Partida de tenis: dos contra una
"Fuerte y duro" pidió. Nosotros obedecimos. Una madura nos sorprende en pleno partido. Caliente y necesitada
-Perdonen muchachos que los interrumpa pero ¿no vieron por acá una muñequera blanca? Creo que se me cayó esta mañana mientras practicaba je…
La mujer nos sorprendió mientras yo corría hacia la red intentando golpear con un último esfuerzo la pelota al tiempo que Willy mi amigo sonreía vengativamente desde el fondo de la cancha.
-No, respondimos a coro.
Miré a Willy por una fracción de segundos. Intuía sus pensamientos. Él miraba atónito a la mujer. Yo lo imité. Intente vanamente sostenerle la mirada pero mis ojos rebeldemente se detenían en el bamboleo de sus pechos ahogados por la tela de su sudadera.
-Ok, ok. Se ve que se me cayó en otra parte je. Una risita apagada tras una sonrisa llena de lasciva era un claro indicativo de nuestra parálisis facial y repentina rigidez corporal (“todo” se estaba poniendo rígido en nosotros).
-Aquí tienes tu pelota, me dijo mientras se agachaba para juntarla y su trasero apuntaba sin misericordia alguna directo a Willy.
¿O sacas tu? Replicó picarescamente a mi amigo, girando y permitiéndome contemplar el espectáculo que sus cachetes rellenando su calza separados hondamente por una tanga tan notoria como mi erección.
Vi que sacas como un profesional, fuerte y duro, me dijo. Me sonroje. Por su cumplido exagerado y por la manera en que pronunció esas dos últimas palabras. Había una doble intención que no se me escapaba. Y digo “me” porque Willy aún estaba en shock contemplándola.
-Emm, ja, hago lo que puedo señora, dije.
-No me digas señora, bebote, llámame Marta.
Se acercó. Preciosos ojos verdes, cabello cobrizo y unos gruesos labios que el rush resaltaba aún más. Todo parecía indicar que su aparición no tuvo nada de espontaneidad.
¿Me enseñas?, replicó con un tono de inocente colegiala.
Titubeé. –Sii, como no.
-Dime cómo. Se puso a escasos pasos. ¿Te puedo llamar profesor?, me dijo al oído soltando una risita.
Temblé como un niño al que le quitaron su caramelo. Ese nerviosismo que anticipa algo inusual y excitante. Adrenalina intensa.
-Si. Solo tienes que doblar un poco sus rodillas, tomar impulso, elevar la pelota, para luego golpear con el brazo más hábil y todas tus fuerzas manteniendo rígida la raqueta en tu mano. Luego hice lo que acababa de explicar. Willy miraba sin comprender, en trance.
-Mmm, lo haces parecer tan fácil. A ver que tal me sale. Dices que me agache ¿no? Dijo esto mientras clavaba sus gatunos ojos en mí. Noté recién que estaban delineados.
Y lo dijo mientras se agachaba más que doblar rodillas, y al hacerlo friccionó con su trasero mi entrepierna. La tela de mi short comenzó a elevarse. Repentinamente. Sentí la suavidad de sus nalgas bajo su lisa calza.
Se mantuvo en esa posición unos segundos. Luego elevó la pelota, levantó su brazo derecho y sacó un golpe seco que me dejó atónito. Sabía lo que hacía. Nos engañaba, simplemente.
-¿Qué tal lo hice profe?, me dijo con una voz que me acaloró aún más.
-Eeeexcelente.
-Me estás engañando. Se pegó a mi. Tomó mis brazos e hizo que la rodeara por la cintura. No me mostraste tu mejor golpe me dijo. Hazlo rápido, pero fuerte y duro.
Estaba atónito. En ese momento llamó con un gesto a Willy. Estaba hecho un zombie. Respondió como tal, moviéndose lentamente sin pronunciar palabra, saltó la red una pierna a la vez y caminó hacia nosotros.
Una vez que Willy se colocó a la par, Marta se agachó hasta clavar rodillas en el polvo de ladrillo, bajó nuestros shorts y contempló la rigidez de nuestros miembros.
-Mmm, si si era lo que deseaba. Dos joviales vergas paradas. Si si si, repetía mientras las frotaba a dos manos simultáneamente. Sus fríos y largos dedos eran un deleite para el calor bestial de mi verga erecta. Deglutió la de Willy hasta el fondo, y sin detenerse hizo lo mismo con la mia. Sentí sus labios rodeando las venas de mi verga y su lengua jugando unos segundos con mi glande al tiempo que su saliva caía por mis huevos.
Repitió el movimiento, primero la polla de mi amigo, luego la mía sin descansar, pero esta vez deteniéndose un poco en la punta de ellas haciendo un remolino con su suave lengua para humedecerlas.
-Si si amores las quiero bien lubricadas.
Soltábamos algún que otro gemido. No lo esperábamos pero así como les cuento una tarde de invierno con un tibio sol en plena cancha de tenis una veterana pulposa y caliente nos estaba lustrando la verga a mi y a mi amigo.
Se levantó mientras continuaba masajeando nuestras pollas deseosas de explotar.
