Paseo en el fin de semana

Ellos son una pareja que acordaron pasar el fin de semana juntos para descubrir que la amistad que había se podía convertir en algo más.

Esta es la historia de una pareja que sale por primera vez a solas de viaje a una cabaña en un bosque alejado, ambos viajaban en un coche compacto con todo lo necesario para pasar un fin de semana agradable en compañía uno del otro. Aunque oficialmente no estaba pasando nada entre ellos, las miradas ocasionales se cruzaban, los silencios no eran incómodos porque el lenguaje corporal llenaba los vacíos que dejaban las palabras que en realidad sólo eran jugueteos inocentes de dos almas que habían encontrado afinidad lo que al final resultaba en que las horas de viaje se convirtieran en minutos que se deslizaban rápidamente al igual que el asfalto bajo las ruedas del coche.

Al cabo de un par de horas de viaje, algunos nubarrones se acercaban a la pareja a una velocidad pasiva y sin preocupaciones como el coloso imparable que llegara a donde tenga que llegar cuando quiera llegar, estos nubarrones acompañados de relámpagos esporádicos advertía de la tempestad que se avecinaba.

-Mira el cielo, cada vez se cierran más las nubes!- exclamó ella preocupada por la posibilidad de tener arruinada una salida que prometía diversión, paseos al aire libre y comidas bajo las sombras de los árboles que ahora eran mecidos por el viento fresco de la tormenta a la lejanía.

-una vez que lleguemos a la cabaña estaremos bien, esperaremos a que pase la tormenta y verás que el día de mañana todo estará mucho mejor incluso con un clima fresco para salir a caminar- replicó el optimista como siempre, confiado y esperanzado a que al día siguiente podrían recorrer los senderos que ofrecía el parque.

Sin embargo, más temprano que tarde, las primeras gotas de lluvia aparecieron en el limpia parabrisas del coche como invitados que llegan avisando con mucho tiempo pero recibidos con recelo por ambos, ella con más preocupación y él con la confianza de que solo era un pequeño detalle que no opacaría el fin de semana que él había preparado. Sin perder un instante y ávido por sacar provecho de la situación, el hombre deslizó su mano sobre la de ella para brindar confort y transmitir seguridad dejando ver que tenía segundas intenciones las cuales ella leyó con asombrosa facilidad pues absolutamente nada sospechaba él que ella había empezado a hacer planes dos horas atrás de camino, estando enterada de las condiciones meteorológicas del fin de semana, sabiendo que con la lluvia no podrían salir, que estarían obligados a pasar la noche en la cabaña y que desde que se arregló en su casa para salir ella se había puesto la lencería más provocativa y ajustada con la que contaba.

Ambos se miraron al tomar las manos y sonrieron mutuamente, aunque el trataba de enviar serenidad y tranquilidad con la mirada, nada de eso necesitaba ella por lo que en su lugar ella envío una mirada más profunda, segura y penetrante que atravesó a él por completo y descubrió en ese momento que algo estaba pasando pero se encontró desconcertado por no saber que era.

Pasada una cantidad considerable de minutos pero no tantos para ser relevantes o alcanzar a transformarse en horas, casi sin notarlo se habían adentrado en la tormenta, fuera del coche la lluvia golpeaba incesante el chasis del automóvil, luchando sin éxito alguno por entrar e importunar a la pareja que seguía con el intercambio de miradas, contacto casual pero con propósito, ocasionales comentarios subidos de tono pero sin confirmar nada en concreto. El ambiente al interior continuaba desarrollándose sin interrupciones, ambos hablaban de lo mucho que necesitaban descansar, tomar un baño caliente… la plática fluía naturalmente, la química estaba en el aire cuando de repente un estruendo interrumpió la melodía que sonaba en el estéreo del coche y amenizaba a la pareja... Unos metros adelante el viento había derribado un árbol desde la raíz.

Cómo pudo, el hombre tomo el volante fuertemente y aplicando los frenos con destreza en una rápida combinación de la intensidad al presionar el pedal consiguió detener el auto apenas un par de metros delante del tronco que bloqueaba el camino.

Rápidamente apagaron la música contemplando el panorama aderezado por la intempestiva lluvia que obtusamente luchaba por entrar al vehículo, la pareja veía el tronco frente a ellos y esta vez sí había cortado la buena vibra, el ambiente subido de tono y los comentarios agudos, vagos pero ciertamente intencionados.

-uff, por poco- expreso ella, en afán de minimizar el acto que acababan de presenciar y para mantener el ánimo de apenas un minuto atrás -ahora que haremos?- preguntó en voz alta tratando de ver por la ventana que estaba cubierta de agua de corría como si se tratara de un rio artificial bajando por la planicie del cristal.

