Pasillos estrechos.
Dominación, no consentido, algo de ¿sadismo?. Esta vez el hombre no es el humillado, derrotado, usado, abusado . Es pura ficción.El relato es largo, se puede leer de un tirón o seguir los "capítulos"
PROLOGO: Me han dicho que sólo publico relatos en los que el hombre es el humillado, derrotado, usado, abusado…. ¿Sólo sabes escribir sobre esto? Parece un reto. ¿Le damos la vuelta a la tortilla? Aceptamos el reto. Vamos a ver qué opináis. Por cierto, todo, todo, todo, es pura ficción.
El relato es largo, se puede leer de un tirón o seguir los "capítulos".
Pasillos estrechos...
Todas las chicas estaban más o menos como yo. Todas teníamos atadas las manos. Completamente aturdidas, atontadas, mareadas. Algunas con el rímel corrido por haber llorado.
Nos hacían andar a empujones. A voces. Los pasillos eran muy estrechos, metálicos. No hacía falta entender lo que decían. Había que avanzar.
Caminábamos en fila. Enlazadas por las muñecas. No sabía lo que decían, solo que nos enseñaban unas porras. Nos las acercaban a la cara con gestos amenazantes y nos chillaban. A menudo nos tocaban con ellas. Las porras nos daban como descargas eléctricas. Era un suave un cosquilleo, pero a veces no. Se conoce que podían jugar con la intensidad. De vez en cuando nos hacían correr un poco.
Pasillos, escaleras, puertas metálicas… Al final como un gran almacén. Una gran sala. Parecían las bodegas de un barco. En las paredes y en el suelo había argollas.
Nos soltaban las esposas de la cuerda y nos las ataban a las argollas. No hacía frio. Menos mal. Humedad sí. Bueno más que humedad un sofocante calor húmedo.
Nos fuimos sentando como pudimos en el suelo. Las manos quedaban un poco altas. Las que se negaban o se resistían a obedecer y a sentarse, las daban con las porras. Primero una descarga de advertencia, luego una más fuerte. A algunas las pegaban.
Aún estaba aturdida. Más que quedarme dormida, me venció el cansancio. O lo que me habían dado.
Me despertó un calambrazo muy fuerte en el pecho. Dos guardianes. Uno traía una bandeja. Me soltaron las muñecas y me ataron a una de las argollas del suelo. Me dolía el seno. Tenía mucha sed y mucha hambre. No podía alcanzar la comida. Vi lo que hacían las demás. Tuve que comer y beber como si fuera un perro.
Lo peor vino luego. Nos volvieron a poner de pie. Y entonces sentí unas ganas tremendas de orinar. Aguanté todo lo que pude. Llorando, incapaz de resistir más, terminé haciéndomelo encima. De reojo avergonzada mire a mi alrededor. Había varias chicas igual que yo. Algunas llorando y con manchas entre las piernas. La que tenía delante me miraba suplicante. Con lágrimas. Vi como comenzaba a extenderse esa humillante mancha y como el líquido iba dibujando su camino por la pierna hasta salir a la altura del tobillo. La vi retorcerse. El estómago. Una ventosidad. Supe lo que iba a pasar. Volví la cara. Antes o después, me tocaría a mí.
Al día siguiente igual. Me empezó a ser familiar lo de chica que llora o se niega a algo, voces y zas, golpe o calambrazo. Pero calambrazo en zonas muy dolorosas: casi siempre en los pechos, las nalgas o los muslos. Sádicos, pensé, podíais aplicaros la descarga en los huevos a ver si os duele.
Constantemente lo mismo: primero las voces y luego los golpes. Acababas obedeciendo, aunque no lo entendieras.
Estuvimos así creo que tres o cuatro días. No te soltaban ni para ir al W.C. Todas nos lo tuvimos que hacer encima. Aguas menores y lo peor... las aguas mayores. Apestábamos. Acabé por ni siquiera aguantarme las ganas. Cuando me venían, me lo hacía encima y punto. Ya me daba igual estar de pie o sentada sobre mis excrementos. Y los guardianes se reían de nosotras. Jamás me había sentido tan humillada. La mayoría de las chicas se pasaban día y noche llorando.
Por las noches, o lo que yo pensaba que eran las noches, pensaba en Felipe… Pipe, como yo le llamaba. Pipe, mi novio... Imaginaba que habría llamado a la policía. Que estaría removiendo cielo y tierra para buscarme... Recordaba sus besos... sus caricias... Me daba fuerzas.
Una mañana nos levantaron y nos pusieron a todas en fila. Las muñecas atadas como el primer día. Nos hicieron andar en círculos por la bodega. Tuvimos que beber a la fuerza. Era un diurético. Empezamos a orinarnos. Nos escurría por las piernas junto con las heces. Casi todas, bueno todas, habíamos perdido el calzado. Íbamos caminando despacito sobre nuestros excrementos. Tenía pánico a resbalar y caer. Más de una vez tuve que arrodillarme. El espectáculo era lamentable. Volvimos a caminar por unos pasillos estrechos. Metálicos. A penas sin luz. Subimos unas escaleras de metal.
La luz, el sol... Tardé un ratito en acostumbrarme a la luz natural. Agradecí el aire fresco. Al menos no apestábamos tanto. No me equivoqué, estábamos en un barco. Parecía un petrolero gigante... Prácticamente no se movía, no se balanceaba.
Había más guardias. Vestidos con ropa de militar, pero no eran iguales. No era un uniforme, no eran un ejército. Muchos tenían fusiles o metralletas. Todos estaban armados. Pistolas, cuchillos al cinto. Todas éramos chicas. Todas blancas. No, todas no. A lo lejos había otras filas. Ya se iban. Creo que había chicas negras. Si. Lo eran. Tal vez las más lejanas fueran asiáticas.
Estaba muy claro. Lo que no sabía era dónde estábamos o qué iban a hacer con nosotras. Aunque lo sospechaba.
Apareció uno vestido con una de esas gorras de capitán de barco, con una fusta bajo el brazo, como de mando, de las que salen en las películas.
Se paseaba muy chulo y con dos o tres guardias detrás. Todos armados. Llegó uno. Vestido de civil. Tenía un portafolio en la mano. Se puso delante de él y le saludó llevándose la mano a la frente. Supongo que sería un saludo militar. Se pusieron una mascarilla de esas de hospital en la cara, supongo que para evitar un poco nuestro apestoso olor.
Comenzaron a caminar juntos, pasándonos revista y comentando no sé qué de cada chica. El de la carpeta decía algo en voz alta y el guarda de atrás nos marcaba con un rotulador en la frente. Usaba distintos colores.
Cuando llegó a mi altura, me miró de arriba abajo. Leyeron algo de lo que creo era mi ficha. Volvió a mirarme. Se detuvo en mis senos. Con la fusta me dio unos pequeños golpes en los pechos. En la base y en los laterales. Como si quisiera comprobar su turgencia, y que no eran de mentira. Sí, que no eran operados.
Una voz tajante. Desde atrás unas manazas agarran mi blusa. Dos tirones secos. Un chillido. No me hizo daño, me asustó porque no lo esperaba. Y dos bofetadas. Supongo que por chillar porque se llevó el dedo a los labios. Entendí perfectamente: gesto universal de silencio. Otro tirón brusco y seco. Lo que quedaba de mi blusa voló.
