Pasado, pisado . una historia diferente
¿Qué pasó tiempo? ¿No lo curabas todo?
-¡Salud por mis dos amores! Es tanta la hospitalidad que me han entregado que creo estar en mi propia casa – brindó Muriel levantando su copa de espumante dentro del jacuzzi. La semana próxima nos podríamos escapar a la casa en la montaña ¡donde fuimos juntas una vez Fabiola, recuerdas! – terminó por decir guiñándome un ojo-¡Andrés vamos! haznos felices a las dos, ¿quieres? - continuó Muriel mientras jugaba con el agua entre mis piernas.-¡Me encantaría que fuéramos, pero a mí no me incluyan en ese maravilloso plan! La semana próxima debo asistir a un Congreso de Medicina Robótica y en esta ocasión no me voy a poder arrancar como la última vez.- respondí no muy contenta con la idea-
Muriel había cumplido su promesa y viajó a Chile por una temporada. Aún le quedaban trámites pendientes de su padre y la recibimos en nuestra casa tal como le habíamos prometido cuando disfrutamos de su generosa acogida en su piso de Madrid.
Parte de la herencia que su padre le había dejado estaba esa hermosa casa inmersa en un cajón cordillerano cercano a Santiago que contaba con unos paisajes divinos, maravillosos e increíbles.
Por desgracia debía desistir de la tentadora invitación que nos proponía Muriel. Para la clínica donde trabajaba era imprescindible que asistiera a la presentación de las nuevas tecnologías para el ejercicio de mi actividad.
Así es que a pesar de mi reticencia tuve que ceder sin reclamo alguno.
Estaba en la oficina de administración revisando el programa del Congreso cuando en uno de los folletos, un detalle me llamo poderosamente la atención:
Expositor: Camilo M.T.
Profesor de Robótica de UCL (University College London)
-No puede ser el mismo – pensé algo sonrojada – debe ser una coincidencia – pensé inquieta sin poder sacarme el nombre de la cabeza.
Estaba en eso cuando siento que entra Cristina irrumpiendo a la oficina sin poder disimular su asombro. Apenas abrió la puerta alzó la voz agitando las manos para llamar mi atención.
Cristina era mi colega y una de mis mejores amigas. Gracias a su divina intervención como la determinaba con frecuencia, conocí a Andrés, primo de su marido.
-Fabiola, Fabiola. ¡Él está aquí! - exclamó nerviosa.
-¿Andrés? – no creo. Nunca viene a menos que sea de vida o muerte. ¿Le pasó algo? – pregunté sin prestarle demasiada atención.
-¡Camilo! ¡Fabiola! ¡C-a-m-i-l-o! - prosiguió Cristina deletreando enfáticamente el nombre.
¡Él tuyo! No te hagas la desentendida, mujer – terminó diciendo mientras se sentaba nerviosa frente a mí.
¿Camilo M.T? Pregunté empezando al mismo tiempo a preocuparme.
-¡Él mismo amiga, el mismo! -
Mi sospecha era una realidad. Era Camilo MT el que había sido mi novio antes de conocer a Andrés. Responsable de que durante mucho tiempo me mantuviera lejos de cualquier tipo de relación.
Nos habíamos conocimos iniciando nuestra beca de especialización. Siempre había destacado en el área tecnológica de la medicina.
Un hombre muy inteligente y bien cuidado. Era bastante reservado que lo hacía aún más interesante dentro de nuestro grupo de becados.
Para mí tampoco era indiferente. Un día en la biblioteca me habló. Era la primera vez que alguien me entusiasmaba después del divorcio y a pesar de las dudas iniciales acepté su invitación para salir a tomar una copa y a comer por la noche.
Durante meses nos hicimos muy buenos amigos donde compartíamos juntos la mayor parte del dia hasta que en una de esas salidas nos quedamos a dormir juntos.
Durante todo el tiempo que duró nuestro romance, el sexo nunca fue su prioridad y para mí la frustración fue socavando mi autoestima.
Mantuvimos una relación tranquila, basada más en la fraternidad de nuestra convivencia que en la pasión.
Meses después me comunicó que había postulado a una beca de especialización en medicina robótica en Londres, Inglaterra y que había sido aceptado.
Su noticia me tomó literalmente por sorpresa y sin mucho más que decir partió de viaje con la promesa de que una vez que terminara mis estudios nos reuniéramos en Inglaterra.
Pero no habían pasado más que un par de meses cuando desapareció del mapa. No contestaba el teléfono ni respondía los correos electrónicos.
No me costó mucho entender que nuestra relación había terminado de manera abrupta y unilateral.
Después de ese triste, doloroso y decepcionante episodio decidí no volverme a emparejar y dedicarme por completo a mi trabajo. Había sido suficiente con Camilo. Llegue a decir nunca más.
Fue en ese entonces cuando mi amiga Cristina entró en escena para cambiar la historia de mi vida.
Atravesamos con Cristina el salón de conferencias para ubicarnos en primera fila. Vestía un traje de dos piezas y tacones stiletto que hacían que las curvas de mi figura se pronunciaran aún más. Había cuidado el maquillaje y los anteojos me daban un aire de seriedad que me ayudaban fundamentalmente a disimular mi estado de ansiedad.
Hasta que apareció en el podium tras él anunció de los organizadores.
Mi corazón saltó sorpresivamente y mientras hablaba de su trabajo de investigación, su voz comenzó a humedecer mis entrepiernas.
Durante la exposición lo comencé a mirar detenidamente recorriendolo de norte a sur haciendo que mi piel lo comenzara a recordar por sus suaves y delicadas caricias. Si bien no fueron encendidas de pasión, despertaron mi cuerpo del letargo tras un breve y frustrado matrimonio.
Terminada la presentación, luego de los reiterados aplausos de los asistentes no me di cuenta que Camilo ya había notado mi presencia. Cuando Cristina logro ponerme sobre aviso ya era demasiado tarde.
-¡Hola Fabiola! – Exclamó con su inconfundible voz -¡que sorpresa encontrarte aquí! – ¡más bien una grata y agradable sorpresa!-
-¡Doctor MT, la sorpresa es mía! Lo felicito por su gran exposición. ¡Magistral!-.
-Fabiola, tanta formalidad de tu parte me hace sospechar que no te agrada que nos volvamos a encontrar - agregó sonriendo y guiñando un ojo a Cristina.
¡Camilo! ¡Tanto tiempo! Estás igual de fantástico que hace algunos años – respondió Cristina intentando distender la situación – ¿Te tomarías un café con nosotras para que nos cuentes y nos pongamos al día?
Jajajaja. ¡Estoy un poco más viejo Cristina! Me encantaría ese café. ¿Fabiola, tú vienes? Preguntó directamente.
