un gemido algo más fuerte.

Ahh-

De repente me agarró la cabeza y me introduce sus 14 cm en la boca. Casi me atraganto, pero luego se empiezo a mamar. Se la chupo rápidamente, mientras él hace los mismos movimientos como hice yo con la cadera. Empieza a gemir más fuerte y a moverse más rápido.

Que ricooooooo. Sos excelente Mateoooo. Si, si. Ahhhh. Que bueno que mamas verga. Deberías ser puta. Ahhhh. Que placer.

De repente siento como su líquido preseminal toca mi boca mientras él grita:

Me corrroooo. Tragá toda mi leche. Todaaaa. Me corrrro. Ah, ah. Ahhhhhhhh-

Y un rayo de semen atravesó mi garganta. El siguiente estallido lo intenté retener en mi boca. Pero salía tanto que tuve que dejar salir un poco. Él estaba sudando también. Su cara mostraba extrema satisfacción. Nos abrazamos y nos besamos, compartiendo su semen. Nos acostamos abrazados y nos miramos. Nuestras vergas querrían más. Nos volvimos a besar y él me dijo:

¿Querrés cogerme?- preguntó Daniel.

Si, por su puesto.- dije yo sin pensar.

Él se puso en cuatro patas y yo le agarré el culo.

Todavía no. – dijo él sonriendo.

Buscó algo en su mesa de luz y extrajo un poco de crema para manos.

Pásamela por todo el culo, que quede bien lubricado. –

Yo le hice caso y se la pasé por todo su culo. Estaba hermosamente peludito, como el de cualquiera a nuestra edad. Me puse crema en los dos dedos y le los metí lentamente dentro de su culo. Había leído que había que hacerlo, para que la verga entrara más fácilmente.

Al menos sabes algo, virgencita. – sonrió Daniel. – Ahora siéntate que me voy a sentar encima de ti-

Yo le hice caso y pasé algo de crema en mi enormemente recta verga. Él se fue sentado lentamente en mi verga, hasta que estuvo completamente insertado. Cuando se empezó a mover rítmicamente me dolió un poco la verga, pero el dolor fue reemplazado por una extrema ola de placer. Esto era mil veces mejor que la mamada. Agarré a Daniel por la barriga y le la acariciar. Entonces él me agarró la mano y la depositó en su verga. Yo la agarré y lo empecé a masturbar. El placer era infinito. Cuan do estuve a punto de correrme en su ano le avisé.

Entonces mastúrbame más rápido – dijo él.

Yo le hice caso y los dos gemimos como locos.

Ahhhh. Que rico. Más rápido. Ahhhhh. Me corro- gemí yo.

Entonces él se levantó, me tiró a la cama y me puso en posición de 69. Yo le mamaba la verga, devorando su líquido preseminal mientras le pasaba las manos por los muslos. Él me la mamaba a mí y jugaba con mis huevos. Cuando él se arqueó no pude más y grité como nunca.

Ahhhhhhhhhhhhhhhh. –

Chorros de leche salían de mi verga y cuando me la agarró más fuerte él vacióm toda su leche en mi boca. Eran montones. Como la primer avez no pude retener todo su semen en mi boca, pero puede hacerlo con la mayoría. Era algo celestial. Mi semen en su boca y el suyo en la mía. Nos levantamos y nos besamos, intercambiando nuestra leche.

Esa fue la primera vez que tuve sexo. Espero que les haya gustado, porque es mi experiencia más íntima.