Pascua

Trabajar en pascua tampoco es del todo malo...

Hola a todos, vuelvo tras pasar unas pascuas no muy festivas. En estas fechas tan especiales, la gente suele irse de vacaciones. Yo como vivo en la costa, debo de trabajar para aprovechar estos días en los que hay más gente de la habitual.

Tengo 21 años y muchas empresas me han ofrecido trabajar en prácticas pero según esta la crisis aquí en España, que mejor que ayudar en la empresa familiar, y de esta forma ahorrar un sueldo y encima ser productivo para mi familia, en vez de para otro.

Pues eso he hecho estas pascuas, he estado en la oficina de alquileres de la inmobiliaria. Ayudando en las entradas que se han producido, mi función era la de acompañarles al apartamento y desearles una buena estancia. Luego también estaba en la oficina de atención al público. La verdad que mucha gente no entraba, así que la mayoría del tiempo lo pasaba repasando, que ya dentro de nada tengo los exámenes de la universidad.

Estaba yo concentrado leyendo, cuando escucho una voz que me saluda. De un salto vuelvo a mi posición de secretario y respondo con una enorme una sonrisa, "¿en que puedo ayudarles?". Era un matrimonio muy elegante de mediana edad, entonces ella me respondió que se llamaba Sonia y que habían reservado por Internet un apartamento para esta semana, dándome a la vez el comprobante de la reserva. Tardé unos segundos en coger el comprobante, porque la dulce voz de la mujer me había dejado paralizado. Ya en mis manos el papel, hice los trámites necesarios para que pudieran entrar en el apartamento, cogí las llaves y me dispuse a acompañarlos al apartamento. Durante el camino le di conversación al marido, para evitar el incomodo silencio que podía producirse y porque no me atrevía a dirigirme a tan imponente mujer con seguridad.

Al llegar al apartamento la mujer me agradeció lo bien que les había tratado y lo cercano que había sido, mientras yo en mi mente me imaginaba aun más cercano a ella.

Sonia me había alegrado el día y estaba trabajando con más ánimo que nunca, algo que no pasó desapercibido para mi padre, que enseguida al verme tan activo empezó a mandarme más y más tareas saliéndome de las funciones a las que estaba habituado.

Se acercaba ya las 14h, y tenía que cerrar la oficina, para ir a comer, cuando vi acercarse por la puerta esa preciosa mujer que me había animado anteriormente. Esta vez entró con otro tono de voz, un tono menos dulce, y que borró la sonrisa de mi rostro.

Empezó a decirme que no tenían agua, ni luz. Enseguida intente tranquilizarla, y que en ese mismo instante solucionaría el problema. Cerré la oficina y la acompañé al apartamento para ver que fallaba. Durante todo el camino no me atreví a mirarle a la cara, me sentía avergonzado por lo que podían pensar de nosotros, llegan a Calpe para disfrutar de sus tan deseadas vacaciones, y se encuentren un panorama poco alentador.

Cuando entro en el apartamento, pruebo los interruptores, realmente no iban, pruebo el grifo y tampoco tira agua, ella malhumorada, me gritó que si pensaba que no sabían utilizar un grifo o la luz. En ese momento, notaba como cada palabra que me disparaba, me hacían cada vez más débil y pequeño. No tenía ni idea de cómo arreglarlo, me temblaban las piernas, deseaba en ese momento que se produjera un milagro, me asomé a la caja del automático, y me percaté que estaban subidos todos, pero no estaba dada una palanquita, así que la presioné… y ¡se hizo la luz!

La cara de la mujer iba sonrojándose a medida que mi ego personal iba creciendo tras solucionar tan grave problema. Tras ver que no había mirado ni tocado nada, pensé enseguida que el agua no iba porque la llave maestra estaba dada, así que fui directo, la giré y… ¡problema solucionado!

