PARTE I: Follando con mi prima – El comienzo

Un repentino cambio de trabajo me lleva a casa de mis tíos, donde me encuentro con mi prima a la que no había visto en años. Algunas situaciones condujeron que me folle a Alice, cuando mi tío está de viaje de negocios y nos quedamos solos en casa.

Por cuestiones de negocios, tuve que viajar lejos de mi ciudad natal. La compañía de seguros, para la cual trabajo, extendió sus franquicias para la costa del país y me han dado el puesto como supervisor en ventas allí. No me agrada tanto el calor pero qué más da, negocios son negocios. Creí que la vida en el mar era más sabrosa; pero ni tanto, todo es más caro, la comida, la ropa y sobre todo, los alquileres. En principio quise vivir solo en un departamento de renta, cerca de la empresa; pero, es imposible con los precios que piden. Es una gran fortuna que mi tío, el hermano de mi padre, viva por aquel sector. No quería causar ninguna molestia; pero dado la necesidad, terminé por aceptar quedarme en casa de ellos.

Fernando, mi tío, siempre me ha tratado como a su hijo; es más, fue a recogerme a la estación de tren, apenas llegué. Por mi parte, tengo leves recuerdos sobre él. Cuando volvió a contraer matrimonio y se mudó cerca del perfil costero, yo era todavía muy pequeño, desde entonces, no volví a verlo. De regreso a casa, platicamos de varias cosas, incluyendo el tiempo que iba a estar en la ciudad y de los negocios que tenía planeado solventar allí.

­­̶  Hola papá, bienvenido. ­ ̶   salió una mujer, muy joven, a saludarlo.

̶  Ven hija, mira con quién he llegado. ̶  señalándome.  ̶  Es tu primo Javier, salúdalo.

Ella me miró algo asombrada. Era normal su reacción. Cuando éramos pequeños y mi tío vivía con su ex esposa, pasábamos mucho tiempo jugando juntos en casa de mis padres. Digamos que nos llevábamos muy bien; pero eso, fue hace mucho tiempo. Yo había olvidado el rostro de mi prima así que también me llevé una gran sorpresa.

̶  ¿Alice? ̶   pregunté.  ̶  ¿Eres la Alice que hace 20 años pasabas saltando entre las flores del jardín?  ̶  No lo niego, me alegró mucho volverla a ver.

̶  ¿Javier? ̶  me respondió, también mostrándome una enorme sonrisa.

Alice me llevaba 2 años. Cuando cumplió la mayoría de edad se fue a vivir con mi tío Fernando, siguió estudiando hasta que se casó. De echo, se casó con 23 años, muy joven; aunque, no duró mucho su matrimonio. Con solo 3 años juntos se divorciaron y ella volvió a la casa de mi tío. Decidió terminar sus estudios y ahora, vive con Fernando y su esposa. Alice es Abogada y trabaja para el capitolio de la ciudad. Afortunadamente con su ex esposo, nunca tuvieron hijos lo que ha hecho que conserve su cultural figura. Mi tío me contó que Alice lleva una nueva relación y está a punto de casarse, de nuevo.

Fernando es dueño de un edificio de 4 pisos. Los dos últimos pisos están habitados por otras familias. Fernando, su esposa y Alice viven en el segundo, hasta que las habitaciones del primer piso estén remodeladas. La planta baja está destinado para cuando Alice se case. Fernando siempre fue un padre muy apegado a su hija y no podía separarse de ella por lo que de obsequio de bodas fue darle un piso completo, del edificio.

Me senté cómodo en el sofá, la sala era muy grande y bonita, todo el departamento es muy elegante, más de lo que había pensado. Cada piso tiene tres habitaciones: Alice duerme en una de ellas, Fernando y su esposa en otra y finalmente, yo me quedaría en el cuarto que yacía deshabitado. El primer día estaba tan cansado que apenas cayó la noche, fui directo a la cama para descansar. Antes de dormirme me quedé pensando en el gran cambio que había tenido Alice, no era la niña que muy lejanamente lograba recordar. Había crecido y se había convertido en todo una mujer, con unas piernas bien torneadas, un abdomen plano y unos senos que «uff» parecían dos melones a punto de salir disparados de su pecho. Claro, las horas de gimnasio había hecho que guarde ese tipo de figura y aunque no era demasiada alta, 1.58 m, era muy hermosa. Sus ojos azules y su cabello rubio y ondulado, le daba el toque de belleza que toda mujer quisiera tener.