-éstas son las opciones- respondió al tiempo que tenía en sus manos su celular revisando la navegación GPS que iluminaba su cara con una mirada atenta estudiando y calculando las alternativas -Podemos esperar a que deje de llover- continuó mientras veía el rostro de ella fruncir el ceño en desaprobación e interviniendo tajantemente con el comentario sobre que ya tenían varias horas en el coche viajando -ok, otra opción es mover el coche a la orilla de la carretera y caminar a la cabaña, de acuerdo al mapa debería estar 500 metros en esa dirección- señaló con su dedo hacia la derecha donde las luces del coche no iluminaban pero si se encontraba una obscuridad casi absoluta combinada con la lluvia implacable dejando entrever levemente un camino de piedra enmarcado por lo que parecían ser dos líneas blancas ó quizá amarillas, los detalles eran difíciles de apreciar por las condiciones pero un camino al fin y al cabo.

El rostro de ella era ahora más reflexivo, considerando ambas opciones y sabiendo que seguir en el coche no era opción pensó para sí misma "a lo que venimos es a la aventura" y enseguida volteo para sentenciar -Corramos a la cabaña pero debes cargar al menos ésta maleta- mientras improvisaba una pequeña maleta con algunas prendas de ropa, bebidas y algo para comer sabiendo que no podían llevar más que lo necesario. -Estás segura? - preguntó él buscando la confirmación de alguien que estaba a punto de arruinar su cabello, su maquillaje y empaparse renunciando a la seguridad y confort del coche, sin embargo y sin dar tiempo a ninguna pausa adicional aseveró -Segura, a menos que seas tú quien no se quiera mojar!- con un guiño procedió a quitarse los zapatos tipo sandalias adornadas por pequeñas piedras brillantes de colores que estaban unidas por delgadas correas -OK.- fue todo lo que respondió él mientras se preparaba también para el riesgo que implicaba la lluvia torrencial, el viento y relámpagos ocasionales. Tomando las llaves, celular, cartera y la maleta armada en ese momento por ella, se prepararon para salir diciendo -A la cuenta de tres!-

Saliendo del coche cerrando las puertas de golpe ambos empezaron temprano el fin de semana de aventura corriendo a toda prisa bajo la lluvia helada que en tan solo dos minutos tenía a la pareja escurriendo agua fría, pero que para su buena fortuna después de los primeros 100 metros el camino se encontraba señalizado con diminutas lámparas solares que apenas arrojaban una luz tenue sobre los postes de aproximadamente 30 centímetros de altura desde el suelo dibujando puntos de luz sobre la abrumadora obscuridad del bosque que entre sus árboles dejaba ver otras cabañas, algunas incluso ya ocupadas con personas que al igual que ellos irían a descansar y divertirse ese fin de semana.

Tomados de la mano y él al frente subió su celular un instante para descubrir que ya se encontraban cerca del destino, un poco más y podrían disfrutar de un lugar seco, con temperatura agradable y todas las comodidades aunque algo preocupado por el estado en que llegaría la maleta improvisada, los pensamientos de él por un momento fueron principalmente en las comodidades para ella "se habrá mojado algo?" "Habré tirado algo por error?" Se preguntó en el fragor del maratón imprevisto en el que de alguna manera estaban corriendo, giro su vista un momento hacia atrás y ahí estaba ella empapada por completo con su cara cubierta parcialmente por su largo cabello ahora pegado totalmente a su cabeza debido a la lluvia pero riendo a carcajadas mientras corría, en cierta manera esto estaba siendo disfrutado por ella, lo que hizo que él se relajara y sus preocupaciones se disiparan "qué más da la maleta o la lluvia o el viento... Ya estamos pasando un buen rato" pensó para sí mismo cuando repentinamente el celular aviso con una voz que se entrecortaba un poco por el golpeteo de las gotas de lluvia sobre la pantalla que "habían llegado a su destino".

La cabaña era una casa sencilla con techo a dos aguas, con un pequeño porche y un par de mecedoras de madera mojadas por la lluvia que eran mecidas levemente por el viento, dentro las luces estaban encendidas y la chimenea tenía brazas debido a que el lugar estaba listo gracias a que había sido reservado y ya les habían dejado todo preparado. La pareja se detuvo en el porche a tomar aire intercalando risas con suspiros y el calor que emanaba de sus cuerpos evitaba que el momento fuera incómodo, no obstante él se apresuró a sacar la llave de la cabaña donde entraron para sentir inmediatamente el calor de la chimenea que les recibía premiando el esfuerzo y valentía de ambos al elegir el camino poco alumbrado a quedarse en el coche y quizá perder una noche solo hablando de trivialidades.