Sonia avergonzada me pidió disculpas, pero es que no sabían que podía estar todo cerrado. Le dije que no se preocupara, que seguramente habían sido las chicas de la limpieza que se les habría olvidado volver a poner en marcha todo, tras limpiar el apartamento. Por fin conseguía hablar con ella, mirarle a los ojos, y admirar tal belleza. Antes de irme a comer, me interese por su marido. Me comentó que estaba en el restaurante de abajo cogiendo mesa, que cuando llega la hora de comer no se le puede decir nada, que por eso no me invitaba a nada para agradecerme tanta preocupación. Le dije que dejara ya de halagarme que me iba a poner rojo, que ese era mi trabajo satisfacer las necesidades del cliente. Al escuchar mis palabras mi mente volvió a volar, a pensar que otras necesidades podría satisfacerle.

Pasaron dos días sin saber nada de Sonia, ni de su marido, eso era buena señal porque estaban disfrutando de las vacaciones. Pero yo realmente quería volverla a ver, sabía que era imposible que una mujer así se fijara en un joven como yo, pero me hacía ilusión verla, porque me encanta esa sensación que se crea en el estomago cuando ves a esa persona que te atrae, y el nerviosismo que se produce cuando quieres no meter la pata en nada delante de ella.

Por fin, una tarde se volvió a asomar, pero mostraba su dulce sonrisa. No venia sola, venía con una chica joven, más o menos de mi edad, calculé desde mi silla. Me levanté y las saludé, con mi sonrisa más cautivadora.

¡Buenos días! Ya echaba de menos volver a verte.- Le dije de forma amistosa.

¡Hola buenas! ¿Qué tal? ¿Has tenido muchas clientas tan despistadas como yo?

No, la verdad que no he tenido la suerte de cruzarme con una cliente como tú.- Como siempre yo enviando mensajes con doble sentido, como ella no me conoce no sabía que me refería a mujeres tan bonitas como ella, pero ella no era la única bonita en la oficina, siempre sin menospreciar a mi compañera de trabajo, su acompañante también era muy atractiva.

Pues venía a pedirte un favor. ¿Podías dejarme otro juego de llaves?, que mi hija quiere tener su independencia y no depender de nosotros.

Enseguida cogí el juego de llaves, lo anoté en el ordenador y se la di directamente a la hija. Aprovechando la oportunidad le propuse que si no tenía planes esa noche, podía salir con mis amigos y conmigo a dar una vuelta. La chica me sonrió y dijo

Pues la verdad que si me apetece. Porque iba a salir yo sola a la aventura, y si ya voy contigo me imagino que me lo pasaré mejor.

La madre saltó al momento diciendo, que no sabía si fiarse de mi, que un chico tan mono como yo tenía que ser muy pillo por la noche. Esas palabras entraron despacito por mis oídos, con destino a mi corazón no sin antes paralizar todo mi cuerpo y cerebro. "Pero bueno confiaré en ti, y espero que me la devuelvas enterita, ¡eh!." Esas fueron sus últimas palabras antes de irse, después de que la chica me diera su número de móvil. Susana se llamaba.

Salí de la oficina a las 19h y la llamé al momento para decirle que había quedado con los amigos a las 21h, que si quería pasaba a por ella a las 20:45h, ella no puso ningún inconveniente.

Me puse mis mejores mudas, me peiné y perfumé para una noche distinta, o por lo menos con una chica muy guapa, y quería causar una buena impresión.

La recogí, me saludó dándome dos besos, muy próximos a la comisura de los labios, algo que hago intencionadamente siempre que me atrae una chica. La llevé al local donde había quedado con los amigos; al pasar al interior no había nadie de mi grupo. Así que nos sentamos y empezamos a conversar, a conocernos.

El local es un local pequeño, oscuro, donde ponen música rock internacional. Tiene 6 mesas redondas, rodeadas de una especie de taburete de madera acolchado con un colchón rojo. En cada mesa más o menos pueden caber 8 personas, pero pocas veces llegan a llenarse tanto.