Mi tío como buen hombre de negocios, también viajaba muy frecuentemente. Ese verano tuvo que hacer un viaje hacia el Caribe, saldría del país por varios días, incluso un par de meses. Alice como mayor de edad, no tendría problema para pasar sola en casa, pues la esposa de Fernando también estaba de viaje; incluso ya lo ha hecho por varias ocasiones y todo había marchado bien. Ahora con mi presencia, al menos, Alice tendría con quien charlar y yo también no pasaría tan aburrido.

El calor del verano era sofocante, yo no estaba acostumbrado a tantos grados de temperatura, sudaba como Coca Cola fuera de la nevera. No podía dormir bien en la noche, el pijama se adhería a mi piel por lo que opté dormir solo con bóxer. Una noche, muy calurosa, no podía más, me estaba asfixiando y muriéndome de sed; acudí a la cocina y «¡oh sorpresa!» no era el único que había ido en busca de un vaso de agua.

̶  Buenas noches Alice. ̶   le saludé con mucha cortesía.

̶  Que tal Javi. ¿Sediento? ̶  me respondió, tenía en su mano un vaso de agua que acababa de beber hasta la última gota de ese líquido vital.

̶  Vaya que está haciendo un calor del infierno; peor hoy ha sido más.

Alice también había decidido dormir con ropa más cómoda; llevaba un cachetero rosado con encajes y un top muy pequeñito. No cabe duda que su cuerpo estaba bien cuidado. Sus senos era grandes muy grandes y redondos. Con el top que usaba dejaba ver la silueta inferior de sus tetas y un puntito se dibujaba debajo de aquella fina tela, en ambas partes de su pecho, era sus pezones que estaban en punta. Lo que no me había dado cuenta es de ese culo. La ropa floja que solía usar, no marcaba sus glúteos; pero verla así, con esa ropa interior me di cuenta que estaba muy equivocado, tenía unas nalgas de infarto. Eran las nalgas más grandes que había visto en mi vida.

Me quedé de pronto como bobo, mirando aquel monumento, sin percatarme que ella se tornaba roja de vergüenza.

̶  Ten Javi. Un refresco para que se te baje la calentura. ̶   Me dijo y me guiñó un ojo antes de marcharse. No sé si se refería al verdadero calor del ambiente o a que se había dado cuenta que me quedé babeando al ver su cuerpo.

En fin, tomé el refresco a toda prisa, quería ir tras ella para deleitarme con el bamboleo de lado a lado de su culo; pero fue demasiado tarde, cuando salí al pasillo, ella ya había entrado a su cuarto. A penas recuerdo que parte de su interior se hundía en aquel barranco de su trasero, con cada paso que daba.

Me dejó caliente. No podía imaginar que mi prima estaría tan buena a sus 30 años. Indiscutiblemente, los años la habían hecho una tremenda Amazona. «Suertudo quien la tenga de novia o esposa» pensé mientras me masturbaba pensando en ese cuerpo escultural.

Al siguiente día, me levanté muy temprano, era fin de semana por lo que no había tanto bullicio afuera; podía quedarme en cama hasta más tarde, pero quería tener un detalle con mi prima. Preparé un desayuno Inglés: huevos revueltos, panceta, champiñones fritos, tostada y salchichas; todo acompañado del tradicional café Latte.

̶  El olor llega hasta mi cuarto Javi. Buenos días ¿Qué preparas? ̶  escuché una voz tras mío. Era Alice que se había levantado antes. No me lo esperaba por lo que todavía estaba con solo mi bóxer. Al regresar a ver, me di cuenta que ella tampoco se había puesto algo más encima y de nuevo me quedé con los ojos abiertos como un par de huevos estrellados.

̶  Espero no te molestes que me veas así vestida Javi. ̶   me dijo de improviso.

̶  Claro que no Alice. Entiendo que está haciendo mucho calor. Es más que pena contigo que me veas así.

̶  Descuida Javi. No hay nada que no haya visto antes. Además te ves muy bien. ̶   volvió a guiñarme el ojo. Es verdad que había hecho mucho ejercicio para tener mi cuerpo. En la secundaria era el chico gordo a quien todo mundo le molestaba; pero apenas empecé a ejercitarme, mis músculos fueron despertando el potencial que tenía y ahora, toda mujer desea tener entre sus manos mis pectorales o abdominales.

