Partida en el mundo real
En el WOW puedes jugar toda una vida imaginaria en la que puedes conocer a mucha gente. Gente a la que puedes llegar a conocer mas allá del personaje e incluso mas allá del propio juego, en la realidad.
Adicto al Word of Warcraf, un videojuego online de temática rol para el que no lo sepa, había conocido a un chico que se había unido al clan en donde yo estaba. A lo primero, no nos decíamos mas que lo esencial para el flujo del juego, pero en una ocasión coincidimos en un bosque en el que habíamos quedado varios del clan. Los dos nos habíamos conectado media hora antes del encuentro y fue por eso por lo que hablásemos mas allá del rol de nuestro personaje. De esta manera fue como supe su auténtico nombre, Ricardo, que trabajaba de informático en una empresa y que tenía treinta y uno, cinco años mas que yo. A partir de entonces nos comenzamos a tratar cuando nos veíamos por el WOW ya que nos habíamos caído bastante bien desde aquel día.
En una conversación que teníamos en privado, el tema se desvió un momento hacia el sexo por primera vez y así es como el me hizo saber que era gay, de una forma completamente normal. Yo le dije que también era gay, alegrándome de encontrar a un gay en el WOW, sobre todo por que era muy reservado con mi sexualidad en la vida real. Mas unidos todavía sabiendo que el otro era gay, quedábamos especialmente en el WOW para hablar de otras cosas ajenas al juego. Era como nuestro medio de chateo en donde estábamos hasta bastante tarde conversando y que era entonces cuando acabábamos hablando sobre sexo. Me contaba sobre sus visitas a la sauna o discotecas de ambiente, lo que para mi era otro mundo ya que mi vida era bastante sedentaria y nunca me gustó salir de marcha por la noche. En cambio le pedía que me contase por que así la conversación se ponía cada vez mas caliente. Me masturbaba mientras el me contaba como se había follado a uno una vez en el parque, u otra anécdota. Él sabía que me pajeaba con lo que me contaba y yo sabía que él se ponía cachondo contándome. En una de esas sesiones en la que los dos nos habíamos puesto tremendamente caliente y andábamos tecleando con una mano y pajeándonos con la otra, él me pidió quedar en ese momento de tan cachondo que iba. Yo también estaba bastante excitado y, tras mucho insistirme y provocarme, acabé aceptando. Le invité a mi casa, siendo él quien tenía coche y yo el que tenía el piso libre. Despidiéndonos con un “hasta ahora”, desconectamos cada uno del WOW.
Hacía ya demasiado tiempo desde mi ultimo polvo y era la primera vez que quedaba de forma esporádica para follar así que estaba tremendamente nervioso. Me estaba arrepintiendo de que haber quedado y dudaba con el móvil en la mano si enviarle un mensaje de texto para echarme atrás, pero ya debía estar a mitad de camino. De los nervios comencé a pensar en todo tipo de paranoias y me preguntaba si sería el de las fotos que me pasaba por Internet, ya que era bastante guapo, demasiado, de flequillo de punta, cara afinada y ojos verdes intenso. Esto último era lo que mas me perdía en un tío.
Llamaron al telefonillo. Ricardo respondió al otro lado y le abrí. Luego sonó el timbre y abrí la puerta. Lo dejé pasar adentro, sin dejar de mirarlo atentamente al verlo en persona. No era la primera vez que lo veía. Me había enseñado varias fotos suyas que, o eran de carné, o salía con demasiada ropa. El caso era que al Ricardo que tenía ante mí solo lo reconocía por la cara ya que por lo demás era un cachas al que se le perfilaba los biceps y los pectorales bajo la camiseta de manga corta que traía. Reaccionando tras unos cuantos segundos de incertidumbres, lo invité a pasar al salón sin poder dejar de mirarlo.
-Estas diferentes a la foto.
-Ya te dije que eran un poco viejas.
-Pero no me dijiste que ibas al gimnasio.
-Si, si que te lo dije.
-No, no lo hiciste – En verdad comenzaba a recordad que si lo había dicho alguna vez pero entonces no le di importancia por que también había estado yendo a un gimnasio sin que me sirviese nunca de algo.
-Que si…, pero ¿Qué mas da? Tu tampoco me dijiste que eras mas guapo en persona – No pude evitar sonreír – Vamos a tu cuarto si te parece.
-Claro, si, sígueme – Y él me siguió muy pegado a mí.
-Pareces nervioso. Tú no te preocupes que lo hacemos como quieras.
-Vale. Te lo agradezco tío. Es que yo no suelo hacer esto.
