Pasando límites
-ahí esta la puta- fue todo lo que alcance a oír, Alex se abalanzó sobre mí, sus manos recorrieron mi cuerpo sobre la ropa, sin hacer caso alguno a mi rechazo, me arrojó de golpe sobre el sofá
Roberto, el compadre de mi padrastro no me había visto desde la muerte de este y al encontrarnos casualmente no tardó en invitarme a su casa, yo sabía lo que ello significaba y sólo pensarlo me excitaba, era un pervertido de marca mayor, por lo que no dejé de escribirle durante esa semana, provocándole algunas veces, rogándole otras, pero parecía no importarle y esa indiferencia me enrabiaba, le enviaba fotos, le insistía, pero nada parecía convencerlo, me frustraba pensar que había perdido su interés en mí, por lo que al recibir su llamada no pude evitar decir que sí rápidamente a su invitación.
Como me había dicho llegué a su casa y no había nadie, me había pedido que preparara todo, pero además de acomodar algunas botellas no sabía que hacer, ordené un poco, puse música y sólo esperé, el paso de tiempo me ponía ansiosa a la vez que me excitaba imaginando lo que podría suceder, lo sentí en el portón, no venía sólo, a su lado el viejo Ale, nunca había dejado que Alex me culeará, me daba un poco de repulsión, no era su exagerada gordura, no su apariencia falta de higiene, era algo que transmitía su persona, abrí para recibirlos, -ahí esta la puta- fue todo lo que alcance a oír, Alex se abalanzó sobre mí, sus manos recorrieron mi cuerpo sobre la ropa, sin hacer caso alguno a mi rechazo, me arrojó de golpe sobre el sofá, a la fuerza arrancó mis pantalones, una cachetada en la cara fue suficiente para que me diese cuenta que no podría oponerme, mientras me despojaba de mis calzones, levantó mis piernas acomodándolas en sus hombros y ensartó de golpe su miembro en mi concha, lo sentí deslizarse hasta mi útero, haciendo escapar todo el aire de mis pulmones, en un quejido de dolor, se movía brutalmente en mi interior aserruchando sobre mi cuerpo sin que yo pudiese hacer nada, con mi conchita totalmente bañada en sus propios jugos trataba de aprisionar esa daga de carne forzándome a cerrarla en un deseo imposible, mientras le rogaba que se detuviese, me escupió la cara, saliendo de mi cuerpo, me obligó a dar vuelta, - tu poto maraca, quiero tu poto -, abrió con sus manos mis pulposas nalgas acomodó se verga a la entrada de mi recto y de un golpe la enterró venciendo cualquier resistencia que mi esfínter pudiese oponer, un grito desgarrador salió de mi garganta al sentir como rasgaba mi culo, más no pareció importarle, pues con sus manos en mi nuca hundía mi cara en el sillón mientras su verga entraba y salía de mi cuerpo, una y otra vez, recordándome que sólo era una puta, tiro de mi pelo obligándome a arquear mi espalda, sus manos aferraron mis tetas que apretó hasta hacerme doler, entonces pude ver como Roberto se masturbaba frenéticamente -te gusta, cierto, te gusta- le dije sin dejar de mirarlo ni obtener respuesta, las caderas de Ale chocaban en mis nalgas, enterrando su mástil profundamente en mis intestinos, para volver a salir totalmente de mi recto dándome un segundo de alivio antes de volver a clavar toda su verga de golpe hasta lo más hondo de mi culo, sentía como si me perforase el estómago cada vez que la enterraba con todo el peso de su cuerpo, hasta que mantuvo su verga totalmente enterrada en mi cuerpo mientras su leche bañaba mis interiores, dejando caer su cuerpo sobre el mío, aplastándome con su peso, creí que había terminado, pero sus dedos se clavaron en mi culo, penetrándome con ellos - mira cómo te saco el moco perra reculia -, su mano se movía con rapidez entrando y saliendo de mi culito, sentía como vibraban mis nalgas al ritmo impuestos por sus movimientos, mis resoplidos, ruegos y grititos ahora le pedían, le rogaban que no parara y sólo anunciaban el orgasmo que me recorrió entera haciéndome temblar involuntariamente, entonces me tomo del pelo levantando mi cabeza y llevó sus dedos a mi boca obligándome a chupar su semen extraído de mi culo que resbalaban por sus dedos, creo que ni yo ni él lo esperaba, lamí la totalidad de su mano buscando que nada de su semen se perdiese, mientras él se alejaba liberando mi cuerpo, me dio unas fuertes nalgadas mientras decía -así se culean las maracas culias como vos, hasta dejarte el poto abierto y lleno de moco -.
