Paseo al sol

Carlos y rbeca dan un excitante paseo por la playa

-      ¿Qué te parece si vamos a dar un paseo por la playa, mi amor?

La propuesta de Rebeca era un poco inesperada, era la hora de más calor, y la playa, que apenas estaba a cincuenta metros del hotel donde pasaban la segunda quincena de agosto, debía estar abarrotada.

-      Anda vamos, tengo una idea divertida que te va a gustar

Carlos sintió una corriente que recorría su cuerpo ¿Qué se le habría ocurrido a su novia para hacer que el paseo fuera más interesante?

  • Quiero que el paseo lo des con el culo al aire

-Vaya novedad, pero si esta playa es medio nudista, cada uno hace lo que quiere

  • No he dicho que vayas a ir desnudo, sólo con el culo al aire, ven, te voy a vestir: lo primero, te vas a poner mi pamela, te acuerdas, esa tan bonita que compramos en el mercadillo del Paseo, la de los lacitos azules y rojos

Carlos, casi se echa a reír, pero por la expresión de su cara supo que Rebeca estaba hablando completamente en serio.

Rebeca es diseñadora de moda, hacía ya unos meses que entre juegos y risas había convencido a Carlos para que se probara un vaporoso vestido corto que dejaba la espalda al descubierto.

-Estás muy sexy, cariño, ven que te voy a pintar los labios, quiero ver lo guapa que quedas

Carlos no protestó, mientras contemplaba en el espejo de la habitación la imagen de su cuerpo luciendo aquel vestido notó como se excitaba y apenas podía contener súbita erección.

Pero qué hay ahí debajo, dijo Rebeca deslizando su mano debajo de la faldita

Y fingiendo escandalizarse:

-      Pero, si no llevas bragas, ahora mismo te vas a poner estas…, dijo sacando el modelo más atrevido de su colección.

Carlos se puso las escuetas braguitas, le deleitó como la parte de atrás se hundía entre sus nalgas produciendo un roce agradable en el ano

-      Ahora estás más decente, ven que te maquille…

Aquella había sido la primera vez que Rebeca se había divertido feminizando a su novio, pero no fue la última; Carlos descubrió un placer hasta entonces desconocido: disfrutaba jugando a ser mujer durante un rato…

Esa mañana para el paseo por la playa, Carlos llevaba la pamela de lacitos, gafas de sol grandes e inconfundiblemente femeninas, unas zapatillas de tela rosa con un pequeño tacón y un pareo estampado color malva atado alrededor del pecho que le caía hasta las rodillas debajo del cual iba completamente desnudo.

Rebeca iba descalza, vestía un minishort vaquero, la parte de arriba del biquini y una gorra con la visera vuelta del revés

Al llegar a la orilla, casi sin mirarle, dijo:

Levántate el pareo y átatelo a la cintura como si fuera un corpiño ¡A ver si coge color ese culo! La conversación de Rebeca, por lo demás, discurría sobre asuntos domésticos triviales

El cuerpo de Carlos se excitaba mientras notaba como el peso de todas las miradas recaía sobre él

-      Mi amor, dijo de pronto Rebeca, ¡Qué concha tan bonita!, anda recógela…

Carlos se agachó: los rayos del sol inflamaron un culo que, con el efecto de la luz, parecía la luna.

-Mira, dijo Rebeca, ahí están María y Lucía, las he llamado antes de salir, hemos quedado para el aperitivo…

¡Ya nos han visto, vamos!