Pasado Tormentoso (16)
Capitulo xvi
CAPITULO XVI – No es lo que parece…
Por fin había llegado el día, hoy sería la gran fiesta de fin de año, durante todo el día me mantuve en comunicación con mis padres a través de María Fernanda para estar al tanto de todo, estaba un poco inquieta por los anuncios del día, pero, habiendo pasado por tantas cosas, sentía que nada podía arruinarlo.
Aunque la fiesta comenzaría a las 7, era mi responsabilidad estar antes, así que coordiné con las muchachas vernos a las 5. María Fernanda lucía perfecta, para la ocasión se había puesto un vestido completamente blanco, más recatado que con el que casi me infarta aquel día. Tenía una caída de drapeado esponjoso, con algunos detalles en el escote del busto, pequeñas florecillas bordadas, el vestido era sostenido con un único tirante que rodeaba su cuello y, si bien no dejaba totalmente descubierta su espalda, sí dejaba apreciar al menos el primer tercio de ella. Dejó suelto su hermoso cabello, que hacía ondas gráciles que caían sutilmente sobre su pecho. A ella no le hacía falta nada, ni le sobraba cosa alguna, me aterraba lo que producía en mí con solo mirarla. Me hechizaba.
Yo me vestí con un traje tipo sastre, negro, con tenues hilos verticales color violeta, y una camisa de seda azul, que hacía juego con mi cabestrillo, sí, parecía un gánster…
De camino a casa de Dayana, pensaba en todo lo que había sucedido hasta ese momento. Quise encender mi teléfono, buscando luces sobre aquellas cosas que aún no tenía claras, y a la vez pensaba en lo mucho que mi pasado había entorpecido mi presente y que debía sopesar qué tenía más importancia ahorita.
- ¿Qué tanto piensas? – Dijo María Fernanda, quien estoy segura que sabía perfectamente lo que pensaba.
- En lo rápido que transcurre el tiempo. – Dije, evadiendo un poco.
- Sé que hasta que no aclares las cosas no estarás tranquila, pero, podrías al menos esta noche ¿olvidar todo?, no por mí, sino por tu familia, tus empleados, la responsabilidad que asumes hoy necesita precisamente que estés en el presente.
- Lo sé… tienes razón.
- Eres muy obstinada, no te quedas con nada, usa esa energía para algo que realmente vale la pena, y que es tu futuro.
Solo la miraba y asentía a todo lo que me decía.
- Dime, exactamente ¿qué es lo que te atormenta?
- En serio, ¿quieres que hablemos de eso?
- No es querer o no, quiero al menos saber qué piensas, hablar de las cosas puede que te saque de tu constante cavilación.
- Bueno… me preocupa lo que puedan hacer contra nosotras y he estado pensando en si vale la pena estar aquí…
- ¿Estar aquí?
- Sí… podríamos comenzar una vida en cualquier otro lugar, sin tener que preocuparnos por nada…
- Y dejarlo todo… – Sonó más a afirmación que a pregunta lo que dijo…
- Además, sé que esto no ha terminado, técnicamente estoy escondida, ¿por cuánto tiempo tendré que estar así? No es justo, María Fernanda.
Ella me miró, y luego me dijo:
- Tienes razón, pero, irnos sería admitir la derrota.
- ¿Derrota? Y ¿quién dijo que yo estoy luchando?
Guardó silencio.
- Si actúo pasivamente, puedo perderlo todo. – Dije, mirando por la ventana.
- Si actúas impulsivamente, también. – Le escuché decir.
Me dejó callada con eso.
Sentí que detuvo el vehículo, estábamos frente al apartamento de Dayana, ambas venían en dirección a nosotras, se veían muy elegantes, vestidos tipo coctel, en el caso de Dayana, uno sin tirantes, violeta, que llegaba hasta medio muslo, sin mayores adornos que complementaran sus atributos naturales, y en el caso de Helena, poco más largo, por debajo de las rodillas, negro, con alguna especie de textura que parecía brillante, tirantes algo gruesos que delineaban el inicio de un escote que acentuaba la forma de sus pechos.
Se montaron en el vehículo y nos dirigimos a la fiesta.
