Pasión (3)

Nadie en su vida le había dedicado un minuto de un cariño como ese, de una ternura como la que sentía en ese momento. Nadie, ni sus padres, se lo habían dedicado nunca desde que el era consciente.

PASIÓN (3)

Iván corría por un campo de trigo, estaba desnudo, sudaba y le costaba respirar por el esfuerzo. Oía los ladridos de los perros y sabía que una cuadrilla de hombres armados con escopetas de caza le perseguía para darle muerte. Sabía que entre aquellos hombres estaba su padre y sabía que su madre esperaba en el portalón de la hacienda armada con una hoz. Al despedirse de su marido le había dicho: "Ve y dale caza. Si viene por aquí yo le espero y le rajaré el cuello".

Corría y corría porque sabía que los hombres continuaban detrás de el con sus perros entrenados. En un momento de fatiga perdió el equilibrio y cayó entre el trigo. Cuando fue a levantarse, la fauces de un enorme perro se abalanzó a su cuello.

Iván se despertó sobresaltado, sudado y con un ataque de ansiedad. Estaba solo en la habitación. Patrick no estaba, se debía haber ido, el despertdor marcaba las 8:30 de la mañana. Se levantó, bebió un vaso de agua y se tomó un relajante muscular. Se metió en su cama y se arropó para poder dormir un poco más.

Cuando Pat llegó, cinco horas más tarde, después de una mañana de estudios y de entrenamiento, se encontró a su compañero arropado hasta las orejas, en posición fetal y tiritando. Se acercó, separó la ropa y lo que vio le sobrecogió. El chico estaba acurrucado y temblando. El cabello estaba húmedo de sudor, la camiseta se veía mojada por la espalda. Se sentó a su lado y le despertó suavemente. Iván le miró con ojos acuosos y perdidos.

  • Dios mío... que te pasa?

  • Pat...Patrick... - le dijo sollozando- una pesadilla... me querían matar.... mi padre... mi madre...

  • Tranquilo, tranquilo, ya estoy aquí contigo - le decía mientras le acariciaba la cabeza - Espera un momento, ahora vengo.

Volvió con una toalla húmeda y otra seca. Le quitó la camiseta, los calzoncillos. Le limpió el sudor y le secó. Luego se desnudó y se metió en la cama con su nuevo amante y se arroparon con las sábanas. Le abrazó acercando su pecho a la espalda del chico.

  • Tengo mucho frío.

  • Por eso... no te enseñaron que lo mejor es el calor de los cuerpos desnudos. Si están vestidos, al calor se queda en la ropa.

El calor del cuerpo del deportista le fue calmando la ansiedad y la respiración fue tornándose sosegada, Las caricias que le daba en la cabeza y en el pecho le calmaban, y la voz grave pero suave le adormecían.

  • No te preocupes...solo es un ataque de ansiedad...tranquilo... ha sido tu primera vez... tendrás que asumirlo... tranquilo...tranquilo... estoy contigo... no te preocupes... duerme...

Nadie en su vida le había dedicado un minuto de un cariño como ese, de una ternura como la que sentía en ese momento. Nadie, ni sus padres, se lo habían dedicado nunca desde que el era consciente.

E Iván volvió a caer en un sueño reparador sin pesadillas.

Cuando se despertó, Patrick seguía abrazándolo y acariciando. Sentía tanto cariño por ese hombre que acomodó su espalda en el pecho para sentir su calor y el tacto de su vello como si fuera un cobertor. Suspiró de placer y Pat, al darse cuenta de la situación no pudo más que besarle la mejilla y el cuello, la calidez de la corta barba rubia le produjo más tranquilidad al joven. El rubio le abrazó con más fuerza y también suspiró de placer al sentir esa maravillosa piel suave y al notar la tranquilidad que le proporcionaba.

