Pasado tormentoso (7)

Capitulo 7

CAPITULO 7 – el que busca, encuentra…

Desde ese fogoso encuentro con María Fernanda, han pasado casi 15 días. Esta última semana de trabajo ha sido agitada, y entre una cosa y la otra, hemos sacado algo de tiempo para vernos y “conocernos”. Felizmente es viernes, hoy regresa Dayana, tengo tanto qué contarle…

Estaba terminando de hacer la verificación diaria del estado de la red y los servidores de aplicaciones, un café que apaciguaba un poco el frío que hace en la sala de servidores y un poco de música, hacían amena la tarea. Escuchaba una canción de Metallica, de mis favoritas, Fade to Black. Tarareaba alegre y relajada cuando empiezo a notar comportamientos extraños en la red. Exporté unos reportes del IDS (sistema de detección de intrusiones) y puse a trabajar a los analistas en ello.

Me retiré a mi oficina para firmar algunos documentos que tenía pendientes y para hacer un análisis independiente de los datos del IDS, había indicios de irregularidades a nivel de sistemas y necesitaba analizar adecuadamente esos datos, era delicado lo que había detectado. Estaba distraía revisando todo cuando sentí que alguien irrumpió bruscamente.

- ¡Desgraciadaaa! – Sí, era Dayana, más tostada que de costumbre, por fuera y por dentro.

- Pero mira nada más, llegó mi prostituta favorita – le dije de vuelta.

- Dame un abrazo mi amooooooooooor – se colgó de mi cuello y empezó a darme besos por todos lados, la frente, las mejillas, la nariz…

- Suficiente amor por hoy… quiero escucharlo todo, con lujos y detalles.

- ¿Aquí? Nonono, tenemos que ir a un lugar, hay que celebrar.

- ¿Exactamente qué estamos celebrando?

- La vida, el amor, el sexo, la piña colada, las vaginas, ¿quién necesita un motivo?

- Vaya, veo que estas dos semanas te han hecho volver a ser la Dayana universitaria.

- Jamás me había sentido tan bien, estoy feliz. Vamos al apartamento, nos arreglamos y vamos de fiesta.

- Si es por las buenas…

- Y no olvides a tu novia…

- ¿Novia?

- Lo sé todo, ¿olvidas que Helena es amiga de María Fernanda?

- Pensándolo bien, tenemos bastante de qué hablar, empezando tienes que decirme qué es lo que te han contado.

- Le preguntaré a María Fernanda si tiene planes para esta noche, dame un momento.

- ¿Saldrás para llamarla? Cuanta confidencialidad – dijo en tono dramático.

- Ella está aquí, voy a buscarla.

- Veo que no me contaron todo.

Atravesé el pasillo para llegar hasta la oficina de María Fernanda, que estaba en el otro extremo. Toqué la puerta.

- Adelante – le escuché decir.

- Hola, ¿tienes un minuto? – me fui acercando a ella poco a poco.

- ¿Para ti?, tengo los que quieras.

- Bueno saberlo, porque quiero muchas cosas – la tomé de la cintura y comencé a besarle el cuello.

- Grrr, alguien por ahí quiere pelea – me susurró en el oído.

- Eso y preguntarte algo.

- Dígame, señorita – Decía mientras me besaba repetidamente los labios.

- Sabes que Dayana está de vuelta, y quiere que vayamos a tomar algo y “celebrar”, me pidió expresamente que te llevara conmigo.

- ¿Qué celebramos?

- Habló de vaginas y piñas coladas, entre otras cosas, creo que tu amiga hechizó por completo a mi amiga.

- Y tú me hechizaste a mí por completo.

Comenzó a besarme lentamente, la abracé a mí con fuerza, fue un beso intenso, de esos que te hacen sentir un vacío en el epigastrio y te roban un suspiro cuando acaban.

- Qué romántica escenita la de este par, Eva, menos mal que solo ibas a preguntarle, me iba a secar allá esperándote. – Irrumpió Dayana algo arisca.

Nos separamos entre risas, me di vuelta y abracé a mi amiga.

- Perdóname Dayana, es que estábamos terminando de conversar un par de cosas.

- Sí, estaban terminando de devorar un par de lenguas, será…

- Bueno, ya deja el drama, estás insoportable – Dije entre carcajadas.

- Cuéntame, ¿ya le dijiste a mi cuñadita?

- Ya estoy al tanto de tu plan, y justo estaba a punto de decirle a Eva que me encantaría ir.

- Perfecto, vamos a mi apartamento, Eva, ¿andas en carro?, le dejé el mío a Helena mientras iba a su casa a dejar sus cosas, ella lo va a llevar a mi apartamento y nos va a encontrar allá.

- Andando entonces.

En ese momento, tocaron la puerta, me acerqué para abrirla. Era uno de los muchachos de mi equipo de trabajo.

