Pasa esta noche conmigo

- Pon un precio y seguro que llegaremos a un acuerdo. - Mi precio es tu palabra de que hasta que amanezca harás todo lo que yo te pida.

PASA ESTA NOCHE CONMIGO

Hacía dos días que a Alex le habían comunicado, en una reunión a puerta cerrada, su ascenso. Pasando así a ser, con 30 años, el socio más joven de una de las empresas de mayor prestigio en el mundo de las finanzas.

Esa noche acudiría ( ya en calidad de socio) a una importante fiesta organizada por una conocida ONG para recaudar fondos.

Alex era atractivo pero no guapo y sabía que el afrodisíaco que llevaba a hermosas mujeres a su cama era el dinero de sus cuentas corrientes, había heredado una buena cantidad de su padre y la aumentaba con buenas inversiones.

Miró una vez mas por la ventana y vio que la limusina de la empresa que iba a recogerlos ( un extra de ser socio) ya esperaba en la puerta.

Ya está aquí – le dijo a su acompañante de esta noche. Una rubia de largas piernas y pechos turgentes.

Melisa soltó una risita de excitación, recogió el bolso y se colgó de su brazo como si fuera un salvavidas.

Él la miró con resignación, era tan guapa como tanta la muchacha.

El chofer esperaba apoyado en la puerta del conductor con la cabeza inclinada sobre un plano que sostenía en las manos.

Alex pensó que conocía a los 3 chóferes de la empresa, todos mayores y ninguno era el que esperaba en su puerta.

Ya estaban a dos pasos cuando levantó la cabeza del plano y clavó la mirada en ellos.

"Hola, soy Cristian"

Alex se quedó hipnotizado en sus ojos y después resbaló la mirada por el resto de su cuerpo, ¡y que cuerpo!. ¿Pero en que estaba pesando? Nunca le habían atraído los hombres y ahora estaba desnudando a este con la mirada.

Salió del trance y giró la cabeza hacia su acompañante. No pudo evitar una mueca burlona, era tonta pero no ciega. Ese chico parecía salido de un calendario de hombres 10. Tendría unos 25 años, carita de niño guapo, sonrisa sincera y con el uniforme y la gorra parecía un pecado.

Hola soy Alex – y le tendió una mano que éste cogió inmediatamente. – y ella es Melisa.

Una vez hechas las presentaciones Cristian abrió la puesta y ayudo a Melisa a entrar en la limusina y luego ocupó su puesto en el asiento del conductor.

En el trayecto Alex le pregunto como es que nunca le había visto.

Cristian: Soy nuevo, hace unos días que Sebastián se jubiló y yo ocupo ahora su lugar.

Alex: Así que eres el nuevo chofer.

Cristian: Sí, pero también me encargo de recados cuando hace falta o cualquier cosa que ustedes necesiten.

Alex estuvo toda la noche como ausente, mantenía conversaciones con sus socios que, estaba convencido, carecían de todo sentido, paseaba una copa que no recordaba haber pedido y a cada rato se encontraba pensando en el joven chofer. Miró por una de las ventanas que daban al lugar donde estaban aparcados los coches y vio a Cristian conversando con los otros chóferes en el exterior.

Cristian le ve, le sonríe, hace un gesto con la cabeza y le guiña un ojo.

Alex se pone tan colorado como un adolescente. No presta atención a Melisa, ese chico le tiene desconcertado.

Decide retirarse temprano, de todos modos su interés esa noche estaba fuera de la fiesta y bajo un uniforme y una gorra. Melisa se queda, gracias a Dios, porque otra de sus risitas estúpidas podría llevarlo al suicidio o el asesinato.

En el viaje de regreso Cristian baja el cristal que separa al chofer de los pasajeros.

Cristian: ¿Qué tal estuvo la fiesta?

Alex: Aburrida como todas.

Cristian: ¿y Melisa?

Alex: Estúpida como siempre.

Cristian: jaja no, preguntaba si tengo que volver a recogerla mas tarde.

Alex: No, la fiesta terminará tarde y alguien la llevará a casa. (Esa chica ya era historia).

Habían pasado un par de semanas y varias conversaciones con ese joven que amenazaba su paz mental y lo mantenía en constante estado de excitación.