Estaba adolorida, sin embargo, también estaba encendida, le di las gracias mientras el bebía casi sin prestarme atención, casi me arrastré donde Roberto que ya se había derramado hace rato, llevé mi mano su verga por sobre el pantalón, no dijo nada, sólo acarició mi pelo, lo que para mi fue suficiente, por lo que baje mi cabeza y mordí suavemente su miembro sobre el pantalón, lo sentía erecto y duro, abrí el cierre y con mi mano liberé su verga, la lamí en toda su extensión, mientras sus manos afirmaban mi cabeza, abrí mi boca dejándola alojarse en ella y comencé a chuparla, la saque humedecida para limpiar con mi lengua los restos de semen que aparecían pegados a su glande, sus manos presionaban mi nuca obligándome a introducirla hasta mi garganta, una y otra vez, la saliva inundaba mi boca resbalando por su miembro, - muestra el poto maraca o andai tímida- me dijo, por lo que me acomodé a cuatro patas sin sacar su verga de mi boca, exponiendo mi trasero al espejo por el cual el podía verlo en todo su esplendor, con su verga en mi boca subía y bajaba por ella, mi lengua jugaba en su glande mojándolo con mi saliva cada vez que me atragantaba al enterrarlo profundamente en mi garganta buscando que su semen alimentase mi lujuria, de pronto tiró mi pelo tratando de sacar su miembro de mi boca, lo que hizo que yo lo llevase aún más profundo en la misma -hija de la perra te voy a tirar toda la leche- alcanzó a decir, dejando que su explosión golpeara mi garganta, atragantándome, pero sin perder una gota de aquel delicioso néctar que tragué con fruición, dejándome luego caer a su lado.
Roberto era un hombre amable, fuera del sexo lujurioso que tenía, no sólo conmigo, de hecho, también lo había tenido con mis hermanas en vida de mi padrastro, era una persona totalmente normal, por eso no me llamó la atención su preocupación por mí, ya pasada la violación de la que había sido objeto, - te conozco desde pequeña ¿no te molesta que te trate como puta? - me dijo, casi con ternura le explique que en mi vida sexual siempre ha sido así, una espiral de excitación y degradación que no sólo me gusta, sino que he buscado de manera constante, que mi placer lo encuentro en dar placer, sintiendo que me usan y abusan, que me calienta sentirme como un objeto que se usa y se bota, era temprano, le dije que iría a casa de mi madre, que invitara algún amigo, -¿vuelvo?- le pregunté, - vuelve - escuche mientras cerraba la puerta.