-¿Tu quieres estar con migo? – Me preguntó ya dentro del dormitorio, tomándome por la cintura y atrayéndome a él.
-Pues claro, tío. Si no, no te habría invitado – Le dije, haciéndome un poco el seguro de mi mismo.
Colocándome la mano en la nuca, me llevó la cabeza a la suya y sus labios se pusieron a acariciar los míos nada mas tocarlos. Pensaba que, como la situación parecía requerir, iba a besarme con mucho ímpetu pero en cambio me besaba tranquilamente, con mucha dulzura. Su lengua entraba solamente un poco en mi boca, haciendo que la mía se atreviese a frotarse con ella, a seguirla a su propia boca. Tirando de mí con otro golpe seco, hizo que nuestras caderas quedasen pegadas, con lo que pude sentir lo duro que estaba su paquete y lo duro que estaba el mío. Caminamos hasta la cama sin dejar de besarnos, cayendo de espalda con él encima. Su mano me revolvía el pelo, las mías acariciaban su costado y su espalda, notando sus tendones abultándose al contraerse.
-Estoy bastante empalmado – Me dijo al oído – Llevaba mucho tiempo queriendo conocerte en la realidad.
-Yo también, tío – Le respondí alegrándome de saber que no solo era yo – Me he hecho un montón de pajas pensando en ti.
Contento con mi confesión, él me dio un fuerte beso con el que sentí su lengua del todo. Se quitó de encima para ponerse en pié, queriendo pasar ya a la acción y comenzando a desnudarse. Bajo su camiseta aparecieron unos abdominales ligeramente marcados y después unos elevados pectorales que proyectaban sombra a la luz del techo. Sin camiseta, sus bíceps y hombros parecían mas hinchados e incluso sus piernas estaban muy musculadas. En mis mas calientes fantasías con él, nunca me había imaginado que estuviese tan bueno, lo que me hizo sentirme muy inseguro de mi propio físico, del que nunca me había sentido a gusto. Además, también estaba el hecho de que él iba depilado casi por completo, mientras que yo tenía toda la barriga cubierta de vello. Me tumbé lentamente sobre la almohada, mirándolo atentamente como ya se quitaba los boxers y dejaba salir a flote una polla de buen tamaño que se mantenía dura a un lado en su vientre. Una gran vena le subía por el tronco hasta su capullo medio encapuchado, gordo y morado como un caramelo. El vello rizado de su pubis, así como el de las piernas, era todo el vello corporal que no tenía depilado. Palpitándole la polla vino a echarse en la cama, besándome de nuevo y bajando con sus manos a mi paquete para masajearlo. Bajó mi pantalón, quitándomelos del todo, y luego intentó hacer lo mismo con mis calzoncillos pero se lo impedí. Cuando también intentó quitarme la camiseta y tampoco le dejé, dejó de besarme confuso.
-¿Qué pasa que no me dejas quitarte la camiseta ni los boxers? – Preguntó preocupado.
-Perdona, es que no esperaba que estuvieses tan… fuerte.
-Y eso es un problema por que… - Dejó sin acabar esperando una respuesta mas convincente.
-Por que me da vergüenza, tío. Tú estas tan bueno y yo tan, ya sabes… - Le dije, pellizcándome la barriguilla cervecera.
-Primero, tu no estas mal, en serio. Me pones muchísimo y me la puedes tocas para comprobarlo. Y segundo, si quiero follar con uno que esté cachas entonces me voy a la sauna ¿Vale? He venido aquí por que me gustas, por que me caes de putísima madre por el WOW. Te lo digo en serio.
-Ya, pero aún así me da corte.
-Si no te quieres quitar la ropa no pasa nada. Para mi es mas que suficiente – Y bajando a mis pies, metió la mano por la abertura de mis boxers e hizo salir mi polla, completamente descapullada y echando preseminal como un aspersor. Me masturbó lentamente, lamiéndomela por cada lado – Valla, tío… que grande la tienes.
-¿Te parece grande? – Le pregunté, teniendo mis sospechas de que solo lo dijese por decir aunque ya me lo habían dicho otras veces.
-Es grande – Sentenció – Y si no, vamos a ver si me cabe en la boca.
Doblándome en la cama del súbito placer, me agarré a los lados del colchón, notando como su boca rodeaba mi polla, chupándola, aspirándola y lamiéndola sin dejar de mover la cabeza en círculos mientras me pajeaba de la mitad para abajo por no poder con toda ella. Dejaba unos segundos de chupármela, dándome unos fuertes chupetones en el capullo a la vez que apretaba la paja. Luego, volvía repentinamente con la boca, gimiendo con mi polla dentro.