Iván giró la cabeza para buscar los labios de su amor y los encontró. Iba a darle las gracias pero no pudo emitir sonido alguno porque la cálida boca del hombre se acercó a la suya y adentró la lengua en busca de la suya y la encontró. Iván se dio la vuelta porque quería sentir el pecho de su hombre en el suyo y buscó el calor de sus genitales junto a los suyos, buscó la suavidad de la polla del grandullón y la encontró... La encontró medio empalmada como lo estaba él y se arrimó más, mientras no dejaban de lamerse las lenguas y de morderse los labios, de acariciar polla contra polla hasta que la dureza fue extrema.

Pat se deshizo de la sábana y se fueron acariciando, besando, lamiendo y mordiendo cada rincón de sus cuerpos. El grande se dirigió directamente al gran miembro oscuro de su chico, mientras que Iván buscaba la gran tranca clara de su hombre y comenzaron a lamerse y a mamarse disfrutando del sabor del líquido que manaba de sus pollas, a olerse y a acariciarse los vellos y los huevos. La pasión se desataba por momentos, el calor de los cuerpos les quemaba y comenzaban a sudar entre gemidos y suspiros.

El instinto de los dos hombres buscaba más placer, más excitación y manos y las bocas acariciaban y mamaban, hasta que decidieron a interesarse por los jóvenes ojetes rosados, los objetos prohíbidos, que acariciaron al comienzo, lamieron después e iniciaron la inspección más tarde.

Las caricias alrededor del ojal les proporcionó un gran placer que les hizo gemir de placer, el descubrimiento de la humedad de sus lenguas y de cómo las puntas masajeaban la entrada, les excitó aún más produciéndoles algún escalofrío. Con las mamadas anales se detuvieron un tiempo gracias al placer que recibían, soltaban regueros de babas para luego lamer la entrada y notar como la entrada se abría pidiendo más y más.

Iván, el más inexperto en la materia, estaba poseído por la excitación y reclamaba más, gemía y suspiraba como un perro pidiendo comida y notaba como su agujero se abría cada vez más hasta que se abrió las nalgas con las manos para dejar que Pat hiciera lo que quisiera con él.

El rubio aceptó la invitación y, mientras el moreno le mamaba, comenzó a jugar con los dedos humedecidos de saliva. Metía la yema de un dedo para ver como se lo comía el culo de su amado, soltaba saliva y volvía a jugar introduciendo un poco más el dedo, luego le separaba las cachas para que el círculo se abriera un poco más y volvía a jugar con uno o dos dedos, los gemidos de placer amortiguados por la mamada que el chico le estaba dando, le ponía a mil por hora. Así estuvieron jugando un buen rato hasta que Iván se irguió, se puso a horcajadas sobre su semi-dios y le pidió que le penetrara.

Pat se quedó mirándole fijamente a los ojos - ¿Estás seguro de lo que me pides?

Iván afirmó con la cabeza.

  • Eres virgen mi amor y esto te va a doler... yo no lo he consentido nunca, pero lo he hecho y se que duele...Niño...¿estás seguro?

  • Por favor Pat... si alguien lo tiene que hacer eres tu...y hoy mejor que nunca. Estoy a tope de salido. Aprovecha la oportunidad, por favor. Quiero que seas el primero.

Patrick se irguió para abrazar y besar Iván antes de la supuesta tortura a la que le iba a someter. Le mordió el cuello, los hombros y los pezones mientras dejaba que su tranca resbalara entre las nalgas de su amante. Sacó de la mesilla un condón y un bote de lubrificante - ¿Quieres ponerme el condón?- le dijo. - No lo he hecho nunca- se disculpó el chico. Entonces se lo enfundó él, se untó bien los dedos y lubricó la entrada del chico introduciendo los dedos lentamente, luego se masajeó con el gel su miembro y volvió a acariciar la entrada de Iván con la punta del capullo hasta que el culo se fue abriendo y dejando entrar el fruto duro y maduro.