Ahora sabía que no tenía novia, que compartía piso con dos amigos y que era el primo de uno de los guardas de seguridad, razón por la que había conseguido el puesto.

Todo aquello estaba afectando a su trabajo, no dejaba de pensar en él, no se concentraba, se inventaba viajes y encargos solo para poder charlar y mirarle embobado. Estaba obsesionado.

Preparó un viaje (que no existía) a otra ciudad, reservó habitación en un hotel de lujo y decidió que durante el viaje convencería a Cristian de irse con él a la cama. ¿Cómo? Ni idea. Pero si no encontraba pronto la manera se iba a matar a pajas.

Cuando ya estaban cerca del hotel se la jugó.

Alex: Cristian, ¿crees que todo el mundo tiene un precio?

Cristian se quedo extrañado de la pregunta.

Cristian: No lo sé, como idealista me gustaría decir que no, pero con sinceridad supongo que solo es cuestión de ofrecer lo suficiente.

Alex: ¿Y cual es tu precio?

Cristian miró a Alex por el espejo retrovisor, ¿estaría desvariando su jefe?.

Cristian: ¿Mi precio? ¿Para que?

Alex: Para pasar conmigo la noche en el hotel. Di una cantidad y seguro que llegamos a un acuerdo.

Cristian: ¿Quiere comprarme?

Alex: Sí.

Cristian se quedó pensativo, no había esperado esa oferta. Se sentía atraído por su jefe desde que lo vio con la rubia colgada de su brazo, creía que era un imposible. Alex era serio, altivo, arrogante, parecía estar por encima de todo el mundo, inalcanzable, controlándolo todo, no podía imaginarlo entregándose sin restricciones. Y ahora le estaba haciendo una oferta para llevarlo a la cama. Siempre dominando él la situación, por supuesto.

Se le ocurrió que si lo deseaba lo suficiente como para pagarle lo que pidiera, entonces solo tenía un precio, sería él el que pusiera las reglas y Alex el que, por una vez, no dirigiera la función. En cualquier otro momento y con cualquier otro hombre, hubiera puesto un precio relativamente alto sin pensárselo dos veces, no tenía nada en contra del dinero, es mas, le gustaba mucho. Pero si accedía a lo que Alex quería siempre sería así, "cuando, donde y como Alex quisiera". Sería su puta y Cristian quería ser su chofer, su amigo y su amante, pero no su juguete.

Cristian: ¿Lo que yo pida?

Alex: Negociemos.

Cristian: No quiero dinero, quiero tu palabra de que mientras estemos en la habitación tu harás todo lo que yo te pida, sin preguntar y sin oponerte a nada de antemano.

Alex se sorprendió, esperaba que le pidiera una cantidad descomunal de dinero, pero nunca esperó que le pidiera aquello. Le excitó el pensar en ceder el dominio de la situación pero le preocupaban las inclinaciones de Cristian, ¿qué sabía de él? ¿Y si resultaba ser un depravado o un psicópata?, Él quería una noche de sexo excitante no acabar en urgencias.

Cristian supuso lo que se le pasaba por la mente así que trató de aclarar sus dudas.

Cristian: No voy ha hacerte nada que no te guste, nunca he golpeado a nadie ni nada parecido. Solo quiero que por una vez dejes manejar a otra persona.

Alex estaba indeciso, nunca había estado a merced de nadie ni en el trabajo ni en su vida privada, siempre se hacían las cosas como él quería y realmente no sabía hasta donde quería llegar con Cristian. Pero deseaba tanto ese cuerpo que le dolía. Finalmente preguntó con desconfianza:

-¿Hasta que extremo tienes la intención de llegar?

Cristian sabía que cuando le hizo la oferta no tenía la intención de poner él el culo, en frío no lo iba a conseguir pero en caliente..., y no es que Cristian no quisiera poner el suyo, es más, en determinado momento hasta lo exigiría, pero no era una marioneta y sus deseos también debían ser satisfechos, un acuerdo justo en su opinión. Solo tenía que convencer a Alex.

Cristian: Te prometo que si en algún momento algo no te gusta o es demasiado para ti me lo dices y lo dejo. Si tú no lo disfrutas yo tampoco lo disfrutaré, así que, si dices " no " para mí significa " no ". Simplemente no vamos a marcar los límites ahora, es mejor esperar a ver que pasa. No te preocupes, te gustará.