-¡Por supuesto, doctor! – Respondí tratando de mantener un tono seguro – ¡los acompaño!-.
Nos sentamos los tres en la cafetería de la Clínica intentando resumir en un par de horas lo que había sido de nuestras vidas sin contacto durante todos estos años.
Poco a poco fui soltando mi rigidez para dar paso a los recuerdos espontáneos de nuestra convivencia cuando éramos becados.
Sentía como Cristina nos observaba simultáneamente como queriendo adivinar las intenciones de Camilo y las mías.
Por mi parte, recuerdos, emociones y sensaciones, incluso rabia se agolpaban en mi memoria.
En la tarde volví a mis labores habituales quedando de reunirnos nuevamente en alguna oportunidad.
Una vez terminado el turno, Cristina se acercó a mi box mientras terminaba de actualizar las fichas de los pacientes en el computador.
-¿Estas bien, cierto? – preguntó mirándome de forma inquisidora.
¿Yo? – Le conteste levantando la vista de la pantalla -¡Claro que si Cristina!, tú me conoces bastante bien. ¿Por qué voy a estar mal? Camilo es una historia más que superada.-
¿Superada, amiga? Porque tu cara decía otra cosa esta mañana - respondió sin evitar sonreír.
Al llegar a casa Andrés y Muriel me estaban esperaban para cenar. Entré con los zapatos en la mano tan ensimismada en mis pensamientos que no escuché el piropo de Andrés.
-¡Que estupenda y guapa estás! Ese traje que llevas puesto hace que te veas aún más deliciosa, está para quitártelo con los dientes- exclamó bordeando mi culo con la punta de sus dedos.
-¡Ya no estoy para tacones! – Reclamé mientras me dejaba caer en el sofá – ¿Aún no han cenado? - Pregunté distraída sin hacer contacto visual con ninguno de los dos.
-¡Parece que no estamos de humor! – Agregó Muriel intentando escudriñar algunos de mis gestos- ¿cómo estuvo tu día querida?- Me saludo besando cada una de mis mejillas.
-¡Bien, si bien! Un poco cansada, ¡nada más! – respondí sin interés.
- Te llame en la tarde y tu celular y estaba apagado. Había pensado que saliéramos a comer los tres esta noche.- comentó Andrés con una ingenuidad absoluta.
-¡Lo siento! Se me descargo el teléfono mi amor y no llevaba el cargador en el bolso – respondí dejando el celular sobre la mesa.
-¡Y lo cargaste en el auto que ahora tiene 90% de carga!- insinúo Muriel mirando a Andrés.
-¡Pues si Muriel!, la recarga es rápida. ¡Ya, Que tenemos para cenar! ¿Cocinaron? ¿O pedimos delivery? ¡Vamos yo invito!- exclamé de golpe intentando evadir la situación.
Una vez que llegó el pedido, cenamos sin contratiempos comentando como había estado el día de cada uno.
Intente filtrar la información sobre detalles de mi jornada y sin mayores comentarios me fui a la cama.
Definitivamente mi cabeza estaba concentrada en la estrategia que iba a poner en práctica para atraer a mi objetivo. Habías pasado al baúl de los recuerdos Dr.MT. Apareciste en el momento menos oportuno, por tanto, ya estás aquí iré a por todas por ti.
Al día siguiente me levante muy temprano. Cuando me estaba metiendo a la ducha sentí como Andrés se acercaba desnudo por mi espalda intentando abrazarme tratando de besar mi cuello.
-¡Andrés!– exclamé sorprendida- ¡qué haces! - Sacando sus manos de mi culo – ¡no tengo tiempo para juegos mi amor! ¡Estoy súper atrasada!-
-Uno rapidito, no más. Para empezar bien el día – respondió con una sonrisa cómplice – vamos, ¿qué te cuesta?-
-¡Ahora me cuesta mucho, ya! – Respondí molesta – ¡No tengo tiempo, así que no insistas! - y como pude me zafé de sus brazos metiéndome bajo la ducha colocando el seguro del shower door.
Andrés me miró desconcertado con su pene semi erecto y dijo a media voz.
-¡Cada vez entiendo menos a las mujeres! – se dio media vuelta y regresó a la cama.
Ese día elegí un vestido no tan ajustado pero con líneas clásicas de un solo tono que quedaba perfecto con el color de mi piel. Ropa interior de encaje y como era verano, sin medias.
Llegue al estacionamiento de la Clínica y al bajar del auto distinguí a la distancia una figura masculina que se estacionaba al mismo tiempo.
Era Camilo que llegaba muy temprano a pasar visita médica a un par de pacientes muy cerca del servicio donde yo trabajaba.
Al verlo reaccioné casi como una adolescente. Comencé a temblar y a sonrojarme de manera instantánea.
Las manos me sudaban y mi entrepiernas ya estaba humedeciendo mi pequeño calzón.
Baje del auto de manera indiferente aunque deliberadamente demore mi marcha hacia el ascensor para darle tiempo de que me alcanzara y subir juntos.
Efectivamente mi plan dio resultado y ambos subimos para marcar el número dentro del panel.
Su mano y la mía se juntaron al mismo tiempo en el número seis lo que nos sacó una espontánea carcajada.
-Buenos días doctor. ¡Qué madrugador! – Le dije coquetamente - ¿no tiene quien le demore aunque sea un rato por las mañanas?-
- Hola Fabiola, buenos días - Respondió disimulando su sonrisa – En Chile, por desgracia no – contestó mirando de reojo mi reacción.
Esa respuesta aceleró los latidos de mi corazón haciendo que mi atención aumentara significativamente. Pero hice caso omiso. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que debía ir con cuidado si quería llamar su atención.
Sentía como su mirada recorría todo mi cuerpo y el silencio lo rompí de golpe poco antes de llegar a nuestro destino.
-¿Qué te parece si almorzamos juntos? Conozco un pequeño lugar muy cerca de aquí donde se come muy bien. Podemos ir caminando, si te animas a acompañarme.-
-¡Me parece perfecto, doctora! – Respondió con voz grave – paso por tu box a la una, ¿te parece bien? -
-¡Excelente! - Respondí ansiosa – nos vemos más tarde – tirándole un beso con la mano
Al salir del ascensor intenté rozarlo con mi cuerpo. Logré mi objetivo porque al sentir el roce sonrió maliciosamente.
Así transcurrió la mañana hasta que Camilo pasó por mi box a la hora prevista. Vestía impecablemente sport y pude sentir su perfume. El mismo que recordaba desde hace años.
Tomada de su brazo caminamos hasta el pequeño restaurante conversando temas tan triviales que aún no los puedo recordar.
