Paseando al perro
Una noche de verano decido sacar a pasear a mi perro y me encuentro con una sorpresa
El lugar donde vivía era una zona residencial rodeada de amplios parques por los cuales normalmente iba a sacar como tarea, el perro que teníamos en casa, un pastor alemán de color negro y fuego llamado otto, esa era una de las tareas que tenia encomendada, tarea que no me disgustaba hacer pues aprovechaba los largos paseos para pensar y poner orden a mis pensamientos que la verdad últimamente estaban bastante descontrolados.
Me acuerdo que normalmente solía sacar al animal por las tardes, antes de quedar con las amigas pero algunas veces, sobre todo las que no salía solía hacerlo por las noches, después de cenar, aun recuerdo los saltos de alegría que daba otto cuando cogía la correa, era como si en parte supiera que le tocaba salir.
Una día en concreto, cerca de media noche, el calor de finales de agosto me estaba matando, no conseguía dormir así es que después de darme una ducha fría decidí sacar al perro a dar una vuelta, abrí el armario y tras mirar unos segundos decidí ponerme una camiseta que me llegaba por la mitad de los muslos, y unas braguitas, después de dudarlo unos segundos, nada más, hacia mucha calor para ponerme sujetador así es que deje que mis pechos colgaran libremente debajo de la camiseta. Así vestida agarre la correa y salí por la puerta de la cocina para no tener que atravesar toda la casa y despertar a alguien, el fresco de la noche me recibió rebajando la temperatura que recorría mi cuerpo.
Poco a poco comencé a pasear por las calles desiertas de la urbanización viendo como otto iba de arriba abajo oliendo y marcando todos los rincones que según su olfato canino debían tener su huella, apenas se oía ningún ruido, y la tranquilidad poco a poco fue calmando mi animo, casi sin darme cuenta llegue hasta uno de los numerosos parques que poblaban la urbanización, este era grande, creo que uno de los mayores, estaba rodeado de altos pinos y enormes plataneros junto a moreras, que inundaban de sombra el lugar y todo el contorno era una gran explanada de césped haciendo formas y caminos bordeados por setos de distintas formas, en el centro tenía una especie de tribuna donde algunos domingos tocaba una banda y en las fiestas del barrio se reunía toda la gente, el borde de los caminos estaba sembrado de bancos de distintas formas para que la gente pudiera descansar, para esas horas no había nadie, así es que me adentre por el pequeño bosque disfrutando de la ensalada de olores que las distintas plantas ofrecían.
Por fin decidí sentarme en uno de los bancos mientras mi perro jugaba saliendo y entrando entre los arbustos, la verdad es que se estaba muy bien, así es que me relaje en el banco disfrutando del momento.
En eso estaba cuando oí un silbido a lo lejos, sin cambiar mi postura gire la cabeza y a lo lejos pude ver un pequeño perro de color blanco jugando con el mío, por precaución me levante, no tenía ganas que el mío que era un poco cabezón le hiciera algo a ese perro pequeño y el dueño me echara una bronca por llevarlo suelto, así es que decidí ir a buscarlo y engancharlo con la correa para así marcharnos a otro parque, según me acercaba pude ver a un hombre de unos sesenta años de pie con una correa en una mano llamando al pequeño perro blanco, yo por mi parte decidí hacer lo mismo, otto en cuanto oyó que le llamaba dejo lo que estaba haciendo y corrió hacia mí, dejándose enganchar dócilmente, con el perro atado comencé a caminar en dirección opuesta a la que estaba el hombre, para de esta manera no tener problemas.
Cuando llegue al otro parque, este más pequeño pero más frondoso, busque un sitio donde sentarme y tras encontrarlo, me senté, saque el móvil y decidí navegar un rato por la red mientras el perro descansaba a mis pies, no había pasado ni diez minutos cuando vi que el hombre entraba en el mismo parque, daba una vuelta y terminaba sentándose a dos bancos de distancia de donde yo me encontraba, en principio no le di importancia, estaba muy relajada y el hecho de tener a mi perro a mis pies me daba una tranquilidad enorme, pues una simple palabra mía y el perro se pondría en posición de defensa, no habían pagado mis padres un buen dinero para que lo adiestraran si no fuera efectivo.