-Párate Ricardo, que vas a hacerme que me valla ya – Le pedí jadeando.
Dejó mi polla atrás para reunirse arriba con migo. Su boca se pegó con ganas a la mía, trasmitiéndome el olor y sabor de mi propio miembro. De rodillas, sentándose en mi pecho, agitó su polla con desesperación tan cerca de mi cara que podía oler su preseminal y sus huevos. Recolocándome la almohada bajo la cabeza, lo tomé por su duro culo, empujándolo contra mí. Abrí la boca y su polla me la llenó entera. Llevado por mí, él comenzó a moverse adelante y atrás, penetrándome la boca una vez tras otra. Sus huevos acababan contra mi barbilla cuando su polla entraba, intentando comérmela entera y consiguiéndolo siempre. Mi lengua iba recogiendo el preseminal que iba soltando en mi boca, sin abandonar nunca su capullo. Embestía mi cabeza a cada momento con mas agresividad, apunto de conseguir su orgasmo.
-Ten cuidado tío, que me voy, que ¡Me… voy! – Bramó al aire tan alto que, con la hora que era, tuvimos que despertar a alguno vecino.
Pasando a masturbarlo, pegué mis labios a la punta de su capullo, absorbiendo su lefa, que iba saliendo con mucha presión. La iba saboreando en mi boca, tragando todo su semen pastoso y caliente. Al separar mis labios, pensando que ya habría dejado de correrse, unos cuantos proyectiles de lefa sin fuerza calló sobre mis labios y sobre el pecho de mi camiseta. Bajando a mi cuerpo, Ricardo lamió toda su corrida, dedicándose especialmente con la de mi boca. Mientras esto, iba deslizando su culo por mi culo hasta que topó con mi polla, tan dura y gorda que aquel sencillo contacto me dio gran placer.
-Quiero que me la metas y me folles – Me pidió muy caliente aun habiéndose acabado de correr.
-Cojo un preservativo entonces.
-Y lubricante, por favor - Rió.
Pasándole el botecito de lubricante desde un cajón, me cogí un preservativo y el se apartó un poco para dejarme ponérmelo. Vació lubricante directamente en mi polla y luego se llevó un poco con la mano a su culo. Regresó otra vez encima mía, con sus rodillas dobladas a la altura de mi cintura. Agarró mi polla y puso su culo contra ella, apuntando a su ano. Le iba a mandar a parar al ver que intentaba meterse mi polla sin haber dilatado un poco antes, pero en cambio, su ano dejó pasar a mi polla a regañadientes, cediendo lentamente. Ricardo contrajo la cara de dolor un poco a lo primer pero luego ya todo pareció estar bien. Sentándose completamente recto, lo acabé por penetrar y su culo calló sobre mis boxers. Por dentro, su ano apretaba palpitante mi polla, teniéndome que concentrar en no correrme ya solo con tenerla ahí metida. Despegando su culo adelante, hizo que mi polla fuese entrando y saliendo, casi toda la mitad, de forma lenta. A lo primero, de su boca salía repentinamente un alarido ahogado de dolor. Después, los alaridos dejaron de ser por dolor. Doblando las rodillas, perdí el control y le propiné una embestida que lo empujó adelante. Su pecho se pegó al mío, sintiendo sus pezones arañarme por encima de la camiseta. Le había rodeado con los brazos, penetrándolo rápidamente desde abajo.
-Fóllame mas fuerte, así tío – Decía entre jadeos Ricardo, que me envolvía con sus bíceps como rocas.
El interior de su culo continuaba apretado, estimulando con fuerzas toda mi polla a la vez. El tiempo que llevaba sin hacerlo y la atracción tan grande que tenía hacia Ricardo me tenía descontrolado, taladrando su ano con todas mi alma y consiguiendo que me fuese a correr a los diez minutos.
-Me voy a ir, Ricardo, que me voy, que me voy… ¡Me vengooo! – Gemí sobrecogiéndome del placer a la vez que mi polla se convulsionaba como loca y soltaba toda la lefa con cada una de esas convulsiones.
-¡Joder! Tienes la polla tan grande que estoy notando como te corres dentro de mí – Comentó él, jadeando y llevándose una mano a mis huevos para sentir los espasmos de la corrida.
En la misma forma que me había corrido, nos quedamos abrazados durante un rato, besándonos con un cariño no muy habitual en dos simples amantes, claro que en el fondo sabíamos que habíamos quedado por algo mas. Acariciaba la curvatura de su espalda, en donde comenzaba su culo, tragándonos nuestras lenguas con un nuevo arranque de pasión. Su polla se había ablandado un poco pero ya comenzaba a retornar otra vez y mi polla continuaba en su culo sin haber perdido ni un poco su dureza ya que portaba un empalme de los que se necesitaba mas de una corrida para calmar. Comencé a follármelo otra vez, sintiendo el preservativo completamente lleno moviéndose en su interior.