Había cierta tensión entre Dayana y Helena, tanto María Fernanda como yo pudimos notarlo. Pero ninguna de las dos emitimos comentario alguno.
Una vez en la compañía, todas nos dirigimos hacia el gran salón, algunos empleados ya habían llegado, ahí estaba mi leal Victoria, quien al verme, me regaló una gran sonrisa, y eso que aún no sabía la sorpresa que le tenía. Me acerqué a saludarla, en compañía de mis mujeres.
- Mi estimada Victoria, me da gusto verte, luces espléndida. – Le di un beso en la mejilla.
A pesar de su poca gracia en la cotidianidad del trabajo, al “arreglarse”, dejaba ver un lado muy atractivo en ella, se había maquillado, y tenía un traje tipo sastre bastante femenino, con tonalidad pastel, y una blusa con estampado que no llegué a detallar muy bien porque mi vista se perdió en la mesa de dulces y, como era de esperarse, ahí me esperaban mis padres.
Me dispensé con las muchachas y me acerqué a mis padres, tomando a María Fernanda de la mano.
- ¿Cuándo pensabas decirlo? – Preguntó mi padre.
Me asusté un poco, no es que ellos fueran homofóbicos o algo por el estilo, simplemente, lo que pasó con Ángela los marcó, y estaban reacios a confiar de nuevo en alguna mujer que llegara a mi vida.
- Padre, créeme que lo teníamos pensado, pero… pasaron muchas cosas…
- ¿Desde cuándo? – Preguntó serio.
María Fernanda estaba nerviosa. Ellos pudieron notarlo.
- Cariño, no seas duro, tiene que ser algo especial como para que nuestra pequeña abandonara el nido. – Dijo mi madre, tomando a mi padre del brazo.
- Sé que todo ha sido complicado, pero ella no tiene culpa de mi pasado, no es justo que haya prejuicio por lo que alguien más hizo, la basura en su lugar.
- Hija, no hables así de los difuntos.
- Mamá, todo fue un engaño, está viva.
Mi madre se sobresaltó, la cara de mi padre lo hacía parecer nervioso y sorprendido.
- No quería hablar de eso ahorita, pero ya que están tocando puntos sensibles, creo que es mejor que sepan todo.
- ¿Todo? Es que ¿hay más? – Preguntó mi madre.
- Apareció de la nada y en conjunto con otras personas cuya identidad es irrelevante, se trazaron un plan para arruinar mi vida, por eso he estado “desaparecida” estos días, María Fernanda ha cuidado de mí. En realidad esto ha sido un infierno.
- ¿Por qué no me llamaste? – Preguntó mi padre, indignado con lo que estaba contando.
- Padre, ustedes fueron mi gran apoyo en aquel momento, pero debo empezar a resolver mis asuntos por mí misma, ¿cómo vas a tener la confianza de legarme el trabajo de tu vida pero no la de permitirme encargarme de mi propia vida?
Mi padre se veía contrariado, pero tuvo que ceder.
- Ustedes dos, nos deben una conversación. Mañana, a la hora de la cena, en la que siempre será tu casa.
- ¿Es esa una manera de aprobar nuestra relación? – Le pregunté, haciendo caritas de niña mimada.
- Es una manera de decirte que confiamos en tu juicio.
No soy mucho de abrazar a mi padre, pero el viejo se lo ganó.
Mientras iban pasando las horas, los invitados iban llegando y el ambiente se volvió rudoso, casi todas las mesas estaban llenas, yo había pedido expresamente una mesa para 6, si bien éramos 4, nunca me ha gustado estar limitada en cuanto a espacio.
En ese momento, Helena se levantó, excusándose para ir al baño, discretamente tomó mi hombro y dio unas pequeñas palmadas, pensé por un momento y recordé la tensión preexistente, me excusé con las muchachas y fui en sentido opuesto al que iba Helena, pero sabía dónde estaría.
Di la vuelta al salón, para salir por la puerta trasera y subir hacia los baños. Ahí estaba, esperándome.
- Helena, ¿qué sucede?
- Seré breve. Y por favor, por lo que más quieras, no le digas a Dayana que te dije.
- ¿Qué pasó?