Luego una navajilla y los tirantes del sujetador al suelo.
Mis tetas salieron disparadas. Me quedé con ellas al aire.
Qué vergüenza. Todos los tíos mirando. Se acercó y se puso un guante. Me las agarró. Una, luego la otra. Me miró desafiante a los ojos. Pellizcó los pezones y los retorció hasta hacerme quejar. Hizo amago de cruzarme la cara otra vez.
Intenté cubrirme la cara con los hombros como pude. Mis pechos bailaron de un lado a otro. Es lo que quería. Sonrió. Otro sobeteo. Otro doloroso pellizco. Me caían las lágrimas, pero no me quejé. Asintió. Un dibujo en la frente. A lo mejor era una cruz. En cuanto avanzaron, el guarda me agarró el pecho y lo apretó con fuerza. Luego rápidamente, me las manoseó. Se conoce que no quería quedarse sin probar mis tetas.
Siguieron andando. Con todas las chicas hacían lo mismo. Las miraban, tocaban... A algunas las arrancaban la blusa y las sobaban los pechos. Luego las marcaban.
Según pasaban a nuestro lado, muchos de los guardas se me quedaban mirando las tetas con cara de salidos. Ya sé lo que decían. Aunque no entendiera su idioma. De mi fila, mis pechos eran de los más grandes.
Cuando acabaron de recorrer la fila, nos pusieron en marcha. Nos hicieron llegar a una especie de barandillas. Ataron las muñecas.
Seleccionaron a unas chicas. Está mal decirlo, pero bueno, eran las más feas. Una algo gordita. Las desnudaron arrancándolas la ropa y las apartaron. Todas tenían la misma marca en la frente.
De una en una nos fueron pasando y según la marca de la frente nos ponen en una fila o en otra. Hay dos “guardas”, no son hombres. En medio, el del portafolios chillando. Obedecen y nos desnudan del todo. Cortan, arrancan la tela. Según las mandaban, tiraban la ropa a un cubo o a otro. Era asqueroso. Todas las ropas estaban sucias. No. Sucísimas de nuestras heces. La ropa interior ni te cuento.
Casi todas las chicas estábamos lloraban. Yo me moría de vergüenza, pero más que por la escena o por habérmelo hecho todo encima, lloraba de vergüenza por estar desnuda delante de todos aquellos hombres.
Es así como me han educado. Además, sigo teniendo complejo por el tamaño de mis pechos. Mis dos ex novios siempre me decían que las tenía muy grandes y que por la calle los tíos se volvían. A Pipe le molestaba mucho que los tíos se me quedaran mirando los pechos. Ni me dejaba llevar bikinis en la playa... Y un día que le dije que no me importaba hacer top less... Menuda me montó... Sonreí irónica recordándolo... Ahora todos los tíos me las estaban mirando...
Por fin terminó la fila. Allí nos estaban esperando con unas mangueras preparadas. Eso era una ducha colectiva. Unos guardianes se acercan con las mangueras y se colocan a los lados. Por primera vez me doy cuenta de lo mal que olemos. Apestaba.
El agua está helada. Pero lo agradecí. Nos van haciendo pasar por un pasillo. Me recuerda a los túneles de lavado de los coches. Otras dos chicas, también desnudas nos restriegan con una esponja y jabón. Las dos están embarazadas. Menudas barrigas. Nos hacen avanzar. Otras dos, nos frotan entre las piernas y nos limpian bien el culito. No son nada delicadas, pero si son muy eficaces en la limpieza.
Luego nos hacen correr por la cubierta para secarnos al sol. Todos los guardianes se ríen. Sé de qué: de los botes de las tetas. Sobre todo, de las mías. Son de las más grandes.
Nos obligan a pasar por un pasillo. Allí sobre cubierta, han montado un toldo. Un tipejo vestido con bata blanca nos revisa. Parecemos ganado: nos fuerzan a abrir la boca. Nos la miran. Luego un reconocimiento rápido por encima. Pero lo más humillante: como ahora estamos limpias, todos los guardianes nos sobetean. A todas nos tocan las nalgas, la entrepierna... y lo que más me molesta a mí, las tetas.
Por fin me toca a mí la revisión. Me manda levantar los brazos. Me les colocan sobre la cabeza. Y comienza a tocarme los senos. Si te viera mi Pipe te iba a romper la cara... pienso mientras me las palpa primero con aire profesional y luego con cara de salido. Un gesto disimulado de complicidad a un guardián. Un susurro. Mira hacia los lados y me agarra un seno con fuerza. Me lo soba descarado. Se van turnando. El muy… ha conseguido que mi pezón reaccione. Sonríen.
Cuando se cansa, me obliga a inclinarme hacia adelante. Ahora entiendo porque nos han limpiado tan bien. Observan y tocan mis dos orificios, pero sobre todo el trasero. Cerdos, susurro. Estoy segura de que no me han entendido, pero me han dado un azote tremendo.
Me levantan y me sientan en una silla de ginecólogo con las piernas bien abiertas. Todo mi sexo está expuesto. Miran nuestros agujeritos.
Al terminar, me ponen un selló en las nalgas. Veo que hay de varios colores. Tienen signos o símbolos. No es nuestro alfabeto. El mío no puedo verlo. Luego las pistolas – jeringa. Un “plissss” y una inyección. No duele. Ni lo notas. Creo que me han llegado a poner cuatro.
Cuando bajamos a la bodega del barco, nos vuelven a poner igual. Atadas. Ya no tengo a las mismas chicas delante ni detrás. Creo que nos han colocado por colores. El suelo está calado. Lo han limpiado, aunque sea a manguerazos. Esté húmedo, pero ya no huele tan mal. En el techo, han colocado como cristales o plásticos traslucidos. Podemos ver algo de claridad. Menos mal.
Nos dan una muda. Es fea. Tosca. Parece de una cárcel. Hasta tiene su número. Luego una especie de manta abierta por el cuello. Como un poncho. Un cubo y papel para limpiarnos. Por fin podremos hacer nuestras necesidades de forma algo civilizada. Estreno el cubo inmediatamente. Disfruto. Orinar allí me da la sensación de que es como un súper lujo.
Otro “plissss” y una inyección… me pesan los párpados… ni me resisto, me coloco y a dormir. Me despertaron unos ruidos. Era de noche. Más de un guardián ha bajado a la bodega. Tiemblo.
Vuelvo a pensar en Pipe. Evito llorar...
Creo que nos lo van a hacer. Veo como se acercan. Les veo en la penumbra. Se acercan a una chica. Se la está sacando. La oigo sollozar. Ahora se oyen gritos. No es la única. Entiendo algún que otro “por favor no”, pero los otros gritos no los entiendo. Supongo que dirán lo mismo, aunque en varios idiomas.
Le tengo delante. No. Uno no, son dos. Mi turno. Estoy temblando. Si pudiera defenderme. Si Pipe estuviera aquí...
Me hacen poner de pie. Me da miedo. Me van a hacer daño. Lo sé. Me desnudan. No me resisto. Poco me ha durado puesta la poca ropa que nos han dado...