Caía la noche cuando regresé, no estaba solo, sentados en el living estaba él y quien me presentó como su sobrino, Mario, un hombre de unos cincuenta años, quien tímidamente me halagaba indirectamente conversando con Roberto, pidió de beber lo que hizo que me parase para ir en su búsqueda, cuando para mi sorpresa salió de la cocina mi hermana, semidesnuda - sólo vengo a ayudar - me dijo riendo y sentándose al lado de Roberto quien inmediatamente llevó sus manos a sus tetas, - que esperas putita - me dijo ella, por lo que inmediatamente me desvestí quedando sólo en colaless, me acerque a Roberto y sacando la mana de mi hermana me monté a horcajadas sobre él clavando su verga en mi concha, mientras mi hermana estiraba mis pezones y los apretaba hasta hacerlos doler, mi culo que estaba totalmente ofrecido fue inmediatamente ocupado por un dedo de mi hermana que a la vez chupaba la verga de Mario, apoyó la verga de este en mi puerta trasera separando mis nalgas, forzaba mi esfínter mientras de mi garganta salía un suspiro de dolor y placer, acariciaba mi cabeza - la sientes como te rompe el culo - me preguntó, mientras yo sólo podía afirmar ahogada de dolor sintiendo casi rasgarse las paredes de mi recto, - dale, daleee, dale -, la escuchaba decir, mientras las caderas de Mario golpeaban mis nalgas y la verga de Roberto parecía reventar mi útero, la falta de coordinación me ahogaba sentía sus dagas perforar mi cuerpo, ella me tiró el pelo obligándome a levantar mi cuerpo permitiéndole asirse de mis tetas, yo como podía empujaba mi cuerpo a contrapelo de las estacadas para lograr una mayor penetración en mi culo, sentía la respiración agitada, el sudor de ambos en mi cuerpo y sólo pensaba en darles placer, , - concha su madre la puta rica - escuche decir a Mario, estaba totalmente llena, sintiendo los quejidos de ambos, mientras mi hermana chupaba mis tetas y Roberto jugaba con su lengua en mi oído, el placer me invadía y no pude aguantar más, aprete mi culito atrapando esa verga y me dejé llevar por un orgasmo que flectaba mi espalda y apenas me permitía respirar, - no pares, métesela profundo en el culo - dijo mi hermana a mi violador, mientras este seguía trepanando mi culo, mis gritos de placer llenaban el lugar, su penetración seguía fuerte, discontinua, sacaba su pene demorando un pequeño segundo en llevarlo adentro con toda la fuerza que le era posible, pasado mi orgasmo el dolor invadía mi cuerpo, mis piernas temblaban, mi jadeos ya no eran de placer sino de dolor pero me excitaba sentir su goce, mi cuerpo y mi mente estaban divorciados, mis carnes sufrían en tanto yo sólo deseaba que no parasen de romperme, mi hermana mordía mis pezones y parecía leer mi cuerpo y mi mente, -denle, denle, el culo es suyo, la zorra es suya- les decía ella, mientras yo sólo rogaba siguiesen penetrándome con sus varas candentes, hasta que sentí como el tibio semen de Mario aliviaba el dolor de mis intestinos y el de Roberto me escurría por las piernas saliendo de mi concha totalmente abierta,
Ella viendo que me dejaba caer sobre el cuerpo de Roberto me tomó del pelo, sin importarle mi grito de dolor, me arrodilló en el suelo frente a ambos y me dio dos cachetadas, escupió mi cara, mientras sus dedos se introducían en mi boca hasta provocarme arcadas, respiraba agitadamente cuando acercó su concha a mi boca -chupa perra - me dijo mientras frotaba su vulva en mi cara, que sin previo aviso recibió un chorro de sus orines a la vez que me ordenaba abrir mi boca llenándola de su líquido caliente que resbalaba por mis comisuras, mis hombros y mis tetas, terminó y me ordenó ponerme a cuatro patas, llamó a Mario y acercó mi cara a su culo que comencé a chupar abriendo sus nalgas, insertando como podía mi lengua, lamiendo y limpiando su trasero mientras le sentía quejarse, a la vez que ella chupaba su verga y tomándolo de sus caderas lo empujaba contra mi boca, llamó a Roberto y casi le ordenó que me trepanara el culo, este metió su verga profundamente en mi ano, dejándolo adentro sin moverse, intente gritar, pero ella tirando de mi pelo pegando mi cara al culo de Mario, aprete instintivamente mi culo sentía como si me sangrase, -meala- le dijo y Roberto retirando un poco su verga, sin sacarla, comenzó a descargar su orina en mi culo -si la dejas arrancar te saco la chucha- le escuche decir por lo que al momento que dejaba de chupar la Verga de Mario quien sin perder el tiempo se dio vuelta y la clavó en mi boca, la sentí volver acercó una jarra a mi culo sacando a Roberto y ordenándome soltar los orines de mi culo, -ahora tu- le dijo a Mario el cual sin esperar abrió mis nalgas y comenzó a aserruchar mi culo, el dolor era insoportable, pero ella me tenía afirmada sin dejarme escapar, estaba llorando abiertamente, sintiendo el movimiento de la verga de Mario entrar y salir de mis tripas -pídelo puta, pídelo- , yo sabía que eso aumentaría mi dolor, pero también el placer que sentía de saberme tan degradada -rómpanme la raja, por favor, reviéntenme el culo - chillé, mientras una vez más Mario llenaba de semen mi recto.