- Anoche estuvimos en el club, dejé sola a Dayana por un momento mientras iba al baño, pero poco después, escuché un alboroto, así que decidí esconderme en uno de los urinarios, aseguré el pestillo y me recogí de piernas.
- Continúa – Dije, temiendo lo peor.
- Hace algún tiempo, Dayana me contó la razón tras el fin de la relación de ustedes, lo que pasó en la biblioteca y todo eso, no por chisme ni nada, sino que quería saber por qué tanto drama rodeaba lo que tenía que ver con Ángela.
- No estoy entendiendo.
- Espera.
Hizo una pausa.
- ¿Qué harías si te digo que, “la engañada” fuiste tú?
No tenía reunidas suficientes neuronas como para procesar aquello, así que me limité a escuchar.
- Bien, aquí voy… Ángela planeó lo de la biblioteca.
Mi cuerpo se entumeció, sentí una presión en la boca del estómago muy parecida a nauseas.
- No entiendo… ¿por qué no solo dejarme?
- Eso no te lo puedo decir yo, solo lo que escuché en esa conversación.
- ¿Qué tanto escuchaste?
- Por alguna razón que desconozco, Ángela debía alejarte, pero hacerlo de forma tal que no pidieras explicaciones. Te describió como “demasiado buena”, así que cualquier cosa que ella hiciera para alejarte, no era demasiado efectiva, porque no dabas motivos. Ella sabía que Soraya siempre estuvo enamorada de ti, así que se aprovechó de eso y técnicamente le ofreció pactar, ella te seducía, Ángela las encontraba, y ese era móvil suficiente como para alejarte sin que tuvieras derecho a dar una explicación. Además, teóricamente, Soraya tendría “vía libre” contigo.
- ¿Soraya, enamorada?
- Sí, pero a Soraya se le pasó la mano, que tuvieran sexo no era parte del trato, solo debía arrinconarte.
Estaba abrumada con tanta información.
- Lo cierto del caso, es que Ángela ha estado tratando, en vano, de recuperarte, te iba a dar una “verdad a medias”, omitiendo a Soraya, pero Soraya sigue enamorada de ti, y ahora están en una especie de “lucha de poder”, pues Soraya la amenazó con contarte toda la “verdad”. Lo cierto del caso es que ninguna contaba con la presencia de María Fernanda, quien se convirtió en el obstáculo a vencer.
- Es decir, que Soraya es quien puede decirme toda la verdad. Pero, por ¿qué Dayana no querría que yo me enterara de esto?
- Ella está paranoica y cree que ellas sabían que yo estaba en el baño, pero lo dudo, ellas no nos vieron, esa noche estábamos en una mesa distinta a la habitual, por ser solo nosotras, y ellas estaban en la barra esperando a alguien.
- Patricia.
- Posiblemente.
- Siendo así, debo encontrarme con Soraya y hacerla hablar…
- No creo que haga falta…
- ¿A qué te refieres?
- Ella te encontrará, por sus propios medios, si es que Ángela no se le atraviesa primero. La primera en llegar a ti, contará su versión de los hechos, con lo que no cuentan es con el “adelanto” que te estoy dando… esto que escuché, puede ser determinante, pues ninguna podrá manipularte.
- Tienes razón, pero, ¿y si es una trampa?
- Solo funcionaría si sales como una loca buscando a Soraya, porque ella podría poner eso a su favor, y exponerte, perjudicándote. Eso fue lo que me dijo Dayana que podría pasar, me dijo que eres muy impulsiva, pero yo confío en que serás inteligente con esto, si Dayana tiene razón, eso pondría en riesgo tu relación con María Fernanda, así que lo mejor será dejar que ellas muestren sus cartas primero.
- Me cuesta creer eso de Ángela, pero, en realidad hay mucho de ella que nunca supe, siempre fue un “dejo de misterio”.
- ¿Escuchaste alguna otra cosa más?
- Nada relevante, pero esto en definitiva cambia por completo la percepción que tenía de Soraya, no es lo que aparenta…
Eso último me dejó algo descolocada, pero traté de no demostrar demasiado interés en otra mujer delante de la mejor amiga de mi novia.