Lo que si recordaba perfectamente era como su camisa se ceñía a su cuerpo y que su pantalón de calce perfecto hacia destacar su trasero el que se podía tomar con las manos sin hundirse en ellos. Pétreo y bien formado. Y para qué mencionar su entrepierna. Aún bajo el pantalón se podía apreciar que conservaba perfectamente su atractivo.
-Hola Cristina ¿cómo estás? -
- ¡Andrés! ¡Qué sorpresa esta llamada! Tanto tiempo sin vernos ¿Te puedo ayudar en algo? -
-Necesito hablar con Fabiola, le he llamado un montón de veces a su celular y me tira al buzón de mensajes.-
-¿Pasó algo? – preguntó inquieta Cristina
-¡No, tranquila Cristina! nada importante. Solo le quiero hacer unas consultas -
-¡Ahhh! Salió a almorzar con Camilo al restaurante que hay por aquí cerca y parece que tiene pésima señal-.
- ¿Almorzar con Camilo? – preguntó Andrés de forma interrogante
-Si con Camilo MT y salieron hace como media hora. ¿No sabías que estaba en Chile?- ¿No te lo contó Fabiola?-
-¡Que tonto soy!, tengo tantas cosas en la cabeza que me había olvidado de ese detalle. ¡Gracias Cristina!-
Era la segunda vez que Andrés llamaba en la semana y el teléfono estaba apagado.
Me senté enfrente de él y delicadamente calculé la distancia para que mi pie llegara hasta su entrepiernas.
Por un momento pude ver como se sobresaltó ante el gesto y sorprendido respondió.
-¡Vaya Fabiola, que atrevida! ¡No te conocía esta nueva faceta!- respondió incomodo reacomodándose en la silla.-
-Tengo otras facetas mejores, Camilo- respondí seductoramente sin dejar de mover mi pierna del lugar donde se encontraba acariciando su pene sobre el pantalón.
-Solo es cosa de querer y atreverse – continúe intentado acercarme lo suficiente.
Mis irreverentes insinuaciones se vieron interrumpidas por el camarero que traía el pedido a nuestra mesa.
Estaba tan ensimismada con Camilo que no advertí la presencia de Muriel que entraba en el restaurante buscando con su mirada entre las mesas.
Cuando me vio y se acercó a la nuestra, un intenso escalofrío recorrió mi espalda. Por la expresión de su cara pude adivinar que había visto mi seductora escena con Camilo. Sin dudas, estaba en un grave problema.
-Hola Fabiola ¡Por fin te encontré! Te pasé a buscar a la clínica para que almorzáramos y tu secretaria me dijo que tal vez podrías estar aquí. Pero no me dijeron que estarías acompañada. ¿Tu amigo? – Hizo una pausa mirándome fijamente a los ojos -¿tiene nombre? – preguntó a Camilo directamente ofreciendo su mano.
Camilo se levantó de prisa para devolver el saludo pero no alcanzo porque Muriel me besó ambas mejillas y se sentó en nuestra mesa.
-¡Perdón, no escuché tu nombre! – inquirió Muriel
Dr. Camilo MT – respondí apresuradamente anticipando la respuesta
No me quiero entrometer en las cosas de ustedes dos, ¿los puedo acompañar? o ¡prefieres que me vaya Fabiola! Con total sinceridad, para eso somos amigas. ¿Me voy o me quedo, Fabiola? - preguntó Muriel sin sacarme los ojos de encima.
¡Pero qué dices!- Respondió Camilo – es un placer que nos acompañes - levantando la mano llamó al camarero - ¡Por favor, otro cubierto para la señorita -.
No me quedo otra alternativa que comer con Camilo por un lado y Muriel del otro quienes conversaban animadamente de sus viajes por el viejo continente.
Mientras tanto intentaba ordenar mi cabeza y mis ideas. No entraba en mis planes que Muriel se enterara de mis aventuras, pero lo que más me preocupaba era lo que le iba a contar a Andrés.
Estaba segura que no se iba a quedar con simples excusas; conociéndola sabía que llegaría hasta el final.
Fue en esas divagaciones cuando Muriel hizo la pregunta que esperaba desde que nos vio juntos.
-¡Bueno par de tortolitos!- nos dice sonriendo - ¿Y desde cuando se conocen ustedes? Porque nunca había escuchado a Fabiola hablar de ti -
-Nos conocemos de años, como becados de la especialidad en la misma clínica- respondió Camilo con total naturalidad
-¡Sí!- exclamé complementando la información - fuimos compañeros hasta que Camilo viajó a Londres para una especialización en robótica.
- ¿Solo compañeros, Fabiola? ¿No olvidas algo? - Prosiguió Camilo con una leve sonrisa en su rostro.
-¡Bueno! – respondi sonrojada y baje el tono de voz – fuimos algo así como…
-¡Novios, Fabiola! ¡Por Dios que te cuesta decirlo! ¡Si no pasa nada! - Dijo Camilo riendo.
-¡Eso! novios Muriel.- respondí sin mirarla.
-¡Esta sí que es una tremenda sorpresa! ¿Así que hay una historia amorosa entre ustedes dos? – Apuntándonos a ambos con su dedo índice largándose a reír.
¿Y cómo nunca me contaste nada, Fabiola? – Preguntó Muriel con una irónica sonrisa – Soy tu mejor amiga y jamás tuve noticia de su existencia.
-¡Bueno Muriel!, fue hace muchos años- respondí tratando de cortar el tema.
-¡Eso es verdad! , hace muchos años- agregó Camilo tomando y apretando mi mano para tranquilizarme dando por terminada la conversación.
De pronto sobresaltado Camilo miró su reloj y rápidamente se levantó de su silla - ¡No lo puedo creer, son las tres y media y todavía estoy aquí -
-Lo siento mucho pero las voy a tener que dejar, tengo pacientes que me esperan y no me gusta llegar tarde. No se preocupen por la cuenta ¡yo invito! - Y rápidamente se dirigió a pagar marchándose raudamente del restaurante.
Nos quedamos en silencio terminando el café. Una vez acabado el último sorbo le dije a Muriel.
-¡Vamos, te llevo a casa! no tengo pacientes citados para esta tarde, estoy libre -. Le dije tomándola del brazo para que nos retiráramos del lugar.
