Pasado tormentoso (4)

Capitulo iv


HombreFX, el editor de texto me está saboteando los relatos, hahahahaha, le escribí al webmaster a ver si hay forma de arreglarlo, no he recibido respuesta, creo que no tiene solución. Espero que este salga bien... gracias por tus comentarios y por seguir la historia.


CAPITULO IV - Cabos sueltos-

Una voz familiar me sacó de mis pensamientos, era la única persona ajena a mí que podía encontrarme ahí en este momento.

- Eva, cuanto tiempo sin vernos.

-              ¿qué haces aquí? – pregunté.

- qué modales los tuyos, ¿así saludas a una vieja amiga?

En ese momento me levanté del suelo, con ayuda de Dayana, quien permanecía en silencio.

- Soraya… no es momento ni el lugar. Si me disculpas, me retiro. Vamos, Dayana. – dije sin hacer contacto visual.

- No pensarás irte y dejarme aquí tirada – pude sentir como me halaba bruscamente hacia ella.

Dayana intervino, la separó de mí y la tomó del cuello.

- Donde le pongas de nuevo una mano encima, me responderás a mí, ¿estamos? – Dayana la retó

- Esto no se quedará así. Tendrás noticias mías pronto – Dijo ella, mientras se zafaba de la mano de mi amiga.

Salimos del cementerio y entramos al auto, Dayana conducía de regreso, era evidente que yo no estaba en condiciones de conducir, mi cabeza estaba repleta de escenas, todo era confuso.

- No quiero ir a mi casa, ¿puedo quedarme contigo? – pregunté apenada.

- Descuida, posiblemente mañana o pasado estaré viajando, así que puedes quedarte con la excusa de que vas a cuidarme el apartamento. Sé cómo es tu madre.Necesitarás algo de ropa, pasamos por tu casa y nos vamos.

- Está bien. Gracias, Dayana.

- Descuida, para eso somos las amigas.

Durante el camino no tocó el tema, pero sabía que en cualquier momento lo haría.

FLASHBACK

Soraya…

La conocí en la universidad, es la clase de muchachita caprichosa que no deja torcer su voluntad hasta que obtiene lo que quiere.

En varias ocasiones se me insinuaba, sin importarle que estuviera presente Ángela, quien solo guardaba silencio ante sus acciones.

Un día, estaba en la biblioteca, repasaba algunos apuntes de cálculo mientras esperaba que Ángela saliera de su última clase. Caía la tarde, el clima estaba frío, había pocos estudiantes por ser casi la hora de cierre.

Estaba concentrada, enfocada, en ese punto que si cae un alfiler al piso lo percibes y brincas del susto… unos pasos de tacón, cada vez más fuertes, se acercaban a mí. Traté de ignorar el ruido. Sentí como unas manos delicadas cubrían mis ojos. Traté de librarme del jueguito, pero fue peor.

- ¿quién es? – pregunté molesta.

- ¿de verdad quieres saber? – capté de inmediato al escuchar su voz. Se trataba de Soraya.

- ¿qué quieres?, basta de juegos, Soraya.

- Te quiero a ti, dentro de mí, ahora. – dijo muy cerca de mi oído, estremeciéndome por dentro.

No fui capaz de reaccionar en contra de lo que se me venía encima, se sentó en mis piernas, abierta de par en par, abrazada a mi cuello y peligrosamente cerca de mis labios.

- ¡bájate!, nos pueden ver – dije nerviosa, mirando hacia la entrada de la biblioteca.

- Que nos vean – dijo sin ningún pudor, mientras estrechaba la distancia entre nuestros labios.

Era muy descocada para vestirse, traía una minifalda que dejaba ver parte de sus nalgas, blusa semi-transparente con top blanco escotado, tan ajustado que sus pechos parecían querer brotar con fuerza. Era una mujer muy hermosa, no podía negarlo, ni resistirme a ello.

Ella comenzó a besarme sin siquiera avisar, puso mis manos en sus pechos, invitándome a tocarlos. En este punto, no había marcha atrás.

Levanté el top, dejando en libertad esos senos perfectos, los lamí uno a uno, los apretujé con lujuria, mordí sin compasión sus pezones, ella buscaba mis besos y yo los correspondía, nuestras lenguas jugueteaban con intensidad, y el ritmo de nuestra respiración se aceleraba cada vez más.

- cógeme, cógeme ahora, justo aquí, lo necesito – dijo jadeante.

Deslicé mi mano izquierda dentro de su minifalda, no llevaba ropa interior, estaba tan empapada que sus jugos se derramaban por mis manos rápidamente.

Comencé a jugar con su clítoris mientras la atraía a mí para besarla, sus gemidos indicaban que iba por buen camino. Movimientos circulares alternados con un deslizamiento suave por todo el pliegue de los labios provocaban en ella sensaciones que la estremecían. La desesperación me ganaba, sin avisar y sin delicadeza introduje en ella dos dedos, gimió, se aferró a mis cabellos y empezó a mover sus caderas marcándome el ritmo.

-          No pares, me encanta – decía mientras se mecía en un vaivén apresurado. Su orgasmo no tardó en llegar.

Gotas de sudor bañaban su cuerpo, sus ojos brillaban, me sonreía y se abrazaba a mí. De pronto, se apartó de mí de forma abrupta.

- Eva… - pude escuchar la voz de Ángela al fondo.

Esto no podía estar pasando.

Me levanté de la silla y me di vuelta. En ese instante mi mundo se vino abajo.

Salí a toda prisa tras ella, pero no tuve oportunidad. Se perdió de vista con facilidad. Le marqué un par de veces a su teléfono sin recibir respuesta de su parte. Me sentí cucaracha en ese momento.