- Helena, te agradezco mucho esto que haces, trataré de sacarle el mejor partido posible.
- En realidad lo hago porque no quiero que María Fernanda sufra, sí, te aprecio, pero si ellas van contra mi hermana, empieza a ser mi problema también.
- No permitiré que eso suceda, tienes mi palabra.
En ese momento nos separamos, no teníamos que levantar sospechas de lo conversado. Si bien tenía que mantener en silencio esto para con Dayana, no podía esconderle algo así a María Fernanda, así que cuando estuviéramos solas se lo comentaría.
Me distraje en mis pensamientos mientras regresaba, decidí no volver a la mesa, sino interactuar con los trabajadores y algunos invitados especiales, esa noche tenía que “socializar” con mi nuevo círculo. Era algo abrumador, ya entendía por qué el afán de mi padre en dejarlo todo y escapar.
- Hija, ven, necesito que conozcas a unos clientes. – Mi padre me hacía señas desde cierta distancia. Me acerqué a él de inmediato.
- Señores, ella es mi hija, Eva. Mi mayor orgullo.
- “¿ Mayor orgullo?, ¿tan pronto olvidó a Francisco?” – Pensé.
- Un gusto conocerlos, espero podamos tener una relación comercial fructífera y duradera.
- ¡Caramba!, la criaste bien, Francisco, qué naturalidad para desenvolverse. – Dijo el baboso anciano.
- Te dije que dejaría la compañía en las mejores manos, Marcelo. – Mi padre sonreía y me acercaba a él con un abrazo algo tosco.
Las personas con las que mi padre hablaba, eran dueños de bufete de abogados, al parecer querían nuestros servicios por estar presentando problemas de “fuga de información”. Por lo que pude escuchar, a mí me pareció más un “problema de Capa 8” que otra cosa, pero no es mi problema, lo que a mí me interesa es que inviertan en nosotros, que paguen grandes cantidades de dinero para que pensemos por ellos.
- Si me disculpan, debo seguir saludando a los invitados.
- Encantado de conocerte, querida. – Dijo el baboso.
- Hija, no te pierdas, pronto será el momento de dar los anuncios.
- Descuida, solo avísame y me acerco a la tarima.
- “¿Querida? Querida tu abuela, viejo baboso” – Pensé.
Regresé a la mesa, ahí estaban las muchachas, al parecer muy cómodas en mi ausencia.
- ¿Me extrañaron? – Dije, mientras me sentaba junto a María Fernanda.
- Esta reunión está algo “estirada” con esa música, parece un “velorio con tequeños”.
- Eso es por ahorita, ya se van a hacer los anuncios y pronto empezará la verdadera fiesta. – Dije, tomando uno de los canapés que tenían las muchachas en la mesa.
- ¿Qué tantos anuncios se harán? – Preguntó María Fernanda. Ella aún no sabía de mis intenciones para con ella.
- Bueno, mi padre me presentará como nueva “dueña y señora” de la compañía, y luego se irá a un retiro “espiritual” con mi madre, sabemos que van es a coger, no sé a quién quieren engañar. – Al decir esto, Dayana escupió su bebida, completamente escandalizada.
- ¿Cómo hablas así de tus padres? – Dijo, mirándome con extrañeza.
- Vamos, es algo natural, no veo qué tiene de malo.
- Sí pero, vamos, quién ¿se imagina a sus padres en esos asuntos?
- No me imagino nada, simplemente sé que es así, o ¿cómo es que estoy aquí?Probablemente, Francisco haya sido un “error de cálculo”, pero yo sí que fui concebida con bombos y platillos – Dije, mofándome de la situación.
- Y vaya que te hicieron con amor, eres maravillosa – Decía María Fernanda, cortándome el rollo y sonrojándome.
- Bien, bien, no quiero seguir hablando de eso, vamos a…
- Señorita Santiago – Una voz desconocida me interrumpió.
Era una muchacha sumamente bella, nunca la había visto, traté de espabilar antes que fuera evidente.
- Sí, soy yo, ¿qué ocurre?
- Su presencia es requerida en la tarima, el evento principal dará comienzo en unos minutos. Por favor, venga conmigo. – Dijo, extendiendo su mano.