Me soban. Me toquetean. Se restriegan contra mí. Me hacen sentir sus penes duros.
Me manosean las tetas como auténticas bestias. Me pellizcan los pezones. Me da asco la forma de tocarme. Me besan el cuello. Sus dedos se meten entre los labios de mi coño. Juegan con mis pelillos. Me acarician, si es que a eso se le pueden llamar caricias... Me tocan los labios como si quisieran masturbarme. Me hacen cosquillas. Alguna muy agradable, para qué mentir. Pero no vais a conseguir que me entregue. Sé que no tengo más remedio, pero no me da la gana joder, no quiero.
Voy a intentar no llorar. No pienso darles ese placer.
Miran mis nalgas. Dos azotes sonoros. Intentan arrodillarme. Me resisto. Dicen no se qué. Un golpe seco en la boca del estómago. Me retuerzo. Colocan la porra con cuidado entre los labios de mi vagina. No me la meten. Aprietan los muslos. Descarga. Grito. Descarga. Otra vez. Lloro. Me dejan levantar. Una señal con el índice me indica que me arrodille. Ahora si obedezco.
Una bofetada. Supongo que será “para que aprenda”... Me sujetan la cara. Me ponen delante la porra. Veo como mueven una ruletita hasta lo que parece el máximo. Un toquecito junto a mi pezón. Un calambrazo terrible. Un dolor súper intenso... Apuntan a mi entrepierna. No quiero ni imaginar lo que podría sentir si la meten en mi coñito...
Ahora me colocan delante otra cosa: es su polla. La veo frente a mí.
Es tremenda. La del otro no, pero esta me parece enorme. Descomunal. Jamás había visto una así. Y apesta. Cerdo. Podías lavar “tus partes” de vez en cuando... Marrano...
Me fuerza a abrir la boca. Se lo que tendré que hacer, no hace falta que me hagas daño, cabrón. Desde atrás han colocado la porra en mi entrepierna. Me está tocando el clítoris. Sé lo que pasará si vuelvo a resistirme. Y esta vez intuyo que será muy, pero que muy doloroso.
Dejo que me la meta en la boca. Aguanto mi asco. Empuja, usa mi boca como si fuera una vagina. La frota, la restriega contra mi lengua. Como dicen en las películas: Me está follando la boca
No hago nada. No se la chupo, se la froto con la lengua.
Al final se debe cansar y me la saca. Me la pone entre los pechos y se la restriega. Esta caliente y mojada. Parece que le gusta.
Jadea. A mí alrededor solo oigo gritos y jadeos. Creo que le falta poco. Me sujetan otra vez la cara. Me obliga a volver a abrir la boca. No, que no lo haga dentro, suplico mentalmente sin ninguna esperanza. El muy cabrón se va a correr en mi boca. Se agacha un poco y me estruja un pecho. De vez en cuando me le golpea. Me da como bofetadas, dolorosas palmadas en él.
Lo está haciendo, el muy cerdo me está echando toda la corrida en la boca. ¡Qué asco!... No sé si podré resistirlo... Voy a vomitar...
Las arcadas son fuertes y escandalosas. Apenas sale vómito. Me cae encima. Se han ocupado de que me caiga todo encima, de que me manche con mis propias babas...
Ahora le toca al segundo. Este la tiene más pequeña. Me llama la atención que tenga los huevos depilados. Me hace gestos con la lengua. Quiere que se los lama. Va listo. Ni caso. Me acerca la porra y me da una descarga en el pecho, justo tocando la punta de mi pezón. Otra. Me hace gritar. La acerca a mi entrepierna. La aprieta contra mi clítoris. Suave, pero me ha hecho gritar.
Saco la lengua. Lo he entendido cabrón. Lamo sus huevos. Sin pelos son suavecitos. No me disgusta tanto como con el otro. No le huele tanto el rabo.
El del pollón me soba los pechos desde atrás. Le da igual que estén sucios de mis vómitos... Noto como se le va endureciendo otra vez. La noto en mi espalda. ¿Te gusta mirar so guarro? pienso… Parece que si…
También acaba en mi boca.
Cuando los dos han terminado me dejan tirada en la manta. No me permiten que me vista.
Al día siguiente abren el techo como todas las mañanas. Hay luz. Veo que no he sido la única chica con la que han jugado. Nos miramos unas a otras. Todas sabemos lo que ha pasado la noche anterior. Cuando traen el desayuno, se me vuelven a acercar dos guardianes. Colocan el tazón en el suelo. Sin más se desabrocha. Está fofa. Juguetea con la porra y me la acerca a un pezón. Descarga suavecita. He entendido el mensaje. Delante de todas las chicas tengo que chupársela. Me da vergüenza que me vean, aunque sepa que no soy la única, que a más de una se lo están haciendo igual.
El otro me sujeta la cabeza desde atrás. No lo entiendo. No me estoy resistiendo.
Siento calor en mi boca. Líquido. Horrorizada me doy cuenta de lo que está haciendo. Lo escupo, lucho, las arcadas son inaguantables. Me quema la garganta. Se ríen a carcajadas mientras el primer guardián literalmente me ducha entera. Luego es el turno del segundo.
Ahora a chupársela. Pero esta vez no se vacían en mi boca. Lo hacen en mi comida.
Tengo que comerme el desayuno con su orín y su semen. Me indican que si lo vomito... los golpecitos con la porra son muy claros... Espero a que se hayan ido para vomitar. Lo tapo con la manta por si vuelven... Me tumbo encima. Me doy asco a mí misma, tumbada sobre mis vómitos... pero mejor esto que esos golpes... esas descargas eléctricas...
Creo que llevo varios meses aquí. Es muy difícil calcular el tiempo. Sé que nos drogan. En el agua, en la comida... No lo sé... Solo sé que paso mucho tiempo dormida y tengo pinchazos en los brazos y en otras zonas del cuerpo. También nos dan laxantes y diuréticos. Quieren que no se nos olvide la humillación de hacérnoslo todo encima. Prácticamente casi no me da asco nada.
Vuelvo a dormir.
Ya no nos tratan tan mal. Ya apenas nos pegan. Bueno también hay que decir que hemos aprendido a no hacer nada que les disguste. De comer nos dan bien. Y nos obligan a hacer gimnasia todos los días. Nos sacan a pasear o a correr por la cubierta. Se conoce que nos quieren en buena forma.
Pienso que algo de suerte tengo. No sé por qué, pero al menos a mí no me violan. A otras chicas si se lo han hecho. No paran de follarlas. Lo he visto casi todo el tiempo. Por el momento, a mí “solo” me han obligado a chupar pollas. Eso sí, de todos los tamaños y colores... por supuesto, de todos los sabores. Y lo que es peor, de todos los olores. Me han preparado bien. Ya soy toda una experta. El semen ya no me da náuseas.
Algunos guardas son asquerosos. Se corren en mi boca, o me mean encima, o se la restriegan contra mis pechos hasta correrse… Otros… bueno, da igual. A todo te acostumbras. El que esos cerdos me usen de urinario se ha convertido en algo rutinario para mí. Ya casi estoy habituada. Ahora, lo que no termino de acostumbrarme, es a que me toqueteen. Sobre todo, por los pechos. Que me los chupen me repugna. Me siento sucia. Usada.