Yo seguí con la vista pegada en el móvil aunque de tanto en tanto la desviaba hacia el hombre que seguía sentado sin dejar de mirarme, ya llevábamos cerca de diez minutos así y el no se había movido, no sé porque, pero deslice una mano por mi muslo y lo que sentí me hizo entender el motivo por el cual el hombre seguía sentado en el mismo sitio, no me había dado cuenta y se ve que al sentarme y reclinarme sobre el banco me había enganchado la camiseta con una punta de clavo, hecho que provoco, que al cruzar las piernas el vestido se había corrido dejando a la vista toda mi pierna hasta la altura de la cadera, me sentí horrible, y una vergüenza así como un calor invadieron mi cuerpo, como pude desenganche la tela del clavo y me la recoloque lo mejor que pude, aun así no pude evitar romper un trozo haciendo que una raja llegara hasta mi cintura mostrando todo mi muslo y parte de la cadera.
Estaba claro que no podía hacer nada, así es que disimulando lo mejor que pude decidí irme para casa, pero tenía que pasar por delante del hombre que parecía muy divertido por la situación, al ponerme de pie me di cuenta que la tela al ser algo elástica se corría sobre ella misma haciendo que la raja se viera mas grande, con lo cual mis bragas quedaban a la vista a menos que fuera todo el rato con una mano agarrando los dos bordes, cosa que me era muy incómoda, pues debía ir inclinada y con el perro en la otra mano se me hacia difícil.
Así es que volví a sentarme, pensando que esperaría a que el hombre se fuera y así de esta manera podría irme a mi casa sin que el tipo me viera nada, pero parecía que el no tenía prisa, es más, se había puesto cómodo para verme mejor, yo `por mi parte tal y como estaba sentada no podía hacer mucha cosa más que agarrarme el vestido y evitar que se abriera mas, por fin decidí irme a casa en vista de la poca prisa del desconocido, así es que armándome de valor, me incorpore agarrándome las dos partes del vestido con una mano y al perro con la otra y me puse a caminar en dirección hacia el personaje, el problema vino cuando el perro vio al otro y tiro en su dirección, no tuve más remedio que soltar la mano que agarraba el vestido para sujetar al animal, y como si de una flor se tratara, la tela se abrió dejando a la vista del desconocido, mis piernas y mis bragas.
La cara del hombre fue todo un poema, abrió los ojos y lo que vi en ello hizo que mi sangre comenzara a correr por mi cuerpo, los pocos segundos en que trate de evitar que mi perro se abalanzara contra el suyo, tuve que abrirme de piernas para así de esta manera poder hacer la suficiente fuerza para controlar al animal, con lo cual el desconocido tuvo una visión muy clara de mi cuerpo, en sus ojos pude leer el deseo al mirarme y cuando por fin conseguí dominar la situación ya no tenía sentido tapar algo que él ya había visto, así es que tirando de la correa me dirigí hacia mi casa.
Según iba caminando podía sentir el frescor envolverse entre mis muslos y acariciarme la entrepierna tapada por mi diminuta braguita, y en mi mente se reflejaba la mirada deseosa del desconocido, todo eso unido hizo que mi cuerpo poco a poco fuera excitándose, hasta el punto en el que decidí cambiar de dirección y en vez de irme hacia mi casa me dirigí hacia el otro parque, deseaba volver a sentir esa mirada, y no me equivoque, aun no había llegado al parque cuando observe como el hombre giraba la esquina siguiéndome.
Me adentre en el parque caminando lentamente entre las cenaoscuras calles, controlando cuando giraba la posición del hombre, cuando llegue a un lugar que prácticamente estaba medio a oscuras me detuve, observando como el viejo se detenía a menos de quince metros de donde yo me encontraba, con el corazón latiéndome a mil por hora, me senté en un banco esta vez sin evitar que la ropa se recogiera alrededor de mi cuerpo.