- ¿qué le pasó a tu amiguita? ¿Se puso celosa? – pude escuchar a Soraya regodearse con la escena.

- Ya tuviste lo que querías, ahora déjame en paz – le dije mientras la empujaba contra la pared.

- ¿Que ya tuve lo que quería? Así no funciona querida, a mí nadie me rechaza, tarde o temprano caerías, lo sabía, y ahora que te tengo no te dejaré ir.

- ¿Me tienes? Eres una enferma. Busca a alguien más que te baje la calentura, por mi parte este error no se repite jamás.

- Hace un momento parecías estar muy a gusto “errando”.

- Nadie le dice que no a un vaso de agua.

Al decirle esto, cambió por completo, presumo que di en el blanco, porque la palma de su mano quedó bien delineada en mi rostro. Se fue sin mediar palabras.

Como si no fuera suficiente con todo esto, cerraron la biblioteca, mis cosas se quedaron dentro.

Por suerte mi leal amiga siempre acudía a mi rescate cuando estaba en problemas, no le comenté lo sucedido, al menos no ese día.

No supe de Ángela durante un par de días, si mal no recuerdo. No se le veía por el campus, y seguía sin responder mis llamadas.

Una noche, estando en mi faena de estudio, mi teléfono sonó. Lo tomé de inmediato.

- Eva… ven… – recibí un mensaje de Ángela, era tarde, pero nunca le decía que no.

Uno de los peores errores de mi vida, pagué un alto precio por dejarme llevar.

FIN DEL FLASHBACK

Dayana me sacó de mis pensamientos, habíamos llegado a mi casa. Sin dar mayores explicaciones, busqué algo de ropa y le dije a mi madre que estaría unos días con Dayana en su apartamento.

- No olvides que mañana debes ir a la compañía, tu padre estará esperándote temprano – dijo mi madre.

- Ahí estaré, no te preocupes – respondí a la carrera.

En unos minutos estábamos de vuelta en el apartamento de Dayana. Acomodé mis cosas en una pequeña habitación que no estaba en uso y me dejé caer en la cama.

- Eva. ¿qué fue eso de hace un rato? – preguntó Dayana, recostándose en la cabecera de la cama.

- No lo sé… y no quiero averiguarlo.

- Al parecer está bien informada de tus pasos.

- Sí, es persistente, no sé qué más quiere de mí.

- ¿Y si hablas con ella y lo averiguas?

- ¿Con qué objeto? No hay tema con ella, todo quedó dicho años atrás, su capricho sin sentido, todo lo que arrastró con ella… de verdad ya no quisiera hablar de esto.

- ¿Mucha tentación? – volteó a verme.

- No.Simplemente no tengo nada de qué hablar con ella, ya no se puede devolver el tiempo, todo lo que pude haber perdido ya se ha ido, ya no puede arrebatarme nada, porque no tengo nada… eso…  en tres años no se acercó, tres años en los que me he dedicado a seguir con mi vida después de todo lo que pasó… ahora regreso y de pronto aparece… no sé…

- Calla, ya lo tengo…

- Exactamente ¿qué tienes?

- ¿Y si te vio anoche?

- ¿De qué hablas?

- ¿Crees que no vi lo bien que la estabas pasando con María Fernanda?

- ¿Eso qué tiene que ver con Soraya?

- Mucho. Imagina por un momento que entras en un antro y ves al objeto de tu capricho bailando de forma sensual con una mujer hermosa, incluso más bella que tú. Y las observas toda la noche y no paran de hablar y reír, y bailar. María Fernanda no estaba bailando contigo como lo hizo conmigo las pocas veces que eso sucedió.

- Ya te estás haciendo ideas locas… dejemos el tema hasta aquí.

- Eva, le gustas, y a ti te gusta ella.

- Imagínate, si eso fuera cierto, ya estaría jodida.

- ¿Qué parte exactamente?

- Todo, Dayana, todo. Si tu “teoría de la conspiración” llegara a ser cierta, Soraya se va a meter en cualquier relación que yo tenga… espero de verdad que no sea cierto…

- Te gusta, ¿cierto?

- No es eso, simplemente sería triste arrastrarla a todo esto, peor aún, tener que alejarla.

- Detente, ¿vas a permitir que esa perra controle tu vida?

- Estoy hablando hipotéticamente, obvio no le gusto, y nada va a suceder, no he sentido deseos de estar con alguien más después de Ángela, no haces borrón y cuenta nueva como si se tratara de algo trivial. Ella fue… es todo…

- Sí, todo, y fuiste incapaz de mantener a raya a esa zorra.

Me quedé callada… tenía toda la razón…

- Voy a arreglar mis cosas, lo más probable es que mañana me vaya.

- Hablando de eso, ¿a dónde vas?

- Bueno, Helena me invitó a conocer el hotel que administra su madre – al decir esto se le subieron los colores al rostro.

- Wow, eso sí es una sorpresa, me alegra saberlo – le dije mientras arrojaba una de las almohadas hacia ella.

- Jajajaja, tonta, eso no es todo. Me pidió tu número.

- Y como ¿para qué?

- A veces me provoca golpearte, lo digo en serio… resuelves ecuaciones complejas con facilidad, pero te plantan en todo el frente una situación obvia y estás más perdida que payaso en funeraria.

Nos reímos un buen rato…

Ella continuó con sus cosas y yo pasé la tarde pensando en todo lo que me había dicho, y en el día de mañana, en el inicio de una nueva etapa de mi vida… hoy no fue el mejor de los días, solo quería que llegara a su fin...

Continúa...