Pero lo peor de todo, es que me sigue dando mucha vergüenza que me vean desnuda. Lo paso fatal cada vez que tengo que mudarme o desnudarme delante de esos cerdos... Creo que se me nota y me obligan a hacerlo solo para burlarse de mí.
Pienso en mi novio, en Felipe, en mi “Pipe”. Con lo tradicional que es, de esos que no soporta que miren a su chica. Si se entera que no solo me miran, sino que además me tocan… Uff no quiero ni pensar cómo se pondría si se entera de lo tocadas y sobadas que tiene su novia las tetas…
Hoy no sé que pasa. Otra ducha general. Cada dos o tres días hay ducha. Pero hoy parece distinto. Nos seleccionan a unas cuantas. Hay mucho jaleo, mucho movimiento. A medio día se oyen unos helicópteros. Me medio visten con una lencería preciosa. Caminamos por el pasillo.
Creo que hoy será el día. Para eso me han vestido así. Me han peinado y maquillado. Han recortado el vello de mi coñito. Por primera vez desde que estoy aquí me veo en un espejo. Me sorprendo. He adelgazado. Los pechos los tengo más firmes. Apenas tengo celulitis. Parece como si tuviera las piernas y las nalgas más tonificadas. Las caderas más contorneadas. Prácticamente ha desaparecido mi tripita. Estoy muy guapa. Me da rabia que vayan a disfrutar de mi cuerpo. Ahora quien tendría que estar haciéndolo es Pipe, mi novio y no estos hijos de mala madre. Me da rabia pensar que nunca me he vestido, me he puesto esta ropa tan sexy para él.
Aparecemos en una habitación muy iluminada. Sillones, divanes más bien, mesas, una barra de bar… En el centro hay una especie de cama redonda. Tengo que hacer un “paseíllo”. Varios tíos sentados beben y fuman tranquilamente. Nos hacen caminar. Nos lucen delante de ellos. Mi turno. Levantan un cartelito. No hace falta ser muy lista. Es una puja, una subasta... o directamente una compra.
Me exhiben. Me pasean delante de varias mesas. Algunos miran el cartel. Otros directamente me desprecian, no le debo gustar. Por fin me acercan a uno. Me toca los pechos, me hace girar: palpa mis nalgas. Un azote. Asiente. Me sientan a su lado. Me soba. Baboso salido. Me está rompiendo la ropa.
Chulo y prepotente descubre su túnica. Está “empalmado”. Una mierda de polla si las comparo con las que he tenido que lamer hasta que me doliera la lengua.
Dos chicas más entran en la habitación. También son muy guapas.
A la primera la tumban. La abren de piernas. Sé lo que dicen. Debe ser virgen por las caras y por los billetes. Ahora empiezo a entender los sellos de colores en las nalgas. Pues a mí ya me lo han hecho algunas veces. No entiendo por qué los guardianes no me han poseído como a las demás.
La van a violar delante de todos. Yo tengo que lamer arrodillada el pene del tío que me ha alquilado o comprado. No sé muy bien lo que han hecho conmigo.
Me colocan una especie de consolador en el coñito. No, no es un consolador. Es un aparato eléctrico. Le dan un mando a distancia. Y me lo enseñan. No hace falta más. Sé lo que tengo que hacer. Y tengo muy claro que como no lo haga bien, esta porra eléctrica con forma de pene me va a reventar el coño.
Más de una vez me han metido algunas parecidas en el coñito, solo en la entrada… o me las han colocado cerca del clítoris y me han dado pequeñas descargas. El dolor ha sido terrible. Entiendo perfectamente.
Antes era el entrenamiento. Hoy es el “gran día”. Veo como ponen las ruletitas al máximo. No hacen falta indicaciones.
Pongo los cinco sentidos. No puedo distraerme. No puedo prestar atención a los gritos que da esa pobre chica cuando la fuerzan. Lamo el capullo, los huevos, se les acaricio y lamo dibujando las formas. Se le pone durísima. Bajo el ritmo no quiero que se corra pronto y me golpeen. Creo que me he vuelto una autentica experta comiendo pollas. Menuda forma de gemir. El guarda de la porra sonríe satisfecho.
Sí. Me he vuelto toda una experta. Una profesional...
Mientras mis labios rodean el capullo, meneo suavemente el tronco de la polla. Luego lamo hasta llegar a sus cojones. Ya digo cojones en vez de testículos. Vuelvo a subir lentamente hasta rodear otra vez el capullo. Estoy acostumbrada a tragar pollas que casi no me entran en la boca, que con esta tan pequeña hago virguerías.
Ya le sale el liquidillo. Se la sujeto con fuerza. Aprieto la base. Trato de estrangularla. Así se retendrá un poco. Sé que le gusta. Gime. Empuja con las caderas tratando de metérmela entera. De reojo miro al guarda esperando su aprobación. Con un gesto me indica que mire al centro.
La chica a la que están violando se deja hacer rendida, sin fuerzas. Veo esos terribles empujones. El que se la está tirando se va tensando. Su momento se acerca. Es suficiente con mirar con qué saña clava los dedos en sus tetitas. Entiendo. Me dejo penetrar un poco en la garganta, pero enseguida tomo yo el control. No puedo permitir que se corra antes que el otro.
Solo cuando oigo los gritos del violador permito que alcance su orgasmo. Le dedico mis mejores caricias. No tarda ni cinco segundos. El semen sale con fuerza.
Se está corriendo en mi boca. No he derramado ni una gota. No dejo de lamerla ni de chuparla, aunque está completamente fofa. Solo podré hacerlo cuando me lo ordenen.
Una mano se enrosca en mi pelo. Tiran con brusquedad de mi cabeza hacia atrás. Abro la boca para que vean el semen en mi lengua. Mirándole sumisa lo trago. Él sonríe. Como agradecimiento, se acerca y me escupe en la boca. Luego sonriendo me cruza la cara con dos tremendas bofetadas.
Me arrastran.
Me llevan al centro. Me tumban. Me arrancan la poca ropa que me queda. Se acercan. Me tocan. Todos me soban las tetas. Me llevo más de un pellizco en los pezones. Alguno me toca el coñito. Alguno mete los dedos. Otro me mete el dichoso aparatito. Algunas descargas son suaves. Cosquillas. Otras son tremendas. Mi cuerpo se tensa. Menudos espasmos. Incluso me hacen saltar. Grito. Se ríen. Sádicos asquerosos...
¿Me dejan descansar? No, no me dejan descansar. Ya me parecía a mí. Se están acomodando para disfrutar del siguiente espectáculo. Varias chicas se ponen entre las piernas de los espectadores. Como hice yo antes.
Ahora será mi turno. Me lo van a hacer en público. Delante de todos. Ya sé que a estas alturas no debería sentir vergüenza, pero no puedo evitarlo. Intento no llorar.