Deduje por sus modales que sería alguna de las chicas de protocolo, qué dulce de mi padre, mandar semejante mujerón a buscarme, sabiendo que tengo novia.
- Gracias, ve adelante, te sigo. – Dije, mientras me levantaba y acomodaba mi traje, para luego extenderle la mano a María Fernanda.
La muchacha quedó algo descolocada con aquello, se giró sin más y nos indicó el camino. Dayana y Helena venían detrás de nosotras. Me aseguré de que estuvieran lo más cerca posible de la tarima, para que pudieran apreciar con comodidad el “evento”.
Mi padre subió a la tarima, yo subí detrás de él, llevando a mi madre del brazo, había unas sillas, un pequeño podio, y de frente, se podía ver un reflector, me imagino que lo emplearían para enfocar al orador de orden y a quienes tomarían la palabra esa noche.
Nos sentamos en las sillas que habían dispuesto cerca del podio, pude ver cómo se acercaba el orador de orden y extendía su mano para saludarnos. Aparte de nosotros, estaban algunos accionistas minoritarios, y el Gerente de Comercialización, a quien noté algo “entusiasmado”.
El orador de orden dio inicio a “el evento”, dando pequeños golpecitos al micrófono y haciendo señas al DJ para que atenuara el volumen de la música.
Desde esta perspectiva, el salón se veía imponente, decoración color salmón, con temática navideña no tradicional, los adornos eran blancos, dorados, y eran sujetos por finos listones violeta o azul. El árbol, podía verse al fondo, era blanco, con escarcha dorada, luces azules y violeta, que se intercalaban acompasadas, en un parpadear lento, y atenuado. La estrella era enorme, y en una de sus puntas dejaba caer un listón de seda azul que recorría el árbol en espiral. Las mesas tenían manteles a juego, todo estaba muy bien pensado.
- Damas y caballeros, buenas noches, en nombre de la Presidencia de “Santiago & Orihuela Consultores”, quiero darles la más cálida de las bienvenidas, y a su vez, agradecer su presencia hoy aquí, porque sin ustedes, esto no habría sido posible.
El salón se llenó de aplausos, uno que otro imprudente que silbó como si estuviera en un estadio de béisbol, pero perdoné la insolencia solo por la fecha.
- Como todos saben, el día de hoy, celebramos otro fin de año juntos, quienes hemos estado aquí por años, sabemos que el tiempo te enseña a ver a tus compañeros de trabajo como parte de tu familia, sí, ese joven o esa señora que tienes a tu lado en este momento, convive cada día junto a ti, trabajando hombro con hombro, dando lo mejor cada vez. Ese ha sido por años el lema de nuestro Presidente, el Ingeniero Francisco Santiago, quien siempre nos ha inculcado el sentido del trabajo en equipo como única vía posible para la consecución de nuestras metas. Sin más, con él, los dejo, démosle un gran aplauso.
El aplauso retumbó en todo el salón, era muy querido por todos. En realidad, mi padre nunca fue déspota, siempre trató a todos como si de su familia se tratase, siempre vivió pendiente de que sus empleados tuvieran lo mejor, de hecho, él mismo se encargaba cada año de organizar personalmente esta fiesta, delegando en alguien de su confianza, las tareas que requirieran atención.
- Gracias por tu presentación, Alemán – Se dirigía al muchacho, cuyo nombre es Enrique, pero por su ascendencia y marcadas facciones, de cariño le decía Alemán.
Le dio un abrazo fraternal, y luego que Enrique tomó asiento, mi padre dio inicio a su discurso.
- Damas, caballeros, permítanme expresarles una vez más mi gratitud para con ustedes, por el maravilloso trabajo que hacen cada día. Ustedes hacen que sea posible volar alto, enfrentar nuevos retos, atreverse a grandes cosas, y todo por contar con un gran equipo de trabajo, hombres y mujeres de valores, buenas personas que han tocado esta puerta, ofreciendo lo mejor de cada uno por un bien común.
Más aplausos interrumpían el discurso, honestamente quería que acabara pronto, no había podido probar todos los aperitivos y no quería perderme de nada.