Mido 1.80m de altura, entonces se imaginarán como Alice queda alado mío, mi piel no es blanca ni tampoco morena, es un tono intermedio, de cabello negro, ojos café claro y como os dije, mis músculos son los que resaltan mi anatomía.

Desde luego, con aquel comentario de esa mujer tan perfecta, me sonrojé.

̶  Quise prepararte el desayuno. Está ya servido en la mesa, come, mientras voy a cambiarme. ̶  quise evadir el tema pero ella continuó.

̶  No te preocupes Javier, yo no tengo problema con que andes así dentro de la casa. Hace mucho calor, así que si a ti no te importa, yo me siento muy cómoda con lo que llevo puesto y no tienes que irte a cambiar. Pero si insistes no hay lío.

Por un momento decidí ir a la habitación y cambiarme; pero algo me retuvo y no lo hice.

̶  Me dices, entonces que podemos… puedo quedarme solo en bóxer y andar con libertad por toda la casa. ̶   cuestioné, asumiendo la respuesta.

̶  Así es, los dos podemos. Claro si no te incomoda que yo ande así. ̶   se rió muy coquetamente.

̶  Por supuesto que no, es más debiste haberlo hecho hace días atrás. ̶  sonreí, pensando que fui muy directo.

Ella, no obstante, respondió mi risita y se limitó a comer el desayuno que le había preparado.

De pronto, Alice, sentó mal el vaso de agua que llevaba en su mano y este, se viró en dirección de ella, mojándola toda, incluido la parte inferior del top . Se levantó enseguida y con mucha rapidez quiso secarse el resto de agua que caía en dirección a su ombligo, sin lograrlo. La tela del top había absorbido gran parte de agua y se había vuelto transparente, mostrando esos pares de pezones que lucían ser muy grandes y con una areola inmensa. Alice notó la embarrada de su top por lo que subió a cambiarse y ponerse algo seco. Regresó enseguida.

̶  Así está mucho mejor  ̶  me dijo. Quedé pasmado cuando regresé a verla. Se había cambiado el top por un brassier negro que apretaba sus tetas. Alice se movía de un lado al otro, con sus manos en la cintura, como posando frente a mí . Levantó sus brazos y saltaba, dentro de su mismo sitio, como una niña chiquita. Estaba comenzando a excitar al ver como esas tetas se movían como gelatina.

̶  ¿Crees que estoy muy gorda?  ̶  me decía, mirándose sus piernas.

̶  No… claro que no. ̶   respondí muy nervioso. Lo cierto es que tenía unas piernas bien formadas que subían hasta resaltar su culo muy respingón, sin nada de grasa encima, solo músculo.

̶  Que lindo eres, Javi. ̶  río y se me lanzó para darme un abrazo.

Sentí como sus tetas se apretaban a mi pecho. Su culo quedó a pocos centímetros de mis manos que rodeaban su cintura. Quería darle una buena nalgada pero me controlé; además, entre mis piernas empezaba a llenarse de sangre mi pene por lo que tuve que separarme enseguida.

El resto del día pasó con mucha tranquilidad. Alice salió un rato al mall que quedaba cerca de donde vivíamos, con sus amigas y regresó en horas de la tarde. Traía con ella varias fundas de compras. La noche conversamos muy entretenidamente, los dos estábamos muy ligeros de ropa como habíamos acordado. Yo trataba de disimular la irada para no ver ese pedazo de tetas pero era imposible.  Creo que Alice, lo hacía apropósito para provocarme. Estuvimos viendo una película hasta muy noche. Ella apoyó su cabeza entre mis piernas para ponerse cómoda. En ese instante vino a mi mente la imagen de Alice chupando mi polla. Me acaloré pero disimulé, tomando mi pene que estaba apoyado en el muslo contrario, para que Alice no se diera cuenta que esa idea me estaba calentando.

̶  Javi, me voy a dormir, estoy muy cansada y mañana tengo que trabajar. ̶  Se despidió de mí con un beso en la mejilla. Aunque, fue a dar tan cerca de mis labios que creí rosar los de ella.