Llegaron todos los colegas juntos, y se sentaron en la mesa, nos juntamos 6, 5 chicos y ella sola del otro sexo, le pregunté que si eso le incomodaba, pero me dijo que no, que sus mejores amigos son chicos, que las chicas entre ellas son menos receptivas y agradables al principio.

La noche fue transcurriendo, entre risas y bebida. Yo como siempre me abstuve de beber, pero si que era protagonista de la conversación, y notaba como todos disfrutaban de mis bromas. La verdad que me encanta hacer reír a la gente que me rodea, y poco a poco iba involucrando a la chica en nuestro ambiente para que no se sintiera forastera.

Llegaron las 12 de la noche y les dije que yo marchaba, que al día siguiente tenía que abrir la oficina. La chica me miró y sin decir nada se levantó y se despidió del resto. Le dije que si quería podía quedarse, que no me iba a poner celoso. La verdad es que no me fiaba de dejarla allí con aquellos cuatro, estos tenían más peligro que "Maguiver" en una ferretería. La chica me respondió, que su madre me había dicho que la tenia que cuidar, y no podía dejarla sola en un sitio que no conoce. ¿Esa era una respuesta con doble sentido como las mías?

La lleve a casa, paré el coche delante de su portal y me acerqué a ella para darle los dos besos típicos de despedida, no se si fue sin querer o intencionado, pero uno de ellos no acertó a dármelo en la mejilla, me lo dio más centrado, algo que yo no me esperaba, porque en ningún momento me había insinuado, ni me esperaba en esa primera noche que surgiera nada. Después del pico, ella abrió la puerta del coche, como para salir, pero se lo impedí cogiéndola del brazo y tirándola hacia detrás quedando su cuerpo recostado sobre mi, con lo que aproveche dicha posición para darle un beso en esos dulces labios, sin ninguna oposición por su parte.

El ambiente se fue caldeando en el coche, los cristales se empañaron, el beso cada vez era más apasionado, las manos recorrían nuestros cuerpos por encima primero y después por debajo de nuestras ropas. Conseguí desabrocharle el vaquero en la postura tan incomoda en la que los dos estábamos, y poco a poco buscar con un dedo esa suave y mojada conchita. La verdad que no fue difícil introducir el primer dedo, ni el segundo dedo, porque la chica estaba muy excitada, incluso llegué a introducir tres mientras seguíamos besándonos. Su respiración poco a poco se entrecortaba, había momentos que notaba como se quedaba inmóvil, me imagino que era disfrutando del placer que estaba sintiendo.

De repente se separó y me miró a los ojos. Pasaron unos 10 segundos en los que nos miramos fijamente, donde el silencio era el segundo protagonista por detrás de la electricidad que se palpaba en el ambiente, y ella dijo

Por favor, sube al apartamento.

¡Estas loca! ¡Qué están tus padres!

Me da igual, seguro que allí estaremos más cómodos que aquí.

Me quede sin palabras durante un rato, mientras meditaba "si era correcto, que mañana tenía que abrir la oficina, y mil pensamientos que me venían a la mente en ese momento, pero sin responder nada aparque mi coche correctamente y la saqué del coche, dándole un beso muy efusivo, ella tampoco iba de modosita, porque me dio un mordisco en el labio inferior que me hizo sangre y todo.

Abrió la puerta con cuidado para no despertar a sus padres, y al pasar al interior escuchamos a su madre decir

¿Susana eres tú?

Sí, mama me voy a dormir.

El corazón parecía que iba a atravesar mi pecho y salir a dar una vuelta por el apartamento para ver si se relajaba, pero se mantuvo en su sitio dentro de mi pecho, mientras notaba como una mano me cogía la mano y me dirigía a la habitación, mientras la otra mano dirigía a mi amigo que estaba dormido por debajo del ombligo.

Al llegar a la habitación, me senté en el borde de la cama sin saber que hacer, un poco asustado por la situación de que en la habitación de al lado estaba la mujer que días antes me había quitado el sueño y despertado la ilusión.