Muriel se quedó sentada en la mesa y me mira meneando la cabeza con una expresión burlona mientras me dice – Fabiola, no vengo llegando de Marte. ¡Acaso me ves cara de idiota! Dia de semana, tarde libre, sin pacientes, después de almuerzo con un ex novio o actual amante, no sé. Dos más dos son cuatro Fabiola. ¡Tengo la leve impresión de que les jodí el plan que tenías o tenían preparado! -
-¡Muriel! – Exclamé molesta -¿Cómo se te ocurre pensar algo así? ¡No busques cosas donde no hay! -
-Ya ves querida, lo pienso pues. Después de lo que vi Fabiola, puedo pensar lo que se me dé la gana, el espectro es bastante amplio para que lo sepas, querida -
-¡Pero que estás diciendo, por dios! Un almuerzo con un viejo amigo, eso es lo que viste- me defendía.
- Entonces mañana tendré que pedir hora urgente con el oftalmólogo porque lo que vi fue a una mujer coqueteando descaradamente con su amigo, más bien intentándolo seducir desvergonzadamente delante de todo el mundo.- exclamó Muriel elevando el tono de voz -. No entiendo como una mujer tan inteligente como tú puede estar haciendo estupideces como esas tan cerca de la clínica, Acariciarle la polla con el pie por debajo de la mesa. ¡Por dios Fabiola! De verdad estoy sorprendida y decepcionada de ti amiga. Fuera del hecho de que te estás cagando públicamente a Andrés, estás pensando tontamente con las hormonas y no con la cabeza. ¡Recapacita un poco Fabiola! Te ven tus colegas o pacientes, caliente como una perra en celo y tu reputación se va a la misma mierda. Incluso alguien conocido de Andrés te podría haber visto así mismo como lo hice yo. ¡Ahí no hay ni dios que te salve!-
Después del sorprendente reproche de Muriel no pude seguir negando los hechos y decidí sincerarme con ella. Seguir disfrazando la situación ya era insostenible. Le conté toda la verdad. Mientras hacía mi relato no me dejaba de mirar tratando de entender. Hasta que finalmente preguntó.
-¿Andrés conoce esta historia? ¿Sabe de su regreso y en los pasos que andas?-
- ¡La historia la conoce, claro que sí! Pero, pero no tiene idea que está en Chile. ¡Por favor Muriel no digas nada! Te lo ruego. Andrés no debe saber que Camilo está aquí, debo resolver sola el problema que tengo en mi cabeza -
-¡Mal asunto, Fabiola! ¡Muy mal asunto! ¡Está bien, confía en mí! Solo por lo mucho que te quiero no diré nada, pero estas jugando con fuego y lo más probable es que termines quemándote ¡estas cosas siempre acaban mal! ¡No digas después que no te lo advertí!-. ¡Nada de lloriqueos! -
-¡Gracias amiga! ¡Esta vez te debo la vida! Te prometo que lo voy a resolver. No te puedo adelantar nada porque ni yo sé cómo - Respondí abrazándola.
Mientras estábamos abrazadas me susurra al oído -Ahora me encantaría que me invitaras a comer para que juguemos como lo hacías con Camilo y así te sacas la calentura que tienes - Respondió tomándome el culo sin reparos.
Al llegar a casa, Andrés nos esperaba como todos los viernes desde que Muriel estaba de visita.
Con una botella de espumante, cervezas y variados bocadillos para compartir.
-¡Por fin apareció el parcito!, ya me estaba conformando con la idea de pasar la noche haciendo él amor a Netflix – dijo besándome en la boca al igual que a Muriel.
Respondí tibiamente a su beso, sin embargo Muriel fue bastante más efusiva en su respuesta.
Nos tomó a ambas por la cintura haciendo que nos sentáramos a su lado.
Andrés me abrazaba vigorosamente y su estado de agitación me estaba incomodando. Me tomó fuertemente del cabello y mordió mis labios con inusitada fuerza. Respondí a su beso metiendo mi lengua entre sus labios para encontrarme con la suya pero algo extraño pasaba. Andrés se resistía a tener contacto. Solo me provocaba forzando la situación.
Muriel me besaba el cuello y por otro Andrés metía sus manos entre mis piernas intentando sacarme la ropa interior. Me deje llevar por las ganas y me fui entregando poco a poco sin oponer mayor resistencia.
Bajó lentamente la cremallera de mi vestido mientras Andrés esperaba para hundirse entre mis pechos y morder mis pezones .Muriel ya había cambiado de lugar y comenzó a desabotonar la camisa de Andrés abrazándolo por su espalda mientras me miraba excitada.
Andrés mordía y succionaba mis pezones mientras Muriel entreabría mis piernas y su lengua jugueteaba en mi vagina. La sensación que sentía en mi clítoris era como una envolvente y suave ola que en nada se parecía a las furiosas embestidas de Andrés.
Muriel cambió de lugar tomando el pené de Andrés entre sus manos que ya estaba duro como una roca. Con suavidad lo acercó a su boca para lamerlo en toda su dimensión.
Andrés la tomaba de su cabello y dirigía sus movimientos gimiendo de placer.
Los observaba desde un pequeño sofá frente a ellos masturbandome suavemente cuando mi celular emitió el sonido de entrada de un mensaje. De reojo logré mirar el remitente y mi cabeza estuvo a punto de estallar. El mensaje era de Camilo.
De ahí en adelanto todo sucedió como en una película interminable. Andrés también había escuchado el sonido del celular observando mi reacción. Luego tomó a Muriel por la espalda sentándola sobre su pene. La penetro profundamente con un certero movimiento de sus caderas.
Muriel gimió de placer y comenzó a moverse frenéticamente de adelante hacia atrás mientras con la respiración entrecortada me pedía que también la acariciara, en tanto sus manos amasaban sus pechos pellizcando y estirando fuertemente los pezones.
Me intentaba masturbar pero no podía evitar sentir la mirada penetrante y burlesca de Andrés mientras se follaba a Muriel.
De pronto Muriel emitió un profundo y ahogado sonido y se dejó caer tiritando hacia un lado del sofá mientras decía con la respiración entrecortada – ¡Joder tío! Si todos los hombres follaran como lo haces tú, te prometo que me convierto en bisexual.
Andrés liberado de Muriel se levantó del sillón y masturbándose se paró enfrente de mí mientras me dice – Siempre te he respetado mucho como también lo hago con nuestros pactos que una vez prometí que jamás los iba a romper – empezando a eyacular violentamente sobre mi cara.
Lo miré intentando descifrar sus palabras y comencé lentamente a despejar con mis dedos el semen que había caído sobre mis ojos, disimuladamente tomé mi celular, me levante del sofá y les dije – Me voy a dar una ducha, vuelvo enseguida-
Una vez sola en le baño mientras daba la llave del agua por fin pude leer el mensaje.
-Querida Fabiola. Tengo la tarde libre. Que te parece si mañana nos tomamos un trago en mi departamento-
¡Ahora sí! pensé rápidamente. Esta vez seré yo la que saldrá ganando, Camilo.
