Pasajes: Apuesta.

"...Os dirigís a casa de un matrimonio, amigos de Alfonso, a cenar..."

"...Os dirigís a casa de un matrimonio, amigos de Alfonso, a cenar.

-¿Tu marido te pide con frecuencia que se la chupes? .

-Mi marido nunca me ha pedido nada así, ni yo me atrevería a pedírselo a él.

-¿Y con otros novios? .

-Mi marido ha sido el único novio que he tenido.

Alfonso te mira como si no acabara de creerse lo que dices.

-¿Soy el primero al que se la chupas?.

-Sí.

-Pues hoy mi amigo será el segundo...

Piensas por un rato que se trata de una pareja liberal, y haréis un intercambio o algo así.

-Olga, la mujer de mi amigo, es una mujer extremadamente pedante. Llévale todo el rato la razón, y haz ver que todo lo que dice es muy interesante, aunque aburra a las ovejas.

Asientes con la cabeza.

Llegáis. Os presentan. Mantenéis una aburrida conversación, donde Olga es la protagonista. Cenais. Habéis acabado de cenar y os sentais en el sofá del salón.

-Los celos son el reflejo de la inseguridad de cada uno- dice Alfonso-. Si ahora, por ejemplo, ella se arrodillara frente a tu marido, entre sus piernas, se cubriera la cabeza y parte del cuerpo con una manta y fingiera hacerle sexo oral, se despertarían tus celos, o lo que es lo mismo... tus miedos, tu inseguridad, y pedirías que dejara de hacerlo, y eso demostraría que eres...

-Estás muy equivocado, no me molestaría.

-Vamos Olga, no te engañes.

-Después de tantos años, y que poco me conoces Alfonso.

-lo suficiente como para saber que no lo soportarías.

-¡Por Dios!, ¿lo sabré yo?... haz la prueba si quieres... si a mí me da igual.

Alfonso suelta una carcajada, mientras que su amigo, con cara de circunstancias, sigue la conversación sin pronunciar palabra alguna.

-Me parece divertido... ¿tu que opinas, Luis?.

-No sé...

-Pues probémoslo. "M", coge ésa manta mismo.

Debes fingir que le desabrochas el pantalón y le practicas el sexo oral, pero Alfonso no quiere eso, Alfonso quiere que se lo desabroches de verdad y se la chupes. ¿Y si Luis no quiere?, ¿ y si te rechaza y te descubre?. Coges la manta que está colgando sobre el respaldo del sofá; es una manta de cuadros marrón, bastante grande y gruesa. Luis abre tímidamente las piernas y te arrodillas ante él, te inclinas hacía delante y te cubres con la manta. Oyes la voz de Alfonso.

-Ha cambiado tu cara, Olga; estás segura de que no te importa...

-No digas tonterías.

Coges con ambas manos el cierre del pantalón, haciendo presión (expresamente) con las muñecas sobre su paquete. Lo notas algo abultado, pero no demasiado. Frotas un poco mientras desabrochas el pantalón sin que su amigo te frene. Puede hacerlo en cualquier momento, pero a cada segundo que pasa, el bulto que hay debajo va creciendo, y las probabilidades de que te descubra menguan. Bajas la cremallera.

-Ahora le estará bajando la cremallera, Olga.

-Sé que no... así que no me molesta.

Has bajado la cremallera, por lo que ya es imposible que te descubra, pues su esposa se daría cuenta de que sí se la ha dejado bajar y, encima, está excitado. Metes la mano por debajo de sus calzoncillos y le agarras el miembro para sacarlo. Está completamente rígido y tieso; lo levantas y te lo metes en la boca.

-Pareces incómodo Luís, tanto como tu mujer. Cualquiera diría que lo está haciendo de verdad

Olga ríe, una risa falsa, forzada, inquieta.

-Si lo que intentas es ponerme celosa, no lo estás consiguiendo, y además, esto me parece una estupidez.

Comienzas a mover la cabeza arriba y abajo, frotando el sexo que late entre tus labios. En ocasiones, el pene se hincha como si estuviera a punto de estallar.

-Yo creo que ya es suficiente- dice Luís, con la voz temblorosa.

Aumentas el ritmo de tu cabeza.

-Se trata de un pequeño experimento, amigo Luís.

Te ayudas con la mano para masajearlo y a los pocos segundos te llena la boca con su semen. Lo tragas, para no dejar rastro, y se la chupas para limpiarla. La metes debajo de los calzoncillos, subes la cremallera y le abrochas el botón.

-Hace mucho calor debajo de esta manta- dices, mientras la retiras.

Observas la cara de Olga cuando te levantas. Tiene la sonrisa ladeada, algo forzada, y finge no importarle lo que acaba de ocurrir. Alfonso acaba dándole la razón, y admite que se ha equivocado, que indudablemente se trata de una persona sin el más mínimo sentimiento de celos, y ello delata la seguridad en si misma y la inteligente. Alfonso sabe que, inflando su ego, no despertará su ira, y ello evitará una posterior pelea entre el matrimonio..."