Así me encontraba, sentada con las piernas cruzadas, sabiendo que el hombre desde donde se encontraba podía contemplarme perfectamente pues el banco donde me había sentado permanecía iluminado por una triste farola, y yo ahí sentada mostrando mis piernas desnudas, decidí que deseaba sentir mas, así es que descruzándolas, apoye mi espalda en el respaldo del banco y volví a sacar el móvil para disimular con él, mientras lo hacía de reojo no perdía detalle de los movimientos del improvisado mirón.
Este para poder verme mejor se acerco más, hasta el punto que se sentó en el banco que tenía enfrente, en esa postura podía contemplarme perfectamente, y ese hecho hizo que me excitara ya por completo.
Sentía la mirada del hombre recorrer mis piernas y perderse entre en el interior de mis muslos hasta mis braguitas, así es que decidí darle más, y para eso abrí del todo mis piernas, cosa que él me agradeció tocándose con una mano el paquete, apenas le podía ver bien pues estaba en la sombra, solo yo como si de una artista en un escenario se tratara estaba iluminada, pero si podía vislumbrar sus movimientos sobre su entrepierna, cosa que me estaba excitando como nunca, me hubiera gustado ver claramente lo que estaba haciendo, pero no podía, aunque si me lo imaginaba, por lo que decidí darle un espectáculo completo y me separe las braguitas de mi sexo, creo que ese fue el gesto que decidió al hombre sacarse su polla, ya que algo vislumbre a través de las sombras, como si de la nada emergiera algo que su mano comenzó a mover.
La visión de esa sombra me estaba enloqueciendo, me apasionaba el hecho de que alguien se estuviera masturbando simplemente mirando mi cuerpo, porque eso es lo que seguramente estaba haciendo, así es que evitando decepcionarlo, decidí bajarme los tirantes del vestido y mostrarle los pechos, primero saque el derecho, que asomo con el pezón como una piedra y tras tocármelo un momento saque el izquierdo, mis manos comenzaron a sobar mis pechos desnudos ante el desconocido, era como si no fuera yo, sentía mi respiración entrecortada al tiempo que el corazón latiendo con locura, para que me viera mejor, me deslice el vestido hasta la cintura, al tiempo que tiraba la espalda hacia atrás, para que tuviera una visión más perfecta de mis pechos.
El hombre cada vez movía mas rápido la mano sobre lo que yo suponía que era su polla, me tenia hipnotizada con el baile, y su voz gutural me arranco de mi visión al pedirme que le enseñara mi sexo, esa voz me paralizo, nadie me había ordenado nunca nada parecido, y casi como un autómata, deslice mi dedo entre mi braguita y mi sexo y la separe, mostrando mis labios rojos y húmedos al desconocido, me quede con las piernas abiertas, mientras que con una mano aguantaba la braga separada de mi coño con la otra me rozaba los pezones.
La voz volvió a sonar en mi cabeza, tócate para mi, y al momento, como si mis manos fueran las suyas, comencé a acariciarme el clítoris con mi dedo en círculos cada vez mas rápido, como normalmente hacia en la soledad de mi casa, poco a poco fui notando como iba llegando al clímax y el punto álgido fue cuando el hombre se incorporo saliendo a la luz la mitad de su cuerpo y pude observar su pene duro siendo castigado por su mano que no paraba de subir y bajar por el tronco hasta tapar una cabeza casi morada y grande, nunca había visto una polla en vivo, era la primera vez, y me fascino, de repente comenzó a escupir leche, grandes cantidades de leche espesa que casi llegaron hasta donde yo estaba a punto de correrme, y sin poder evitarlo deje que mi cuerpo explotara ante aquel extraño, corriéndome como una loca ante sus ojos.
Cuando volví a centrarme el tipo ya se alejaba por el estrecho camino con su perro del collar, yo por mi parte, recompuse mi ropa y tirando del mío me dirigí hacia mi casa, a partir de ahí fueron muchas las noches que el desconocido y yo nos regalemos nuestros placeres