Y respondí el mensaje: - Me parece maravilloso. Acepto encantada tu propuesta. Espérame a las 19 hrs. Besos-
Esa mañana de sábado me quedé un rato más en la cama esperando que Andrés saliera de su baño. Semidesnudo se acercó a la cama y me beso suavemente la espalda. Sabía que era mi punto más sensible, más aún si escribía su nombre en ella. Susurraba mi nombre mientras buscaba mis pezones para despertarlos cuando de un sobresalto me levante de la cama evitando el contacto.
-¡Andrés, mi amor! ¡Parece que tus ganas son infinitas! ¿No bastó con la fiesta de anoche? - Tratando de persuadirlo a que se quedara tranquilo.
-¡Nunca es suficiente contigo! ¡De lo bueno mucho, Fabiola!- respondió mientras trataba de meter sus dedos entre mis piernas.
-¡Claro que si cariño! - respondí besándolo suavemente en los labios levantándome de la cama – Esta tarde tengo una cesárea y sabes muy bien no me gusta estar cansada cuando opero.
- ¡Al contrario! - Respondió intentando llevarme nuevamente a la cama – te aseguro que lo harás como los dioses-
Se queda unos segundos mirándome y pensando en silencio cuando de golpe me pregunta:
-¿Desde cuando trabajas los fines de semana? ¡Cuando cambió tu política laboral! Porque desde que te conozco siempre me dijiste que por ningún motivo ibas a aceptar trabajar un fin de semana. Incluso aunque hubiera una pandemia mundial, no lo ibas hacer -
- ¡Andrés, está es una excepción! – Respondí sin mirarlo a los ojos – ¡Entiende!, participé en todo el proceso de fertilidad de mi paciente y me pidió que cuando llegara el momento de dar a luz fuera yo quien la asistiera. Ante eso fue imposible que me pudiera negar.
-Si estaba programada para estas fechas porque no lo hiciste cualquier día de la semana, ¿porque un sábado?
-¡Incluso sale el triple más caro! – reflexionaba sin dejar de mirarme
-¡Hoy es el cumpleaños de su padre! Murió hace un par de años y quería que su hijo naciera este día en su honor.
-¡Que curiosas coincidencias! ¿No crees? - respondió sin convencerse muy bien de la respuesta.- ¡En fin, será! – terminó por decir meneando la cabeza con una curiosa sonrisa en sus labios.
¡Ya mi amor, me voy! ¡Tengo que arreglar todo para esta tarde! ¡Ahhh no me llames!, sabes que apago el celular cuando trabajo y entro a pabellón- .
¿Y no vas a comer nada antes de salir?- . Preguntó mirándome fijamente.
Me sorprendió esa insólita e inocente pregunta. Andrés estaba dudando de mis respuestas. ¿Quizá Muriel no había cumplido su promesa de mantener la boca cerrada?
Esa idea pasó fugazmente por mi cabeza pero era más la ansiedad por el encuentro de la tarde que decidí no dar importancia al comentario de Andrés y seguí preparando mis cosas.
A las siete de la tarde en punto estaba tocando el timbre del departamento de Camilo.
Mis piernas temblaban y se hacía muy difícil poderlas controlar.
En esa fracción de segundos arreglé mi cabello y ajuste mi vestido.
De pronto se abrió la puerta y apreció Camilo con una cálida sonrisa. Sin decirme nada tomó suavemente con ambas manos mi cara y me beso ambas mejillas.
-¡Qué alegría que hayas podido venir, Fabiola! – me dijo mientras me invitaba a pasar.
Su departamento era un fiel reflejo de su personalidad, sobrio y de muy buen gusto. En la terraza había un par de copas y en la cubeta rebosante de hielo estaba mi espumante favorito.
¿Por qué no pasamos a la terraza? Ponte cómoda por favor.- agregó invitándome a que me sacara la chaqueta.
Dejando de lado mis nervios sonriendo coquetamente le digo.
-¿Que tan cómoda quieres que me ponga, Camilo?
No me escuchó o no lo quiso hacer. Así que decidí seguir una estrategia más conservadora.
-¡Que bello lugar! la vista es impresionante. ¿Cómo llegaste aquí?-
-¡Hermoso, verdad! – mi dijo con la mirada perdida en el horizonte de Santiago – Un buen amigo que tengo en Londres es dueño de este departamento y cuando supo que venía a Chile me paso las llaves.
-¡Buen amigo el tuyo! – Exclamé - no cualquiera pasa las llaves de un lugar como este -
-¡Es un excelente amigo!- susurro sonriendo bajito mientras me ofrecía una copa.
Me senté a su lado en el mismo sofá para quedar muy juntos mientras conversábamos de lo que había sido de nuestras vidas en estos últimos años.
Evitaba mencionar a Andrés en la conversación y me fui acercando cada vez más hasta sentarme sobre sus piernas. Le tome la cara y lo bese apasionadamente mientras que al mismo tiempo acariciaba su entrepiernas intentando excitarlo hasta que perdiera la noción y los sentidos.
Camilo respondió a mi beso controlado y tenso.
Fui más lejos y empecé a recoger mi vestido para que notara que no llevaba puesta ropa interior. Lo notó de inmediato y tomándome de las manos puso distancia entre los dos.
Insistía en excitarlo apretando y acariciando fuertemente su pene pero súbitamente se puso de pie acomodándose el pantalón dejando en evidencia que no había ningún indicio de erección.
-¡Pero Fabiola, qué haces! - Preguntó asombrado - ¿qué pasa contigo?-
-¡Camilo!- exclamé – ¿cómo me puedes preguntar algo como eso?- y continúe diciendo – estoy recuperando el tiempo perdido ¿acaso no te das cuenta?-
-¡Fabiola! – Respondió intentando calmarme - ¡creo que debemos conversar!- .
- Por supuesto que vamos a conversar ¡pero después! ¿Te parece? –dije mientras me empezaba a quitar el vestido.
-¡No hagas eso, por favor! ¡ No lo hagas ¡- suplicaba Camilo
-¡Fabiola, quédate tranquila un rato! ¡Dame la oportunidad de contarte todo! ¡Por favor!- señalándome a que me sentara a su lado pero con distancia.
Tomó mis manos y con un tono de voz suave me comenzó a decir:
-¡Fabiola, no quiero que te equivoques y eches a perder tu vida!-
-¡Camilo no estoy equivocada! No me digas que no te quieres acostar conmigo- respondí bastante confundida.
-¡Si lo estás querida Fabiola! Tienes una vida plena y maravillosa, no la desperdicies. ¡Tengo la total seguridad que con Andrés eres inmensamente feliz!-
-¿Andrés? ¿Cómo sabes de él? Pregunte sorprendida y molesta.