Me quedé un rato más viendo la tele hasta que empezó a pasar una película porno. Era de esas de contenido incestuoso donde el hermano follaba con su hermana. Fue tanto el morbo que sin pensarlo dos veces saqué mi polla para masturbarme. «Si ese chico se podía follar a su hermana, ¿por qué yo no podría follar a mi prima?» pensé mientras mi pene llegaba a todo su esplendor. No quiero darme de mucho pero tengo buena herramienta, 20 centímetros de carne en barra para dar satisfacción a cualquier mujer. Pero más que larga, mi polla es muy gruesa tanto como el rollo de papel higiénico. En el film, el chico la follaba como a una verdadera puta; tuve que bajar el volumen porque se escuchaba los gritos por toda la casa. La chica tenía unas tetas casi como mi prima y ver como se movían cuando la follaba de perrito me hizo calentar más que terminé enseguida.

Temí que mi prima se hubiera despertado por el alboroto de hace un rato así que me acerqué a la habitación de ella. Alice había dejado la puerta, de su habitación, abierta y allí estaba ella, recostada sobre las cobijas. La poca luz, del pasillo, que entraba a la habitación me permití ver su silueta. Estaba acostada de lado y se notaba claramente su silueta de sus caderas y su culo. Me imaginé estar encima de ella follándola y ella gritando de placer como una perra en celo. Mi polla volvía a crecer, con esos pensamientos, por lo que tuve que regresar a mi cuarto para volver a masturbarme pensando en Alice.

Los próximos días de la semana fue de lo más normal; me había acostumbrado a verla en ropa interior todos los días y ella también se había acostumbrado a verme con el torso desnudo, a penas con el bóxer que solía usar. Los dos nos dedicábamos por completo a nuestros trabajos, creo que Alice más que yo, pero de todas formas, llegábamos muy cansados a casa. Llegó el viernes por la noche y Alice había quedado en salir con sus amigas a una fiesta, por el cumpleaños de una de ellas.

̶  Javi, hoy voy a llegar muy tarde, no me esperes despierto ¿vale? ̶   me dijo antes de salir. Alice se había cambiado y se había puesto un vestido, de una sola pieza, muy pegadito a su cuerpo. Tuve que aguantar mi erección cuando la vi. Se había puesto muy hermosa; sus labios rojos resaltaban sus claros ojos azules, llevaba una sonrisa cautivadora. Como era habitual, lo que más resaltaba eran sus tetas; pero los tacones de punta que se había puesto, no solo la hacían lucir más alta y delgada, sino que su culo parecía haber aumentado considerablemente su tamaño y al marcharse, pude observar cómo este se movía seductoramente de lado a lado. Se despidió y enseguida se marchó en el auto de su amiga.

Esa noche estuve jugando con la consolapara no pensar en ese cuerpo que de seguro había sido el disfrute de su futuro esposo. Estuve despierto casi hasta la 01:00 de la mañana, hasta que me ganó el sueño. Dejé apagando todo y me fui a dormir.

Un sonido fuerte, como si se rompiera varios vasos me hizo despertar de golpe. Creí que se habían metido ladrones a robar; por lo que, cuidadosamente salí de la habitación dispuesto a pelear si fuera necesario. No había nadie en la sala; de pronto, se escuchó nuevamente el sonido de varios vasos quebrándose, venía de la cocina. Al entrar, reconocí la silueta de la persona que estaba con los brazos extendidos, apoyándose sobre la mesa, como tratando de mantenerse de pie.

̶  ¿Alice? ¿Estás bien? ̶  prendí la luz.

̶  Hooooooooola. ¿Cómo está mi primo favorito? ¡hip!  ̶  Alice estaba borracha.

̶  Por Dios Alice, has tomado demasiado. ̶  corrí para sostenerla entre mis brazos.

̶  Solo un poquito. ¡hip! Un poquito. ̶   me respondió entre risas propias de alguien que se ha pasado de copas.

̶  Ven. Vamos para tu cuarto, necesitas descansar. ̶   apoyé su brazo sobre mi hombro para llevarla, pero era casi imposible que dé un paso, así que la tomé y la llevé en brazos.

̶  ¡Uy! ¡Qué fuerte primito! ̶  nuevamente, entre risas, me respondió. Me miró por un segundo, tenía esos ojos azules entreabiertos y dejó caer su cabeza cerca a la mía. Si no fuera porque esquivé, tal vez sus labios hubieran dado con los míos.