Uno sujeta mis piernas. Me obligan a abrirlas. Entran dos hombres. Les veo. Uno de ellos es especialmente feo. Parece hasta desfigurado. Le falta pelo. Tiene como calvas por la cabeza. Está mal afeitado. Se quitan las batas. Están de espaldas a mí. Oigo las risas, casi carcajadas. Los gritos, los vítores, los aplausos. Tiene mucho pelo. Su espalda es rara. Diría que tiene algo de joroba... Vamos parece el hermano de Quasimodo. Su culo no es atractivo. El otro parece normal. Tal vez algo musculado. No, más bien hormonado.
Lentamente se giran y pasean alrededor de la sala mostrándose. Ahora entiendo las risas. Sus penes no son enormes, son descomunales. Les cuelgan como mangueras fofas, como los de los caballos. Su tamaño gigantesco les hace deformes, grotescos. Encima uno lleva un lacito como de regalo. El otro, el casi deforme, una pajarita con lentejuelas. Horteras. Solo puedo pensar eso.
Me miran lascivos. “El guapo” se relame. Quasimodo me mira como ausente, con la cabeza ladeada, con media lengua fuera, babeante. Tiene la boca algo torcida. A lo mejor es retrasado mental o algo así. Tengo miedo. Sé que me harán daño. Voy a intentar no gritar.
Dos chicas guapísimas se acercan hacia cada uno. Les acaban de desnudar del todo. Se arrodillan. Les acarician, les lamen. Son las encargadas de excitarles, de poner aquellos cañones en posición.
Cierro los ojos. Le siento como se tumba encima de mí.
Noto el calor de su polla. Juega a la entrada de mi coñito. Siento como se va endureciendo aún más. Sé que está durísima. Empuja. Se abre camino. Me separa a la fuerza. Me hace abrir la boca, pero no sale ni un quejido. Lo consigo. Retengo el chillido. Se retira. Me mira raro. Sé lo que piensa. Tiene que hacerme chillar. Todos lo esperan. Miran expectantes. Lo desean. Quieren ver cómo me destroza con ese pollón.
Se “acomoda” y lentamente sale de mí, casi hasta el final. Otro empujón súper violento. Otro. No sé si al tercero o al cuarto lo consigue. Un pequeño gemidito y luego ya no puedo parar y empiezo a chillar. Animal. Bestia. Me está reventando el coño. Me desgarra. Me rompe, me destroza el coñito. Se abre paso a través de mí forzándome. Me va a taladrar. Me oigo chillar y gritar retorciendo mi cuerpo. Y ellos aplauden. Gritan, le animan...
Se ríen mientras las otras chicas les chupan las pollas. Uno de ellos se acerca a mirar en primera fila los meneos de mis tetas. Incluso me las toca. Su chica le masturba desde atrás. Ella me mira con cara de pena. Como pidiéndome perdón por lo que está haciendo.
Y le grita. El tipo le obedece. Sus empujones son más fuertes, son terribles. Y el otro empieza a gritar de placer. Se está corriendo sobre mí. Sus chorros me manchan.
El tipejo este me está follando a lo bestia. Con fuerza. Con sadismo. Menudo polvo me está echando. No puedo evitar pensarlo. Y no se cansa. Parece que va a estar toda la vida follándome. Este me va a ensanchar el coño para siempre.
Para un segundo y otra vez a empujar. Y yo otra vez a chillar. Es terrible. Sintiendo como cada centímetro de ese cañón separa mis carnes. Las estira hasta casi romperse.
Se pone tenso. Se va a descargar dentro de mí. Por fin, respiro aliviada. Lo noto. Lo sé. Calor y humedad. Uno, dos tres… sus chorros de esperma me llenan. Esto llega a su fin...
Me incorporan. No me sostienen las piernas. Me abren el coñito. Quieren ver cómo me escurre el semen. Me ha reventado el coño. Me le ha desgarrado. Veo alguna gotita de sangre. Duele.
Quasimodo espera impaciente su turno. Le veo de reojo. Sigue babeando... Menudo cañón. De cerca impresiona más aún. Me tira del pelo para que abra mi boca. Casi lo prefiero. Si me mete eso ahora... Tal vez si consigo una buena mamada y logro que se corra pronto me libre. Empuja. Me ahoga. Me asfixia. ¡Me gustaría morderla! Lo repite.
Tengo los ojos llorosos. Se va. Le veo caminar cojeando... da la vuelta. Tiene su pene agarrado por la base y lo agita como si fuera una porra. Es su turno.
Me colocan. El empujón es terrible. Mi grito también. Pensé que el otro ya me habría dado de sí, pero me equivoqué... Este es más grande y además como lo tengo todo irritado me duele más. Me tiene sujeta por las caderas. Sus movimientos son potentes. Acompasados... Rítmicos. Como una tabla de gimnasia. Ahora no tiene nada de torpe...
Solo deseo que termine pronto...
Ingenua de mi... Estos hijos de puta están entrenados... Esto es una agonía... Todos los mirones se han corrido. Algunos hasta dos veces. Muchos lo han hecho encima de mi. Más de uno aprovecha mis gritos para ordenar a las chicas que apunten en mi boca, o lo hacen ellos directamente. No puedo chillar más. La garganta me quema.
Es como un gruñido. Se tensa. Embiste. Me levanta las rodillas y se las apoya contra su pecho. Empuja. La penetración es súper profunda. Sé que es una exageración, pero creo que podría sacármela por la boca. Me siento traspasada. Prefiero cerrar los ojos. Ojalá me desmaye.
Bruscamente se retira de mí. Cuando abro los ojos veo como dos chicas le acarician. Él tiene los brazos sobre sus hombros. Las manos caen como garras y aprietan sus senos. Los estruja. Por sus caras sé que las está haciendo daño. Las está apretando con fuerza. Son los espasmos que preceden al orgasmo. De un momento a otro va a eyacular. Por su bien, espero que sea pronto, si no, las va a arrancar los pechos. Ellas lloran y gritan de dolor y él empieza a... Me baña...
Cuando todo ha terminado las chicas le besan... le morrean... se marchan agarrados por la cintura. Bueno él las va sobando las nalgas.
Se acerca el de la bata. Examina mi coñito. Mete los dedos enguantados y dice algo. Sonríe burlón.
Se acercan otras chicas. También están desnudas. Dos guardianes me sujetan otra vez. Me obligan a beber de una botella. Ahora una de las chicas me pone una crema en mis labios vaginales. Está fría, pero tal y como me los han dejado esos animales de irritados lo agradezco. La otra trae una bandeja con jeringuillas.
Un pinchacillo en el brazo. No sé qué me ponen. Me tumban. Me atan y me abren las piernas. Me depilan del todo. Unas jeringuillas con agujas finísimas, tipo insulinas. Me pinchan en los labios vaginales. Una directamente en el clítoris.
Tonta de mí. No me están curando. No sé lo que es, pero ya empiezo a sentir sus efectos. Tengo ganas. Me arde. Miro mi entrepierna. No me lo reconozco. Es como si los labios hubieran crecido. Tengo el clítoris hinchadísimo. Jamás me lo he visto así. Ahora lo entiendo. Sé lo que han hecho esos cerdos...
Tengo que tocarme. No me controlo. Gateo. Me arrastro. Busco sus penes. Necesito que me penetren. No que me penetren no, necesito algo más fuerte, necesito que me follen, que me jodan, que me traspasen como antes... Quiero sentir como me la meten hasta que me salga por la boca… Sí, que me hagan gozar.