-¿Ya quieres hacerlo otra vez? – Preguntó al ver que tomaba velocidad.
-Si me dejas – Le vacilé riendo.
-Por mí puedes estar toda la noche follándome el culo – Soltó por aquella boquita a la que me lancé a besar – Pero ponte un preservativo nuevo.
Tome otro preservativo y me lo cambié mientras Ricardo me daba la espalda a mi lado para ir a tomar el bote de lubricante. Estaba demasiado ansioso por volverlo a penetrar y cuando su culo se puso frente a mi polla me eché sobre a él. Sin tener que guiarla, mi polla entro de nuevo por su ano, acoplándome a su cuerpo los dos tumbados de lado. A notar que me había puesto a metérsela, Ricardo dejó el lubricante tal como lo había cogido, ajustando su cuerpo al mío para que pudiese follarlo mejor. Agradecí que levantase un poco la pierna para que pudiese meterla mejor, dejándome tomar riendas sueltas a mi imaginación. De tanto frenesí lo embestía mas con todo el cuerpo que con la cadera. Nuestros huevos no dejaban de rozase continuamente. En un arranqué de furor lo giré, dejándolo suspendido sobre mi. Colocando los pies a ambos lados de la cama, abrió las piernas y se levantó usando sus brazos para sostenerse. Frente a mi quedaba su espalda, contrayéndose musculosa y su culo mas abajo trotando sobre mi miembro, golpeando mi ingle. Mis boxer estaban completamente manchados de lubricante alrededor de la abertura por donde salía mi polla. Una de las manos con las que él se estaba aguantando desapareció a mi lado, escuchándolo como había comenzado a pajearse rápidamente y ruidosamente a la vez que mantenía el trote. Cinco minutos después su cuerpo bajaba y subía con repentina torpeza, escuchándosele estallar en jadeos.
-¿Te estas corriendo? – Le pregunté entrecortadamente por la agitación de nuestros cuerpo y la propia cama.
-Si, si,… – Lo escuché decirme sobre mí, ya contrayéndose hasta que tuvo que parar.
-Yo estoy también a nada de irme – Avisé, aguantando su peso para seguir metiéndosela.
-¿Vas a correrte dentro? – Preguntó terminándose de correr.
-¿Quieres que me corra fuera? – Pude decirle a poco de venirme.
-Si,… hazlo encima mía – Dijo con voz ahogada.
Despacio, se fue dejando caer encima de mí. En cuando noté mi polla apunto de bullir, la saqué, dándole un tirón al condón para sacármelo justo a tiempo. Entre sus muslos, mi semen salió sin control al aire y cayendo sobre Ricardo. Cuando hubiese parado mi polla de contraerse, los dos nos quedamos un tiempo abrazado, o mas bien abrazándolo yo puesto que al estar encima de mí, de espalda, le era imposible abrazarme. Luego ya se tumbó a un lado boca arriba, teniendo cuidado de no manchar nada. Hasta su cara había llegado el semen de alguno de los dos, pringándole un lado de la boca y bajando el rastro de corrida por su cuello, su pecho y su vientre, donde el semen brillaba mas abundante entre los pliegues de sus abdominales. Con la mano se untó toda la zona de lefa, mirándome sonriente. Me cogió por detrás de la cabeza y me hizo lamerle la mezcla de nuestro semen del pecho. Cuando lo lamí todo, subí siguiendo el rastro de corrida hasta su boca que lubricó nuestros besos.
-Me tengo que ir – Dijo Ricardo, separando un milímetro sus labios de los míos.
-¿Ya? Quédate a dormir – Le supliqué, esperando que al menos se quedase unos minutos junto a mí.
-Joder, no me digas eso que es lo que mas quiero hacer ahora mismo, pero mañana tengo curro – Me dijo saliendo de la cama y poniéndose los pantalones - ¿Me puedes dar algo para limpiarme ya sabes… la lefa? – Le fui a buscar una toalla pequeña y mientras el se limpiaba me besó un par de veces – Mañana nos vemos en el WOW y si puedes me gustaría quedar contigo el sábado que viene.
A partir de entonces, nuestros personajes de WOW se volvieron novios, pasando lo mismo en la realidad, aunque en esta lo que hacíamos los dos a solas era mucho mas emocionante de lo que podíamos llegar a hacer en el juego. FIN.