Después de dejar la maleta, celular y llaves en una mesa al centro de la cabaña, él se dio la vuelta y se llevó una sorpresa para la cual ninguno de los dos estaba preparado ya que debido a lo terrible del clima él se topó con una imagen de ella abrazándose a sí misma escurriendo agua pero particularmente se topó con que la ropa de ella se ceñía a su cuerpo dejando muy poco a la imaginación, apreciando la redondez de sus pechos los que cual tenores de ópera cantando las notas más altas no tenían reparo en declamar el frío que ya estaban sintiendo, que la chimenea ya no estaba siendo suficiente, el continuó bajando la mirada pasando ahora por sus caderas con unas curvas tan pronunciadas que le obligaron a abrir ligeramente más los ojos ante la impresión de ver tan detallada y delicada figura, los shorts que en la tarde al estar secos eran de un color blanco impoluto ahora con el agua se habían vuelto en contra de ella para transparentarse y fallar en cumplir su objetivo que es el de guardar la decencia y cubrir la ropa interior que ahora irremediablemente estaba al descubierto. Por la mente de él ya comenzaban a circundar pensamientos lascivos como el instinto animal que despierta en los seres más salvajes al probar la sangre por primera vez pero que fueron detenidos al instante, sacándolo intempestivamente del trance con las sencillas pero contundentes palabras de ella que le cayeron como agua más helada que la misma agua por la que acababan de cruzar corriendo

-Que estás mirando, pervertido?!- exclamó con tono ligeramente burlón ella al notar que la mirada de él se clavaba en su entrepierna y viendo la cara sonrojada de él que no sabía qué hacer con sus ojos que sin otra alternativa solo huyeron para postrarse en el techo -Da la vuelta que y no me veas, iré al baño a ducharme y me cambiaré de ropa. ¡No me espíe señor pervertido! - para después tomar la maleta improvisada y alejarse dando pequeños pasos traviesos en parte porque tenía mucho frío, en parte porque trataba de aguantar la risa al ver la reacción de ese hombre que hasta hace apenas una hora parecía tener todo bajo control.

Mientras él se acercó a la chimenea, para agregar más leña y tratar de calentar su cuerpo o su ropa húmeda esperando el turno para poder cambiarse, saco su teléfono para revisar sus mensajes pero pasando sin ánimo ni interés sobre correos del trabajo que bien podrían esperar un par de días cuando una voz lo interrumpió nuevamente tomándolo por sorpresa otra vez ya que no escucho los pasos descalzos de ella quien ahora estaba parada junto a la mesa, él quien estaba al lado de la chimenea volteo y sin quererlo como reflejo auténticamente físico, su cuerpo siendo brutalmente honesto abrió su boca en asombro al verla a ella de pie con aparentemente nada más que una camisa de él pero alcanzando a recomponer de inmediato porque ya había pasado una vergüenza apenas hacía unos minutos atrás, se levantó al lado del fuego y dijo que ahora era su turno, con un tono alegre y despreocupado, nuevamente teniendo la situación bajo control caminado con una manera un tanto alegre y despreocupada hacia el baño tomando lo que quedaba de la maleta. Al pasar junto a ella se detuvo para escuchar su comentario sobre la ropa -En el camino se mojó algo de mi ropa y por eso me puse tu camisa, ¿no te molesta? - girando ligeramente la cabeza guardando las apariencias, conteniendo las ansias de voltear y devorarla con la mirada, solo respondió -Claro, ¡claro! ¡No hay ningún problema, te queda muy bien! Casi parece hecha para ti!- y empezó a caminar soltando un par de carcajadas más motivadas por vergüenza que por lo cómico de ella en una camisa tan grande.

En el baño, a solas con sus pensamientos su imaginación hiperactiva animada por lo que acaba de pasar corría como caballo desbocado imaginando los escenarios más inverosímiles, las posibilidades de lo que podría pasar, emocionado por estar a solas con una mujer tan atractiva pero sin saber cómo empezar o que hacer al final concluyó el baño sin tener idea de nada pero al menos ya estaba más agradable el ambiente después del baño. Al terminar de secar su cuerpo con la toalla, reviso la maleta buscando ropa que ponerse, había un par de shorts solamente, pero ninguna camisa o playera que usar para cubrir su pecho. Sin otra alternativa, se puso uno de los shorts y salió con la toalla encima tratando de cubrirse sin mucho éxito debido a lo pronunciado de sus dimensiones.