Se lo suplico. ¡¡¡¡Penetrarme!!!!. Les grito, aunque no sé si entienden mi idioma. Da igual. Que bobadas. ¡¡¡Follarme como a una puta, joderme de una vez, vamos cabrones follarme!!!
Se lo digo gritando, llorando humillada. No sé si lo comprenden, pero no hace falta. Las chicas miran horrorizadas. A ellas las tocará luego. No paro, no puedo parar de tocarme. Me restriego contra cualquier cosa. Incluso cojo una porra y me acaricio con ella. Me la meto. Juego con ella como si fuera un consolador. De vez en cuando, cuando menos me lo espero, tocan el mando a distancia y recibo una descarga dentro de mi coño. A veces la descarga es tan fuerte que me caigo y retuerzo de dolor, pero da lo mismo en cuanto recobro el aliento vuelvo a masturbarme con la porra, No paro, no puedo parar de restregarme con ella.
Me veo en una pantalla.
Me están filmando, me están poniéndolo en las pantallas. Me corro como una zorra hambrienta de sexo.
Les veo venir y me arrastro por encima de la cama hacia ellos. Se las chupo. Sobre todo, al más feo. Me abro de piernas para ellos. En las pantallas veo mis caras de placer cuando me la ensartan. Me veo gemir. Veo como me la meten y me excito más y más. Lo tengo al rojo vivo. Está súper irritado. Pero me corro. Me corro como una guarra. Ninguno de mis dos novios me ha hecho nunca nada así. No me he corrido nunca ni tanto ni tan intensamente.
Los tíos siguen sentados disfrutando del espectáculo. Beben. Fuman. Hablan entre ellos. No paran de reírse. Alternan las cámaras. Enfocan a las de la bodega del barco. Veo las caras de los guardianes. Les veo masturbarse. Ahora saben que ya estoy follada, que ya no me reservarán y que ellos también podrán follarme cuando quieran. Veo las caras de las otras chicas. Algunas aterradas, otras me miran con asco, con repugnancia. Alguna con pena.
No quiero ni pensar qué diría Pipe... Si me viera así también le daría asco. Pero a ellos… Veo como se sacan sus penes. Como se masturban mirando las pantallas… Sé lo que piensan. Lo adivino. Cuando baje ya sé lo que me espera.
No soy yo. No quiero reconocerme. Me veo arrodillada. Un tío a cada lado sobándome los pechos, magreándolos y yo meneándole la polla, haciéndole bailar los huevos y lamiendo de vez en cuando su capullo. Me veo buscando desesperada el pene del otro. Se acercan a mi boca. A dos bandas. Me la meten de un lado y de otro.
Me empujan hacia adelante. Buf. A cuatro patas. Uno me la pone cerca de la boca. Estiro el cuello. Yo sola acerco la cara. El otro está detrás de mí. Aun no le siento, pero le veo acercarse por la pantalla.
La acerca y un empujón. Sin problema. Con qué facilidad entran ahora los penes en mi agujerito. Bueno mi agujerito no, mi súper agujero.
No me extraña, después del pollón del Cuasimodo…
Sé que me han follado ya unos cuantos. No sé exactamente el número. Pero han sido unos cuantos… Lo debo tener como la boca del metro. Y encima se han corrido casi todos dentro. Debo tener el coño como un charco ranas. No sé cómo les puede gustar meterla ahí... Debe ser asqueroso.
Me veo en la tele a cuatro patas, recibiendo empujones... Me sorprenden los meneos de mis tetas. Qué tontería, pero es que nunca me había visto así. A ninguno de mis novios se le ha ocurrido hacerme algo así. Bueno con el último, con “mi Pipe” ni de coña. De entrada, la postura… Eso, no lo permitiría... y encima estas cosas… Si me viera… No quiero ni pensarlo. Y además estos meneos. Ufff. Me empujan tan fuerte que parece que vayan a salir disparadas. Y lo peor de todo, es que esa sensación me encanta.
El de adelante me la saca de la boca y apunta. Ya lo sé. Comienza a correrse dirigiendo la ducha a mi cara. Más de un chorro entra en mi boca. No se me ocurre cerrarla por nada del mundo. Además, ya me da igual que se corran o no en la boca. Mira casi lo prefiero. Así no me salpica la cara. Algunos hijos de puta apuntan a mis ojos... o la ponen justo en mis fosas nasales para que al eyacular el semen inunde la nariz y me asfixie... hay sádicos para todos los gustos.
El ritmo de los empujones aumenta. Cada vez la siento más dura. Ya lo conozco. A lo mejor este cuando esté listo, me la sacará, dará la vuelta agarrándola, apretándola para que no salga el semen y en cuanto esté justo frente a mí, o se correrá apuntando a mi cara o me lo hará tragar. Otro la meterá en mi coñito inmediatamente.
Ya no sé cuántas me he tragado. Ni cuántos se han corrido en mi cara.
Me veo en la tele. Tengo cara de cansada. Chorreo semen. Cara... pelo... boca... Por detrás rezuma. Me dejo caer extenuada.
Me llevan a otra habitación. Casi a rastras. He llorado. Me tapo los pechos avergonzada. Humillada. Me he corrido cientos, a lo mejor miles de veces. He pedido que me hicieran de todo. Y me lo han hecho… Hasta he suplicado a Quasimodo que me la metiera...
No sé si me soltarán algún día, pero después de esto, sé que no podré volver con mi novio. No me atrevería ni a mirarle a la cara. Además... según es “Pipe”... Felipe presumiendo de novia... ultra conservador. Menuda me montó cuando le dije que no era virgen... Le costó trabajo asimilarlo... para él la mujer tiene que ser santa... casta... pura....
Si me hubiera visto... Follada por todos los sitos... Humillada. Vejada. Y lo que nunca me perdonaría, corriéndome y pidiendo a gritos ser follada. Y gritando de auténtico placer. Aunque sé que no era yo, que era por lo que me inyectaron, pero… lo hice. Gocé como jamás había gozado.
Me despiertan dos guardianes. Como siempre. Orinándose encima de mí. Pero hoy no me violan antes del desayuno.
Me dan de beber. Vete tú a saber lo que será… aunque lo supongo. No tarda en hacer efecto… Un laxante… Un purgante… Menudos retortijones. Sé que me lo tendré que hacer encima. Ya estoy acostumbrada. No me dejan asearme en condiciones. Estoy algo sucia. Me da igual. A ellos tampoco parece importarles.
Me llevan a la habitación de al lado y ahora me duchan. Me arreglan otra vez. Me peinan, me maquillan. Ya conozco el ritual y lo que vendrá… Ya han sido varias “sesiones”.
Me llevan a la cama de nuevo. Han cambiado muchas caras. A lo mejor he estado dormida una semana entera. No sabría calcularlo. Solo sé que ya no tengo moratones ni mis labios más íntimos están doloridos. Estoy descansada. Estas porquerías que me meten me hacen perder el control del tiempo.
Unas gotas frescas y unos cachetitos en los mofletes me despiertan. Estoy “vestida”, por decir algo. Una lencería finísima. Supongo que muy cara.