No me costó nada llevarla hasta su habitación, mi constitución ayudó mucho. La recosté sobre su cama, Alice continuaba riendo y diciéndome cosas sin mucho sentido. Le quité sus tacones para que descansara cómodamente. Dudé en unos minutos, si sacarle su vestido para ponerle su pijama; pero al final, decidí hacerlo. Como era de una sola pieza, me resultó muy fácil quitarle. Bajé los tirantes, de sus hombros, y jalé hacia abajo. Tragué saliva cuando fue asomando ese par de tetas cubiertas por su brassier; pero lo que más me causó asombro fue cuando retiré completamente su vestido. ¡Alice no llevaba puesto interior! La muy puta había salido con el coño al aire. Sabía que varias mujeres hacen eso cuando usan vestido muy ajustado para evitar que se marque las líneas de su ropa interior; pero no pensé que mi prima fuera una de esas. Quedé pasmado al ver ese coño completamente rasurado, como quinceañera. Podía haberme lanzado como un completo maniaco y haberla follado allí mismo; pero era mi prima, la hija de quien me había alojado en su casa como su hijo, no podía hacer esa locura. Le puse su pijama, la dejé dormida y me marché a la habitación.

Sábado por la mañana, me levanté muy temprano. Me había acostumbrado a preparar el desayuno, los fines de semana. Esperaba que Alice despertara de su tremenda borrachera, mientras arreglaba el desorden que había ocasionado mi prima la noche anterior en la cocina. Al rato, ella asomó con las manos sobre su cabeza.

̶  ¡Vaya hasta que despertaste! ̶  le dije riéndome.

̶  ¡Auch! Siento que mi cabeza me estalla. ̶  apretaba sus dientes, haciendo gestos de dolor.  ̶

¿Qué pasó aquí? ̶  me preguntó al ver que estaba barriendo los escombros.

̶  Alguien se pasó de copas e hizo tremendo escándalo aquí. ̶  respondí de manera jovial.

̶  ¡No, qué vergüenza contigo!  ̶  me respondió sonrojándose.

̶  Preparé café, te ayudará mucho para tu resaca.

̶  Gracias Javi. ̶  llenaba su taza de café.  ̶  ¿Te puedo hacer una pregunta? ̶   me regresó a ver.

Asentí con la cabeza, en aprobación.

̶  ¿Cómo es que tengo puesta mi pijama? ¿Qué pasó con mi vestido?

̶  Este… bueno… tuve que cambiarte para que duermas bien.

Ella abrió sus ojos como dos platos redondos al escuchar mi confesión. Supe entonces que había cometido un error, olvidé ponerle ropa interior.

̶  Entonces… tu… me… viste… ̶  no sabía cómo terminar la oración.

̶  No te preocupes prima, no he visto nada que no haya visto antes. ̶   respondí con un guiño.

Fuera de aquel evento, Alice me contó lo que había hecho la noche del viernes. Yo me moría de risa al escuchar su historia. Mi prima no estaba acostumbrada a beber mucho por lo que con par de copas ya se había puesto mal.

̶  Alice, debemos tomar un par de copas para recordar los buenos tiempos de niños.

̶  Me parece buena idea, pero hoy no. Déjame que se me pase primero la resaca que llevo.

̶  Desde luego que hoy no. Tampoco tenemos botellas en casa. Qué te parece el próximo viernes, luego del trabajo.

̶  Puede ser.

Ese “puede ser”, era para mí un rotundo “Sí”

Llegado el domingo, me levante un poco tarde. Con Alice quedamos en desayunar fuera y luego ir por el mercado de la semana, incluido las botellas de licor. En la casa de mis padres era habitual ducharme sin dejar, con cerrojo, la puerta del baño. Donde mi tío, lo hacía pero muchas veces lo olvidaba. Ese día había terminado de bañarme y me estaba secando, con la toalla, el cabello; de pronto, la puerta se abrió de par en par. Era Alice que había entrado sin tocar antes. Los dos nos quedamos estáticos. Noté cómo los ojos de Alice se dirigían a mi entrepierna, llevándose la mano a la boca para luego entonar un “Lo siento” saliendo estrepitosamente de aquel lugar. No tuve tiempo para reaccionar pero noté cómo se habían puesto rojas, mis mejillas.

̶  Lo siento mucho por no haber puesto seguro a la puerta.

̶  No Javi, es mi culpa, debí haber tocado antes de entrar.

̶  Qué pena contigo prima. ̶  Estaba volviéndome a sonrojar y ella lo notó.