-Vos bebé tirate le dijo a Willy mientras lo aferraba de los hombros y lo hacía acostarse sobre la cancha. Si si así papi así. Ella dobló rodillas mientras dejaba caer su calza. Asomó a nuestra vista una tanga rosa. Se dejó caer sobre Willy al tiempo que descorría su tanga y dejaba ver su concha suavemente rematada por una pequeña mota de pelos rubios. Clavó la punta de la polla de mi amigo en la entrada de su vagina y se desplomó mientras se bamboleaba. Despedía experiencia por sus poros. Y deseos de coger, obviamente.
Disfrutaba esa verga alojada en su interior, aprisionada por el calor de sus húmedas paredes. Comenzó a agilizar sus bamboleos al tiempo que le pedía a Willy que sostuviera sus brazos con los suyos. Empezaba a sentirse el golpeteo de los huevos de mi amigo. Yo contemplaba esto mientras mi polla parecía estallar. Goteaba ardorosamente. Quería enterrarla ya.
-Acércate cariño me dijo, mmmm, si si si, asiiiii, dale acercate y clavameee.
Hice lo que ordenaba, me doble un poco y enfile mi polla a su orificio anal.
-Noo, noo, por ahí no bebé. Por ahora que sea en mi conchita si si, asiii seguí pendejo. Willy hacia bien su trabajo. Ahora se bamboleaba al ritmo de las caderas de Marta.
-Hazle un lugar a tu amigo, le dijo a Willy. Era tal el frenesí de la mujer que sólo atinó a abrir más aún sus piernas. La polla de Willy dejaba poco espacio, así que éste estiró sus manos y al tanteo abrió los labios Marta, morados de tanta fricción, deteniendo por unos segundos su arremetida.
Aproveche y traté de hacerme lugar con la punta de mi glande haciendo cuña. Poco importo sentir el contacto con la polla de Willy. Sólo disfrutaba los jugos de Marta bañando mi verga. Empuje con cuidado hasta tener media polla adentro.
Marta contemplaba con morbo mi entrada. –Apuren chicos, pero que sea fuerte y duro como les di…
No le dimos tiempo a terminar, solto un sonoro “arggg”, al sentir dos vergas clavándose en su cuarentona concha. No se cómo pero parecíamos una dupla conectada psíquicamente, pues Willy tomaba impulso con sus piernas y enterraba su verga hasta el fondo de Marta, y en la fracción de segundos que descansaba para volver a arremeter yo aprovechaba para penetrarla hasta donde dieran mis fuerzas, y eso mientras mi amigo la aferraba de los brazos y yo de los hombros, clavando mi rostro en su escote.
Gemía como perra: -Si si, aaaahhhhhrrrgggg, mmmm, mááássss…
La dureza de sus pezones colándose por la fina tela de su sudadera era una droga para mi. No aguante más y como pude libere un seno para clavar mi boca en él. Succione con cada centímetro de mi lengua su pezón al tiempo que apretaba a más no poder la otra teta bajo la sudadera.
Las arremetidas eran letales. Para los tres. No aguataríamos mucho más. Su cuerpo se puso rígido. Clara señal.
-Sigan. Sigannn…suplicó. Ya ya yaaaaa…
Saqué mi verga. En una fracción de segundos que bajé mi vista vi como de su concha empezaba a brotar el semen de Willy cayendo por las piernas de Marta mientras ésta dejaba soltar un bestial gemido “aaaaahhh” seguido de un “pendejoooo llename de leche”. El morbo que necesitaba para el remate final.
Me acerqué. “Donde digas”, le dije.
“La quiero toditaaa en mi boca, bebé”
Abrió su boca, sacó su lengua, y con la punta de esta lamió la punta de mi glande. Pero no quería sutilezas. Estaba demasiado caliente con la veterana. Quería un remate a lo Rafa Nadal. Introduje toda mi verga en su boca y empujando su cabeza con mis manos espere sentir la suavidad de sus labios contra mis huevos para dejarme venir.
Cuando sentí que parecía atragantarse, la solté y manoseándome la verga expulsé todo el semen que pude contener en mis huevos. Su boca se llenó. Me miraba con deleite mientras removía el pegajoso líquido con su lengua y se lo tragaba para mi.
-Hummm, delicioso pendejos. Se levantó. Se corrió nuevamente la tanga y se acomodó la calza sin pudor. El negro de la tela se teñía blanquecino. No le había dado tiempo siquiera a su concha de dejar caer todo el semen que Willy había alojado en su interior.
Puso el seno que aún goteaba saliva mia en el interior de la sudadera, recogió sus cabellos, y mirándonos perversamente, replicó mientras relamía sus labios y engullía algún que otro hilo de semen que se desprendían de sus comisuras: “un placer, bebés…cuando gusten otra partida, no lo duden.”
Nos guiño un ojo y se alejó hacia la puerta de entrada del complejo.
Nosotros, atónitos. Willy aún despatarrado en el suelo.
Camisetas descorridas, shorts en el suelo, cubiertos de polvo de ladrillo y sudor, y nuestras pollas, erectas y goteantes.