- Disculpe que le interrumpa, Ingeniera. Terminamos el análisis que pidió, aquí está el informe – me entregó un dossier de varias páginas y se retiró de la puerta.

- Gracias, Carlos. Chicas, iré por mis cosas a mi oficina, bajen a esperarme en el estacionamiento.

- No demores – dijo Dayana, mientras llevaba de un brazo a María Fernanda.

Fui a mi oficina a toda velocidad, cerré la puerta, y no pude evitar ojear el dossier y comencé a compararlo con los análisis que hice aparte.

- Imposible… esto no puede ser…

Recogí todo, lo guardé en un bolso y bajé. Traté de componerme para no tener que responder preguntas.

- Perdonen la tardanza, ¿nos vamos?

- Ya era hora, mujer – Dijo una impaciente Dayana.

María Fernanda solo me miró y frunció el ceño en señal de extrañeza, me hizo señas como para preguntarme si pasaba algo. Mientras nos montábamos en el carro, le negué con la cabeza que pasara algo. Y no, no me creyó.

Ya en el apartamento de Dayana, la esperaba Helena, nos percatamos porque vimos estacionado el carro de Dayana. Se ruborizó en cuanto comenzamos a bromear con ella por Helena.

- Hasta llave tiene la nueva dueña – le dije entre empujones.

- Mira quien habla, que la tienes a veinte pasos de la puerta de tu oficina.

- Ella estaba ahí antes que yo llegara, eso no cuenta.

- ¿En serio?

- Sí, dos meses antes.

Entramos al apartamento, y ahí estaba Helena esperando. Luego de los saludos y abrazos, nos preparamos para ir al local de baile.

- Viernes, local lleno, buena música, compañía perfecta – Decía Helena, abrazando a Dayana.

Buscamos una mesa, y pedimos bebidas, como de costumbre. Tras un par de horas se me hizo cuesta arriba mantener el entusiasmo, me sentía cansada, y lo que estaba sucediendo en ese momento en la empresa me tenía algo inquieta.

- Dime qué ocurre, Eva… te percibo contrariada – interpelaba María Fernanda, algo preocupada.

- Solo estoy agotada, no tengo ese espíritu fiestero de mi amiga, pero nunca le digo que no.

- ¿Y si nos escapamos, te quedas conmigo, te doy un masaje y duermes un poco?

- Suena tentador, pero luego ¿quién se encarga de las tortolitas?

- Ya pensaré en algo. No me siento bien si no estás bien, y créeme que no habría venido de haber notado tu cansancio cuando estábamos en la oficina. Te habría llevado a mi casa y te habría preparado un té o algo.

- ¿Por qué eres tan linda conmigo?

- Me coges rico.

- Buen punto.

Me besó con ternura, se levantó y fue al baño…

Tardó más de lo que habría querido, cuando regresó me extendió su mano.

- Espérame afuera mientras hablo con Helena.

No me siento muy a gusto con esa clase de trato dictatorial, pero asentí sin más. Cuando iba en dirección al estacionamiento, mi teléfono comenzó a sonar, era un número que no tenía registrado.

- ¿Ingeniera? – Era la voz de una mujer, sin embargo, no me resultaba familiar.

- ¿Quién habla? – Pregunté con firmeza.

- Disculpe que le llame a esta hora. Formo parte de su equipo de trabajo, casi no me ve porque estoy la mayor parte del tiempo en análisis de datos y…

- ¿Victoria?

- Sí, señorita.

- Cuéntame, para que me hayas llamado debe ser urgente.

- Es respecto a los análisis de hoy, sé que le encomendó la tarea a los analistas, pero ayudé a Carlos y a los demás a preparar el dossier.

- Ahora entiendo. Llegaste a resultados muy similares a los míos. Aprecio tu aporte.

- No me agradezca todavía, que lo que tengo aquí en este momento es lo que de verdad necesita ver.

- ¿De qué hablas?

- Es grave y necesito mostrarle hoy mismo los datos, es riesgoso hablar por teléfono, dígame dónde nos encontramos.

- En 20 minutos en la oficina, espérame en el estacionamiento y lleva todo.

Algo muy malo debía estar pasando para que me citen con tanta urgencia… tenía que hablar con María Fernanda. Volví a entrar en el local, vi a mi amiga sentada, sola, y no vi a María Fernanda por ningún sitio. Me acerqué a ella y le pregunté por las muchachas.

- Ni idea mi amor, se fueron por ahí y tengo rato aquí, sola.

- Escúchame, debo irme, estaré pendiente para pasar a recogerlas, pero ahorita necesito resolver un inconveniente, yo llamo a María Fernanda y le explico.

- Pero, ¿qué pasó?

- Escucha, no puedo hablar ahorita, si te pregunta dile que yo quedé de llamarla, y necesito que me avisen cuando vayan a salir de aquí para buscarlas. Sé buena y no bebas tanto.