̶  Creo que estamos a mano. ̶  Me sonrió.

Sabía perfectamente lo que quería insinuar. Yo había visto su coño la noche anterior y ella me había visto la polla hoy y aunque no estaba erecta, flácida también medía más del promedio.

Por la noche, antes de dormir, recordaba los últimos acontecimientos que se había dado en la casa de Fernando. Sin embargo, me llenaba de morbo pensar en ese coño y que podía haberlo follado con mi poderosa herramienta. Pensaba en Alice, que me había pillado con la polla al aire; eso me calentaba mucho, entonces decidí jugar, para ver hasta qué punto llegaba ella. Empecé por ducharme con la puerta media abierta. En varias ocasiones notaba de reojo como ella pasaba y se quedaba espiando por la rendija. Eso me ponía a mil, y a veces, tomaba mi polla entre mis manos y la movía para que Alice que me veía en la oscuridad del pasillo, se deleite con aquella imagen. Una mañana estaba tan caliente que me masturbé en la ducha, obviamente aprovechando que mi curiosa prima me estaba observando. Mi polla estuvo con sus 20 cm, bien parada y yo con una sonrisa sabiendo que Alice, lo había visto todo.

La noche del jueves, yo había salido a jugar un partido de futbol con los compañeros de la empresa. Llegué a casa entre eso de las 21h00. Al entrar a la casa noté que todo estaba apagado, únicamente se escuchaba el caer del agua proveniente del baño, Alice se estaba duchando. Cuando pasé en dirección al cuarto, me sorprendió que una luz se proyectaba en el pasillo. Mi prima había hecho lo mismo, había dejado una rendija por la cual podía observar su interior. Me quedé sin respiración al verla bañar, ese cuerpo perfecto, esa cintura que se dibujaba entre el vapor del agua caliente, esas piernas, ¡Esas tetas! Qué tremendas tetas tenía Alice, colgaban y se movían con el cambio de posición. Mi polla empezó a ponerse dura viéndola; mi instinto hizo que me la sacara de la pantaloneta y comenzara a jalarla. Creo que mi prima me vio que estaba afuera y no se inmutó por taparse, al contrario siguió con su juego. Veía como ella se tocaba todo su cuerpo, estrujaba sus tetas entre sus manos (no le cabía en sus manos, eran muy grandes), se jalaba sus pezones. De pronto, Alice, llevó su mano a su entrepierna y empezó a masturbarse. ¡Sí se estaba masturbando! Los dos nos estábamos dando placer, ella desde el interior y yo, desde la oscuridad. Al cabo de un tiempo noté cómo sus piernas temblaban, ella había llegado a su orgasmo y yo estaba a punto de terminar. Tomé mis cosas y con la polla al aire me fui a la habitación, allí me la jalé hasta que varios chorros de semen salieron disparados al aire.

Llegó por fin el viernes. Habíamos comprado varias botellas de vino Graham’s Port y habíamos pedido cena a domicilio. Alice se había cambiado el uniforme del trabajo por unos vaqueros azules que hacía resaltar su redondo trasero. Llevaba también unos tacones, no tan altos y una top abierto, algo transparente. Por lo contrario, yo me había puesto algo cómodo: una camiseta polo y una bermuda. Acabamos de cenar y fuimos al sofá de la sala, nos sentamos juntos y empezamos a consumir la primera botella de vino. Hablamos de nuestra infancia, de nuestras relaciones amorosas, de nuestro trabajo, en conclusión, nos pusimos a tanto de todo lo acontecido durante el tiempo que no nos habíamos visto. Al cabo de unos cuantos minutos de hablar y reír, noté cómo ella se estaba sonrojando, producto de la vasodilatación de sus arteriolas en sus mejillas.

Dentro de mí y con el alcohol haciendo efecto en mi cabeza, empecé a recordar las imágenes de mi prima desnuda, con las tetas bamboleando en la ducha, su coño rasurado y ese culo redondo. Comencé a excitarme. Nos habíamos acabado la primera botella y la segunda estaba por la mitad. Alice estaba muy relajada, riéndose a carcajadas de todo. No se había percatado que uno de los botones de su top se había desabrochado y dejaba ver el sostén que aguardaba ese par de tetas. Las largas noches que me había quedado viendo tele y luego el canal porno dieron sus frutos. Me sabía de memoria qué canal pasaba ese tipo de películas por lo que tomé el control de la televisión y empecé a pasar los canales. Di finalmente con el canal que buscaba y para sorpresa mía, mi prima me ordenó que me detuviera ahí.