En su cara y en su tono de voz no se reflejaba su deseo de que aceptara. Imitaba el tono de Alex, como si estuvieran tratando un acuerdo comercial.

Alex se rindió, lo deseaba demasiado: Esta bien, acepto tus condiciones, pero te advierto que no se me da bien obedecer - tenía la sensación de estar cavando su propia tumba.

Cristian: Tranquilo, yo me encargo. A partir de ahora y hasta que amanezca yo soy el que manda – mentalmente estaba dando saltos de alegría.

Alex: OK.

Llegaron al hotel, Cristian concentrado en lo haría con él esa noche y Alex preocupado por la misma razón.

Cristian: Coge la llave, sube a la habitación y date una ducha mientras yo busco unas cosas que necesito.

Alex iba a protestar (la fuerza de la costumbre) pero Cristian elevó una ceja y se dio cuenta de que ahora él no era el jefe.

Subió a la habitación, se duchó, se puso una bata y se sentó frente a la tele mientras esperaba que Cristian regresara. Llamaron a la puerta, abrió y allí estaba con una bolsa en la mano y una sonrisa burlona en el rostro.

Alex se hizo a un lado para dejarle pasar.

Cristian: Me voy a dar una ducha, y después empezaremos.

Cuando Cristian salió con una toalla enrollada a la cintura sacó algo de la bolsa y se acercó a Alex pidiéndole que se pusiera de pie.

No muy convencido obedeció y Cristian le llevó al centro de la habitación y le puso una venda tapándole los ojos. A Alex esto no le gustaba nada, eso sí, le excitaba una barbaridad.

Cristian: Tener los ojos vendados agudiza los demás sentidos.-le explicó - No te muevas, no hables a no ser que te pregunte y no me toques, quédate quieto haga yo lo que haga.

Alex asintió, no podía articular palabra.

Cristian le quitó la bata y dio un paso atrás para observar, sin tocar aún, su cuerpo desde todos los ángulos, el abdomen duro, bien trabajado y la polla ya en erección, (no muy grande, nada que ver con la suya pero muy hermosa a su parecer), en la ancha espalda se marcaban sus músculos y ese culito redondo y duro que invitaba a perderse en él.

Alex sintió su aliento en la mejilla, giro la cara para besarle, se moría por besarle.

Cristian: Ssssssh, aún no – le murmuró.

Las manos de Cristian apenas le rozaban, le acarició el pecho, se entretuvo en besar sus pezones y mordisquearlos ligeramente al tiempo que raspaba su espalda y le acariciaba el trasero. Alex apretaba los dientes e intentaba mantener sus manos pegadas al cuerpo, inmóviles. Aquello estaba resultando muy erótico. Lo sentía moverse a su alrededor, olía a limpio y a hombre, tenía la boca seca, las manos sudadas y si Cristian le tocaba la polla iba a llevarse una sorpresa porque tendría un orgasmo instantáneo, estaba seguro.

Cristian le besó el cuello, le lamió el pecho y el abdomen en un descenso directo a su polla, pero claro - pensó Alex - era demasiado esperar que fuera directo al grano. Volvió a sentir su boca, ahora en su espalda, bajando hacia sus nalgas, las acarició, las besó, las mordió, deseaba ese culito, lo quería todo. Alex exhaló un suspiro. Desesperado por moverse, por tocarlo, quería coger a Cristian por el pelo y arrastrarlo a su boca o a su polla o a donde fuera. ¡Maldito trato!

Sabía que aún no había empezado la función y ya estaba tan caliente que pensó que moriría antes del primer acto. ¿Era posible morir de una sobredosis de calentura?

Cristian respiraba fuerte en un intento de calmarse, Alex no era el único que sufría de una calentura sin precedentes.

Guió a Alex a la cama y le hizo sentarse. Se quitó la toalla, se acercó a él y le agarró una mano para que tomara su polla y se la llevara a la boca él mismo, cuando Alex se dio cuenta la agarro con ambas manos y entonces se quedó perplejo por el tamaño y el grosor de ese duro garrote y pensó que si se lo permitía le destrozaría el culo con aquella cosa enorme. " Ni hablar ", se dio cuenta de que eso lo había dicho en voz alta cuando la enorme polla empezó a retroceder, viendo que se le escapaba de las manos la agarró con mas fuerza y tiro de ella hacia sí. " No te lo decía a ti " aclaró con un gruñido. Cristian se sorprendió porque no había nadie mas, pero como el resultado era que Alex se llevaba la polla a la boca, no dijo ni una palabra.