Me vuelven a pasear. Otra vez me están exhibiendo. Me llevan al centro. Pero ahora me tumban boca abajo. Una almohada en mi estómago levanta un poco mis riñones. Tiran de mis muñecas. Me atan. Casi con los brazos en cruz.
Me soban las nalgas. Algunos azotes. Despacio bajan lentamente el tanga. No sé qué diferencia puede haber, si tenía prácticamente las nalgas al aire. Ahora unas manazas me las separan. Encima lo veo por la tele. Me han depilado toda esa zona. Lo tienen bien preparado. Como si fuera un partido de tenis o algo así. Todos miran. Una de las chicas viene. La colocan detrás de mí. Siento su lengua. Qué asco. Si me toca hacer algo así me muero. Qué bobada… ya me tocará. No puedo aguantarme. Se me saltan las lágrimas...
Noto algo frio en mi esfínter. Alguna crema o algún gel. Sé lo que va a pasar. Es muy fácil suponerlo. Me van a reventar el culo. Sé que gritaré. Lo sospechaba. En cierto modo me extraña que no lo hayan hecho ya. Contaba con ello.
Ellos no paran de dar voces… están alteradísimos. Como cuando desvirgaron a la chica. Bueno será algo similar. A ella la rompieron el himen a mi me van a romper el culito.
Han traído otras chicas. Están todas desnudas. Les masturban. Otras la chupan. Algunos se las están follando a cuatro patas sin dejar de mirar la pantalla.
Por fin entra un chico… Viene desnudo. Es otro ser grotesco, otro deforme. Se parece a Quasimodo, pero es algo “más guapo”. Varias chicas le acarician. Buscan excitar su miembro. Le veo crecer delante de mí. Lento, despacio. No me extraña. Es grandísimo.
Me asusta verlo… Puede que sea la cosa más grande que he visto. Si no lo es, poco le falta. Me golpea con ella la cara. Está durísima. Abro la boca. Pensé que era lo que quería. Pero no me deja lamerla. Me la restriega por toda la cara. Eso no va a poder entrar, por mucho que lo intente. Es imposible.
Se tumba encima de mi espalda. Me vuelven a separar las nalgas. La noto en mi esfínter. Empuja un poquito. Solo un poquito. Pero empuja con fuerza. La deja ahí. Espero un empujón que me haga gritar. No lo hace. Juega a ponerme nerviosa o a distraerme y pillarme desprevenida. No sé lo que hará.
Una voz. Las cámaras me enfocan a la cara y al ano. Empieza la presión. Firme, decidido, constante. Brutal. Siento como me abro. Grito, me retuerzo desde el primer momento. Noto como va entrando centímetro a centímetro. Es terrible. Esto no parece acabarse nunca y encima veo por la tele que no ha entrado ni la tercera parte. Me muero. Grito. ¡¡¡Para. Para. Para!!!. Es igual que chille o suplique.
Me la hace notar bien. Su grosor me va forzando. Le veo la sonrisa. Solo dura un instante. Sádico. Un empujón fuerte. Brutal. Todo mi cuerpo se ha tensado. Como una descarga eléctrica me recorre el dolor. Otra vez. Más adentro. Lloro. Grito, aúllo. Se ríen. Intento revolverme, intento luchar, librarme de ese terrible dolor. Sádicos, brutos, animales… Y a ellos les gusta.... Si pudiera os mataría a todos.
Los espectadores gritan, se revuelven, se agitan más y más excitados con mi dolor. Todos le chillan y le hacen gestos para que me haga gritar. Y él atiende sus deseos, satisface sus perversiones. Y lo hace muy bien... Es un experto.
A cada grito de ánimo, un empujón. Cada vez empuja más y más fuerte. Ya. Ha terminado. Le ha entrado todo. Este semental me la tiene enterrada entera. Me duele la garganta de chillar. Veo sus cojonazos bailar sin que asome ya nada de su terrible herramienta. Me parecer una eternidad. Rezo para que acabe pronto… pero no... Ahora empuja con más fuerza.
Me liberan las ataduras. Intento escapar. Con su pene clavado en mi culito gateo chillando. Todos se burlan y se ríen. Ahora me sujeta por las caderas. Estoy rota.
Tan repentino como ha entrado se retira. Me hace daño. Me dejo caer de bruces.
Me ponen otra vez a cuatro patas. Me la pone delante de mi. Es impresionante. Mucho más que antes. Está en su punto máximo. Tengo que lamer el pollón que me ha desvirgado el culo. Está sucio de mi misma y de sangre. Lo tengo que lamer. Me da asco. Es repugnante. Me dan arcadas. Vomito. Primero las risas. Después esa tremenda bofetada.
Me zumba el oído. Abro los ojos y está allí. Tengo el capullo delante de mis ojos. Empuja y me ahoga. Me asfixia. Solo sale un instante. Lo justo para que pueda tomar aire y volver a empezar la tortura.
Otro se coloca detrás de mí. De nuevo me agarran las nalgas y me las abren. Van a volver a sodomizarme. Me la está metiendo. Duele, pero ya no tanto como el primero. Normal. Este me le ha dejado roto para siempre. He visto como salía sangre por la tele. La he notado caliente por mis muslos.
Menudo panorama. Uno me ahoga. El otro me da por el culo.
No se sale de mí. El muy cabrón se va a correr dentro.
Se cambian de sitio. Mi esfínter ya se había relajado... y el dolor vuelve a hacerme chillar. Aunque ahora no puedo. Un pene me asfixia y no me deja hacerlo. Y le noto crecer.
Se va a correr.
Y el del pollón va a hacer lo mismo. ¿Lo habrán ensayado? ¿Será posible que estén tan sincronizados? Siento un líquido caliente… cerdo. Escuece. Casi lo consiguen al tiempo. Me sujeta por la nuca. Empuja hasta la campanilla. Y el primer chorro. Se retira para que tome aire. Lleno los pulmones justo cuando suelta el segundo chorro. Me entra el semen hasta los pulmones. Intento toser. Me atraganto. Me ahogo. Y este cabrón parece una fuente.
Me duele todo. Ya no aguanto más. Y encima esta sensación de asfixia. Creo que voy a desmayarme.
Despierto tumbada en el suelo. Atada. Creo que me he desmayado. Si. Seguro.
Mi cuerpo está destrozado. Los pechos llenos de moratones. El coñito al rojo vivo. El culo… mejor ni pensarlo… Me duele. Me duele horrores. Creo que me sale semen por delante y por detrás… Sospecho que me han violado incluso estando aquí sin sentido…
Vuelvo a dormirme.
csdsumiso@hotmail.com
No sé cuánto tiempo llevo. Me duermo. Me despiertan como siempre, orinándose encima y me obligan a beber algo. Las marcas de mi cuerpo han desaparecido. Ya no siento dolor ni en mi vagina ni en mi esfínter. Los moratones se han evaporado...
Llevo varios días despierta. No me hacen nada. Ni siquiera me mean para despertarme.
Ducha. Maquillaje. Otra vez retocan mi vello púbico. Me advierten que será una sesión especial. No sé cuántas sesiones especiales me han hecho ya... no sé qué tendrá de especial. Volverán a violarme, ahora, además, me follarán el culo y volverán a hacerme de todo, como otras veces.