Te noto muy frío, y tu has conseguido subirme la temperatura muy rápido, ahora me toca a mi. ¡Vas a flipar!

Me quedé inmóvil, sin soltar ningún sonido de mi boca ni de otra parte del cuerpo, sólo contemplaba el espectáculo que había empezado. Cuando salí de casa, salí con la intención de irme a la cama a la 1 de la noche, pero no de esta forma.

La chica se quitaba la ropa de manera sexy, moviendo sus caderas, sus piernas, brazos y cabeza, como si estuviera bailando en una discoteca. Yo seguía perplejo, admirando esa melena rubia caer sobre sus hombros, y como poco a poco iba descubriendo esas maravillas que antes había intuido mientras iba vestida, pero era mejor de lo que mi mente me había enseñado.

¿Sigues teniendo frío? Pues yo te quito la ropa, para que no cojas frío.

Estaba alucinando, me sentía como "Ken" (el novio de Barbie) en manos de una niña, que juega con él a su antojo. De un estirón me quito la camisa que cubría mi pecho, mostrando la parte superior mi cuerpo. Por un momento, me apiadé por los botones de la camisa, menudo trompazo se debieron dar después de salir volando por toda la habitación. El vaquero, los calcetines y los zapatos no sobrevivieron mucho tiempo más, por fin estábamos los dos en igualdad de condiciones, es decir como dios nos trajo al mundo.

Y ahí fue cuando mi león interior despertó, me levanté sobre la cama y le ordené que subiera, ella me miraba con cara de no entender nada, así que subió de rodillas tímidamente, imitando un gatito. Con el dedo índice de la mano derecha le indique que no, a continuación con ambas manos le indique que se pusiera de pie frente a mi.

Ella sumisa realizó correctamente todas mis indicaciones. Cara a cara me acerqué y le susurre a la oreja que disfrutara al máximo, pero siempre sin moverse nada, o que se abstuviera a las consecuencias. La respuesta vino transmitida con un leve movimiento de la cabeza de arriba abajo.

Delante mía inmóvil, y dispuesta a todo, la situación había cambiado totalmente, de ser yo el Ken, ella se había convertido en mi Barbie. Aspire un poco de aire y poco a poco lo fui soltando por la boca, soplándole primero por detrás de la oreja, descendiendo por su cuello hasta llegar a sus pechos, primero soplé un pecho, note como se endurecía poco a poco, y a continuación fui con la mayor lentitud hacia el otro. Proseguí mi descenso hasta llegar a la altura de su ombligo.

En ese momento sonó una melodía polifónica que rompía el ambiente que había creado, ella impulsivamente se movió con intención de coger el móvil, a lo que yo respondí de manera negativa con una mirada desafiante, ordenándole que se mantuviera en el sitio. De un salto baje de la cama, y me giré para ver que continuaba inmóvil sobre la cama. Después de buscar entre el montón de ropa que habíamos formado, intentando ir lo más rápido posible, para que no se despertará su madre. Encontré el móvil, y en la pantalla pude leer, mi chico.

Me incorporé a la cama, me puse delante de ella, con el móvil en la mano, y se lo acerque al oído diciéndole que hablara con total naturalidad. Cogió el móvil, se lo puso en la oreja, mientras yo permanecía inmóvil delante de ella.

¡Hola cari! ¿Qué tal? ¿Qué haces llamándome a estas horas?

Nada que estaba cansado después de trabajar, y necesitaba hablar contigo porque te echo un montón de menos.- le respondió su novio.

Mientras la conversación fluía con total normalidad, noté como Susana intentaba cortar lo antes posible la llamada, pero susurrándole al oído le dije, quiero que aguantes el máximo posible hablando. Ella me miró con cara de resignación y se dejó llevar. Mientras ella le contaba a su novio lo que había hecho ese día, yo con las yemas de los dedos de ambas manos comencé a recorrer muy delicadamente todo su cuerpo, escuchando de vez en cuando como ella soltaba algún que otro suspiro, a lo que su novio le preguntaba si se encontraba mal, y ella replicaba que no que tenia sueño.