Alex le dio un lametazo, tenía un delicioso sabor a antes de correrse y empezó a chupar con fuerza, con poca experiencia pero mucha voluntad, no abarcaba ni la mitad pero lo intentaba, nunca había imaginado que podía gustarle tanto tener una polla en la boca. Con una mano acariciaba la piel de la parte interna de sus muslos y los huevos y con la otra masajeaba la parte que no alcanzaba a meter en la boca, que todo sea dicho de paso, era bastante. Al mismo tiempo Cristian empezó a mover las caderas, bombeando hacia adentro y hacia fuera, entre sus labios, follando su boca, y acariciando su pelo, sin presionarlo y cuidando de no meter mas de lo que podía tomar, le miraba embelesado viéndolo mamar como si gozara haciéndolo, hasta que con un fuerte jadeo la retiró.

Cristian: ¡Suficiente!. – lo dijo en un gemido. Un segundo mas y le hubiera dado la cena a Alex.

Éste se quedó con la venda en los ojos, la boca abierta, las manos como si sostuvieran una flauta invisible y la sensación de quien acababa de perder a su mejor amigo.

Cristian fue a buscar las cuerdas que había conseguido poco antes para atarlo a la cama, un bote de lubricante y un preservativo.

Alex estaba al límite ya, una ráfaga de viento y seguro que se corría. Lo oía moverse por la habitación. Se paró a los pies de la cama y se quedo indeciso, "con lo bien que la mamaba" ¿Un 69 o me lo follo?...mmmmm... " me lo follo ".

Empujó suavemente a Alex para que se tumbara boca abajo y le cogió las manos para atárselas a los barrotes de la cama. Alex quiso resistirse pero sin mucho convencimiento, ha esas alturas ya quería que Cristian le follara y estaba dispuesto a vender su alma al diablo por ello, ¡qué narices!, vendería la de toda su familia si hacía falta. En el fondo agradecía que lo atara, porque ya empezaba a pensar seriamente en saltar sobre Cristian y darle por el culo tan profundamente y con tanta fuerza que no sería capar de pararlo.

Cristian le colocó una almohada debajo de la cadera para elevar su trasero y arqueó una ceja de incredulidad cuando Alex se frotó la polla contra la almohada en un gesto involuntario. Se tumbó sobre él y restregó su cuerpo desnudo sobre su espalda y frotó su pene entre sus nalgas, ambos estaban jadeando. Le mordisqueó la nuca y fue bajando hacia su trasero. Dejó el bote de lubricante y el preservativo a un lado y le apretó las nalgas con fuerza con ambas manos al tiempo que hundía su cara entre ellas.

La sensación fue demasiado para Alex que gritó: " Aaaahh, me voy a correr ".

Cristian le dio un azote en las nalgas que sorprendió a Alex y le dejó al borde del orgasmo.

Cristian: Ni se te ocurra – le amonestó.

Cogió el lubricante, lo esparció bien por su culito, se puso el preservativo y echó lubricante suficiente en la polla como para no hacer daño a Alex.

Le metió un dedo bien untado en lubricante, Alex se estremeció mientras el dedo se hundía totalmente en el apretado agujero. El dolor punzante le hizo corcovear y empujar mientras Cristian lo retorcía dentro de él extendiendo la lubricación, estirando los músculos. Metió otro dedo, estaba ardiendo por meter su polla en lugar de sus dedos, notaba como su control resbalaba, algo que nunca había pasado antes, pero tenía que prepararlo, no podía permitirse herirlo inconscientemente. Quería que él lo disfrutara también.

Alex estaba mas que listo así que apunto su polla a la entrada de su ano y empezó a empujar. Solo había metido su glande cuando Alex empezó a gritar:

AAaaaaaaaggggg Para, joder, para –acababa de recordar el tamaño y grosor de la polla de Cristian y éste se detuvo:

¿Te duele? – su voz era ronca por el esfuerzo de controlarse y no hundirse de una sola estocada. . No recordaba otro momento en el que hubiera estado tan caliente ni tan preparado para follar.