Estaba pasando un video donde la chica estaba haciéndole una mamada a una polla negra descomunal.

̶  Esa polla no le cabe en la boca. ̶   dijo de pronto Alice.

̶  Pero se ve que lo está gozando. ̶   le respondí.

̶  Eso sí. Quién no quería tener una polla así de grande entre sus manos. ̶   sonrió.  ̶  Los negros tienen una gran herramienta entre sus piernas ¿verdad Javi?

̶  Es lo que dicen por ahí.

̶  Es propia de la genética de ellos. Los chicos blancos no les llegan ni a la mitad.

̶  ¿Eso crees? ̶  le dije mirándola suspicazmente.  ̶  Los chicos blancos tal vez no; pero los chicos de mi color podemos tener escondido una gran sorpresa. ̶   volvía a reír, tomando un nuevo trago de vino.

̶  ¿Cómo tú? ̶  se echó a reír.  ̶  ¿Estás tratando de decirme que puedes igualar la polla de un negro?

̶  No lo sé. Es más no sé siquiera si existen negros con esas pollas, solo los he visto en películas porno y ya sabes lo que dicen que es puro efecto de cámara. ̶   respondí con mucha seguridad.  ̶

Lo que sí estoy seguro, es que dios me ha bendecido con una gran herramienta sin envidiar a nadie.

̶  Si tú lo dices. ̶   tornó sus ojos incrédula.

̶  Y si fuera así, no creo que una chica como tú, aguante una polla de un negro o como la mía.

Mi comentario hizo que se pusiera de pie, un poco mareada, pero firme. Se puso en frente y con las manos en la cintura se hizo para adelante, quedando muy cerca de mí. Me miraba muy fijamente, como si mi comentario hubiera sonado a un desafío.

̶  ¿A qué te refieres? ̶  preguntó con tono muy fuerte.

̶  Bueno, si la historia de los negros es verdad, las únicas de soportar tanta polla serían las mujeres negras. ̶   respondí levantándome de hombros y mirando para otro lado.  ̶  Cada oveja con su pareja.

̶  Me refería a lo último que dijiste. Puede ser que una polla negra no la aguante pero una pequeña como los chicos como tú, mi cuerpo está acostumbrado.

«Una polla pequeña» sonó en mi cabeza. No sé si mi prima estaba provocándome o se le había olvidado el tamaño de la herramienta que cargo.

̶  Alice, tú no has visto mi polla para que digas que es pequeña. ̶   respondí entre carcajadas

̶  ¿Acaso te olvidas que el otro día te vi cuando salías de la ducha?

̶  Ah… sí ese día. Pero no la viste en todo su esplendor. ̶  clavé la mirada, como señal de desafío.  ̶  Tienes que verla de cerca.

̶  Qué esperas entonces. Sácala. ̶  se hizo para atrás.

̶  ¿Qué dices? Estás borracha prima, no te voy a mostrar mi polla. ̶

La verdad que sí deseaba sacarla y que la viera porque eso me ponía a mil.

̶  Así son los chicos del sur, puro bla bla bla y a la hora de la hora nada.

Eso fue el colmo, no podía dejar que siga burlándose de mí.

̶  Hagamos algo Alice. Yo te muestro mi polla conforme tú me hagas un streptess.

Hubo un silencio por un instante, entre los dos; lo único que se escuchaba en la casa era los gritos de la película porno que entonces el tipo negro la estaba sodomizando. Finalmente, Alice aceptó. Me puse de pie y en un apretón de manos cerramos el trato.

Alice fue en dirección de la consola y puso en su celular spotify con las canciones de la película “Fifty Shades of Grey”, se puso frente a la pantalla y empezó a moverse. Tomé el control de la televisión y puse en mute para que sólo sonara el estéreo y poder disfrutar del show que había logrado obtener. Alice movía sus caderas como toda una profesional, creo que no lo hacía por primera vez; en fin, poco a poco ella se fue sacando su ropa y yo me ponía más caliente. Primero fue el top que fue a dar contra el piso. Alice quedó en brassier, llevaba uno más pequeño de costumbre. Por encima de la bermuda empezaba a masajear mi polla para que tome forma.