-¡Cristina me contó todo! De cómo te afectó mi partida, más aún mi desaparición y como Andrés te logro hacer salir de esa negación a tener pareja y no envejecer rodeada de gatos.
-¡Cristina, tenía que ser! ¡Maldita traidora! - Exclamé alzando la voz – ¡siempre metiendo sus narices donde no debe! -¡Fabiola! Ella es una buena amiga y solo respondió a mis preguntas. No tires todo por la borda por un simple capricho.
-¿Un capricho? – Dije con una sonrisa irónica en mis labios - Me dejaste en Chile con la promesa de que vendrías por mí apenas acabara la beca y en tres miserables meses te olvidaste completamente de todo.-
-¡Por supuesto! encontraste a otra y no te dio la valentía para contarme. ¡Eres un maldito cobarde!-.
-¡Bueno si, en parte tienes razón! – Exclamó con la mirada extraviada en algún punto - Encontré a alguien y aunque me resistí al principio, finalmente tuve que reconocer que estaba plenamente enamorado de esa persona -
-¿Entonces tienes pareja? ¿Estás casado? ¿Tienes hijos? - Pregunte con algo de tristeza
-¡Si, Fabiola! tengo pareja desde hace casi cinco años, queremos tener hijos pero aún no hemos terminado el papeleo de la adopción, mientras tanto tenemos a Lucky, nuestro perro.-
-¡Ahhh!, ¿no pueden tener hijos?-
-¡Bueno, no podemos tener hijos porque mi novio se llama Patrick-.
-¿escuché mal cierto?, ¿dijiste que tu novia se llama Patricia?- Respondí incrédula.
-¡No, Fabiola!- respondió Camilo - Patrick S. es mi novio. ¡Fabiola, soy gay!-
-¡No lo puedo creer! – Exclamé tapándome la cara con las manos - ¡Por eso, no… por eso!-
-¡Ahora me explico todo! – Exclamé casi llorando con lágrimas en los ojos – por eso no te gustaba tener sexo, más bien siempre lo evitaste, siempre ¡Como hoy! -
¡Qué estúpida fui! ¡Cómo no me di cuenta antes!-
Camilo se mantuvo en silencio mirándome fijamente por un momento, en cambio yo lidiaba con mi conciencia.
Había empeñado toda mi historia y toda mi vida con Andrés para cobrar una revancha por despecho mientras el sentimiento de culpa atormentaba sarcásticamente mi cabeza.
-¡Fabiola, no te tortures más! – Decía mientras acariciaba mi cabello - tienes una vida fantástica con un compañero que cumple y satisface todas tus expectativas. ¡Eres inmensamente afortunada y feliz!-
- Siempre voy a estar para lo que necesites, ¡te lo prometo! Además puedes tener la certeza que fuiste y serás la única mujer en mi vida. ¡Vamos Fabiola! ¿Amigos? - Preguntó ofreciendo un abrazo y añadió.
-Te pido mil veces perdón por lo que te hice sufrir y por el tremendo daño que te causé. Nunca fue mi intención hacerlo y lo que te dije en ese momento era verdad. Era lo que sentía y quería. Pero la vida te pone a prueba dando giros inesperados. Eres una gran persona y a pesar de todo, contigo fui inmensamente feliz, Fabiola, nunca tengas duda de eso. Pero mi realidad era otra y mi felicidad estaba en otro lado. Espero que lo comprendas y me perdones.- terminó por decir Camilo mientras me tenía abrazada.
Que difícil fue empezar a ordenar mi cabeza. Estaba cerrando un círculo que había quedado inconcluso en mi vida y si no me daba prisa también se iba a cerrar la oportunidad de rescatar lo que quedaba de mi vida.
Nos despedimos con la promesa de que nos volveríamos a encontrar en alguna otra oportunidad. Regresaba a Londres el domingo por la noche así es que nos estábamos despidiendo definitivamente.
Regresé a casa pasada la medianoche y al abrir la puerta, Andrés estaba junto a Muriel viendo por televisión el último partido del Barcelona y me acerqué a saludar.
-¡Hola chicos! ¿Cómo están? ¡Tienen ganas de hacer algo distinto esta noche!- pregunté risueña en voz alta
Muriel con poco entusiasmo respondió – Después de estar cuidando a tu cachorrito hasta esta hora, solo escucho el llamado sensual de mi cama y no puedo negar que me excita la idea de pegarme a sus sábanas – y mirando a Andrés le dice - Todavía no entiendo cómo te puede gustar ver a no sé cuántos tipos correr y darse patadas por una pelota. ¡Hombres al fin y al cabo! –
-Llegó la reina así que la princesa se va a dormir. Buenas noches – tirándonos un beso subió a su habitación.
Andrés apagó la televisión y mirándome con su irónica sonrisa preguntó.
- Parece que fue un parto difícil Fabiola ¿Dijiste operar o parto normal?
-¡Operar Andrés! Fue por cesárea. Pero tú sabes cómo es esto, siempre surge algún inconveniente.
-¡Ya entiendo! veo que esta vez te entregaste totalmente a tu paciente. – respondió mirándome con su fría sonrisa.
- ¡Bueno!- respondí – era una paciente especial – y quitándome los zapatos me fui acercando para morderle la oreja.
-¿Y el niño, bien? - Contra preguntó evitando el contacto – ¿Cristina también aceptó trabajar un sábado por la tarde/noche?
Bien – dije titubeando –fue algo difícil pero finalmente salió todo perfectamente bien. Cristina no me pudo acompañar. Tenía otro compromiso.
¡Comprendo! – Dijo mirándome fijamente – ¿No deja de ser extraño, no crees? Cada vez que has entrado a pabellón siempre ha sido tu primer ayudante y curiosamente en este evento tan importante no te acompaña.-
Y sin dejar de mirarme fijamente a los ojos me pregunta.
- ¡Fabiola! hay algo que me quieras contar y que yo deba saber-
-¡Mi amor! Nada que yo sepa ¿pasa algo?- Pregunté subiéndome el vestido sacándome la ropa interior.
Andrés me observaba inmóvil sin siquiera participar de mis intentos de seducción.
Me puse de rodillas y baje el cierre de su pantalón para besar su pene pero me detuvo al instante tomándome del cabello levantando mi cabeza para que lo mirara.
-¡Esta vez no quiero Fabiola! No tengo ganas ni tiempo. Tengo que asistir a un parto y mi paciente está esperándome bastante ansiosa -dijo molesto
-¿Es una broma Andrés? Tú no eres médico ni tienes pacientes-respondí empezando a molestarme.