Quedé tirada en el piso, veía a los tres sentados en el sofá descansando, pero ni siquiera podía moverme, no supe que hablaban entre ellos, sólo la vi acercarse ató mis manos con una cuerda y pasándola por una viga del techo comenzó a jalarla obligándome a pararme, mis brazos extendidos al cielo hacían resaltar mis tetas que siendo grandes parecían serlo aún más, mis pies apenas tocaban el piso, abrió mis piernas y acercó su boca a mi conchita, jugaba con su lengua en mi clítoris, introducía sus dedos moviéndolos en mi interior, mantenía mi clítoris con sus labios mientras su lengua cual mariposa revoloteaba en él, el placer me invadía, mis piernas tiritaban no pudiendo aguantar más deja escapar mis fluidos en su cara, aunque sabía lo que aquello significaba, no era primera vez que me hacía mismo, salió de entre mis piernas, se perdió de mi vista, podía ver a Roberto y Mario masturbarse sentados en el sofá, cuando un cinturonazo se estrelló en mi culo, grite de dolor, la vi frente a mi justo cuando descargo el cinturón en mis tetas, otro y otro, veía su cara de excitación, veía las vergas iniestas de ellos, entonces me bajo para dejarme al alcance de sus vergas que chupe alternadamente hasta que ambos se descargaron en mi cara dejándome embadurnada de semen.
Me descolgó por completo quedando nuevamente tirada en el suelo, estaba de espaldas amarrada de manos, Roberto afirmó mis brazos y Mario mis piernas, entonces la vi ponerse de cuclillas en mi pecho, la sentí pujar, veía sus tetas, la risa dibujada en su rostro, y su orina lavó mi cara, abrí mi boca para recibir su liquido tibio que sobraba mi capacidad de tragarlo, acercó su culo a mi boca y tirando de mi pelo me obligó a chuparlo y lamerlo, trato de introducir mi lengua cuando siento su caca saliendo entre sus nalgas, corrí mi cara pidiéndole que parase, pero me tomó del pelo y se sentó en mi rostro, me ahogaba y abrí mi boca buscando aire, sentí su mierda en mi lengua, mientras me movía desesperadamente tratando de evitarlo, traté de escupir pero ella presionó aún más fuerte contra mi rostro, se levantó diciendo no sé qué, mientras yo escupo con sus manos esparce su caca por mi cara y cuerpo, para terminar vaciando la jarra de orines de antes, en mi cara, los tres me miraban de pie, con asco y yo sólo podía pensar que soy una mierda, le pido que me desate, y comienzo a masturbarme, frotaba fuertemente mi clítoris pero mi orgasmo no llega, estoy exhausta, pero no dejo de hacerlo, sólo pienso que ese es mi lugar, una basura como la puta cerda que soy, un temblor recorre mi espalda, mis piernas se cierran apretando mis manos, todo el aire sale de mis pulmones mientras un último orgasmo posible me hace convulsionar, -amaretto- le dijo con mis últimas fuerzas.
Entonces se acercó, me desató, me levantó y casi arrastras me llevó al patio, me tenía abrazada cuando sentí el chorro de agua fría en mi espalda, se limpio y me limpio, la espuma del champú era un alivio en mi maltratado cuerpo, me dio desinfectante bucal, el frio me hacía dar saltitos a la vez que me recuperaba, entramos mojadas y riendo, nos secamos mutuamente, y sólo en colaless volvimos al living, Roberto y Mario estaban en bóxer, sin preguntarles pedí unas pizzas y sin preguntarnos nos fuimos a la pieza a comer los cuatro cuando llegaron, ninguno tenía la intención de irse, recién era sábado y todos sabíamos que seguiríamos el fin de semana.