- Como todos saben, los años comienzan a hacer mella en este hermoso cuerpo – Sí, eso dijo. Obviamente todos rieron. – En fin, estoy agotado, pero satisfecho, de cada día que he dedicado a construir este sueño, que hoy está más vivo que nunca.
Aplausos, muchos aplausos.
- Hoy tengo un anuncio importante qué hacer, no sin antes pedirles, con el corazón en la mano, sigamos siendo lo que somos, sigamos trabajando con el mismo tesón, creo firmemente en que el sentido de pertenencia de cada uno es lo que hace que hoy podamos celebrar un nuevo año de éxitos, con proyectos importantes en puertas, y creo que ustedes saben mejor que yo lo que se le ocurre a su jefe favorito cuando eso pasa, ¿o me equivoco?
Carcajadas y aplausos a partes iguales. Pasa que mi padre es algo bohemio cuando llegaban los dividendos, si había un excedente, le daba por “compartirlo” equitativamente con todos, desde la señora que limpia hasta el Gerente más acaudalado.
- En sí, lo que quiero decir es que hasta hoy estoy con ustedes.
El silencio invadió el gran salón.
- No lloren, no me voy a morir.
Estallaron las carcajadas.
- Es hora de permitir que la generación de relevo se haga cargo de “arrear el burro” – Palabras muy propias de mi padre…
Giré mi cabeza sonriendo en señal de “mi padre no cambia”, cuando noté que la ansiedad del Gerente de Comercialización, se había incrementado…
Se llama Pedro, y es un pendejo, nunca me he llevado bien con él, es un arribista y un oportunista, tengo que cuidarme de él. Aunque no es mi prioridad en estos momentos.
- Tengo el honor, y la más entera satisfacción de ser quien presente hoy a la persona que ha de sucederme, quien tomará de hoy en adelante las riendas, y para quien pido todo el respeto, y toda la colaboración posible, aunque sé que ya eso se lo ha ganado. Les presento a la persona que ocupará mi lugar en la presidencia. Desde la Gerencia General hasta el que abre la puerta, deberá, distinguirle como tal. Con ustedes…
Pedro hizo ademán de levantarse de su silla, pero no pensé que fuera por…
- Eva Santiago. Ven, hija, acércate.
Si bien yo ya lo sabía, la expresión en el rostro de Pedro era de sorpresa mezclada con desencanto. Su actitud me ayudó a entender lo que sucedía en su micro cerebro.
Todos aplaudían, y el grupo de Sistemas, junto a María Fernanda y las muchachas, coreaban mi nombre, todo esto era muy vergonzoso para mí. Mi padre me dejó sola en el podio, y todo quedó en silencio.
- No tengo un discurso, podemos saltarnos esta parte y ¿hablarlo después? – Dije, muy en serio, haciendo muecas de súplica, pero mi reputación me precedía, todos lo tomaron en chiste, no paraban de reír.
No tuve más opción que “improvisar”…
- En realidad no hay mucho que pueda decir, ya todo estaba horneado y servido cuando yo llegué así que…
Risas y aplausos me interrumpieron.
- Solo les puedo decir que agradezco a mi padre su confianza, y agradezco de antemano la de todos y cada uno de ustedes. Daré lo mejor, tal como me ha enseñado mi padre, así que cuentan conmigo, incondicionalmente.
Todos aplaudieron muy muy fuerte, de hecho, hasta una flor voló cerca de mí. María Fernanda volteó buscando al atrevido pero ni yo pude verlo.
- Bien, para tranquilidad de muchos, no planeo hacer cambios significativos, quiero decir esto ahorita porque sé que muchos podrán pensar que una cosa es mi padre y otra soy yo, y en eso tienen razón, él es hombre y yo le voy al Real Madrid.
De nuevo carcajadas. Ya me estaba estresando que me interrumpieran tanto para reírse, estaba siendo muy seria…
- Pero, para garantizar la continuidad y la estabilidad de las operaciones en todos los niveles y estructuras, habrá de mi parte una ratificación de funciones gerenciales, con vigencia a partir de hoy.
Todos aplaudieron la medida.
