Pasión 3

La tarde empezó con nuestros cuerpos encendidos...

-Joder, espero que aun tengas fuerzas, porque algo así hay que repetirlo.

Y yo, con mi sonrisa típica, te contesto:

-Ni siquiera he sacado las esposas aun…

-         Esposas??, si piensas que me amedrentaré, te equivocas, yo también sé jugar, y no se me da mal.

Un último beso te deja con la palabra en la boca, y desapareces alegando algo de una ducha, tengo que hacer un par de cosas, así que nos veremos más tarde.

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Al regresar te encuentro tirada en la cama, con cara de aburrida, pero al verme una pícara sonrisa aparece en la comisura de tus labios.

No se por qué, pero me da que tienes preparado algo, tu sonrisa burlona me confunde, aunque no tengo tiempo de centrarme en tus labios, viendo tu escasa, pero perfecta vestimenta.

-Vaya, no sabía que al final, ibas a comprar el conjunto que te pedí, que buena chica….

-Si…, soy una…, buena, chica….(o eso es lo que tú crees…por ahora)

Te levantas de la cama invitándome a relajarme en ella. Comienzas desvistiéndome lentamente, acariciando cada centímetro de piel que tocas, me dejo hacer, a ver qué me encuentro.

Un par de velas aromáticas impregnan la habitación y ahora que me fijo hay varias cosas encima de la mesa, pero no me da tiempo a prestarles atención tus sinuosos movimientos me cautivan, varias veces intento arrancarte un beso pero te giras y me lo niegas, enfadado intento reprochar, pero tu cara me dice que no admitirás reproches.

Tumbado en la cama acaricias mi cuerpo con tu lengua y tus dedos siguiendo caminos trazados por tu imaginación. Cuando la última prenda cae al suelo, subes a la cama conmigo, sentándote a horcajadas sobre mi nada dormida virilidad.

-¿no te sobra ropa?

-No, aún no.

Esa carita de niña buena me convence, aunque sé que maquinas mil cosas. Entre las caricias, coges un bote de gel o aceite.

-¿masaje y todo?, qué  buena eres, qué he hecho??, o ¿qué voy a hacer para merecer esto?

Sin palabras ni contestaciones, sólo sigues sonriendo. Sigo tratando de acariciarte, aunque ya tengo la mano algo roja, nada, no hay manera.

Colocado boca abajo comienzas a masajearme la espalda, y los hombros, me estiras los brazos hacia arriba, y me…

-Te he dicho que quieto así, no me escuchas?

-¿Me estás mandando tú a mi?

-Si, ¿por? ¿Algún problema?, caya…- y con un leve susurro en mi oído terminas la frase con un….-y disfrútalo- añadiendo una lamida y un mordisco.

Me dejo hacer, y la curiosidad inunda mis sentidos, estoy atento a las atenciones que me dedicas.

Con sumo cuidado acaricias cada rincón de mi cuerpo, sin llegar a tocar realmente nada. Me giras y vuelves a sentarte a horcajadas sobre mí, pero ésta vez, no vas a estar nada cómoda…, ¿o si?

Comienzas frotando mi pecho, y vuelves a poner mis brazos apoyados en la almohada y al inclinarte para subirlos consigo atraparte, y ésta vez, triunfal de mí, consigo mi ansiado beso, fresco, agitado, profundo, pasional. ..

Y en ése preciso instante comencé a “temerte”, y me di cuenta de que había caído, cuando cerraste el frío acero sobre mis muñecas.

Pensé que serían de mentira, luego volví a pensar que eras tú…, moví las muñecas, no, no eran de mentira, y entonces me fijé, tu muñeca, me la habías estado mostrando todo el rato, y no me había fijado, pero.., cómo iba a fijarme en esa nimiedad!!!, maldita llavecita del demonio, por eso tu sonrisa, y tu risa.

Encadenado, y a tu merced, no sé si me excitaba más el que me tuvieses para ti, o el que no tenía mucha voluntad en ése momento, pues seguías acariciándome, pero ahora con una expresión triunfal en el rostro.

-Así que era eso….

-Shhhh, hey, ¿quién tiene la llave?, yo, ¿verdad?, pues entonces, tu…… ya sabes. Y con un ligero roce de tus labios callaste los míos.

-Tu noche, pequeño, va a ser muy larga…- y sonriendo tu melena acarició mi pecho, mientras veía cómo bajabas la cabeza y comenzaba mi….¿tortura?