̶  ¡Vamos, ya sácala!

̶  Síguete moviendo, sé que puedes hacerlo mejor.

Alice, captó mis intenciones. Entonces, dándose la vuelta, desabrochando sus vaqueros y los fue quitando al ritmo de “Slow – Liam Payne” poco a poco quedaron frente a mis ojos ese par de nalgas cubierto con tan solo una tanga del mismo color azul que su brassier. Quedó únicamente con su ropa interior y para entonces mi polla apretaba fuertemente mi bóxer, queriendo salir de su prisión.

Desabroché el botón de la bermuda y tomando la mano de mi prima la acerqué hacia mí.

̶  Es hora que veas lo grueso de mi polla.

De un tirón bajé toda la ropa que yacía de la cintura para abajo y mi polla se alzó como un mástil en el barco. Alice quedó impávida.

̶  Ja.. Ja.. vier. ̶  pudo decir a duras penas.  ̶  Tienes una polla muy gruesa.

Mis 20 centímetros de polla lucía erguida y en todo su grosor.

̶  Vamos, sé que quieres tocarla. ̶  Llevé su mano a mi polla; aunque puso resistencia por un instante, accedió por rodearla con sus manos. No cabía en su palpa, mi polla era muy gruesa 5 cm de diámetro de puro placer.

Los ojos de Alice brillaban, llenos de lujuria y excitación. Empezó a masturbarme, llevándome a la gloria. Tomé de su cabeza y acerqué sus labios a mi polla. Para entonces Alice estaba llevada por la pasión que no dudó en abrir su boca para albergar mi pene.

Noté su lengua rozar con mi glande, era tan suave y mojada que no pude soportar refundir mi pene en esos labios carnosos. La imagen que veía desde mi posición era increíble, cómo sus labios rodeaba mi polla que con gran dificultad podía abrir su boca. Subía y bajaba frenéticamente, dejando mi polla muy ensalivada. Empecé a mover mis caderas con fuerza, cada vez que bajaba su cabeza, clavándola hasta el fondo de su garganta. Estiré mis brazos para poder desabrochar su brassier y lo logré al primer intento. Alice sin soltar mi polla movió sus brazos para dejar caer su ropa interior y dejar sus tetas al aire. Tomé esos pedazos de carne colgante entre mis brazos y eran demasiado grandes para cogerlas en una sola mano. Eran naturales, tan suaves y calientes; sus pezones estaban duros, se notaba que estaba excitada. Me saqué la camiseta para estar completamente desnudo y de un solo movimiento tomé a Alice, para después lanzarla contra el sofá. Ella estaba enardecida, tal vez por el alcohol o por mi polla, cualquiera de las dos había hecho que su coño empezara a emanar sus jugos vaginales. Lo noté cuando mi mano fue a dar a su entre pierna, estaba tan caliente y mojado que chorreaba hasta por sus muslos.

Me puse encima del sofá con mi polla a altura de su boca y de un movimiento empecé a follarla. Alice se atragantaba, en ocasiones, pero seguí mamando mi polla. Yo por mi parte, me tomaba el tiempo para golpear con mi polla ese par de tetas y nuevamente llevar a su boca.

̶  Sácate la tanga, quiero ver tu coño. ̶  ordené.

Alice sin dejar de mamar, fue deslizando su tanga por sus piernas, hasta que llegó a sus tobillos. Me bajé del sillón, tomé sus piernas y terminé de retirar su última prenda de vestir. Abrí sus piernas de par en par, su coño brillaba por los jugos vaginales que había producido.

̶  Es hora de que pruebas una buena polla gorda, prima.

̶  Dámela toda papi, quiero tenerla dentro ¡Ya!

Coloqué la punta de mi polla en la entrada de su coño y de un golpe, enterré todos mis 20 cm dentro de la humanidad de ella. Alice gritó como si algo le desgarraba dentro. Su coño no estaba acostumbrado a tener una polla tan gruesa, como la mía apretando con sus paredes vaginales. Estuve un momento así hasta que su coño se adapte a mi pene. Empecé, entonces, a mover mis caderas, primero suavemente y después a toda velocidad. En cada embestida notaba como la punta de mi pene chocaba con la matriz de su útero en el interior. La sala de la casa se llenó entonces de gritos de dolor, al principio y luego, de puro placer.

CONTINUARÁ...