- Sin embargo, en el área de Sistemas y Administración, habrán cambios sustanciales.
Todos callaron y miraron hacia María Fernanda.
- Pronto, habrá un nuevo encargado del área de administración, que será elevada a categoría de Gerencia, será independiente del resto, y rendirá cuentas directamente a presidencia.
María Fernanda me miraba asombrada.
- No me miren feo, la Licenciada Cañizares no se va a ningún lado. Simplemente he decidido que una presidencia sin vicepresidencia no tiene razón de ser.
Todos se asombraron, más María Fernanda, quien tenía la vista anclada en mí.
- A partir de hoy, la Licenciada María Fernanda Cañizares, será la nueva vicepresidenta de “Santiago & Orihuela Consultores”. Pido un gran aplauso para ella, pues gracias a su gran trabajo, hemos crecido aún más en poco tiempo.
Todos vitorearon a María Fernanda, pude ver lágrimas en su rostro, quizás emoción, sorpresa, solo acompañé los aplausos, golpeando el podio, por no poder aplaudir.
- Y el otro cambio importante que debo anunciar es en el área de Sistemas. En vista de que no podré ejercer ambas funciones, por lo demandantes que son, he decidido ascender a la Ingeniera Victoria Cedeño, a Ingeniero Jefe. Tiene todos los méritos y credenciales para hacerse con el ascenso, pido para ella un gran aplauso.
Todos aplaudieron nuevamente, y Victoria me miró conmovida, sus manos tapaban su boca y negaba con la cabeza.
- Bien, eso es todo lo que debo anunciar, ahora, si me disculpan, hay unos sensuales tequeños esperando por mí. Diviértanse, que esto es para ustedes. ¡Ruédala, DJ! – Dije, en un momento de espontaneidad que luego me hizo detenerme a pensar en lo que acababa de decir.
- “En serio ¿dije eso?” – Pensé.
Todos se alborotaron y comenzaron a bailar y a compartir, mi padre me abrazó y mi madre estaba hecha un mar de lágrimas. Las muchachas subieron a la tarima y se reunieron con nosotros.
- Hija, estoy orgulloso de ti, nada mal para tu primer discurso. – Mi padre se veía contento.
- ¿En serio? ¿no era este el único? – Dije, buscando consuelo en mi madre.
- No, ahora es que viene lo divertido. – Mi padre se reía descaradamente.
- Padre, en cuanto a mis decisiones, yo…
- No… hija… te di las riendas, no pondré en duda tu juicio, sé que tienes razones para esto, saldrán adelante. Siempre firmes. – Se dirigía además a María Fernanda.
- Gracias por confiar en mí, Eva. – Decía María Fernanda, algo apenada.
- María Fernanda, bienvenida a la familia Santiago. – Dijo mi padre, mientras se acercaba a ella para abrazarla.
Yo no hallaba dónde meter la cabeza, todo esto era muy extraño.
- Ingeniera, ¿me permite un momento? – Era Victoria, quien estaba algo apartada de nosotros.
- Dime, Victoria. – Dije, acercándome a ella.
- Respecto al anuncio que hizo, yo…
- Tú lo mereces, has sido parte importante de mi gestión, te tengo en alta estima y tienes mi confianza. Te lo has ganado, trabajando, y así debe ser. Se debe recompensar a quien se esfuerza.
- Pero…
- Disfrútalo, deja de pensar. Ve a divertirte con los muchachos, y si pasas cerca de la bandeja de tequeños, tráela para mí, es mi primera orden para el Ingeniero Jefe.
Victoria no pudo contener la risa, y así, riendo, bajó de la tarima a encontrarse con el resto del equipo. Cuando me di vuelta, mi padre se había desaparecido, mi madre también. Supe que el viejo tenía todo planeado desde el principio, a partir de aquí, era mía la responsabilidad.
El resto de la fiesta transcurrió sin sobresaltos, bailamos, comimos, tuve ese encuentro tan ansiado con una bandeja repleta de tequeños, en realidad me olvidé de todo por un momento, me dediqué a compartir y disfrutar, María Fernanda lo sabía y se veía tranquila por esto. Ya habría tiempo para ocuparnos de lo demás.
Continúa…