La situación de tener a una chica a mi merced, mientras estaba hablando con su novio me ponía a cien, mi amigo estaba más animado que yo cuando vi por primera vez a Sonia, Así que se sitúo en la obertura de su conchita, ella me miró con cara de pocos amigos y me hizo un gesto de negatividad con la cara. Le susurré al oído que estuviera tranquila que no se la iba a meter hasta que no me lo pidiera. Mi amigo empezó a rozar el interior de sus muslos, a acariciar el labio inferior y subir despacito hacia el labio superior. Subiendo y bajando estuvo mi amigo, siempre sin entrar dentro de ella durante un largo rato.

Susana se mordía el labio inferior de la boca, evitando soltar algún sonido que pudiera delatarla, así que decidí plantarle un buen beso en la boca, a lo que ella no pudo aguantarse, colgó y dejo caer el móvil sobre la cama. Pasó sus brazos por mi cuello, mientras continuábamos besándonos, y me empujó tirándome a la cama boca arriba.

Los dos acostados en la cama, paró de besarme y me susurra al oído.

Eres un niño malo, y me has puesto muy mala. Te vas a enterar de lo que es bueno ahora.

¿Tú eres más buena que yo?- le respondí, de nuevo con mis respuestas doble intencionadas.

Ella cogió con la mano derecha a mi amigo, que continuaba con una fuerza imparable, y lo colocó sobre la entrada de su tan deseada manzana.

Ahora te voy a enseñar a entrar y a no hacerme sufrir de esa manera, ¡cabrón!

Y sentándose sobre mi pelvis, se perdió mi amigo entre las profundidades del agujero de los sueños.

Ella saltaba, gimiendo con todas sus fuerzas, olvidándose por completo que sólo nos separaba una pared de la habitación de sus padres. Yo en ese momento tampoco me acordaba de mi angelical Sonia, estaba inmerso en el placer que me estaba dando esa belleza. Cuando estaba cerca de llegar al momento crucial, le dije que se quitará, a lo que reaccionó enseguida, sacándola con un ágil movimiento de pelvis.

Se sentó a mi lado y poco a poco acercó su cara a mi amigo, quedándose su nariz a dos centímetros. "Ahora vas a sufrir tu", Y con la lengua empezó a recorrer todo el cuerpo de mi amigo, llegando a su cabeza y dándole un dulce beso. Ahora en dirección contrario a la anterior volvió a recorrer a mi amigo con la puntita de la lengua, mi amigo iba a explotar, ella lo notó y paró de besarle. Y mirándome a los ojos me dijo, "¡a que jode!" A lo que yo reaccioné riéndome, y cogiendo a mi amigo con la mano derecha, con solo dos meneos mi amigo echo todo lo que llevaba dentro, mojando a mi envenenada compañera toda la cara y cabello.

Eran ya las 3 y no quería quedarme a dormir allí, así que me levanté de la cama, me puse la ropa como pude, mientras ella me observaba acostada desde la cama, ya vestido le dije que me acompañara a la salida, ella me dijo que no quería que me fuera que me quedara con ella, le dije que no, que mañana tenia que despertarme pronto para abrir la oficina. Ella lo comprendió y me dijo queme fuera solo que ya sabia donde estaba la salida. Le sonreí, me acerque a ella le di un leve beso en los labios y le dije hasta mañana.

Salí de su habitación sin hacer apenas ruido, pasé por el salón de puntillas lo más rápido posible, por fin alcancé la puerta para irme, la abro y escucho abrirse a la vez la puerta de la habitación de sus padres. Me quedo inmóvil en la puerta sin poder moverme, y observo como asoma la cabeza una persona. Se gira a un lado, al otro y cruzamos las miradas, ¡era Sonia!. Al verme ella me mira, sonríe y me hace un gesto de despedida con la mano, al que yo respondo y a continuación salgo cerrando detrás de mi la puerta.