En la sala frente a la chimenea tomando algo en un vaso de vidrio estaba ella contemplando el baile del fuego casi hipnotizante pero no tanto como para notar la presencia del hombre que caminaba en shorts y luchando por hundirse bajo la toalla para no faltar al respeto de la señorita que le acompañaba, después de todo no eran pareja (al menos no aún) y el trataba pobremente de guardar las apariencias e intenciones. -oye disculpa, me sentaré en mueble con esta toalla, es que no había una playera en la maleta jeje- dijo el tratando de disculparse mientras ella daba un sorbo a su vaso que ya al encontrarse  más de cerca el consiguió ver qué era ron y un par de hielos, así sin quitar la boca del vaso una sonrisa se dibujó en sus labios y jugando con los hielos le respondió -Sí, que mala suerte que arme la maleta con dos shorts y nada más una camisa- él se quedó algo confundido con el comentario pero no le prestó mayor importancia. Ella se levantó para preparar otro trago y se paró frente al hombre, pero también al frente de la chimenea que provocaba que se trasluciera todo debajo de la camisa, ella se detuvo un momento para mirar de reojo la reacción de él que como ya lo anticipaba era de estupefacción con su mirada centrada en sus caderas que sobresalían por una pequeña abertura lateral de la camisa. Ella camino a la mesa, sirvió los tragos y regreso a sentarse ahora en el mueble con él. Ya habían pasado algunas horas desde la llegada a la cabaña y estaba muy entrada la noche, la plática ahora disminuida en intensidad y contenido que pasaba cada vez más al lado de lo físico con contacto casual que pronto llegó a un punto de inflexión cuando ella removió la toalla ya seca que caía sobre los hombros del hombre. "ya no la necesitaba" fue la pobre excusa innecesaria casi cínica para quitar la prenda de encima que dejaba ver un torso grande sin mucha definición pero que si había sido trabajado alguna vez en un gimnasio. Los ojos de ella sin despistar y sin ocultar la finalidad de sus actos recorrieron la piel semidesnuda del hombre que en un acto reflejo o por instinto se recargo más aún en el mueble y que también contestaba el juego de miradas observando su cara, limpia y libre de maquillaje o cualquier otro distractor. En esos momentos de ausencia de palabras el sonido del ambiente era reemplazado por el escurrir de la lluvia bajando por el techo a dos aguas de la cabaña de madera. El hombre impaciente y teniendo en claro lo que estaba por suceder hizo caso a su instinto y se acercó a la mujer quien siguiendo también la esencia del movimiento tan natural y espontáneo, como un ritual de dos amantes que se preparan para cortejarse mutuamente acerco su cara para finalmente después de tantas horas de miradas, coqueteo y caricias, culminar el plan con precisión casi quirúrgica como si el universo los hubiera predispuesto a ese momento, en ese instante uniendo ambos sus labios ansiosos de participar en el deseo de la piel guiado por el corazón, omitiendo el juicio y razón siguiendo ciegamente la pasión que desbordaba en cada beso. A la efusividad de los labios imperiosamente siguieron las manos, las de ella tocando con suavidad la piel desnuda de su pecho, brazos con músculos que reaccionaban al movimiento de las manos de aquel hombre que como si fuera cualquier cosa levanto a la mujer de su lugar para sentarla en sus piernas con la delicadeza que una madre usa para acostar a su bebé antes de dormir, la suavidad del movimiento fueron tan del agrado de ella que sonreía mientras continuaba con besos apasionados, tocando la cara del hombre que era cuadrada, varonil y viril. El fuego de la chimenea con su constante va y ven auspiciado por poco viento que ocasionalmente se colaba por la chimenea avivaba las brasas que proporcionaban un mayor calor a la cada vez más candente situación y que hacía resaltar el movimiento de las sombras de los cuerpos entregados en un abrazo lleno de besos pasionales, caricias y ocasionales recorridos utilizando el hombre sus labios para besar el cuello de la mujer que por momentos le hacía estremecer.

El hombre haciendo uso de estos breves instantes de distracción por parte de ella bajaba sus manos para posarlas en sus caderas desnudas, sintiendo, como sabueso bien entrenado cada centímetro de la piel tan suave y tersa recibiendo además el placer que provocaba en su cuerpo una erección que ella también aprovechaba para moverse ocasionalmente viendo cómo conseguía que él dejara escapar casi contra su voluntad suspiros que eran prisioneros escapándose llevándose consigo la cordura del hombre quien se abandonaba al placer que ahora tomaba el lugar del respeto, los buenos modales y cualquier pudor que pudiera quedar remanente en la superficie de su personalidad.

Ella se levantó del regazo del hombre quien abrió los ojos expectante de que pasaría a continuación, la mujer se paró frente a él, nuevamente entre él y la chimenea que mostraba un cuerpo delgado pero lleno de curvas que atrapaban la mirada atónita pero atenta del hombre, solo unos segundos se quedó en esa posición para empezar poco a poco a desabrochar la camisa comenzando por los botones de más arriba y que conforme avanzaba revelaba un par de pechos de tamaño mediano, firmes y demandantes... Sin continuar con la tarea de remover los botones simplemente dejó caer la camisa que se deslizaba sin reparo sobre su piel quedando al fin desnuda solo con su cabello a los hombros alborotado y desarreglado adornando la escena.