-Tú eres médica y sorpresivamente tienes pacientes un sábado por la tarde y demoras más de seis horas en una simple cirugía incluso sin tu primer ayudante - ¡Vamos Fabiola, que nos conocemos de sobra! -
Se levantó sin hacer más preguntas dirigiéndose al baño, se dio una ducha rápida y salió sin decir ni una palabra.
No comprendía su actitud. Era imposible que supiera que había estado con Camilo.
Confiaba en la palabra de Muriel y me comencé a preocupar ante la posibilidad de que esa salida fuera más que una excusa para salir de casa y evitar estar juntos. Me empecé a inquietar.
Subí a la habitación de Muriel que dormía plácidamente. La desperté y le pregunté.
-Le contaste algo a Andrés de lo que pasaba con Camilo. ¡Por favor dime la verdad! Acaba de salir hecho una furia sin decir nada después de preguntarme por la cirugía de esta tarde. ¡Parece que no creyó ni una cosa de lo que dije!
Muriel media dormida me contesta – Fabiola, no le he dicho ni media palabra. Te lo prometí aun sabiendo que estaba traicionando a Andrés. Te lo advertí el otro día. ¡Esto era sin llorar! – Asume las consecuencias de tus actos y ahora déjame dormir, tengo mucho sueño.-
Andrés no llegó esa noche y fue la más larga de mi vida. No pegue un ojo esperando que abriera la puerta y se metiera en la cama.
Estuve tentada varias veces de llamar a su celular pero me arrepentía porque conociéndolo sabía que solo empeoraría más las cosa.
Ya había amanecido cuando sentí que su auto se estacionaba en el garaje.
Entro a la habitación y sin decir palabra se comenzó a desvestir en la orilla de la cama.
Esta vez no me podía equivocar así que con una tensa calma le ofrecí mi ayuda.
Le quité la camisa y desnuda acerqué mi cuerpo a su espalda acariciándolo suavemente.
Andrés no respondió ni se movió del lugar.
Ante su notoria indiferencia me comencé a preocupar y le pregunté.
-¡Andrés! No te quise llamar, pero me tenías muy preocupada. Nunca te habías quedado una noche fuera de casa ¿estás bien?
- ¡Súper bien! - Me contesta sin darse vuelta - Fue un parto difícil pero nació una niña en perfectas condiciones.
-¿Queee? - respondí alzando la voz. -¿Una niña? , ¡Pero de que estás hablando!-
- ¡Una linda niña morena de hermosos ojos azules, muy sanita, ¡es una preciosura! – volvió a repetir sonriendo.
Dándose vuelta me mira sonriente y pregunta
- ¡Ultima oportunidad! ¿No tienes nada que me quieras contar, Fabiola?
No escuché la pregunta. Estaba distraída. Mi cabeza trabajaba velozmente en otra cosa dilucidando sus palabras hasta que exclamé casi gritando
-¡Volviste a ver a Colette, desgraciado! ¡Vamos, contesta! ¡Estuviste con ella, maldito traidor!- ¡Con esa pendeja de mierda! -
Gritaba sin que me pudiera controlar.
¡Jajajaja, Fabiola me haces tanto reír! ¡El ladrón detrás del juez! - Respondió Andrés con una calma que irritaba mientras se disponía entrar a la ducha.
-¡Andrés! ¡No te arranques, te estoy hablando! ¡Con quien estuviste!, ¡con quien pasaste la noche! - Lo increpé ya angustiada al borde de las lágrimas.
Fabiola que pesada te pones, te reitero lo mismo. ¡Fue niñita y está muy bien! ¡Es riquísima!- repitió reiterando su sarcasmo -ahora deja que me dé una ducha y dormir un poco. Estoy bastante cansado y con sueño-
¡Volviste a ver a Colette y estuviste follando con ella toda la noche! ¿Cierto?, ¡Mírame cuando te hablo, Andrés! - Por lo menos deberías ser un poco más honesto y cumplir con nuestro pacto de lealtad, pero parece que esa pendeja de mierda te hace perder la cabeza.- gritaba de rodillas sobre la cama llamando su atención.
-¡Fabiola, Fabiola! – Me respondió mientras bostezaba – Te equivocas querida Fabiola. Nunca te he fallado ni he dejado de cumplir nuestros pactos de lealtad. Te lo dije la otra noche, pero siempre escuchas lo que quieres según las circunstancias. No Fabiola, no estuve con Colette. Estuve en casa de mi hermana conversando con mi cuñado hasta que me dio sueño y me vine a casa. Pero tú, sin embargo… - se calló dejando la frase suspendida en el aire y continuó.
- Has estado todos estos días saliendo con Camilo MT y no me contaste nada de nada - creo que la que debería revisar y cumplir los pactos de lealtad eres tú, Fabiola – terminando su frase de pie, con su mirada penetrante y una tranquilidad pasmosa.
Fue en ese momento cuando me di cuenta que Andrés sabía de Camilo y mi angustia se transformó en terror.
-¿Cómo sabes que Camilo está en Chile? ¿Alguien te lo contó?- Sospechándolo que Muriel me había traicionado.
Veo que preocupa más la forma que el fondo del asunto, Fabiola. Cuando debería ser al revés -
¡Como lo sé! ¡Cristina, por supuesto! ¿O alguien más lo sabía? - Contra pregunto de inmediato.
¿Cristina? ¿Pero cómo? ¿Te llamo, te escribió? ¿Qué? - Pregunte incrédula ya sin mucha paciencia.
-Veo que sigues preocupada por la forma y no por el fondo, pero bueno -
-¡Te llamé el jueves! y Cristina me contó inocentemente que habías salido a almorzar con Camilo.- simplemente eso fue todo, nada más. Conoces de sobra a tu amiga. Uno pregunta y ella responde-
¿Me llamaste? Me llamaste para que, si nunca lo haces mientras estoy en la clínica.
Jajajaja, ¿lo que son las casualidades de la vida, no crees? Para la vez que lo hago, una vez no respondes el teléfono por falta de batería y la segunda vez el celular apagado. ¡No juegues conmigo Fabiola!, ¡parezco idiota, pero no lo soy! - Súmale a eso que tus ganas de pasarlo bien eran casi un desagradable trámite. Toda esta semana me estuviste intentando evitar y este viernes que fue la única vez que medianamente lo logré, te pusiste histérica cuando recibiste un mensaje al celular.
¡Fabiola, Fabiola! tú lenguaje corporal es como un libro abierto que yo leo hasta con los ojos cerrados.
Andrés me tenía en sus manos y no tuve más remedio que empezar a contarle la verdad.