Pregunto. Nada. Al final, en cuanto me quedo sola, me acerco a uno de los guardas y me insinúo. Me arrodillo y le beso la entrepierna. Seré rápida le prometo.
Consigo enterarme de casi todo. Va a venir el hijo de uno de los jefazos. Tiene unos gustos… “algo especialitos” ... Eso de “especialitos”, dicho con ese tono y por uno de los guardas, que están acostumbrados a ver de tomo, me hace temblar.
Yo soy una de las escogidas. No habrá límites me dice. No sé qué tendrá de especial. Nunca parece haber límites. Ya no me asusta eso... ¿qué más pueden hacerme? ¿más dolor? ¿más humillaciones? Imposible...
Me llevan a la sala. La misma habitación de siempre.
Me arrodillo y espero sin alzar la mirada. Sumisa. Obediente.
Ya tengo el pene delante de mí. Abro la boca y solo cuando está adentro alzo la vista...
¡Es Pipe! ¡Uno de los jefes es Pipe! ¡Estoy inmóvil! Estupefacta. Sonríe mirándome despectivo e irónico. Ni me habla. Solo sujeta mi cabeza por la nuca y empuja.
Hago mi trabajo lo mejor que se... No puedo evitar llorar en silencio. Mientras le hago una felación, me colocan una argolla al cuello. Ahora una cadena.
Se le está poniendo durísima. Le está empezando a dar botecitos. Debo parar y prolongar su placer. Ahora mi lengua lamerá su capullo. Es el ritual. Bajará por su tronco hasta los testículos y puede que más abajo. La punta de mi lengua lamerá su ojete para volver luego a subir y a volver a empezar... Lenta, delicadamente... Así una y otra vez.
Pipe por primera vez desde que nos conocemos se va a correr en mi boca. No me hubiera gustado jamás que fuera así. Si me lo hubiera pedido lo hubiera hecho encantada. De mil amores le hubiera abierto mi boca para que se vaciara en ella. Aunque también es verdad que es la primera vez que me obliga a chupársela.
Decía que esas cosas... eso solo lo hacían las... y se callaba. Y ahora... Ahora me la está metiendo como me la ha metido cualquiera de estos cerdos. Y por la forma de sujetar mi cabeza, de dirigir mis movimientos, de empujar hasta el fondo de mi garganta, lo debe haber hecho con muchas.
Ya empieza. Primer chorro. Segundo...
Cuando ha terminado me mira burlón y tira de mi cadena. Me lleva gateando por la sala. Me está luciendo. No me deja levantarme.
Está hablando con otros en la barra de un bar. Llevo casi media hora a cuatro patas. Me duelen las manos y las rodillas. No digamos los pechos. Y él sigue hablando con esos otros hombres, tan campante. Como si yo no estuviera.
Vuelve a tirar de mí. Se sienta. Ahora me manda levantarme. Pero no me habla. Solo tira de la cadena hacia arriba y yo sé lo que quiere.
Me coloca tumbada de bruces sobre sus rodillas. Coge mis manos y me las lleva a las nalgas. Tengo que separármelas, abrírselas para que vea mis dos agujeritos. Bruscamente mete su dedo en mi culo. Fuerza mi esfínter.
Me hace chillar. Se ríe. Habla con el otro. Esta guarra ya está follada por el culo, dice, es la primera vez que habla en español y lo hace para insultarme. Y para decirme que soy una puta... Mete dos dedos. Duele. Remueve. Los retuerce... Me hace daño.
Yo lo ordené dice jactancioso. No solo quiere que su conocido lo sepa, quiere que yo lo sepa.
Hurga dentro de mi recto. Y tan brusco como entró, retira los dedos. Sin dejarme quitar las manos comienza a azotarme. Menudos azotes, a palma abierta. Como si estuviera castigando a una niña pequeña. O como un sádico. Chillo y gimo. Me duelen sus sonoros azotes.
Ahora da órdenes y no le entiendo.
Se acerca uno de los Quoasimodos. No me deja levantarme. Se coloca tras de mí. Supongo que me la va a meter inmediatamente. Puede que incluso sobre sus rodillas. A lo mejor quiere ver cómo uno de esos salvajes me vuelve a destrozar el ano con sus tremendos aparatos.
No me equivoqué: la acerca. Y no hay contemplaciones. Empuja. Me fuerza. Me hace daño. Grito y me retuerzo. Me sodomiza estando encima de él.
Me levanta ensartada en el aire como si no pesara, como una pluma... Grito, aúllo de dolor.... Y Pipe sonríe. Vuelve a tener una erección tremenda.
Jamás hubiera imaginado que Pipe disfrutara viéndome sufrir... Si él decía que me amaba... que me quería...
Pipe lleva tres días haciéndome de todo. No me habla. Me arrastra con la cadena y la argolla. Me obliga a hacerlo con hombres y con mujeres. Disfruta mirando cómo me violan, cómo me sodomizan. Y sobre todo, disfruta viendo cómo me humillan.
Pero lo que más me duele es que tengo que ver no solo como se lo hacen a él, sino como escoge a otras chicas y las penetra en mis narices. Tengo que contemplar en primer plano como las hace suyas. Procuro no hacerlo, pero cuanto más lloro, más parece excitar a Pipe. A veces mi lengua es la que tiene que lamer sus sucios esfínteres antes de que Pipe introduzca en ellos su pene...
Hoy han traído otro cargamento de Quasimodos. Hay de todo. Blancos, negros, altos bajos, gordos, delgados... Les han hecho desfilar en fila, completamente desnudos. Apestan.
Pipe ha colocado el sillón. Le traen la bandeja con las jeringuillas. Sonríe. Apoyo mi espalda en la pared. Yo misma separo un poco las piernas. Con mis manos abro mi vulva. Cierro los ojos y espero sumisa. Pipe lo hace con cuidado. Chasquea los dedos y vienen dos chicas. Luego se da la vuelta y se va a disfrutar del espectáculo.
Los Quoasimosdos comienzan a rodearme. Parecen lobos hambrientos. Solo esperan una señal. Estoy empezando a notar los efectos... Mi clítoris ya está hinchado. Lloro. Ya da igual. Me acerco al primero y literalmente me cuelgo de su cuello mientras agarro su pene y comienzo a masturbarlo. Otro se me acerca por detrás. Lo huelo. Apesta. Y ese de mi derecha... sonríe, aunque le faltan la mitad de los dientes. Con la mano me hace un gesto para que mire su entrepierna. Es aterrador... con eso me lo va a hacer. Es lo que Pipe quiere.
Despierto en una cama súper cómoda. Sábanas limpias. La habitación parece de un hotel de lujo. Una suite.
Me levanto desnuda, aunque tengo un albornoz en la cama. Qué más da ya que me vean.
Un sobre en la mesa. Un portafolios.
Una carta… una especie de curriculum en el que dice que he estado tres años en altamar en una plataforma petrolífera… Tareas, contratos, nóminas… Está todo. No falta ningún detalle. El saldo de mi cuenta bancaria es impresionante. Casi me desmayo.
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Como siempre los comentarios, sean del tipo que sean, son bien recibidos.