Paseo en el fin de semana 2

Continúa la historia cada vez más pasional de una pareja que ha salido a divertirse

El hombre dispuesto a seguir saciando sus ansias y deseos mundanos empezó a incorporarse solo para ser detenido con una pequeña mano en su cabeza, que apenas conseguía cubrir parte de la frente de aquel hombre corpulento, quien fuertemente bajo los efectos de la lujuria resultaba lo suficiente poderosa para detener el movimiento y con una ligera presión sentar de nuevo a ese hombre que sin responder nada se volvió a su posición ahora un poco más recostado.

Ella se recargo sobre él, en su pecho, usándolo para alcanzar sus labios y besarlo de nueva cuenta, un beso corto como una pequeña despedida que iniciaba un camino de besos y toques con las yemas de los dedos por el pecho, bajando al abdomen donde los besos se empezaron a acumular ya que las manos de ella ahora se encontraban ocupadas bajando el ahora ajustado short que se interponía en su camino y debía ser removido con la mayor prontitud posible empero renuente a abandonar la cadera del hombre entonces ella se colocó sobre sus rodillas para de un tirón más fuerte que los anteriores descubrir de manera súbita, tajante y sorpresiva la erección que el hombre guardaba bajo las pocas ropas que usaba después del baño, ante ella se elevaba un pene fuerte, con un buen tamaño palpitante que le llamaba siendo que también ella misma lo había invocado, este era el resultado de sus provocaciones, de sus besos, de las caricias y que a su vez serviría para conseguir placer para sí misma y proveer placer al hombre quien impaciente solo cerro los ojos y recostó su cabeza. Ella se acercó y mientras lo hacía lo observaba capturando cada detalle, admirando lo imponente que se miraba que al tomarlo con su mano dejaba ver las marcas producidas por las venas que lo recorrían dibujándose especialmente al medio perdiéndose en la base.

Ella acerco su boca a la base del pene para recorrerlo con la lengua hasta la punta recogiendo imágenes y sensaciones al sentirlo solo con el tacto ayudada por la saliva que inevitablemente fluía de manera profusa pero sin importancia en el momento, después de recorrer algunas veces y de arriba abajo el pene palpitante lo introdujo por completo a su boca y al instante pudo sentir como se contrajo el cuerpo del hombre, ahora la tarea estaba a cargo de la lengua que jugueteaba dentro de la boca de ella estimulando todas sus terminaciones nerviosas al tenerlo por completo dentro de la boca pero usando las manos para masturbar la base al subir al glande que ocasionalmente besaba y enredaba en su lengua que se encontraba con la libertad absoluta probando, tocando y estimulando lo que estaba a su paso. Mientras ella lamía, succionaba y jugueteaba vigorosamente el pene que también se retorcía un poco en su boca, bajó una de sus manos a su entrepierna para notar que toda esa excitación estaba pasando factura a su cuerpo que también sucumbía a la lujuria y pasión del momento, encontrando que su vagina fluía de manera abundante, tocando un poco por encima el placer pronto apareció al tocar una zona tan sensible y justo cuando estaba por introducir uno de sus finos y delicados dedos y jugar como tantas otras noches lo hizo en la soledad de su cama antes de dormir cambio de opinión, ya que había ante ella un hombre en igualdad de circunstancias que ella: deseoso de explorar y consumir los placeres carnales servidos para el goce de ambos.

