Paseando al perro....
Nos masturbábamos mutuamente, sentí la necesidad de probar su humedad, así que saque mis dedos de su coño y me los llevé a la boca, que maravilloso sabor, que maravilloso olor.
Hacía meses ya que me había separado, me mudé a un barrio nuevo, mi vida en fin, había cambiado. Mi vida sexual también, desde hacía meses era inexistente.
Todas las mañanas y todas las noches saco a mi perro a pasear, desde que me mudé a esta urbanización me había fijado en una chica morena, que también solía sacar a pasear a su perro en los mismos horarios.
Llevaba ya algún tiempo sin coincidir con ella, aunque cuando coincidíamos no llegábamos mas allá de un frío saludo, así que solo echaba de menos el morbo que me provocaba.
Por fin coincidí con ella, llevaba unos pantalones muy cortos y un camiseta, pude por fin dejar de imaginar su cuerpo y ver como era realmente, al menos vestida, (en invierno llevaba siempre un abrigo amplio y largo), tenía un culo respingón, de forma y tamaño perfectos, al menos a mi gusto, sus pechos eran de un tamaño normal, ni muy grandes ni muy pequeños, pero parecían muy firmes, sus piernas largas y sus pies que pude ver ya que llevaba unas chanclas, muy bonitos, siempre me fijo en los pies de una mujer. En aquella ocasión nos saludamos con una sonrisa y una mirada, debíamos de echarnos de menos.
Al día siguiente volvimos a coincidir, esa noche hacía muchísimo calor, ella llevaba un vestido amarillo, corto, pero no demasiado, su media melena morena suelta, solía llevarla recogida en una coleta, y las mismas chanclas, yo llevaba unos vaqueros y una camiseta, ella iba mas sensual que yo desde luego.
Caminábamos por la misma calle a una distancia prudencial, nuestros perros sin embargo hacían lo que podían por acercarse el uno al otro hasta que llegamos al parque.
Cada uno se sentó en un banco, de vez en cuando nos mirábamos y sonreíamos.
Su perro se soltó de la correa y vino corriendo hasta el mío, detrás de el su dueña, la verdad es que viendo a ese gigantesco pastor alemán venir a la carrera estuve mas pendiente del perro que de ella.
No hace nada, dijo
Me alegra saberlo, como se llama?
Blas, contestó
Así, hablando de perros terminó sentada en mi banco y mientras los perros jugaban y se perseguían nosotros empezamos a hablar, mis miradas debía de notarse que eran indiscretas, miraba sus pies, y miraba su escote cada vez que se agachaba porque no llevaba sujetador. Sus pechos eran como imaginé, solo veía su perfil y su rosada aureola hasta que me percaté de que cada vez se le marcaban mas los pezones bajo la tela de su vestido amarillo.
No se si era el calor de esa noche, o el calor que ella me generaba, pero me daba la impresión de que de un momento a otro me iba a desmayar.
Perdimos la noción del tiempo y hablamos y hablamos, nos contamos nuestras vidas, los dos separados recientemente. Mis miradas eran cada vez mas evidentes y me dio la impresión de que ella hacía lo que podía para que yo pudiera ver sus pechos. Por fin descruzó sus piernas, pero lejos de tomar una postura discreta, abrió bastante sus piernas, lo que subió el vestido y sus muslos quedaron al descubierto.
Una vez mas su perro vino a la carrera, saltando sobre ella, lo que la obligó a apartarse y al hacerlo cayó sobre mi, pude olerla, el olor de su pelo, de su piel, su piel húmeda por el sudor.
Nos miramos y reímos, pero la risa se convirtió en una risa nerviosa, eran las 3 de la mañana de un lunes, no había nadie por la calle, estábamos solos y yo no pude resistir mas, me acerqué a ella y la bese, un primer beso avergonzado, sutil, casi rozando sus labios, pero al ver que ella respondía a mi beso, los besos se convirtieron en apasionados, salvajes, ella me sujetaba por la cadera, yo la sujetaba la cabeza, acercándola a mi, recorríamos nuestras bocas con la lengua, nos mordíamos, sudábamos, saliva, pasión.
Baje mi mano por su vestido, la metí entre sus muslos, llevaba braguitas , no tanga, mis dedos buscaban el borde para meterse dentro de esas braguitas, al fin lo conseguí, sentía su vello en mis dedos, bajé hasta sus labios imaginando que estarían húmedos, empapados, pero estaba cerrados, herméticamente cerrados, con un dedo los recorrí de arriba abajo e inmediatamente se abrieron dejando que mis dedos se llenasen de su flujo contenido, ahora si estaban empapados, recorría su sexo hasta llegar a su culito, su humedad llegaba hasta ahí y comencé a masturbarla acariciando su clítoris.
No dejábamos de besarnos y mientras yo jugaba con su sexo ella empezó a acariciarme por encima de los vaqueros, recorriendo mi tremenda erección. Poco a poco y de forma un poco torpe desabrocho mi pantalón y no con menos dificultad sacó mi miembro que estaba a punto de estallar.
Nos masturbábamos mutuamente, sentí la necesidad de probar su humedad, así que saque mis dedos de su coño y me los llevé a la boca, que maravilloso sabor, que maravilloso olor.
Yo también quiero probar a que sabes dijo ella.
Inmediatamente agachó su cabeza y sentí como mi polla entraba en su boca, húmeda, caliente, la recorría entera mientras me masturbaba, su saliva era un maravilloso lubricante. Yo mientras tanto la seguía masturbando desde atrás, acariciando su culito de vez en cuando, sentía ganas de meter un dedo dentro de el.
No lo hagas me dijo, necesito que me folles, deja que me siente encima de ti y fóllame
Nos incorporamos, ella se puso de pie en frente mío, levantó su vestido amarillo, apartó a un lado sus braguitas grises y se sentó encima de mí, sujetando mi polla con su mano la colocó a la entrada de su coño y poco a poco fue introduciéndola dentro, yo notaba como mi polla se abría paso dentro de ella, mientras la sujetaba de las nalgas sentía su humedad, por dentro y por fuera.
Comenzó a cabalgar, despacio, muy despacio, pero metiéndosela entera, aquel roce no podía aguantarlo, sentía que tenía que hacer un gran esfuerzo por no correrme lo que debió de intuir y me dijo:
No te corras, espérame y no lo hagas dentro
Casi inmediatamente noté como dejaba de levantarse y bajar de nuevo, se quedo con toda mi polla dentro y ahora solo movía su culo de adelante a atrás, rozando con fuerza su pubis contra el mío, podía ver su cara, sus ojos medio cerrados, mordiéndose sus carnosos labios, dejó de respirar por un momento y estalló en un sonoro suspiro, su culo vibró, vibró todo su cuerpo
Aquello fue demasiado para mi, voy a correrme, la dije, no puedo mas, inmediatamente se levantó y se arrodilló delante mío, metió mi polla en su boca y sin poder aguantar un segundo mas me corrí, notaba como ella se tragaba todo mi semen, como hacía por que saliese mas y mas de mi.
Siempre quise hacer esto, probarlo, me encanta, hazlo siempre dentro de mi boca, pidió.
Nos adecentamos, estábamos sudados, nuestros cuerpos olían a la humedad de su sexo, a nuestra saliva y caminamos juntos hasta su casa.
Mañana mismo sitio, misma hora preguntó?
Aquí estaré, contesté
Mañana, a las 10 y media en punto mi perro estará esperando su largísimo paseo y yo ansiando un nuevo encuentro.