Iván notó como como entraba y como su culo se cerraba a su alrededor como si se lo comiera, no le dolió porque ya estaba abierto por la dilatación recibida, se inclinó para besar a su amado, que le recibió recibiendo la lengua y los labios. El chico aprovecho la situación para ir dejando entrar el mástil blanco, le molestaba pero, al encontrar el impedimento del esfínter interno, un latigazo de dolor le paralizó. Pat lo notó y le dijo que lo dejaban si le dolia. Iván le contestó con un hilo de voz que si había llegado hasta ahí, tenía que continuar. Pensó que si alguien le tenía que hacer daño la primera vez que fuera su amado Patrick

Entonces, el rubio se icorporó juntando sus pechos y mientras le mordía el cuello y los lóbulos, fue dejando que el chaval se clavara su verga a su gusto. Iván abrió más las piernas y fue dejando caer su cuerpo mientras se empalaba el falo blanco. Le dolía pero decidió soportarlo, pero no esperaba que hubiera una segunda trampa. Se sorprendió, pero la evitó relajándose y abriendo paso al miembro invasor hasta que notó que sus huevos se posaban en la alfombra rubia de su amante. No pudo reprimir un gemido de dolor. Abrazó a Pat y le mordió el hombro mientras se recuperaba.

Al cabo de unos instantes, su cuerpo se acopló al invitado y comenzó a subir y bajar las caderas con delicadeza, aún le dolía, pero menos. Poco a poco fue subiendo y bajando mientras se masajeaban los cuerpos con su sudor.

Comenzó a notar el placer con el roce de la verga en el anillo de su ano, mientras Pat disfrutaba con el masaje que le proporcionaba aquellos labios vírgenes, que como un niño mamón se agarraba al biberón.

En un momento, Patrick empujó a Iván hasta tumbarlo en la cama boca arriba y él boca abajo con las piernas del joven sobre sus caderas. Le miró y vió la pasión reflejada en su mirada, sus ojos turbios, sus venas inflamadas, sus pezones duros y su polla como una piedra húmeda. Le folló suavemente, disfrutando de cada entrada y de cada salida, de cada gemido que daba el chico, ya poseído de tal excitación sexual que no parecía el mismo. Le excitó de tal manera su comportamiento que le comenzó a penetrar con más furor, mientras el penetrado gemía y casi gritaba de placer.

Iván se retorcía sobre la cama, no sabía que sentía en realidad, era una sensación desconocida, pero la más maravillosa que había tenido en su vida. Su cuerpo se retorcía de placer, se tensaba, se relajaba, su mirada era turbia y veía medio veía a su amante, pero le notaba dentro suyo y fuera suyo, su sudor le empapaba mientras sus flujos mojaban su entrada. Era como una comunión corporal, como una posesión vampírica de la que no volvería a poder dejarse poseer.

Y estalló en la gran corrida de su vida. Su cuerpo se paralizó y su polla respondió con su vida por él. En ese momento, solo su polla tenía vida propia y su vida salia a raudales por su boca. Creyó que perdía el conocimiento cuando notó cómo su amante le abrazaba hasta hacerle daño y cómo su miembro se hinchaba dentro suyo y como se derramaba en su interior. Entonces de dejó caer medio desmayado en los brazos de su dios.

Cayeron juntos en la cama. Patrick, dada su afición al sabor del semen, cogía la lefa derramada de su chico y la saboreaba, luego le daba a probar al chico que abría la boca para lamer los dedos de su hombre y así hasta que limpió los restos de la lechada de sus cuerpos, luego se besaron lentamente y, finalmente se quedaron dormidos.

Esa noche Iván no tuvo pesadillas ni ataque de ansiedad. Durmió plácidamente hasta la madrugada.

Cuando se levantó, miró a Patrick y confirmó que lo amaba, que ya era un hombre y de que, por si tenía alguna duda (que no), era homosexual.