¿Qué si le dolía? – pensó Alex - Sentía que le estaba clavando un hierro ardiendo. Si no tuviera las manos atadas lanzaría a Cristian por la ventana.

Cristian estaba pensando en lanzarse el mismo. Era un bocazas. "¿Si me lo pides parare?"," ¿No significa No?". ¿De donde habían salido esas estúpidas palabras?. Al menos tendría que haber amordazado a Alex.

Se inclino sobre su cuerpo para mordisquear su espalda, y susurrarle palabras de aliento, halagos o lo que hiciera falta para que le dejara continuar. Apoyó una mano en el colchón y la otra sobre su cadera, intentaba que se calmara pero el movimiento hizo que su polla se hundiera un poco mas en el virginal culito de Alex, lo que le quitó el aliento y provocó que Alex pegara un grito:

¡Maldita sea! ¿Es que no ves que no coge?

Cristian podría haberse echado a reír por lo ridículo de la situación, pero había perdido el sentido del humor un minuto antes, justo cuando Alex le pidió que parara. A esas alturas si no conseguía que se relajara iba a violar a su jefe, puede que después le matara pero, al menos, moriría feliz.

Cristian: Respira profundamente y relájate, eso aliviará un poco el dolor. Después te va a gustar, te lo prometo.

Alex trató de seguir su consejo, realmente quería colaborar, había un resquicio de placer en todo aquello aunque ahora no recordaba donde. El dolor cedió un poco y sintió como la polla de Cristian volvía a penetrar el apretado agujero, fue suave, pero a medida que iba entrando, un persistente y creciente fuego comenzaba a dispararse a través de su cuerpo.

Alex se tensó, pero Cristian no se retiró. Alex gritó mientras el dolor florecía en su ano pero no le pedía que se detuviera. Podía sentir estirarse sus músculos, protestando, pero cediendo paso a la gran polla de Cristian.

Cuando la tuvo finalmente alojada en su ano hasta los huevos Cristian se detuvo para que se acostumbrara a la sensación. No sabría decir cual de los dos estaba mas tenso.

Cuando al fin notó que relajaba la tensión de los músculos, empezó a moverse suavemente, lo que provoco un leve quejido en su jefe que fue transformándose en suaves gemidos, el dolor/placer estaba haciendo que Alex elevara su culito cada vez que la polla salía de su ano para ir a su encuentro y que Cristian empezara a bombear mas fuerte hasta establecer un ritmo frenético. Los gemidos de ambos cortaban el silencio.

Ahora Alex solo repetía: "Dale fuerte ... rómpelo ...Agr. ..sí... fóllame duro"

Y Cristian ni sabía lo que gritaba: "! Oh, Dios, Dios, Dios!". "Voy a follarte hasta dejarte hecho una mierda"

Cuando el ano de Alex empezó a palpitar, éste gritaba como un loco: " Aaaaahhh, Si, si, me corro, joder, aaahhhg " . Cristian aceleró el ritmo buscando su propio placer y con una última estocada lanzó un largo gemido entrecortado y alcanzó un orgasmo que le robó el aliento, obligándolo a cerró los ojos e inclinar su cuerpo sobre el de Alex hasta soltar la ultima de gota de semen en una sucesión ininterrumpida de espasmos.

Se quedó quieto oyendo los latidos de su corazón y el golpeteo de la sangre en las sienes. Ambos intentando recobrar el ritmo normal de su respiración.

Cuando se recuperó un poco de " la pequeña muerte " , levantó la cabeza y mordió cariñosamente la nuca de Alex que parecía perplejo por todo lo que habían compartido.

Se levantó, se quitó el preservativo, le desató y se tumbó a su lado mientras éste se quitaba la venda de los ojos y retiraba la almohada llena de su semen.

Alex: Ufffffff, juro que casi me matas.

Cristian sonrió como el gato que se comió al canario.

Alex: ¿Ahora ya puedo besarte? . No esperó respuesta, esos labios eran una tentación que había ansiado demasiado tiempo. Los saboreó con calma, acercó a Cristian a sus brazos y lo apretó con fuerza. Ese muchacho le volvía loco.