¡Ven acá y escúchame! –invitándolo a sentarse sobre la cama, pero se mantuvo de pie.
Es verdad, Camilo está en Chile hace una semana para dar una conferencia en la clínica y allí nos encontramos. No tenía idea que vendría y recién me di cuenta cuando leí el programa el día anterior.
¡Interesante, continua! – agrego Andrés inmutable.
Quería resolver todo este asunto antes de contarte. ¡Pero todo salió mal, terriblemente mal!- .
Andrés me escuchaba en silencio si decir ni una palabra así que continué con mi explicación.
- Quería tomar mi revancha, Andrés. ¡Si, eso quería! Camilo me dejó así, sin más. So volvió invisible de un día para otro. Por más que le escribí, lo llame, se borró del mapa simplemente desapareció de la faz de la tierra. Te conté que él fue el primer hombre con el que estuve después de mi divorcio. Que me dejara sin explicación me dolió tanto, tanto Andrés, que solo cuando llegaste a mi vida me logré sanar, pero bueno, sanarme a medias porque cuando supe que estaba aquí, vi la maravillosa oportunidad de vengarme, de seducirlo, de tenerlo allí a mis pies para luego patearle el trasero y dejarlo de un golpe en medio del Atlántico. Iba a sacar lo peor de mí pues la venganza se sirve en plato frio. ¡Pero el, nuevamente me la dio a mí!
Andrés seguía mi historia sin mover un músculo – ¡termina, te estoy escuchando!- .
Me preparé mentalmente, usé todas mis armas de seducción pero en el justo momento cuando creía que lo tenía en mis manos me confesó que tenía una relación. Una relación estable desde hace cuatro años con ¡Patrick con Patrick, lo podrás creer ¡ ¿Entiendes? Me dejó hace cinco años sin decir una palabra porque era gay - Termine gritando -
¡Es gay, Andrés! -
¡Jajajajaja Jajajaja! – Reía Andrés a carcajadas asintiendo con la cabeza – ¿recuerdas cuando nos conocimos luego de hacer el amor la primera vez, Fabiola? ¿Cuándo me contaste la historia de Camilo?- preguntó sin dejar de reír
Por supuesto que lo recuerdo. No te mentí en nada Andrés, ¡te lo conté todo! - respondí sin saber a donde quería llegar.
-Pues parece que tienes memoria selectiva porque no recuerdas lo que te dije claramente esa noche. Te dije ¡Camilo es gay! ¿Y cual fue tu respuesta? ¡Que si acaso estaba loco! Que si así hubiera sido te habrías dado cuenta de inmediato y ya ves ¡no te diste cuenta! - volviendo a sonreír.
¡Verdad que me lo dijiste y no te creí! Estaba tan enojada que fui por el dulce sabor de la venganza y salí trasquilada con el culo adolorido por el destino-.
¡Por Dios Fabiola! ¿Era tan difícil contarme lo que pasaba? Incluso te podría haber ayudado. Sabes que cuando me lo propongo me puedo convertir en el ser más cruel, maquiavélico y perverso. A veces se te olvida que somos un equipo - Respondió Andrés dulcificando su tono de voz.
¡Y tú! ¿Es verdad que anoche no estuviste con Colette? – pregunté aun dudando de su incursión nocturna.
¡Mi niñita nació bien!- Respondió riendo a carcajadas.
Estábamos en eso cuando Muriel entró corriendo a la habitación con mi teléfono celular sonando en la mano pasándomelo bastante molesta.
¡Fabiola por favor, contesta este maldito aparato! Ha sonado mil veces una y otra vez que ya me tiene con los ovarios hinchados. Parece que un tal Camilo tiene una urgencia un domingo por la mañana-.
¿Camilo? Dame ese teléfono – tomándolo bajo la atenta mirada de Muriel y Andrés.
¿Camilo? - respondí conectando el altavoz
Hola Fabiola, buenos días. Disculpa que te moleste a esta hora, pero te llamo para despedirme. Ayer quedé muy preocupado por ti. Y no quería partir sin reiterarte lo mucho que lo siento. Eres una mujer extraordinaria y mereces ser feliz amiga como sé que lo eres, de verdad te lo mereces.
-¡Camilo!, estoy con el altavoz puesto, están conmigo Andrés y Muriel. Te están escuchando -
¡Claro que es una mujer maravillosa! – Contestó Andrés por el altavoz- ¡Hola Camilo, soy Andrés! - agregó – ¡siiiii, lo es! - dijo Muriel- ¡además de rica y linda! – gritaba muerta de la risa .
¡Hola Muriel! Buenos días, qué gusto saludarte nuevamente ¿Estás allí también?- Respondió Camilo sin entender muy bien la dinámica.
¡Por supuesto! ¡En esta cama no hay secretos, Camilo! - Y tomando la iniciativa le pregunta - ¿Porque no te vienes a comer con nosotros?
¿A comer? Mi avión sale en la noche así que me encantaría comer con ustedes. ¡Gracias!-
Entonces te esperamos pasado el mediodía para tomar antes unos aperitivos, ¿te parece? – insistió Muriel
¡Acepto encantado!, Muchas gracias. ¡Nos vemos más tarde!
Luego de colgar la llamada Muriel metida en nuestra cama exclama. -¡Si no me gustaran las mujeres ya me habría follado a ese guaperas! - . Suspiro.
¡Difícil muy difícil! - respondí mirando a Andrés - al único guaperas que hay le gustan demasiado las mujeres-.
¿Estás de broma Fabiola? ¿No me digas que también juega en mi equipo? ¡Y yo que ya estaba pensando en una siesta de cuatro!
Y riendo a carcajadas le dice a Andrés – Bueno querido, ¡te tendrás que sacrificar por una buena y fraternal causa!
- ¡Ni lo sueñes! - ¡respondió Andrés en tono de advertencia - ¡ni lo sueñen!-
Y riendo continuó diciendo – Por esta vez seremos personas espirituales, pacatas, conservadoras y religiosas. Nada de insinuaciones entre ustedes dos ¡entendido ¡ ¡las conozco muy bien cuando quieren empezar a hacer travesuras!
¡Ya familia! ¡Tenemos un invitado! ¿Sugerencia para el menú? – preguntó Muriel aún metida en nuestra cama en medio de los dos.
¿Muriel? - preguntó Andrés mirándola de forma interrogante - ¿conoces a Camilo? -
¡Fabiola!, tú le cuentas la historia a este tío que yo voy por un café. Además tengo que ver qué hay en el refrigerador para preparar la comida – dijo saltando de la cama huyendo por sobre nosotros.
Y desde el umbral de la puerta nos gritó muerta de la risa - ¡No se vayan a olvidar de incluirme en la siesta!