- Me debes una explicación.

Salí a toda velocidad a la oficina, efectivamente, al llegar, estaba Victoria, una joven promedio, físicamente hablando, baja estatura, algo pasada de peso, cabello liso recogido en cola, ojos vidriosos y castaños, pero brillante por lo que estaba logrando dentro del equipo. La saludé y de inmediato subimos a mi oficina.

- Bien, dime qué es eso que amerita mi presencia aquí a estas horas – le pedí los documentos.

- Eso que tiene en sus manos, es un estudio que vengo haciendo de forma independiente desde hace mes y medio aproximadamente, el anterior Ingeniero no prestó mucha atención a los datos, pero hoy, cuando usted pidió esos análisis, supe que había visto lo mismo que yo .

- Prosigue – le indiqué mientras ojeaba los datos.

- El sistema está diseñado para prevenir intrusiones, pero, posee otras bondades que al parecer el anterior Ingeniero ignoraba. Es capaz de detectar bloques de instrucciones que provienen de adentro.

- Eso es elemental, ¿cómo es que no iba a saberlo?, peor aún, ¿a dónde quieres llegar con esto?

- Nos atacan desde adentro.

- ¿QUÉ DICES? – esto último me alarmó.

- Lo digo con toda la responsabilidad.Si se fija en estas líneas que subrayé para usted, el origen de las instrucciones tiene una dirección IP privada. La mala noticia es que por usar un servidor de DHCP sin asociar las direcciones físicas a las direcciones IP, no tenemos una forma rápida de trazar la ruta completa...

- Conque man in the middle. ¿A dónde quieren llegar?

- … pero, hice la tarea completa, de otra forma, no le habría pedido venir. Revisé las últimas direcciones IP registradas en el histórico del DHCP, y si bien no están las anteriores, tengo los nombres netbios de los últimos equipos que tuvieron asignada esa dirección IP. Luego, para comparar, hice una búsqueda rápida del nombre netbios del equipo con esa dirección IP en este preciso momento y el equipo está en administración.

- Muéstrame.

A medida que iba caminando, se iba acercando a la oficina de María Fernanda, empecé a sentirme nerviosa, pero aparentemente Victoria tenía suficientes motivos para llevarme ahí.

- El resto de equipos de administración está desconectado. Solo aquí no pude entrar, por obvias razones, y sé que el equipo está encendido, mire el destello bajo la puerta.

- No entiendo… tiene que haber algo más. Vamos a jugar inteligentemente esto. ¿Quién más sabe hasta dónde has llegado?

- He tratado de ser hermética con esto porque es delicado, así que solo yo. Por eso intervine cuando pidió el análisis, para evitar fugas.

- Bien hecho… pero me habría gustado que al llegar me comentaras todo esto.

- Como le dije, al ver que sabía lo que hacía, me animé a hablar con usted, nunca me han tomado en cuenta aquí.

- Eso cambiará. Necesitamos un plan. Por lo pronto, quiero que el lunes a primera hora se auditen los equipos, en especial ese. ¿Cómo te llevas con la programación?

- Me considero competente, ¿qué tiene en mente?

- Quiero un keylogger en ese equipo, y quiero todo volcado en mi correo. Apóyate para lo de la auditoría en Carlos y en… ¿cómo se llama el gordito?

- José Manuel.

- Ajá, José Manuel. No entres en detalles, solo di que lo pedí de rutina, y el lunes no vendré, haré un par de cosas por fuera y comenzaré a tejer los hilos. Es importante que me mantengas informada. Mándame el reporte del DHCP, y busca, debajo de las piedras si es preciso, esa dirección física.

- Así lo haré. Gracias por la confianza.

- Gracias por tu diligencia con este asunto. Es tarde, debes ir a casa. ¿Viniste en taxi o algo?

- Sí, Ingeniera.

- Te dejo en tu casa.

En el trayecto me quedé pensando en muchas cosas, una parte de mí estaba siendo racional y dando directrices con cabeza fría, pero por otro lado, sentía angustia de las cosas que estaba descubriendo. Podría tratarse todo de una farsa, o algo más estaba por suceder.

- Gracias por traerme a casa, Ingeniera.

- Descansa bien, la semana que viene será fuerte.

- Descanse también, se ve agotada.

Le sonreí y pisé el pedal. Eran las 3 de la mañana y quedé en un punto muerto, era mucha información la que debía procesar. ¿Qué debía hacer?

suena el teléfono

- María Fernanda, disculpa que me haya ido así, tuve que resolver algo. Ya voy en camino a recogerlas.

- No hace falta, Llamamos un taxi, estamos en casa de Dayana. Ven.

Colgó la llamada.

- “Algo no cuadra en toda esta situación. Pero, ¿qué?“ – pensé…

Continúa…