Así que ella se levantó, seco un poco su boca y sin mediar palabra apenas dejando que el hombre recompusiera su cabeza se colocó encima de su regazo y él que ansiaba este momento la tomo de sus caderas para conducirla y permitir que bajara con mucho cuidado hasta que ambos estuvieron listos y se encontró el glande de su pene muy caliente con la entrada de su vagina que al entrar en contacto empezó a escurrir sobre el pene toda esa pasión que ya no había reparo en disimular, las miradas se cruzaron nuevamente con un poco de nerviosismo, ambos habían estado con muchas otras parejas antes pero siempre existe la magia de la primera vez con alguien que se empieza a conocer especialmente en lo sexual, pero ya nada les detendría, la tarea se consumaría esta noche y se unirían para siempre en sus propias memorias eternamente marcándose como hierro al rojo vivo en las vidas de cada uno. Ella se reclinó un poco más hacia el frente para continuar el ansiado descenso, cada milímetro de ese pene entrando en ella era una sensación vibrante que le hacía emitir pequeños sonidos que al principio sonaban como quejidos, en realidad eran sonidos de placer que no se detuvieron hasta que por fin entro totalmente. Con el último tirón hacia abajo de las caderas de ella, un ligero suspiro se escuchó en la sala y él al igual que ella emitió un ligero sonido lleno de placer y alivio aunque sin perder ningún instante como si la noche se fuera a terminar en cualquier momento, como si el mundo estuviera en peligro inminente de ser devorado por la obscuridad más absoluta, con un apremio brutal el hombre empezó a mover las caderas de ella, primero de manera suave dejando que ella marcara la pauta para seguir el ritmo, quien seguía abrazándolo respirando agitadamente sobre su cuello. Ambos cuerpos se movían en sincronía constante que aumentaba el ritmo del movimiento, así como la cantidad de gemidos en el ambiente, el placer quien tímidamente se había asomado ahora hacia acto de presencia reclamando para sí mismo la sala, la cabaña e incluso a la pareja. Y llegando también acompañado de sus leales compinches que son la lujuria y la perversión, los tres cómplices de las historias más descabelladas, la pareja se encontraba gimiendo de placer, el hombre quien no conforme de sentir la intimidad más absoluta que una mujer puede entregar a otra persona la separó ligeramente para poder tener oportunidad de tocar los pechos con sus manos, jugar con ellos y finalmente llevar su lengua que le dejarían probar el sabor auténtico de la sensualidad que despide una mujer cuando está siendo controlada por la lujuria dictatorial.

En un momento y sin avisar ella tensiono su cuerpo enterrando sus uñas en la espalda del hombre que a su vez sujeto su cintura con fuerza mientras continuaba con la interminable pero incansable tarea de lamer los pechos de la mujer llegando ella al clímax del orgasmo, la sensación placentera que nace en la parte baja del vientre y recorre cada rincón del cuerpo pero muriendo brevemente relajando el cuerpo dejándolo caer en brazos del hombre quien queriendo más aún -si es que esto es posible- la cargo para acostarla en el mueble embistiéndola y tomándola de sus tobillos, disfrutando de la vista aérea que ofrece la posición, viendo el bamboleo de sus pechos con cada embestida y el placer en su cara, prestando atención a la entrada y salida de su pene en la mujer pronto alcanzándole la sensación y cosquilleo previo al orgasmo que se avecinaba, tomándola de los tobillos alcanzando a salir en el último instante para terminar explotando en éxtasis sobre ella mezclando los sonidos naturales del cuerpo al concretar el acto con gemidos de placer ilimitado.

Ella recostada sobre el sofá aún cubierta de sudor, y fluidos de ambos le lanza una mirada pícara abriendo un solo ojo y el ahora en sus cabales algo avergonzado por haber sido presa de los instintos más bajos se recompuso y se sentó junto a ella jalándola hacia el para abrazarla, besar su frente y ambos contemplar la chimenea que también les había contemplado a ellos pero que afortunadamente nadie diría nada.

Cansados por el viaje, por haber corrido un pequeño maratón y una sesión de sexo ambos se acomodaron juntos para dar paso al bien merecido descanso que por fin les acompañaba aunque ya fueran altas horas de la noche pero que sería suficiente para empezar las actividades del día siguiente aun cuando la aventura había comenzado varias horas atrás.

La lluvia también ofrecía un descanso ya muy disminuida y cada vez aminorando la intensidad era señal de que al día siguiente habría un clima muy agradable.